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Tecnología

Cohete de Sibiu

En 1961 el Sr. Doru Todericiu, profesor de Ciencias y Técnicas en la Universidad de Bucarest, sacó del olvido, un antiguo manuscrito de la biblioteca de Sibiú (Rumania).

En uno de los capítulos de este viejo libro, firmado por un tal Conrad Haas, jefe del depósito de artillería de Sibiú, entre los años 1.550 y 1.570 aparecía un informe sobre el lanzamiento de un cohete de varios cuerpos y de una “lanza voladora”. ¿Misil?sibiu1

Se dice que en 1555, millares de testigos presenciaron el experimento que salió con éxito…… ¿?

Entre los inventos de Conrad Haas figuran:

Cohetes de 2 o 3 cuerpos (1529).

“Casita volsibiu2adora” (1536).

Sistemas de ignición de los cuerpos con carburante sólido (1555).

Aletas de estabilización en forma de alas delta (1555).

Ahora se dice que se desarrolla la tecnología …..pero ….

El “Enigmalito” de Williams

Lugar: Oculto por el autor del hallazgo (Norteamérica)

Fecha: año 1998

Condiciones del hallazgo: El “Enigmalito” o “Petradox” de John J. Williams fue descubierto, según su actual propietario, durante una excursión realizada en un lugar semidesértico de Norteamérica, alejado de asentamientos humanos, complejos industriales, aeropuertos, fábricas electrónicas o plantas nucleares.enigmalito1

El artefacto presenta la apariencia indiscutible de un componente electrónico encajado en una pequeña piedra de granito natural sólido compuesta de cuarzo y feldespato (incluyendo pequeñísimos porcentajes de mica)

La actitud de reserva del paradero del hallazgo, la puesta en venta del artefacto y las teorías en torno al carácter ufológico del objeto, han llevado a que muchas personas del ámbito científico catalogaran al descubrimiento como un “timo” destinado a procurar la fama y fortuna de su propietario. No obstante, el Petradox se encuentra actualmente a disposición de cualquier investigador que procure analizarlo con fines científicos.

Las razones que alega Williams para no dar a conocer el punto donde fue localizado el enigmático objeto se apoyan en su convencimiento de que allí se encontrarían ocultos muchos más vestigios de estas mismas caracterenigmalito2ísticas, y desea protegerlos con una eventual declaración de protección por parte de las autoridades para el emplazamiento, una vez que la ciencia acepte la autenticidad de la pieza. Solo entonces aceptaria señalar el lugar del hallazgo.

El extraño objeto está incrustado en la piedra y recuerda a primera vista a un pequeño enchufe eléctrico de tres patas o pins. La roca que recubre este “aparente enchufe” es según los primeros análisis de granito poroso, cuarzo y mica. Las tres pequeñas patas metálicas, de unos 3 milímetros de largo, se encuentran localizadas sobre una matriz de cara esférica de 8 milímetros de diámetro, compuesta del agún material blanquecino distinto al de la roca y semejante a la cerámica.

Algunos de los análisis efectuados con rayos X ha demostrado que, hacia el interior de esta piedra de 6,1 cm. de largo por 3,8 cm. de ancho y 2,2 cm. de alto, el objeto se extiende en una compleja estructura dentro de una cavidad aún más profunda de formas marcadamente redondeadas.

El componente electrónico embutido en la piedra granítica no presenta rastros de haber sido pegado o soldado de ninguna forma conocida actualmente, por lo que se deduce que el objeto ya existía en el momento en que tuvo lugar la formación de la roca. El análisis geológico posterior de la roca estimó que ésta posee unos 100.000 años de antigüedad, lo que resulta técnicamente imposible desde el punto de vista cronológico evolutivo aceptado actualmente.

El instrumento atrapado en el Petradox ha sido comparado por algunos de los investigadores como un conector electróenigmalito3nico tipo XLR o algún tipo de conector similar. Presenta una atracción magnética débil y las pruebas de continuidad eléctrica muestran una resistencia cercana a la de un circuito abierto. Sus tres “pins” parecen estar compuestos de algún tipo de metal, y la matriz inserta en la piedra ha sido identificada como cerámica u otro material parecido. Se descarta totalmente que está pieza de 8 milímetros de diámetro haya sido fabricada en madera, plástico, caucho, metal o algún material símil a estos.

Los análisis efectuados mediante rayos X potentes (los de uso corriente no han mostrado efecto sobre la roca) delatan que la matriz del componente se prolonga en una confusa estructura interna que incluye una cavidad.

Pese al marcado escepticismo que las distintas instituciones científicas mexicanas han demostrado ante el hallazgo de Williams, hasta el momento ninguna persona ha podido comprobar que el artefacto incrustado en la piedra no sea una autentica “imposibilidad” en la historia evolutiva humana, o producto de la ciencia humana actual. Analizar y validar científicamente la posibilidad de que un componente electrónico hecho por el hombre pudiera haber sido atrapado durante la solidificación de una roca hace aproximadamente unos 100.000, podría resultar en el desenmascaramiento de una broma pesada o en, simplemente, cambiar de una forma radical nuestra comprensión de la historia humana y la tecnología existente sobre el planeta en épocas remotas.

Las esferas de Nueva Zelanda

Unos meses después, en abril de 1972 habían caído en la localidad de Ashburton, Canterbury, South Island, Nueva Zelanda, cuatro esferas metálicas con letras del alfabeto cirílico. Por eso los periodistas dijeron que pertenecían a un satélite artificial de los soviéticos. (Casos 92 a 95)zelanda

A la 1 de la mañana del 3 de abril, se escuchó una fuerte explosión. Horas después aparecieron desperdigadas en un radio de unos 16 kilómetros una de la otra, cuatro bolas de una aleación de titanio. Las esferas pesaban unos 13.6 kilogramos y medían unos 38 centímetros de diámetro. Dejaron unos huecos quemados, pero nadie resultó herido.

Las esferas fueron encontradas por varios granjeros de la localidad. Uno de ellos, John Lindores, se sorprendió al encontrar dos de las bolas en su potrero. Cuando las encontró pensó que alguien le estaba jugando una broma. Avisó a sus vecinos y alguien dijo que podrían ser radiactivas. Luego llamaron a la policía.

Un tercer objeto esférico cayó en un club hípico.

Se ordenó a los guardias rurales que estuvieran alertas por si aparecían más, para tratar de recuperarlas. Después de varios días de una búsqueda infructuosa, finalmente el 8 de abril el guardia rural Jack McClure, al realizar un patrullaje por esa zona desértica, encontró una y la entregó a las autoridades.

Se dijo que el 23 de junio de 1972 se encontró otra esfera en Nueva Zelanda. Esta mostraba una abertura en uno de sus lados. Algunos ufólogos, incluyendo el mexicano Jaspersen, dijeron que fueron casi 50 las esferas que cayeron en Nueva Zelanda, cubriendo un radio de unos 80 kilómetros. Se dijo que estaban fabricadas de Cadmio, Bario, Remio (sic) y Níquel. (Caso 96)

Seguramente estas esferas sí eran extraterrestres, ya que estaban construidas con Remio, un elemento que pertenece a la familia de la Krypyonita y del elemento 115 de Bob Lazar, de los que nunca se ha sabido que existan en estado natural en la Tierra. ¿O acaso se trataba de otro de los vocablos pseudocientíficos a los que nos tienen acostumbrados los ufólogos?

En ese mismo año, sólo que el 28 de junio y a 90 kilómetros de distancia de donde se encontró la primera esfera, unos granjeros hallaron otra igual. Esta fue encontrada en Hakataramea Valley, South Canterbury. (Caso 97)

Originalmente The New Zealand Joint Intelligence Bureau clasificó los hallazgos en el nivel “Restricted”.

Pesaba cinco kilogramos y medía 15 pulgadas de diámetro.

El 12 de julio se encontró la última esfera muy cerca del pueblo de Muloorina o Mullorina (Nueva Gales del Sur). Esta última medía 6 pulgadas de diámetro y pesaba tres kilogramos. Presentaba un orificio de una media pulgada (aproximadamente 12 milímetros). Había una oquedad recubierta con una delgada capa de plomo. (Caso 98)

En 2002 el gobierno de Nueva Zelanda desclasificó la información sobre las esferas caídas en Canterbury en 1972. Desde la caída se había sospechado que pertenecían a la Unión Soviética. Los archivos del Ministry of Foreign Affairs recientemente desclasificados contienen la correspondencia girada entre las autoridades de Nueva Zelanda, la Unión Soviética y los Estados Unidos. The New Zealand Herald publicó parte del reporte de investigación ya desclasificado. Los documentos dicen que las bolas fueron analizadas por los científicos de Nueva Zelanda. Estos científicos encontraron que las esferas eran de origen soviético.

La correspondencia de Sir Keith Holyoake, entonces Ministro de Asuntos Exteriores, concluía que eran, probablemente, recipientes de gas a presión del tipo usado en los cohetes y vehículos espaciales.

De acuerdo con Graeme Beere, antiguo consejero del Ministro de Defensa de Nueva Zelanda, las legislaciones, local e internacional, indicaban que los restos espaciales deberían regresarse a sus legítimos dueños.

En efecto, el Artículo 5 del Agreement on the Rescue of Astronauts, the Return of Astronauts and the Return of Objects Launched into Outer Space, un tratado internacional, indicaba que cualquier acontecimiento de este tipo debía ser reportado al Secretario General de la ONU. Pero Sir Holyoake dijo que los soviéticos formalmente habían negado la propiedad.

Un reporte de la división de tecnología extranjera del US Air Forces Systems Command indicaba que las esferas pertenecían uno de los cohetes que intentaron colocar en órbita la cápsula no tripulada Venus 9. Este intento falló. El 31 de marzo de 1972 la nave se partió en 4 pedazos, dos de los cuales permanecieron en una órbita baja, para finalmente caer a la Tierra. Luego el aparato fue renombrado como Cosmos 428.

Mientras las dos superpotencias discutían la propiedad del objeto, el Club de Ponis de Ashburton solicitó al Gobierno Neocelandés que retirara la pieza debido a que pronto tendrían una competencia.

Como los soviéticos negaron cualquier relación, los objetos quedaron en propiedad de los granjeros que las habían encontrado.

John Lindores, por ejemplo, la mantuvo en exhibición en su sala, pero luego la guardó en un closet cuando pasó la novedad, para finalmente donarla a Jim Chivers, curador del Museo de Aviación de Ashburton, cuando se mudó y vendió su granja.

 

Figuras de aleación cobre

El 1870, un caluroso mes de Agosto, en Lawn Ridge, en Peoria, estado de Illinois, J.W. Moffit encontró algo increíble. Era una pieza extraña que estudio el profesor A. Winchell. Era de una aleación de cobre desconocida en la época. Estaba corroída, era redonda con aristas y uniforme en su espesor… El dibujo parecía una cara femenina coronada… Y parecía que ciertos detalles había sido grabados al ácido… En la otra cara representaba a un animal con orejas largas y puntiagudas, estaba acompañado por un caballo y una leyenda en una escritura desconocida… Estaba a 30 metros de profundidad y su edad se estimó entre los 100000 y los 150000 años.

El Hierro de Wolfsegg o Cubo Salzburgo

El Hierro de Wolfsegg (o Cubo Salzburgo) es un pequeño trozo de hierro encontrado dentro de un bloque de carbón en el pueblo de Wolfsegg Austria. Fue supuestamente hallado por un minero de nombre Reidl, mientras se desempeñaba en una fundición de en Schondorf, Austria. La rotura de un trozo de lignito, proveniente de un yacimiento de Wolfsegg de 60 millones de años de antigüedad, dejó al descubierto un cuerpo de naturaleza férrea con características poco convencionales.hierro

Este objeto es interesante porque su origen es un misterio. A veces se ha aducido como prueba de que allí existieron, en épocas prehistóricas, civilizaciones que sobrepasaron al género humano moderno en el desarrollo tecnológico. En el año 1885 el Doctor Gurlt descubrió un cubo. El hijo del propietario de la fundición lo donó al Museo ‘Heimathaus’ en Vöcklabruck, pero en 1910 el objeto desapareció misteriosamente. Años más tarde reapareció y desde 1950 hasta 1958 se expuso en el museo nacional de Oberosterreichisehes de Linz (Austria) donde se conserva también el molde; pero según Peter Kolosimo, el original salió de Austria, y hoy se puede ver en el Museo Salisbury, en el Reino Unido.

Un informe que apareció en el diario científico Nature (volumen 35, 11, noviembre de 1886, pag 36) describe el objeto como “casi un cubo”, “con una incisión profunda”.

El hierro mide 67 mm de alto, 67 mm ancho, y 47 mm en la parte más gruesa. Pesa 785 g, y su peso específico es 7,75.

Es posible que el objeto sea un meteorito de hierro, considerando su composición y la superficie característicamente picada. No está claro, de todos modos, cómo un meteorito obtendría esta forma peculiar.

El Hierro de Wolfsegg fue examinado en 1966 en el Museo de Historia Natural de Viena. La opinión final del Doctor Kurat del Museo y el comité del Geologisches Bundesanstalt en Viena es que el objeto es simplemente hierro fundido artificial. Una de las hipótesis más aceptadas a partir de 1966, propuso al Hierro de Wolfsegg como parte de una antigua herramienta minera. Podría ser que tales objetos de hierro fueran usados como lastre en maquinaria primitiva de explotación minera. Sin embargo, allí no aparece ninguna prueba de que tales bloques de hierro fueran fabricados para la minería. Ante los argumentos críticos, señalando que las melladuras podrían ser las características de un meteorito corriente, en 1966-67 fue analizado por el Museo Naturhistorisches, en Viena, usando una técnica de microanálisis por rayos catódicos; pero en la muestra de hierro no se halló ningún rastro del níquel, cromo o cobalto, propios de meteoritos, descartando este origen.

Por otra parte, la carencia de azufre mostró que tampoco era pirita, u “oro de los tontos”, llamado así por su parecido a este metal, pero conteniendo un 45.4% de hierro.  La opinión final del Doctor Kurat del Museo y el comité del Geologisches Bundesanstalt en Viena fue que el objeto era simplemente hierro fundido artificial. Una de las hipótesis más aceptadas a partir de 1966, propuso al Hierro de Wolfsegg como parte de una antigua herramienta minera.

Una posterior investigación, hecha por Hubert Mattlianer en 1973, concluyó que la pieza era resultado de una fundición obtenida mediante la técnica llamada ‘cera perdida’. Un moldeo muy conocido por arqueólogos, pues se trata de un procedimiento escultórico muy antiguo, con el que se lograban figuras metálicas, mediante un molde realizado en cera de abeja. Este molde se cubría de un barro especial, se metía en un horno, y la cera derretida salía por unos orificios preparados en el barro, mientras este se endurecía. Entonces se le inyectaba el metal fundido, que adoptaba la forma del recipiente final.

Con esta técnica se obtuvo ‘el ‘centauro de los Rollos‘, originaria de hallazgos del siglo VI a. C, en el Peloponeso, e importada a España por el Museo Arqueológico Nacional.

Huella de tornillo en Nevada

Pero, el descubrimiento más sensacional se realizó en noviembre de 1869, en el interior de una roca de las denominadas “Galerías de la Abadía de Treasury City”, Nevada. En el interior de la roca había estado incrustado un tornillo, que ya no existía, de 5,08 centímetros, pero sus contornos de rosca quedaron marcados. Los científicos americanos, ante la antigüedad de la roca, dijeron que el descubrimiento podría retrasar la Historia de la Humanidad en ¡millones de años!.

El martillo de Texas o martillo de Londres.

The London Hammer

El conocido como martillo de Texas o de London se podría considerar como uno de los Ooparts más controvertidos que existen. Para sus defensores, la edad de este martillo se podría datar en millones de años, desafiando las creencias establecidas sobre la aparición en el planeta de las primeras civilizaciones humanas. Para sus detractores, el martillo no tiene más que un par de siglos de antigüedad y tan solo se trata de un engaño del personaje que lo custodia, Carl Baugh.

Conozcamos un poco mejor su historia:martillo1

En el año 1934 o 1936 (existen dudas sobre la fecha) una pareja, El Sr. y la Sra. Max Hahn, encontraron  mientras hacían excursionismo, una roca de la que sobresalía un palo de madera, en la ribera de un arroyo en las cercanías del pueblo de London (Texas). Ya el origen del hallazgo se encuentra envuelto en algunas dudas. En principio, no se sabe a ciencia cierta el lugar exacto del hallazgo y la roca madre, de haberla, de donde habría sido extraída la roca que contenía el martillo. La falta de marcas en la roca que envuelve al artefacto hace pensar a los expertos que ésta fue encontrada suelta, sin pertenecer o formar parte a una roca mayor ni estar estratificada. Con lo cual, a pesar de lo que afirman Baugh y sus colaboradores, no existen evidencias de ningún tipo ni se puede probar que la roca formase parte de ningún estrato, y por tanto, las estimaciones de su antigüedad  (Ordoviciano para Baugh. Silúrico para Walter Lang y Bartz), no tienen base alguna en la que asentarse.

Continuando con el estudio del trozo de roca que envuelve al martillo, se puede observar en ella la presencia de pequeños fósiles animales, una concha en incluso lo que parece una especie de proyectil. El estudio de estos restos fosilizados tampoco arroja mucha luz sobre la antigüedad del martillo. Los pequeños animales fosilizados son típicos de la zona y engloban un rango de datación que va desde unas pocas décadas hasta un periodo indeterminado de varios millones de años. Ya que la piedra tiene una composición calcárea, o para entendernos mejor, químicamente soluble, todo lo que ella contiene, fósiles y por supuesto el martillo, podría haber quedado atrapado en ella de forma accidental en periodos relativamente cortos.martillo2

Este tipo de composiciones se han encontrado en muchas ocasiones en otros lugares, generalmente asentamientos mineros, donde la roca fue removida y mezclada con barro arcilloso, con el paso del tiempo esa composición se vuelve a solidificar dando lugar a estratos que contienen elementos nuevos con otros antiguos. En esa peculiar argamasa, como también ha sucedido, se pueden encontrar objetos de todo tipo, restos usados en la explotación minera o simplemente utensilios de la vida cotidiana de los trabajadores.

Por deducción, si se encontrara una cuchara junto a pequeñas almejas fosilizadas de hace varios millones de años, ¿Se podría deducir que la cuchara tiene la misma antigüedad que las almejas? Lógicamente no, conociendo la composición de la roca y su posible origen. A modo de ejemplo se podrían comentar los innumerables proyectiles encontrados en algunos páramos de Inglaterra, integrados en rocas calcáreas similares a las de este martillo. Se podría hacer un estudio de esas rocas y buscar en ellas restos biológicos milenarios para decir que antiguas civilizaciones hacían allí prácticas de tiro, a no ser, claro está, porque se sabe a ciencia cierta que esos proyectiles son de la Gran guerra y que incluso en muchos se puede leer su origen y procedencia. Otro ejemplo, quizás más práctico es otro martillo que se encontró en 2004 en Stromberg, dónde se comprobó que un martillo minero abandonado por más de 200 años en terreno limolítico fue embebido por la roca.

Centrémonos ahora en el martillo en sí, y veamos lo que se puede encontrar en la red sobre su descripción:

[–]El artefacto apareció incrustado en el interior de una roca. La madera se encontraba petrificada y su cabeza de hierro fundida con la piedra que lo alojaba. Ante la escalofriante idea de que el martillo, para terminar en el interior de la roca, debía haberse construido antes de que esta se formase (unos millones de años atrás), los científicos decidieron olvidarla en el Museo Somerwell, de Texas. Posteriormente, análisis realizados sobre el martillo demostraron que el interior del mango estaba carbonizado y que la cabeza (perfectamente formada) había sido construida en hierro con un grado de pureza, solo alcanzable con tecnología moderna.

El mango del martillo muestra no haber estado exento en el proceso de “petrificación” que evidencian los árboles de los bosques texanos. El lento proceso de petrificación prehistórica ocurrida en dicha zona, según los geólogos, data de hace 140 millones de años.  La cabeza, según estudios del Instituto Metalúrgico de Columbia, está conformada prácticamente en un 97 de hierro puro, un 2 por ciento de cloro y umartillo3n 1 por ciento de azufre. Asombrosamente también se comprobó que el hierro había sufrido un proceso de purificación y endurecimiento, propios de una metalurgia del siglo XX.

La porción de piedra que rodeaba la cabeza del martillo también presentó anomalías, pareciendo haberse fundido con algún tipo de recubrimiento (vaina) del martillo. Como prueba física de está supuesto envoltorio se encontró una muesca regular. El análisis químico de esta “vaina” detectó también ciertas cantidades de potasio, silicio, cloro, calcio y azufre. Esta composición contradice a las hipótesis que postulaban que la cabeza del martillo pertenecía al fragmento de un meteorito, dado que los cuerpos de nuestro sistema solar no tienen tal naturaleza química.

El hecho de que la cabeza se haya encontrado fundida en la roca parece acusar que el proceso de incrustación se llevó a cabo bajo condiciones atmosféricas distintas a la actual (diferente presión atmosférica), probablemente según científicos, más concordantes a una época remota. [–]

Veamos ahora estos datos un poco más detalladamente:

Comenzando con el mango de madera, no existen evidencias de petrificación alguna en él, tan solo se pueden observar algunas pequeñas muestras de carbonización en el extremo. La madera empleada y la forma del martillo coinciden con los típicos martillos usados en minería en el siglo XIX en esa zona de Texas. La práctica ausencia de mineralización de la madera podría indicar que ésta es relativamente moderna.

La información sobre la composición de la cabeza es cierta. El martillo se estudió en los laboratorios Batelle en Columbus, Ohio, donde se constató que la cabeza del martillo  constaba de 96,6% de hierro, 2,6% de cloro, y 0,74% de azufre en peso. Baugh sugirió que este perfil sería imposible de duplicar con la tecnología moderna en las actuales condiciones atmosféricas (Helfinstine y Roth, 1994). No opinan así un buen número de geólogos, que tan solo ven una pérdida o abandono de una tecnología metalúrgica específica. Según Helfinstine y Roth (1994) se realizó una “tomografía de rayos X” del martillo en 1992, que no mostró inclusiones o irregularidades en la cabeza. Curiosamente,  Baugh lo interpretó como evidencia de “la metalurgia avanzada” de una cultura pre-diluviana, en lugar de una prueba más de que es un martillo relativamente moderno.

El Mecanismo de Anticitera

El mecanismo de Anticitera es una calculadora mecánica antigua diseñada para el cálculo de la posición del Sol, la luna, y algunos planetas, permitiendo predecir eclipses. Fue descubierto en los restos de un naufragio cerca de la isla griega de Anticitera, entre Citera y Creta, y se cree que data del 87 a. C.

 Imagen original del mecanismo de Anticitera.anticitera1

Investigaciones

Estructura del mecanismo de Anticitera.

Es uno de los primeros mecanismos de engranajes conocido, y se diseñó para seguir el movimiento de los cuerpos celestes. De acuerdo con las reconstrucciones realizadas, se trata de un mecanismo que usa engranajes diferenciales, lo cual es sorprendente dado que los primeros casos conocidos hasta su descubrimiento datan del siglo XVI.

De acuerdo con los estudios iniciales llevados a cabo por el historiador Derek J. de Solla Price (1922-1983), el dispositivo era una computadora astronómica capaz de predecir las posiciones del Sol y de la Luna en el zodíaco, aunque estudios posteriores sugieren que el dispositivo era bastante más “inteligente”.

Empleando técnicas de tomografía lineal, Michael Wright, especialista en ingeniería mecánica del Museo de Ciencia de Londres, ha realizado un nuevo estudio del artefacto. Wright ha encontrado pruebas de que el mecanismo de Anticitera podía reproducir los movimientos del Sol y la Luna con exactitud, empleando un modelo epicíclico ideado por Hiparco, y de planetas como Mercurio y Venus, empleando un modelo también epicíclico derivado de Apolonio de Perga.

No obstante, se sospecha que parte del mecanismo podría haberse perdido, y que estos engranajes adicionales podrían haber representado los movimientos de los otros tres planetas conocidos en la época: Marte, Júpiter y Saturno. Es decir, que habría predicho, con un grado más que respetable de certeza, las posiciones de todos los cuerpos celestes conocidos en la época.

Proyecto de investigación Antikytheraanticitera2

 Reconstrucción del mecanismo de Anticitera en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas (fabricado por Robert J. Deroski basándose en el modelo de De Solla Price).

El proyecto de investigación Antikythera, un equipo internacional de científicos con miembros de la Universidad de Cardiff (M. Edmunds, T. Freeth), Universidad de Atenas (X. Moussas. I. Bitsakis) y la Universidad de Tesalónica (J. S. Seiradakis), en colaboración con el Museo Arqueológico de Atenas (E. Magkou, M. Zafeiropoulou) y la Institución Cultural del Banco de Grecia (A. Tselikas), usando técnicas desarrolladas por HP (T. Malzbender) y X-tex (R. Hudland) paraanticitera3 el estudio del mecanismo de Antikythera, desarrolló una fotografía 3D basándose en tomografía computarizada de alta resolución.

El resultado fue que se trata de una calculadora astronómica que predice la posición del sol y la luna en el cielo. El artefacto muestra las fases de la luna en cada mes utilizando el modelo de Hiparco. Tiene dos escalas en espiral que cubren el ciclo Calípico (cuatro ciclos Metónicos, 4 × 19 años) y el ciclo de Exeligmos (3 ciclos de Saros, 3 × 18 años), prediciendo los eclipses de sol y luna. El mecanismo es aún más sofisticado de lo que se creía, con un enorme nivel científico en su diseño.

Gracias a las técnicas actuales, se habría podido entender el funcionamiento del aparato. Basándose en la forma de las letras que pueden leerse en el mecanismo (H. Kritzas) se estableció su año de construcción, entre el 150 y el 100 a. C., más antiguo de lo que se estimaba.

Como Hiparco fue el más importante astrónomo de la época, es posible que ese científico sea quien pensó el complicado mecanismo del instrumento.

Fijación de la fecha de los Juegos olímpicosanticitera4

En el año 2008, Tony Freeth, Alexander Jones, John Steele y Yanis Bitsakis, publicaron en la revista Nature que el mecanismo servía para fijar con exactitud la celebración de los Juegos Olímpicos en la antigüedad. El interior del artefacto contiene una inscripción que indica Nemea (en referencia a uno de los juegos que fueron más importantes), y Olimpia. Con dichos diales se fijaba con precisión la última luna llena más próxima al solsticio de verano cada cuatro años, fecha en la que se iniciaban los juegos.

Nuevas investigaciones

Recientemente, en el año 2010, el grupo de Tacoma-Quilmes, integrado por James Evans y Alan Thorndike de la Universidad de Puget Sound (Tacoma, Estados Unidos) y Christián C. Carman de la Universidad Nacional de Quilmes ha hecho importantes contribuciones. En primer lugar, ha descifrado cómo el mecanismo reflanticitera5ejaba la anomalía solar. Y, en segundo, propusieron una novedosa forma en que se mostrarían los movimientos planetarios. Según ellos, el mecanismo no mostraría su posición en el zodíaco, sino ciertos eventos importantes para los astrónomos (como el comienzo o fin de una retrogradación, la ocultación, etc). Sus contribuciones invitan a proponer la hipótesis según la cual el sistema de epiciclos y deferentes no surgió como respuesta a una exigencia platónica de circularidad de los astros, basada en su divinidad, sino por una razón mucho más terrestre: simplemente como una solución mecánica a la problemática de reflejar con engranajes las regularidades planetarias conocidas por los babilonios.

Inscripciones halladas en un misterioso dispositivo de relojería de dos mil años de antigüedad sugieren que el artefacto se había inspirado en dispositivos anteriores construídos por el gran matemático griego Arquímedes.

El mecanismo pudo haber sido usado por los filósofos para mostrar el funcionamiento del cielo —esto es, enseñar astronomía—, tal como lo señaló Cicerón, que escribió, en el primer siglo antes de nuestra era, acerca de dispositivos de bronce que modelaban erróneamente los movimientos del Sol, la Luna y los planetas alrededor de la Tierra.

 El origen del mecanismo de Anticitera seguía siendo un misterio hasta que recientemente se logró descifrar algunas inscripciones que muestran que su calendario usaba nombres regionales para los meses. Los nombres de los meses concuerdan con los usados en las colonias griegas fundadas por la ciudad de Corinto y el primer candidato es Siracusa, en Sicilia.

 

Objeto metálico de Vashka

A orillas del río Vashka se halló un objeto metálico formado por una singular aleación de metales: cerio, lantano y neodimio. Era artificial y la antigüedad se cifró en 300.000 años. El problema es averiguar quién practicaba la metalurgia en aquella época…

Objetos microscópicos cerca de río Narada, Rusia

En los años 1991-1993, exploradores de oro del pequeño río Narada, sobre el lado Este de las montañas Ural, han ido encontrado insólitos objetos espirales de metal. El tamaño de estas cosas se extiende de un máximo de 3 cm a un mínimo de 0.003 mm. Hasta el momento, estos artefactos inexplicables han sido encontrados en varios sitios cerca de los ríos Narada, Kozhim, y Balbanyu, y también en los afluentes Vtvisty y Lapkhevozh, sobre todo en profundidades de entre 3 y 12 metros.objetos1

Los objetos de forma espiral están compuestos de varios metales: los más grandes son de cobre, mientras que los microscópicos son de tungsteno y de un metal raro denominado molibdeno. El tungsteno tiene un alto peso atómico y es también muy denso, con un punto de fusión de 3410º C. Actualmente el tungsteno es usado principalmente para el endurecimiento de aceros especiales, y de forma pura para los filamentos de bombillas. El molibdeno también tiene una alta densidad, y un punto de fusión de 2650º C. Este metal también es usado para endurecer aceros y darles propiedades resistentes a la corrosión, también es usado principalmente para fabricar blindajes en los vehículos militares.objetos2

Actualmente, estos objetos misteriosos están siendo investigados por la Academia Rusa de Ciencias en Syktyvka, Moscú, y también por un Instituto científico de Helsinki. Ya el Instituto de Moscú publicó un informe pericial n° 18/485 el 29 de noviembre de 1996 en el que concluyó: “Los datos obtenidos permiten pensar en la posibilidad de una tecnología de origen extraterrestre”.

Todas las pruebas realizadas hasta el momento dan una edad para los objetos de entre 20.000 y 318.000 años, dependiendo la profundidad y la situación del lugar donde han sido encontrados. Y nos afrontamos con la pregunta inevitable: ¿quién en aquel tiempo era capaz de crear tales objetos?