Aficiones-Temas
En estas páginas se muestran, aquellas aficiones y curiosidades (que a lo largo de mi vida) he encontrado interesantes. Ahora que tengo tiempo las quiero compartir.
Evidentemente habrá errores y omisiones, involuntarias, que espero corregir y actualizar con vuestra ayuda, por lo que será bienvenido cualquier comentario al efecto.
En ningún caso se ha pretendido ser exhaustivo.
Toda la información se ha sacado de libros, revistas y de la red, y principalmente se han utilizado los datos al efecto de Wikipedia.
Gracias por vuestra atención.
Escritura Issyk
Subcategoría: escritura desconocida.
Inscripción del cuenco de Issyk.
La escritura Issyk es un sistema de escritura formado por varias inscripciones encontradas entre las montañas de Pamir y de Tian Shang.
El ejemplo más famoso de la escritura es probablemente la inscripción en la parte exterior de un cuenco de plata, encontrado en un kurgán en Issyk Kazajstán, a 50 km de Alma-Ata). La inscripción consta de 26 caracteres, a menudo se cree que se asemejan a las inscripciones de Orjón . El recipiente data de alrededor del 4 º siglo antes de Cristo.
La escritura de Issyk se encontró también en numerosos fragmentos de cerámica y piedra desde el sur de Uzbekistán, el sur de Tayikistán y el norte de Afganistán, que datan del 600 aC al 100 aC.
El cuenco fue encontrado junto al “hombre de oro”, un esqueleto de una persona de sexo indeterminado que tenía equipos de guerrero y ricos ajuares funerarios, entre ellos 4000 adornos de oro.
Es posible que la inscripción sea la escritura de un dialecto escita lo que la convertiría en uno de los pocos restos epigráficos de ese idioma
Escritura epiolmeca
Subcategoría: escritura de glifos.
Detalle mostrando tres columnas de glifos de la estela 1 de La Mojarra. Las dos columnas de la derecha están escritas con glifos epi-olmecas. La columna de la izquierda muestra una fecha de la cuenta larga, el 8.5.16.9.9 o 156 d.C.
La escritura epiolmeca o escritura ístmica es uno de los sistemas de escritura de Mesoamérica utilizado en la región del istmo de Tehuantepec en el marco de la Cultura epiolmeca, desde aproximadamente el 500 a.C. hasta el 500 d.C., aunque existen desacuerdos sobre estas fechas.
La escritura epi-olmeca es estructuralmente similar a la escritura maya, empleando un conjunto de caracteres para representar logogramas y otro conjunto para representar sílabas, mostrando inscripciones epigráficas fechadas, así por ejemplo el texto de la Estela de Chiapa de Corzo contiene la inscripción más antigua conocida en el sistema de cuenta larga, que usualmente se asocia con los mayas del clásico (Pérez de Lara y Justeson, 2007). Esta inscripción corresponde al año 36 a. C., en el Preclásico Tardío Mesoamericano.
Las inscripciones epigráficas fueron posibles debido a que la cultura epiolmeca desde época temprana comenzó a utilizar un conjunto de signos calendáricos a largo plazo, siendo los textos más detallados de esta época en Mesoamérica. De acuerdo con Justeson (1986: 447), el sistema de escritura conocido como epi-olmeca o istmiano es una derivación del antiguo sistema empleado por los Olmecas, emparentado con otros sistemas de escritura empleados en el sureste de Mesoamérica, incluidos la escritura clásica maya y las escrituras izapanas. Joh Justeson y Terrence Kaufman, en un artículo publicado en 1993, afirmaron haber logrado un desciframiento parcial de la escritura epiolmeca de la estela de La Mojarra. De acuerdo con este intento de desciframiento la lengua de esas inscripciones parece ser una lengua mixe-zoque, de hecho podría ser un descendiente directo del proto-mixe-zoque reconstruido pero anterior a la separación de estas lenguas en dos ramas, los actuales idiomas mixe y zoque. En 1997, los mismos epigrafistas publicaron un segundo texto sobre la escrita epi-olmeca, en el que afirmaban haber descifrado una nueva parte de la estela de la Mojarra. El silabario epi-olmeca propuesto por Justeson y Kaufman (2001) ha sido criticado por autores como Stephen Houston y Michael D. Coe, quienes, basándose en la propuesta de Justeson y Kauffman no pudieron descifrar un texto epi-olmeca de la máscara de estilo teotihuacano descubierta por ellos y desconocido por estos dos últimos autores.
Los cuatro textos epi-olmecas más extensos son:
- La estela 1 de La Mojarra.
- La estatuilla de Tuxtla.
- La estela C de Tres Zapotes.
- Una máscara de estilo teotihuacano descubierta por Coe y Houston.
- Algunos glifos en cuatro estelas muy deterioradas (las número 5, 6, 8 y 15) del Cerro de las Mesas.
- Aproximadamente 23 glifos en la “máscara O’Boyle”, un objeto de barro de una colección privada, de origen desconocido.
- Un pequeño número de glifos en un fragmento de cerámica de Chiapa de Corzo. A este fragmento se le atribuye la mayor antigüedad: 450 a 300 a.C.
Máscara con inscripciones Istmicas o Epi-olmecas.
Estatuilla de Tuxtla
La Estatuilla de Tuxtla es un pequeño objeto de aproximadamente 16 centímetros tallado en nefrita (una piedra verde similar al jade, aunque no tan dura). Fue encontrada en 1902 por un agricultor en el piedemonte occidental de la Sierra de los Tuxtlas (sureste del estado mexicano de Veracruz). El Instituto Smithsoniano la adquirió poco tiempo después.
Se trata de una pieza redondeada que representa a una persona en cuclillas. El rostro humano tallado en la piedra es calvo, parece tener ojos orientales y grandes orejeras redondas. El rasgo más llamativo es que, en lugar de boca, la estatuilla tiene un largo pico que le llega hasta el pecho. Este pico se identificó como el de la garza cucharera, un ave local que abunda a lo largo de Tabasco y la costa sur del Golfo de Veracruz. Las alas o capa de forma alada envuelven el cuerpo, y los pies están tallados en la base.
Sobre ella se esculpieron alrededor de 75 glifos de escritura epiolmeca. La pieza constituye uno de los pocos ejemplos conocidos de este antiguo sistema de escritura mesoamericano. Los glifos incisos en la superficie corresponden a marzo de 162 d. C.
En la actualidad se encuentra en Dumbarton Oaks (Washington, D.C.).
Estatuilla de Tuxtla
Escritura proto-elamita
Subcategoría: escritura desconocida.
Hacia el 3300 a. C. las tablillas de Susa dan a conocer mediante signos figurativos, es decir pictogramas, cifras para contar el ganado. En el 2900 a. C. aparece la escritura proto-elamita. No es seguro si la escritura proto-elamita puede considerarse directa predecesora del elamita lineal. Ambos alfabetos permanecen en gran medida sin descifrar y es sólo mera especulación postular una relación entre las dos.
Unos pocos signos proto-elamitas parecen ser préstamo de las tablillas del ligeramente más antiguo proto-cuneiforme (uruk tardío) de Mesopotamia, o quizás más probablemente comparten un origen común. Mientras que el proto-cuneiforme está escrito en jerarquías visuales, el proto-elamita está escrito en un estilo en-línea: signos numéricos siguen a los objetos que cuentan; algunos signos no numéricos son imágenes de los objetos que representan, aunque la mayoría son totalmente abstractos.
El proto-elamita se usó durante un período breve alrededor del 3000 a. C. (presumiblemente contemporáneo con Uruk III o Jemdet Nasr en Mesopotamia), mientras que el elamita lineal está acreditado durante un periodo breve de tiempo similar durante el último cuarto del III milenio a. C.
Quienes proponen una relación elamo-drávida han buscado similitudes entre el proto-elamita y la escritura del Indo.
El sistema de escritura proto-elamita se usó en una amplia zona geográfica, que va desde Susa en el Oeste hasta Tepe Yahya en el Este, y quizás más allá. El corpus conocido de inscripciones está formado por alrededor de 1.600 tablillas, la mayor parte de ellas desenterradas en Susa.
Las tablillas proto-elamitas se han encontrado en los siguientes yacimientos (en orden según el número de tablillas recuperadas):
• Susa (más de 1.500 tablillas)
• Malyan (más de 30 tablillas)
• Tepe Yahya (27 tablillas)
• Sialk (22 tablillas)
• Jiroft (dos tablillas)
• Ozbaki (una tablilla)
• Shahr-i-Shokhta (una tablilla)
Ninguno de los objetos escritos de Ghazir, Chogha Mish o Hissar pueden considerarse proto-elamitas. Las tablillas de Ghazir y Choga Mish son estilo Uruk IV o tablillas numéricas, mientras que el objeto de Hissar no puede clasificarse en la actualidad. La mayoría de las tablillas de Sialk tampoco son proto-elamitas, hablando en sentido estricto, pero pertenecen al período de estrecho contacto entre Mesopotamia e Irán, correspondiendo presumiblemente a Uruk V – IV.
Aunque el proto-elamita permanece sin descifrar, el contenido de muchos textos se conoce. Esto es posible porque ciertos signos, y en particular una mayoría de los signos numéricos, son préstamo directo del sistema de escritura de la vecina Mesopotamia, proto-cuneiforme. Además, una serie de signos proto-elamitas son imágenes reales de los objetos que representan. Sin embargo, la mayoría de los signos proto-elamitas son totalmente abstractos y su significado sólo podrá ser descifrado a través de un análisis grafotáctico cuidadoso.
Mientras que el idioma elamita se ha sugerido como un candidato probable para subyacer en las inscripciones proto-elamitas, no hay evidencia positiva de ello. Las más tempranas inscripciones proto-elamitas, al ser puramente ideográficas, de hecho no contienen ninguna información lingüística, y después del estudio de Friberg de 1978/79 de la metrología antigua del Oriente Próximo, los intentos de descifrado se han apartado de los métodos lingüísticos.
El sistema de escritura proto-elamita es mixto y floreció hacia mediados del III milenio a. C. El sentido de la escritura es horizontal de izquierda a derecha o de derecha a izquierda.
El tipo más antiguo de escritura aparece en varios cientos de tablilla de arcilla, con textos de evidente naturaleza económica. Ni uno siquiera de los cientos de signos de esta escritura puede aún leerse con seguridad.
El único resultado relativamente seguro de su descifrado es la interpretación de algunos signos numéricos y la determinación de la existencia de un sistema decimal.
Una forma más desarrollada de la escritura proto-elamita, también sin descifrar, aparece en una docena aproximada de inscripciones en piedra del período acadio arcaico, fechadas hacia 2.200 antes de Cristo.
Hasta el momento se conocen dos variantes de escritura protoelamita. Por un lado están las escrituras en tablas de barro con textos comerciales (facturas para mercancías) y por el otro tenemos las inscripciones sobre piedra o metal. Sin embargo, ambas variantes parecen compartir solamente un reducido número de signos. También es posible que al cambiar de medio, los signos sufrieran modificaciones de tal calibre que su reconocimiento no resulte sencillo. Si bien hasta el momento se ha podido descifrar el significado de algunas letras (ideogramas) y de los números, debido a las dificultades mencionadas no se ha conseguido una transliteración y traducción completa de los textos en el sentido habitual del término.
Tablilla de Jemdet Nasr
La tablilla inferior es de arcilla y probablemente registra una lista de nombres. Las inscripciones circulares profundas representan numerales. Procede de Jemdet Nasr, cerca de Kish al sur de Irak.
Copa de plata de Marvdasht, Fars, con una inscripción elamita-lineal en ella, 3,000 a. C. Museo Nacional de Irán. El Proto-elamita es el escrito no descifrado más antiguo del mundo – suponiendo que realmente es un sistema de escritura completamente desarrollado, que no es en absoluto cierto. Se utilizó tal vez durante 150 años, alrededor del 3,050 a.C. en Elam, el nombre bíblico para un área que corresponde aproximadamente a los actuales campos petroleros del oeste de Irán. Es casi tan antiguo como la escritura más antigua de todas, la primera escritura cuneiforme de Mesopotamia. Poco se sabe acerca de las personas que lo escribieron.
El Proto-elamita precedió un escrito parcialmente descifrado, el Elamita lineal, utilizado en la misma zona 750 años más tarde. El Elamita lineal a su vez precedió una tercera secuencia de escritos, una escritura cuneiforme que los elamitas utilizaron durante muchos siglos a partir del siglo 13 a.C. El Elamita cuneiforme fue finalmente descifrado en el siglo 19.
Así que hay tres tipos de escrituras Elamitas, separadas por unos 800 años. La relación entre el Proto-elamita y el Elamita lineal es controvertida. El descubridor del Proto-elamita a principios del siglo 20 estaba convencido de que las dos escrituras estaban el mismo idioma. Más tarde, los estudiosos estuvieron de acuerdo. Pero desde el decenio del 1980, los especialistas se han convencido cada vez más de que no hay pruebas de un lenguaje ni cultura en común. Han trabajado con la aritmética Proto-elamita con impresionante detalles, pero el idioma de las inscripciones es todavía completamente desconocido.
Descifran una de las lenguas más antiguas del mundo y uno de los últimos enigmas
El texto que se ha traducido tenía 4.400 años de antigüedad y estaba inscrito en un jarrón funerario
Última actualización: 05-10-2021 | 15:22 H
Igual que Champollion. Un arqueólogo francés, François Desset, ha descifrado el elamita, una de las lenguas que todavía no se habían traducido de Oriente Próximo. Ha tardado más de diez años en poder “hackear” uno de los idiomas más antiguos y más importantes de las grandes civilizaciones de Oriente Próximo, lo que abre una ventana a entender la historia, la sociedad del pasado y, también, a adentrarnos en la Historia de este pueblo. De hecho, las líneas que ha conseguido leer tienen más de 4.400 años de antigüedad y pertenecen al reino elamita, que vivía en la zona de Irán. La revista Sciences et Avenir informa de este crucial descubrimiento, que está a la altura de la traducción de los jeroglíficos.
El reino de Elam, que estaría situado en la actual Irán, existió entre el tercer y segundo milenio antes de nuestra era. Y su sistema de escritura todavía continuaba siendo un verdadero misterio para los científicos, una verdadera caja blindada que nadie lograba abrir, igual que sucede todavía hoy con el lineal A, de la civilización minoica, en Creta, que solo se ha conseguido descifrar en parte (el lineal B, en cambio, ya se comprende desde hace décadas). El arqueólogo francés, que imparte clases desde 2014 en la ciudad de Teherán, explica en la revista “Sciences et Avenir” que “el escrito que ha traducido había sido descubierto en la antigua ciudad de Susa (famosa por albergar a Alejandro Magno) en 1901 y durante los siguientes 120 años no podíamos acceder a lo que se había escrito en ella hace 4.400 años”.
François Desset encontró la clave en unas líneas que aparecían en un jarrón de plata. Un adorno de carácter funerario que le permitió observar que se repetían los nombres de diversos personajes, como informa el diario francés “Le fígaro”. Al estudiar estas inscripciones comprendió que se referían a una serie de gobernantes. De hecho, acabó por identificar a dos. Fue el primer paso. Después, reconoció el nombre propio de Napirisha, una diosa vinculada a este área y cuyo culto tiene una extraordinaria relevancia. A partir de ahí comenzó un juego deductivo y de relaciones lingüísticas que le llevaron a entender la lengua elamita y desentrañar su misterio, uno de los últimos que quedaban. Desset, en declaraciones al diario francés “Le fígaro”, asegura: “Este trabajo me permite confirmar que la escritura no apareció por primera vez solo en Mesopotamia, sino que aparecieron dos escrituras en dos zonas distintas”. Pero el historiador va más allá y, en este mismo diario francés, asegura que esto supondrá también otra ventaja: “Esto nos va a permitir acceder al propio punto de vista de los hombres que vivían en la zona de Hatami”.
Mapa del reino de Elam. Fuente: Wikipedia FOTO: Wikipedia Wikipedia Commons
El elamita es una escritura protocuneiforme y según confirma Desset a “Sciences et Avenir”, esto ayuda a confirma que alrededor del 2300 a. de C., había una escritura paralela en Irán, la llamada protoelamita, que se empleó entre el 3300 a. de C. y el 2900 a. de C, las mismas fechas que los primeros textos cuneiformes mesopotámicos.
Proto-Sinaitica secuencia de comandos
Subcategoría: escritura ideográfica.
Una muestra de la proto-sinaítico de comandos que contiene una frase que puede significar “Ba’alat ‘. La línea que va desde la parte superior izquierda a la inferior derecha pueden leer mt libras c lt.
Proto-Sinaí es de la Edad de Bronce Medio guión atestiguado en una colección muy pequeña de las inscripciones en Serabit el-Khadim en la península del Sinaí. Debido a la escasez extrema de los signos proto-Sinaitic, muy poco se sabe con certeza acerca de la naturaleza de la escritura. Debido a que el guión co-existido con los jeroglíficos egipcios, es probable que representaba verdadera escritura, pero esto no es en absoluto cierta. También se ha argumentado que el proto-Sinaitic era un alfabeto y antepasado de la del alfabeto fenicio, de la que casi todos los alfabetos modernos descienden.
Ha habido dos grandes descubrimientos de inscripciones que puedan estar relacionados con la escritura proto-sinaítico, la primera en el invierno de 1904-1905 en el Sinaí por Hilda y Flinders Petrie, que data de mediados del siglo 19 aC, y más recientemente en 1999 en Egipto Medio, por John y Deborah Darnell, de fecha al 18 siglo AEC.
Las inscripciones del Sinaí son los más conocidos del tallado de graffiti y votivas los textos de una montaña en la península del Sinaí llama Serabit el-Khadim y su templo a la diosa egipcia Hathor (HWT-HR). La montaña contiene minas de turquesa que fueron visitados por expediciones repetidas a lo largo de 800 años. Muchos de los trabajadores y los funcionarios eran del delta del Nilo, e incluyó un gran número de ” asiáticos “, oradores de la lengua cananea que era ancestral a fenicia y hebrea, que se le había permitido resolver el Delta oriental.
El sistema de escritura proto-sinaítico es consonántico y se usó desde los siglos XVIII al XVI a. C. El sentido de la escritura es horizontal de izquierda a derecha o de derecha a izquierda y vertical de arriba hacia abajo.
La mayoría de las inscripciones, más o menos treinta, se han encontrado entre los más numerosos hierático y jeroglífico inscripciones, rayados en las rocas cercanas y en las minas de turquesa ya lo largo de las carreteras que conducen al templo. Cuatro se han encontrado inscripciones en el templo, en dos estatuas humanas pequeñas y de cualquier lado de una pequeña esfinge de piedra. Se hace con crudeza, lo que sugiere que los trabajadores que los hechos eran analfabetos, aparte de este script.
Proto-Sinaí es la hipótesis de ser un paso intermedio entre los jeroglíficos egipcios y el alfabeto fenicio. Si este es el caso, el proto-Sinaitic puede ser el primer alfabeto. Según la teoría de alfabeto, el alfabeto se inició con el proto-Sinaí a finales de la Edad del Bronce Medio y división en la secuencia de comandos del sur de Arabia y la secuencia de comandos de proto-cananea en la Edad de Bronce tardía.
En la Edad del Bronce Medio un aparentemente “sistema alfabético” conocido como la escritura proto-Sinaitic; se cree por algunos que fue desarrollada en la península del Sinaí durante el siglo XIX A.C., por los trabajadores de Cananea en las minas de las turquesa egipcias. Otros sugieren que el alfabeto, abecedario o abc, se desarrolló en el centro de Egipto durante el siglo XV A.C., por o para los trabajadores semíticos, pero sólo uno de estos primeros escritos ha sido descifrado y su naturaleza exacta sigue abierta a la interpretación y tema de debate. Sobre la base de las aparentes letras y los nombres, se cree que se basa en los jeroglíficos egipcios un antiguo alfabeto, abecedario o abc para algunos para otros simplemente un conjunto de logogramas que no alcanzan a ser un alfabeto completamente, según la opinión de algunos conocedores del tema.
Estos escritos no tenían caracteres que representarán las vocales. Una lista alfabética de escritura cuneiforme con 30 señales, incluyendo 3 que indican la vocal siguiente, fue entonces inventado en Ugarit antes del siglo XV antes de Cristo. Este tipo de escritura o especie de alfabeto, abecedario o abc, no fue utilizado después de la destrucción del Ugarit.
La secuencia de comandos proto-Sinaitic finalmente se convirtieron en el alfabeto, abecedario o abc fenicio en el año 1050 A.C.; alfabeto que convencionalmente se llama “alfabeto, abecedario o abc proto-cananea”. El texto más antiguo de escritura fenicia es una inscripción en el sarcófago del rey Ahiram. Esta secuencia de comandos es un conjunto de inscripciones de los padres de todos los alfabetos occidentales. En el siglo X, otras dos formas se pueden distinguir a saber, Canaanita y Arameo. El alfabeto, abecedario o abc arameo, dio lugar de alguna forma al alfabeto, abecedario o abc Hebreo. Arabia del Sur se puede decir que es una hermana del alfabeto, abecedario o abc fenicio, es el guión de la que el Ge’ez alfabeto (Una abugida) Es descendiente.
Tenga en cuenta que las secuencias de comandos mencionados anteriormente no se consideran alfabetos completos como tal, ya que todos los personajes carecen de la representación de las vocales. Estos alfabeto, abecedario o abc vowelless se llaman abjads. Actualmente se ejemplifica en las secuencias de comandos incluidas el alfabeto, abecedario o abc Árabe, el alfabeto, abecedario o abc Hebreo; y el alfabeto, abecedario o abc Siríaco. La omisión de vocales no era una solución satisfactoria y algunas consonantes “débiles” se utilizan para indicar la calidad vocal de una sílaba. (Matres lectionis). Estas tenían una función doble, ya que también se utilizaron como consonantes puras.
El proto-Sinatic o escritura Protougaríticaabc con un número limitado de signos, en contraste con los otros sistemas de escritura utilizados en el momento, Cuneiforme, los jeroglíficos egipcios; y la Lineal B. La secuencia de comandos fenicios fue probablemente la primera secuencia de comandos fonémica y que sólo contenía unas dos docenas de cartas distintas, por lo que es una escritura bastante simple para los comerciantes comunes y así facilitar el proceso de aprendizaje y divulgación de la misma entre ellos. Otra ventaja del alfabeto, abecedario o abc fenicio era que podía ser utilizado para escribirlo en varios idiomas, ya que registró las palabras fonéticamente.
La escritura, alfabeto, abecedario o abc, fue difundida por los fenicios, a través del Mediterráneo. En Grecia, el alfabeto, abecedario o abc, fue modificado para añadir las vocales, dando lugar al ancestro de todos los alfabetos en Occidente. La indicación de las vocales es la misma forma que la indicación de las consonantes, por lo que fue el primer verdadero alfabeto, abecedario o abc. Los griegos tomaron cartas que no representan sonidos que existían en griego, y cambió para representar las vocales. Las vocales son importantes en la lengua griega, y la syllabical Lineal B de la escritura que fue utilizado por los Micénicos Griegos desde el siglo XVI A.C., tenía 87 símbolos de los cuales 5 eran vocales. En sus primeros años, hubo muchas variantes del alfabeto, abecedario o abc griego, una situación que hizo que muchos alfabetos, abecedario o abc, evolucionarán de diferente manera..
En 1.906 el arqueólogo británico, Flinders Petrie, exploró en la península del Sinaí las antiguas minas de turquesa explotadas desde tiempo inmemorial. El más importante de esos lugares era Serabit el-Khadim, donde halló los restos de un templo dedicado a Hathor, la principal diosa de la zona del Sinaí.
Aquí fue donde Petrie hizo sus más sustanciales descubrimientos, incluyendo un gran número de inscripciones, muchas dedicadas a Hathor. La gran mayoría estaban escritas en egipcio, pero algunos de los monumentos contenían textos en una escritura que era una mezcla de jeroglífico egipcio… aunque ni una palabra de egipcio normativo podía leerse.
Este sistema de escritura no es, estrictamente hablando, un alfabeto en el sentido real de la palabra, sino un silabario, en el que cada signo representa una consonante + cualquier vocal.
Las características del sistema proto-sinaítico podríamos resumirlas en estos puntos:
(1) Fue inventado hacia el 1.700 antes de Cristo por cananeos que tenían conocimiento de la escritura egipcia.
(2) El número de letras fue inicialemnte 27. Luego (siglo XIII a. C.) fueron reducidas a 22.
(3) Los signos eran pictográficos y muchos tenían valor acrofónico. Estos evlucionaron hacia letras lineales.
(4) El concepto pictográfico permitió escribir en cualquier dirección: de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, en columnas verticales y hasta bustrófedon en horizontal y vertical. La escritura vertical desapareció hacia el 1.100 a. C. .
Esfinge de Serabit el-Khadim (lado derecho)
Escritura Meroítica
Escritura
La escritura meroítica posee un alfabeto originado del jeroglífico y del demótico egipcio que fue usado en el idioma meroítico del Reino de Meroe y posiblemente en el idioma nubio de los posteriores reinos nubios. El Reino de Meroe o de Kush fue uno de los estados tempranos organizados en el Subsahará africano. Siendo inicialmente alfabéticos, los escritos se representaban de un modo bastante diferente de los jeroglíficos egipcios. Algunos especialistas, p.ej. Haarman (1998), creen que el alfabeto griego jugó un papel en la formación del meroítico, principalmente debido a que el meroítico tiene vocales, aunque en otros aspectos no se encuentra mucha más semejanza con el griego.
La escritura meroítica fue esencialmente alfabética, pero con una vocal por defecto (la /a/) asumida si no se escribía otra vocal. No había ninguna manera de distinguir una consonante individual de una consonante más una /a/. Así, m representaba tanto la sílaba /ma/ como la consonante /m/, mientras que mi era únicamente la consonante /mi/. En este sentido es reminiscente de los alfabetos indios abugida que surgieron aproximadamente en la misma época. Muchas consonantes de final de sílaba, como la /n/ o la /s/, fueron a menudo omitidas.
Estela funeraria de Waleye, hijo de Kadite, escrita en jeroglíficos meroíticos. En el primer milenio antes de Cristo, el reino de Kush floreció alrededor de las dos grandes curvas del río Nilo entre Abu Simbel y Jartum, en lo que hoy es Sudán. Kush es la palabra egipcia para Nubia. La historia del antiguo Reino de Kush se puede dividir en dos fases, la napatiense y la meroítica. La etapa napatiense (aprox 750-300 a.C.) tenía todavía una fuerte imprenta egipcia. Se sepultaba al rey en la necrópolis de Napata. A partir de 300 a.C. empezaron a sepultar a los monarcas en Meroe, lo que marca el cambio de los períodos.
El Reino de Meroe emergió entonces como uno de los más importantes estados del África. En el 712 a.C., los reyes de Kush conquistaron Egipto y fueron aceptados como su 25ª dinastía. Los “Faraones Negros” gobernaron durante casi 70 años, hasta que la guerra contra los asirios los forzaron a regresar a su patria en el 656 a.C.
Los jeroglíficos meoríticos, datan después de esta fecha, a partir de la derrota: los faraones de Kush utilizaron jeroglíficos egipcios, pero a partir del 3 ª siglo a.C. aparecieron junto a éstos, cada vez más, una nueva lengua indígena. Al igual que en Egipto (por ejemplo, en la Piedra de Rosetta), hay dos formas: jeroglífica, que se utilizó en los monumentos, en los que habían signos pictográficos, y cursivas del diario vivir, ambos muchas veces mezclados.
Hay 23 símbolos en cada forma de Meroítico. En ese sentido, se asemeja a un alfabeto moderno – a diferencia de los jeroglíficos egipcios, que utilizan cientos de símbolos. Alrededor del 1911, Francis Llewellyn Griffith, un egiptólogo de la Universidad de Oxford, descifró los valores fonéticos de ambos: Meroítico y Egipcio.
Las palabras meoríticas, por consiguiente, se pueden “leer”, como las etruscas. Frustrante es, sin embargo, que éstas no pueden entenderse, porque el idioma Meorítico es desconocido. Nombres propios pueden ser descifrados, y unas pocas docenas de otras palabras, como Tenke (oeste) y ATO (agua), se pueden adivinar a partir de sus contextos, pero eso es todo.
Griffith siempre creyó que el Meroítico iba a ser descifrado con el tiempo.
Pero a pesar de décadas de comparaciones entre las palabras meoríticas y las antiguas y modernas palabras de las lenguas africanas de la región, no parecen convincentes.
Muestra de jeroglíficos meroíticos.
El sistema de escritura meroítico es mixto, como el egipcio, y fue usado desde el siglo I a. C. al III-IV d. C. El sentido de la escritura es de derecha a izquierda.
El sistema tiene dos formas, una jeroglífica y otra cursiva.
Jeroglíficos meroíticos y escritura demótica.
La inferior es una tablilla de Aniba.
Escritura Vinča
Subcategoría: escritura desconocida.
¿Fue realmente la civilización sumeria la primera que hubo? ¿O hubo otras civilizaciones anteriores más avanzadas que esta civilización mesopotámica? La llamada Cultura Vinca estaría tanto o más civilizada que la sumeria, compartiendo unos dioses que decían llegar del espacio. Pero es que lo curioso de esta gente es que sus dioses guardan un extraño parentesco con esos extraterrestres grises a los que nos hemos acostumbrado. ¿Realmente los vieron así y como tal los esculpieron? ¿Eran ésas las caras de los dioses?
Un siglo de excavaciones en el yacimiento neolítico de lo que se entiende como cultura Vinca, la primera cultura prehistórica de Europa, todavía no ha ofrecido respuestas a algunos enigma de hace más de 7.000 años.
El yacimiento de Vinca está a 14 kilómetros al sureste de Belgrado, a orillas del Danubio, en el llamado centro de las comunicaciones de hace 7.000 años, cuando los valles de los ríos eran las principales vías de contacto. Este lugar se encuentra en en un cerro de 10 metros de altura, formado por los estratos culturales de los que ocho metros corresponden a la cultura Vinca del neolítico.
La ciudad de Vinca fue durante un milenio una verdadera metrópoli, con tres mil habitantes, y centro de una civilización que abarcaba el sureste europeo, la región desde los Cárpatos hasta la llanura de Skopje, abarcando el río Bosna, en el oeste, hasta Sofía, en el este. Como se desconoce el nombre de esta civilización lo que se hace es heredar el nombre de la ciudad de la que parece partir todo.
Una vasija de barro desenterrada en Vinča, encontrada a una profundidad de 8,5 m.
La escritura Vinča, también llamada alfabeto Vinča o Escritura europea antigua, es el nombre dado a un tipo de marcas encontradas en una serie de prehistóricos artefactos hallados en el sureste de Europa. Algunos consideran las marcas como un sistema de escritura, atribuible a la Cultura Vinča, que habitó la región hacia 6000-4000 a. C. Otros dudan que las marcas representen una escritura, citando la brevedad de las inscripciones encontradas y lo escaso de símbolos repetidos.
Caracteres conocidos del alfabeto Vinča
Algunos expertos opinan que los símbolos podrían representar mensajes, pero no formando una lengua propiamente dicha. El debate es muy relevante, pues algunas vasijas encontradas con este lenguaje son casi 1000 años anteriores al por ahora considerado primer registro de lengua escrita, la escritura cuneiforme de los sumerios.
Curiosamente, a esta antigua cultura pertenece la “esvástica” europea más antigua:
“Esvástica” del 2500aC. encontrada en Bulgaria en 2010
Amuleto de arcilla, una de las tablas Tartaria encontradas cerca de Tartaria, Rumanía, y datadas hacia el 4500 a. C.
En 1875, las excavaciones arqueológicas de Zsófia Torma (1840–1899) en Turdaş (Tordos), cerca de Orăştie en Transilvania (actual Rumanía), descubrieron un grupo de objetos con inscripciones de símbolos desconocidos. Objetos similares se encontraron durante las excavaciones de 1908 en Vinča, un suburbio de la ciudad serbia de Belgrado, a 120 km de Tordos. Más tarde, aparecieron objetos en Banjica, también en Belgrado. La cultura ha sido llamada cultura Vincha-Tordos, y las inscripciones, escritura Vincha-Tordos.
El descubrimiento de las tablas Tartaria en Rumanía por Nicolae Vlassa en 1961 impulsó el debate. Vlassa consideró las inscripciones como pictogramas, y la datación por carbono de los objetos hacia el 4000 a. C. lo convertía en el primer sistema de escritura. Como dato, han aparecido muchos más fragmentos con inscripciones similares en varias excavaciones arqueológicas, principalmente en Grecia, Bulgaria, República de Macedonia, Rumanía, este de Hungría, Moldova, sur de Ucrania y otros lugares de la antigua Yugoslavia.
Escritura tartésica
Subcategoría: escritura desconocida.
La escritura tartésica, también conocida como del sudoeste (sudoccidental) de la península ibérica y como sudlusitana, es una escritura paleohispánica muy similar, tanto por la forma de los signos como por el valor que los signos representan, a la escritura ibérica suroriental, pero a diferencia de ésta, que expresa lengua ibérica, la escritura tartésica expresa una lengua que no ha podido aún ser relacionada con ninguna otra. Sobre el origen de las escrituras paleohispánicas no hay consenso: para algunos investigadores su origen está directa y únicamente vinculado al alfabeto fenicio, mientras que para otros en su creación también habría influido el alfabeto griego.
A diferencia de las otras escrituras paleohispánicas, esta escritura y la lengua que expresa no tienen una denominación consensuada. La denominación más neutra es la de escritura del sudoeste de la península ibérica, puesto que solo hace referencia a la localización geográfica de las inscripciones que usan esta escritura en el cuadrante sudoccidental de la península ibérica. Pero la denominación más popular es la de escritura tartésica, aunque no es una denominación precisa, puesto que las inscripciones que usan esta escritura solo aparecen marginalmente en el territorio en el que las fuentes clásicas sitúan el reino de Tartessos y en cambio se concentran en el territorio que las fuentes clásicas atribuyen a los Conios. Una tercera denominación es escritura sudlusitana, que hace referencia a su posición geográfica relativa respecto del territorio de los lusitanos.
Con la excepción del alfabeto greco-ibérico, el resto de escrituras paleohispánicas comparten una característica tipológica distintiva: presentan signos con valor silábico para las oclusivas y signos con valor alfabético para el resto de consonantes y vocales. Desde el punto de vista de la clasificación de los sistemas de escritura no son alfabetos ni silabarios, sino escrituras mixtas que se identifican normalmente como semisilabarios. La particularidad de la escritura tartesia es la sistemática redundancia vocálica de los signos silábicos, fenómeno que en las otras escrituras paleohispánicas es residual. Algunos investigadores consideran esta escritura como un semisilabario redundante, mientras que otros las consideran un alfabeto redundante. El fenómeno de la redundancia vocálica de los signos silábicos fue descubierto por Ulrich Schmoll y permite clasificar la mayor parte de los signos de esta escritura en silábicos, vocálicos y consonánticos. Aun así, su desciframiento aun no se puede dar por cerrado, puesto que no hay consenso entre los diferentes investigadores que han hecho propuestas concretas.
Esta escritura se escribe muy mayoritariamente de derecha a izquierda y su ámbito de uso es el cuadrante sudoccidental de la península Ibérica: fundamentalmente en el Algarve y en el Bajo Alentejo y residualmente en Andalucía occidental y Extremadura. Prácticamente el único soporte sobre el que aparece son grandes losas de piedra, cerca de un centenar. El tipo de soporte y el hecho que prácticamente todas han aparecido fuera de contexto, impide precisar excesivamente su cronología, aunque por los escasos ejemplares que presentan alguna restricción cronológica parece que deberían de ser del s. V a. C. o anteriores. Aun así, tradicionalmente se les atribuye una antigüedad que las podría hacer remontar hasta el s. VII a. C., hipótesis que de confirmarse la convertiría en la escritura paleohispánica más antigua.
Desde 1966 se han producido diversos intentos de filiar la lengua de las inscripciones tartesias, yendo la totalidad de los intentos orientada a identificarla como una lengua indoeuropea, pero, por interesantes que estos intentos puedan ser, no han llegado a ninguna conclusión definitiva y, de hecho, recientemente se ha propuesto la hipótesis contraria: que los datos disponibles abogan porque sea una lengua no indoeuropea. Restando esta discusión pendiente, sí parece clara su falta de relación con las demás lenguas vecinas: ni con el íbero, ni con el vasco, ni con el bereber, ni con el fenicio.
Una de las propuestas de signario tartésico. Adaptado de Rodríguez Ramos 2000.
Fonte Velha (Bensafrim, Lagos).
Herdade da Abobada (Almodôvar).
La epigrafía del Suroeste la forman un grupo homogéneo de estelas de las que conocemos 71, buena parte fragmentadas y 12 perdidas. Todos estos epígrafes realizados en piedra son posiblemente estelas funerarias y han sido halladas en territorio portugués, excepto 5 en España (Alcalá del Río, Puente Genil, 2 en Extremadura, etc.). Su cronología oscila entre el siglo VII y el V/IV a.C. La lengua en que están escritas aún no ha sido descifrada, aunque Correa, siguiendo a Tovar, piensa que el signario del Suroeste es la escritura tartesia propiamente dicha.
El signario conocido hasta el presente comprende 51 signos, pero sin que haya seguridad de que todos ellos tengan valor fonético y no otra función.
González Wagner, por su parte, piensa que la escritura tartésica sirve de soporte a una lengua local que, aunque recibió préstamos de los fenicios, no fue desplazada por la lengua de éstos, sino que se perpetuó conectando con la llamada época ibero-turdetana.
Escritura Zapoteca
Subcategoría: escritura de glifos.
La cultura zapoteca de Oaxaca, sin duda, había escrito. Algunos 1,200 objetos inscritos han sido encontrados, y van desde muros pintados, a ollas, huesos y conchas. La fecha de la escritura parece situarse entre el año 600 y el 400 a.C.
Los académicos han sido capaces de elaborar el calendario zapoteco y mostrar que se trata de un precursor del de los Mayas. Pero a pesar de que las lenguas zapotecas aún se hablan en la zona, ha resultado más difícil de reconstruir el lenguaje de la escritura, en parte debido a la desconcertante complejidad del modernismo del idioma Zapoteco.
La escritura zapoteca comprende un conjunto inscripciones epigráficas encontradas en el estado de Oaxaca (México), generalmente breves, supuestamente escritas en zapoteco epigráfico (a veces llamado laxamente proto-zapoteco). La mayoría de ellas están datadas entre el 400 a.C. 200 a. C. y el 900 d.C., si bien los primeros jeroglíficos mesoamericanos datan de entre el 650 y el 550 a.C., siendo textos muy sencillos hallados en el valle de Oaxaca.
El material encontrado incluye varias docenas de inscripciones breves, así como un cierto número de textos calendáricos, que contienen entre cien y trescientos glifos diferentes. La lengua de las inscripciones se conoce mal debido a la naturaleza no alfabética de la escritura y su identificación como zapoteco se debió básicamente a criterios geográficos. La poca comprensión que se tiene de las inscripciones parece sin embargo compatible con el proto-zapoteco reconstruido a partir de las modernas lenguas zapotecas.
La inscripción más antigua, que muestra el dibujo esquemático de una persona acompañado de unos pocos glifos, fue encontrada San José Mogote en 1975 por Kent Flannery y Joyce Marcus. Los signos están relacionados con los 260 días del calendario mesoamericano. Se considera la base que dio lugar al idioma zapoteco.
Algunos de estos signos son reconocidos como portadores de información calendárica, pero la mayor parte del sistema de escritura de los zapotecos sigue sin descifrarse (Urcid Serrano, 1997: 42-53). La ejecución de los glifos en las estelas es más basta que los signos empleados en las esculturas mayas del Clásico, por lo que algunos epigrafistas han creído que la escritura zapoteca es menos fonética que el silabario maya.
Los más antiguos indicios de la escritura zapoteca es el Danzante de San José Mogote, al que se conoce oficialmente con el nombre de Monumento 3. Esta estela posee un relieve en el que aparece un cautivo que será entregado al sacrificio y ha sido mutilado. Entre sus piernas se encuentran dos signos que corresponden a su nombre calendárico.
La estela fue fechada de primera mano entre los siglos V y VI a. C., por lo que se le consideró la inscripción más antigua que se hubiere encontrado en Mesoamérica. Sin embargo, algunos arqueólogos han expresado dudas sobre la certeza de esta datación (Romero Frizzi, 2003).
El sistema de escritura zapoteca se empleó únicamente hasta el fin del período Clásico, etapa de la que proceden las últimas inscripciones zapotecas.
Monumento 3 de San José Mogote. Los dos símbolos esgrafiados entre las piernas del personaje representado indican su nombre: 1 Terremoto.
Muy cerca de la zona arqueológica de Yagul, a 30 kilómetros de la capital de Oaxaca, en México, fue descubierto un sistema de escritura zapoteca de más de 2 mil años, sobre roca y dentro de una cueva, según se anunció el pasado 27 de abril. El hallazgo ocurrió en el área rocosa conocida como Caballito Blanco, lugar que apareció en el Clásico temprano (año 200 aC), donde también han sido descubiertos muchos grabados y pinturas rupestres.
La escritura recientemente descubierta por pobladores está en una cueva, y la piedra con las inscripciones podría medir de 12 a 15 metros, informa la experta. “El hallazgo es sorprendente, porque su longitud no tiene comparación con otros de origen prehispánico”, sostiene Nelly Robles.
El reto, prosigue, es utilizar algún tipo de tecnología para llegar hasta el fondo de la cueva, determinar el tamaño exacto del grabado y que los expertos realicen una interpretación para definir cuántas veces se escribió sobre esa roca. Los especialistas del INAH, por el momento, sólo han penetrado seis metros en la antigua cueva.
El sistema de escritura está asociado a un mascarón en el cual “se observa un personaje que se cree fue una combinación de Cosijo y del dios Murciélago”, agrega.
Lápida de conquista del Edificio J, Monte Albán, Oaxaca.
Esteganografía
Subcategoría: escritura criptográfica.
En 1499, un abad alemán escribió un extraño tratado sobre la comunicación con los espíritus: la Esteganografía. Su autor, Johannes Trithemius, fue un notable erudito y consejero de emperadores, pero también un mago y alquimista que influyó en Fausto, Agrippa, Paracelso, Giordano Bruno y otros ocultistas. Su obra más emblemática, que constituye un ejemplo excepcional de la magia del siglo XVI, es una insólita exposición de técnicas criptográficas que, tras siglos de intentos fallidos, ha descifrado ahora un matemático norteamericano.
Paco González
Un criptógrafo ha resuelto el misterio de la Esteganografía, la obra cumbre del abad y mago Johannes Trithemius.
En plena era de la criptografía cuántica, cuando los científicos tratan de encontrar un sistema para transmitir información codificada mediante sofisticados ordenadores subatómicos, el precursor de la criptografía moderna, el abad benedictino Johannes Trithemius, vuelve a ser noticia. James A. Reeds, un matemático de los laboratorios norteamericanos ATT, ha logrado decodificar la Esteganografía, un misterioso manuscrito que, desde hacía siglos, se resistía a ser descifrado.
Steganographia: Publicado originalmente en 1500 (la edición del año 1606, publicada en Fráncfort del Meno por Mathias Becker, aparece ya incompleta) y de una Polygraphia (1518), compleja obra dedicada a la codificación de mensajes (su primer libro contiene nada menos que 376 alfabetos de 24 letras, el segundo libro presenta otros 1.176 alfabetos en tres columnas, lo que forman 3.528 dicciones de una lengua universal mientras que el tercer libro muestra 132 alfabetos de dicciones inventadas, a las que hay que quitar la segunda letra de cada palabra para escribir mensajes en clave…); según ciertos autores ambas no son sino una única obra presentada en dos partes diferenciadas: la primera es metafísica y teórica, la segunda es práctica.
Antes de que fuese impreso, en 1609, y posteriormente incluido en el Índices de los libros prohibidos por la Inquisición, este tratado había circulado, en forma de manuscrito, entre célebres ocultistas como Fausto, Giordano Bruno, Agrippa de Nettesheim y John Dee. Sin duda, todos ellos conocían la fama y la reputación de Trithemius, uno de los mayores eruditos y bibliógrafos de Alemania, el mismo autor de más de cincuenta libros pero, sobre todo, gran estudioso de la Cábala y aficionado a las ciencias ocultas.
Johannes Trithemius, en realidad Johannes von Heidenberg (1462-1516), nació en Tritthenheim (Alemania) y estudió en la célebre Universidad de Heidelberg. Allí, junto con Juan de Dalberg y Rodolfo Huessman, fundó la Cofradía Céltica, una sociedad secreta para el estudio de la astrología, la numerología, las lenguas y las matemáticas.
También en Heidelberg, conoció al mítico Johannes Fausto, que fue testigo de la pasión que Trithemius sentía por las ciencias ocultas y de los experimentos de alquimia que éste solía realizar.
Antes de ingresar en el monasterio benedictino de San Martín de Spanheim, del que fue nombrado abad en 1483, Trithemius desarrolló una inmensa tarea como mago y alquimista. De hecho, su entrada en el monasterio, lejos de atenuarlas, impulsó sus actividades en este sentido.
Trithemius reconoció haber estudiado muchos libros de magia e, incluso, haber aprendido exorcismos. Todas sus investigaciones estaban dirigidas hacia los fenómenos misteriosos. Quizá por ello, la Iglesia le acusó de enseñar las ciencias malditas, de hacer sortilegios diabólicos. Trithemius, prudentemente, se defendió argumentando que tales estudios no habían hecho sino acrecentar su fe cristiana. Pero, ¿cual era el misterioso contenido de sus investigaciones? Parece ser que éstas se referían a extraños procedimientos para hipnotizar a personas a distancia, quizá por telepatía, a través de ciertas manipulaciones del lenguaje. Tampoco faltan en la obra de Trithemius alusiones a la parapsicología y a la Cábala. Esta extraña mezcla se materializó en la Esteganografía, obra de ocho volúmenes sobre la que su propio autor, incluso antes de concluirla, dijo lo siguiente en una carta que, en 1499, dirigió a su amigo Arnoldus Bostius:
Puedo aseguraros que esta obra, en la que enseño muchos secretos y misterios poco conocidos, parecerá a todos, incluso a los más ignorantes, que contiene cosas sobre humanas, admirables e increíbles, habida cuenta de que nadie ha escrito o hablado de ellas antes que yo. Paradójicamente, Bostius no llegó a leer jamás la misiva. Murió poco antes de que ésta llegara a sus manos. Pero si lo hicieron algunos de sus colegas, quienes, admirados por lo que allí se relataba, no tuvieron reparo en publicar su contenido. En la carta, Trithemius adelantaba las claves de su obra: un método para comunicar el pensamiento a distancia, cientos de modalidades de escritura secreta… No es difícil imaginar las repercusiones que la divulgación del contenido de la Esteganografía tuvo en aquella época.
Trithemius fue inmediatamente acusado de mentiroso y fabulador. Esto en el mejor de los casos, ya que muchos pensaron que se trataba de una especie de agente demoníaco. Entre estos últimos se encontraba el Príncipe Elector Felipe II, de quien se cuenta que, cuando años más tarde descubrió un ejemplar de la Esteganografía en la biblioteca de su padre, ordenó inmediatamente que arrojasen el libro a la hoguera. De manera que si el manuscrito original contenía la clave de tan extraordinarios poderes, éstos se perdieron en la pira. Al menos en su mayor parte, ya que, afortunadamente, existe un manuscrito incompleto, de aproximadamente tres volúmenes, que ha llegado hasta nuestros días.
Los estudios de la vida y obra de Trithemius coincide en destacar sus excepcionales dotes en astrología y magia, señalándole como figura clave del movimiento ocultista. De él se dice que era capaz de “fabricar” oro alquímico y que conocía el secreto de la piedra filosofal. No es extraño, pues, que Fausto, Paracelso y Agrippa, los tres magos de Praga, sintiesen tanta admiración por el abad benedictino.
La Esteganografía había estado circulando en forma de manuscrito. No fue sino hasta 1609, cuando una imprenta de Frankfurt decidió publicarlo. En su primera edición, este misterioso tratado lleva la indicación “Con privilegio y permiso de los Superiores”, aunque no figura en ella el obligado Imprimatur, de manera que ignoramos de qué superiores se trataba. No parece lógico que estos perteneciesen a la jerarquía eclesiástica. De hecho, al poco de publicarse la obra, aunque incompleta y expurgada, fue incluida en el Índice de libros prohibidos por el tribunal del Santo Oficio.
Pero, ¿por qué la Iglesia católica consideraba tan peligroso aquel libro? Ya hemos mencionado que la Esteganografía contenía un amplio catálogo acerca de ciencias más o menos ocultas y de métodos para “escribir secretamente”, argumentos quizá suficientes como para despertar los recelos de la Iglesia. Aunque las intenciones y el afán divulgador del abad no parecen otros que los de un científico desinteresado y, tal vez, excesivamente racionalista para la época, sus coetáneos le colgaron la etiqueta de “mago ocultista”, fama que se acrecentó tras su muerte. Y todo ello pese a que Trithemius insistió en que sus conocimientos no eran otra cosa sino magia natural. “No he hecho nada que sea extraordinario -decía el abad- y, sin embargo, hacen correr el rumor de que soy un mago. He leído la mayoría de los libros de los magos, no para imitarlos, sino con el propósito de refutar un día sus malísimas supersticiones”. En efecto, algún tiempo más tarde, publicó Antipalus maleficiorum comprehemsus, un trabajo en el que clasifica maleficios, brujos y diferentes variedades de adivinación.
Pero, a pesar de las buenas intenciones del abad, su pasión por las ciencias ocultas parece desmedida. Existe un curioso pasaje en su biografía que apoya esta hipótesis. Habiendo sido invitado por el emperador Maximiliano para consultarle sobre cuestiones de fe, se cuenta que Trithemius logró que se apareciese el fantasma de María de Borgoña, difunta esposa de Maximiliano. ¿Tenía el abad poderes para conjurar a los muertos? Es posible, aunque algunas teorías, más racionalistas, ponen en duda esta posibilidad. Diversos investigadores sostienen que éste conocía algunos trucos ópticos que ponía en práctica con la ayuda de espejos y cámaras oscuras.
No es ésta la única anécdota relativa a las habilidades paranormales del abad. Se cuenta que, en cierta ocasión, Trithemius, su discípulo Agrippa y un tercer personaje cuya identidad se desconoce, alteraron el estado de conciencia de una tal Anna Sidow. Durante el trance, ésta anunció a la casa del Príncipe Elector los casos de fallecimientos que iban a producirse en la misma y… acertó. Algunos investigadores han interpretado este suceso como una precognición obtenida por el abad a través de la mujer.
Otro de los trabajos más relevantes de Johannes Trithemius es De septem secundeis, id est intelligentiis sine spiritibus orbes post Deum moventibus, es decir, De las siete causas secundarias o inteligencias después de Dios, una cronología mística en la que desarrolla una concepción cíclica de la historia de la Humanidad. Según su teoría, emparentada con el gnosticismo y con la tradición hindú, siete ángeles (los siete genios mayores de la Cábala, que corresponden a los siete ángeles del Apocalipsis de San Juan) gobiernan los planetas desde el comienzo de la Creación, turnándose en el poder cada 354 años y cuatro meses. A cada época de silencio y oscuridad, seguirá el reino de la luz, y así sucesivamente.
En este tratado, Trithemius elabora una compleja cronología en la que no faltan sorprendentes predicciones. Supuestamente, en una de ellas fijó, 400 años antes de que se produjese el acontecimiento, la fecha exacta, 1917, de la declaración de Balfour, en la que se pusieron las bases para la creación de un Estado judío.
Pero, dejando de un lado al Trithemius ocultista, otra de las facetas más importantes del abad alemán se refiere a sus investigaciones sobre la criptografía, a sus teorías sobre las claves de transposición que, incluso en nuestros días, siguen empleándose en la diplomacia y el espionaje. Buen ejemplo de ello es la Poligrafía, obra aparecida en 1518. La importancia de este libro, referido exclusivamente a las escrituras secretas, está fuera de toda duda. De hecho, está considerado como uno de los más valiosos ejemplos sobre criptografía moderna. Una de sus primeras ediciones puede contemplarse en Washington, en el museo criptográfico de la Agencia Nacional de la Seguridad de los EE UU (NSA).
Sin embargo, la obra más excepcional y controvertida de Johannes Trithemius es la Esteganografía. El autor, como hemos mencionado, explicaba que el argumento central de este tratado era el de exponer diferentes técnicas para enviar mensajes secretos a larga distancia. Pero, además, una parte considerable de la obra está dedicada a la enumeración de diversos tipos de espíritus, como si de un moderno diccionario esotérico se tratase. Trithemius les pone nombre, los clasifica jerárquicamente y concreta las horas del día, planetas y constelaciones que están asociados con ellos.
Cuando James A. (Jim) Reeds se enfrentó a la difícil tarea de descifrar la Esteganografía se planteó, en primer lugar, la siguiente cuestión: ¿Se trata de una exposición de técnicas criptográficas disfrazada de magia natural o, por el contrario, es primero un tratado de magia que el autor ha ocultado tras una apariencia criptográfica?
Desde 1606, es sabido que los primeros volúmenes de la Esteganografía, plagados de oraciones de carácter piadoso aparentemente banales y de confusos textos para realizar invocaciones, contienen mensajes cifrados ocultos. Pero ahora, casi 500 años después, se han descubierto códigos similares en el tercer y más enigmático libro. De las 180 páginas numeradas de la edición de 1608, 159 pertenecen a los dos primeros volúmenes y tan sólo 21 al tercero. En este último libro puede leerse un somero prefacio y un capítulo, probablemente incompleto, en el que se presentan extrañas tablas numéricas encabezadas por símbolos zodiacales y planetarios.
Pero, ¿cómo enviar mensajes secretos con ayuda de los espíritus? En los volúmenes I y II, Trithemius facilita las instrucciones precisas para hacerlo. Por ejemplo, se anotaba una sencilla oración en un trozo de papel y, tras un curioso ritual, se invocaba a los ángeles. Uno de estos conjuros, que a la Inquisición le parecieron inequívocamente demoníacos, comenzaba por la siguiente frase: “Padiel aporsy mesarpon omeuas peludyn malpreaxo…” Verdaderamente, el mero hecho de pronunciar estas enigmáticas palabras puede resultar inquietante, pero no tiene nada de diabólico. Trithemius utilizó un sencillo código de transposición de letras con una secuencia determinada. Si aplicamos dicho código, el resultado es menos misterioso: “padiel aPoRsY mesarpon oMeUaS peludyn mAlPrEaXo…” Hemos destacado en mayúsculas las letras codificadas. La solución es la expresión latina primus apex… Tras decodificar los innumerables “conjuros” presentes en los dos primeros volúmenes de la Esteganografía, se obtienen una serie de frases banales, probablemente elegidas al azar. En consecuencia, es cierto que Trithemius había descubierto una forma de enviar mensajes secretos a distancia, aunque no parece que los espíritus tuviesen mucho que ver con ella.
El tercer libro de la Esteganografía, con sus oscuras tablas numéricas, suponía todo un desafío para cualquier especialista en criptografía. Jim Reeds descubrió una abundante bibliografía sobre este campo en Alemania durante el siglo XVII. Comprobó que muchos autores incluían en los títulos de sus libros frases como “Justificando a Trithemius”. Una de estas obras se publicó en 1676. Su autor, Wolfgang Heidel, aseguraba haber descifrado el código secreto del libro III. Curiosamente, Heidel también utilizó un código criptográfico para revelar el contenido de sus investigaciones, de manera que nadie le entendió. Es más, muchos pensaron que Heidel había fracasado en su intento y, simplemente, quería apropiarse ilícitamente de un mérito que no poseía.
No fue hasta 1996 cuando Thomas Ernst, un investigador de la Universidad de Pittsburgh, logró descifrar la verdadera naturaleza del código. Ernst, que consultó sendas copias del manuscrito original de la Esteganografía en Wolfenbütel (Alemania) y en el Vaticano, publicó los resultados de su investigación en 1996. Quizá por hacerlo en alemán y en una revista poco conocida, su valioso hallazgo no tuvo la repercusión que se merecía.
Finalmente, Jim Reeds, el investigador de los laboratorios ATT, después de transcribir el libro original y microfilmarlo para hacerlo compatible con su ordenador, resolvió el misterioso código de Trithemius en tan sólo dos días. En efecto, Reeds descubrió que el abad benedictino había utilizado el orden alfabético al revés y había asignado letras a números. La dificultad estribaba en que Trithemius no había utilizado letras actuales (como la “k” y la “y”), pero sí otras inexistentes en la actualidad. Tras sustituir adecuadamente los signos, Reeds desentrañó los mensajes secretos ocultos en el entramado de números y signos. Aunque los mensajes codificados resultaron ser bastante inocuos, aparentemente frases escogidas al azar, este hallazgo confirma que Johannes Trithemius es, sin lugar a dudas, la figura más destacada de la moderna ciencia de la criptografía.
Pero, ¿destierra este descubrimiento el carácter “mágico” de la obra de Trithemius? En opinión de Jim Reeds, este hallazgo no afecta a la personalidad de Johannes Trithemius como figura clave del movimiento ocultista del siglo XVI. Muy al contrario, Reeds cree que este descubrimiento incrementará el interés por la enigmática vida y obras del abad benedictino. Sin embargo, el investigador norteamericano continúa preguntándose por qué Trithemius utilizó la retórica de la magia para fines tan claramente científicos. ¿Cuál era su propósito? Quizá esas frases tan aparentemente banales, resultado de decodificar la Esteganografía, no lo sean tanto. Tal vez encierran el verdadero secreto del abad y mago Johannes Trithemius.
Paco González
El Idioma desconocido de Perú
Subcategoría: escritura desconocida
El descubrimiento de una carta de 400 años de edad, escrita por un autor español desconocido ha puesto de manifiesto una lengua peruana desconocida. La carta fue encontrada en las ruinas de una antigua iglesia colonial española en el norte de Perú en 2008, pero hasta ahora los lingüistas descubrieron que la escritura de la carta tiene las claves de un idioma completamente nuevo escrito en el lado opuesto de la carta.
Unos arqueólogos descubrieron que una serie de símbolos de una carta hallada en una excavación de ruinas del siglo XVII contenía un idioma hasta ahora desconocido hablado por pueblos indígenas, en La Libertad.
Un grupo de arqueólogos internacionales encontró la misiva debajo de unos ladrillos de adobe entre los restos de una iglesia ubicada cerca de la ciudad de Trujillo, a 560 kilómetros al norte de Lima. El complejo fue habitado por frailes dominicos durante dos siglos.
“Nuestra investigación determinó que este pedazo de papel contiene un sistema numérico en un idioma que estuvo perdido por cientos de años”, dijo Jeffrey Quilter, arqueólogo del Museo de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard en Estados Unidos.
Una fotografía de la carta mostrada recientemente por los arqueólogos mostró una columna de números escritos en castellano y traducidos a un idioma que según los expertos está extinto.
“Descubrimos una lengua de la que nadie había escuchado o visto desde los siglos XVI o XVII”, agregó Quilter, quien precisó que parece haber tenido influencia del quechua, lengua ancestral hablada por millones de personas en los Andes.
Según el arqueólogo, también podría tratarse de la versión escrita de una lengua de la época colonial catalogada por escritos históricos como pescadora, en honor a los pescadores de la costa norte de Perú que lo hablaban.
Hasta el momento no existe evidencia del mismo.
La carta, enterrada en las ruinas de la iglesia Magdalena de Cao Viejo en el complejo arqueológico El Brujo en el norte peruano, fue descubierta en 2008.
Pero Quilter dijo que decidieron mantener su descubrimiento en secreto hasta que las investigaciones fueron divulgadas este mes en la revista American Anthropologist.
“Creo que muchas personas no tienen conciencia de la cantidad de idiomas que se hablaban”, dijo Quilter. “Lingüísticamente, la relación entre los colonizadores españoles y los indígenas fue sumamente compleja”, acotó.
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