Aficiones-Temas
En estas páginas se muestran, aquellas aficiones y curiosidades (que a lo largo de mi vida) he encontrado interesantes. Ahora que tengo tiempo las quiero compartir.
Evidentemente habrá errores y omisiones, involuntarias, que espero corregir y actualizar con vuestra ayuda, por lo que será bienvenido cualquier comentario al efecto.
En ningún caso se ha pretendido ser exhaustivo.
Toda la información se ha sacado de libros, revistas y de la red, y principalmente se han utilizado los datos al efecto de Wikipedia.
Gracias por vuestra atención.
Flor de lis
La palabra lis es un galicismo que significa lirio. La flor de lis es una representación de la flor de lirio. En la heráldica francesa es un mueble muy difundido. El diseño se remonta a una época muy antigua de la historia de esta ciencia. Se conoce como flor de lis o amacayo. Es una de las cuatro figuras más populares de la heráldica, junto con la cruz, el águila y el león.
Se suele representar en color amarillo sobre un fondo azul. Tradicionalmente, se ha representado un campo de flores de lis, dispuestas de forma ordenada. Desde la Edad Media es considerada un símbolo de la realeza francesa.
Uno de los primeros usos de un símbolo similar al de la flor de lis parece darse en la decoración de la Puerta de Istar en Mesopotamia, construida por Nabucodonosor II en el año 575 a.C. También hay quienes asocian determinados símbolos de la antigua Teotihuacán al origen del simbolismo de la flor.
El primer uso oficial de la flor de lis en occidente se remonta al siglo V junto a la expansión de la Iglesia Católica. Los manuscritos antiguos fueron traducidos al latín vulgar por San Jerónimo de Estridón por encargo de San Dámaso I para difundir el cristianismo a la plebe. Esta traducción se la conocería como Vulgata, donde se aprecia el emblema de la flor de lis dibujada en su portada.
Otro uso conocido de la flor de lis como emblema se remonta al siglo XII, con el rey Luis VII, quien fuera el primer soberano en incorporarla a su escudo. A partir del siglo XIV, aparece también como emblema de la casa de Lancaster (dinastía real inglesa), para enfatizar su reivindicación al trono francés. El escudo de la casa de Lancaster incluye tres flores de lis y tres leopardos pasantes. Catalina de Lancáster (nieta de Pedro I de Castilla y abuela de Isabel la Católica) fue la patrocinadora del monasterio de Santa María la Real de Nieva en la provincia de Segovia, por eso puede verse allí su escudo con las tres flores de lis.
En el siglo XVI, era símbolo de la dinastía Valois y emblema de la familia Farnesio que utiliza seis flores en el escudo.
Los alquimistas, a partir del Renacimiento, segunda mitad del siglo XV, la flor de lis se tomó como símbolo de su bien hacer y lo unían a sus blasones cuando lograban alcanzar gran iluminación (la piedra filosofal). La flor de lis simboliza el árbol de la vida, la perfección, la luz, la resurrección y la gracia del dios que ilumina… primero, Thot – Hermes es el dios mago que aparece junto a Isis cuando ésta quiere devolverle la vida a Osiris. Él vino a enseñar la grandiosa doctrina secreta de la luz interna a los sacerdotes de los templos. Les enseñó que la luz era universal y que esa luz era dios, quien mora en todos los hombres. El segundo es Hermes Trimegisto, un famoso legislador, sacerdote y filósofo egipcio, que vivió hacia el año 2.630 a. C. Hermes enseñó a los hombres la escritura, la música, la medicina, la astronomía, el ceremonial para el culto de los dioses, y también enseñó a ciertos discípulos las ciencias secretas (la magia, la alquimia, la astrología).
Durante el siglo XX el símbolo fue adoptado por el Movimiento Scout Mundial, organización presente en todo el mundo.
Hexagrama
Un hexagrama es una figura en forma de estrella con seis puntas, {6/2} o 2{3}, que resulta de componer dos triángulos equiláteros. La intersección resulta ser un hexágono regular.
Aunque generalmente se lo reconoce como un símbolo de identidad judía, también es utilizado en otros contextos históricos, religiosos y culturales, por ejemplo en el Islam, y en religiones orientales como también en el Ocultismo.
Al igual que otras formas geométricas simples como el triángulo, el círculo o el cuadrado, es posible que el hexagrama haya sido creado o descubierto por diferentes personas o pueblos sin conexión entre ellos.
El hexagrama es un símbolo mandala llamado satkona yantra o sadkona yantra que se puede observar en antiguos templos hindúes del sur de la India, construidos hace miles de años.1 2 3 Simboliza el nara-narayana, o estado de meditación con un balance perfecto entre el hombre y la divinidad, el cual si se mantiene, da lugar al “moksha,” o “nirvana” (liberación de las ataduras del mundo terrenal y sus vínculos materiales).
Es posible observar en papiros antiguos figuras de pentagramas, junto con estrellas y otros signos, también se los puede encontrar en amuletos junto con los nombres judíos de Dios, y son usados para protegerse contra la fiebre y enfermedades. Curiosamente entre estos signos no se encuentra el hexagrama. Curiosamente en el gran papiro mágico (Wessely, l.c. pp. 31, 112) en París y Londres aunque hay veintidós signos encolumnados, y un círculo con doce signos, no se observa ni un pentagrama ni un hexagrama.
Es uno de los símbolos más potentes usados en los poderes de las tinieblas. Usado en los trabajos de magia. Se confunde con la estrella de David, sin embargo ésta estrella está dentro de un círculo.
Grial
Jesucristo durante la Última Cena con el Grial, por Juan de Juanes (1570).
El Santo Grial es el plato o copa usado por Jesucristo en la Última Cena. La relación entre el Grial, el Cáliz y José de Arimatea procede de la obra de Robert de Boron Joseph d’Arimathie, publicada en el siglo XII. Según este relato, Jesús, ya resucitado, se aparece a José para entregarle el Grial y ordenarle que lo lleve a la isla de Britania. Siguiendo esta tradición, autores posteriores cuentan que el mismo José usó el cáliz para recoger la sangre de Cristo y que, más tarde en Britania, estableció una dinastía de guardianes para mantenerlo a salvo y escondido. La búsqueda del Santo Grial es un importante elemento en las historias relacionadas con el Rey Arturo (el Ciclo Artúrico o Materia de Bretaña) donde se combinan la tradición cristiana con antiguos mitos celtas referidos a un caldero divino.
Otras leyendas acerca del Grial se entrecruzan con las relativas a las distintas copas antiguas que se consideran el Santo Cáliz.
El primer autor en mencionar al Grial es, entre 1181 y 1191, el poeta Chrétien de Troyes en su narración Perceval —también llamada Le Conte du Graal—. La obra, presentada como tomada de un libro antiguo, habla de la visita de Perceval —quien aspira a ser caballero del Rey Arturo— al castillo del Rey Pescador, en el cual le es mostrado un grial. Dentro del mismo hay una especie de oblea que, milagrosamente, alimenta al herido padre del Rey. Perceval no pregunta por el significado de este objeto, lo cual le es reprochado más tarde.
Aunque posee un claro simbolismo cristiano, Chrétien no explica en qué consiste el grial, y la obra se interrumpe bruscamente. El autor no lo denomina «santo», ni lo designa como «el grial», sino simplemente como «un grial» y considera más importante su contenido —la hostia consagrada del catolicismo— que el recipiente. De hecho, teniendo en cuenta la etimología de la palabra, es muy posible que Chrétien aludiera a una sencilla bandeja.
En la antigua sala capitular, hoy Capilla del Santo Cáliz de la Catedral de Valencia, se conserva un cáliz que la tradición aragonesa identifica con el Santo Grial. Consta de una copa de calcedonia (piedra semipreciosa) de 7 cm de altura y 9,5 de diámetro, y un pie con asas añadido posteriormente. El arqueólogo Antonio Beltrán ha fechado la copa superior en torno al cambio de era (siglo I), labrada en un taller oriental de Egipto, de Siria o de la propia Palestina, por lo que pudo estar en la mesa de la Santa Cena. Los dos Papas que han visitado la ciudad de Valencia (Juan Pablo II y Benedicto XVI), han usado este cáliz en las Eucaristías multitudinarias de sus visitas. Algunos consideran por ello que la Iglesia es favorable a la autenticidad de esta reliquia, aunque jamás ha sido formulado un comentario oficial.
Indalo
El indalo es una figura de origen ancestral que se encuentra en la cueva de los Letreros, situada en la falda del Maimón, en el municipio de Vélez-Blanco (Almería, Andalucía), España. Se trata de una pintura rupestre del Neolítico tardío o Edad del Cobre. Representa a una figura humana con los brazos extendidos y un arco sobre sus manos, si bien su significado no ha sido aún esclarecido de forma definitiva existiendo también varias teorías que apuntan a cierta divinidad en el dibujo. Actualmente es un símbolo de Almería.
La Cueva de los Letreros, y más concretamente el indalo, fueron descubiertos hacia 1868 por el almeriense Manuel de Góngora y Martínez. Dicha cueva, que da cobijo al Indalo, fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1924 y posteriormente Patrimonio de la Humanidad.
Durante siglos, antes de la catalogación del indalo por parte de los estudiosos, fue símbolo de buena suerte y considerado un tótem en el norte y levante de la provincia de Almería, especialmente en Mojácar, donde lo pintaban con almagre para proteger las casas de las tormentas y el mal de ojo. Se le llamaba el «muñequillo mojaquero».
A mediados del siglo XX fue tomado como símbolo y bandera de un movimiento intelectual y pictórico encabezado por Jesús de Perceval, discípulo un poco anarco de la visión (véase noucentista) mediterránea del filósofo Eugenio d’Ors. Por su parte, Perceval reivindicaba la postura vital, la cosmovisión de lo almeriense y la esencialidad de las culturas anteriores desde la antigüedad, en un renacer constante del clasicismo considerado como movimiento eterno que se renueva cíclicamente.
Tan fuerte fue el simbolismo del Indalo para esos artistas e intelectuales que pusieron a su grupo el nombre de movimiento indaliano. Los indalianos veían en su enseña un hombre ancestral sosteniendo un arcoiris y simbolizando un pacto entre el hombre y los dioses para evitar futuros diluvios. El estudio del dibujo muestra que la figura no representa otra cosa que un arquero apuntando hacia el ave que vuela sobre él. La palabra indalo podría tener su origen en la lengua de los íberos: indal eccius, ‘mensajero de los dioses’; sin embargo es más reconocido el origen del nombre en homenaje al patrón de la ciudad de Almería, San Indalecio.
El dibujo que da forma al indalo se puede encontrar no sólo en muchos de los abrigos de la Comarca de los Vélez, sino que además, hay constancia de figuras muy similares fuera de la geografía española. Un famoso ejemplo es el dibujo situado en el Templo de Ramsés II en Abydos.
En las últimas décadas, el indalo se ha convertido en el símbolo más representativo de Almería y lo almeriense. De hecho, es típico entre los turistas llevarse un indalo de recuerdo.
El indalo está presente en muchos logotipos, nombres de empresas o tiendas. El ejemplo más conocido es el escudo de la UD Almería, que está basado en un indalo.
Lábaro cántabro
Lábaro cántabro (lábaru cántabru en montañés) es el nombre que recibe la interpretación moderna de un antiguo estandarte militar conocido por los romanos como cantabrum. Consiste en un pendón de tela de color púrpura sobre el cual está bordado un círculo rodeado de una decoración geométrica con cuatro crecientes lunares enfrentados dos a dos.
El origen del nombre y del diseño se encuentra en la teoría defendida por diversos autores de una posible relación entre la génesis del labarum y el estandarte militar denominado cantabrum, con la consiguiente identificación de ambos como una misma cosa; y a la supuesta relación que el Codex Theodosianus establece entre el labarum y los cantabrarii, colegio de soldados romanos encargados de portar el cantabrum.
Su significado etimológico, el que habla, hace referencia a su uso como estandarte utilizado para enviar órdenes o señales a la tropa durante la batalla.
Los relatos de Tertuliano y Minucio Félix no establecen relación alguna entre el cantabrum y el labarum, dejando únicamente clara la veneración que las tropas romanas hacían de sus cruces, cubiertas por las telas de los cantabra y vexilia:
Así también, en los cantabra y en los vexilia, que defiende la milicia con no menor devoción, aquellos velos son las vestiduras sagradas de las cruces.
Según estas teorías, el cantabrum es el estandarte que Constantino I el Grande tras su conversión al cristianismo transforma en el labarum al incluir el crismón, anagrama que representa a Cristo, consistente en las grafías mayúsculas en griego de las dos primeras letras de su nombre, una “X” sobre la que se superpone una “P”.
Se justifica también la relación en la etimología celta del término lábaro procedente de (p) lab- hablar, de donde se ha derivado el adjetivo labaros, orador, ampliamente representado en las lenguas celtas. Galés: llafar, habla, idioma, voz, orador; antiguo córnico y bretón: lavar palabra; antiguo irlandés: labar charlatán, labrad habla, lenguaje; irlandés: labhar locuaz, en voz alta y labhairt palabra, habla < célt. (p) labro-. En latín Labarum.
Asimismo, el antropónimo Labaro ya existía entre los antiguos cántabros, habiendo sido recogido en lápidas funerarias.
Estela cántabra de Barros (Cantabria), alrededor del siglo II a. C.
El diseño actual, siguiendo igualmente la teoría de ser el labarum lo mismo que el cantabrum, establece para el lábaro cántabro el color magenta del labarum.
El tetrasquel dorado representa las cuatro crecientes lunares que aparecen representadas en varias estelas cántabras discoideas gigantes. Siendo un símbolo que se ha constatado que usaban los cántabros frecuentemente, como se observa en caetras representadas en monedas acuñadas tras las Guerras Cántabras.
Además este tipo de estandartes y sus variantes estaban bastante extendidos entre los pueblos célticos, como lo demuestran los relieves del arco de triunfo de Orange. Su diseño entronca con antiguos símbolos celtas como el trisquel y su simbolismo, de tipo religioso, se relaciona con el culto al Sol y a la Luna.
La interpretación moderna del lábaro cántabro y su posible uso como símbolo oficial o cooficial de la Cantabria actual ha surgido como debate en el seno de esta Comunidad Autónoma, desatando un conjunto de enraizadas disputas dialécticas difundidas en muchos casos a través de los medios de comunicación. El arco de las reflexiones pasa desde el fervor popular por el lábaro a la descalificación de los que se oponen a tal propuesta.
En este diálogo mediático las posturas que más voz ostentan provienen de la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria (ADIC), por un lado, y de investigadores que intervinieron en la creación de los símbolos de la actual Comunidad Autónoma enmarcados dentro del Centro de Estudios Montañeses, por el otro.
Actualmente, y desde ciertos colectivos cántabros tanto sociales como políticos, se reivindica el uso oficial del estandarte aureomagenta como bandera de Cantabria, como representación del legítimo cantabrum, en sustitución de la actual, o al menos otorgándole la misma oficialidad. Algunos ayuntamientos, caso del de Comillas, aceptaron la propuesta del CNC de utilizar dicha bandera y colocarla en el balcón de la Casa Consistorial durante la celebración de fiestas locales y regionales. Asimismo, el lábaro ondea en el Ayuntamiento de Colindres durante la semana en la que se celebra el festival de música cántabra Sauga Folk y se procede anualmente a su izado solemne en acontecimientos de la talla del Día´l Pueblu Cántabru de Novales o el Día Infantil de Cantabria, cuya celebración tiene lugar en la península de la Magdalena de Santander.
Existe una serie de expertos como Joaquín González Echegaray, José Luis Casado Soto o Ramón Teja que defienden la legitimidad histórica de la actual bandera de Cantabria frente al lábaro, al argumentar que el pendón blanquirrojo es el que llevaban los barcos cántabros desde, al menos, el siglo XVIII. Según estos académicos, aunque en los textos antiguos hay alguna referencia a un estandarte denominado cantabrum, en ningún caso las fuentes clásicas dan una descripción exacta de la forma, colores o símbolos del mismo, siendo aventurado reconstruirlo sin más elementos de juicio.
Frente a tergiversaciones publicadas en determinados medios críticos con el lábaro, González Echegaray en su estudio Acerca del llamado “Lábaro Cántabro” se limita a afirmar sobre el lábaro moderno: «Se trata de una creación nueva, que solo puede decirse que se halla vagamente sugerida por algunos de los elementos históricos que de aquí hemos hablado», si bien su opinión respecto a adoptar el lábaro como bandera es negativa.
Para Casado Soto, más crítico, el lábaro no sería sino un invento del regionalismo cántabro, cuya antigüedad no va más allá del periodo preautonómico, y el actual debate en torno a los símbolos regionales sería un intento de destruir el consenso que se alcanzó en el Estatuto de Autonomía.
Estela de Barros
Ichthys
IXΘΥΣ: Iota I=Jesús, Ji X=Christos, Theta Θ=Theou (de Dios), Ípsilon Υ=Uios (Hijo), Sigma Σ=Soter (Salvador)
El ichtus o ichthys (ΙΧΘΥΣ, [‘ix.θys]) es un símbolo que consiste en dos arcos que se intersecan de forma que parece el perfil de un pez, y que fue empleado por los primeros cristianos como un símbolo secreto.
A menudo el símbolo del pez aparece en el ámbito paleocristiano hasta fines del siglo IV. La palabra del idioma griego ichthys significa pez, pero también es un acrónimo que proviene de las iniciales de
• ΙΗΣΟΥΣ: Jesús
• ΧΡΙΣΤΟΣ: Cristo
• ΘΕΟΥ: De Dios
• ΥΙΟΣ: Hijo
• ΣΩΤΗΡ”: Salvador
Todo esto significa: Iēsoûs Christós Theoû hYiós Sōtér; “Jesucristo, Hijo de Dios, Redentor”.
El uso del ichtus como símbolo secreto pudo haber sido el siguiente: una persona dibujaba unas líneas rectas y curvas en la arena de forma aparentemente aleatoria, de las que una de ellas era un arco circular (medio ichtus). Si otra persona dibujaba más líneas en el suelo y completaba la figura, los dos sabrían que ambos eran cristianos.
También era usado secretamente cuando dos personas que no se conocían muy bien se veían nuevamente, una de ellas le hacía la mitad del símbolo del pez en la palma de la mano a uno al saludarlo y el otro respondía haciendo la otra mitad si también era ferviente Cristiano, si no pasaba como una cosquilla o accidente, pero la mayoría de las veces se tomaban muchas precauciones, como el de investigar a la otra personas de antemano.
Antes del Edicto de Milán los cristianos no podían revelar abiertamente su fe, ya que corrían el riesgo de ser perseguidos o ejecutados.
El pez también se interpreta desde la psicología arquetípica como símbolo de la verdad profunda (bajo el agua) que se oculta para ser atrapada y, a continuación, salir a la luz. Que brilla en secreto en un primer momento, y el pescador debe obtenerlo para alimentarse. En la Biblia aparece Pedro como pescador, y Jesús simbólicamente representaría como el guía a la verdad.
Puede haberse establecido un vínculo entre Jesús y el pez a partir del baño en el baptisterio (piscina, que literalmente significa estanque de peces) y la parábola de los pescadores de hombres que refería a los apóstoles. El pez era un símbolo de buena suerte.
Otra interpretación deriva de las condiciones astrológicas de la “Era de Piscis” ya que la conjunción aúrea de Júpiter y Saturno tuvo lugar en el año 7 a.C. (el año del presunto nacimiento de Cristo) tres veces en el signo de Piscis en el zodíaco. Se interpretó que Jesús era la primera deidad cósmica de los peces. Y se designaba a los recién convertidos como “pisciculi” (pececillos) y el pez se convirtió, junto con el pan en símbolo de la eucaristía.
Januquiá
El candelabro de Janucá consta de 8 porta velas alineadas horizontalmente y una novena (el shamash) que debe estar más alto.
Los cuatro brazos en cada lado están ahí para representar los ocho días de celebración del milagro del aceite, mientras que el del medio, llamado el Shamash, se usa para encender los demás. Aunque este tipo de candelabro es llamado Januquiá, el “menorá de jánuca” se llama a menudo y erróneamente menorá.
Cada día se enciende una vela, así en el 1º, una, en el 2º, dos; en el 3º, tres … hasta completar los ocho
El 25 de Kislev comienza el período de ocho días de la celebración de Januca.
Por eso, se pueden pegar las velas sobre una plataforma y con esto alcanza, colocando el shamash sobre un vaso invertido o sobre cualquier plataforma que le de mayor altura.
Lo mismo, si quiere encender con aceite, puede alinear los vasos o copas y el shamash sobre algo más elevado.
Si la altura de las velas es irregular, o están a la misma altura pero no alineadas, esta Januquiá no es apta.
Las velas para todos los días deben ser lo suficientemente grandes para que duren por lo menos 1/2 hora, pero para el viernes a la noche, ya que deben estar encendidas desde antes de que se oculte el sol, deben durar por lo menos 80 minutos. Por eso debemos contar con velas más grandes.
Una victoria militar y una reivindicación espiritual, la rebelión de Judea contra la dominación siria (SII), encabezada por los Macabeos, y su feliz desenlace, pese a las condiciones adversas.
El pueblo hebreo, al entrar al Santuario, profanado durante los años de dominación siria y a disponerse encender el candelabro, hallaron un cántaro de óleo sagrado que había permanecido inviolado (escondido bajo tierra y con el sello y rubrica del Cohen Gadol -Sumo Sacerdote-) y su contenido era el que usualmente consumían las lámparas en un solo día, en esta oportunidad alcanzó para ocho, tiempo para la preparación de óleo fresco.
Januca, significa en hebreo inauguración y se refiere a la reinauguración del Templo de Jerusalén.
Labrys
El término labrys designa a un hacha de doble filo, conocida entre los antiguos griegos con el nombre de pelekys (πέλεκυς) o sagaris, y entre los romanos como bipennis (en español bipenne).
Este no es el primer uso del que se tiene constancia, pues ya en los períodos del paleolítico y del neolítico se hallan representaciones de esta hacha, a menudo asociadas al culto a la Gran Diosa y a divinidades telúricas similares que pertenecían a las culturas más primitivas. El simbolismo de la labrys tiene su continuidad en la religión, la mitología y el arte de las civilizaciones minoica, tracia, griega y bizantina, que se remontan a más de tres mil años. La labrys también aparece en el simbolismo religioso y la mitología africana (curiosamente del Dios del Trueno de la cultura Yoruba, conocido como Shango).
La palabra labrys, de origen no griego, aparece por primera vez en Plutarco como la palabra en lengua lidia para hacha.
Heracles, habiendo derrotado a Hipólita y tomado su hacha con el resto de sus armas, se la dio a Ónfale. Los reyes de Lidia que la sucedieron llevaron esta hacha como uno de los símbolos sagrados de su potestad, y se transmitió de padres a hijos hasta Candaules. Éste, sin embargo, la despreció y se la cedió a uno de sus compañeros de armas. Cuando Giges protagonizó un alzamiento e hizo la guerra contra Candaules, Arselis acudió con sus tropas desde Milasa para ayudar a Giges, dio muerte a Candaules y a su compañero, y llevó el hacha a Caria junto con el resto del expolio, donde la colocó en la mano de una estatua de Zeus, y llamó al dios «Labrandeus», un nombre que evoca la palaba labrys, «hacha» en lengua lidia.
Los estudios arqueológicos indican que el culto a Zeus Labraundeos en Labraunda podría ser mucho más antiguo de lo que Plutarco había imaginado. Tal como ocurrió con laberinto, su aparente cognado, la palabra se introdujo en la lengua griega como un préstamo, de modo que ni su etimología ni tan siquiera la lengua de la que procede son conocidos con certeza. El préstamo laberinto era empleado en griego, pero la designación de «la casa de la doble hacha» para el palacio de Cnosos es un invento moderno.
La palabra y el símbolo se asocian mayormente a los registros históricos de la civilización minoica, que alcanzó su esplendor durante el II milenio a. C. Han sido halladas varias labrys que superan a un hombre en altura y que podrían haber sido utilizadas en los sacrificios, cuyas víctimas habrían sido toros. Según algunos descubrimientos arqueológicos realizados en Creta, esta hacha de doble filo era utilizada específicamente por sacerdotisas minoicas para usos ceremoniales: de todos los símbolos religiosos de la civilización minoica, el hacha era el más sagrado, de modo que la posesión de una de esas hachas por parte de una mujer nos puede dar una idea de su importancia en la cultura minoica.
En Oriente Próximo y otras zonas de la región, las divinidades masculinas acabarán empuñando a menudo este tipo de hacha para convertirse en símbolos del trueno, mientras que en Creta nunca es empuñada por una divinidad masculina, sino sólo por divinidades femeninas y sus sacerdotisas.
Lábaro cristiano
Lábaro en el díptico consular de Probo.
El lábaro (< latín. labărum-i < griego λάβαρον / lábaron) era un estandarte que usaban los emperadores romanos. Se cree que los griegos usaron ya un estandarte de una figura parecida al lábaro, el vexillum. El lábaro fue después de Constantino el estandarte imperial aunque algunos quieren suponer que se usó durante todos los emperadores romanos.
El lábaro en tiempo de Constantino constaba de una larga lanza o pica cuyo astil era dorado atravesado en le alto de un pala, formando a manera de cruz. A la parte superior que se elevaba sobre el travesaño había una corona brillante de oro y de piedras preciosas; en medio de la cual se veía el monograma de Cristo formado por las dos letras iniciales griegas X y P (Ji y Ro) de este nombre en griego (χριστóς) puesta esta última en medio de la primera. Al mismo tiempo solía haber en cada lado las dos letras alfa y omega, primera y última del alfabeto griego. Del travesaño colgaba un paño cuadrado de púrpura bordado de oro y adornado de piedras preciosas, en medio del cual había un águila bordada de oro, en lugar de la que Constantino mandó poner el monograma de Cristo. En el intermedio que había entre la banderola y la corona, el Emperador hizo colocar su escudo de oro y los de sus hijos; pero esta última circunstancia no la hallamos en las medallas que tenemos de aquellos tiempos.
Eusebio y otros autores dicen que yendo a combatir Constantino contra Majencio, se le aparecio sobre el mediodía en el centro del Sol una cruz de luz, con esta inscripcion: HOC SIGNO VlNCES(con esta señal vencerás) y que entonces fue cuando mandó poner en el lábaro la señal de la cruz con el monograma de Cristo.
Juliano apóstata restableció el lábaro a su forma original poniendo en él el águila y las iniciales S. P. Q. R. (Senatus Populusque Romanus), disponiendo que en las otras insignias menores se pusieran las figuras de alguna divinidad del paganismo; pero esta innovación no fue duradera, pues después de su muerte volvió a usarse el lábaro de Constantino.
El lábaro, llamado también labarum en el bajo imperio, se llevaba en los ejércitos por un oficial llamado labarífero, que correspondía a nuestros abanderados y también delante de las procesiones que hacían los primeros fieles y a imitación de aquel se cree que se introdujo la costumbre de llevar los estandartes o pendones cuadrados que luego se usaron, llamados confalone por los italianos y ganfarons en catalan.
Aunque la etimología del término es discutida, se suele aceptar que proviene de laureum (laurel), aunque otros lo asocian al término céltico llafar (hablar). Aunque el lábaro más utilizado era el crismón, también se empleaba otra versión en la que aparecía la frase «In Nomine Christi Vincas Semper» (Que venzas siempre en Nombre de Cristo). Este tipo de lábaro puede observarse en el díptico consular del cónsul Probo, en el que aparece el emperador Flavio Honorio sosteniendo un lábaro.
Mándala
Mándala del Buda Sakyamuni, pintura tibetana.
Mándala es un término de origen sánscrito, que significa diagramas o representaciones simbólicas bastante complejas, utilizadas tanto en el budismo como en el hinduismo.
• maṇḍala, en el sistema IAST de transliteración del idioma sánscrito.
• मण्डल, en escritura devanagari del sánscrito.
• Pronunciación: [mándala]
• Etimología: ‘círculo’.
El Diccionario de la lengua española de la RAE acepta tanto la versión etimológica «mándala» (pronunciada esdrújula) como la usual española «mandala» (pronunciada llana).
Los mándalas son diagramas o representaciones esquemáticas y simbólicas del macrocosmos y el microcosmos, utilizados en el budismo y el hinduismo. Estructuralmente, el espacio sagrado (el centro del universo y soporte de concentración), es generalmente representado como un círculo inscrito dentro de una forma cuadrangular. En la práctica, los iantra hindúes son lineales, mientras que los mándalas budistas son bastante figurativos. A partir de los ejes cardinales se suelen sectorizar las partes o regiones internas del círculo-mándala.
Por otra parte, la mayoría de las culturas posee configuraciones mandálicas o mandaloides, frecuentemente con intención espiritual: la mandorla (almendra) del arte cristiano medieval, ciertos laberintos en el pavimento de las iglesias góticas, los rosetones de vitral en las mismas iglesias; los diagramas de los indios pueblo, etcétera.
Es muy probable que esta universalidad de las figuras mandálicas se deba al hecho de que las formas concéntricas sugieren una idea de perfección (de equidistancia con respecto a un centro) y de que el perímetro del círculo evoque el eterno retorno de los ciclos de la naturaleza (tal como en la tradición helenística lo proponía, por ejemplo, el uróboros).
A su vez, en los rituales mágicos es frecuente la separación de un espacio sacro respecto de uno profano; para esto, en la tradición del ocultismo occidental, se ha recurrido y recurre a los círculos mágicos; el espacio sacro —o al menos el del ritual— es el inscripto en tales círculos que, de este modo, cumplen funciones análogas a los mándalas orientales.
Mandala significa círculo en sánscrito. Esta palabra es también conocida como rueda y totalidad. Más allá de su definición como palabra, desde el punto de vista espiritual es un centro energético de equilibrio y purificación que ayuda a transformar el entorno y la mente. También se le define como un sistema ideográfico contenedor de un espacio sagrado.
Los mandalas son utilizados desde tiempos remotos. Tienen su origen en la India y se propagaron en las culturas orientales, en las indígenas de América y en los aborígenes de Australia.
Esta universalidad de los mándalas hizo que el psiquiatra Carl Gustav Jung los privilegiara como expresiones probables de lo inconsciente colectivo. Para Jung, el centro del mándala figura al sí-mismo (Selbst), que el sujeto intenta lograr perfeccionar en el proceso de individuación.
Debe estar conectado para enviar un comentario.