Aficiones-Temas
En estas páginas se muestran, aquellas aficiones y curiosidades (que a lo largo de mi vida) he encontrado interesantes. Ahora que tengo tiempo las quiero compartir.
Evidentemente habrá errores y omisiones, involuntarias, que espero corregir y actualizar con vuestra ayuda, por lo que será bienvenido cualquier comentario al efecto.
En ningún caso se ha pretendido ser exhaustivo.
Toda la información se ha sacado de libros, revistas y de la red, y principalmente se han utilizado los datos al efecto de Wikipedia.
Gracias por vuestra atención.
Sombreros dorados
Sombreros de oro (alemán: Goldhüte, singular: Goldhut) es como se denominan unos muy específicos y poco comunes objetos arqueológicos de la Edad de Bronce en Europa Central. Hasta el momento, cuatro de estos objetos han sido descubiertos y debidamente catalogados. Los objetos están realizados con hoja de oro a las que se les añade en el exterior a lo largo de la superficie tocados cónicos y que probablemente fueron hechos de material orgánico y cuya función era estabilizar las hojas de oro. Los siguientes Sombreros de Oro son los conocidos en la actualidad:
- Sombrero dorado de Schifferstadt, encontrado en 1835 cerca de Speyer Schifferstadt, de cerca del 1400-1300 aC.
- Sombrero dorado de Avanton, incompleto, se encuentró en Avanton, cerca de Poitiers.en 1844. Tiene alrededor de 3000 años.
- Sombrero dorado de Ezelsdorf de-Buch, que se encuentró cerca de Ezelsdorf en 1953. Creado alrededor del 1000-900 aC es el más grande con alrededor de 90 cm de tamaño.
- Sombrero dorado de Berlín, que se encuentró probablemente en Suabia o Suiza. Fue fabricado cerca del 1000-800 aC y adquirida por el Museo für Vor-und Frühgeschichte, Berlín, en 1996.
Los sombreros están asociados con la cultura protocéltica de la Edad de Bronce. Sus estrechas similitudes en el simbolismo y las técnicas de fabricación son un testimonio coherente de la relación con un amplio territorio en el este y el oeste de Francia y el suroeste de Alemania. Una armadura de oro con una técnica similar fue hallada en Mold, Flintshire, en el norte de Gales, pero parece ser anterior a los sombreros.
El contexto arqueológico de las piezas es, por desgracia, poco claro. Por ejemplo, de la pieza de Berlín no se sabe absolutamente nada. Al parecer y según los datos sacados del resto de objetos, las obras doradas fueron enterradas deliberadamente.
Los datos más exactos hablan de unas fechas comprendidas entre el 1200 y el 800 a. C.
Se supone que los Sombreros dorados sirvieron como insignia religiosa de las deidades o sacerdotes del culto al Sol entonces muy extendido en Europa Central. Tres de los cuatro ejemplos tienen un pedestal como ampliación en la parte inferior del cono y sus aberturas son ovaladas (no redondas), con diámetros y formas más o menos equivalentes a las de un cráneo humano. La representación figural de un objeto parecido a un sombrero cónico sobre una losa de piedra de la tumba del Rey en Kivik, en el sur de Suecia, apoya firmemente su asociación con la religión y de culto, así como el hecho de que los conocidos ejemplos parecen haber sido depositados (enterrados) cuidadosamente.
A los sombreros se los considera un símbolo religioso usado por los sacerdotes de una a finales de la Edad de Bronce en Europa Central. El culto al sol estaba entonces muy extendido en Europa Central. Tres de los cuatro sombreros tienen un pedestal como ampliación en la parte inferior del cono y sus aberturas son ovaladas (no redondas), con diámetros y formas más o menos equivalentes a las de un cráneo humano.
La representación figural de un objeto parecido a un sombrero cónico sobre una losa de piedra de la tumba del Rey en el pueblo de Kivik, en el sur de Suecia, apoya firmemente su asociación con la religión y de culto, así como el hecho de que los conocidos ejemplos parecen haber sido depositados (enterrados) cuidadosamente.
Lo espectacular de los sombreros de oro es que en diferentes alturas tienen marcas que permiten la determinación de calendarios y la conversión entre ellos. No necesariamente fueron usados como tales, pero sí parece claro que al menos reflejan los conocimientos de la época, quizás sólo como adorno.
Runas de Vérendrye
En 1749 el explorador Franco-canadiense Pierre Gaultier de Varennes de la Vérendrye discutió con el científico sueco Pehr Kalm respecto a una inscripción rúnica que halló en un viaje suyo al oeste de los grandes lagos en 1730. Esta inscripción denominada como piedra de Vérendrye fue enviada a Québec donde sacerdotes jesuitas la guardaron después de afirmar que contenía una escritura “tártara”, tiempo después la inscripción fue enviada a la secretaría de estado francesa desde donde se cree que fue enviada y guardada en la catedral de Rouen junto a otros extraños artefactos arqueológicos. Al parecer el edificio donde estaba guardada la piedra rúnica fue incendiado debido a explosiones producidas durante la segunda guerra mundial y no se ha vuelto a saber nada más sobre el artefacto. Hjalmar Holland asegura que la piedra rúnica de Vérendrye fué inscrita por inmigrantes nórdicos relacionados también a la ya mencionada piedra de Kensington y la descripción del lenguaje usado como “ tártaro” tiene sentido ya que éste desciende del Húngaro antiguo y del Orkhon, los cuales poseen estructuras lingüísticas similares a los de los idiomas nórdicos antiguos.
Tablillas de Michigan
Las llamadas “tablillas de Michigan» son también objeto de polémica, aunque por el momento no se ha llevado a cabo una clasificación ni una investigación exhaustiva. Estas piezas se hallan en gran parte en poder de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, cuyos miembros son popularmente conocidos por el nombre de mormones. Al parecer, las tablas de Michigan estarían protegidas en alguna gruta del Estado de Utah. Hasta el momento no han sido ni catalogadas ni expuestas al público.
Una de las pocas piezas que puede ser visitada es una gran roca esquistosa con grabados: el ápice del lado anterior contiene una misteriosa incisión, mientras en el espacio restante, que constituye los dos tercios del objeto, aparecen trazadas dos grandes “X», característica hallada también en los descubrimientos de Glozel. En la parte posterior está representado, en lo alto, la salida del sol, mientras abajo se ve un lagarto estilizado.
El modelo típico de las tablas de Michigan presenta en el lado anterior una parte realzada con el grabado de un “símbolo místico», mientras en el reverso aparece un “ojo omnisciente», seguido de un signo enigmático. Debajo de estas figuras se pueden hallar otras inscripciones, cuyo significado no ha sido aclarado por el momento.
Estos objetos fueron extraídos de túmulos indios entre 1874 Y 1915, en las proximidades de Detroit (Michigan).
La investigadora estadounidense Henriette Mertz, fallecida en 1985, dedicó años a estudiar estos misteriosos objetos. A pesar de la opinión contraria de sus colegas, examinó algunas piezas y las declaró auténticas. La especialista planteó una hipótesis insólita: las tablas habrían sido realizadas ¡por cristianos refugiados en el continente americano en el año 312 d.C., tras de la caída del Imperio Romano!
Hasta que no se efectúen traducciones fiables -con la suficiente base científica- de las inscripciones presentes en todos estos hallazgos, sólo es posible especular sobre su significado.
En el 28 de julio 1911 cuestión de la Detroit News, el profesor Frederick Starr de la Universidad de Chicago declaró que las reliquias eran falsas. También María Reyes, quien vivió una puerta de la habitación al lado de los hijos de Percy Scotford y Charles, dijo que los chicos fabrican más “reliquias” todo el tiempo. Nadie presentó cargos.
Los hallazgos atraído el interés de la Iglesia SUD miembros. Esto llevó Mormón científico James E. Talmage en 1909 para participar en un “dig” y luego probar a fondo los artefactos en la espalda de laboratorio en Utah. Sus investigaciones le llevaron a la etiqueta de los artefactos como los fraudes. En agosto de 1911, publicó un trabajo sobre sus conclusiones titulado “El ‘Reliquias de Michigan: Una historia de la falsificación y el engaño”.
Más tarde, en 1911 la hijastra Scotford firmó una declaración jurada en la que declaró que le había visto hacer a los objetos. Scotford y Soper nunca confesó y los objetos no se encontraron después de su muerte.
Los últimos estudios de profesor de antropología Richard B. Sellos del Museo de Historia de Michigan indican que los artefactos fueron hechos con instrumentos contemporáneos. Los historiadores actuales tienden a coincidir en que Scotford y Soper unido sus fuerzas para vender las reliquias falsas para obtener un beneficio personal.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de mantiene 797 de los objetos en el Museo de la Ciudad de Salt Lake. En 2003 se los entregó al Museo de Historia de Michigan en Lansing, donde actualmente reside.
Tablilla de Glozel
Glozel, aldehuela de la montaña Borbonesa, está situado en el municipio de Ferrieres/Sichon en el departamento de Allier a una veintena de kilómetros en el sureste de Vichy.
El 1° de marzo de 1924, en el campo Duranthon ( rebautizado más tarde campo de los muertos ), un joven agricultor de 17 años, Emile, y su abuelo, Claude Fradin, hacen un descubrimiento imposible que desencadena una de las más violentas polémicas arqueológicas del siglo XX porque pone en duda lo que se sabía sobre los orígenes de la escritura.
Al roturar un haza de terreno, unos de los bueyes tirando del carro, cae en un hoyo, en el interior del cual Emile topa con huesos humanos. Con el descubrimiento de esta tumba, piensan haber encontrado un tesoro, las primeras excavaciones se hacen con pico y pala. Hallan varios objetos, urnas, vasos, hachas y tablillas grabadas. Rompen las urnas pero no contienen más que tierra, decepción, vuelven a tapar el hoyo y siembran la avena.
En el transcurso del verano, la Sociedad del Borbonesado se desplaza, saca muestras y las manda al Dr Capitán de Bellas Artes. En aquella época, el Dr Capitán, el padre Breuil y el conservador del museo de los Eyzies, el Sr Peyroni, representaban el triunvirato ineludible de la prehistoria.
Mientras tanto, en 1925, Antonin Morlet, médico de Vichy, apasionado por la arqueología, se entera del descubrimiento y se persona en el lugar junto con su esposa. Fascinado por lo que encuentra, obtiene el derecho de publicación sobre los objetos que siguen siendo la propiedad de Emile Fradin.
13 meses después de recibir las primeras piezas, el Dr Capitán va allí. “Aquí tienen un yacimiento maravilloso“, pide al Dr Morlet un informe detallado.
Pero en vez de mandar su informe, el Dr Morlet lo publica el 23 de septiembre de 1925 bajo el título “Nueva estación neolítica“. Furioso, Capitán convoca a Morlet, “… ponga mi apellido en vez del de Emile Fradin…”, (hecho relatado y publicado por el canónigo Cote, “Glozel, 30 años después“, 1959; todas las personas “metidas” en el medio científico conocen la importancia de ver su apellido mencionado en una publicación); Morlet se niega. Luego el padre Breuil escribe un artículo a favor de Glozel pero sin mentar el apellido del Dr Morlet, quien a su vez se subleva y acusa al padre de querer arrogarse el descubrimiento.
El padre también se volverá en contra de Glozel.
¡Estamos muy lejos de los argumentos científicos!
Los grandes mandamás de la prehistoria, en un principio muy favorables hacia Glozel, cogidos desprevenidos por este fabuloso descubrimiento, hallándose “fuera de juego“, se deciden en contra de Glozel. Tanto más que el mismo periodo un epigrafista eminente, René Dussaud, acaba de publicar oficialmente que la escritura nació en Fenicia, 1 600 años antes de Jesucristo (después del hallazgo del sarcófago del rey Ahiram de Byblos, cubierto de inscripciones). Ahora bien el Dr Morlet fecha las tablillas grabadas en 5 o 6000 años antes de Jesucristo.
Los dos descubrimientos se contradicen y esto va a desencadenar una verdadera guerra entre los hombres de ciencia. Los glozelianos y los antiglozelianos se afrentan, Glozel se convierte en el caso Dreyfus de la arqueología.
En esta guerra, todos los golpes ( bajos ) están permitidos, cartas anónimas, insultos, etc. ; algún día incluso el Dr Morlet sorprende a miss Garrod, secretaria del padre Breuil, en flagrante delito de falsificación durante una encuesta de la Comisión de indagaciones hecha in situ ( nombrada por el Dr. Capitán, ¡¡¡ imparcialidad cuando te apoderas de nosotros !!! ). El Dr Morlet, Emile Fradin se ven arrastrados por los suelos, todo está aprovechado para deshonrarlos, “¡calumnien, calumnien, siempre quedará algo! “
El Presidente de la Sociedad Prehistórica de Francia acude a Glozel, paga 4 francos de entrada al museo (someramente organizado por Emile Fradin para satisfacer el número creciente de visitadores, curiosos de ver estos fantásticos objetos tan controvertidos), luego pretende que le enseñan cosas falsas. Demanda contra X por “empresa pecuniaria para enseñar los productos de una mixtificación“.
El 25 de febrero de 1928, la policía de Clermont-Ferrand se presenta para indagar en casa de los Fradin; su objetivo: encontrar el taller donde Emile fabrica sus objetos. Rompen las vitrinas, ciertos objetos, maltratan al pobre Emile y se llevan más de 200 objetos, con el pretexto de fecharlos a pesar de que en aquella época no se conocía ningún procedimiento para conseguirlo.
El 4 de junio de 1929, Emilio Fradin se ve inculpado de estafa, el juez de instrucción le va a sonsacar durante las 63 horas del interrogatorio. Quieren que confiese haber fabricado estos objetos, pero este joven campesino del Borbonesado, ignorando todo de la prehistoria, tiene su conciencia para sí mismo, no ha fabricado estos objetos surgidos de la noche de los tiempos.
Su correo está abierto, la policía le vigila sin cesar para sorprenderlo en flagrante delito de fabricación y verificar si entierra los objetos él mismo.
Total, al cabo de dos años, la inculpación se termina por un sobreseimiento. Por fin, Emile Fradin puede gozar de la vida, se casa y tiene familia. El Dr Morlet sigue las excavaciones, siempre a costa suya, durante 16 años. Encontrará más de 3 000 objetos, hasta el año 1941 cuando la ley Carcopino fue votada. De ahora en adelante está prohibido excavar el suelo francés sin autorización del Estado. Esto pone fin a las excavaciones de Glozel. El Dr Morlet muere en 1966, no verá el reconocimiento de Glozel.
En 1972, Henri François, ingeniero en la Comisaría de la Energía Atómica, visitando Glozel, saca muestras y las manda para fechado a 3 laboratorios extranjeros. Se utilizará el método de fechado al carbono 14 para los huesos grabados y la termoluminiscencia para las cerámicas y la terracota.
Para los tres laboratorios independientes, los resultados son claros e irrebatibles, ¡ Glozel es antiguo !
Henri François escribirá a Emile Fradin : “…Sólos unos atrasados mal informados podrán pretender todavía que Vd es un falsario, las comprobaciones de medidas hechas con independencia en cada laboratorio son perfectas e indiscutibles…”
Los resultados son los siguientes:
- los huesos tienen entre 15 000 y 17 000 años,
- las cerámicas tienen 5 000 años,
- las tablillas grabadas tienen 2 500 años.
En 1974, un equipo del Centro de Investigación Nuclear de Grenoble analiza el emplazamiento con magnetómetro, demostrando que todavía quedarían objetos ocultados.
En 1975, después de un congreso de arqueometría celebrado en Oxford, la autenticidad del sitio se pone en evidencia. El Estado reconoce la autenticidad de Glozel, pero la comunidad científica sigue dudando.
Desde 1983 hasta 1990, nuevas excavaciones fueron emprendidas, curiosamente, en varios kilómetros del campo de los muertos, luego, ningún resultado fue publicado ( ?? ? ).
Entonces ¿por qué? Cito al Sr Remy Chauvin, biólogo, “padre espiritual de los herejes en Francia“: “… Si no publican puede que hayan encontrado cosas que les molestan, entonces ¿por qué? ¿Qué es lo que temen?
¿Temen disgustar a algunos viejos profesores, temen arruinar las teorías vigentes?
Pero ¿es que las teorías científicas son monumentos religiosos?
¿Qué hay en Glozel para levantar un ataque tan violento?
¡Hagamos excavaciones metódicas y racionales en el sitio en donde Emile Fradin las hizo ! … “
Emile Fradin se vio proponer cantidades fabulosas por sus descubrimientos, pero no cedió ningún objeto. El 16 de junio de 1990, recibió las Palmas Académicas.
En 1995, después de la difusión de una emisora televisada, el resumen provisional de las investigaciones precedentes se publica por fin, pero no revela nada, sino lo que ya se sabía, es que hay una gran disparidad en la edad de los objetos de Glozel.
Más de 3 000 objetos han sido hallados, vasijas, tablillas grabadas, piedras pulidas, joyas de hueso, puntas de flechas, agujas, y no parece que los signos escritos hayan sido superpuestos a grabados animalistos anteriores.
Todos los huesos, humanos (no perteneciendo a esqueletos de hombre moderno), y de animales (transformados en herramientas, joyas, algunos de ellos llevando signos de escritura), todos, presentan una fosilización avanzada.
Las hachas de piedra pulida tienen el filo poco usado y por consiguiente se supone que son votivas.
Los guijarros, grabados particularmente con espléndidos renos, produjeron la admiración de los especialistas en arte prehistórico.
Los objetos de cerámica, ídolos, vasos mortuorios con máscaras extrañas desprovistas de boca y las famosas tablillas cubiertas de inscripciones todavía desconocidas, fueron fabricados en un horno ovalado que en principio fue confundido con una tumba.
Aún si no queda ninguna duda sobre la autenticidad del sitio, Glozel conserva todavía muchos misterios.
Efectivamente, debido sin duda a la fuertísima radioactividad natural de la región, los fechados son muy inconexos, y cuesta trabajo entender y a fortiori explicar la presencia en un mismo lugar, de objetos viejos de 17 000 años, 5 000 años, 2 500 años, 1 500 años ¡e incluso de la Edad Media!
Queda también el enigma de la escritura que se encuentra en huesos grabados de 17 000 años, hasta ahora sin descifrar… Presenta grandes semejanzas con:
- formas muy antiguas de la escritura fenicia.
- Pero también con cierto número de inscripciones alfabetiformes halladas en sitios magdalenienses, en Portugal, en Rumanía y en Francia.
¿Acaso sería Glozel un antiguo lugar de culto, mágico, en donde estarían reagrupados objetos de diversas procedencias?
Tornillo en Lanzhou, China
En Lanzhou, Montañas Mazong, China, en Junio del 2002.
Condiciones del hallazgo: La roca que contiene al cuerpo del tornillo fue hallada por el Sr. Zhilin Wang durante una investigación de campo en la zona intermedia entre las provincias de Gansu y Xijiang.
El color de la roca es de un negro inusual, y su grado de dureza también la hace particular. Su peso es de 466 gramos y sus dimensiones aproximadas, de 7 x 8 centímetros.
El objeto inserto en la roca presenta todas las características del cuerpo de un tornillo ordinario, de unos 6 centímetros de longitud.
Desde su aparición, el cuerpo de tornillo ha llamado la atención de muchos científicos e investigadores, provenientes de instituciones tales como la “Oficina nacional de recursos terrestres de la provincia de Gansu”, el “Instituto de investigación de geología y minerales”, y la “Escuela de recursos y medioambiente de la Universidad de Lanzhou”. Luego de varias investigaciones, los especialistas confirmaron que la roca debería tratarse como uno de los objetos más valiosos de la arqueología China y mundial.
A pesar de las diversas observaciones, hasta el momento no se ha podido confirmar si el tornillo está forjado de un material metálico o de algún otro material.
Tornillo en Nevada
En 1865, en Treasure City, en Nevada, se encontró en un trozo de feldespato los restos de un tornillo con punta, afilado. La piedra donde estaba incrustado tenía 21 millones de años…
La torre de NewPort
Entre las evidencias a revisar estaba la torre de NewPort, Rhode Island, una construcción de estilo medieval, semejante a las casas del siglo XI en Francia o Noruega. Pero lo extraño es que los primeros europeos en arribar a estos parajes no notaron este parecido ni lo mencionaron en sus escritos. La primera mención de la torre se hace en 1677 por cuenta de Benedict Arnold, a quien la posteridad le atribuye además la construcción de la misma posiblemente en 1675.
En realidad se trataba de un antiguo molino, por lo que no había ningún misterio.
Los trépanos egipcios.
Por: Carlos E. Casero
Hace ya más de un siglo, que a petición del arqueólogo y egiptólogo William Matthew Flinders Petrie (1.835-1.942), el ingeniero de la Antigua presa de Asúan, especialista en herramientas industriales y petrografía, Benjamín Baker, elaboró el conocido como “Informe Baker”.
Este informe aparece en la obra de W.M. Flinders Petrie, “Pyramids and Temples of Gizeh”, y trata sobre la utilización de antiguas herramientas por parte de los canteros y artesanos egipcios. Las conclusiones a las que llegó B. Baker después de exhaustivos análisis y ensayos sobre el terreno fueron rotundas y sorprendentes, pudiéndose deducir de todo ello afirmaciones como la siguiente: “…si un ingeniero moderno fuera capaz de reproducir la herramienta antigua no solamente se haría millonario, sino que revolucionaría la industria moderna…”. ¿Cuáles fueron las razones para que B. Baker llegara a esta increíble afirmación?
William Matthew Flinders Petrie.
En 1.883, W.M. Flinders Petrie presentó en el Instituto Antropológico de Londres un estudio sobre los taladros efectuados sobre bloques de roca de gran dureza, tales como el granito y la diorita. Entre éstos, aparecían los trépanos que se pueden observar en dos bloques de granito rojo de unos 12 centímetros de diámetro, que se encuentran en la Gran Pirámide, el primero de ellos tirado en el suelo, a la izquierda de la entrada original, situada por encima de la utilizada actualmente para acceder a su interior, y que fue realizada por Abdullah Al Mamún a la búsqueda de los tesoros que diferentes leyendas señalaban en el interior de la Gran Pirámide, y el segundo de los bloques, en el Pozo de la Cámara del Caos, a una considerable distancia del primero.
Entre varios de los datos técnicos aportados por Petrie, se podía ver el de un trépano realizado sobre un bloque de granito con un diámetro de 5,6 centímetros, y en el que se apreciaba en su interior un surco en espiral de cinco vueltas, con una diferencia de una a otra de 2,3 milímetros, lo que viene a significar casi un metro de avance en un sólo intento de perforación. En el caso de los bloques de la Gran Pirámide, las cifras también eran desconcertantes, pues se apreciaba que en cada vuelta el trépano se introducía 2,5 milímetros en la roca de granito rojo, un dato inexplicable si tenemos en cuenta que con nuestra más moderna tecnología, los trépanos de diamante sintético solo logran un avance de 0,05 milímetros por vuelta, exactamente cincuenta veces menos que los supuestamente primitivos y rudimentarios trépanos egipcios.
Uno de los trépanos estudiados por Petrie.
En otro de los trépanos observados de 11,43 centímetros de diámetro, y realizado en un durísimo bloque de diorita, se podía apreciar que el surco en espiral alcanzaba las 17 vueltas, nada más y nada menos que 6 metros de una sola tirada. Entre la sorpresa y la incredulidad, siguieron apareciendo nuevos datos de trépanos de todo tipo de diámetro, desde los 70 centímetros a incluso los minúsculos de 1 centímetro de diámetro, pero no por ello con menos efectividad a la hora de penetrar en la dura roca.
Nuestros más modernos materiales de penetración de máxima dureza según la escala de Mohs alcanzan el nivel 11 sobre 10, que es el que posee el diamante, una piedra que los egipcios desconocían. Estos materiales de nivel 11, como son el diamante negro y el borazón, quedan muy lejos de conseguir los logros alcanzados por las antiguas herramientas egipcias.
Atendiendo a la escala de Mohs, que establece un nivel del 1 al 10 en la dureza de los materiales, a B. Baker después de aplicar una simple regla de tres, no le quedó más remedio a la vista de las irrefutables pruebas y evidencias que permanecen aún hasta el día de hoy, el asegurar que el material empleado por las herramientas perforadoras de los antiguos egipcios tendrían que tener como mínimo una dureza de nivel 500. Un auténtico contrasentido si tenemos en cuenta el nivel 11, que es el máximo alcanzado por la tecnología del Siglo XX a partir de elementos sintéticos, y un nivel 10 que es también el máximo que se puede encontrar en la naturaleza.
Dentro de las conclusiones finales que aportaba el Informe Baker, destaca la siguiente:
“…La única diferencia en el funcionamiento del taladro antiguo y el moderno es una enorme presión sobre los taladros que nuestros modernos trépanos de acero y diamante no pueden resistir. La máxima presión que puede soportar un taladro moderno es de unos 50 kilos, pero la herramienta egipcia soportaba más de 2.000…”.
Es bien conocida por la egiptología la realización de perforaciones en roca, a base de hacer girar muy laboriosamente materiales abrasivos como la arena, introducidos en un cilindro de cobre y colocado sobre una vara de madera, aplicada posteriormente sobre la superficie de la roca y de forma continuada por varios relevos de operarios. Esta labor repetida insistentemente de hacer girar la vara de madera, formaba un tarugo de piedra en el interior del cilindro de cobre, que era extraído a golpes seguidamente con un cincel de cobre y una maza de madera. La operación llevaba mucho tiempo y esfuerzo, e iba siempre en proporción con la dureza de la roca a perforar, pudiéndose emplear docenas de horas, y no menos cilindros de cobre para tal tarea. Y es en este dato, donde se escudan nuestros arqueólogos para explicar la consecución de los trépanos a los que nos hemos referido con anterioridad.
Señales inequívocas de la elaboración de un trépano por medios mecánicos.
Lo que no tiene explicación y han preferido ignorar, al igual que todo el contenido del trabajo sobre los trépanos de Petrie, y el propio Informe Baker, es la existencia en el interior de estos taladros de los típicos surcos producto de una elaboración mecánica, y que nada tienen que ver con los burdos sistemas de abrasión que se emplearon en rocas de menor dureza, y sin la perfección en el trazado como las que estudió Petrie y Baker. Es más, la seriedad y el reconocimiento generalizado que sobre la persona y el trabajo de Petrie existen dentro de la comunidad arqueológica, hacen que nadie se haya atrevido a atacar abiertamente sus conclusiones sobre los trépanos egipcios. Más bien se ha preferido aislar o ignorar tan molesta e incómoda parte de sus investigaciones, al igual que otros estudios existentes sobre la metrología de las pirámides, un tema tabú dentro de la egiptología, pues como bien es sabido entre los círculos oficiales, los egipcios no tenían grandes conocimientos matemáticos para haberlos aplicado en su momento a la construcción de las pirámides, como algunos investigadores creen haber detectado, por ejemplo la presencia del número Pi en la realización de la Gran Pirámide.
A pesar de todo, los datos están ahí, señalando como un dedo acusador a la egiptología oficial, que prefiere dirigir su mirada hacia otra parte, y recordando a todos que existe una historia que revisar y reescribir.
El investigador español Manuel José Delgado observa unos trépanos realizados en un bloque de granito negro correspondiente al Templo de Sahure, en Abusir.
Trépanos correspondientes a la entrada original de la Gran Pirámide realizados sobre granito rojo.
Ilustración del libro de Petrie, Pirámides y Templos de Gizeh, donde aparece el Informe Baker.
http://www.paleoastronautica.com/026_trepanos_egipcios.html
Pirámide de Baigong
Toda esta historia comienza por el año 1998, cuando un equipo de paleontólogos norteamericanos estaba buscando fósiles de dinosaurios junto a los lagos Keluke y Tuoshu (37º5’N 96º57’E) en la provincia de Qinhai perteneciente a la Prefectura autónoma mongola y tibetana de Haixi.
Estos paleontólogos estaban explorando una zona totalmente deshabitada y de muy difícil acceso, cuya única presencia humana eran grupos de pastores nómadas que pasan ocasionalmente por ahí, cuando se toparon con una estructura piramidal de unos 50 metros, de la que salían una especie de tuberías oxidadas con aspecto de ser muy antiguas.
En la orilla de uno de los dos Lagos de los Amantes (uno de agua dulce y otro de agua salada), ubicado en la falda del monte Qinghai, en Baigong, y a 40 kilómetros al sudoeste de la ciudad de Delingha, se levanta una pirámide de unos 50 metros de altura, conectada mediante varios tubos metálicos al lago salado.
En la parte frontal de la pirámide, hay tres cuevas con entradas de forma triangular. De las tres entradas, la del medio es la más grande y la única accesible, puesto que las dos de los laterales, los huecos de entrada son más pequeños y están derrumbados.
La cueva central tiene aproximadamente seis metros de profundidad y dentro de ella hay un tubo de aproximadamente 40 centímetros de diámetro que se adentra en el interior de la pirámide, siendo visible únicamente la parte superior de este.
En la entrada de la cueva hay una docena de tubos de distintos diámetros (de 10 a 40 centímetros) que se dirigen hacia el interior del monte. Todos los tubos son rojos parduscos, del mismo color que las de rocas circundantes.
Aproximadamente a unos 80 metros de las cuevas, sobre la arena de la orilla sur del lago salado, hay un gran número de restos de metal oxidado, piedras y restos de tubos de diversos diámetros (de 2 a 4’5 centímetros) distribuidos de forma extraña y orientados en dirección este-oeste, habiendo inclusive, algún tubo tan fino como un mondadientes, siendo extraño también que, después de tanto tiempo junto a la arena del lago, ninguno de ellos esté obstruido o taponado. Más extraño es, que también algunos de estos tubos se internen en el agua del lago desde la orilla, desconociendo por ahora la profundidad alcanzada por estos y su finalidad.
Según Qin Jianwen, jefe del departamento de publicidad del gobierno de Delingha, se recogieron muestras de los tubos para realizar un análisis sobre su composición. El resultado muestra que los tubos están compuestos de un 30 % de óxido de hierro, un alto porcentaje de dióxido de silicio así como de óxido de calcio. Pero lo más curioso de este análisis realizado a los tubos, es que el 8% del contenido no podía ser identificado, es decir, el tubo está compuesto de un material que no existe en la Tierra.
El que los tubos contengan gran cantidad de dióxido de silicio y óxido de calcio es el resultado de una larga interacción entre el hierro y la arena de la orilla del lago, con lo que se deduce que los tubos deben ser muy antiguos, dijo Liu Shaolin, el ingeniero que realizó el análisis. Liu Shaolin dató la edad de los tubos en unos 5.000 años de antigüedad, algo excepcional si, como sabemos, el hombre empezó a trabajar con aleaciones de metal tan sólo hace 2.000 años.
El resultado de los análisis, el hecho de que el entorno sea inhóspito y desierto, no halla industria moderna en todo el área y que las únicas personas que pasan por la zona sean unos pastores migratorios del norte de las montañas, hacen este descubrimiento aun más misterioso.
El área de la pirámide está situada a 2.200 metros de altitud, con un aire fino y transparente, ideal para la astronomía.
De hecho, la Academia de Ciencias de China construyó el Observatorio de la Montaña Púrpura a menos de 70 kilómetros de la zona.
Próximamente se realizará una nueva expedición a la zona para estudiar los restos más en profundidad, y que estará compuesta por un equipo de diez expertos, diez periodistas, y un equipo de rodaje de CCTV (televisión del gobierno chino).
Estructuras similares parecidas a un tubo han sido encontradas en la arenisca Jurásica de los Estados Unidos del Sudoeste, así como en formaciones en Citronelle, en Luisiana. Ninguna pirámide han sido encontrada cerca, y los investigadores han concluido que ellos fueron formados por procesos naturales,… pero las conclusiones similares de científicos que estudian los tubos de Baigong tenían que ser anunciadas, seis años más tarde –en 2008-, los cuales aún seguimos aguardando.
Un artículo de la revista china Xinmin semanal relataba la investigación llevada a cabo por un grupo de científicos de la Administración Sismológica de China liderados Zheng Jiandong, que visitaron el lago en 2001 para examinar las tuberías. Muestras traídas al Instituto de Geología de Beijing fueron fechadas por termoluminiscencia, una técnica que puede determinar cuánto tiempo ha pasado desde que un mineral cristalino se calentó o fue expuesto a la luz solar. El resultado fue que los tubos tenían una antigüedad de unos 140 ó 150.000 años. ¿Es por tanto una prueba de visita extraterrestre? Lo cierto es que los habitantes de Delingha así quieren considerarlo, y de hecho han hecho un monumento a este el que es su principal y único interés turístico.
¿Qué explicación tienen estos tubos?
Tres años antes de que Bai Yu se acercase a la cueva en el lago Toson, los investigadores Mossa y Schumacher escribieron en la revista Journal of Sedimentary Research sobre el molde fósil de árbol en Louisiana. Estos investigadores encontraron estructuras cilíndricas en el suelo, cuya termoluminiscencia lo dató con una antigüedad de 75 a 95.000 años. La composición química de los cilindros varía dependiendo de dónde y cuándo se formaron y en qué tipo de suelo. Los autores encontraron que estos eran los fósiles de raíces de árboles, formados por pedogénesis (el proceso por el cual se crea suelo) y diagénesis (la litificación de suelo en la roca a través de la compactación). El resultado de este proceso fue la creación de estructuras metálicas con forma de tubo, que mediante la comparación de las descripciones ofrecidas por los investigadores, parecen ser una explicación perfecta para la tubería Baigong.
Según se explica en el artículo mencionado de Xinmin semanal, los científicos chinos con el tiempo llegaron a la misma conclusión. Utilizaron espectroscopía de emisión atómica para llevar a cabo un análisis químico detallado de los fragmentos de tubo oxidado, y descubrieron que contenían materia orgánica vegetal. Bajo el microscopio se encontraron anillos de los árboles, de manera consistente en todas las muestras.
Las tuberías de Baigong son uno de los mejores ejemplos de la locura de lanzarse a la explicación paranormal, en lugar de utilizar los grandes beneficios que ofrece el seguir el método científico para descubrir lo que realmente está pasando.
Tubos metálicos de Saint-Jean de Livet
Tubos metálicos de Saint-Jean de Livet (Francia). En 1968, Y. Druet y H. Salfati afirmaron públicamente haber descubierto unos tubos metálicos semiovoides incrustados en unos depósitos de caliza cretácica de 65 millones de años de antigüedad de una cantera de Saint Jean de Livet (Francia). Tras considerar y rechazar varias hipótesis, Druet y Salfati llegaron a la conclusión de que en la época atribuida a la caliza en cuestión vivieron seres inteligentes.
La información actual sobre los resultados de las investigaciones realizadas por Universidades francesas es actualmente ambigua o desconocida. Sin embargo no han aparecido tampoco pruebas en su contra.
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