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Huellas en Glenn Rose
Huellas en Mount Vernon
Diez pisadas halladas a algunos kilómetros de Mount Vernon, en 1931, por el doctor Wilbur Burroughs del departamento de geología del Berea College de Kentuky (USA) fueron datadas en 250 millones de años. El estudio con microfotografías muestra que quién o quienes las hicieron eran bípedos que caminaban erguidos.
Huellas en San Luis
Un par de huellas de pie humano adornaban un bloque de caliza situado en la orilla occidental del río Missisipi, en San Luis. En 1816 ó 1817, el bloque fue arrancado por un tal George Rappe y llevado al pueblo de Harmony (hoy New Harmony), en Indiana.
Las huellas tenían 26 centímetros de largo y 10 de ancho en los dedos, y estaban separadas 15.5 centímetros en los talones y 34 en los dedos, informó Henry R.Schoolcraft.
El etnólogo Henry R. Schoolcraft dibujó las huellas humanas encontradas en la caliza de San Luis para ilustrar su informe, publicado en 1822.
Los dedos están muy separados, y el pie plano, como suele ocurrir en los que acostumbran andar descalzos. A pesar de ello, las huellas resultan
sorprendentemente naturales, y muestran todas las impresiones musculares y la curva del talón y los dedos con una precisión y fidelidad que he sido incapaz de reproducir con exactitud en el presente dibujo…
Todas las apariencias llevan a la conclusión de que estas impresiones fueron hechas en una época en que la roca estaba lo bastante blanda para recibirlas por presión, y que las huellas son naturales y auténticas.
En el complejo devenir geológico, esa caliza se endureció hace unos 270 millones de años. Se dice que roca y huellas mostraban los mismos indicios de desgaste y antigüedad.(The A merican Journal of Science and A rts, 1:5: 223-31, 1822
Pisadas humanas en Laetoli
Pisadas humanas de Laetoli, Tanzania. En 1979, Mary Leakey, la esposa de Louis Leakey, uno de los antropólogos más importantes del siglo XX, encontró unas huellas humanas sobre ceniza volcánica en Laetoli (Tanzania). Las pisadas tenían una antigüedad aproximada de 3,6 millones de años y pertenecían a tres individuos. El hallazgo fue examinado por expertos en huellas, antropólogos y otros especialistas que aportaron sus conclusiones documentales al National Geographic y otras revistas científicas. La observación de las imágenes de huellas revela que apenas difieren de las de un ser humano moderno. Sin embargo, es sorprendente que a pesar de que este hallazgo sugiera la existencia del hombre hace millones de años, los científicos han concluido que pertenecen al Australopithecus, pese a que las características de este homínido de hace 4 millones de años no encajaban con las citadas huellas. Mary Leakey, por su parte, dice que las pisadas podrían pertenecer a un simio cuyos pies guardarían un gran parecido con los del ser humano. Si se hubiera tratado de un hallazgo aislado, la hipótesis oficial tendría sentido, pero la existencia de utensilios artificiales localizados también en el periodo precámbrico, contradice su versión. Por tanto, la existencia de objetos que necesitan a un ser inteligente para ser fabricados refuerza la hipótesis de Cremo y Thomson: las pisadas de Laetoli son humanas y se remontan a cientos de millones de años.
Huellas humanas gigantes
Huellas gigantescas, aparentemente de un ser humano, fueron encontradas por un trampero en la zona de los llanos de Alkali y Great White Sands (Nuevo México), en 1931. Un año más tarde, un grupo de cuatro personas, entre ellas O. Fred Arthur, supervisor del Lincoln National Forest, procedió a investigar las huellas, llevando como guía al trampero Ellis Wright.
Encontraron trece huellas que cruzaban lo que queda de una antigua depresión desértica en las estribaciones orientales de los montes San Andrés. A pesar del gran tamaño de las huellas, los investigadores se convencieron de que habían sido hechas por humanos, “porque la impresión era perfecta e incluso estaba claramente marcado el arco”. Las huellas, de forma ovalada, tenían de 40 a 55 centímetros de largo y de 20 a 30 de ancho, con una distancia aproximadamente de metro y medio entre ellas, y una separación de 60 centímetros a lo ancho.
El lugar fue visitado de nuevo en 1972, 1974 y 1981, y se encontraron más huellas. La primera vez que fueron estudiadas se anotó que estaban a una profundidad de 63 milímetros. ¡Pero en 1974 (42 años después) ya estaban a una profundidad de 25 a 39 milímetros!
El peso de aquel ser, al compactar el suelo, había preservado las huellas, mientras que a su alrededor la superficie era erosionada por el viento y la lluvia. En 1981 las huellas sobresalían como pedestales, varios centímetros por encima del suelo del desierto. No cabe duda de que las huellas pertenecen a criaturas vivientes. Se ha sugerido que fueron hechas a mediados del siglo pasado por los camellos del ejército de los Estados Unidos. Una opinión más aceptada es que tienen al menos diez mil años de antigüedad y pertenecen a un camello o mamut nativo ya extinguido.
Pero la separación entre ellas parece sugerir una criatura de dos patas. Las misteriosas huellas han sido protegidas para su posterior estudio por los arqueólogos.
(Informe del Ejército de los Estados Unidos, 1981)
Huellas humanos y dinosaurios
En el río Paluxy, en Texas, existe una cama de piedra caliza que recoge las 134 huellas de algún dinosaurio que camino por allí hace unos 120 o 130 millones de años. Lo impresionante de estas huellas descubiertas en 1908 es que junto a ellas se encontraron otras de ¡un antecesor de los seres humanos!
Una de las huellas del río Paluxy (izq.) es medida por el geólogo Jack W alper, quien la atribuye a un dinosaurio bípedo que arrastraba las patas al caminar.
Huellas de dinosaurio junto a huellas humanas se encuentran en el lecho del río Paluxy, cerca de Glen Rose (Texas). También se admite que hay en ello no poco de fraude. La autenticidad de las huellas de dinosaurio que hay en diversos lugares del curso del río Paluxy no ha sido discutida durante más de 50 años. No obstante, el descubrimiento de huellas de aspecto humano en el mismo estrato rocoso -en uno de los casos una huella humana coincide parcialmente con la de un dinosaurio de tres dedos- es inaceptable para la paleontología ortodoxa, dada su creencia de que esos gigantescos reptiles se extinguieron unos sesenta millones de años antes de la aparición del hombre.
Pero la suposición de fraude se basa en algo más que en el simple deseo de verse libres de una prueba molesta. El rechazo de las huellas humanas de Glen Rose se basa en la admisión de que durante la Depresión algunas personas del lugar hicieron dinero grabando huellas humanas y vendiéndolas junto con las auténticas de dinosaurio. El procedimiento que utilizaban -que incluía el envejecimiento con ácido de la piedra esculpida- fue descrito por el sobrino de uno de los “artistas”. A quienes desean acabar de una vez con esta rara historia, les bastan esas confesiones para dar el caso por cerrado.
Huellas humanos y dinosaurios 2
Huellas humanos y dinosaurios 2
Otras huellas de pies descalzos y zapatos, mezcladas con las de dinosaurios, de 100 millones de años de antigüedad fueron halladas en el valle de Carrizo en el noroeste de Oklahoma.
Huesos de Odesa
Un hallazgo emergió en 1961 en Odesa (Ucrania) gracias a los investigadores T. S. Gritsai e I. J.Yasko. Se trataba de huesos pulidos que tenían un millón de años de antigüedad, pero según los datos oficiales, por entonces nuestros ancestros sólo habían desarrollado herramientas muy rudimentarias. Sin embargo, aquéllas no lo eran, puesto que se trataba de “huesos que debieron ser cortados con instrumentos metálicos con los que se logró cortes milimétricos”, publicó la revista Smena, en donde calificaban como bisturís estos fósiles.
Inscripciones en Hammondsville
En otoño de 1868, en una mina de carbón de Hammondsville, Ohio Estados Unidos de Norteamérica, propiedad de un tal capitán Lassy, uno de sus mineros llamado James Parsons estaba perforando un pozo relativamente cerca de la superficie, cuando de pronto cayó en la excavación bastante polvo de carbón, dejando al descubierto una pared de pizarra, sobre cuya superficie había talladas varias líneas de jeroglíficos. Nadie ha podido decir todavía en qué idioma fueron escritos. Las letras fueron levantadas; la primera línea contiene 25.
Por supuesto que muchas personas acudieron a verlas, entre los que se encontraban algunos profesores que notaron cierto parecido con los jeroglíficos egipcios.
Como la vena carbonífera tenía cuando menos 2.000,000 de años, tales inscripciones debían tener cuando menos esa misma antigüedad.
Pero por desgracia al ponerse en contacto con el aire, las leyendas se oxidaron rápidamente, y cuando los expertos en jeroglíficos, llegaron a tratar de descifrarlas casi no pudieron hacerlo por lo deteriorado en que se encontraban.
Los Jeroglíficos de Abidos
Jeroglíficos en el templo de Adydos, en Egipto, que muestran, de manera muy extraña, un helicóptero, un tanque, un avión de carga y un planeador (?)
Se encontraban escondidos debajo de otro jeroglífico que cayó de la pared.
Las imágenes muestran un relieve que se halla en el templo de Seti I en Abidos. Más de uno ha querido ver en esta fotografía extraños objetos, tales como tanques, helicópteros, aviones, etc. y a partir de esta percepción, se ha llegado a especular, como es costumbre en ciertas esferas, sobre la antigua civilización de los faraones y sus conocimientos técnicos. Nada más lejos de la realidad:
Si observamos con atención la fotografía, y no nos dejamos llevar por una imaginación fantasiosa, veremos que estos relieves son producto de dos inscripciones superpuestas, que, según la posición de la luz y las sombras, nos hacen ver estos pretendidos objetos.
Una de las inscripciones, la de mayor tamaño, pertenece a Setos I y forma parte de su titulación. En concreto, del título nebty (las Dos Señoras) y los textos que aparecen se podrían traducir como: “de fuerte brazo que repele a los enemigos (los nueve arcos)”.
La inscripción que se halla superpuesta, fue modificada por su hijo, Rameses II y también forma parte de la titulación nebty de este faraón, de la cual únicamente se ve la cobra sobre el signo neb. Su traducción podría ser: “Las Dos Señoras. Protector de Egipto, que domina los países extranjeros”.
Tenemos que pensar que los jeroglíficos originales de Seti I, una vez modificados por Rameses II, quedarían ocultos bajo una capa de estuco que posteriormente se pintaría. Con el paso de los años, el estuco y el color se han perdido, mostrándose los signos superpuestos tal como y se ven en la fotografía. Esta práctica era común en todo Egipto, donde un gobernante se apropiaba de monumentos e inscripciones de otro gobernante anterior. Rameses II fue un verdadero especialista en estas costumbres, apropiándose de multitud de monumentos.
Observando atentamente los relieves de los monumentos egipcios se pueden ver, en multitud de lugares, gran cantidad de usurpaciones o rectificaciones de los relieves originales, motivados por cuestiones políticas, religiosas o simplemente porque el artesano encargado de realizar tal o cual relieve, no le había salido según mandaban las normas establecidas.
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