Objetos/Símbolos
En este apartado se incluyen aquellos objetos, generalmente antiguos, que por su uso se han convertido en verdaderos símbolos, de diverso significado. De la misma forma se incluyen símbolos que se han transformado en objetos, amuletos a veces de culto, de diversa índole. La mayoría de ellos tienen un alcance o uso casi universal y atemporal.
Indalo
El indalo es una figura de origen ancestral que se encuentra en la cueva de los Letreros, situada en la falda del Maimón, en el municipio de Vélez-Blanco (Almería, Andalucía), España. Se trata de una pintura rupestre del Neolítico tardío o Edad del Cobre. Representa a una figura humana con los brazos extendidos y un arco sobre sus manos, si bien su significado no ha sido aún esclarecido de forma definitiva existiendo también varias teorías que apuntan a cierta divinidad en el dibujo. Actualmente es un símbolo de Almería.
La Cueva de los Letreros, y más concretamente el indalo, fueron descubiertos hacia 1868 por el almeriense Manuel de Góngora y Martínez. Dicha cueva, que da cobijo al Indalo, fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1924 y posteriormente Patrimonio de la Humanidad.
Durante siglos, antes de la catalogación del indalo por parte de los estudiosos, fue símbolo de buena suerte y considerado un tótem en el norte y levante de la provincia de Almería, especialmente en Mojácar, donde lo pintaban con almagre para proteger las casas de las tormentas y el mal de ojo. Se le llamaba el «muñequillo mojaquero».
A mediados del siglo XX fue tomado como símbolo y bandera de un movimiento intelectual y pictórico encabezado por Jesús de Perceval, discípulo un poco anarco de la visión (véase noucentista) mediterránea del filósofo Eugenio d’Ors. Por su parte, Perceval reivindicaba la postura vital, la cosmovisión de lo almeriense y la esencialidad de las culturas anteriores desde la antigüedad, en un renacer constante del clasicismo considerado como movimiento eterno que se renueva cíclicamente.
Tan fuerte fue el simbolismo del Indalo para esos artistas e intelectuales que pusieron a su grupo el nombre de movimiento indaliano. Los indalianos veían en su enseña un hombre ancestral sosteniendo un arcoiris y simbolizando un pacto entre el hombre y los dioses para evitar futuros diluvios. El estudio del dibujo muestra que la figura no representa otra cosa que un arquero apuntando hacia el ave que vuela sobre él. La palabra indalo podría tener su origen en la lengua de los íberos: indal eccius, ‘mensajero de los dioses’; sin embargo es más reconocido el origen del nombre en homenaje al patrón de la ciudad de Almería, San Indalecio.
El dibujo que da forma al indalo se puede encontrar no sólo en muchos de los abrigos de la Comarca de los Vélez, sino que además, hay constancia de figuras muy similares fuera de la geografía española. Un famoso ejemplo es el dibujo situado en el Templo de Ramsés II en Abydos.
En las últimas décadas, el indalo se ha convertido en el símbolo más representativo de Almería y lo almeriense. De hecho, es típico entre los turistas llevarse un indalo de recuerdo.
El indalo está presente en muchos logotipos, nombres de empresas o tiendas. El ejemplo más conocido es el escudo de la UD Almería, que está basado en un indalo.
Lábaro cántabro
Lábaro cántabro (lábaru cántabru en montañés) es el nombre que recibe la interpretación moderna de un antiguo estandarte militar conocido por los romanos como cantabrum. Consiste en un pendón de tela de color púrpura sobre el cual está bordado un círculo rodeado de una decoración geométrica con cuatro crecientes lunares enfrentados dos a dos.
El origen del nombre y del diseño se encuentra en la teoría defendida por diversos autores de una posible relación entre la génesis del labarum y el estandarte militar denominado cantabrum, con la consiguiente identificación de ambos como una misma cosa; y a la supuesta relación que el Codex Theodosianus establece entre el labarum y los cantabrarii, colegio de soldados romanos encargados de portar el cantabrum.
Su significado etimológico, el que habla, hace referencia a su uso como estandarte utilizado para enviar órdenes o señales a la tropa durante la batalla.
Los relatos de Tertuliano y Minucio Félix no establecen relación alguna entre el cantabrum y el labarum, dejando únicamente clara la veneración que las tropas romanas hacían de sus cruces, cubiertas por las telas de los cantabra y vexilia:
Así también, en los cantabra y en los vexilia, que defiende la milicia con no menor devoción, aquellos velos son las vestiduras sagradas de las cruces.
Según estas teorías, el cantabrum es el estandarte que Constantino I el Grande tras su conversión al cristianismo transforma en el labarum al incluir el crismón, anagrama que representa a Cristo, consistente en las grafías mayúsculas en griego de las dos primeras letras de su nombre, una “X” sobre la que se superpone una “P”.
Se justifica también la relación en la etimología celta del término lábaro procedente de (p) lab- hablar, de donde se ha derivado el adjetivo labaros, orador, ampliamente representado en las lenguas celtas. Galés: llafar, habla, idioma, voz, orador; antiguo córnico y bretón: lavar palabra; antiguo irlandés: labar charlatán, labrad habla, lenguaje; irlandés: labhar locuaz, en voz alta y labhairt palabra, habla < célt. (p) labro-. En latín Labarum.
Asimismo, el antropónimo Labaro ya existía entre los antiguos cántabros, habiendo sido recogido en lápidas funerarias.
Estela cántabra de Barros (Cantabria), alrededor del siglo II a. C.
El diseño actual, siguiendo igualmente la teoría de ser el labarum lo mismo que el cantabrum, establece para el lábaro cántabro el color magenta del labarum.
El tetrasquel dorado representa las cuatro crecientes lunares que aparecen representadas en varias estelas cántabras discoideas gigantes. Siendo un símbolo que se ha constatado que usaban los cántabros frecuentemente, como se observa en caetras representadas en monedas acuñadas tras las Guerras Cántabras.
Además este tipo de estandartes y sus variantes estaban bastante extendidos entre los pueblos célticos, como lo demuestran los relieves del arco de triunfo de Orange. Su diseño entronca con antiguos símbolos celtas como el trisquel y su simbolismo, de tipo religioso, se relaciona con el culto al Sol y a la Luna.
La interpretación moderna del lábaro cántabro y su posible uso como símbolo oficial o cooficial de la Cantabria actual ha surgido como debate en el seno de esta Comunidad Autónoma, desatando un conjunto de enraizadas disputas dialécticas difundidas en muchos casos a través de los medios de comunicación. El arco de las reflexiones pasa desde el fervor popular por el lábaro a la descalificación de los que se oponen a tal propuesta.
En este diálogo mediático las posturas que más voz ostentan provienen de la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria (ADIC), por un lado, y de investigadores que intervinieron en la creación de los símbolos de la actual Comunidad Autónoma enmarcados dentro del Centro de Estudios Montañeses, por el otro.
Actualmente, y desde ciertos colectivos cántabros tanto sociales como políticos, se reivindica el uso oficial del estandarte aureomagenta como bandera de Cantabria, como representación del legítimo cantabrum, en sustitución de la actual, o al menos otorgándole la misma oficialidad. Algunos ayuntamientos, caso del de Comillas, aceptaron la propuesta del CNC de utilizar dicha bandera y colocarla en el balcón de la Casa Consistorial durante la celebración de fiestas locales y regionales. Asimismo, el lábaro ondea en el Ayuntamiento de Colindres durante la semana en la que se celebra el festival de música cántabra Sauga Folk y se procede anualmente a su izado solemne en acontecimientos de la talla del Día´l Pueblu Cántabru de Novales o el Día Infantil de Cantabria, cuya celebración tiene lugar en la península de la Magdalena de Santander.
Existe una serie de expertos como Joaquín González Echegaray, José Luis Casado Soto o Ramón Teja que defienden la legitimidad histórica de la actual bandera de Cantabria frente al lábaro, al argumentar que el pendón blanquirrojo es el que llevaban los barcos cántabros desde, al menos, el siglo XVIII. Según estos académicos, aunque en los textos antiguos hay alguna referencia a un estandarte denominado cantabrum, en ningún caso las fuentes clásicas dan una descripción exacta de la forma, colores o símbolos del mismo, siendo aventurado reconstruirlo sin más elementos de juicio.
Frente a tergiversaciones publicadas en determinados medios críticos con el lábaro, González Echegaray en su estudio Acerca del llamado “Lábaro Cántabro” se limita a afirmar sobre el lábaro moderno: «Se trata de una creación nueva, que solo puede decirse que se halla vagamente sugerida por algunos de los elementos históricos que de aquí hemos hablado», si bien su opinión respecto a adoptar el lábaro como bandera es negativa.
Para Casado Soto, más crítico, el lábaro no sería sino un invento del regionalismo cántabro, cuya antigüedad no va más allá del periodo preautonómico, y el actual debate en torno a los símbolos regionales sería un intento de destruir el consenso que se alcanzó en el Estatuto de Autonomía.
Estela de Barros
Ichthys
IXΘΥΣ: Iota I=Jesús, Ji X=Christos, Theta Θ=Theou (de Dios), Ípsilon Υ=Uios (Hijo), Sigma Σ=Soter (Salvador)
El ichtus o ichthys (ΙΧΘΥΣ, [‘ix.θys]) es un símbolo que consiste en dos arcos que se intersecan de forma que parece el perfil de un pez, y que fue empleado por los primeros cristianos como un símbolo secreto.
A menudo el símbolo del pez aparece en el ámbito paleocristiano hasta fines del siglo IV. La palabra del idioma griego ichthys significa pez, pero también es un acrónimo que proviene de las iniciales de
• ΙΗΣΟΥΣ: Jesús
• ΧΡΙΣΤΟΣ: Cristo
• ΘΕΟΥ: De Dios
• ΥΙΟΣ: Hijo
• ΣΩΤΗΡ”: Salvador
Todo esto significa: Iēsoûs Christós Theoû hYiós Sōtér; “Jesucristo, Hijo de Dios, Redentor”.
El uso del ichtus como símbolo secreto pudo haber sido el siguiente: una persona dibujaba unas líneas rectas y curvas en la arena de forma aparentemente aleatoria, de las que una de ellas era un arco circular (medio ichtus). Si otra persona dibujaba más líneas en el suelo y completaba la figura, los dos sabrían que ambos eran cristianos.
También era usado secretamente cuando dos personas que no se conocían muy bien se veían nuevamente, una de ellas le hacía la mitad del símbolo del pez en la palma de la mano a uno al saludarlo y el otro respondía haciendo la otra mitad si también era ferviente Cristiano, si no pasaba como una cosquilla o accidente, pero la mayoría de las veces se tomaban muchas precauciones, como el de investigar a la otra personas de antemano.
Antes del Edicto de Milán los cristianos no podían revelar abiertamente su fe, ya que corrían el riesgo de ser perseguidos o ejecutados.
El pez también se interpreta desde la psicología arquetípica como símbolo de la verdad profunda (bajo el agua) que se oculta para ser atrapada y, a continuación, salir a la luz. Que brilla en secreto en un primer momento, y el pescador debe obtenerlo para alimentarse. En la Biblia aparece Pedro como pescador, y Jesús simbólicamente representaría como el guía a la verdad.
Puede haberse establecido un vínculo entre Jesús y el pez a partir del baño en el baptisterio (piscina, que literalmente significa estanque de peces) y la parábola de los pescadores de hombres que refería a los apóstoles. El pez era un símbolo de buena suerte.
Otra interpretación deriva de las condiciones astrológicas de la “Era de Piscis” ya que la conjunción aúrea de Júpiter y Saturno tuvo lugar en el año 7 a.C. (el año del presunto nacimiento de Cristo) tres veces en el signo de Piscis en el zodíaco. Se interpretó que Jesús era la primera deidad cósmica de los peces. Y se designaba a los recién convertidos como “pisciculi” (pececillos) y el pez se convirtió, junto con el pan en símbolo de la eucaristía.
Januquiá
El candelabro de Janucá consta de 8 porta velas alineadas horizontalmente y una novena (el shamash) que debe estar más alto.
Los cuatro brazos en cada lado están ahí para representar los ocho días de celebración del milagro del aceite, mientras que el del medio, llamado el Shamash, se usa para encender los demás. Aunque este tipo de candelabro es llamado Januquiá, el “menorá de jánuca” se llama a menudo y erróneamente menorá.
Cada día se enciende una vela, así en el 1º, una, en el 2º, dos; en el 3º, tres … hasta completar los ocho
El 25 de Kislev comienza el período de ocho días de la celebración de Januca.
Por eso, se pueden pegar las velas sobre una plataforma y con esto alcanza, colocando el shamash sobre un vaso invertido o sobre cualquier plataforma que le de mayor altura.
Lo mismo, si quiere encender con aceite, puede alinear los vasos o copas y el shamash sobre algo más elevado.
Si la altura de las velas es irregular, o están a la misma altura pero no alineadas, esta Januquiá no es apta.
Las velas para todos los días deben ser lo suficientemente grandes para que duren por lo menos 1/2 hora, pero para el viernes a la noche, ya que deben estar encendidas desde antes de que se oculte el sol, deben durar por lo menos 80 minutos. Por eso debemos contar con velas más grandes.
Una victoria militar y una reivindicación espiritual, la rebelión de Judea contra la dominación siria (SII), encabezada por los Macabeos, y su feliz desenlace, pese a las condiciones adversas.
El pueblo hebreo, al entrar al Santuario, profanado durante los años de dominación siria y a disponerse encender el candelabro, hallaron un cántaro de óleo sagrado que había permanecido inviolado (escondido bajo tierra y con el sello y rubrica del Cohen Gadol -Sumo Sacerdote-) y su contenido era el que usualmente consumían las lámparas en un solo día, en esta oportunidad alcanzó para ocho, tiempo para la preparación de óleo fresco.
Januca, significa en hebreo inauguración y se refiere a la reinauguración del Templo de Jerusalén.
Labrys
El término labrys designa a un hacha de doble filo, conocida entre los antiguos griegos con el nombre de pelekys (πέλεκυς) o sagaris, y entre los romanos como bipennis (en español bipenne).
Este no es el primer uso del que se tiene constancia, pues ya en los períodos del paleolítico y del neolítico se hallan representaciones de esta hacha, a menudo asociadas al culto a la Gran Diosa y a divinidades telúricas similares que pertenecían a las culturas más primitivas. El simbolismo de la labrys tiene su continuidad en la religión, la mitología y el arte de las civilizaciones minoica, tracia, griega y bizantina, que se remontan a más de tres mil años. La labrys también aparece en el simbolismo religioso y la mitología africana (curiosamente del Dios del Trueno de la cultura Yoruba, conocido como Shango).
La palabra labrys, de origen no griego, aparece por primera vez en Plutarco como la palabra en lengua lidia para hacha.
Heracles, habiendo derrotado a Hipólita y tomado su hacha con el resto de sus armas, se la dio a Ónfale. Los reyes de Lidia que la sucedieron llevaron esta hacha como uno de los símbolos sagrados de su potestad, y se transmitió de padres a hijos hasta Candaules. Éste, sin embargo, la despreció y se la cedió a uno de sus compañeros de armas. Cuando Giges protagonizó un alzamiento e hizo la guerra contra Candaules, Arselis acudió con sus tropas desde Milasa para ayudar a Giges, dio muerte a Candaules y a su compañero, y llevó el hacha a Caria junto con el resto del expolio, donde la colocó en la mano de una estatua de Zeus, y llamó al dios «Labrandeus», un nombre que evoca la palaba labrys, «hacha» en lengua lidia.
Los estudios arqueológicos indican que el culto a Zeus Labraundeos en Labraunda podría ser mucho más antiguo de lo que Plutarco había imaginado. Tal como ocurrió con laberinto, su aparente cognado, la palabra se introdujo en la lengua griega como un préstamo, de modo que ni su etimología ni tan siquiera la lengua de la que procede son conocidos con certeza. El préstamo laberinto era empleado en griego, pero la designación de «la casa de la doble hacha» para el palacio de Cnosos es un invento moderno.
La palabra y el símbolo se asocian mayormente a los registros históricos de la civilización minoica, que alcanzó su esplendor durante el II milenio a. C. Han sido halladas varias labrys que superan a un hombre en altura y que podrían haber sido utilizadas en los sacrificios, cuyas víctimas habrían sido toros. Según algunos descubrimientos arqueológicos realizados en Creta, esta hacha de doble filo era utilizada específicamente por sacerdotisas minoicas para usos ceremoniales: de todos los símbolos religiosos de la civilización minoica, el hacha era el más sagrado, de modo que la posesión de una de esas hachas por parte de una mujer nos puede dar una idea de su importancia en la cultura minoica.
En Oriente Próximo y otras zonas de la región, las divinidades masculinas acabarán empuñando a menudo este tipo de hacha para convertirse en símbolos del trueno, mientras que en Creta nunca es empuñada por una divinidad masculina, sino sólo por divinidades femeninas y sus sacerdotisas.
Lábaro cristiano
Lábaro en el díptico consular de Probo.
El lábaro (< latín. labărum-i < griego λάβαρον / lábaron) era un estandarte que usaban los emperadores romanos. Se cree que los griegos usaron ya un estandarte de una figura parecida al lábaro, el vexillum. El lábaro fue después de Constantino el estandarte imperial aunque algunos quieren suponer que se usó durante todos los emperadores romanos.
El lábaro en tiempo de Constantino constaba de una larga lanza o pica cuyo astil era dorado atravesado en le alto de un pala, formando a manera de cruz. A la parte superior que se elevaba sobre el travesaño había una corona brillante de oro y de piedras preciosas; en medio de la cual se veía el monograma de Cristo formado por las dos letras iniciales griegas X y P (Ji y Ro) de este nombre en griego (χριστóς) puesta esta última en medio de la primera. Al mismo tiempo solía haber en cada lado las dos letras alfa y omega, primera y última del alfabeto griego. Del travesaño colgaba un paño cuadrado de púrpura bordado de oro y adornado de piedras preciosas, en medio del cual había un águila bordada de oro, en lugar de la que Constantino mandó poner el monograma de Cristo. En el intermedio que había entre la banderola y la corona, el Emperador hizo colocar su escudo de oro y los de sus hijos; pero esta última circunstancia no la hallamos en las medallas que tenemos de aquellos tiempos.
Eusebio y otros autores dicen que yendo a combatir Constantino contra Majencio, se le aparecio sobre el mediodía en el centro del Sol una cruz de luz, con esta inscripcion: HOC SIGNO VlNCES(con esta señal vencerás) y que entonces fue cuando mandó poner en el lábaro la señal de la cruz con el monograma de Cristo.
Juliano apóstata restableció el lábaro a su forma original poniendo en él el águila y las iniciales S. P. Q. R. (Senatus Populusque Romanus), disponiendo que en las otras insignias menores se pusieran las figuras de alguna divinidad del paganismo; pero esta innovación no fue duradera, pues después de su muerte volvió a usarse el lábaro de Constantino.
El lábaro, llamado también labarum en el bajo imperio, se llevaba en los ejércitos por un oficial llamado labarífero, que correspondía a nuestros abanderados y también delante de las procesiones que hacían los primeros fieles y a imitación de aquel se cree que se introdujo la costumbre de llevar los estandartes o pendones cuadrados que luego se usaron, llamados confalone por los italianos y ganfarons en catalan.
Aunque la etimología del término es discutida, se suele aceptar que proviene de laureum (laurel), aunque otros lo asocian al término céltico llafar (hablar). Aunque el lábaro más utilizado era el crismón, también se empleaba otra versión en la que aparecía la frase «In Nomine Christi Vincas Semper» (Que venzas siempre en Nombre de Cristo). Este tipo de lábaro puede observarse en el díptico consular del cónsul Probo, en el que aparece el emperador Flavio Honorio sosteniendo un lábaro.
Mándala
Mándala del Buda Sakyamuni, pintura tibetana.
Mándala es un término de origen sánscrito, que significa diagramas o representaciones simbólicas bastante complejas, utilizadas tanto en el budismo como en el hinduismo.
• maṇḍala, en el sistema IAST de transliteración del idioma sánscrito.
• मण्डल, en escritura devanagari del sánscrito.
• Pronunciación: [mándala]
• Etimología: ‘círculo’.
El Diccionario de la lengua española de la RAE acepta tanto la versión etimológica «mándala» (pronunciada esdrújula) como la usual española «mandala» (pronunciada llana).
Los mándalas son diagramas o representaciones esquemáticas y simbólicas del macrocosmos y el microcosmos, utilizados en el budismo y el hinduismo. Estructuralmente, el espacio sagrado (el centro del universo y soporte de concentración), es generalmente representado como un círculo inscrito dentro de una forma cuadrangular. En la práctica, los iantra hindúes son lineales, mientras que los mándalas budistas son bastante figurativos. A partir de los ejes cardinales se suelen sectorizar las partes o regiones internas del círculo-mándala.
Por otra parte, la mayoría de las culturas posee configuraciones mandálicas o mandaloides, frecuentemente con intención espiritual: la mandorla (almendra) del arte cristiano medieval, ciertos laberintos en el pavimento de las iglesias góticas, los rosetones de vitral en las mismas iglesias; los diagramas de los indios pueblo, etcétera.
Es muy probable que esta universalidad de las figuras mandálicas se deba al hecho de que las formas concéntricas sugieren una idea de perfección (de equidistancia con respecto a un centro) y de que el perímetro del círculo evoque el eterno retorno de los ciclos de la naturaleza (tal como en la tradición helenística lo proponía, por ejemplo, el uróboros).
A su vez, en los rituales mágicos es frecuente la separación de un espacio sacro respecto de uno profano; para esto, en la tradición del ocultismo occidental, se ha recurrido y recurre a los círculos mágicos; el espacio sacro —o al menos el del ritual— es el inscripto en tales círculos que, de este modo, cumplen funciones análogas a los mándalas orientales.
Mandala significa círculo en sánscrito. Esta palabra es también conocida como rueda y totalidad. Más allá de su definición como palabra, desde el punto de vista espiritual es un centro energético de equilibrio y purificación que ayuda a transformar el entorno y la mente. También se le define como un sistema ideográfico contenedor de un espacio sagrado.
Los mandalas son utilizados desde tiempos remotos. Tienen su origen en la India y se propagaron en las culturas orientales, en las indígenas de América y en los aborígenes de Australia.
Esta universalidad de los mándalas hizo que el psiquiatra Carl Gustav Jung los privilegiara como expresiones probables de lo inconsciente colectivo. Para Jung, el centro del mándala figura al sí-mismo (Selbst), que el sujeto intenta lograr perfeccionar en el proceso de individuación.
Lauburu
El lauburu es el nombre que recibe en euskera la cruz Sauvástica de brazos curvilíneos. Este símbolo se encuentra también muy frecuentemente entre las representaciones artísticas de otros pueblos europeos, como celtas y germanos, así como en dibujos y tallas visigóticas. Asimismo, pueden verse lauburus grabados en hórreos asturianos y gallegos (como por ejemplo en Grullos, Quirós y Piornedo), siendo denominados en este caso simplemente “tetrasqueles”. También han sido utilizadas esvásticas curvílineas de cuatro o más brazos en Aragón, donde se conocen como cuatrefuellas o “religadas” (este último nombre independientemente del número de brazos). Es actualmente uno de los símbolos más representativos y reconocibles del pueblo vasco, si bien tradicionalmente nunca ha sido usado, por ejemplo, en escudos o banderas de ningún territorio perteneciente a la región cultural vasca (Euskal Herria).
Sauvástica curvilínea en una pila bautismal cristiana en Alemania
El término “lauburu” procede de las palabras vascas lau = “cuatro” y buru = “cabeza”, por lo que su significado sería “cuatro cabezas”. Otras fuentes sugieren la procedencia latina del término. Así, este sería una adaptación popular del vocablo latino labarum, de donde también procedería la denominación de la estela cántabra de origen celta llamada lábaro. No obstante, el Padre Fidel Fita piensa que la relación es la inversa, siendo labarum una adaptación de tiempos de Octavio Augusto de la palabra vasca.
El lauburu es la variante curvilínea de la cruz gamada o esvástica (sánscrito: svastika), un tipo de tetrasquel. La esvástica, con sus variantes, es un símbolo muy común en muchas culturas indoeuropeas. Existen pruebas del uso de la esvástica rectilínea en el País Vasco antes de la invasión romana. Es por lo tanto posible que el lauburu proceda directamente de la esvástica rectilínea o que forme parte de una misma familia de signos con un origen común. Se han encontrado trisqueles y tetrasqueles prerromanos (triscelas y tétrascelas dextrógiros y levógiros) en Vizcaya, en las estelas encontradas en Arrieta, Fórua, Busturia, Meñaca, Dima y Zamudio.
Otro signo similar al lauburu es la llamada “rosa camuna”, uno de los petroglifos hallados en Val Camonica (Italia) y que data de tiempos de una civilización, los camuni, que vivieron en dicho valle durante la Edad del Hierro.
Lauburu en el pomo de la empuñadura de una makila (bastón típico vasco)
Su significado original es discutido, siempre partiendo de que es un símbolo precristiano: para algunos representaría el sol; para otros, el movimiento o las edades del hombre; otra interpretación dice que con giro a la derecha es símbolo de vida, y con giro a la izquierda es símbolo de muerte, razón por la cual aparece de esta última manera en monumentos funerarios.
El lauburu aparece en banderas u otras enseñas y es usado desde el siglo XVI o principios del XVII. También se pueden hallar en estelas funerarias, en los frontispicios de las casas y en otros lugares a modo de amuleto o talismán.
Modernamente se utiliza con profusión como símbolo de la cultura vasca, con carácter folclórico, no necesariamente político (pese a que en la actualidad su uso político está muy extendido en Euskal Herria).
Menorá (candelabro de 7 brazos)
La menorá (también escrito como maraca o menora; en hebreo מנורה) es un candelabro o lámpara de aceite de siete brazos, uno de los elementos rituales del judaísmo y asimismo uno de sus símbolos más antiguos; representaría los arbustos en llamas que vio Moisés en el Monte Sinaí (libro del Éxodo, 25). Es uno de los símbolos oficiales del Estado de Israel, apareciendo en su escudo.
A veces se confunde con la Januquiá, un candelabro de nueve brazos usado en la jánuca que es erróneamente llamado Menorá.
Según la historia, se encontraba en el Tabernáculo, y luego en el templo de Salomón.
Conocemos su apariencia entre otras cosas porque después que los romanos ocuparon el templo y destruyeron Jerusalén, se llevaron el candelabro a Roma.
Se puede apreciar en los bajorrelieves del Arco de la Victoria del emperador Tito.
Una menorá (o menora o menorah) procedente de una pieza de oro era usada en el Tabernáculo, el santuario portátil usado por los judíos (Ex 25,31-40; 37,17-24) y más adelante en su sucesor, el Templo de Jerusalén. Lámparas encendidas con aceite de oliva eran colocadas al final de cada brazo. Desde la destrucción del Templo, la menorá de siete brazos no ha tenido un rol formal en los servicios judíos. Para recordar la santidad del Templo, algunas autoridades olvidaron la fabricación de la menorá tal y como la que allí se usaba.
Lo cierto es que el candelabro con sus siete brazos representan:
• 1 – El Espíritu de Yahvé (el brazo que se encuentra en el centro),
• 2 y 3 – Espíritu de Sabiduría y de Inteligencia (A los brazos que se encuentran a cada lado del que está en el centro respectivamente),
• 4 y 5 – Espíritu de Consejo y Poder (A los que se ubican en el centro de cada lado respectivamente),
• 6 y 7 – Espíritu de Conocimiento y de Temor a Yahvé (los que se encuentran a cada extremo del candelabro respectivamente) (Isaías 11:2)
La menorá es también un símbolo estrechamente asociado con la fiesta judía de la Jánuca.
Después de la recuperación del Templo de Jerusalén, sólo había aceite para alimentar la llama eterna durante un día. Milagrosamente, el aceite ardió durante ocho días, lo que fue suficiente para obtener más.
En la Torá se puede leer que Dios reveló el diseño de la menorá a Moisés. Una planta que crece en Israel llamada la moriah típicamente tiene siete ramas y se parece a una menorá, llevando a la teoría de que sirvió de inspiración a su diseño.
Según algunos escritos, Maimónides sostiene que la menorá en el templo tenía brazos rectos, no curvados como suele pintarse. Las representaciones judías de la menorá que datan de la época en que el templo estaba construido, junto con el dibujo en el Arco de Tito mostrando a los Romanos tomar la menorá para llevarla a Roma después de la destrucción del templo contradicen esta afirmación. Igualmente se encuentra la respuesta a esto (Likkutei Sichos vol. 21) donde se explica que el arco de Tito, fue ilustrado por un gentil sin conocer exactamente la forma, y por eso mismo se encuentran otras diferencias. 1) Tiene la forma de un dragón tallado, cuando según la ley judía es idolatría, y por consiguiente no era posible encontrar esa figura en el templo sagrado en Jerusalem. 2) La base de la menorá no tiene las 3 patas que están claramente escritas en la tora, que debía tener la menorá.
Menorá de la Plaza de los Huérfanos de Jaén, en homenaje a las familias de la diáspora sefardí.
Una segunda teoría del origen del diseño de la menorá se basa en lo que se conoce como la antigua cosmología hebrea. Según esta teoría, los siete brazos representan los siete cuerpos celestiales conocidos en aquel tiempo, el Sol, la Luna, así como Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. El historiador judío Josefo alude a esto en el tercer libro de sus Antigüedades de los judíos. En él, él identifica lo que interpreta como influencias paganas egipcias y griegas en el diseño del Tabernáculo y sus contenidos. Él escribe:
« (…) si alguno actúa sin prejuicio, y con juicio, mirad estas cosas, encontrará que fueron hechos a imagen y semejanza del Universo (…) y sobre las siete lámparas en el candelabro, ellas representan el curso de los planetas, de los cuales viene su número (…).»
Una tercera teoría es la que la menorá se originó como el árbol de la vida simbolizando a la diosa madre Asherah. En el Pentateuco, la menorá es limpiada de todo el simbolismo politeísta.
El destino de la menorá usada en el segundo templo es incierto. Una representación de él se preserva en el Arco de Tito, que todavía hoy se expone en Roma. Se dice que permaneció en Roma hasta que sufrió el saqueo de los vándalos en 455 d. de C. El ejército bizantino, bajo las órdenes del general Belisario la recuperó en 533 y la llevó a Constantinopla. Después, ninguna mención aparece en ninguna fuente bizantina. Existe la especulación de que fue llevada de vuelta a Jerusalén.
Actualmente la palabra menorá también significa el candelabro usado en la fiesta de Jánuca. La fiesta de Jánuca es la conmemoración de la victoria de los hebreos en la guerra contra los griegos.
La variación del rito de la misa católica del Camino Neocatecumenal, aprobada por la Santa Sede, también usa un menorá en sus celebraciones eucarísticas.
Hay variedad de diseños, desde el más tradicional, hasta el más estilizado; también los materiales con que están hechos pueden variar. Por ejemplo, los brazos no necesariamente mantendrán un radio de curvatura constante entre todos los candelabros, pues también hay menoras con brazos rectos; también el material no necesariamente será de metal, pues Diferentes tipos de Menoráhay menoras de vidrio; todo esto con el cumplimiento de las delimitaciones al respecto. Puede que los diseños y materiales varíen, pero se mantiene que haya tres lugares para las luces a cada lado y en medio, lugar para una luz central (conocida como el mensajero). El tamaño también es un factor variable.
Diferentes tipos de Menorá.
Media luna
En arte y simbolismo, una media luna o creciente es la forma que se produce cuando un disco circular tiene un segmento de otro círculo eliminado de su borde, de modo que lo que queda es una forma delimitada por dos arcos circulares de distintos diámetros que se cruzan en dos puntos (por lo general de tal manera que la forma adjunta no incluye el centro del círculo original).
Fue un símbolo utilizado por los antiguos turcos, y actualmente es considerada como un símbolo islámico.
La media luna es un símbolo muy común en el mundo árabe. Erróneamente se piensa que la luna creciente, así como la estrella, son símbolos oficiales del Islam, pero esto no es cierto. Ambos eran, simplemente, el símbolo del Imperio Otomano y no del Islam, pero dada la hegemonía que éste tuvo en el mundo árabe e musulmán, tanto la luna como la estrella fueron adoptadas por muchos países árabes en sus banderas posteriormente; el Islam cree que la adoración a símbolos u objetos materiales va en contra del monoteísmo. Si bien no son símbolos oficiales, sí se les puede considerar parte de la simbología de la cultura árabe.
El origen de este símbolo, la media luna, hay que buscarlo en la tradición pre-islamica, si bien alcanzó auténtica repercusión en los siglos XII y XIII, con el advenimiento del Imperio Otomano en Asia Menor, la cual figuraba en su bandera, y sigue figurando en la de la actual Turquía. Algunos autores buscan su origen hasta en la tradición sasánida.
Mahoma utilizó un estandarte conocido como “el águila”, un águila de estilo tardorromano montada en una lanza. Los abásidas usaron originalmente jabalinas o lanzas cortas como estandartes, tradición de corte romano introducida probablemente por árabes de la frontera siria. En alguna bandera tribal de la Nakha, de mediados del s. VII, me consta que ya aparece la media luna. Pero la media luna convivió durante mucho tiempo con otros símbolos, algunos muy populares, como la “Mano de Fátima” (quizá en origen un estandarte árabe pre-islámico), inscripciones del Corán “estandartizadas”, animales y bestias: leones, águilas, perros, dragones (introducidos por los turcos),… o los variados símbolos usados por la élite de los mamelucos entre los siglos XIII-XVI. Con el tiempo parece que la media luna se ha ido consolidando como símbolo musulmán por excelencia.
Como contrapunto los belgas para mofarse de los otomanos y desacreditar su símbolo, crearon el famoso croissant, que significa “creciente”, el cual devoraban en las comidas y que se extendió rápidamente por toda Europa. Esto es una leyenda muy cuestionada como falsa. La costumbre de elaborar un tipo de bollería con forma de medialuna curva se remonta a una tradición árabe milenaria, que perdura hoy en día en los bollos dulces como el tchareke de Argelia o el kaab el ghzal de Marruecos.
Aunque algunos autores han querido ver en ella la huella de la pezuña de un equino, en alusión a los jinetes islámicos conquistadores del mundo para el Islam (a mí se me parece poco a una pezuña, todo sea dicho).
Históricamente Mohamed un estandarte que era un águila montada en una lanza; asimismo los abasíes usaron originalmente jabalinas o lanzas cortas como estandartes. Esta tradición seguía el modelo de estandartes tardorromanos, introducida probablemente por árabes de la frontera siria.
Su historia es más interesante y debemos remontarnos muy atrás en el tiempo a los griegos y antes de Cristo.
Los griegos en su avance colonizador llegaron, en el año 667 a.C, a lo que hoy conocemos como Constantinopla. Arribaron griegos de Megara dirigidos por Byzas que fundó la colonia y posterior ciudad de Bizancio.
Era un punto estratégico en el comercio entre Europa y Asia menor que aportaba a los griegos un poder político y económico relevante, tanto que explica su dilatada preponderancia histórica.
Por ese motivo no tuvo una vida fácil, fue conquistada y reconquistada por presas, griegos atenienses y espartanos durante las guerras del Peloponeso hasta que consiguió su independencia en el 355 a.C.
En el 310a.C Filipo de Macedonia, padre de Alejandro Magno, como el resto de los griegos deseaba la hegemonía sobre toda Grecia y se decidió a reconquistar una vez más Bizancio.
Una noche oscura en que los macedonios estaban preparados para tomar la ciudad, la diosa de la noche Hécate, viendo lo que los macedonios pretendían hacer en su ciudad, hizo que apareciera unas luces en el puerto que provocaron los ladridos de los perros poniendo en alerta a los soldados bizantinos que pudieron rechazar el ataque.
Los bizantinos en honor a la diosa Hécate erigieron una estatua a Hécate, a quien atribuyeron el milagro, y pusieron en sus monedas la media luna, emblema de la diosa.
Las Galeras bizantinas portarían como estandarte la luna y la estrella desde entonces y después cuando Bizancio pasó a llamarse Constantinopla, o ciudad de Constantino el primer emperador cristiano de la Historia.
Hoy en día los arqueólogos sostienen que es un símbolo anterior a los otomanos, ya que en la III dinastía de Urik destacará el rey Ur-Nammu, en 2110 a. C., considerado el primer constructor de zigurats y creador de uno de los primeros códigos de leyes, en la conmemoración de sus construcciones, relacionado con la divinidad que está representada, ya figuraban la media luna (Inanna) y la estrella, siendo las celebraciones en su honor antes del comienzo de la primavera, en la última media luna creciente anterior a la primavera.
Estela del rey Ur-Nammu, en 2110 a. C., considerado el primer constructor der zigurats.
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