Oopart
Decálogo de Ohio
Otro fascinante descubrimiento arqueológico en Estados Unidos es un antiguo artefacto que lleva una inscripción en hebreo antiguo de los Diez Mandamientos descubiertos en Ohio en 1860, por David Wyrick de Newark, Ohio. La tableta incluye también una escena de un individuo – Moisés – tallado en el frente de la tableta con considerable detalle, sosteniendo las tablas de los Diez Mandamientos. Este artefacto fue descubierto en un túmulo antiguo.
Disco de Nebra
El Escudo de Sangerhausen o Disco de Nebra, es un objeto al que ha rodeado el misterio desde su descubrimiento, en 1999. El disco fue hallado en el monte Mittelberg de la región alemana de Sajonia Anhalt. La pieza fue descubierta por buscadores de antigüedades clandestinos, y recuperada en el 2002 por Dr. Harald Meller, en una operación que llevó a la cárcel a los expoliadores.
Tras estos hechos, los estudios sobre el disco han demostrado su autenticidad y han dado un cambio de rumbo a la idea que se tenía sobre los conocimientos cosmológicos de los pobladores centroeuropeos hace 3600 años, que es la época en la que se ha datado el disco de Nebra.
El objeto en cuestión es un disco de bronce casi redondo, de unos 32 centímetros de diámetro y unos 2 kilos de peso. Su superficie está decorada con motivos en oro, que representan la cúpula nocturna y donde se puede encontrar la luna, las estrellas, un astro circular que puede ser representación del sol o de la luna en fase de eclipse y un grupo de estrellas, en las que claramente se pueden ver las Pléyades, (curiosamente representadas prácticamente igual que en una casilla de el disco de Festos). También está representado un barco y en el margen, dos arcos sobrepuestos posteriormente.
El disco de Nebra es la representación más antigua conocida de una imagen cosmológica concreta.
Según el astrónomo Rahlf Hansen, con el disco de Nebra se podía saber en qué estación del año se estaba, independientemente del punto del planeta en el que se estuviese. Teniendo en cuenta de que todavía no existían os calendarios tal y como los conocemos ahora.
Actualmente el disco se encuentra en el museo arqueológico de Sajonia Anhalt, y todavía siguen los estudios e investigaciones sobre su enigmático pasado.
Descripción del disco celeste
Disco de Nebra, interpretado según Escacena (201112, 165-166 y fig. 14).
Tiene un diámetro de 31 por 32 cm y un grosor que aumenta desde el exterior hasta el interior, desde 1,5 mm a 4,5 mm. Está arqueado y es ligeramente cóncavo. Pesa 2050 g. No se sabe cuál era su color original pues al cabo de 3600 años de estar enterrado ha adquirido una coloración verdosa a causa del revestimiento del carbonato de cobre. Se encontró en el suelo, en posición vertical y con su anverso orientado hacia el norte.
El estudio hecho sobre el disco celeste encontrado vino a demostrar que no era exactamente el originario, sino que sobre este se habían hecho una serie de modificaciones a lo largo de los años con arreglo a los conocimientos y quizás también a su uso. Se han podido constatar hasta cuatro fases:
- Incrustación de un disco solar, más una luna creciente, más 32 estrellas.
- Incrustación de disco solar, más luna creciente, más 30 estrellas, más dos arcos en el horizonte orientados este-oeste.
- Incrustación de 30 estrellas, más luna creciente, más disco solar, más una nave entre los dos arcos del horizonte.
- El mismo disco que el anterior, con la variante de las perforaciones del borde. Son 38 taladros, realizados desde el anverso y distribuidos en espacios regulares, lo que podría suponer un intento de periodización. Puede verse muy bien en el anverso el martilleo que tuvo lugar para hacer los agujeros. Estos taladros vienen a demostrar que el uso del disco también sufrió diversas modificaciones.
Estado original: a la izquierda el sol, o la luna llena, a la derecha el cuarto creciente, en la parte de arriba, entre las lunas, se encuentran las Pléyades (Todas las representaciones están simplificadas).
Segundo estado: se completa con los arcos del horizonte que representan la salida y la puesta del sol. Para colocar los arcos, se desplazan algunas estrellas, y algunas otras quedan tapadas.
Tercer estado: completada con la barca solar.
Estado actual: el arco del horizonte de la izquierda ya faltaba cuando se enterró el disco, los agujeros del borde ya existían. Las muescas en la parte superior izquierda y el deterioro del sol, o la luna llena, fueron causadas por los excavadores.
El tema de dicha interpretación se basa, pues, en suposiciones y especulaciones con las que muchos astrónomos y profesores no están de acuerdo. En lo que sí están todos de acuerdo es en señalar que el disco de Nebra es un objeto precioso que debió tener un gran valor decorativo y ritual.
Su fama aumentó y llevó a una gran solicitud de visitas para verlo y estudiarlo, por lo que se construyó un centro al efecto.
El Centro de Visitantes del Disco cerca de Nebra.
6 septiembre 2020
Nueva datación del Disco celeste de Nebra
Esto hace que todas las interpretaciones astronómicas anteriores sean obsoletas.
Hasta ahora, se consideraba que el disco celeste de Nebra pertenecía a la Edad del Bronce Antiguo y, por lo tanto, era la representación más antigua del cosmos.
Los arqueólogos de la Universidad Goethe de Frankfurt y la Universidad Ludwig-Maximilian en Munich han vuelto a analizar los datos sobre el sitio del descubrimiento y las circunstancias del hallazgo. Sus conclusiones son que el disco debe estar fechado en la Edad del Hierro, por lo que es unos 1.000 años más joven de lo que se suponía anteriormente. Esto hace que todas las interpretaciones astronómicas anteriores sean obsoletas.
Un nuevo análisis del disco
Rupert Gebhard, director del Archäologischen Staatssammlung de Múnich, y el profesor Rüdiger Krause de Prehistoria e Historia de Europa Temprana en la Universidad Goethe de Frankfurt, han analizado de nuevo en profundidad las circunstancias del descubrimiento y los resultados de la investigación que se hicieron sobre el disco celeste de Nebra.
Su conclusión: el lugar aceptado hasta hoy de su hallazgo, y que fue investigado en excavaciones posteriores es muy probable que no sea el sitio de descubrimiento de los saqueadores. Además, no hay pruebas convincentes de que las espadas, hachas y brazaletes de la Edad del Bronce formen un conjunto de orígenes comunes. Por esta razón, se debe asumir que este no es un depósito típico de la Edad del Bronce y que el disco no se encontró junto con los otros objetos en su estado original en el sitio de excavación.
Según los arqueólogos, esto significa que el disco debe investigarse y evaluarse como un hallazgo individual.
Cultural y estilísticamente, el disco celeste no puede encajar en el mundo de la Edad del Bronce Antiguo, principios del segundo milenio a.C. Por el contrario, se pueden hacer referencias más claras al mundo de motivos de la Edad de Hierro del primer milenio a C.
Según Gebhard y Krause, sobre la base de una situación de datos divergentes y sobre la base de esta nueva evaluación, todas las conclusiones histórico-culturales anteriores, a veces de gran alcance, deben discutirse de nuevo y con una mente abierta. El disco debe interpretarse y evaluarse en contextos diferentes a los anteriores.
El disco de Sabu
En la primera planta del Museo Egipcio de El Cairo y entre dos salas muy próximas a la Sala de las Momias, uno no puede por menos que pararse sorprendido al ver en una pequeña vitrina, aunque no sin cierta dificultad por los reflejos de la luz sobre el cristal que lo cubre, un objeto solitario parecido a una rueda o disco de piedra.
Este extraño objeto al que nos referimos ha desconcertado y sigue desconcertando a todos los egiptólogos que han tenido ocasión de estudiarlo detenidamente. El primero de ellos fue su descubridor, Brian Walter Emery, uno de los egiptólogos más importantes del Siglo XX, autor de un clásico de la egiptología, Egipto Arcaico, 1.961, que sigue constituyendo, después de muchos años, un claro referente bibliográfico para el estudio y comprensión de los orígenes de la Antigua Civilización Egipcia.
Realizando unas excavaciones en el año 1.936, en la zona arqueológica de Sakkara, fue descubierta la Tumba del Príncipe Sabu, hijo del faraón Adjuib, gobernante de la I Dinastía (3.000 a.C.). Entre los utensilios del ajuar funerario que fueron extraídos, a B. Walter Emery le llamó poderosamente la atención un objeto que definió inicialmente en su informe Las Grandes Tumbas de la I Dinastía como: “…un recipiente con forma de tazón de esquisto…“. Años más tarde, en su obra citada con anterioridad, Egipto Arcaico, hacía un comentario que viene a resumir perfectamente la realidad y situación de este incómodo “cachibache”: “...no se ha conseguido ninguna explicación satisfactoria sobre el curioso diseño de este objeto…“.
Frontal y horizontalmente, este objeto de 5.000 años no deja de recordarnos a una de nuestras modernas piezas empleadas en la industria tecnológica.
Este objeto al que se refería B. Walter Emery en sus informes, tiene 61 centímetros de diámetros, y 10,6 centímetros de altura en la zona central. Está fabricado en esquisto, una roca muy quebradiza y frágil, que requiere un tallado muy laborioso. Su forma se asemeja a la de un plato o volante de coche cóncavo, con una especie de tres cortes o palas curvas que recuerdan a la hélice de un barco, y en el centro de ésta, un orificio con un reborde que sobresale como si fuera el receptor de algún eje de una rueda o de algún otro mecanismo desconocido, dispuesto para girar.
Como bien es sabido por todos, la postura que mantiene la egiptología oficial respecto a la aparición y uso de la rueda por parte de los antiguos egipcios, es muy clara y no deja lugar a ninguna duda. Su introducción en Egipto, nos aseguran, fue debida a la invasión de los Hicsos al final del Imperio Medio, 1.640 a.C., que la utilizaron, entre otras cosas, en sus carros de guerra, y que era conocida también en ese momento por otros muchos pueblos de Oriente Medio. La pregunta entonces es inevitable: si no es una rueda, ¿qué es el extraño objeto que apareció en la Tumba de un príncipe de la I Dinastía, 1.400 años antes de la invasión de los Hicsos?
A pesar de la complejidad de este problema, el tema se agudiza aún más a raíz de los estudios técnicos que diferentes investigadores han llevado acabo, impulsados por el sorprendente y extraño diseño de este artilugio.
La disposición de su diseño indica claramente que algún tipo de eje atravesaba este enigmático objeto por el orificio situado en su zona central.
De hecho, esta rueda de esquisto apareció en la Tumba del Príncipe Sabu, junto con otros extraños objetos de cobre, prácticamente el único metal que conocían los egipcios en aquella época. La duda nos asalta al pensar cómo pudieron diseñar un objeto tan delicado y tan complejo estructuralmente, hace más de 5.000 años.
Una estructura que en el caso de sus tres extraños cortes o palas curvas, nos induce a pensar casi inmediatamente en la utilización de este objeto en un medio líquido. Este detalle, junto al orificio sobresaliente en la parte central, nos hace sospechar también que este objeto sólo sea una pequeña parte de algún mecanismo más complejo, y que se salvó gracias a una reproducción en piedra que por alguna desconocida razón, realizó un artista, con unas no menos desconocidas herramientas.
Pero…, ¿qué mecanismos existían hace 5.000 años en el Valle del Nilo?
Dentro de la típica política de los arqueólogos y egiptólogos oficialistas, este objeto no es más que una bandeja o el pedestal de algún candelabro, con un diseño producto de la “siempre recurrida casualidad”. Sea lo que sea, este objeto encontrado en una tumba de Sakkara con una edad que como mínimo alcanza los 5.000 años, sigue constituyendo uno de los misterios mejor guardados que se pueden encontrar.
Desde 1936, no se han hecho más esfuerzos por desentrañar el enigma del objeto. Pero su posible función se nos ocurrió de repente en 1976, al leer en una revista técnica algunas cosas acerca de los diseños revolucionarios de volantes que se estaban desarrollando en California en colaboración con el programa espacial norteamericano. El volante, sujeto al eje rotatorio de una máquina o un motor, se viene usando desde hace al menos dos siglos para regular la velocidad de una maquinaria, así como para acumular energía para un empuje simple, como en una prensa metálica (o, más recientemente, en la aviación).
Como norma, los volantes han de tener los bordes pesados, puesto que la energía se almacena en la circunferencia de la rueda. Pero en la década de 1970, los ingenieros de la Lockheed Missile & Space Company idearon un diseño opuesto, una rueda de bordes ligeros, que afirmaban que era más adecuada para ahorrar energía en trenes de transporte de masas o almacenar energía en trolebuses propulsados eléctricamente. La Airesearch Manufacturing Company prosiguió con las investigaciones; el modelo que desarrollaron -pero que nunca se llegó a perfeccionar- debía estar encerrado herméticamente en el interior de una carcasa llena de lubricante. Que ese revolucionario volante se parezca a un objeto de 5.000 años de antigüedad descubierto en Egipto no resulta tan sorprendente como el hecho de que el perfeccionado objeto del 3100 a.C. ¡se parezca a una pieza de equipamiento que todavía tenían en fase de desarrollo los ingenieros espaciales en el 1978 d.C.!
Detalles técnicos curiosos que pasan desapercibidos a primera vista, como lo son estas pequeñas estrías, hacen más peculiar a este curios objeto
Dodecahedron Romano.
Datan de entre el año 200 al 400 y se han encontrado por casi toda Europa. Su tamaño va de 4 a 11 cm., la mayoría estaban fabricados en bronce aunque también los había de piedra y no se tiene ni remota idea de para que valían. Entre varias hipótesis se dice que podían ser una especie de vela, llenando el centro de cera y con mechas en los agujeros. O tal vez para colocar pequeñas velas o flores. También podía ser algún instrumento de medida agrario o un instrumento de nivelación o simplemente para algún juego o como un tipo de dado que se lanzaba.
Se ha dicho de ellos que son un arma de guerra, una palmatoria, un juguete infantil, un instrumento astronómico y un símbolo religioso – por nombrar solo alguno de sus usos. ¿Pero, qué es en realidad este misterioso objeto?
Hay libros y sitios web dedicados a su identificación, disertaciones centradas en descubrir la verdad, libros y estudios dedicados a discutir cuál es su función. Incluso puedes hacerte seguidor de ellos en Facebook.
Sin embargo, su uso sigue siendo un misterio, sobre todo porque los romanos, que habitualmente llevaban meticulosas cuentas, no hacen mención de ellos en los registros. Y el hecho de que su tamaño varíe desde los 4 hasta los 11 cm, y que posean una especie de botones o protuberancias decorativas, solo consigue hacer más difícil la identificación de su función.
El “Enigmalito” de Williams
Lugar: Oculto por el autor del hallazgo (Norteamérica)
Fecha: año 1998
Condiciones del hallazgo: El “Enigmalito” o “Petradox” de John J. Williams fue descubierto, según su actual propietario, durante una excursión realizada en un lugar semidesértico de Norteamérica, alejado de asentamientos humanos, complejos industriales, aeropuertos, fábricas electrónicas o plantas nucleares.
El artefacto presenta la apariencia indiscutible de un componente electrónico encajado en una pequeña piedra de granito natural sólido compuesta de cuarzo y feldespato (incluyendo pequeñísimos porcentajes de mica)
La actitud de reserva del paradero del hallazgo, la puesta en venta del artefacto y las teorías en torno al carácter ufológico del objeto, han llevado a que muchas personas del ámbito científico catalogaran al descubrimiento como un “timo” destinado a procurar la fama y fortuna de su propietario. No obstante, el Petradox se encuentra actualmente a disposición de cualquier investigador que procure analizarlo con fines científicos.
Las razones que alega Williams para no dar a conocer el punto donde fue localizado el enigmático objeto se apoyan en su convencimiento de que allí se encontrarían ocultos muchos más vestigios de estas mismas características, y desea protegerlos con una eventual declaración de protección por parte de las autoridades para el emplazamiento, una vez que la ciencia acepte la autenticidad de la pieza. Solo entonces aceptaria señalar el lugar del hallazgo.
El extraño objeto está incrustado en la piedra y recuerda a primera vista a un pequeño enchufe eléctrico de tres patas o pins. La roca que recubre este “aparente enchufe” es según los primeros análisis de granito poroso, cuarzo y mica. Las tres pequeñas patas metálicas, de unos 3 milímetros de largo, se encuentran localizadas sobre una matriz de cara esférica de 8 milímetros de diámetro, compuesta del agún material blanquecino distinto al de la roca y semejante a la cerámica.
Algunos de los análisis efectuados con rayos X ha demostrado que, hacia el interior de esta piedra de 6,1 cm. de largo por 3,8 cm. de ancho y 2,2 cm. de alto, el objeto se extiende en una compleja estructura dentro de una cavidad aún más profunda de formas marcadamente redondeadas.
El componente electrónico embutido en la piedra granítica no presenta rastros de haber sido pegado o soldado de ninguna forma conocida actualmente, por lo que se deduce que el objeto ya existía en el momento en que tuvo lugar la formación de la roca. El análisis geológico posterior de la roca estimó que ésta posee unos 100.000 años de antigüedad, lo que resulta técnicamente imposible desde el punto de vista cronológico evolutivo aceptado actualmente.
El instrumento atrapado en el Petradox ha sido comparado por algunos de los investigadores como un conector electrónico tipo XLR o algún tipo de conector similar. Presenta una atracción magnética débil y las pruebas de continuidad eléctrica muestran una resistencia cercana a la de un circuito abierto. Sus tres “pins” parecen estar compuestos de algún tipo de metal, y la matriz inserta en la piedra ha sido identificada como cerámica u otro material parecido. Se descarta totalmente que está pieza de 8 milímetros de diámetro haya sido fabricada en madera, plástico, caucho, metal o algún material símil a estos.
Los análisis efectuados mediante rayos X potentes (los de uso corriente no han mostrado efecto sobre la roca) delatan que la matriz del componente se prolonga en una confusa estructura interna que incluye una cavidad.
Pese al marcado escepticismo que las distintas instituciones científicas mexicanas han demostrado ante el hallazgo de Williams, hasta el momento ninguna persona ha podido comprobar que el artefacto incrustado en la piedra no sea una autentica “imposibilidad” en la historia evolutiva humana, o producto de la ciencia humana actual. Analizar y validar científicamente la posibilidad de que un componente electrónico hecho por el hombre pudiera haber sido atrapado durante la solidificación de una roca hace aproximadamente unos 100.000, podría resultar en el desenmascaramiento de una broma pesada o en, simplemente, cambiar de una forma radical nuestra comprensión de la historia humana y la tecnología existente sobre el planeta en épocas remotas.
Las esculturas Dogu
Las esculturas Dogu, (descubiertas por A.P. Kazantzev en la Región Tohoku, de la isla Honshu, Japón) fueron realizadas por un pueblo del neolítico Japonés llamado JOMON, hace 7.000 años AC, siendo las primeras personas sobre la tierra, que manejaron la arcilla y convertirla en cerámica.
Según los datos del carbono 14, debemos retroceder de 12.000 a 14.000 años, para situarnos en la época de la que proviene la primera escultura Dogu.
Las esculturas Dogu son realmente únicas. No hay otras figuras como ellas en el mundo antiguo, no se parecen a ningún otro objeto aparecido en la tierra.
La historia comienza al descubrirse la primera de estas figuras hace más de 100 años. Desde entonces, los expertos las han llamado, objetos Sexuales, pinturas para entierros, etc.
Desde un punto de vista menos racional el atuendo con el que van vestidas las estatuas parece ser un traje de buzo o, incluso espacial. Mirando fijamente, y comparando las figuras con un astronauta en su moderno traje espacial, se pueden encontrar más de 20 puntos de semejanza, incluyendo gafas protectoras, remaches, puños de goma, mandos en el pecho, correas de seguridad, luces de comunicación, auriculares, etc
Los Kappa, son seres mitológicos populares Japoneses, aún actualmente se cuentan historias sobre ellos. Según la mitología, estas criaturas vivían bajo el agua, en una ciudad artificial que trajeron con ellos, tenían los pies palmeados, y volaban alrededor de la Tierra con sus naves.
Los Kappa, tenían una pequeña calva circular en la coronilla (al igual que lucen algunos monjes) y a menudo, venían a la Tierra y instruían a los habitantes del país en varias artes avanzadas. Hay una creencia sobre las leyendas SHINTO, las cuales cuentan que el primer emperador fue producto de la relación de un Dios del cielo, con un humano.
Los dogu son unas pequeñas estatuas de arcilla con raras cabezas, ojos como de insecto y torsos marcados por intrincados diseños de puntos y rayas. Algunas personas piensan que representan a los dioses japoneses de la fertilidad. No obstante, según Vaughn Greene, autor del libro Astronauts of Ancient Japan, estos artefactos de hecho representan a visitantes de otro planeta,Greene señala, por ejemplo, que las unidades de pecho para el control del equipo de la EMU se encuentran aproximadamente en el mismo lugar que unos botones circulares en el pecho del dogu, los cuales probablemente servían para manejar los sistemas vitales del traje espacial dogu, afirma, al igual que en la EMU Asimismo, las rayas que rodean los botones dogu implemente equivalen a marcadores para graduar la cantidad de agua u oxígeno administrada a la persona dentro del traje espacial. Con base en un abultamiento sobre el diafragma del dogu, Greene desarrolla la teoría de que el traje espacial dogu venia en dos partes separadas, al igual que la EMU.
Un científico de la NASA apunta que una civilización muy avanzada y parecida a la humana probablemente diseñaría trajes espaciales mucho más sofisticados que aquellos que según Greene se encuentran en el dogu. Greene sugiere que si nuestro traje espacial nos pudo llevar a la Luna, también nos llevaría a otro planeta. Diez mil años antes de la era cristiana, los habitantes del archipiélago oriental habían desarrollado el arte de la cerámica, que sólo surgiría en la “horquilla de la civilización”, al oeste de Asia, tres mil años después. Motivo para decir “¡banzai!”, que significa justamente “diez mil años”. Tales cerámicas antiquísimas marcan el Jomon Jidai, una clasificación propia de la arqueología nipona. La palabra jidai se haría más conocida en una corrupción creada por el cineasta George Lucas, en la serie “Star Wars”. Con sus caballeros espaciales de rígidos códigos de honor, Lucas se inspiró en los “jidai geki”, romances de época japoneses que hablaban de los samuráis. De ahí sus caballeros jedi. La idea de dioses astronautas antecede en décadas a su más conocido promotor, el hotelero suizo Erich von Däniken. Podemos localizar la asociación de las estatuillas dogu japonesas con “escafandras espaciales” en fechas más tempranas en un artículo de Viatcheslaw Zaitsev publicado en la revista soviética “Spoutnik” en junio de 1967. Ese artículo es también el origen del fraude de la figura rupestre de “Fergana” y también uno de los principales vehículos en la génesis de la leyenda de los “dropas”.Curiosamente, los trajes espaciales reales nunca fueron muy semejantes a las estatuillas dogu. Construidos de partes flexibles, como una ropa de muchas capas, no se parecen a las formas aparentemente rígidas y redondas que pueden ser vistas en las estatuillas japonesas. Las ropas de astronauta que conocemos tienen algo muy común: dobleces y pliegues. Todavía más curioso es que los trajes espaciales futuros bien pueden volverse más semejantes a las figuras de barro con miles de años a cuestas. Ese cambio no es solamente estético. Los trajes del futuro pueden tener revestimientos completamente rígidos, de articulaciones sofisticadas, garantizando una mayor protección para los hombres y mujeres que pisarán Marte. Son efectivamente armaduras. La semejanza entre tales conceptos de trajes y las figuras japonesas es notable, considerando que el prototipo AX-5 fue realizado en 1985, décadas después del artículo de Zaitsev……..
Esfera de Jacksonville o Bola Betz
En el año 1974, una familia de la ciudad de Jacksonville – Florida, EEUU, descubrió un artefacto que desafió todos los intentos realizados por clasificarla.
Según una noticia de Prensa Asociada del 12 de abril de 1974, Antoine Betz y su esposa Gerri encontraron un objeto de forma esférica que pesaba unos 9 kilogramos y cuyas dimensiones eran menores que las de una bola de bowling. El extraño artefacto parecía estar hecho de un metal altamente pulido y fue encontrado en la mitad del patio delantero de la casa de los Betz.
La “bola Betz”, como se le llegaría a conocer, era capaz de realizar proezas verdaderamente asombrosas, como rodar hacia un lugar determinado por su propia cuenta y regresar a la persona que la había hecho rodar; vibraba y zumbaba como respuesta a los acordes de una guitarra.
El interés por la esfera la convirtió en la sensación del momento, llegando a atraer la curiosidad de la Marina de Guerra de EEUU, que la pidió prestada a los Betz para someterla a una serie de pruebas.
Los escépticos no demoraron en hacer conocer sus críticas, alegando que la milagrosa esfera de metal no era más que una válvula de retención de una fábrica de papel, y la curiosidad del público se extinguió después de dicha aseveración.
Sin embargo, el investigador Bill Baker llegó a establecer que la “bola Betz” era tan increíble como se había pensado originalmente. Presentando los datos producidos por las pruebas oficiales, Baker comprobó que el objeto parecía albergar cuatro objetos distintos en su interior y que contaba con tres polos magnéticos no lineales: una anomalía científica. Si se le golpeaba con un martillo, el objeto producía sonidos como una campana; si se le colocaba sobre una mesa de vidrio, el objeto parecía ir “en busca” de la orilla de la mesa para luego alejarse de ella; si se inclinaba la superficie de vidrio, el objeto se desplazaba -asombrosamente- en el sentido contrario.
La especulación sobre la verdadera naturaleza del objeto misterioso iba desde una sonda alienígena hasta un dispositivo antigravitatorio extraído de un OVNI derribado…
Este fue el caso más famoso, ya que el tabloide National Enquirer le otorgó el premio Ribbon Blue, máximo galardón para el mejor caso OVNI anual.
La esfera fue presentada en público en el congreso ufológico de Nueva Orleáns. Se decía que si alguien tocaba la guitarra cerca, el objeto despedía sonidos metálicos. Si alguien se alejaba corriendo, la bola lo perseguía. Y si se colocaba en un plano inclinado, no caía.
Desafortunadamente para los organizadores del congreso, la bola se comportó como una vedette y no quiso mostrar ninguna de sus facultades histriónicas delante del público.
Esfera negra de Ucrania
La esfera negra de Ucrania es posiblemente uno de los objetos más inquietantes de entre todos aquellos catalogados como Ooparts. ¿Una fuente agotada de energía de procedencia extraterrestre? ¿Un artefacto de antimateria para fines desconocidos? ¿Un aparato para comunicaciones extrasensoriales del pasado?… Las teorías que se plantean son muchas y diversas ante esta pequeña esfera de colores negruzcos que fue encontrada en una mina de arcilla, en el año 1975, en las solitarias y frías tierras de Ucrania.
La esfera ovoide, fue hallada por un trabajador en una cantera de arcilla al oeste de Ucrania, a unos 8 metros de profundidad y en unos estratos datados de hace unos 10 millones de años. El hombre le dio un golpe para partirla y ver su interior, pero tan solo resquebrajó un poco la superficie. El interior parecía estar compuesto de una especie de cristal oscuro. Sin darle demasiada importancia al hallazgo, se lo regaló a su hijo a modo de juguete. El niño, tiempo después y perdido también el interés, lo dejó olvidado en el colegio donde un profesor lo encontró y lo llevó al museo de la localidad, donde se olvidó durante varios años, hasta que el profesor Boris Nikolayevich Naumenko, miembro del Instituto de Física de la Tierra de la Academia Rusa de las Ciencias, reparó en él e intuyó que aquella piedra era algo fuera de lo común.
De la mano de Naumenko, dos auténticas instituciones científicas: el doctor Menkov, del Instituto de Física de Moscú, y su colega Valentín Fomenko, de la Asociación Industrial y Científica “Soyuz”, se hicieron cargo de la investigación de este enigmático objeto.
Datos sobre la investigación:
La esfera tiene forma ovoide, el eje de simetría mide 8,75 centímetros, y el diámetro perpendicular de mayor longitud es de 8,47 centímetros. Su peso es de 617,22 gramos. Su densidad, de 1,934 gramos/centímetro cúbico es inferior a la del cristal, el cuarzo o la obsidiana.
Los estudios geológicos de antigüedad y el estudio de los estratos donde fue encontrada, dataron la piedra en una época cercana a los 10 millones de años de antigüedad.
El doctor Formenko llevó a cabo, con una unidad industrial de rayos X RUP 150/300, una radiografía de la esfera, comprobando que el núcleo, semejante a medio huevo, poseía una densidad menor que cero, es decir, se trataba de una masa negativa. ¿Estaban ante la primera muestra de antimateria de la historia?
Durante muchos años, decenas científicos han intentado crear de forma artificial núcleos de antimateria en laboratorios, pero nadie lo ha conseguido hasta el momento.
Los datos antes expuestos, unidos a que su supuesta antigüedad, están muy lejos del alcance de cualquier actividad humana, deja abierta la posibilidad de que fuera construida por una civilización desconocida hasta la fecha.
Obviamente, si se especula con la probabilidad de que la masa del núcleo sea negativa, los doctores rusos han llegado a plantear la hipótesis de que se trate de un depósito de antimateria, empleado –siempre hipotéticamente– como una fuente de energía.
La piedra se sigue estudiando, aunque por el momento, nadie se atreve a dar un veredicto sobre su procedencia o el posible uso que se le diera a este objeto. Todo son suposiciones ante una muestra más, bastante clara, de que hace millones de años, otras civilizaciones caminaban por nuestro planeta.
Y si en realidad estamos ante un depósito de antimateria… ¿Se podría volver a reactivar en algún momento?… o lo que es más inquietante, ¿Qué sucedería en este caso? Podría tratarse de un agujero negro que por motivos desconocidos se desactivó, o es posible que fuese dejado a propósito en este planeta con motivos oscuros y desconocidos. Todo un cúmulo de dudas y preguntas, todavía sin respuesta.
Las esferas de Nueva Zelanda
Unos meses después, en abril de 1972 habían caído en la localidad de Ashburton, Canterbury, South Island, Nueva Zelanda, cuatro esferas metálicas con letras del alfabeto cirílico. Por eso los periodistas dijeron que pertenecían a un satélite artificial de los soviéticos. (Casos 92 a 95)
A la 1 de la mañana del 3 de abril, se escuchó una fuerte explosión. Horas después aparecieron desperdigadas en un radio de unos 16 kilómetros una de la otra, cuatro bolas de una aleación de titanio. Las esferas pesaban unos 13.6 kilogramos y medían unos 38 centímetros de diámetro. Dejaron unos huecos quemados, pero nadie resultó herido.
Las esferas fueron encontradas por varios granjeros de la localidad. Uno de ellos, John Lindores, se sorprendió al encontrar dos de las bolas en su potrero. Cuando las encontró pensó que alguien le estaba jugando una broma. Avisó a sus vecinos y alguien dijo que podrían ser radiactivas. Luego llamaron a la policía.
Un tercer objeto esférico cayó en un club hípico.
Se ordenó a los guardias rurales que estuvieran alertas por si aparecían más, para tratar de recuperarlas. Después de varios días de una búsqueda infructuosa, finalmente el 8 de abril el guardia rural Jack McClure, al realizar un patrullaje por esa zona desértica, encontró una y la entregó a las autoridades.
Se dijo que el 23 de junio de 1972 se encontró otra esfera en Nueva Zelanda. Esta mostraba una abertura en uno de sus lados. Algunos ufólogos, incluyendo el mexicano Jaspersen, dijeron que fueron casi 50 las esferas que cayeron en Nueva Zelanda, cubriendo un radio de unos 80 kilómetros. Se dijo que estaban fabricadas de Cadmio, Bario, Remio (sic) y Níquel. (Caso 96)
Seguramente estas esferas sí eran extraterrestres, ya que estaban construidas con Remio, un elemento que pertenece a la familia de la Krypyonita y del elemento 115 de Bob Lazar, de los que nunca se ha sabido que existan en estado natural en la Tierra. ¿O acaso se trataba de otro de los vocablos pseudocientíficos a los que nos tienen acostumbrados los ufólogos?
En ese mismo año, sólo que el 28 de junio y a 90 kilómetros de distancia de donde se encontró la primera esfera, unos granjeros hallaron otra igual. Esta fue encontrada en Hakataramea Valley, South Canterbury. (Caso 97)
Originalmente The New Zealand Joint Intelligence Bureau clasificó los hallazgos en el nivel “Restricted”.
Pesaba cinco kilogramos y medía 15 pulgadas de diámetro.
El 12 de julio se encontró la última esfera muy cerca del pueblo de Muloorina o Mullorina (Nueva Gales del Sur). Esta última medía 6 pulgadas de diámetro y pesaba tres kilogramos. Presentaba un orificio de una media pulgada (aproximadamente 12 milímetros). Había una oquedad recubierta con una delgada capa de plomo. (Caso 98)
En 2002 el gobierno de Nueva Zelanda desclasificó la información sobre las esferas caídas en Canterbury en 1972. Desde la caída se había sospechado que pertenecían a la Unión Soviética. Los archivos del Ministry of Foreign Affairs recientemente desclasificados contienen la correspondencia girada entre las autoridades de Nueva Zelanda, la Unión Soviética y los Estados Unidos. The New Zealand Herald publicó parte del reporte de investigación ya desclasificado. Los documentos dicen que las bolas fueron analizadas por los científicos de Nueva Zelanda. Estos científicos encontraron que las esferas eran de origen soviético.
La correspondencia de Sir Keith Holyoake, entonces Ministro de Asuntos Exteriores, concluía que eran, probablemente, recipientes de gas a presión del tipo usado en los cohetes y vehículos espaciales.
De acuerdo con Graeme Beere, antiguo consejero del Ministro de Defensa de Nueva Zelanda, las legislaciones, local e internacional, indicaban que los restos espaciales deberían regresarse a sus legítimos dueños.
En efecto, el Artículo 5 del Agreement on the Rescue of Astronauts, the Return of Astronauts and the Return of Objects Launched into Outer Space, un tratado internacional, indicaba que cualquier acontecimiento de este tipo debía ser reportado al Secretario General de la ONU. Pero Sir Holyoake dijo que los soviéticos formalmente habían negado la propiedad.
Un reporte de la división de tecnología extranjera del US Air Forces Systems Command indicaba que las esferas pertenecían uno de los cohetes que intentaron colocar en órbita la cápsula no tripulada Venus 9. Este intento falló. El 31 de marzo de 1972 la nave se partió en 4 pedazos, dos de los cuales permanecieron en una órbita baja, para finalmente caer a la Tierra. Luego el aparato fue renombrado como Cosmos 428.
Mientras las dos superpotencias discutían la propiedad del objeto, el Club de Ponis de Ashburton solicitó al Gobierno Neocelandés que retirara la pieza debido a que pronto tendrían una competencia.
Como los soviéticos negaron cualquier relación, los objetos quedaron en propiedad de los granjeros que las habían encontrado.
John Lindores, por ejemplo, la mantuvo en exhibición en su sala, pero luego la guardó en un closet cuando pasó la novedad, para finalmente donarla a Jim Chivers, curador del Museo de Aviación de Ashburton, cuando se mudó y vendió su granja.
Esferas de piedra de Costa Rica
Esfera de piedra en el Museo Nacional de Costa Rica, parte fundamental de la arqueología nacional.
Las Esferas de piedra de Costa Rica son un grupo de más de quinientas petrosferas ubicadas principalmente en el sur de Costa Rica en la llanura aluvial del Delta del Diquís (confluencia del Río Sierpe y Río Grande de Térraba), Península de Osa y en la Isla del Caño. Las esferas son conocidas localmente como “Las bolas de Costa Rica”. Como conjunto se consideran únicas en el mundo por su número, tamaño, perfección, formación de esquemas organizados y abstracción ajena a modelos naturales.
Descripción
Las dimensiones de las esferas oscilan en un rango de los 10 centímetros hasta los 2,57 metros de diámetro y su peso llega a superar las 16 toneladas. La mayoría están hechas en piedras duras como granodiorita, gabros y algunas pocas en caliza. Los arqueólogos a través de la estratigrafía de su emplazamiento y de otros objetos encontrados en su cercanía, estiman que las piedras fueron ubicadas por los indígenas de la zona entre el 300 A.C y 300 D.C., pero su trabajo escultórico científicamente no ha podido ser datado aún. También se han encontrado junto a cerámica del tipo “polícroma de Buenos Aires” (1000 a 1500 A.C.) y se ha establecido que la zona estuvo habitada desde hace al menos 8000 años. Han sido descubiertos 34 sitios arqueológicos, desde el Delta del Diquís en el sur, la Isla del Caño a 17 kilómetros de la costa, llanuras atlánticas hasta en Papagayo, Golfo de Nicoya a 300 kilómetros al norte del Delta del Diquís. Hoy cientos de estas esferas pequeñas se encuentran en colecciones privadas y museos dispersos por el mundo.
Historia
La primera incursión española en la zona data de 1516, cuando Hernán Ponce y Bartolomé Hurtado partieron de la península de Asuero en Panamá hasta las costas del Delta. Luego en 1522 Gil González Dávila junto a su piloto Andrés Niño, navegó desde el Golfo de Chiriquí hasta el mismo Delta del Diquís. Con un grupo de exploradores, Gil González marchó por tierra hasta la zona conocida hoy con el nombre de Palmar, no sin antes tomar por asalto la villa del Cacique Coto ubicada en las cercanías del río que hoy lleva su nombre. A ninguno reportó como llamativo nada más que el abundante oro que usaban “los salvajes” de la zona. Cuando el “conquistador” español Juan Vázquez de Coronado en el año 1563 estuvo en el Valle del Diquís, reportó al Rey Felipe con carta fechada el 2 de julio de ese año, en detalle todo lo que vio y “recolectó”, pero no describió nada parecido a esferas de piedra. Sin embargo en “Los Anales Sur-Americanos”, en 1547 Francisco Pizarro el conquistador del Perú dicta al escriba sus crónicas: “Escuché que los altos señores de este imperio se reúnen cada cuatro años en el país de las bolas donde al parecer reciben consejos de grandes sabios”, versión que se ha venido confirmando por el descubrimiento en Costa Rica, de objetos e influencias artesanales tanto de Olmecas, Aztecas, Mayas como de Quechuas, Chibchas e Incas, así como la escuela de sukias llamada Guayabo ubicada en Turrialba de Cartago.
Descubrimiento
Ahora conocemos las bolas de piedra por su descubrimiento en 1939, cuando la compañía bananera “Standard Fruit Company” empezó a deforestar tales territorios para cultivar banano. Desde entonces se vieron como un misterio y algunas de ellas fueron dinamitadas, por la creencia de que en su interior había oro. La primera mención internacional fue un pequeño artículo arqueológico de Doris Stone publicado en 1943 en “American Antiquity”, atrayendo la atención de Samuel Kirkland Lothrop del Peabody Museum y Universidad de Harvard, que 1948 estaba en Costa Rica, contactó en San José a Doris Stone, quien le aportó información y contactos para investigar en zona más conocida donde estaban apareciendo las esferas de piedra. Finalmente Lothrop publicó sus investigaciones en “Archaeology of the Diquís Delta, Costa Rica 1963”. Desde 1970 las autoridades del Gobierno protegen las esferas de piedra precolombinas y sus emplazamientos. Se han reensamblado algunas dinamitadas bajo el cuidado del Museo Nacional, quien con el apoyo de la ley está recuperando otras que habían sido trasladadas por particulares a empresas, residencias e instituciones públicas. Incluso, los estudiantes y vecinos de Palmar Norte, bloquearon las calles para impedir la salida de los camiones que intentaban sacarlas.
Situación actual
El Museo Nacional asociado a universidades nacionales e internacionales, ha efectuado múltiples investigaciones arqueológicas y actualmente se construye en Finca 6 de Palmar Sur, Cantón de Aguirre, el “Parque de las Bolas de Piedra”, propuesto originalmente por el arquitecto Ibo Bonilla en 1979, para ubicar las esferas recuperadas, de las cuales no se conoce su locación original. El “Parque cán basat róje” (esferas de piedra en dialecto indígena) es parte de un amplio proyecto arqueológico, bajo la guía del Museo Nacional de Costa Rica y el padrinazgo del reconocido escultor Jorge Jiménez Deredia. En el año 2010 los investigadores John Hoopes de la Universidad de Kansas, Nuria Sanz del Centro de Patrimonio Mundial de la Humanidad, Helaine Silverman del Consejo Internacional de Museos y otras autoridades académicas, visitaron el sitio de las esferas de piedra, para evaluar la elegibilidad y protección de la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
Bolas de piedra y cultura costarricense
Las esferas de piedra están íntimamente ligadas a la memoria colectiva de los costarricenses, quienes hacen reproducciones en piedra, bronce, acero, vidrio y concreto armado, para ubicar a la entrada de casas e instituciones e indican que su fin es más que decorativo, es sentido de identidad, por su simbolismo geométrico y espiritual. Desde sus inicios, los edificios de la Asamblea Legislativa, Corte Suprema de Justicia, Caja del Seguro Social, Universidad e Costa Rica, Museo del Niño y la Embajada de Costa Rica en Washington (USA) entre otros, instalaron sendas esferas de piedra como primer símbolo fáctico.
Las esferas en el arte y arquitectura de Costa Rica
Al estar la esfera dentro del inconsciente colectivo, muchos artistas la han usado como inspiración en pintura, escultura, literatura, poesía y arquitectura, inclusive está en las ilustraciones de los billetes de cinco mil colones. La Plaza de la Justicia, ubicada en el Circuito Judicial en San José, en el año 2007 fue remodelada por los arquitectos Ibo Bonilla y Hernán Hernández, que en un conjunto escultórico de 200 metros de largo y 47 metros de alto, ubicaron dos esferas de 3,10 metros de alto, alineadas con una pirámide (que ilumina y ventila una sala para 500 personas en el subsuelo) y el paralepípedo de mármol del edificio de la Corte Suprema de Justicia. Colocando en un solo eje los 3 sólidos platónicos en el paisaje urbano. En el año 2009, el escultor Jorge Jiménez Deredia culminó una declarada influencia de las esferas en su obra, con la exposición en el Foro Romano (Italia) de esculturas monumentales basadas en el concepto de las esferas precolombinas, siendo el inicio de una gira internacional denominada “Ruta de la Paz”. Fue la primera exposición de arte contemporáneo en ese emblemático sitio histórico. El Museo Nacional en el año 2010 construye por la Plaza de la Democracia un nuevo vestíbulo basado en una esfera de cristal de 8 metros de diámetro con una auténtica esfera de piedra en su interior. El 1 de mayo del 2010, el traspaso presidencial de Oscar Arias (Premio Nobel de la Paz) a Laura Chinchilla (primera presidenta de Costa Rica), tiene como tema de escenográfico a las esferas precolombinas.
Mitos
Han surgido muchos mitos alrededor de estas esferas, su significado, sus constructores, fines, técnicas constructivas y de transporte, fecha y canteras de las piedras: hechas por descendentes de la Atlántida, geomorfosis natural, pociones secretas para ablandar la piedra, que en el centro tienen una semilla de café, participación de extraterrestres, ejes energéticos complementarios a Nazca y Pascua, delimitación territorial, hitos conmemorativos, representación del eterno femenino, dispositivos navegacionales, símbolo perfecto de la divinidad, fuentes de energía y bienestar, dispositivos de equilibrio tectónico, puertas dimensionales. Enfoques esotéricos han sido tratados en múltiples libros como en los escritos por el explorador suizo Erich von Däniken y escritor español Juan José Benítez.
Versión oficial
La idea de que fueron jardines astronómicos con fines de calendarizar ciclos agrícolas o que servían para establecer el rango social dentro de la tribu son las explicaciones, por ahora, más aceptadas por la arqueología.
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