Ooparts
Oopart (Out of Place Artifact – Artefactos fuera de lugar) es la denominación que se la ha dado a decenas de objetos prehistóricos hallados en distintas partes del planeta que, dado su nivel de tecnología, desarticulan completamente la edad estimada mediante estudios físicos, químicos y/o geológicos. Algunos “Oopart” se han convertido en un quebradero de cabeza para los científicos que avalan la teoría de la aparición del hombre hace unos seis millones de años atrás, otros son claramente una falsificación. Se han catalogado algo más de 4.000. En general se pueden clasificar en:
Objetos presuntamente encontrados en culturas reconocidas, en lugares inesperados.
Objetos presuntamente producidos por culturas desconocidas.
Objetos presuntamente existentes antes que la raza humana:
La mayoría de los Ooparts conocidos consisten en objetos que no pertenecen a la época del yacimiento por ser demasiado modernos. Sin embargo, los métodos de datación revelan que estos objetos modernos, son tanto o más antiguos que el lugar donde se encuentran. Cabe aclarar que el método de Carbono 14 no es apto para datar a la mayoría de los Ooparts, ya que éstos carecen de material orgánico, sobre el cual trabaja dicho método.
Se considera que los Ooparts, encontrados y desaparecidos antes de mediados del siglo XX, no merecen crédito, ya que hasta entonces los sistemas o métodos de datación de antigüedad, eran escasos y poco fiables.
No soy partidario de la “teoría alienígena, o de otras civilizaciones”, aunque algunos estén muy obsesionados con el tema. Pero en ocasiones no hay más remedio que citarlo. No se incluyen aquellos que son una burda y clara impostura, como el caso de los “Jeroglíficos egipcios, en Álava (España) del 2006”. En otras ocasiones se trata de “expresiones de la Naturaleza”, como: el mecanismo de Kamchatka que son comátulas o lirios de mar, fósiles muy abundantes; o la antena de Eltanin que es Cladorhiza Concrescens, una variedad de esponja carnívora, y abundante.
En algunos casos hay comentarios resaltados en rojo, son aquellos de los que hay serias dudas de su veracidad.
En ningún caso se ha pretendido ser exhaustivo.
Toda la información se ha sacado de la red, y principalmente se han utilizado los datos al efecto, de Wikipedia.
El Hierro de Wolfsegg o Cubo Salzburgo
El Hierro de Wolfsegg (o Cubo Salzburgo) es un pequeño trozo de hierro encontrado dentro de un bloque de carbón en el pueblo de Wolfsegg Austria. Fue supuestamente hallado por un minero de nombre Reidl, mientras se desempeñaba en una fundición de en Schondorf, Austria. La rotura de un trozo de lignito, proveniente de un yacimiento de Wolfsegg de 60 millones de años de antigüedad, dejó al descubierto un cuerpo de naturaleza férrea con características poco convencionales.
Este objeto es interesante porque su origen es un misterio. A veces se ha aducido como prueba de que allí existieron, en épocas prehistóricas, civilizaciones que sobrepasaron al género humano moderno en el desarrollo tecnológico. En el año 1885 el Doctor Gurlt descubrió un cubo. El hijo del propietario de la fundición lo donó al Museo ‘Heimathaus’ en Vöcklabruck, pero en 1910 el objeto desapareció misteriosamente. Años más tarde reapareció y desde 1950 hasta 1958 se expuso en el museo nacional de Oberosterreichisehes de Linz (Austria) donde se conserva también el molde; pero según Peter Kolosimo, el original salió de Austria, y hoy se puede ver en el Museo Salisbury, en el Reino Unido.
Un informe que apareció en el diario científico Nature (volumen 35, 11, noviembre de 1886, pag 36) describe el objeto como “casi un cubo”, “con una incisión profunda”.
El hierro mide 67 mm de alto, 67 mm ancho, y 47 mm en la parte más gruesa. Pesa 785 g, y su peso específico es 7,75.
Es posible que el objeto sea un meteorito de hierro, considerando su composición y la superficie característicamente picada. No está claro, de todos modos, cómo un meteorito obtendría esta forma peculiar.
El Hierro de Wolfsegg fue examinado en 1966 en el Museo de Historia Natural de Viena. La opinión final del Doctor Kurat del Museo y el comité del Geologisches Bundesanstalt en Viena es que el objeto es simplemente hierro fundido artificial. Una de las hipótesis más aceptadas a partir de 1966, propuso al Hierro de Wolfsegg como parte de una antigua herramienta minera. Podría ser que tales objetos de hierro fueran usados como lastre en maquinaria primitiva de explotación minera. Sin embargo, allí no aparece ninguna prueba de que tales bloques de hierro fueran fabricados para la minería. Ante los argumentos críticos, señalando que las melladuras podrían ser las características de un meteorito corriente, en 1966-67 fue analizado por el Museo Naturhistorisches, en Viena, usando una técnica de microanálisis por rayos catódicos; pero en la muestra de hierro no se halló ningún rastro del níquel, cromo o cobalto, propios de meteoritos, descartando este origen.
Por otra parte, la carencia de azufre mostró que tampoco era pirita, u “oro de los tontos”, llamado así por su parecido a este metal, pero conteniendo un 45.4% de hierro. La opinión final del Doctor Kurat del Museo y el comité del Geologisches Bundesanstalt en Viena fue que el objeto era simplemente hierro fundido artificial. Una de las hipótesis más aceptadas a partir de 1966, propuso al Hierro de Wolfsegg como parte de una antigua herramienta minera.
Una posterior investigación, hecha por Hubert Mattlianer en 1973, concluyó que la pieza era resultado de una fundición obtenida mediante la técnica llamada ‘cera perdida’. Un moldeo muy conocido por arqueólogos, pues se trata de un procedimiento escultórico muy antiguo, con el que se lograban figuras metálicas, mediante un molde realizado en cera de abeja. Este molde se cubría de un barro especial, se metía en un horno, y la cera derretida salía por unos orificios preparados en el barro, mientras este se endurecía. Entonces se le inyectaba el metal fundido, que adoptaba la forma del recipiente final.
Con esta técnica se obtuvo ‘el ‘centauro de los Rollos‘, originaria de hallazgos del siglo VI a. C, en el Peloponeso, e importada a España por el Museo Arqueológico Nacional.
Hilo de oro en Escocia
En 1844, en Escocia, junto a los ríos Rutherford y Tweed, se halló a 2´5 metros de profundidad un hilo de oro incrustado en una roca. Se expuso en el periódico local, el “Kelso Chronicle” y se dató en 200000 años de antigüedad.
El Hombre de hierro (Eiserne Mann),
El Hombre de hierro (Eiserne Mann), datado en el siglo XIII. El pilar metálico es una rareza única en el centro de Europa. Esta estela, antiguo pilar de hierro, se encuentra parcialmente enterrada en el bosque nacional alemán de Naturpark Kottenforst. El pilar, con aspecto de lingote áspero, poroso e irregular, mide cerca de un metro y 20 centímetros en su parte visible. Las medidas del ancho de sus caras varían entre los 21 y los 10 centímetros, promediando los 15 centímetros, y en la actualidad se conoce que la estructura bajo tierra concluye en un pilar transversal de 1 metro de extensión, otorgándole al monumento una forma de ancla o “T”. El largo total del lingote principal fue determinado en 2,18 metros de longitud. A pesar de la humedad del ambiente y de la exposición constante a los elementos de la naturaleza, el pilar no muestra rastros de gran corrosión, óxido ni crecimiento de moho; sólo el ennegrecimiento de herrumbre, por el paso del tiempo, lo que plantea un severo desafío a lo que se conoce hasta ahora en la historia oficial sobre los talentos de la metalurgia y particularmente del hierro. El análisis de la composición material demostró que contiene algunas proporciones de carbón, manganeso, fósforo, silicio y sulfuro.
El hombre de hierro o “Eiserne Mann” fue citado por primera vez en un documento que data de 1625 como punto divisorio entre Alfter y Heimerzheim, para demarcar la zona boscosa de los territorios aldeanos. Aunque su edad real es desconocida, presume ser producto de una fundición que operaba en lugar durante la edad media. Sin embargo, crónicas del siglo XVII también aducen su origen a una expedición romana allegada a la zona mucho tiempo antes. En definitiva, la edad real del pilar nunca se determinó con certeza.
Si bien la función principal del artefacto se desconoce, diferentes documentos citan al Hombre de Hierro como parte de un sistema de acueductos de la edad media encontrado en las cercanías. Según documentos antiguos, la T metálica habría sido removida de su locación original en al menos dos oportunidades.
El misterioso pilar fue bautizado como “Eiserne Mann” a inicios del siglo XVIII, y un documento de 1727 relata el cambio de posición del pilar hasta su lugar actual, con el propósito de limitar la ruta de caza de Augustsburg, en Brühl, y el terreno del Palacio de Herzogsfreude, en Röttgen.
Aunque los relatos locales le atribuyen desde poderes mágicos hasta un origen extraterreno, el Eiserne Mann prácticamente escapa a la categoría de oopart, ya que tanto las crónicas como los análisis científicos no le atribuyen una historia más antigua que la edad media.
Huella de Parkersburg
Una gran piedra con la impresión perfecta de un pie humano de 36.5 centímetros de largo fue mostrada a los miembros de la Academia de Ciencias de Ohio en 1896. Había sido encontrada unos veinte años antes en una colina situada seis kilómetros al norte de Parkersburg, en Virginia Occidental.(The American Anthropologist, febrero de 1896, pág. 66)
Huella de tornillo en Nevada
Pero, el descubrimiento más sensacional se realizó en noviembre de 1869, en el interior de una roca de las denominadas “Galerías de la Abadía de Treasury City”, Nevada. En el interior de la roca había estado incrustado un tornillo, que ya no existía, de 5,08 centímetros, pero sus contornos de rosca quedaron marcados. Los científicos americanos, ante la antigüedad de la roca, dijeron que el descubrimiento podría retrasar la Historia de la Humanidad en ¡millones de años!.
Suela de zapato en Nevada
Suela de zapato, Nevada, estados Unidos. El 8 de octubre de 1922, el diario New York Sunday American publicó un interesante articulo titulado “El misterio de la suela de zapato petrificada hace cinco millones de años de antigüedad”. Era una de esas informaciones que atrapan la atención del lector al instante. El autor, el Dr. W.H. Ballou-Ballou, explicaba que un ingeniero de minas y geólogo llamado Jihn T. Reid se topó con la desconcertante huella mientras buscaba fósiles en Nevada. El examen de la misma reveló que se trataba de una huella correspondiente a un pie calzado, al que incluso se le divisaban las marcas del hilo de coser y hasta las muescas generadas por el continuo roce del talón. Reid trasladó su insólito fósil a Nueva York, donde intentó interesar a los científicos del Museo Americano de Historia Natural, aunque la respuesta que recibió fue tajante: “La huella es la mejor imitación de un objeto artificial que jamás hayamos visto”. A pesar de todo, confirmaron que el sedimento donde apareció la huella se formo en la era triásica. El veredicto de la clase científica no satisfizo a Reid, que encargó nuevos análisis y fotografías a un químico del Instituto Rockefeller. Las nuevas aportaciones dejaron poco espacio para la duda: la suela era obra humana. Pero ¿quién fabricaba zapatos hace 200 millones de años?
Reid consiguió a un microfonógrafo y a un químico analista del Instituto Rockefeller, quien hizo fotos y análisis del espécimen.
Los análisis quitaron cualquier duda de que la suela de zapato había sido sujeta a la fosilización Triásica…. Las ampliaciones de la microfotografía son veinte veces más grandes que el espécimen mismo, mostrando hasta el último detalle de vuelta de hilo y doblado, demostrando que la suela de zapato no es un parecido, sino que es estrictamente el trabajo manual de un hombre.
Incluso para el ojo desnudo, los hilos pueden verse distintamente, junto con los contornos definitivamente simétricos de la suela del zapato. Dentro de este borde y corriendo paralelo a el es una línea que parece haber sido regularmente perforada para sus puntadas.
Huella humana en Lovelock
Por otra parte, en Caw Canyon, a unos cuarenta kilómetros al este de Lovelock, en el Estado de Nevada, se halló otra huella humana perteneciente a un cuerpo esbelto, ágil, armonioso y equilibrado estampado en arcilla. Esta huella fue datada en la mitad de la Era Terciaría. Y recordemos que la ciencia empírica tradicional sitúa la aparición del hombre en la siguiente, la cuaternaria.
Huella de zapatos
Cámbrico (Entre 570 y 500 millones de años) Huellas de zapatos. Utah, Estados Unidos. En 1968, William J. Meister, dibujante y coleccionista de trilobites, encontró la huella de un zapato en terreno de pizarra cerca de Antílope Springs, a 60 km. de Delta, estado de Utha. La muesca apareció cuando Meister abrió un bloque de pizarra. En el interior de la huella se observan fósiles de trilobites, unos artrópodos marinos ya extinguidos. La pizarra con la huella y los fósiles de trilobites tenían entre 590 y 505 millones de años de antigüedad. Meister describió su hallazgo en un articulo publicado en Creation Research Quarterly: No se distinguían planta, ni dedos, ni talón; pero si los bordes perfectamente marcados de una bota puntiaguda de 32,5 cm. de largo, 11,25 cm. de ancho y 7,5 cm. de profundidad en el taco. “La marca del talón estaba incrustada en la piedra tres milímetros más que el resto de la huella. La pisada parecía pertenecer al pie diestro, porque el calzado estaba mas desgastado en el lado derecho del tacón, como sucede en cualquier zapato de ese pie”. En el mismo artículo se menciona también como el 4 de julio de 1969, el Dr. Clarence Coombs, del Columbia Union College de Maryland, y Maurice Carlisle, geólogo, visitaron el lugar del descubrimiento. Tras las excavaciones, Carlisle encontró en el mismo nivel de la huella, una capa de barro que le convenció de la consistencia de aquella pisada fósil, ya que el barro demostraba que el pie ejecutor había estado alguna vez sobre la superficie. Sin embargo, los científicos rechazaron el descubrimiento argumentando que se trataba de una rareza, de un simple capricho de la erosión.
Huellas en Big Hill
En la cumbre de Big Hill, de los montes Cumberland, en el condado de Jackson (Kentucky), hay una capa de arenisca carbonífera. Hacia 1880 la atravesaba un camino para carretas, las cuales acabaron por romper la superficie de la roca. Al limpiar los detritos resultantes, se descubrió una serie de huellas en esa capa carbonífera de unos 300 millones de años de antigüedad. Las había de oso, de un animal parecido a un gran caballo y dos “huellas de un ser humano, de buen tamaño, con los dedos de los pies separados y claramente marcados”. Estas huellas fueron examinadas por el profesor J.F. Brown, del Berea College, de Kentucky. (The American Antiquarian, 7:39, enero de 1885.
Huellas de calzado en Pershing
La huella de un calzado de cuero fue encontrada en 1927 en la caliza triásica del cañón Fisher, en el condado de Pershing (Nevada), por Alfred E. Knapp. Según las microfotografías de la huella, el cuero estaba cosido a mano con un cabo más fino que el normalmente utilizado por los zapateros en 1927. La caliza triásica suele datarse entre hace 180 y 225 millones de años. (Brad Steiger, Mysteries of Time and Space, pág. 18)
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