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Derrame del molino de uranio de Church Rock

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Derrame del molino de uranio de Church Rock

El Derrame del Molino de Uranio de Church Rock ocurrió en Nuevo México, Estados Unidos, en 1979 cuando la piscina de desechos de relaves del molino de uranio de la United Nuclear Corporation en Church Rock rompió su dique. Sobre 1.000 toneladas de desechos radiactivos del molino y millones de litros de aguas residuales de la mina se escaparon hacia el Río Puerco, y estos contaminantes viajaron 80 millas (129 km) corriente abajo hasta el Condado de Navajo, Arizona. Los residentes locales usaban el agua del río para irrigación y para el ganado y no se dieron cuenta inmediatamente del peligro causado por esta contaminación.

En términos de la cantidad de radiación liberada, el accidente fue comparable en magnitud al accidente de Three Mile Island ocurrido ese mismo año. Ha sido caracterizado como el accidente radiactivo más grande en la historia de Estados Unidos, pero el gobernador rechazó la solicitud de la Nación Navajo de que el sitio fuera declarado un área de desastre federal. El evento recibió menos atención de la prensa de lo que lo pasó con Three Mile Island, probablemente debido a que ocurrió en un área rural ligeramente poblada; algunos investigadores han sugerido que hubo aspectos de clase y raciales involucrados, dado que el evento afectó principalmente a nativos americanos pobres.

El sitio de la ‘United Nuclear Corporation’ cerca de Church Rock en el Condado de McKinley, Nuevo México.

En 2003 el capítulo de Churchrock de la ‘Nación Navajo’ inició el proyecto de monitoreo de uranio de Church Rock para evaluar los impactos ambientales de las minas de uranio abandonadas; este encontró significativa radiación tanto de fuentes naturales como de actividades mineras en el área.1

El derrame

El 16 de julio de 1979, la piscina de desechos de relaves del molino de uranio de Church Rock perteneciente a la United Nuclear Corporation rompió su dique, y 1.100 toneladas de desechos radiactivos del molino y aproximadamente 350.000 m³ de aguas residuales de la mina se derramaron en el Puerco River.23​ El agua contaminada del derrame de Church Rock viajó 80 millas (129 km) río abajo, a través de Gallup, New Mexico y llegó tan lejos como el Condado Navajo, Arizona. La inundación hizo retroceder las alcantarillas, afectó a los acuíferos cercanos y dejó pozas de agua estancada contaminadas a los costados del río.345

El Cuerpo de Ingenieros del Ejército concluyó en su informe al gobernador Roth de Nuevo México, que la causa principal de la falla fue un asentamiento diferencial de los cimientos bajo la pared del dique, con la resultante formación de grietas por las cuales fluidos ácidos de los relaves penetraron el terraplén. Desviaciones desde los diseños aprobados para la construcción de la muralla del dique, más variaciones críticas de la operación aprobada de las piscinas de relaves, contribuyeron a la falla de la muralla del dique.6

Se observaron grietas en la muralla del dique por primera vez en diciembre de 1977, estas fueron selladas con bentonita en febrero de 1978. Grietas adicionales se observaron en octubre de 1978. Ni el propietario de las instalaciones, ni el ingeniero inspector del estado fueron notificados formalmente de estos episodio de agrietamiento previo a la falla del dique.6

Fuga de radiación

En términos de cantidad de radiación liberada, el accidente fue más grande en magnitud que el accidente de Three Mile Island de ese mismo año.3​ Se informó como el accidente radiactivo más grande en la historia de Estados Unidos.4​ Poco después de la fuga, los niveles de radiación aguas abajo del dique eran 7.000 veces más alto que los niveles permitidos en el agua potable.7​ En total, 46 curies de elementos transuránicos y metales pesados fueron botados.8​ La Nación Navajo le pidió al gobernador que solicitara asistencia para desastres al gobierno de Estados Unidos y que declara el sitio como área de desastre, pero el gobernador rehusó. Esto limitó la ayuda para superar el desastre entregado a la Nación Navajo.3

Aunque en el momento del accidente se tomaron pasos para notificar a la población de acuerdo a un plan de contingencia del estado,3​ los residentes locales no se dieron cuenta inmediatamente del peligro de toxicidad. Ellos estaban acostumbrados a usar las riberas del río para recreación y recolección de hierbas naturales, y los niños a menudo vadeaban el río. Los residentes que habían cruzado el río vadeándolo tuvieron que ir al hospital quejándose de pies quemados, allí fueron diagnosticados con insolación. Se encontró ganado agonizante.4​ Previo al accidente, los residentes locales usaban el agua del río para irrigación y el ganado. En 1981, los gobiernos estatal y federal finalizaron el abastecimiento con camiones aljibes. Los granjeros no tuvieron otra opción que volver a usar el agua del río.9

Estudios desde la década de 1950 han mostrado que algunos tipos de cáncer tienen en los Navajo una tasa significativamente más alta que para el promedio nacional, esto se ha asociado generalmente a la contaminación de las minas de uranio y la exposición de los trabajadores.10​ No existen estudios epidemiológicos realizados en Church Rock.311

En su artículo publicado en American Journal of Public Health en 2007, Doug Brugge, Jamie L. deLemos y Cat Bui propusieron que la carencia de estudios revisados por pares acerca de los efectos del accidente en la salud, cuando se compara con eventos bien estudiados como el accidente de Three Mile Island, puede estar relacionada con factores tales como el haber ocurrido en una etapa inicial del ciclo nuclear (minería, molienda y procesado) que es dependiente de una gran fuerza laboral, y que sucedió en comunidades de bajos ingresos, rurales y de nativos americanos, más que en las cercanas áreas altamente pobladas.3

Mapa del año 2003 de la EPA que muestra los esfuerzos de reparación en el sitio de la United Nuclear Corporation. El derrame de 1979 resultó de una brecha en la Célula Sur del dique.2

Limpieza

La limpieza fue llevada a cabo de acuerdo a los criterios estatales y federales.2​ Fueron recuperados aproximadamente 560 3 de materiales de desechos (estimados en sólo el 1% del total).3​ Pero, de acuerdo a Paul Robinson, muy poco del derrame líquido fue sacado por medio de bombas desde el abastecimiento de agua.4​ El sitio del molino de uranio se clausuró en 1982, en un evento relacionado con la declinación del mercado del uranio.

En 1983 el sitio fue ingresado en la Lista Nacional de Prioridades del Superfondo de la Agencia de Protección Ambiental para investigaciones y esfuerzos de limpieza, ya que se reconoció que radioisótopos y elementos químicos estaban contaminando el agua subterránea local.2​ En 1994, la EPA extendió sus esfuerzos con un estudio de todas las minas de uranio conocidas en el territorio de la Nación Navajo.1213

En 2003, el capítulo de Churchrock de la Nación Navajo inició el Proyecto de Monitoreo de Uranio de Church Rock para el evaluar el impacto ambiental de las minas de uranio abandonadas, y desarrollar las capacidades para realizar investigaciones con implicaciones políticas basadas en la comunidad.1​ Su informe de mayo de 2007 encontró significativa radiación residual en el área, tanto de fuentes naturales como provenientes de la actividad minera.1

En 2008, el Congreso de Estados Unidos autorizó un plan de cinco años para la limpieza de los sitios contaminados con uranio al interior de la reservación navajo.14​ El sitio de la organización sin fines de lucro de Groundswell Educational Films está almacenando Webivideos en línea del esfuerzo de limpieza.

Historia

Alrededor de 4.000 Navajo trabajaron en la explotación de uranio en Nuevo México (EEUU) antes de 1971. Aproximadamente 1.500 han muerto desde entonces y 1.191 han sido compensados bajo el régimen de RECA, mientras que entre 1.000 y 1.500 Navajo siguen realizando trámites para obtener la compensación del Estado.

“El sueldo era suficiente para mí en ese tiempo” dice William López, un hombre navajo ya mayor que hace 40 años trabajó en la compañía Rare Metals Corporation Mill en Tuba City. Él fue contratado por primera vez en 1959 cuando había muy pocos trabajos en la reserva. “Gané un poco más dinero con la compañía que en otros trabajos que yo podía conseguir en esa localidad”.

Cerca de ocho años, López y su cuñado, George Brown, chancaron uranio, separándolo en grados diferentes, y luego mezclando y lixiviando el uranio para convertirlo a líquido. Hasta que la planta cerró en 1966, los hombres trabajaban cada día envueltos en una nube de polvo de uranio, regresaban a sus familias cada tarde con uranio bajo sus uñas y en las plantas de sus zapatos.

Con el descubrimiento del uranio cerca de Grants, Nuevo México, en 1950, la reserva de los navajos tenía 4 molinos y más de 1,000 minas. Pero al inicio de los 90s, cuando el precio de uranio bajó a sólo $7 dólares por libra, el boom había terminado y muchas de las compañías salieron, dejando la reserva llena de minas y molinos que eran radioactivos y tóxicos. De los montones de residuos secos, el viento esparció el polvo por los hogares y hogans (casas de los Navajo), mientras que en época de lluvia, los arroyos, mayormente secos, se llenaban de torrenciales aguas de contenido tóxico.

Varias décadas después que el molino “Tuba City” fuera cerrado, López, Brown y otros supieron que habían estado expuestos al uranio radioactivo y a sustancias químicas tóxicas, y con ello al riesgo de contraer enfermedades como el cáncer al pulmón, fibrosis pulmonar, y tal vez a enfermedades de los riñones y linfoma. “Debería haber una sanción porque las personas no fueron informadas de estas consecuencias” dice Brown, que sigue siendo molesto con el gobierno de los EE.UU. “Tú les entregas todos esos años a ellos y luego ellos te abandonan”.

Sin embargo, cuando la Nación Navajo tomó la decisión de estar mejor sin la explotación de uranio, la industria está ansiosa de emplear nuevas tecnologías para extraer uranio del subsuelo de la reserva, utilizando agua y químicos, frente a la antigua opción de extraerlo mediante minas abiertas y túneles. Y mientras el Estado de Nuevo México evita los temas de soberaneidad tribal, el Gobierno Federal está a punto de aprobar toda una nueva generación de minas de uranio en la reserva de los navajo.

Historias trasmitidas de generación en generación advierten que ciertas substancias es mejor no tocarlas y dejarlas donde están. Para los navajos, el uranio es una de estas substancias. En abril pasado, el concejo del pueblo navajo proscribió las minas y la extracción de uranio en la reserva. En la resolución, que se aprobó por 63 votos a favor contra 19, reconocieron que el uranio ha dañado la salud de las personas, el medio ambiente, y la economía del pueblo Navajo – y también reconfirmaron el derecho soberano de la etnia de controlar sus propios recursos naturales.

El presidente Joe Shirley Jr.- quien frecuentemente usa la palabra “genocidio” cuando habla sobre el legado de las minas de uranio en la reserva- firmó esa resolución, y luego, emitió una orden ejecutiva que prohíbe entablar negociaciones con las compañías que proponen la extracción de uranio en sus tierras.

“Todo este tiempo que la Nación Navajo ha tenido que tratar el asunto del uranio», señala el Presidente Shirley, “han sido de sacrificio”. A su vez, George Hardeen, director de comunicaciones del presidente y vicepresidente del pueblo Navajo dice: “El mayor daño es la pérdida de vidas, conocimientos, sabidurías, canciones y ceremonias. Había curanderos que también trabajaban en las minas, pero ahora están muertos. Esto significa una pérdida cultural, no sólo una pérdida para las familias individuales”

Según Eric Jantz, abogado del staff del “New Mexico Environmental Law Center”, las nuevas propuestas de extracción de uranio amenazan al navajo en la parte oriental de su territorio y su agua para consumo doméstico. Además dice: “Nosotros estamos en la cúspide de un nuevo boom del uranio”. Él cree que la compañía Hydro resources Inc. es sólo la primera de muchas compañías que quieren explotar el uranio en el área, y que el caso elevado al UDS Nuclear Regulatory Comisión se ha convertido en un caso piloto al que otras compañías observan con detenimiento, haciéndose preguntas como: ¿Hasta donde podrán pelotear a los Navajo? y ¿Qué estándares tendrán que aplicar en la explotación?

Activistas más por necesidad que por voluntad como Mitchell y Rita Capitan fundaron la asociación “Eastern Navajo Dine against Uranium Mining (Navajos del Este contra las minas de uranio)” desde su casa en Crownpoint. Rita dijo en otoño del año pasado: “En 1994, cuando escuchamos sobre la nueva actividad minera, inmediatamente empezamos la discusión en nuestros hogares. Luego decidimos organizar una asamblea comunal para conocer lo que otras personas pensaban sobre esto.” Los Capitans también tomaron contacto con Chris Shuey del “Southwest Research and Information council” (Consejo del Sudoeste de Investigación e Información.)

Shuey dice: “Nosotros hemos gastado más de 2 millones de dólares luchando contra las consecuencias de la extracción de uranio. Nos afecta moralmente que tengamos que emplear tanto tiempo en estas gestiones, a sabiendas que todo este trabajo tan rigoroso debería haber realizado la Comisión del Gobierno Federal para el beneficio de la población.”

Shuey y los Capitans han sostenido durante bastante tiempo que las minas contaminarán el agua potable de la comunidad y la de los pozos municipales. Ellos se preocupan porque las grietas en la estructura subterránea de piedra puedan provocar la filtración de las sustancias químicas en el acuífero y que las compañías no estarían en las condiciones de limpiar el agua de las sustancias químicas y de recuperar su estado original.

En el sureste de Texas, los residentes dicen que las plantas de procesamiento Kingsville Dome y Rosita ISL , manejadas por la compañía Uranium Resources INC., ya han contaminado el agua de los pozos privados. Ellos han demandado a la compañía, pero por falta de datos sobre la calidad del agua del subsuelo o de los pozos de antes de la construcción de las plantas, la compañía ha negado que la contaminación sea resultado de sus operaciones.

Luego, en verano pasado, la Geological Survey de los Estados Unidos publicó un reporte de un estudio encomendado por la US Nuclear Regulatory Commission (NRC). Los activistas dicen que el reporte, que analiza un proyecto piloto de recuperación de aguas subterráneas en el ámbito de la planta procesadora de uranio de la mina Ruth In-Situ Leach Uranium Mine, apoya su posición de que la recuperación del agua subterránea probablemente no sea posible.

Pero a menos de un mes después de que el reporte fuera publicado, un juez de NRC tomó una decisión contra los activistas, descartando las razones de contaminación que ellos plantearon.

Los activistas sufrieron otro revés en mayo cuando la comisión indicó que la contaminación radioactiva que existe en Church Rock por la presencia anterior de unas minas de uranio, es oficialmente considerado “radiación de fondo” – y por lo tanto ésta no será tomada en cuenta como parte de los límites en radioactividad en los que la compañía HRI tiene que mantener los niveles para que sus operaciones sean calificadas como seguras.

Shuey expresa su incredulidad sobre esta decisión: “no sólo se dejará de limpiar los sitios contaminados existentes, tomando en cuenta estándares seguros, sino que también los proyectos nuevos seguirán contaminándolos. La decisión de autorizar la explotación minera significa que los Navajo serán tratados por el gobierno de los Estados Unidos, interesado en la extracción del uranio, como una “población sin importancia”.

Para los Navajo los riesgos no se limitan a la calidad del agua subterránea. Está en riesgo también su capacidad de determinar lo que sucede en los límites de su reserva. George Hardeen dice: “La definición más simplista de soberanía es que ésta es el derecho que tienen las personas indígenas de hacer sus leyes y vivir con sus leyes.” El Presidente Shirley de los Navajo ha trabajado ya un año y medio- desde que la etnia pasó la resolución de prohibir la minería de uranio en su reserva- viajando por el país y el mundo, buscando apoyo para la prohibición del uranio. “Todos dicen que lo harán y respetarán la soberanía y la ley. Hasta ahora nadie se ha puesto en su contra, pero la campaña va a resultar muy costosa.

Mientras que Shirley ha recibido apoyo de líderes de sindicatos internacionales y de activistas mundiales y un premio en Oslo, Noruega, el Gobernador Bill Richardson ha guardado silencio sobre el tema…

Referente a la soberanidad de los pueblos nativos, Brancard (Director de la Gerencia de Minería en el Departamento de Energía, Minería y Recursos Naturales del estado de Nueva México) dice: “En general, el Estado reconoce el derecho de la Nación Navajo de controlar los recursos de su tierra, pero no hemos tomado una posición pública sobre este tema. El problema en cuestión es el de definir hasta donde llega la jurisdicción tribal la tribu y hasta donde pueden oponerse a la explotación.”

Si bien es cierto que las cuatro minas existentes están situadas fuera de los límites de la reserva de los Navajo y una se encuentra en terreno privado, hay otra, que aún estando en territorio del Pueblo Navajo, tiene derechos privados sobre los minerales que extrae. Este problema de jurisdicción hace que el asunto sea más complicado. Mientras que el Pueblo Navajo insiste que tiene control sobro todo dentro de los límites exteriores de la reserva, el estado y el gobierno federal al parecer no comparten esta visión.”

Hardeen dice “El otro aspecto que nadie quiere reconocer es el dinero al que la nación Navajo renuncia al no permitir la minería de uranio en sus tierras. El reconoce que existen necesidades no satisfechas en la reserva y que los Navajo necesitan dinero. El Pueblo Navajo tiene planes para abrir su primer casino y … planea construir una planta de energía eléctrica alimentada con carbón entre Shiprock y Farmington. Pero por la herencia negativa del uranio, el Navajo ha decidido no permitir la explotación de este recurso.”

Como los precios del uranio continúan subiendo -una libra del metal está sobre $54 en el mercado de los minerales-, la minería de uranio está en aumento en Colorado y Texas. En Wyoming se está planeando instalar más minas de uranio. Una compañía de Canadá está explorando minas en Utah, y el año pasado la compañía US Bureau of Land Management realizó denuncios mineros en Arizona Strip, la tierra que se encuentra ubicada entre el Gran Cañón y Vermillion Cliffs National Monument. Entonces uno se pregunta: ¿Qué se estará tramando para Nueva México?

En agosto, la compañía canadiense Strathmore Minerals Corporation anunció haber adquirido 51 nuevos denuncios cerca de Church Rock and Crownpoint, y dos minas compradas a Kerr McGee, planificando su reapertura en la Reserva de los Navajos en el Contado McKinley cerca de Church Rock. Según Dave McIntyre, vocero de la “US Nuclear Regulatory Comisión” de los EEUU, ellos han mantenido “conversaciones” con una de las compañías que tiene interés en abrir una mina cerca de la planta de HRI (cerca de la Reserva de los Navajo).

Por su parte, William López no entiende como este nuevo desarrollo minero busca extenderse hacia la Reserva cuando los residentes locales se oponen y los líderes del pueblo Navajo han dicho que no van a permitirlo. “No respetan nuestros recursos, se ignoran las decisiones de la comunidad y la resolución de prohibir la extracción de uranio.” Y agrega, con dificultades de articular lo que piensa podría suceder, “Creo que las compañías de uranio están encontrando otras maneras para conseguir beneficios para ellos – un negocio raro en los ojos de los residentes locales de los Navajo.”

Nota: En la minería tradicional de uranio, el mineral es extraído del suelo, enviado a un molino, donde es procesado en un polvo fino llamado “Yellowcake”. Del molino, el polvo es transportado a una planta de conversión que produce UF6 (hexafluoruro de uranio) para el uso en plantas de energía nuclear.

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