Prótesis de Usermontu
Esta radiografía pertenece a la momia de Usermontu, sacerdote egipcio que vivió hace 2.600 años. Se puede observar el tornillo de 22 cms. que une el fémur con la parte inferior de la pierna. No sólo es sorprendente los conocimientos médicos que requiere una intervención quirúrgica de estas características, lo es aun más la propia prótesis, con rosca en los extremos y demostración de conocimientos biomecánicos.
El descubrimiento fue realizado por el doctor Wilfred Griggs, al frente de un equipo de la Universidad Brigham Young, mientras realizaba un estudio del ADN de seis momias egipcias pertenecientes a un museo californiano. En una prueba rutinaria con rayos X observaron que en una de las momias, la del mencionado sacerdote Usermontu, había un objeto alargado en su pierna. Según este investigador, en un primer momento pensaron que debía ser el resultado de un reciente intento de reparar la momia, pero un detallado estudio del artefacto no dejó dudas: era originario del antiguo Egipto.
Analizado cuidadosamente el tornillo en cuestión, mostró detalles sorprendentes del conocimiento médico de la antiquísima cultura egipcia. La pieza proporciona la evidencia de que conocían el empleo de los bordes de la rosca del tornillo para estabilizar la rotación de la pierna. Hasta este momento se ignoraba totalmente que esta técnica formase parte del saber antiguo. El artefacto en cuestión parece haber sido cuidadosamente realizado, según declara el doctor Richard Jackson, cirujano ortopédico deportivo de la mencionada universidad: “el tornillo fue construido con notable conocimiento biomecánico, hasta el punto que en la actualidad todavía podríamos utilizarlo para fijar y estabilizar un hueso.”
Una cuestión que todavía queda por resolver es si el implante del tornillo se realizó en vida del sacerdote o, por el contrario, se trató de una operación póstuma con objeto de preparar al cadáver para el tránsito hacia el más allá. Jackson cree más probable que el autor de la sofisticada operación fuera un embalsamador, aunque es sólo una conjetura. La creencia de los egipcios en una vida después de la muerte, en la que conservarían los mismo atributos que en vida, y para la que habría que preparase momificando los cuerpos, apoyaría la idea de que se reparase el cadáver del sacerdote lisiado
La piedra Dighton
La Piedra Dighton
La conocida como Dighton Rock, es una gran roca (1,5 m de alto, 2,9 m de ancho y 3,4 m de largo, con un peso de unas 40 toneladas) que se encontraba en el río Fall, en Massachusetts, de la que ya en 1680 se sabía que tenía petroglifos (el reverendo John Danforth hizo unos dibujos en su diario). Ya en 1690, el reverendo Cotton Mather, en su obra “The Wonderful Works of God Commemorated” dijo: “Entre las otras curiosidades de Nueva Inglaterra, una de ellas es una portentosa roca, perpendicular a los lados del rio, que cubre buena parte de ella, en la que existe un grabado muy profundo, que ningún hombre vivo sabe cómo ni cuándo fue realizado (…) lleno de caracteres extraños: lo que sugiere los pensamientos extraños acerca de los que estaban aquí antes que nosotros , ya que hay formas extrañas en ese Monumento Elaborado” Se han hecho muchas hipótesis sobre sus probables autores: indígenas de Norteamérica, la más probable y comúnmente aceptada; noruegos, una teoría avanzada en 1837, por Carl Christian Rafn; portugueses, propuesta en 1912 por Edmund Delabarre; y últimamente, en 2004, chinos, propuesta por el escritor inglés Gavin Menzies en su libro de 2002 1421: The Year China Discovered America.
La roca Dighton en el rio Taunton, antes de ser removida para el Museo en 1963
Por desgracia, la teoría Vikinga de la roca fue demolida completamente en 1916 por el fallecido profesor de psicología, Edmund B. Delabarre de la Universidad de Brown. Este señor se compró una casita de verano a una milla de la roca, en 1912, y desde entonces se dedicó a estudiar el tema. Para empezar se dio cuenta de que Rafn había manipulado las inscripciones a su conveniencia. Tras años de estudio, llegó a la conclusión de que eran esencialmente marcas sin sentido, a menudo grabadas en rocas por los indios.
La roca Dighton, fotografiada en 1893, mostrando los petroglifos.
Como psicólogo se interesó en por qué tantos estudiosos habían sido engañados a través de los siglos.
“La roca – declaró – tiene un efecto casi hipnótico sobre los que la estudian con atención”, algo parecido a las manchas de Rorschach.
Pero, el mismo Delabarre encontró un día algo inaudito, un día de 1918. “Bien puede ser imaginado, pero examinando la fotografía por enésima vez… vi en ella de forma clara y sin lugar a dudas la fecha de 1511. Nadie había visto nunca antes, en la roca o en la fotografía, sin embargo, una vez visto, su presencia real en la roca no se puede dudar”. Así que su anterior postura escéptica cambió y llegó a una conclusión de lo mas original: aseguró haber encontrado el escudo blasonado del Reino de Portugal, y las siguiente letras grabadas: Un médico estadounidense-luso, el Dr. Manuel Luciano da Silva, que como historiador e investigador aficionado, también vio y reconoció más tarde la roca en el río, la consideró como una prueba largamente ignorada de que Miguel Corte-Real había estado allí en 1511. Esta prueba son varios escudos en V con cruces idénticas a las utilizadas en las velas de las naos y carabelas portuguesas:
Seth Eastman en la roca Dighton (ca. 1853)
MIGUEL Cortereal
V. DUX DEI IND HIC.
1511.
El significado seria este: “Miguel Cortereal, por la voluntad de Dios, aquí el líder de los indios. 1511″. Esto nos lleva a unas increíbles conclusiones: Miguel Corte-real fue el hijo de un oficial portugués, João Vaz Corte-real, de quien se cuenta que navegó a Terranova y Labrador en 1472, dos décadas antes del primer viaje de Colón. Otro hijo suyo, Caspar, zarpó de Portugal, supuestamente, siguiendo la estela de Colón, con tres naves, en 1501, llegando a costear Labrador, Terranova y Nueva Escocia. Dos de sus barcos regresaron sanos y salvos a casa, pero él se quedó con uno y fue rumbo al sur, para desaparecer para siempre.
Al año siguiente Miguel Corte-real navegó hacia el oeste en busca de su hermano, llegando a Terranova con sus dos buques en 1502. Pero se separaron y también se perdió el barco de Miguel, regresando la otra nave a Portugal.
Delabarre propuso que el tal Miguel Corte-real, tras un naufragio, se acabó uniendo a la tribu local de los indios Wampanoag, y, debido a que poseía armas de fuego y otros equipos, se hizo con el liderazgo. Hacia 1511, sus esperanzas de rescate eran ya muy pocas, así que talló el mensaje en la roca donde se presentaría a las generaciones futuras.
Estas teorías fueron bien recibidas en Portugal, donde llego a ser condecorado Delabarre por el gobierno.
Manuel Luciano da Silva entendió la importancia de este descubrimiento y se convirtió en su moderno paladín, dedicando muchos años de su vida, su considerable influencia y gran parte de su dinero para que la roca Dighton fuera conservada y reconocida como testigo de los hechos históricos. Una vez grabada, la piedra de Dighton estuvo más de 450 años sometida a la acción de los vientos y las mareas. La erosión fue tremenda y la piedra estaba en muy mal estado: cuando la marea subía, cubría casi por completo la roca y, siempre que bajaba, ésta quedaba expuesta a las arenas que llevaban los vientos y que la desgastaban. En invierno, el hielo; en el verano, el sol; y siempre las olas, e incluso los seres humanos que garabatearon cosas allí.
En noviembre de 1952, la «Miguel Corte Real Memorial Society» de Nueva York adquirió unos 200.000 m² de terreno adyacente a la roca para crear un parque. Sin embargo, en 1951 la legislatura de Massachusetts había expropiado la misma superficie para crear un parque estatal. Se adquirió más terreno (Dighton Rock State Park tiene ahora un área de 400.000 m²). En 1963, durante la construcción de una presa o ataguía, los funcionarios estatales retiraron la roca del río para su conservación. Y finalmente en 1973, a instancias de da Silva, la roca fue felizmente conservada: se construyó un pabellón octogonal para albergarla y hoy es el Museo de Dighton Rock, que luego se convirtió en parque estatal (Dighton Rock State Park) y los alrededores de Dighton Rock han sido embellecidos y amueblados con parking e instalaciones para picnic. En 1980, el lugar fue inscrito en el Registro Nacional de Lugares Históricos (NRHP).
Da Silva ha escrito dos libros y numerosos artículos, y ha realizado cientos de conferencias para difundir esta información.
Un relato de las distintas teorías sería:
En 1680 John Danforth, un reverendo, hizo unos dibujos de los petroglifos, que se conservan en el Museo Británico. No opinó sobre su autoría.
Ya en 1690, el reverendo Cotton Mather. No opina sobre su autoría.
En 1781, el conde Antoine Court de Gebelin, de París, anunció que había resuelto el misterio: la roca conmemoraba la visita a Massachusetts “en tiempos muy antiguos” de un cargamento de marineros de Cartago.
En 1807 Samuel Harris Jr., un académico de Harvard, declaró que había sido capaz de descifrar en la roca tres antiguas palabras hebreas en letras fenicias: “rey”, “sacerdote”, e “ídolo”… con lo cual proponía que las inscripciones las hicieron los fenicios.
En 1831 Ira Hill, un maestro escuela de Maryland, llegó a la conclusión de que la roca fue grabada en el segundo mes del décimo año del reinado del rey Salomón por una expedición de tirios y los judíos, como la descrita en el Antiguo Testamento.
En 1837 un estudioso danés, Carl Christian Rafn (1795-1864), experto en la historia de los escandinavos, así como ferviente defensor de la idea de que los vikingos habían explorado parte de Norteamérica siglos antes que los españoles. Propuso que en la roca había encontrado las palabras THORFINS NAM y los números romanos CXXXI. Esto se interpreta como “Thorfinn y sus compañeros 151 tomó posesión de esta tierra.” Por desgracia, la teoría Vikinga de la roca fue demolida completamente en 1916 por el profesor de psicología, Edmund B. Delabarre de la Universidad de Brown.
Pero, el mismo Delabarre encontró un día de 1918 algo inaudito, y dijo “Bien puede ser imaginado, pero examinando la fotografía por enésima vez… vi en ella de forma clara y sin lugar a dudas la fecha de 1511. Le adjudicó la autoría a un marinero portugués: Miguel Cortereal. Estas teorías fueron bien recibidas en Portugal, donde Delabarre llego a ser condecorado por el gobierno portugués. Esta teoría, está muy desacreditada en la actualidad, y contó en su momento con importantes apoyos dentro del mundo académico.
Posteriormente un médico estadounidense-luso, el Dr. Manuel Luciano da Silva, que como historiador e investigador aficionado, también vio y reconoció más tarde la roca en el río, la consideró como una prueba largamente ignorada, sosteniendo la misma postura que Delabarre.
Como sea, el misterio sigue sin estar resuelto y aún hoy permanece la incógnita sobre quién o quienes elaboraron los enigmáticos petroglifos. La teoría más reciente es la china, defendida por el autor del libro 1421, el año en que China descubrió América, Gavin Menzies, aunque también hay investigaciones y estudios serios que reabren la hipótesis sobre un origen nativo americano.
Un resumen de algunas de las interpretaciones de los petroglifos Dighton Roca.
Retroexcavadora de Panamá
En 1940 el doctor J. Alden Mason realizó unas excavaciones cerca del pueblo de Penonomé, en el Sitio Conte, provincia de Coclé, Panamá. Estas excavaciones fueron financiadas por el Museo Peabody de la Universidad de Harvard, en las mismas, se desenterraron grandes cantidades de piezas que datan del 900 antes de Cristo, algunas urnas funerarias y pequeños adornos y ornamentos funerarios de oro como escudos, pendientes, brazaletes y collares, pertenecientes a los indios Ngöbe, que por cierto, fueron sacados de Panamá pagando jugosas sumas de dinero al gobierno en turno, desnutriendo a un más nuestro ya lacerado patrimonio cultural. De todas las piezas, hubo una que era bastante familiar con artefactos a las cuales estamos relacionados en nuestro diario vivir, era un supuesto medallón de oro el cual ahora es exhibido con el nombre de “Felino de oro con esmeralda sobre la espalda” tiene unos 11 centímetros de largo, pero lo curioso es que este felino guardaba una extraña semejanza con una retroexcavadora y no al medallón religioso que aseguraban era la pieza, los arqueólogos de aquellos días.
Aunque los arqueólogos declararan que el medallón representaba un animal, fue el reconocido criptozoólogo Ivan T. Sanderson, quién expuso que la pieza en cuestión no se trataba de un simple medallón con características animales, sino de la reproducción de una retroexcavadora o draga mecánica que tenía “características animales”.
Uno de los antiguos artefactos cuya función ha sido reinterpretada por autores contemporáneos es una pequeña figura que fue clasificada como un jaguar de juguete cuando fue encontrada en Panamá hacia los años veinte. Sin embargo, si consideramos la sugerencia de que esta figura es en realidad una máquina excavadora, como nuestros actuales bulldozers, entonces el objeto adopta una apariencia diferente. A pesar de la antigüedad del modelo, los curiosos apéndices triangulares empiezan a parecernos ahora palas de brazos mecánicos. Las ruedas dentadas que están montadas sobre la cola del modelo parece como si fueran a engranarse con cadenas o correas.
A pesar de todas estas conjeturas, los escépticos señalan que la construcción de una excavadora de tamaño normal exigiría unos considerables recursos tecnológicos -para fundir el hierro, por ejemplo, y para fabricar las piezas grandes de la máquina- de los cuales no se ha encontrado absolutamente ninguna prueba.
Los autores que hablan acerca de este invento no dudan en conectarlo con hazañas tan prodigiosas como la construcción de la ciudad «perdida» de Machu Picchu, edificada a 2.100 metros sobre el nivel del mar en los Andes peruanos. Afirman también que seguramente fue necesaria una maquinaria considerable para mover las grandes cantidades de tierra y de piedra precisas para la construcción de dicha ciudad. Pero este argumento tampoco parece tener mucha solidez: es bastante probable que estas grandes proezas no requieran más que una gran fuerza física.
Runas de “No man´s lan”
En el ámbito de las inscripciones rúnicas halladas en EE.UU se debe mencionar a la isla denominada “Nomans Land” o “No man´s lan” la cual está situada cerca de las costas de Massachussets en EEUU a unos cinco kilómetros de la isla “Martha`s Vineyard” Su nombre deriva del hecho de que ésta isla se encuentra cerrada al público debido a que ha sido usada por las fuerzas militares para probar bombas desde el año de 1943. En la década de los 20, la isla era propiedad de un señor llamado Joshua Crane, el cual aseguró haber visto sobre la costa en un atardecer de 1926 una roca negra con indescifrables signos para él. Un año más tarde un capitán de apellido Wood que era simultáneamente habitante y vigilante de isla tropezó también con la extraña roca. También en 1927 Edward F. Gray tomó varias fotografías a la roca, Gray no conocía el lenguaje rúnico pero posteriores esfuerzos hechos por otros investigadores para descifrar las inscripciones dan a entender que en las dos primeras líneas de la roca se pueden leer las palabras “Leif Eriksson, 1001”, además el texto contiene otras líneas inferiores que poseen caracteres difícilmente descifrables o que tal vez han sido diluidos o borrados por la erosión durante varios siglos. Aunque se ha sugerido que es posible que en una de éstas líneas inferiores se pueda leer la palabra “Vinland”.
A pesar de todo el hecho de que en ésta inscripción se combinen caracteres rúnicos con números romanos (los cuales sólo se usaron en Escandinavia desde el siglo XIV d.c.) ha dado pie ha muchas dudas en torno a su autenticidad, pero igual no sobra volver a hacer referencia al hecho de que durante la edad media era común escribir palabras del latín con signos rúnicos por lo que una eventual combinación de estos con números romanos no seria del todo descabellada.
Runas de Byfield Massachusetts
En el año 1967, un brillante criptógrafo jubilado del ejercito norteamericano llamado Alf Monge, quien había descifrado las principales claves secretas japonesas durante la segunda guerra mundial, junto con un historiador noruego, el doctor OG: Landasverk, cuya especialidad era la historia vikinga, estudiaron unas inscripciones halladas sobre rocas de Byfield (Massachusetts, Estados Unidos). El resultado de sus trabajos dio lugar a la publicación del libro Norse Cryptography in Runic Crvings, en el que anunciaban que la roca de Massachusetts contenía la fecha del 24 de noviembre de 1009 como la del desembarco de los vikingos en ese lugar. Basados en este descubrimiento, Monge y Landsverk llegaron a la conclusión de que Vinland esta situada en esa ciudad.
Las runas de Kensington
Las runas de Kensington. Esta losa de forma rectangular de roca de arenisca gris, cubierta con runas sobre sus dos caras, ha sido motivo de amplias disputas entre la comunidad científica después de que fuera encontrada en 1.898 cerca de Kensington, Minnesota (EE.UU), y en la que todo parece indicar que, exploradores escandinavos alcanzaron Norteamérica en el siglo XIV. Su origen es incierto, y las opiniones son divididas en cuanto a su autenticidad. Si bien el texto deja muy claro cómo un grupo de treinta navegantes procedentes del norte de Europa alcanzó tierras americanas, para algunos especialistas no es más que una simple broma realizada por alguien aficionado a las runas en el pasado siglo XIX. Por el contrario, para los defensores de la presencia europea en tierras americanas mucho antes de la llegada de Cristobal Colón al nuevo continente, es otra de las muchas pruebas existentes que avalarían sus hipótesis.
Un desafiante enigma enfrenta a los historiadores norteamericanos. ¿Hubo un caballero Noruego llamado Paul Knutson que dirigió una desventurada partida de cuarenta soldados-misioneros en armaduras hasta las fuentes del Red River en el centro-oeste de Minesotta, ciento treinta años antes del primer viaje de Colón? Las evidencias acumuladas a lo largo de medio siglo sobre esta expedición son ya tan sustanciales que algunos de los arqueólogos más destacados de este país consideran el caso prácticamente probado. Unos pocos sólidos hechos surgen como peñascos de las montañas de entre las nieblas de la antigüedad del Nuevo Mundo.
El primero de estos hechos: Hacia finales del otoño de 1354 el rey Magnus Erikson, primer gobernante de los reinos combinados de Noruega y Suecia, comisionó a Knutson, un “decidor de leyes” o juez y uno de los hombres más prominentes de su corte, para reclutar una expedición destinada a salvar las almas de una desaparecida colonia noruega en la costa oeste de Groenlandia. Presumiblemente el grupo zarpó a principios de la siguiente primavera. No se volvió a tener noticias de ellos.
El segundo hecho: Cincuenta años atrás [1898] una laja de piedra aferrada por las raíces de un árbol fue hallada por un residente sueco cerca de Kensington, Minnesota. Sobre ella, grabado en letras rúnicas, llevaba lo que pretendía ser un mensaje a la posteridad. Registraba la masacre de un grupo de exploradores por parte de los indios. Suponiendo que la reliquia sea genuina, estos exploradores deben haber sido miembros de la expedición de Knutson. La fecha en la inscripción era 1362.
El tercer hecho: Hace unas pocas semanas la laja fue ubicada en el gran hall del Instituto Smithsoniano, en Washington. El Dr Matthew W. Stirling, Jefe de la Oficina Gubernamental de Etnología Americana (Government’s Bureau of American Ethnology), la llamó “probablemente, el más importante objeto arqueológico encontrado hasta ahora en Norte América.”
Cuando fue descubierta, en primer lugar, en general la piedra fue denunciada como un fraude ingenuo. En el medio siglo que pasó desde su descubrimiento, las mayores objeciones han sido contrarrestadas con evidencia corroborativa. Por más de diez años, descartada y desacreditada por los estudiosos, la reliquia fue usada como losa en el piso del barroso granero de una granja. Las mismas características que una vez hicieron que los expertos la denunciaran como fraude se citan ahora como testimonio de su autenticidad.
El caso completo depende, por supuesto, de la autenticidad de esta laja de piedra gris que el muy conservador Smithsoniano acaba de colocar entre sus más grandes tesoros. Fue en el verano de 1898 que Olof Ohman, joven inmigrante sueco, propietario de tierras cerca del pueblo de Kensington, en el Condado de Douglas, Minnesota, desenterró el tocón de un álamo en la orilla de una ciénaga.
Aprisionado en sus raíces había una pieza plana, en forma de lápida, de roca basáltica gris, una de las duras piedras sedimentarias de origen glaciar comunes en la región. Tenía el tamaño aproximado de una lápida en un cementerio rural sueco. Talladas en una cara y un borde de esta piedra había extrañas letras.
Todo esto tenía poco sentido y poco interés para el granjero Ohman. Era un hombre estólido y poco imaginativo. El carácter de Ohman tiene importancia en el esfuerzo por validar la reliquia. Las circunstancias del descubrimiento de la piedra están registradas en una declaración jurada que Ohman hizo ante el Juzgado de Paz local. Si Ohman hubiese sido un parlanchín o un estudiante de Historia especialmente si él hubiese intentado alguna vez hacer algún dinero con su hallazgo podría haber habido motivos para sospechar. Pero era la clase de hombre que tiene poca inclinación y aún menos capacidad para cometer un fraude.
Le contó a algunos vecinos acerca de la extraña piedra. A sugerencia de ellos la entregó al banco local en su siguiente viaje de aprovisionamiento a la sede del Condado. El banquero tenía un intenso interés en las antigüedades locales y, a su vez, envió la reliquia a la Universidad de Minnesota, en Minneapolis. Allí el Profesor O. J. Breda, uno de los más destacados estudiosos escandinavos en América, pudo descifrar la mayor parte de la inscripción sin gran dificultad. Las letras eran runas nórdicas, el curioso primer alfabeto de los pueblos Germánicos derivado de alguna forma indirecta de las letras de los Griegos y Romanos. Algunos de esos símbolos no significaron nada para Breda. En su traducción, dejó espacios cada vez que no entendía. Se sabe ahora que representaban números.
Esta es la traducción actualmente aceptada:
[Somos] 8 Goths [suecos] y 22 noruegos en [un] viaje de exploración desde Vinland a través (o cruzando) el Oeste. Hemos acampado junto a (un lago con) dos skerries [islas rocosas] a un día de viaje al Norte de esta piedra. Salimos y pescamos un día. Después de que volvimos a casa [nosotros] encontramos 10 [de nuestros] hombre rojos de sangre y muertos. AV[e] M[aría], salva[nos] del mal. [Nosotros] tenemos 10 de (nuestro grupo) junto al mar para cuidar de nuestros barcos(o barco) a 14 días de viaje desde esta isla. Año 1362.
Original:
8 : goter : ok : 22 : norrmen : po : opdagelsefard : fro : vinland : vest : vi : hade : lager : ved : 2 : skjar : en : dags : rise : norr : fro : deno : sten : vi : var : ok : fiske : en : dagh : aptir : vi : kom : hem : fan : 10 : man : rode : af : blod : og : ded : AVM : fraelse : af : illy : har 10 : mans : ve : havet : at : se : aptir : vore : skip : 14 : dagh : rise : from : deno : oh : ahr : 1362 :
En inglés:
[We are] 8 Goths [Swedes] and 22 Norwegians on (an) exploration journey from Vinland through (or across) the West. We had camp by (a lake with) two skerries [rocky islands] one day’s journey north from this stone. We were [out] and fished one day. After we came home [we] found 10 [of our] men red with blood and dead. AV[e] M[aria], save [us] from evil. [We] have 10 of (our party) by the sea to look after our ships (or ship) 14 days’ journey from this island. Year 1362.
El Profesor Breda no se sintió impresionado en absoluto. Era una falsificación tan obvia, dijo, que no merecía más atención de nadie. El lenguaje, en sí mismo, era una total delación. Era una mezcla de Noruego, Sueco y algo que parecía inglés antiguo. En los días de la escritura rúnica Suecos y Noruegos eran feroces enemigos y era increíble que hubiesen sido socios en una expedición. Las tres letras AVM eran Latín, no rúnico. El alfabeto Romano no había sido introducido en Escandinavia hasta la temprana Edad Media.
El erudito especialista en runas había pasado por alto la fecha: 1632. Las cifras que la representaban no estaban en el primitivo alfabeto rúnico. Breda supuso muy naturalmente que cualquier Nórdico que pudiese haber llegado hasta la región central de Minnesota debía haber venido de las colonias de Eric el Rojo en Groenlandia, en algún momento del siglo 12. No había lugar allí para ninguna discusión. La piedra de Kensington no podía haber sido grabada por ninguno de estos groenlandeses. Todo esto era un fraude tonto y tosco perpetrado por alguien con un conocimiento superficial de runas, unido a una gruesa ignorancia de la historia escandinava. El falsificador, quien quiera que fuese, difícilmente podía esperar ser tomado en serio. Afirmaba que la piedra había sido grabada en una isla en un lago. No había ningún lago dentro de las veinte millas de la propiedad de Ohman.
De todas formas, la reliquia fue enviada a la Universidad del Noroeste, en Evanston, Illinois, para ser investigada más a fondo por expertos en runas. Éstos estuvieron de acuerdo con Breda y la laja fue enviada nuevamente al banco rural, que se la devolvió al granjero Ohman.
Lo que es ahora “probablemente, el más importante objeto arqueológico encontrado hasta ahora en Norte América” es muy probable que estuviera todavía en ese granero si no hubiese sido por el interés de un sobresaliente historiador Noruego-Americano, Hjalmar R. Holand de Ephraim, Wisconsin. Durante treinta años dedicó la mayor parte de su tiempo libre a su estudio en todos los aspectos; geológico, arqueológico, geográfico, lingüístico y histórico. La ha llevado a veintitrés Universidades Europeas para consultar con expertos. Una tras otra, las más serias objeciones a su autenticidad han probado ser los puntos más fuertes a favor de la misma. Primero fue el descubrimiento de los símbolos numéricos rúnicos y la determinación de la fecha. Estas runas en particular eran de origen tardío y de uso local en Noruega.
En el siglo catorce el alfabeto latino había sido introducido y sus letras se mezclaban muy frecuentemente con los antiguos símbolos germanos. Eso solucionaba la aparente incongruencia de las letras romanas AVM en vez de AV(e) M(aria). Este era un símbolo bien comprendido, fácil de escribir. Hubiese tomado un montón de espacio ponerla completa en runas.
El mayor avance, sin embargo, sucedió veinte años atrás con la publicación de una copia en una revista arqueológica danesa, encontrada por casualidad en la Biblioteca Real de Copenhagen, de la orden del rey Magnus a Knutson. Fue traducida como sigue:
“Magnus, rey de Noruega, Suecia y Skaane por la gracia de Dios, envía a todos los hombres que vean o lean esta carta buena salud y felicidad.
Deseamos hacer saber que tú [Paul Knutson] has de tomar los hombres que han de ir en el Knorr [el navío mercante real] sean ellos nombrados o nombrados de mi guardia personal y también de las guarniciones de otros hombres que tu puedas desear llevar en el viaje, y que Paul Knutson, que será el comandante sobre el Knorr, tendrá plena autoridad para elegir los hombres que sean más adecuados sea como oficiales o como hombres. Os pedimos que aceptéis éste, nuestro comando, con toda buena voluntad por la causa, en la medida en que lo hacemos en honor de Dios y por el bien de nuestra alma y por nuestros predecesores, que en Groenlandia establecieron la Cristiandad y la han mantenido hasta este tiempo, y no permitiremos que perezca en nuestros días. Conociendo esto por cierto, que quien fuere que desafíe esta, nuestra orden, se encontrará con nuestro serio desagrado y por lo tanto recibirá pleno castigo.
Ejecutado en Bergen, el lunes después del día de Simón y Judah en el seis y XXX año de nuestro reinado (1354). Por Orm Ostenson, nuestro regente, sellado.”
Así quedó establecido que unos pocos años antes de la fecha encontrada en la piedra de Kensington, a un cierto Paul Knutson, uno de los más prominentes ciudadanos del reino de Magnus, le fue ordenado reclutar y dirigir una expedición a través del Atlántico. Ciertamente ningún bromista del siglo diecinueve pudo haber sabido esto. La fecha en la piedra, ocho años después de emitida la orden, sería una muy notable coincidencia con la historia. Ocho años era un razonable tiempo para haber permitido a Knutson llegar desde Bergen hasta las fuentes del Red River.
Difícilmente pueda haber alguna duda de que la cruzada partió de Noruega. Mr. Holand aventura una reconstrucción tentativa de lo que pudo haber sucedido. Presumiblemente Knutson, guiado por las vagas descripciones de las sagas de Islandia, siguió viaje hasta algún punto en la costa de Nueva Inglaterra, estableció un campamento base y emprendió una búsqueda sistemática de la colonia perdida. No habiendo encontrado ningún rastro del asentamiento en Groenlandia, debe haberse dirigido hacia el Norte, con un número considerable de su gente quizás dejando una pequeña retaguardia en lo que hoy es Massachusetts o Rhode Island y finalmente navegó por la Bahía de Hudson, llena de icebergs. Aún así no halló rastros de los hombres que buscaba. Y muy probablemente las instrucciones del rey Magnus habían sido muy perentorias: si no los encuentras, no hace falta que vuelvas.
Llegó hasta la boca del gran Río Nelson, lo siguió hacia el sur hasta el lago Winnipeg y de allí, a través de una serie de lagos y transportes terrestres, hasta la región del Red River, cuyas aguas fluyen hasta el Mississippi y el Golfo de México. Aún hoy en día hay un camino acuático casi continuo desde el mar lleno de hielo hasta la zona del lago Minnesota donde fue encontrada la piedra. Esto, pensó probablemente el explorador, habría sido una ruta natural a seguir desde Groenlandia por los perdidos colonizadores. También, conjetura Mr. Holand, pensó que estaba siguiendo el camino más fácil para volver a su base en Vinland. No pensó en América del Norte como en un continente sino como en un grupo de grandes islas.
Todo esto, por supuesto, es altamente especulativo. Pero un hecho permanece: si la piedra de Kensington es genuina, Paul Knutson y sus caballeros cruzados estuvieron en Minessota en 1362. La evidencia a favor de la autenticidad de la reliquia ha ido aumentando. Si el Granjero Ohman dijo la verdad acerca de las circunstancias del hallazgo de la piedra y este estólido inmigrante, trabajador e iletrado debería haber estado llevando una extraordinaria clase de doble vida si él compaginó la historia la tabla había estado en el lugar donde él la encontró por lo menos por tanto tiempo como el tiempo de crecimiento del álamo. Los arqueólogos tienen un medio razonablemente exacto de fechar arboles y leños, a partir de los anillos en la madera; el examen de árboles similares en las proximidades ha conducido a un cálculo conservador de que el árbol en cuyas raíces se encontró la piedra rúnica tenía por lo menos 40 años en 1898. Esto significa que, si la reliquia había sido “plantada”, el intento de engaño debe haber tenido lugar en 1850. En ese entonces había pocos hombres blancos en esa parte de Minnesota. Estaba habitada por hostiles y salvajes Sioux.
El conglomerado de lenguajes, por si mismo, fue suficiente para convencer al Profesor Breda de que la piedra era una falsificación. Pero él estaba pensando en términos del lenguaje de las sagas en las que se habían relatado las hazañas de Eric el Rojo y Leif el afortunado. Esta piedra había sido inscripta más de tres siglos después. En ese entonces Noruega estaba en contacto con toda Europa. Algunas palabras inglesas habían sido introducidas en el habla vulgar. Tanto suecos como noruegos participaron en la expedición. Magnus era rey de ambos países. Era bastante natural que los “cruzados” hablasen una cierta mezcla de idiomas. Más aún, estos hombres no eran escribas o estudiosos. Muy probablemente sus sacerdotes habían quedado en Vinland. Pero eran hombres jóvenes, razonablemente inteligentes y letrados. Las investigaciones de Mr. Holansd en la literatura popular escandinava del siglo catorce lo convence de que las palabras de esta desesperada nota sobre piedra eran, bastante aproximadamente, las que podían esperarse de hombres como esos, especialmente estando sometidos a estrés emocional. Quien fuera que grabó esas palabras difícilmente puede haber esperado sobrevivir para ver terminada su tarea.
¿Por qué usó runas? En esa época el alfabeto latino era bien conocido en Noruega y era usado en la mayor parte de los documentos. Mr. Sarff explica que fue por la simple razón de que los caracteres rúnicos habían sido especialmente adaptados para labrarlos en lápidas. Se usaban para ese propósito tanto en Islandia como en Noruega mucho después de haber sido abandonados en la escritura corriente. era más fácil tallar en la piedra las líneas rectas de las runas que las letras romanas con líneas curvas. Quien fuere que escribió esas letras estaba apurado por terminar su trabajo. Estaba trabajando en el borde de la eternidad.
El mensaje establece que algunos de la partida habían sido dejados atrás para cuidar de los barcos junto al mar, a “14 días de viaje de esta isla”. Se ha descubierto que la expresión “día de viaje” era un término convencional de la época, que significaba aproximadamente 75 millas, o la distancia que un navío podía recorrer en un día con buen viento. A los hombres de Knutson el viaje les debe haber tomado por lo menos un año.
La inscripción indica que el grupo estaba acampando en una isla en un lago a sesenta y cinco millas de distancia de otro lago conteniendo dos islas rocosas, en la costa del cual sus compañeros habían sido masacrados. Puede asumirse que ellos habían venido hasta allí buscando ponerse temporariamente a salvo de los indígenas. Ohman encontró la piedra en los límites de una ciénaga. Esta zona es ahora tierra seca. Los relevamientos geológicos demuestran que la tierra ligeramente elevada y rocosa de la que el granjero excavó el tocón de álamo era, casi con certeza, una isla en el 1632. Esta zona rural ha ido volviéndose cada vez más seca a lo largo del último siglo.
Justamente a alrededor de setenta y cinco millas de distancia está el único lago con dos “skerries” o islas rocosas. Es el lago Cormoran, en el condado de Becker. En su costa hay grandes peñascos de origen glaciar con agujeros triangulares taladrados en tres de ellos. Este era un mecanismo común para atracar botes a lo largo de los fiordos del siglo catorce en Noruega. Junto a una de estas rocas fue encontrado recientemente un yesquero [firesteel] noruego del siglo catorce. Varias otras rocas-atracadero similares han sido encontradas en esta zona de Minnesota. Esto implicaría que los exploradores continuaron su viaje hacia el este por un tiempo, probablemente buscando una vía acuática de retorno a Vinland.
A lo largo del curso del río Nelson han sido recogidos otros varios utensilios Noruegos en el último medio siglo tres hachas de batalla, un yesquero y una punta de lanza . Éstos pueden indicar la ruta seguida hacia el sur por los hombres de Knutson desde la bahía de Hudson.
Hay sólo una vaga sugerencia de que algunos de los hombres dejados en Vinland, o con los barcos a orillas de la desembocadura del río Nelson, regresaron a Noruega: se dice que, en medio de la gran Plaga, el rey Magnus recibió noticias de que sus colonias en Groenlandia habían desaparecido sin dejar rastro. ¿Quién pudo haber sido el portador de estas malas nuevas? Queda aún una débil posibilidad de que entre los manuscritos, amarillos por los años, de algún archivo europeo pueda ser encontrado un relato completo de la expedición, escrito por alguien que acompañó a Knutson.
Runas de Oklahoma, o de de Heavener
Otra piedra con inscripciones rúnicas conocida es la de Heavener que se halla sobre la montaña Poteau en los límites del pueblo del mismo nombre. Las tradiciones locales la atribuyen a hombres nórdicos que llegaron al continente por el golfo de México para navegar por el río Missisipi, el río Arkansas y finalmente el río Poteau. Otros investigadores sencillamente la consideran una inscripción hecha en el siglo XIX d.c. o XX d.c. por alguna persona local debido a que los ocho caracteres que forman la palabra Gnomedal (probablemente “Valle del gnomo”) combinan signos del futhark antiguo con el futhark gótico ambos ya casi no usados en el siglo X d.c. cuando los vikingos arribaron a Canadá desde Groenlandia. El criptógrafo de la fuerza armada estadounidense Alf Monge teorizó que la inscripción era un criptograma que significaba “noviembre 11, 1012”, mientras que un ingeniero llamado Richard Nielsen indicó en 1986 que la verdadero significado de los símbolos es “Glomedal” (valley of glose el valle tenebroso)
Runas de Poteau
A diez millas al noroeste del monte Poteau en 1967 se encontró otra inscripción rúnica de siete caracteres muy similares al de la piedra de Heavener. La transliteración indicaría la palabra “GLOIALLW” aunque otras posibilidades se han sugerido según los diferentes futharks con que se aborde la traducción. Alf Monge también teorizó sobre esta inscripción y otras encontradas en Noruega al relacionarlas como códigos que indican fechas de fiestas religiosas. Según él en ésta segunda piedra de Poteau se encontraría encriptada la fecha “noviembre 12, 1017”
Runas de Shawnee
Por otra parte en Shawnee (Oklahoma) a una milla del río norcanadiense, en1969 Jim Step acompañado de su hijo encontró cerca a un arroyo una piedra oval de 14 pulgadas enterrada levemente en el suelo. Cuando la piedra fue retirada vieron una inscripción de cinco letras en el lado contrario de ésta. Los cinco signos descifrados según el futhark antiguo corresponderían a la palabra
“MEDOK”, la cual podría hacer referencia a Madoc un príncipe del país de Gales que según una leyenda vino a América en el año de 1170 d.c y regresó después a su patria por medio de 10 embarcaciones de colonizadores a los que enseño el río Missisipi.
De todas maneras se ha dudado de la veracidad de ésta inscripción debido a que en el país de Gales no fueron usadas las runas del Futhark Antiguo. Alf Monge también tomó está inscripción como un criptograma y lo descifró como la fecha “noviembre 24, 1024”
Runas de Spirit Pond
A comienzos de la década de los 70 del siglo pasado se hallaron, a orillas del lago de Spirit Pond, en Maine (EE UU), cuatro bloques de piedra y un amuleto. Tres de estos bloques, datados en torno al año 1200 a. C., presentan inscripciones que han sido identificadas como runas vikingas.
Debido a que el lago forma parte de un parque estatal, los “restos pétreos» son propiedad del Estado de Maine. Su descubridor, Walter Elliot -ya fallecido-, se negó en su día a donar sus hallazgos a las instituciones, iniciando una serie de procesos legales.
Durante algunos años estuvieron expuestos en el museo de Barth, en Maine, suscitando continuas controversias entre los expertos. Actualmente, tres bloques se encontrarían en los archivos del Museo Nacional del Estado, pero fuera de la vista de los visitantes. Los grabados no fueron jamás traducidos. La imagen publicada en este artículo, proporcionada por el arqueólogo estadounidense Neil Steede, pertenece al cuarto bloque.
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