Códigos famosos
En esta relación, mayoritariamente, se incluyen Escrituras y/o Códigos famosos (generalmente sin descifrar), en cualquier formato y soporte, y de cualquier época. Unos son escrituras, generalmente antiguas, otros son códigos que pueden tener origen desconocido o no. Algunos se han descifrado sólo en parte, o su descifrado ofrece dudas. Otros ya están descifrados, pero se incluyen debido a su fama.
Evidentemente debido al avance de la criptografía, cada día quedan menos códigos por descifrar.
Se ha huido de los mitos no comprobados, solo se incluyen si hay datos físicos palpables.
Escritura Vinča
Subcategoría: escritura desconocida.
¿Fue realmente la civilización sumeria la primera que hubo? ¿O hubo otras civilizaciones anteriores más avanzadas que esta civilización mesopotámica? La llamada Cultura Vinca estaría tanto o más civilizada que la sumeria, compartiendo unos dioses que decían llegar del espacio. Pero es que lo curioso de esta gente es que sus dioses guardan un extraño parentesco con esos extraterrestres grises a los que nos hemos acostumbrado. ¿Realmente los vieron así y como tal los esculpieron? ¿Eran ésas las caras de los dioses?
Un siglo de excavaciones en el yacimiento neolítico de lo que se entiende como cultura Vinca, la primera cultura prehistórica de Europa, todavía no ha ofrecido respuestas a algunos enigma de hace más de 7.000 años.
El yacimiento de Vinca está a 14 kilómetros al sureste de Belgrado, a orillas del Danubio, en el llamado centro de las comunicaciones de hace 7.000 años, cuando los valles de los ríos eran las principales vías de contacto. Este lugar se encuentra en en un cerro de 10 metros de altura, formado por los estratos culturales de los que ocho metros corresponden a la cultura Vinca del neolítico.
La ciudad de Vinca fue durante un milenio una verdadera metrópoli, con tres mil habitantes, y centro de una civilización que abarcaba el sureste europeo, la región desde los Cárpatos hasta la llanura de Skopje, abarcando el río Bosna, en el oeste, hasta Sofía, en el este. Como se desconoce el nombre de esta civilización lo que se hace es heredar el nombre de la ciudad de la que parece partir todo.
Una vasija de barro desenterrada en Vinča, encontrada a una profundidad de 8,5 m.
La escritura Vinča, también llamada alfabeto Vinča o Escritura europea antigua, es el nombre dado a un tipo de marcas encontradas en una serie de prehistóricos artefactos hallados en el sureste de Europa. Algunos consideran las marcas como un sistema de escritura, atribuible a la Cultura Vinča, que habitó la región hacia 6000-4000 a. C. Otros dudan que las marcas representen una escritura, citando la brevedad de las inscripciones encontradas y lo escaso de símbolos repetidos.
Caracteres conocidos del alfabeto Vinča
Algunos expertos opinan que los símbolos podrían representar mensajes, pero no formando una lengua propiamente dicha. El debate es muy relevante, pues algunas vasijas encontradas con este lenguaje son casi 1000 años anteriores al por ahora considerado primer registro de lengua escrita, la escritura cuneiforme de los sumerios.
Curiosamente, a esta antigua cultura pertenece la “esvástica” europea más antigua:
“Esvástica” del 2500aC. encontrada en Bulgaria en 2010
Amuleto de arcilla, una de las tablas Tartaria encontradas cerca de Tartaria, Rumanía, y datadas hacia el 4500 a. C.
En 1875, las excavaciones arqueológicas de Zsófia Torma (1840–1899) en Turdaş (Tordos), cerca de Orăştie en Transilvania (actual Rumanía), descubrieron un grupo de objetos con inscripciones de símbolos desconocidos. Objetos similares se encontraron durante las excavaciones de 1908 en Vinča, un suburbio de la ciudad serbia de Belgrado, a 120 km de Tordos. Más tarde, aparecieron objetos en Banjica, también en Belgrado. La cultura ha sido llamada cultura Vincha-Tordos, y las inscripciones, escritura Vincha-Tordos.
El descubrimiento de las tablas Tartaria en Rumanía por Nicolae Vlassa en 1961 impulsó el debate. Vlassa consideró las inscripciones como pictogramas, y la datación por carbono de los objetos hacia el 4000 a. C. lo convertía en el primer sistema de escritura. Como dato, han aparecido muchos más fragmentos con inscripciones similares en varias excavaciones arqueológicas, principalmente en Grecia, Bulgaria, República de Macedonia, Rumanía, este de Hungría, Moldova, sur de Ucrania y otros lugares de la antigua Yugoslavia.
Escritura tartésica
Subcategoría: escritura desconocida.
La escritura tartésica, también conocida como del sudoeste (sudoccidental) de la península ibérica y como sudlusitana, es una escritura paleohispánica muy similar, tanto por la forma de los signos como por el valor que los signos representan, a la escritura ibérica suroriental, pero a diferencia de ésta, que expresa lengua ibérica, la escritura tartésica expresa una lengua que no ha podido aún ser relacionada con ninguna otra. Sobre el origen de las escrituras paleohispánicas no hay consenso: para algunos investigadores su origen está directa y únicamente vinculado al alfabeto fenicio, mientras que para otros en su creación también habría influido el alfabeto griego.
A diferencia de las otras escrituras paleohispánicas, esta escritura y la lengua que expresa no tienen una denominación consensuada. La denominación más neutra es la de escritura del sudoeste de la península ibérica, puesto que solo hace referencia a la localización geográfica de las inscripciones que usan esta escritura en el cuadrante sudoccidental de la península ibérica. Pero la denominación más popular es la de escritura tartésica, aunque no es una denominación precisa, puesto que las inscripciones que usan esta escritura solo aparecen marginalmente en el territorio en el que las fuentes clásicas sitúan el reino de Tartessos y en cambio se concentran en el territorio que las fuentes clásicas atribuyen a los Conios. Una tercera denominación es escritura sudlusitana, que hace referencia a su posición geográfica relativa respecto del territorio de los lusitanos.
Con la excepción del alfabeto greco-ibérico, el resto de escrituras paleohispánicas comparten una característica tipológica distintiva: presentan signos con valor silábico para las oclusivas y signos con valor alfabético para el resto de consonantes y vocales. Desde el punto de vista de la clasificación de los sistemas de escritura no son alfabetos ni silabarios, sino escrituras mixtas que se identifican normalmente como semisilabarios. La particularidad de la escritura tartesia es la sistemática redundancia vocálica de los signos silábicos, fenómeno que en las otras escrituras paleohispánicas es residual. Algunos investigadores consideran esta escritura como un semisilabario redundante, mientras que otros las consideran un alfabeto redundante. El fenómeno de la redundancia vocálica de los signos silábicos fue descubierto por Ulrich Schmoll y permite clasificar la mayor parte de los signos de esta escritura en silábicos, vocálicos y consonánticos. Aun así, su desciframiento aun no se puede dar por cerrado, puesto que no hay consenso entre los diferentes investigadores que han hecho propuestas concretas.
Esta escritura se escribe muy mayoritariamente de derecha a izquierda y su ámbito de uso es el cuadrante sudoccidental de la península Ibérica: fundamentalmente en el Algarve y en el Bajo Alentejo y residualmente en Andalucía occidental y Extremadura. Prácticamente el único soporte sobre el que aparece son grandes losas de piedra, cerca de un centenar. El tipo de soporte y el hecho que prácticamente todas han aparecido fuera de contexto, impide precisar excesivamente su cronología, aunque por los escasos ejemplares que presentan alguna restricción cronológica parece que deberían de ser del s. V a. C. o anteriores. Aun así, tradicionalmente se les atribuye una antigüedad que las podría hacer remontar hasta el s. VII a. C., hipótesis que de confirmarse la convertiría en la escritura paleohispánica más antigua.
Desde 1966 se han producido diversos intentos de filiar la lengua de las inscripciones tartesias, yendo la totalidad de los intentos orientada a identificarla como una lengua indoeuropea, pero, por interesantes que estos intentos puedan ser, no han llegado a ninguna conclusión definitiva y, de hecho, recientemente se ha propuesto la hipótesis contraria: que los datos disponibles abogan porque sea una lengua no indoeuropea. Restando esta discusión pendiente, sí parece clara su falta de relación con las demás lenguas vecinas: ni con el íbero, ni con el vasco, ni con el bereber, ni con el fenicio.
Una de las propuestas de signario tartésico. Adaptado de Rodríguez Ramos 2000.
Fonte Velha (Bensafrim, Lagos).
Herdade da Abobada (Almodôvar).
La epigrafía del Suroeste la forman un grupo homogéneo de estelas de las que conocemos 71, buena parte fragmentadas y 12 perdidas. Todos estos epígrafes realizados en piedra son posiblemente estelas funerarias y han sido halladas en territorio portugués, excepto 5 en España (Alcalá del Río, Puente Genil, 2 en Extremadura, etc.). Su cronología oscila entre el siglo VII y el V/IV a.C. La lengua en que están escritas aún no ha sido descifrada, aunque Correa, siguiendo a Tovar, piensa que el signario del Suroeste es la escritura tartesia propiamente dicha.
El signario conocido hasta el presente comprende 51 signos, pero sin que haya seguridad de que todos ellos tengan valor fonético y no otra función.
González Wagner, por su parte, piensa que la escritura tartésica sirve de soporte a una lengua local que, aunque recibió préstamos de los fenicios, no fue desplazada por la lengua de éstos, sino que se perpetuó conectando con la llamada época ibero-turdetana.
Escritura Zapoteca
Subcategoría: escritura de glifos.
La cultura zapoteca de Oaxaca, sin duda, había escrito. Algunos 1,200 objetos inscritos han sido encontrados, y van desde muros pintados, a ollas, huesos y conchas. La fecha de la escritura parece situarse entre el año 600 y el 400 a.C.
Los académicos han sido capaces de elaborar el calendario zapoteco y mostrar que se trata de un precursor del de los Mayas. Pero a pesar de que las lenguas zapotecas aún se hablan en la zona, ha resultado más difícil de reconstruir el lenguaje de la escritura, en parte debido a la desconcertante complejidad del modernismo del idioma Zapoteco.
La escritura zapoteca comprende un conjunto inscripciones epigráficas encontradas en el estado de Oaxaca (México), generalmente breves, supuestamente escritas en zapoteco epigráfico (a veces llamado laxamente proto-zapoteco). La mayoría de ellas están datadas entre el 400 a.C. 200 a. C. y el 900 d.C., si bien los primeros jeroglíficos mesoamericanos datan de entre el 650 y el 550 a.C., siendo textos muy sencillos hallados en el valle de Oaxaca.
El material encontrado incluye varias docenas de inscripciones breves, así como un cierto número de textos calendáricos, que contienen entre cien y trescientos glifos diferentes. La lengua de las inscripciones se conoce mal debido a la naturaleza no alfabética de la escritura y su identificación como zapoteco se debió básicamente a criterios geográficos. La poca comprensión que se tiene de las inscripciones parece sin embargo compatible con el proto-zapoteco reconstruido a partir de las modernas lenguas zapotecas.
La inscripción más antigua, que muestra el dibujo esquemático de una persona acompañado de unos pocos glifos, fue encontrada San José Mogote en 1975 por Kent Flannery y Joyce Marcus. Los signos están relacionados con los 260 días del calendario mesoamericano. Se considera la base que dio lugar al idioma zapoteco.
Algunos de estos signos son reconocidos como portadores de información calendárica, pero la mayor parte del sistema de escritura de los zapotecos sigue sin descifrarse (Urcid Serrano, 1997: 42-53). La ejecución de los glifos en las estelas es más basta que los signos empleados en las esculturas mayas del Clásico, por lo que algunos epigrafistas han creído que la escritura zapoteca es menos fonética que el silabario maya.
Los más antiguos indicios de la escritura zapoteca es el Danzante de San José Mogote, al que se conoce oficialmente con el nombre de Monumento 3. Esta estela posee un relieve en el que aparece un cautivo que será entregado al sacrificio y ha sido mutilado. Entre sus piernas se encuentran dos signos que corresponden a su nombre calendárico.
La estela fue fechada de primera mano entre los siglos V y VI a. C., por lo que se le consideró la inscripción más antigua que se hubiere encontrado en Mesoamérica. Sin embargo, algunos arqueólogos han expresado dudas sobre la certeza de esta datación (Romero Frizzi, 2003).
El sistema de escritura zapoteca se empleó únicamente hasta el fin del período Clásico, etapa de la que proceden las últimas inscripciones zapotecas.
Monumento 3 de San José Mogote. Los dos símbolos esgrafiados entre las piernas del personaje representado indican su nombre: 1 Terremoto.
Muy cerca de la zona arqueológica de Yagul, a 30 kilómetros de la capital de Oaxaca, en México, fue descubierto un sistema de escritura zapoteca de más de 2 mil años, sobre roca y dentro de una cueva, según se anunció el pasado 27 de abril. El hallazgo ocurrió en el área rocosa conocida como Caballito Blanco, lugar que apareció en el Clásico temprano (año 200 aC), donde también han sido descubiertos muchos grabados y pinturas rupestres.
La escritura recientemente descubierta por pobladores está en una cueva, y la piedra con las inscripciones podría medir de 12 a 15 metros, informa la experta. “El hallazgo es sorprendente, porque su longitud no tiene comparación con otros de origen prehispánico”, sostiene Nelly Robles.
El reto, prosigue, es utilizar algún tipo de tecnología para llegar hasta el fondo de la cueva, determinar el tamaño exacto del grabado y que los expertos realicen una interpretación para definir cuántas veces se escribió sobre esa roca. Los especialistas del INAH, por el momento, sólo han penetrado seis metros en la antigua cueva.
El sistema de escritura está asociado a un mascarón en el cual “se observa un personaje que se cree fue una combinación de Cosijo y del dios Murciélago”, agrega.
Lápida de conquista del Edificio J, Monte Albán, Oaxaca.
Esteganografía
Subcategoría: escritura criptográfica.
En 1499, un abad alemán escribió un extraño tratado sobre la comunicación con los espíritus: la Esteganografía. Su autor, Johannes Trithemius, fue un notable erudito y consejero de emperadores, pero también un mago y alquimista que influyó en Fausto, Agrippa, Paracelso, Giordano Bruno y otros ocultistas. Su obra más emblemática, que constituye un ejemplo excepcional de la magia del siglo XVI, es una insólita exposición de técnicas criptográficas que, tras siglos de intentos fallidos, ha descifrado ahora un matemático norteamericano.
Paco González
Un criptógrafo ha resuelto el misterio de la Esteganografía, la obra cumbre del abad y mago Johannes Trithemius.
En plena era de la criptografía cuántica, cuando los científicos tratan de encontrar un sistema para transmitir información codificada mediante sofisticados ordenadores subatómicos, el precursor de la criptografía moderna, el abad benedictino Johannes Trithemius, vuelve a ser noticia. James A. Reeds, un matemático de los laboratorios norteamericanos ATT, ha logrado decodificar la Esteganografía, un misterioso manuscrito que, desde hacía siglos, se resistía a ser descifrado.
Steganographia: Publicado originalmente en 1500 (la edición del año 1606, publicada en Fráncfort del Meno por Mathias Becker, aparece ya incompleta) y de una Polygraphia (1518), compleja obra dedicada a la codificación de mensajes (su primer libro contiene nada menos que 376 alfabetos de 24 letras, el segundo libro presenta otros 1.176 alfabetos en tres columnas, lo que forman 3.528 dicciones de una lengua universal mientras que el tercer libro muestra 132 alfabetos de dicciones inventadas, a las que hay que quitar la segunda letra de cada palabra para escribir mensajes en clave…); según ciertos autores ambas no son sino una única obra presentada en dos partes diferenciadas: la primera es metafísica y teórica, la segunda es práctica.
Antes de que fuese impreso, en 1609, y posteriormente incluido en el Índices de los libros prohibidos por la Inquisición, este tratado había circulado, en forma de manuscrito, entre célebres ocultistas como Fausto, Giordano Bruno, Agrippa de Nettesheim y John Dee. Sin duda, todos ellos conocían la fama y la reputación de Trithemius, uno de los mayores eruditos y bibliógrafos de Alemania, el mismo autor de más de cincuenta libros pero, sobre todo, gran estudioso de la Cábala y aficionado a las ciencias ocultas.
Johannes Trithemius, en realidad Johannes von Heidenberg (1462-1516), nació en Tritthenheim (Alemania) y estudió en la célebre Universidad de Heidelberg. Allí, junto con Juan de Dalberg y Rodolfo Huessman, fundó la Cofradía Céltica, una sociedad secreta para el estudio de la astrología, la numerología, las lenguas y las matemáticas.
También en Heidelberg, conoció al mítico Johannes Fausto, que fue testigo de la pasión que Trithemius sentía por las ciencias ocultas y de los experimentos de alquimia que éste solía realizar.
Antes de ingresar en el monasterio benedictino de San Martín de Spanheim, del que fue nombrado abad en 1483, Trithemius desarrolló una inmensa tarea como mago y alquimista. De hecho, su entrada en el monasterio, lejos de atenuarlas, impulsó sus actividades en este sentido.
Trithemius reconoció haber estudiado muchos libros de magia e, incluso, haber aprendido exorcismos. Todas sus investigaciones estaban dirigidas hacia los fenómenos misteriosos. Quizá por ello, la Iglesia le acusó de enseñar las ciencias malditas, de hacer sortilegios diabólicos. Trithemius, prudentemente, se defendió argumentando que tales estudios no habían hecho sino acrecentar su fe cristiana. Pero, ¿cual era el misterioso contenido de sus investigaciones? Parece ser que éstas se referían a extraños procedimientos para hipnotizar a personas a distancia, quizá por telepatía, a través de ciertas manipulaciones del lenguaje. Tampoco faltan en la obra de Trithemius alusiones a la parapsicología y a la Cábala. Esta extraña mezcla se materializó en la Esteganografía, obra de ocho volúmenes sobre la que su propio autor, incluso antes de concluirla, dijo lo siguiente en una carta que, en 1499, dirigió a su amigo Arnoldus Bostius:
Puedo aseguraros que esta obra, en la que enseño muchos secretos y misterios poco conocidos, parecerá a todos, incluso a los más ignorantes, que contiene cosas sobre humanas, admirables e increíbles, habida cuenta de que nadie ha escrito o hablado de ellas antes que yo. Paradójicamente, Bostius no llegó a leer jamás la misiva. Murió poco antes de que ésta llegara a sus manos. Pero si lo hicieron algunos de sus colegas, quienes, admirados por lo que allí se relataba, no tuvieron reparo en publicar su contenido. En la carta, Trithemius adelantaba las claves de su obra: un método para comunicar el pensamiento a distancia, cientos de modalidades de escritura secreta… No es difícil imaginar las repercusiones que la divulgación del contenido de la Esteganografía tuvo en aquella época.
Trithemius fue inmediatamente acusado de mentiroso y fabulador. Esto en el mejor de los casos, ya que muchos pensaron que se trataba de una especie de agente demoníaco. Entre estos últimos se encontraba el Príncipe Elector Felipe II, de quien se cuenta que, cuando años más tarde descubrió un ejemplar de la Esteganografía en la biblioteca de su padre, ordenó inmediatamente que arrojasen el libro a la hoguera. De manera que si el manuscrito original contenía la clave de tan extraordinarios poderes, éstos se perdieron en la pira. Al menos en su mayor parte, ya que, afortunadamente, existe un manuscrito incompleto, de aproximadamente tres volúmenes, que ha llegado hasta nuestros días.
Los estudios de la vida y obra de Trithemius coincide en destacar sus excepcionales dotes en astrología y magia, señalándole como figura clave del movimiento ocultista. De él se dice que era capaz de “fabricar” oro alquímico y que conocía el secreto de la piedra filosofal. No es extraño, pues, que Fausto, Paracelso y Agrippa, los tres magos de Praga, sintiesen tanta admiración por el abad benedictino.
La Esteganografía había estado circulando en forma de manuscrito. No fue sino hasta 1609, cuando una imprenta de Frankfurt decidió publicarlo. En su primera edición, este misterioso tratado lleva la indicación “Con privilegio y permiso de los Superiores”, aunque no figura en ella el obligado Imprimatur, de manera que ignoramos de qué superiores se trataba. No parece lógico que estos perteneciesen a la jerarquía eclesiástica. De hecho, al poco de publicarse la obra, aunque incompleta y expurgada, fue incluida en el Índice de libros prohibidos por el tribunal del Santo Oficio.
Pero, ¿por qué la Iglesia católica consideraba tan peligroso aquel libro? Ya hemos mencionado que la Esteganografía contenía un amplio catálogo acerca de ciencias más o menos ocultas y de métodos para “escribir secretamente”, argumentos quizá suficientes como para despertar los recelos de la Iglesia. Aunque las intenciones y el afán divulgador del abad no parecen otros que los de un científico desinteresado y, tal vez, excesivamente racionalista para la época, sus coetáneos le colgaron la etiqueta de “mago ocultista”, fama que se acrecentó tras su muerte. Y todo ello pese a que Trithemius insistió en que sus conocimientos no eran otra cosa sino magia natural. “No he hecho nada que sea extraordinario -decía el abad- y, sin embargo, hacen correr el rumor de que soy un mago. He leído la mayoría de los libros de los magos, no para imitarlos, sino con el propósito de refutar un día sus malísimas supersticiones”. En efecto, algún tiempo más tarde, publicó Antipalus maleficiorum comprehemsus, un trabajo en el que clasifica maleficios, brujos y diferentes variedades de adivinación.
Pero, a pesar de las buenas intenciones del abad, su pasión por las ciencias ocultas parece desmedida. Existe un curioso pasaje en su biografía que apoya esta hipótesis. Habiendo sido invitado por el emperador Maximiliano para consultarle sobre cuestiones de fe, se cuenta que Trithemius logró que se apareciese el fantasma de María de Borgoña, difunta esposa de Maximiliano. ¿Tenía el abad poderes para conjurar a los muertos? Es posible, aunque algunas teorías, más racionalistas, ponen en duda esta posibilidad. Diversos investigadores sostienen que éste conocía algunos trucos ópticos que ponía en práctica con la ayuda de espejos y cámaras oscuras.
No es ésta la única anécdota relativa a las habilidades paranormales del abad. Se cuenta que, en cierta ocasión, Trithemius, su discípulo Agrippa y un tercer personaje cuya identidad se desconoce, alteraron el estado de conciencia de una tal Anna Sidow. Durante el trance, ésta anunció a la casa del Príncipe Elector los casos de fallecimientos que iban a producirse en la misma y… acertó. Algunos investigadores han interpretado este suceso como una precognición obtenida por el abad a través de la mujer.
Otro de los trabajos más relevantes de Johannes Trithemius es De septem secundeis, id est intelligentiis sine spiritibus orbes post Deum moventibus, es decir, De las siete causas secundarias o inteligencias después de Dios, una cronología mística en la que desarrolla una concepción cíclica de la historia de la Humanidad. Según su teoría, emparentada con el gnosticismo y con la tradición hindú, siete ángeles (los siete genios mayores de la Cábala, que corresponden a los siete ángeles del Apocalipsis de San Juan) gobiernan los planetas desde el comienzo de la Creación, turnándose en el poder cada 354 años y cuatro meses. A cada época de silencio y oscuridad, seguirá el reino de la luz, y así sucesivamente.
En este tratado, Trithemius elabora una compleja cronología en la que no faltan sorprendentes predicciones. Supuestamente, en una de ellas fijó, 400 años antes de que se produjese el acontecimiento, la fecha exacta, 1917, de la declaración de Balfour, en la que se pusieron las bases para la creación de un Estado judío.
Pero, dejando de un lado al Trithemius ocultista, otra de las facetas más importantes del abad alemán se refiere a sus investigaciones sobre la criptografía, a sus teorías sobre las claves de transposición que, incluso en nuestros días, siguen empleándose en la diplomacia y el espionaje. Buen ejemplo de ello es la Poligrafía, obra aparecida en 1518. La importancia de este libro, referido exclusivamente a las escrituras secretas, está fuera de toda duda. De hecho, está considerado como uno de los más valiosos ejemplos sobre criptografía moderna. Una de sus primeras ediciones puede contemplarse en Washington, en el museo criptográfico de la Agencia Nacional de la Seguridad de los EE UU (NSA).
Sin embargo, la obra más excepcional y controvertida de Johannes Trithemius es la Esteganografía. El autor, como hemos mencionado, explicaba que el argumento central de este tratado era el de exponer diferentes técnicas para enviar mensajes secretos a larga distancia. Pero, además, una parte considerable de la obra está dedicada a la enumeración de diversos tipos de espíritus, como si de un moderno diccionario esotérico se tratase. Trithemius les pone nombre, los clasifica jerárquicamente y concreta las horas del día, planetas y constelaciones que están asociados con ellos.
Cuando James A. (Jim) Reeds se enfrentó a la difícil tarea de descifrar la Esteganografía se planteó, en primer lugar, la siguiente cuestión: ¿Se trata de una exposición de técnicas criptográficas disfrazada de magia natural o, por el contrario, es primero un tratado de magia que el autor ha ocultado tras una apariencia criptográfica?
Desde 1606, es sabido que los primeros volúmenes de la Esteganografía, plagados de oraciones de carácter piadoso aparentemente banales y de confusos textos para realizar invocaciones, contienen mensajes cifrados ocultos. Pero ahora, casi 500 años después, se han descubierto códigos similares en el tercer y más enigmático libro. De las 180 páginas numeradas de la edición de 1608, 159 pertenecen a los dos primeros volúmenes y tan sólo 21 al tercero. En este último libro puede leerse un somero prefacio y un capítulo, probablemente incompleto, en el que se presentan extrañas tablas numéricas encabezadas por símbolos zodiacales y planetarios.
Pero, ¿cómo enviar mensajes secretos con ayuda de los espíritus? En los volúmenes I y II, Trithemius facilita las instrucciones precisas para hacerlo. Por ejemplo, se anotaba una sencilla oración en un trozo de papel y, tras un curioso ritual, se invocaba a los ángeles. Uno de estos conjuros, que a la Inquisición le parecieron inequívocamente demoníacos, comenzaba por la siguiente frase: “Padiel aporsy mesarpon omeuas peludyn malpreaxo…” Verdaderamente, el mero hecho de pronunciar estas enigmáticas palabras puede resultar inquietante, pero no tiene nada de diabólico. Trithemius utilizó un sencillo código de transposición de letras con una secuencia determinada. Si aplicamos dicho código, el resultado es menos misterioso: “padiel aPoRsY mesarpon oMeUaS peludyn mAlPrEaXo…” Hemos destacado en mayúsculas las letras codificadas. La solución es la expresión latina primus apex… Tras decodificar los innumerables “conjuros” presentes en los dos primeros volúmenes de la Esteganografía, se obtienen una serie de frases banales, probablemente elegidas al azar. En consecuencia, es cierto que Trithemius había descubierto una forma de enviar mensajes secretos a distancia, aunque no parece que los espíritus tuviesen mucho que ver con ella.
El tercer libro de la Esteganografía, con sus oscuras tablas numéricas, suponía todo un desafío para cualquier especialista en criptografía. Jim Reeds descubrió una abundante bibliografía sobre este campo en Alemania durante el siglo XVII. Comprobó que muchos autores incluían en los títulos de sus libros frases como “Justificando a Trithemius”. Una de estas obras se publicó en 1676. Su autor, Wolfgang Heidel, aseguraba haber descifrado el código secreto del libro III. Curiosamente, Heidel también utilizó un código criptográfico para revelar el contenido de sus investigaciones, de manera que nadie le entendió. Es más, muchos pensaron que Heidel había fracasado en su intento y, simplemente, quería apropiarse ilícitamente de un mérito que no poseía.
No fue hasta 1996 cuando Thomas Ernst, un investigador de la Universidad de Pittsburgh, logró descifrar la verdadera naturaleza del código. Ernst, que consultó sendas copias del manuscrito original de la Esteganografía en Wolfenbütel (Alemania) y en el Vaticano, publicó los resultados de su investigación en 1996. Quizá por hacerlo en alemán y en una revista poco conocida, su valioso hallazgo no tuvo la repercusión que se merecía.
Finalmente, Jim Reeds, el investigador de los laboratorios ATT, después de transcribir el libro original y microfilmarlo para hacerlo compatible con su ordenador, resolvió el misterioso código de Trithemius en tan sólo dos días. En efecto, Reeds descubrió que el abad benedictino había utilizado el orden alfabético al revés y había asignado letras a números. La dificultad estribaba en que Trithemius no había utilizado letras actuales (como la “k” y la “y”), pero sí otras inexistentes en la actualidad. Tras sustituir adecuadamente los signos, Reeds desentrañó los mensajes secretos ocultos en el entramado de números y signos. Aunque los mensajes codificados resultaron ser bastante inocuos, aparentemente frases escogidas al azar, este hallazgo confirma que Johannes Trithemius es, sin lugar a dudas, la figura más destacada de la moderna ciencia de la criptografía.
Pero, ¿destierra este descubrimiento el carácter “mágico” de la obra de Trithemius? En opinión de Jim Reeds, este hallazgo no afecta a la personalidad de Johannes Trithemius como figura clave del movimiento ocultista del siglo XVI. Muy al contrario, Reeds cree que este descubrimiento incrementará el interés por la enigmática vida y obras del abad benedictino. Sin embargo, el investigador norteamericano continúa preguntándose por qué Trithemius utilizó la retórica de la magia para fines tan claramente científicos. ¿Cuál era su propósito? Quizá esas frases tan aparentemente banales, resultado de decodificar la Esteganografía, no lo sean tanto. Tal vez encierran el verdadero secreto del abad y mago Johannes Trithemius.
Paco González
El Idioma desconocido de Perú
Subcategoría: escritura desconocida
El descubrimiento de una carta de 400 años de edad, escrita por un autor español desconocido ha puesto de manifiesto una lengua peruana desconocida. La carta fue encontrada en las ruinas de una antigua iglesia colonial española en el norte de Perú en 2008, pero hasta ahora los lingüistas descubrieron que la escritura de la carta tiene las claves de un idioma completamente nuevo escrito en el lado opuesto de la carta.
Unos arqueólogos descubrieron que una serie de símbolos de una carta hallada en una excavación de ruinas del siglo XVII contenía un idioma hasta ahora desconocido hablado por pueblos indígenas, en La Libertad.
Un grupo de arqueólogos internacionales encontró la misiva debajo de unos ladrillos de adobe entre los restos de una iglesia ubicada cerca de la ciudad de Trujillo, a 560 kilómetros al norte de Lima. El complejo fue habitado por frailes dominicos durante dos siglos.
“Nuestra investigación determinó que este pedazo de papel contiene un sistema numérico en un idioma que estuvo perdido por cientos de años”, dijo Jeffrey Quilter, arqueólogo del Museo de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard en Estados Unidos.
Una fotografía de la carta mostrada recientemente por los arqueólogos mostró una columna de números escritos en castellano y traducidos a un idioma que según los expertos está extinto.
“Descubrimos una lengua de la que nadie había escuchado o visto desde los siglos XVI o XVII”, agregó Quilter, quien precisó que parece haber tenido influencia del quechua, lengua ancestral hablada por millones de personas en los Andes.
Según el arqueólogo, también podría tratarse de la versión escrita de una lengua de la época colonial catalogada por escritos históricos como pescadora, en honor a los pescadores de la costa norte de Perú que lo hablaban.
Hasta el momento no existe evidencia del mismo.
La carta, enterrada en las ruinas de la iglesia Magdalena de Cao Viejo en el complejo arqueológico El Brujo en el norte peruano, fue descubierta en 2008.
Pero Quilter dijo que decidieron mantener su descubrimiento en secreto hasta que las investigaciones fueron divulgadas este mes en la revista American Anthropologist.
“Creo que muchas personas no tienen conciencia de la cantidad de idiomas que se hablaban”, dijo Quilter. “Lingüísticamente, la relación entre los colonizadores españoles y los indígenas fue sumamente compleja”, acotó.
Inscripción de Sitovo
Subcategoria: escritura desconocida
La inscripción de Sitovo es una inscripción prehistórica descubierta en 1928 por una expedición arqueológica dirigida por Alexander Peev en una cueva de Sitovo, cerca de la localidad de Plovdiv, en Bulgaria. Ha sido fechada como de alrededor del 1200 a.C.. Se hizo pública en 1950 de la mano de Z. R. Morfova.
La inscripción consiste en dos líneas de 3,4 metros de largo, conteniendo signos de 40 centímetros de tamaño.
Han sido varios los intentos de traducción e interpretación llevados a cabo tanto por aficionados como por profesionales. La lengua de la inscripción podría ser una mezcla de antiguo idioma macedonio y frigio.
Idioma desconocido de Turquía
Subcategoria: escritura desconocida
Descubren en Turquía evidencias de un idioma desconocido de hace 2.800 años
Se trata de una tablilla de arcilla excavada en el yacimiento de Ziyaret Tepe.
Tushhan (también Tushan, o Tušhan) es un pueblo kurdo conocido como (Kurdo: Behramki) o (Kurdo: Tepe-i Barava)[1] por los residentes y era una ciudad antigua que los asirios han gobernado durante algún tiempo en Mesopotamia. Fue una capital de provincia en el alto valle del río Tigris, en la orilla sur y habitada desde el período Mitanni, y principalmente durante el período neoasirio durante la Edad del Hierro.
Ziyaret Tepe
Ziyaret Tepe. Ubicación en Turquía
Ahora se cree que está ubicado en el sitio del moderno Ziyaret Tepe (kurdo: Tepa Barava), provincia de Diyarbakır, Turquía.
Historia
El sitio de Ziyaret Tepe fue ocupado ya en la Edad del Bronce. La mayor parte del desarrollo urbano descubierto hasta la fecha es de finales de la Edad del Bronce y del Hierro. En la época asiria tardía se le conocía como Tushhan, hasta alrededor del 612 a. C. al 605 a. C., cuando cayó ese imperio. Se espera que el sitio sea inundado por la presa de Ilısu alrededor de 2014.
Arqueología
El trabajo en el lugar comenzó con 3 años de estudios de superficie y sensores remotos en 1997[2] [3] [4] Desde 2000 hasta 2014, el sitio estaba siendo excavado por un equipo dirigido por Timothy Matney de la Universidad de Akron.
Allí se encontró un conjunto importante de tablillas cuneiformes de arcilla, traducidas por Simo Parpola de la Universidad de Helsinki.[11]
Controvertida tablilla neoasiria
En 2009 se descubrió una tablilla cuneiforme en Ziyaret Tepe que contenía una lista de alrededor de 60 nombres. Era una lista de mujeres deportadas de un lugar desconocido alrededor del 800 a. C., durante el período del Imperio Neo Asirio. Según John MacGinnis del Instituto McDonald de Investigación Arqueológica de la Universidad de Cambridge, estas mujeres pueden haber venido de los alrededores de las montañas Zagros. Dijo que la posibilidad más probable era que estos nombres pertenecieran a Shubrians, un pueblo que habla un dialecto de Hurrian.[12] [13] Este argumento recibió poco apoyo.[cita requerida]
Üçtepe
Ziyaret Tepe está bastante cerca de la ciudad de Üçtepe, ubicada cerca de Bismil, donde en 1861 John George Taylor encontró los famosos Monolitos Kurkh, monumentos asirios que contienen una descripción de la Batalla de Qarqar, de interés para los estudios bíblicos y del Antiguo Cercano Oriente.[14] De hecho, algunos eruditos creían que Üçtepe había sido la ubicación de Tushan en el pasado. Hoy los monolitos se encuentran en el Museo Británico.
Una “tableta” de la antigüedad revela una lengua olvidada de hace 2.800 años
El descubrimiento podría dar forma a la teoría de que el Imperio Asirio fue el primero multiétnico de la Historia
Los nombres son la clave. Como ya le ocurriera a Jean-Françoise Champollion en 1822, cuando descubrió que la repetición de la varios nombres de reyes en los tres textos de la piedra de la Rosetta -egipcio, demótico y griego antiguo- servía para establecer una relación que acabaría por descifrar los jeroglificos egipcios, un equipo de académicos de Cambridge se ha servido también de los nombres para confirmar la existencia de un idioma del que no se tenían registros, durante la época del Imperio Asirio (1813a.C.-609 a. C).
A través de la pieza descubierta por arqueólogos de Alemania y EE.UU en el yacimiento del palacio de Tushan, en el sudeste de Turquía, los expertos que trabajaban en la tablilla de cerámica grabada con caracteres cuneiformes en Ziyaret, Tepe, Turquía, descubrieron docenas de nombres escritos en una lengua que hasta ahora desconocían.
La clave para descifrar este vestigio del pasado fue la lista de 60 nombres inscrita en la tablilla. El arqueólogo de Cambridge John McGuinnis se percató de que 45 de esos nombres no tenían relación con ninguno de los cientos de ellos que hasta ahora se conocían del antiguo Oriente Medio, lo que indicaba que se encontraba ante una nueva lengua.
Los investigadores han llegado a la conclusión más probable de que la lengua debía de ser el Shubrian, que se habló en el área de Tushan antes de la llegada de los Asirios y de la que no se conservaba ningún documento escrito. Los nombres serían de mujeres esclavas procedentes de las montañas Zagros que rodean lo que ahora es Irán.
El texto de la tablilla de cerámica, formó parte en su momento del archivo del Palacio de Tushan, donde los oficiales del Imperio Asirio registraban las decisiones y actividad administrativa, política y económica. De ser cierta la teoría de que los nombres proceden de la lengua Subhrian y que las mujeres habían llegado a Tushan desde las montañas Zagros, confirmaría que el Imperio Asirio fue el primero multiétnico de toda la historia, tal y como afirmó el arqueólogo Johnn McGuinnis en la revista Journal of Near Eastern Studies.
Imagen cedida por la Universidad de Cambridge de una tablilla de arcilla grabada durante el imperio Asirio con una lista de nombres de mujer desconocidos. Foto EFE
Estambul.- Lishpisibe, Bisinume, Sasime. Son algunos de los exóticos nombres de mujer hallados en una tablilla de arcilla grabada durante el Imperio Asirio, hace 2.800 años, y que han permitido descubrir una lengua desconocida hasta la fecha.
“Sabemos que son nombres de mujeres porque a cada uno le antecede el símbolo asirio cuneiforme de ’nombre femenino’,” explicó a Efe John MacGinnis, miembro del equipo de arqueólogos responsable del hallazgo y que ha publicado el resultado de sus investigaciones en el último número del Journal of Near Eastern Studies.
Por la morfología de los nombres es obvio, añadió, que no corresponden al asirio ni al arameo ni a ningún otro lenguaje hablado en el Imperio Asirio del que se tenga constancia.
MacGinnis indicó que la lista se refiere a un grupo de mujeres oriundas de una región alejada y trasladadas al imperio, posiblemente a la fuerza, como era frecuente en aquella época.
“Podrían proceder de los Montes Zagros en Irán,” aventuró el profesor, ya que en otros documentos asirios hay una mención a un idioma llamado “mejranio,” que se habría hablado en aquella zona, entonces bajo dominio asirio, pero del que no se sabe nada más.
“Los nombres se leen como Lishpisibe, Bisinume, Sasime, Anamkuri, Alaqitapi, Rigahe…,” explicó MacGinnis, quien reconoce que no tiene claves sobre el tronco lingüístico al que podrían pertenecer.
“He consultado a un experto y estamos seguros de que no es una lengua irania (rama a la que pertenece el kurdo, hablado hoy en la zona),” aclaró.
La construcción de la presa, que inundará también el famoso pueblo histórico de Hasankeyf y otros yacimientos, se ha retrasado en parte debido a las protestas internacionales, pero MacGinnis cree que el Gobierno turco está decidido a completarla pronto, por lo que quiere poner fin a los trabajos arqueológicos en la zona.
La tablilla se conserva hoy en el museo de Diyarbakir, capital de la provincia turca a la que pertenece Ziyaret Tepe.
Jeroglífico cretense
Subcategoría: escritura pictográfica.
El mal llamado «jeroglífico» cretense (que, sin embargo, continúa denominándose así por tradición) es el sistema de escritura silábico que se utilizó en Creta posiblemente de 1900 a. C. al 1650 a. C.
Cuando Arthur Evans encontró vestigios de tres escrituras en Creta para la Edad de Bronce, Lineal A, Lineal B y otro más antiguo, consideró acertadamente este último como anterior en el tiempo a los que él denominó Lineales, pero erró al llamarlo jeroglífico o pictográfico por su parecido, a primera vista, con el jeroglífico egipcio.
No es un sistema de escritura pictórico, sino que, juzgando por el número de símbolos que conocemos (unos cien), es un silabario. Sin embargo, es tan poco el material que se conserva y su contenido es tan breve y recurrente que es prácticamente imposible descifrarlo de momento. Se desconoce, por tanto, la lengua que se esconde detrás de esta escritura.
La mayoría de las inscripciones en este “jeroglífico” las encontramos en sellos y, en menor medida, sobre arcilla. Los restos han sido hallados en:
• “Quartier Mu” en Malia (MM II)
• el depósito de jeroglífico en el palacio de Malia (MM III)
• el depósito de jeroglífico en Cnosos (MM II or III)
• el depósito de Petras (MM IIB).
El corpus lo forman:
• documentación en arcilla con inscripciones incisas (CHIC H: 1-122)
• impresiones en sellos(CHIC I: 123-179)
• sellos (CHIC S: 180-314)
• el altar de Malia.
Otros restos, como el disco de Festo, se intentan relacionar con esta escritura, aún sin resultado.
El inventario de símbolos consiste en 96 silabogramas, diez de ellos también logogramas, otros 23 logogramas, 13 fracciones (4 en ligadura), cuatro niveles de numerales (unidades, decenas, centenas y millares) y dos tipos de puntuación.
Por la supuesta evolución de los jeroglíficos a las escrituras lineales (que a veces son formas esquemáticas de los signos jeroglíficos, más rápidos de aprender y de hacer), se ha intentado relacionar éste con el jeroglífico anatolio y con el silabario chipriota. La que sí es clara es su vinculación con el Lineal A.
El “jeroglífico” cretense coexistió con el Lineal A, por ejemplo en los archivos del palacio de Malia.
El Lineal A tiene unos 10 signos que se puedan encontrar también en el “jeroglífico” cretense con un parecido muy razonable. Por ello y por otras razones se sospecha que puedan estar emparentados, pero son sistemas de escritura distintos tal vez para diferentes lenguas habladas en el mismo lugar.
El sistema de escritura pictográfico cretense es ideográfico y tuvo un lapso de tiempo que va desde c. 2100 a. C. al 1750 a. C. El sentido de la escritura es horizontal de izquierda a derecha, de derecha a izquierda y en bustrófedon.
La escritura jeroglífica cretense (bautizada tradicionalmente así por referencia a la jeroglífica egipcia) está testimoniada durante todo el período de los primeros palacios cretenses, de 1900 a 1625 a. C. aproximadamente.
A comienzos del Minoico Medio I (2.000-1.900 a. C.) aparece gradualmente la primera forma pictórica de la escritura. Es la que Evans llama “Clase A” (no confundir con el Lineal A), de la escritura jeroglífica, que en el Minoico Medio II (hacia 1.900-1.700 a. C.) es sucedida por la “Clase B” de la escritura jeroglífica.
En la figura puede apreciarse la diferencia entre ciertos signos en los sistemas pictográficos cretenses A y B.
El tipo A aparece solamente bajo la forma de incripciones hechas sobre tablillas, mientras que el tipo B no solamente se usa en tablillas de piedra o esteatita, sino también en arcilla que luego era cocida. El resultado es que el tipo B produce una clase de etiquetas en forma de barra, medallones y tablillas.
Los jeroglíficos cretenses tienen por sujetos hombres, animales, partes del cuerpo humano (brazos, manos, ojos), utensilios de uso corriente y objetos de la naturaleza.
El desarrollo de la vida económica contribuyó a una nueva evolución de la escritura cretense. En el minoico medio III (hacia 1.700-1.550 a. C.) aparece una escritura cursiva “Lineal A”, que se utiliza hasta 1.450 a. C. y una cursiva “Lineal B”, empleada hasta 1.200 a. C. La evolución de algunos signos jeroglíficos en formas lineales se encuentra ilustrada abajo.
Un objeto procedente de Creta, concretamente de Mailia, es un altar de piedra en el que hay inscritos 15 signos jeroglíficos. La inscripción va de abajo hacia arriba y los signos miran hacia la izquierda. La dirección hacia arriba se comprueba porque el signo superior es el signo de puntuación que termina una frase: una línea vertical.
Wadi el-Hol inscripciones
Subcategoría: escritura ideográfica
Las inscripciones de Wadi el-Hol (en árabe وادي الهول ‘Barranco del Terror “Wādī al-Hawl) fueron esculpidas en los laterales de piedra del desierto, entre una antigua zona militar y la carretera que une el comercio de Tebas y Abydos, en el corazón de Egipto. Se encuentran en una rambla en el Qena curva del Nilo, a aprox. 25 ° 57’N 32 ° 25’E, entre las decenas de inscripciones hieráticas y jeroglífica. Las inscripciones son gráficamente muy similares a las inscripciones Serabit, pero muestran una mayor influencia jeroglífica, como un signo para un hombre que aparentemente no se lee en orden alfabético.
Las huellas de los 16 y 12 caracteres de inscripciones de los dos Wadi el-Hol:
H 1 es una figura de la celebración [Gardiner A28], mientras que el H 2 es o bien la de un niño [Gardiner A17] o de la danza [Gardiner A32]. En este último caso, H 1 y H 2 pueden ser variantes gráficas (por ejemplo, dos jeroglíficos utilizados tanto para escribir la palabra cananea hillul “júbilo”) en lugar de consonantes diferentes.
Los jeroglíficos que representan la celebración, un hijo, y el baile, respectivamente. El primero parece ser el prototipo de 1 h, mientras que los dos últimos han sido sugeridos como el prototipo de 2 h.
La historia de la escritura, uno de los mayores descubrimientos de la humanidad, es fascinante y está llena de misterios y de sorpresas. Una de las últimas la acaba de proporcionar el hallazgo en un remoto paraje de Egipto del que parece ser el ejemplo más antiguo conocido hasta la fecha de escritura alfabética.
Se trata de dos inscripciones en piedra caliza datadas entre el 1900 y el 1800 antes de Cristo, es decir, anteriores en cerca de dos siglos a los textos protocananeos hallados en la zona siriopalestina y que eran considerados los más antiguos.
La escritura alfabética protosinaítica y la escritura alfabética protocananea, era la más antigua de su clase hasta el nuevo hallazgo en Egipto. El descubrimiento de las inscripciones, que aún no han sido descifradas, lo han realizado egiptólogos norteamericanos que exploraban antiguas rutas caravaneras en el desierto, entre Tebas y Abydos, según informaba en su edición de ayer el Herald Tribune. En un paraje perdido de la mano de Dios conocido como Wadi el Hol, el profesor John Coleman, de la Universidad de Yale, y su esposa Deborah, ambos egiptólogos, hallaron muros de piedra caliza con grafitos, que han sido luego estudiados por especialistas en escritura antigua.
Sin embargo, nuevas inscripciones halladas durante el verano de 1998 por el egiptólogo John Darnell han obligado a replantear algunos aspectos de la teoría actual sobre el origen de nuestro alfabeto. Darnell las encontró fortuitamente, mientras realizaba una investigación en una región denominada “Valle de los Horrores” (Wadi el-Hol), junto a una carretera que enlazaba Tebas y Abydos.
Como no era experto en escritura antigua, el egiptólogo se limitó a fotografiar la roca y a presentar las imágenes a Chip Dobbs-Allsopp, un especialista en escritura de la Edad del Hierro. Fue este último quien, tiempo después, se dio cuenta de su verdadero valor y antigüedad. Las dos inscripciones, analizadas por expertos de la Johns Hopkins University, la Yale University, el Princeton Theological Seminary y el West Semitic Research Project (EE.UU.), fueron escritas alrededor de 1900 a.C. o quizá antes.
Las formas y ángulos de los glifos (dibujos) son semejantes a graffittis hieráticos de alrededor del año 2000 a.C. El nuevo descubrimiento sugiere que el alfabeto fue inventado al menos dos siglos antes por gente que dominaba la lengua semítica y vivía o trabajaba en Egipto. En 2004 otro equipo de científicos se encargó de fotografiar y documentar las inscripciones. Hasta el momento no ha sido posible completar una interpretación literal de las mismas, si bien se han encontrado en ellas rasgos semíticos claros, como las palabras “dios” y “jefe”, así como otros representativos de esta lengua.
Kryptos
Subcategoría: escritura criptográfica.
Fotografía de la escultura ubicada en el cuartel general de la CIA en Langley, Virginia (Imagen de Jim Sanborn)
Kryptos es una escultura instalada en el exterior de las oficinas de la CIA en Langley, Virginia desde 1990. Fue encargada por la CIA al escultor Jim Sanborn.
Está hecha de bronce y tiene 4 m de altura, en forma de S como una hoja saliendo de una impresora. Contiene varios cientos de caracteres en los que se ocultan cuatro mensajes cifrados. Estos mensajes están escritos en inglés y contienen errores gramaticales intencionados y son un acertijo.
Hasta el (2005), sólo tres de los cuatro mensajes han sido descifrados. David Stein, un analista de la CIA y Jim Gillogly un informático californiano fueron los primeros en descifrarlos. La última parte, compuesta de 97 ó 98 caracteres (dependiendo de si en el texto se incluye o no el signo de pregunta entre esta sección y la anterior), no ha podido ser resuelta aún.
Además de la escultura principal (La “S” de bronce), se encuentran dispersas en la zona varias piezas con más partes del código, como fragmentos de piedra inscritos con código Morse parcialmente enterrados.
Texto de la escultura
http://dlerch.blogspot.com/2008/05/la-escultura-kryptos.html
Kryptos es la primera escultura criptográfica hecha por Sanborn. Después Kryptos, sin embargo, él se encendió hacer varias otras esculturas con códigos y otros tipos de escritura, incluyendo una llamaron Antipodes que está en el Museo de Hirshhorn en Washington, la C.C., un “pedazo de Untitled Kryptos” que fue vendido a un colector privado, y a Proyector cirílico con cifrado Ruso texto, que incluyó un extracto del clasificado KGB documento. La cifra en un lado de Antipodes repite el texto de las Cia Kryptos. La cifra en su lado ruso se duplica en Proyector cirílico. La porción rusa de la cifra en Proyector cirílico y Antipodes fue solucionado en 2003 vía un esfuerzo internacional organizado cerca Elonka Dunin, con el componente criptográfico agrietado independientemente por las balas francas de Corr y de Mike.
A Sanborn le tiene algo frustrado tanta espera. “Pensé que este acertijo sería descubierto en un tiempo bastante más corto”, confiesa al Times. En 1999 se consiguió dar sentido a en torno a un millar de los caracteres, que son los que configuran tres de las leyendas. Para facilitar despejar la incógnita, el artista ofrece el significado de una serie de seis caracteres –NYPVTT–, que una vez descifrados se leen como Berlín. Todavía quedan otros 91 y sus órdenes correspondientes por determinar. Los expertos empeñados en esta tarea se felicitan por la ayuda, aunque reconocen que aún falta mucho trecho. Es el texto más corto de todos y, a su vez, el más complejo.
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