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Pascual

Ruta de la Lana

Ruta de la Lana

Naturalmente existen rutas similares en diferentes países. Aquí sólo tratamos el caso de España.

Origen Histórico

Es la ruta ganadera que seguían los esquiladores, ganaderos y comerciantes relacionados con las mercancías de la lana y derivados de esta, y unía al gran productor ovino de La Mancha con Burgos, capital comercial de la luna durante los siglos XVI y XVII. En el aspecto jacobeo, existe una peregrinación documentada por esta ruta en la primavera de 1624 de Francisco Patiño, María Franchis y Sebastián de la Huerta, quienes inician su peregrinación en la población de Monteagudo de las Salinas.

Tal y como indica su nombre, esta poco conocida, pero hermosísima ruta a Santiago, coincide en su mayor parte con los primitivos caminos de la trashumancia.

Podría definirse como el camino seguido por los esquiladores desde La Mancha hasta Burgos, gran capital comercial de la lana, en los siglos XVI y XVII.

La antigüedad de estas rutas se remonta probablemente al período Neolítico, siguiéndose durante la época prerromana. Las primeras normas reguladoras fueron establecidas por el rey visigodo Eurico durante el primer tercio del siglo VI d C. La invasión musulmana y el consiguiente proceso reconquistador por parte de los monarcas cristianos empujarían las cabañas cristianas en dirección sur.

El momento de auge de este tipo de vías se produce en la Edad Media. Abarcaban casi toda la Península y han llegado hasta la actualidad. El monarca que dio el espaldarazo definitivo a estas rutas fue Alfonso X El Sabio con la creación del Honrado Concejo de La Mesta, institución que englobaba a los pastores y a los propietarios castellanos de ganado trashumante. Gracias a esta Institución recibieron numerosos privilegios, como el de libre tránsito por todo el territorio, pese a la cerrada y firme oposición de los propietarios rurales y los Concejos.

La importancia alcanzada por el comercio de la lana obligó a definir con gran precisión los límites y trazados de las distintas rutas, articulándose un conjunto de Cañadas Reales, de gran amplitud y recorrido. Estas vías pecuarias se clasificaron en atención a sus características particulares y todas contaban con servicios como abrevaderos, majadas y descansaderos necesarios en los larguísimos desplazamientos de las reses desde los agostaderos del norte peninsular hasta los invernaderos situados al sur del país.

El esplendor de la trashumancia se vino abajo en el siglo XIX, tras los Procesos Desamortizadores de Madoz y Mendizábal, la aparición del ferrocarril, el automóvil y la expansión de los grandes núcleos urbanos frente al mundo rural. Todos estos hechos hicieron desaparecer esta actividad en muchas localidades. En este siglo XXI la trashumancia es muy residual; su mejor zona es la Meseta Castellana.

El Camino de la Lana es un camino tradicional a Santiago de Compostela que hunde sus raíces en diferentes momentos históricos, coincidiendo incluso con tramos de antiguas vías romanas. Era una ruta muy transitada, por la que se conducía la lana de la Alcarria y los paños de Cuenca hacia las ferias de Medina y el consulado de Burgos.

Así, la Ruta Jacobea de la Lana se relaciona directamente con uno de los trayectos comerciales más antiguos de cuántos existen en la Península Ibérica y, desde hace siglos, este itinerario compostelano es utilizado por centenares de peregrinos.

En la Edad Media este itinerario toma matices cidianos pues es el que, a la inversa, recorre el Mio Cid Ruy Díaz y sus mesnadas camino del destierro. Tanto la Crónica de veinte Reyes como el Poema describen el mismo itinerario y en la Edad contemporánea, la recorrerá un joven Camilo José Cela, también a la inversa, en su Viaje a la Alcarria.

Tradicionalmente el Camino se iniciaba en Monteagudo de las Salinas para terminar en la ciudad de Burgos, desde donde proseguía hasta Santiago de Compostela por el denominado Camino Francés.

Castillo de Almansa

La elección de Monteagudo de las Salinas como punto de partida inicial del Camino guarda relación con el especial sentido jacobeo de esta localidad, ya que es desde donde partieron, en cumplimiento de un voto, hacia Compostela, Francisco Patiño, María de Francis, y Sebastián de la Huerta, en la lejana primavera de 1624. Los motivos de su peregrinación están muy bien documentados y constituyen una bella historia preñada tantote éxitos como de penalidades.

Aunque no existe documentación que precise de manera exacta el recorrido que hicieron Patiño y compañía, el itinerario hoy utilizado lleva directamente desde la localidad conquense a Burgos y sigue el trayecto documentado en el siglo XVI en el Repertorio de Alonso de Meneses.

En la actualidad, algunos peregrinos y peregrinas procedentes de Alicante y Valencia optan por este trayecto para enlazar su ciudad con la capital del Cid y ésta con Santiago de Compostela.

La Ruta Jacobea de la Lana es uno de los más antiguos trazados comerciales peninsulares. La primera guía editada del Camino de la Lana, “La Ruta de la Lana. Guía del Peregrino a Santiago de Compostela. De Cuenca a Burgos”, de Vicente Malabia y Jesús Herminio Pareja, (Editorial Alfonsópolis, 1999) describe el tramo entre Monteagudo de las Salinas-Burgos, en reconocimiento a 3 peregrinos que salieron desde Monteagudo de las Salinas en 1624 para cumplir un voto que habían hecho de visitar la tumba del Apóstol Santiago.

En la actualidad, se considera la ciudad de Alicante el inicio de la ruta principal, coincidiendo en su trazado entre esta ciudad y la de Caudete con el del Camino de Santiago del Sureste. Existen 3 caminos ya recuperados por las Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago de Jávea y de Alicante, que confluyen en la ruta principal: son el Camino del Alba y el Camino del Azahar, que parten de Jávea y de Cartagena, respectivamente, y confluyen con el Camino de la Lana en Almansa. La Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Requena está (en 2014) finalizando la recuperación y señalización de otro nuevo ramal del Camino de la Lana, procedente de Valencia, que enlaza con el tronco principal del Camino de la Lana en el municipio conquense.

El Camino de la Lana, desde Alicante a Burgos, está perfectamente señalizado en su totalidad y posee las suficientes infraestructuras que necesita el peregrino (cuenta con acogida o albergues para peregrinos en todas las localidades que son final de etapa) y está perfectamente documentado. En 2014 únicamente están sin terminar de señalizar los tramos iniciales de la variante desde Valencia a Monteagudo de las Salinas, aunque la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Requena, está trabajando para completarla e incluso cuenta ya con varios albergues para peregrinos.

Muchos de los tramos (entre Mandayona y Burgos y entre Villena y Novelda) de este recorrido coinciden, aunque en sentido inverso, con el conocido como Camino del Cid.

Etapas del Camino

1.- Alicante-Novelda 2.- Novelda-Villena 3.- Villena-Almansa 4.- Almansa-Alpera 5.- Alpera-Alatoz 6.- Alatoz-Alcalá del Júcar 7.- Alcalá del Júcar-Villarta 8.- Villarta-Campillo de Altobuey 9.- Campillo de Altobuey-Monteagudo de las Salinas 10.- Monteagudo de las Salinas-Fuentes 11.- Fuentes-Cuenca 12.- Cuenca-Torralba 13.- Torralba-Villaconejos de Trabaque 14.- Villaconejos de Trabaque-Salmerón 15.- Salmerón-Trillo 16.- Trillo-Mandayona 17.- Mandayona-Atienza 18.- Atienza-Caracena 19.- Caracena-San Esteban de Gormaz 20.- San Esteban de Gormaz-Quintanarraya 21.- Quintanarraya-Santo Domingo de Silos 22.- Santo Domingo de Silos-Covarrubias 23.- Covarrubias-Burgos 25.- Quintanarraya-Santo Domingo de Silos 26.- Santo Domingo de Silos-Mecerreyes 27.- Mecerreyes-Burgos

Recuperación desde 1993

El Camino se encuentra señalizado desde 2002 en la provincia de Cuenca por la Asociación de Cuenca, y en la provincia de Guadalajara por la Asociación de Guadalajara. La provincia de Soria y Burgos está en señalización. En 2008 se ha señalizado por la Asociación de Albacete la elongación sur de esta ruta hasta Almansa (Albacete), para confluir con las rutas del Levante. En 2009 se ha señalizado el Camino de Guadalajara por la Asociación de Guadalajara.  Señalización completa desde Alicante hasta Burgos

Retortilla de Soria

 

 

La Ruta de la Lana o Camino de Jaime I el Conquistador

El Camino de los Pilones, recientemente declarado Conjunto Histórico del patrimonio cultural aragonés, formó parte del Camino Real que unía Teruel y el Maestrazgo con el Mediterráneo. Por él viajaban los productos del Maestrazgo (principalmente lana y tejidos y en menor medida esparto) que eran exportados a todo el Mediterráneo y que tanta riqueza dieron a estas tierras. Jaime I el conquistador, uso esta vía hacia Peñíscola, pasando por Allepuz y Villaroya, como dice el “Llibre dels Feyts o Crónica histórica”. El camino esta formado por 113 pilones de piedra del S.XVII, a lo largo de seis kilómetros, que une las localidades de Allepuz con Villaroya de los Pinares. De 2’50 metros de alto y un diámetro de unos 0’65 metros, servían como guía en los días de ventisca, nieve o niebla. Desde el Palacio de Allepuz y la Calle de la Luna sube un camino tallado en la roca por el que acceder hasta el conjunto histórico.

Ruta de la Seda

Ruta de la Seda

La ruta de la Seda fue una red de rutas comerciales organizadas a partir del negocio de la seda china desde el siglo I a. C., que se extendía por todo el continente asiático, conectando a China con Mongolia, el subcontinente indio, Persia, Arabia, Siria, Turquía, Europa y África. Sus diversas rutas comenzaban en la ciudad de Chang’an (actualmente Xi’an) en China, pasando entre otras por Karakorum (Mongolia), el Paso de Khunjerab (China/Pakistán), Susa (Persia), el Valle de Fergana (Tayikistán), Samarcanda (Uzbekistán), Taxila (Pakistán), Antioquía en Siria, Alejandría (Egipto), Kazán (Rusia) y Constantinopla (actualmente Estambul, Turquía) a las puertas de Europa, llegando hasta los reinos hispánicos en el siglo XV, en los confines de Europa y a Somalia y Etiopía en África oriental.

El término “Ruta de la Seda” fue creado por el geógrafo alemán Ferdinand Freiherr von Richthofen, quien lo introdujo en su obra Viejas y nuevas aproximaciones a la Ruta de la Seda, en 1877. Debe su nombre a la mercancía más prestigiosa que circulaba en ella, la seda, cuya elaboración era un secreto que solo los chinos conocían. Los romanos (especialmente las mujeres de la aristocracia) se convirtieron en grandes aficionados de este tejido, tras conocerlo antes del comienzo de nuestra era a través de los partos, quienes estaban al tanto de su comercio. Muchos productos transitaban estas rutas: piedras y metales preciosos (diamantes de Golconda, rubíes de Birmania, jade de la China, perlas del golfo Pérsico), telas de lana o de lino, ámbar, marfil, laca, especias, porcelana, vidrio, materiales manufacturados, coral, etc.

En junio de 2014, la Unesco eligió un tramo de la Ruta de la Seda como Patrimonio de la Humanidad con la denominación Rutas de la Seda: red viaria de la ruta del corredor Chang’anTian-shan. Este sitio abarca un tramo de 5000 kilómetros de la gran red viaria de las Rutas de la Seda que va desde la zona central de China hasta la región de Zhetysu, situada en el Asia Central, incluyendo 33 nuevos sitios en China, Kazajistán y Kirguistán.1

El experto en prehistoria André Leroi-Gourhan considera esta ruta como un espacio de intercambios activo desde el Paleolítico. Heredera de la ruta de Jade, cuyos restos se remontan a hace 7000 años. Sin embargo, la ruta no se menciona en las crónicas chinas hasta el siglo II a. C.2
Este itinerario sería el resultado3 de la curiosidad del emperador chino Wu (gob. 141-87 a. C.) de la dinastía Han por los pueblos civilizados lejanos, que se decía que habitaban en las regiones occidentales más allá de las tribus bárbaras.

Los griegos, y luego los romanos, comenzaron a hablar del «país de los Seres» desde el siglo IV a. C. para designar a China. Hacia el comienzo de la era cristiana, los romanos se vuelven grandes amantes de la seda después de haberla adquirido a los partos, que estaban entonces organizando este comercio.

Los sogdianos, originarios de la actual Uzbekistán, aseguraron entre los siglos VI y VIII la mayor parte del comercio entre China y Occidente. Políglotas, proporcionaron muchos espías, traductores o agentes diplomáticos a cualquier persona que quisiera emplearlos. Maestros de la Transoxiana (la región situada entre los ríos Oxus y Sir Daria), percibirieron muchos impuestos que enriquecieron las prestigiosas ciudades de Samarcanda y Bujara. También contribuyeron a la difusión de religiones como el nestorianismo o el maniqueísmo.

Partidas a través del continente

A medida que la domesticación de los animales de carga y el desarrollo de la tecnología del transporte marítimo permitían que los pueblos prehistóricos tuvieran la capacidad de llevar cargas cada vez más pesadas a grandes distancias, los intercambios culturales y comerciales se desarrollaron rápidamente. Las praderas propiciaban el fértil pastoreo, con agua y un fácil paso para las caravanas y por ello, las vastas praderas de las estepas asiáticas facilitaron que los comerciantes recorrieran inmensas distancias, desde las costas del Pacífico hasta África e internándose profundamente en Europa.

Desde el segundo milenio a. C. la nefrita (uno de los dos tipos de jade) estaba siendo negociada desde las minas de la región de Yarkanda y Khotan hasta China. Estas minas no estaban muy lejos de las minas de lapislázuli y espinela (Balas Ruby) de Badakhshan y, aunque separadas por las formidables montañas del Pamir, al parecer había rutas a través de ellas en uso desde tiempos muy remotos.

Las momias del Tarim encontradas en la cuenca del Tarim — localizadas a unos 200 km al este de Yingpan, en la ruta de la Seda—, que datan de 1600 a. C. en la época del antiguo reino de Loulan, sugieren la existencia de contactos muy antiguos entre el Este y el Oeste. Estos restos momificados podrían haber sido de personas que hablaban lenguas indoeuropeas, lenguas que se siguieron usando en la cuenca del Tarim, en la moderna región de Xinjiang, hasta su sustitución por las influencias túrquicas del norteño Imperio xiongnu, y por influencias del oriente de China de la dinastía Han, que hablaban lenguas sino-tibetanas.

Tras los contactos de la China metropolitana con los nómadas de los territorios fronterizos occidentales en el siglo VIII a. C., el oro se introdujo desde el Asia central y los talladores de jade de Hotan Kashteshi comenzaron a hacer diseños imitando el estilo de los pueblos de las estepas, adoptando el arte animal escita (representaciones de animales en combate). Este estilo se refleja particularmente en las placas rectangulares de oro y de bronce para los cinturones, con versiones en jade y esteatita.

La expansión de las culturas escitas —que se extendieron desde la llanura húngara y los montes Cárpatos hasta el corredor chino de Gansu y que conectaban Irán y Oriente Medio con el norte de la India y el Punyab— jugó sin duda un papel importante en el desarrollo de la Ruta de la Seda. Los escitas acompañaron al asirio Asarhaddón cuando invadió Egipto, y sus distintivas puntas de flecha triangulares se han encontrado en sitios tan al sur como Asuán. Estos pueblos nómadas dependían de las poblaciones asentadas vecinas para una serie de importantes tecnologías, y además de asaltar algunos asentamientos vulnerables para abastecerse, también alentaron que se desarrollase un comercio de larga distancia que contaba con una fuente de ingresos por el pago de unas tarifas previamente concertadas. Los mercaderes escitas sogdianos desempeñaron un importante papel en períodos posteriores en el desarrollo de la ruta de la Seda.

Época helenística

El primer paso importante en la apertura de la ruta de la Seda entre Oriente y Occidente llegó con la expansión del imperio de Alejandro Magno en Asia central. En agosto de 329 a. C. Alejandro fundó la ciudad de Alejandría Escate o «Alexandria más lejana» en la desembocadura del valle de Fergana en el actual Tayikistán.5 La ciudad se convirtió más tarde en un punto de parada importante en la ruta de la Seda septentrional.

Moneda que representa al rey grecobactriano Eutidemo I (230-200 a. C.)

Probable soldado griego en el tapiz Sampul, un tapiz de lana del siglo III-II a. C., Sampul, Urumqi Xinjiang Museum.

Los griegos se mantuvieron en Asia central durante los siguientes tres siglos, primero a través de la administración del Imperio seléucida, y luego con el establecimiento del reino grecobactriano en la región de Bactria. Continuaron expandiéndose hacia el este, sobre todo durante el reinado de Eutidemo I (230-200 a. C.), que extendió su control más allá de Alejandría Escate hasta llegar a la Sogdiana. Hay indicios de que pudo haber conducido expediciones hasta Kashgar, en el Turkestán chino, dando lugar a los primeros contactos conocidos entre China y Occidente alrededor del año 200 a. C.. El historiador griego Estrabón escribió: «extendieron su imperio incluso hasta los Seres (China) y los Phryni».6

Exploración china de Asia central

Con el Mediterráneo conectado con el valle de Fergana, el siguiente paso era abrir una ruta a través de la cuenca del Tarim y el corredor de Gansu hasta alcanzar la propia China. Este esfuerzo se realizó desde el lado chino, alrededor de 130 a. C., con el envío de embajadas de la dinastía Han hasta Asia central. El emperador Wu envió en el año 138 a. C. una embajada con el objetivo estratégico de conseguir formalizar una alianza militar con los yuezhi para frenar el poder y agresividad de los xiongnu —una confederación de tribus nómadas que amenazaba constantemente la seguridad de China, a pesar de la Gran Muralla, haciendo incursiones para saquear las riquezas de sus vecinos, principalmente campesinos—. Zhang Qian partió al mando de 98 hombres, siendo apresado muy pronto, un periodo que le permitió aprender mucho sobre los pueblos y rutas en la región. Trece años después, y tras haber permanecido cautivo más de diez años, logró regresar a la corte imperial con sólo un miembro de la partida. Aunque no había logrado establecer ni una sola de las alianzas militares de su misión, Zhang sí informó a la corte de la existencia de treinta y seis reinos en las fronteras occidentales de China, algunos verdaderas potencias comerciales como Nag-Si (Persia), Tiaozhi (Caldea) y Li-Qian (el Imperio romano). Zhang también contó de los magníficos caballos de las llanuras del valle de Fergana que tenían los Dayuan (luego llamados los «caballos celestiales»), mucho más fuertes y veloces que los caballos chinos, con los que la caballería del Imperio Han podría enfrentarse a los xiongnu en mejores condiciones.7

Los chinos enviaron por ello numerosas misiones diplomáticas y comerciales, alrededor de diez cada año, que llegaron hasta sitios tan lejanos como la Siria seléucida.

Las principales rutas de la seda y principales ciudades entre 500 a.C. y 500 (en latín).

Esas misiones con los reinos del valle de Fergana no podían garantizar la seguridad ni afianzar el comercio, por lo que China preparó una invasión a gran escala, aunque solo en la segunda embestida en el año 102 a. C. logró conquistar todas las tierras entre sus propias fronteras y los reinos de Fergana. Después de la derrota de los xiongnu, los ejércitos chinos se establecieron en Asia central y los chinos consiguieron no sólo asegurarse la importación de los famosos caballos de las estepas, sino establecer sus propios productos en los mercados de esos reinos.8 Cuando Wu envió una delegación al rey Mitrídates II en el 110 a. C., eso dio inicio a un comercio que acabaría siendo la parte central de la importante vía de comercio internacional que llegará a ser la ruta de la seda. Cincuenta años más tarde, cuando Marco Licinio Craso cruzó el Éufrates para conquistar Parthia en el año 53 a. C., se asombró al ver un brillante, suave y maravilloso nuevo tejido. Unas décadas más tarde, las más acaudaladas familias de Roma estaban maravilladas de vestirse con el más preciado tejido: la seda. El historiador romano Florus también describe la visita de los numerosos enviados, incluyendo a los Seres, al primer emperador romano César Augusto, que reinó entre el 27 a. C. y el 14 d. C.

Algunos eruditos sostienen que el emperador chino Wu se interesó primero en el desarrollo de las relaciones comerciales con las sofisticadas civilizaciones urbanas de Fergana, Bactria y del Imperio parto: «El Hijo del Cielo al oír todo esto razonó así: Fergana (Dayuan) y las posesiones de Bactria (Ta-Hsia) y el Imperio parto (Anxi) son países grandes, llenos de raras cosas, con una población que vive en moradas fijas y entregada a ocupaciones casi idénticas a las de los chinos, pero con ejércitos débiles, y que dan gran valor a los ricos productos de China» (Hou Hanshu, Libro de Han Posterior). Otros9 creen en cambio que el emperador Wu estaba interesado principalmente en la lucha contra los xiongnu y que el comercio principal comenzó sólo después de que los chinos hubiesen pacificado el corredor de Hexi.

Apertura de la Ruta de la Seda

La Ruta de la Seda se originó durante el siglo I a. C., siguiendo a los esfuerzos de los yuezhi y xiongnu en la cuenca del Tarim para consolidar un camino hacia el mundo occidental y la India, tanto a través de asentamientos directos en el área de la cuenca como de relaciones diplomáticas con los países de los dayuan, partos y bactrianos más al oeste. Las rutas de la Seda fueron una «compleja red de rutas comerciales» que dio a la gente la oportunidad de intercambiar bienes y cultura.10

Imperio romano

Poco después de la conquista romana de Egipto en el año 30 a. C., florecieron a una escala sin precedentes las comunicaciones regulares y comerciales entre China, el sudeste asiático, la India, Oriente Medio, África y Europa. El comercio greco-romano con la India que había comenzado con Eudoxo de Cícico en 130 a. C., seguía aumentando, y según Estrabón (II.5.12), en la época de César Augusto, hasta 120 barcos zarpaban cada año desde Myos Hormos, en el Egipto romano, hacia la India.11

La partida de Maës Titianus se convirtió en los viajeros que penetraron más lejos hacia el este por la Ruta de la Seda desde el mundo mediterráneo, probablemente con el objetivo de regularizar los contactos y reducir el papel de los intermediarios, durante uno de los momentos de calma entre las intermitentes guerras de Roma y Partia, que repetidamente obstruía el movimiento a lo largo de la Ruta de la Seda. El comercio intercontinental y las comunicaciones se hicieron regulares, organizados y protegidos por las “grandes potencias”. Pronto siguió un intenso comercio con el Imperio romano, confirmado por la afición romana por la seda china (suministrada a través de los partos), a pesar de que los romanos pensaban que la seda se obtenía de los árboles. Esta creencia fue confirmada por Séneca el Joven en su Fedra y por Virgilio en sus Geórgicas. Cabe destacar que Plinio el Viejo lo sabía mejor: hablando de la bombyx o polilla de la seda, escribió en sus Historias naturales «Tejen telas, como las arañas, que se convierten en un lujoso material para la ropa de las mujeres, llamada seda».12

El Senado romano emitió, en vano, varios decretos para prohibir el uso de la seda, por razones económicas y morales: la importación de seda china causó un enorme flujo de salida de oro, y los vestidos de seda se consideraban decadentes e inmorales.

La unificación de Asia central y del norte de la India dentro del Imperio kushán en los siglos primero a tercero reforzó el papel de los poderosos comerciantes de Bactria y Taxila.14 Fomentaron la interacción multicultural como lo indican los tesoros de sus hordas del siglo II, con productos del mundo grecorromano, China y la India, por ejemplo, en el sitio arqueológico de Begram.

El Imperio romano, y su demanda de sofisticados productos asiáticos, se derrumbó en Occidente en el siglo V.

El historiador bizantino Procopio afirmó que dos monjes cristianos finalmente descubrieron la manera de cómo se hacía la seda. A partir de esa revelación, se enviaron espías para robar los huevos de los gusanos de seda, lo que permitió la producción de seda en el Mediterráneo.15

Medieval

La Ruta de la Seda representa un temprano fenómeno de integración política y cultural debido al comercio interregional. En su apogeo, sostuvo una cultura internacional que enlazaba a grupos tan diversos como los magiares, armenios y chinos. La ruta experimentó períodos principales de popularidad y actividad en diferentes épocas y en diferentes puntos a lo largo de su longitud: en el oeste, su apogeo fue la época del Imperio bizantino; en la sección del Nilo-Oxus, desde el período del Imperio sasánida al del Ilkanato; y en la zona sinítica desde el período de los Tres Reinos hasta el de la dinastía Yuan. El comercio entre Oriente y Occidente se desarrolló también por mar, entre los puertos de Alejandría, en Egipto, y de Guangzhou, en China, siendo fomentado a lo largo de todo el océano Índico.

Bajo su fuerte dinámica de integración, por un lado, y de los impactos de cambio que transmitía, por otro, las sociedades tribales que previamente vivían en aislamiento a lo largo de la Ruta de la Seda o de pastores que procedían de un desarrollo cultural bárbaro, se sintieron atraídos por las riquezas y las oportunidades de las civilizaciones conectadas por la ruta, teniendo en las rutas de merodeadores o mercenarios. Muchas tribus bárbaras se convirtieron en cualificados guerreros capaces de conquistar ciudades ricas y tierras fértiles, y forjar fuertes imperios militares.

A.V. Dybo señaló que «según los historiadores, el principal motor de la Gran Ruta de la Seda no solo eran los sogdianos, sino los portadores de una cultura mezcla sogdiana-túrquica que a menudo provenian de familias mixtas».16

Los sogdianos dominaron el comercio entre Oriente y Occidente a partir del siglo IV hasta el siglo VIII, siendo Suyab y Talas sus principales centros en el norte. Fueron los principales comerciantes de caravanas del Asia central. Sus intereses comerciales estaban protegidos por el resurgente poder militar de los göktürks, cuyo imperio ha sido descrito como «una empresa conjunta del clan Ashina y los sogdianos».14 17 Su comercio, con algunas interrupciones, continuó en el siglo IX en el marco del Imperio uigur, que hasta el 840 se extendió por el norte de Asia central y obtuvo de China enormes entregas de seda a cambio de caballos. En esta época las fuentes chinas mencionan que las caravanas de sogdianos viajaban hasta la Alta Mongolia. Jugaron un papel igualmente importante religioso y cultural. Parte de los datos sobre Asia oriental que fueron proporcionados por los geógrafos musulmanes del siglo X, en realidad, se remontan a datos sogdianos del periodo 750–840 y por lo tanto muestran la supervivencia de los vínculos entre el Este y el Oeste. Sin embargo, después de la caída del Imperio uigur, el comercio sogdiano pasó por una crisis. Lo que principalmente surgió desde el Asia central musulmana fue el comercio de los samánidas, que reanudaron el camino del noroeste que llevaba a los jázaros y a los Urales, y el del noreste, que conducía hacia las cercanas tribus túrquicas.14

La Ruta de la Seda dio origen a agrupaciones de estados militares originarios del norte de China, abriendo el Asia central y China a religiones como el nestorianismo, maniqueismo, budismo, y más tarde islamismo, y creando la influyente Federación de Jazaria, que al final de su gloria trajo el mayor imperio continental que existió nunca: el Imperio mongol, con sus centros políticos encadenados a lo largo de la Ruta de la Seda (Pekín, en el norte de China; Karakorum, en el centro de Mongolia; Samarcanda, en Transoxiana; Tabriz, en el norte de Irán; Sarai y Astracán, en el curso del Bajo Volga; Solkhat, en Crimea; Kazán, en Rusia central; y Erzurum, en el este de Anatolia), realizando la unificación política de zonas anteriormente libres y conectadas de forma intermitente por bienes materiales y culturales.

En Asia central, el islam se expandió a partir del siglo VII, haciendo un alto en su progresión hacia el occidente chino tras la batalla de Talas en el año 751. Los túrquicos islámicos siguieron la expansión a partir del siglo X, lo que terminó por perturbar el comercio en esa parte del mundo, y acarreando la casi desaparición del budismo. Durante gran parte de la Edad Media, el Califato islámico (centrado en el Cercano Oriente) tuvo a menudo el monopolio sobre gran parte del comercio realizado a través del Viejo Mundo.

La expansión mongola por todo el continente asiático, desde alrededor de 1207 hasta 1360, contribuyó a la estabilidad política y a restablecer la Ruta de la Seda (a través del Karakorum). También puso fin al monopolio del Califato islámico sobre el comercio mundial. Debido a que los mongoles pasaron a dominar las rutas comerciales, ello permitió que más comercio entrase y saliese de la región. Las mercancías que a ellos no les parecían valiosas si eran vistas a menudo como muy valiosas en el Oeste: como resultado, los mongoles recibieron a cambio gran cantidad de bienes de lujo occidentales, aunque nunca abandonaron su estilo de vida nómada. Poco después de la muerte de Genghis Khan, la Ruta de la Seda quedó en manos de las hijas de Genghis Khan.

El diplomático mongol Rabban Bar Sauma visitó las cortes europeas en 1287-1288 y presentó un detallado informe por escrito de regreso entre los mongoles. Por la misma época, el explorador veneciano Marco Polo se convirtió en uno de los primeros europeos que recorrieron la ruta hasta China, y sus relatos, documentados en Los viajes de Marco Polo, abrieron los ojos occidentales a algunas de las costumbres del Lejano Oriente. No fue el primero en traer de vuelta esas historias, pero fue sin duda el más leído. Había sido precedido por numerosos misioneros cristianos en Oriente, como Guillermo de Rubruck, Benedicto de Polonia, Giovanni da Pian del Carpine y André de Longjumeau. Otros enviados más tardíos fueron Odorico de Pordenone, Giovanni de’ Marignolli, Juan de Montecorvino, Niccolò de’ Conti, o Ibn Battuta, un viajero marroquí musulmán que pasó por el actual Medio Oriente y que recorrió toda la Ruta de la Seda, desde Tabriz, entre 1325–1354.18

El siglo XIII vio también los intentos de una alianza franco-mongola, con intercambio de embajadores y (fallidos) intentos de colaboración militar en Tierra Santa durante las últimas Cruzadas, aunque al final los mongoles en el Ilkhanato, después de haber destruido las dinastías de los abásidas y los ayyubidas, con el tiempo se convirtieron ellos mismos al islam, y firmaron en 1323 el Tratado de Alepo con el superviviente poder musulmán, el sultanato mameluco de Egipto.

Algunos estudios de investigación indican que la peste Negra, que devastó Europa a finales de la década de 1340, podría haber alcanzado Europa desde el Asia central (o China) a lo largo de las rutas comerciales del Imperio mongol.19

Desintegración

La fragmentación del Imperio mongol aflojó la unidad política, cultural y económica de la Ruta de la Seda. Los señores Turkmeni marchando ocuparon tierras alrededor de la parte occidental de la Ruta de la Seda, que pertenecían al decadente Imperio bizantino. Después del Imperio mongol, los grandes poderes políticos a lo largo de la Ruta de la Seda quedaron económica y culturalmente separados. Acompañando a la cristalización de varios estados regionales sucedió una disminución del poder nómada, en parte debido a la devastación de la muerte Negra y en parte debido a la invasión de civilizaciones sedentarias equipadas con pólvora.

La pólvora y la temprana modernidad en Europa condujeron a la integración de los estados territoriales y a un creciente mercantilismo. Mientras tanto, en la Ruta de la Seda, la pólvora y la modernidad temprana tuvieron el efecto contrario: el nivel de integración del Imperio mongol no se pudo mantener, y se redujo el comercio (aunque en parte debido a un aumento de los intercambios marítimos europeos).

La ruta de la seda dejó de servir como ruta marítima de la seda alrededor de 1453, con la supremacía otomana de Constantinopla. Los gobernantes otomanos de la época eran antioccidentales, luchando contra los cruzados, y conscientes de la pérdida de Andalucía, en el oeste, por lo que expresaron su descontento embargando el comercio con el oeste. Las cosas se aliviaron un poco casi un siglo más tarde, cuando Venecia fue capaz de cortar un trato difícil con los otomanos, recobrando por un tiempo parte de su peso económico como intermediarios.

Nuevas Rutas Marítimas Europeas

La desaparición de la Ruta de la Seda tras el fin del reinado de los mongoles fue uno de los principales factores que estimularon la búsqueda de nuevas rutas hasta el próspero Imperio chino por parte de potencias europeas, sobre todo por vía marítima. Se esperaban grandes beneficios de la relación comercial directa con Asia. Este fue el principal factor que impulsó las exploraciones portuguesas del océano Índico, incluyendo el mar de China, dando lugar a la llegada del primer barco mercante europeo a las costas de China en 1513, bajo el mando de Jorge Álvares y Rafael Perestrello, seguido por la misión diplomática y comercial de 1517 encomendada a Fernão Pires de Andrade y Tomé Pires por Manuel I de Portugal, la cual inauguró formalmente las relaciones entre el Imperio portugués y la dinastía Ming durante el reinado del emperador Zhengde. La entrega de Macao (Macao) a Portugal en 1557 por el emperador de China (como recompensa por los servicios prestados contra los piratas que infestaban el mar de China Meridional) dio lugar al primer puesto comercial y marítimo europeo permanente entre Europa y China. Otras potencias europeas seguirían su ejemplo en los próximos siglos provocando la eventual desaparición de la Ruta de la Seda.

El viaje de descubrimiento de Cristóbal Colón de 1492 tenía como objeto buscar una ruta comercial alternativa a China, desde España, a través del Atlántico.20 Hasta unos años después del Descubrimiento de América, se pensó que la expedición de Colón había llegado al continente asiático. No fue hasta el descubrimiento del océano Pacífico por el español Vasco Núñez de Balboa (tras cruzar el Istmo de Panamá) en 1513, que cartógrafos y navegantes supieron que América era un “Nuevo Mundo“, situado en Europa y Asia. La búsqueda de una ruta marítima a China se retomó unos años más tarde, con la expedición de Magallanes y Elcano de 1519 a 1522, la primera en cruzar el Pacífico y la primera en dar la vuelta al mundo. Con el descubrimiento del ‘tornaviaje’, o ruta de regreso de Filipinas a México a través del Pacífico, a cargo de Andrés de Urdaneta en 1565, se estableció la ruta del Galeón de Manila, la primera en cruzar regularmente el Pacífico en ambas direcciones, concretamente entrela Capitanía General de Filipinas y la Nueva España. Esta ruta a su vez enlazaba por tierra (a través de México) con la ruta de las Flotas de Indias que unían América y España a través del Atlántico, creándose así una gran ruta combinada de alcance mundial, entre Asia y España, que duró desde 1565 hasta principios del siglo XIX. Esta gran ruta española es también uno de los primeros ejemplos de mundialización o globalización.

.En 1594, Willem Barents dejó Ámsterdam con dos barcos para buscar el pasaje del Noreste al norte de Siberia, en el extremo este de Asia. Llegó a la costa occidental de Nueva Zembla y la siguió hacia el norte, siendo finalmente obligado a dar marcha atrás cuando confrontó su extremo norte. A finales del siglo XVII, los rusos restablecieron una ruta comercial terrestre entre Europa y China bajo el nombre de la Gran carretera siberiana.

Mientras los portugueses (y, posteriormente, otros europeos) estaban entrando en China desde su costa meridional, por ruta marina, se planteó la cuestión de si resultaba ser el mismo país que Cathay, al que Marco había llegado por vía terrestre. Hacia 1600, los jesuitas destinados en China, dirigidos por Matteo Ricci, estaban seguros de que así era, pero otros no estaban todavía convencidos. Para comprobar la situación sobre el terreno, Bento de Góis, un antiguo soldado y explorador portugués que se había unido a los jesuitas como hermano lego en Goa (India), viajó en 1603-1605 desde la India a través de Afganistán siguiendo una de las rutas terrestres tradicionales de la Ruta de la Seda (a través de Badakhshan, los Pamires, Yarkand o Yarkant, Kucha y Turpan hasta la frontera china de los Ming en Suzhou, Gansu.21

Leibniz, haciéndose eco de la percepción que prevalecía en Europa hasta la Revolución Industrial, escribió en el siglo XVII que: «Todo lo exquisito y admirable viene de las Indias Orientales… Gentes instruidas remarcan que en el mundo entero no hay comercio comparable al de China».22

En el siglo XVIII, Adam Smith declaró que China había sido uno de los países más prósperos del mundo, pero que había permanecido estancada durante mucho tiempo y que sus salarios siempre fueron bajas y las clases bajas eran particularmente pobres.

China ha sido durante mucho tiempo uno de los países más ricos, es decir, uno de los más fértiles, mejor cultivados, con más industria y de los más poblados del mundo. Parece, sin embargo, que ha permanecido estancado durante mucho tiempo. Marco Polo, que lo visitó hace más de quinientos años, describe su agricultura, su industria y su población casi en los mismos términos que los viajeros de hoy en día. Tal vez adquirió, incluso mucho tiempo antes, todo el conjunto de riquezas que la naturaleza de sus leyes e instituciones permite conseguir.

Época actual

El Puente Terrestre Euroasiático se refiere a veces como la «Nueva Ruta de la Seda». El último eslabón de una vía férrea a lo largo de la Ruta de la Seda se terminó en 1990, cuando las redes ferroviarias china y kazaja se conectaron en el paso de Alataw (Alashan Kou o puerta de Zungaria). En la actualidad (2013), la línea es utilizada por servicios directos de pasajeros desde Urumqi, en Sinkiang (China), hasta Almaty y Astana, en Kazajistán.24

Desde julio de 2011 la ciudad china de Chongqing está oficialmente conectada con la alemana de Duisburgo por un servicio ferroviario de mercancías a través de Eurasia25 En comparación con las rutas marinas comerciales tradicionales desde Guangzhou y Shanghai, el tiempo de viaje con Europa por conexión ferroviaria lleva poco más de 13 días por tren de carga frente a los 36 días por barco de contenedores.

Recorrido

Xi’an es —del lado chino— el extremo oriental de la Ruta de la Seda. El recorrido se ha considerado oficialmente “abierto” por el general chino Zhang Qian es el siglo II a. C. Los emperadores Han asediados por los bárbaros nómadas (los xiongnu) decidieron abrir al comercio y al mundo exterior la seda, entonces monopolio del Estado: realmente necesitaban aliados y caballos. En el apogeo de la dinastía Tang (618-907), la ciudad capital de Chang’an (Xi’an) albergaba dos millones de personas, diez veces más que las grandes ciudades de Constantinopla o Córdoba, y mil veces más que Aix-la-Chapelle en los tiempos de Carlomagno.26

La cerámica italiana de mediados del siglo XV estuvo fuertemente influenciada por la cerámica china. Una placa Sancai (“Tres colores”) (izquierda), y un jarrón Ming tipo azul y blanco (derecha), hecho en el norte de Italia, a mediados del siglo XV. Musée du Louvre.

Los convoyes de caravanas partían de las ciudades de Xi’an, Lanzhou o Xining y emprendían camino hacia el corredor de Gansu. A continuación, contorneaban el desierto de Taklamakan, uno de los más áridos del mundo, ya fuese por el norte o por el sur. Estos dos itinerarios posibles tenían cada uno diferentes variantes y estaban salpicados por villas y ciudades y caravasares, cuyo número e importancia variaron con el tiempo. Todas las pistas progresaban a lo largo de una cadena de oasis-fortalezas situados en la periferia del desierto y al pie de las altas montañas de los Tian Shan y Kunlun:

A partir de Kashgar y Yarkand, las pistas se reunían para ir hacia Persia y la India a través de las altas montañas del Asia central (Pamires, Hindú Kush y Karakorum), para seguir después por la Sogdiana (Samarcanda, Bujara, Merv), Bactria (Balkh) y Cachemira (Srinagar). En realidad, muy pocas personas tuvieron la oportunidad de recorrer toda la ruta, entre otros Marco Polo, su padre y su tío.

Las mercancías procedentes de Oriente o de Occidente se intercambian en los oasis, convertidos en importantes puestos comerciales frecuentados no solo por comerciantes, sino también por peregrinos, soldados y espías. En su apogeo, la Ruta de la Seda conectaba —del lado oeste— el Imperio bizantino y —del lado este— una vasta región que se extiendía desde los territorios de los Tres Reinos hasta los de la dinastía Yuan en la zona china.

Una enorme red de cultura

A pesar de que el Barón von Richthofen bautizara, en 1870, a esta red comercial importantísima como (en alemán) Seidenstrasse, o Ruta de la Seda, es importante aclarar que la seda no era el único bien que se comerciaba a lo largo y ancho de la misma. China importaba, principalmente, oro, plata, piedras preciosas, marfil, cristal, perfumes, tintes y otros textiles provenientes de Europa y de los reinos por donde transitaba la ruta y de otros aledaños que tenían sus propias rutas comerciales que engarzaban, en algún punto, con la misma Ruta de la Seda. El Imperio del Centro (China) exportaba mayormente seda, pieles, cerámica, porcelana, especias, jade, bronce, laca y hierro.

No era común que los comerciantes atravesaran la Ruta de la Seda en todo su largo y ancho. Los mercaderes intentaban buscar el mejor precio a través de los mercados de su propio territorio o aventurándose en las fronteras de otros países, donde vendían sus mercancías, y los compradores, a su vez, extendían los bienes por su propio reino, o llevándolos a las fronteras de los más próximos en busca de mejores beneficios. Este canje, obedeciendo a leyes de mercado, hacía llegar las mercancías y bienes desde Chang’an (actual Xi’an) hasta Antioquía, en Siria, y de allí hasta Constantinopla, donde esperaban los navíos venecianos que llevarían esta inmensa cantidad de bienes y riqueza, no sólo proveniente de China, sino también de todos los países asiáticos y medio-orientales.

Una cabeza y cuello de caballo de cerámica (rotos desde el cuerpo) de la Dinastía Han Tardía (siglos I y II d. C.)

El eje Roma-Chang’an marcaba el principio y el final de una gran cadena de intercambios, cuyos eslabones enlazaban a territorios que hoy corresponden a Turquía con Siria, a Irak con Persia, al Cáucaso con las fronteras de la India y China; y cuyos centros comerciales, en los que se realizaban las últimas y las primeras transacciones, dependiendo si se avanzaba hacia Changan o hacia el Caspio, eran las ciudades próximas al valle de Fergana (Bukhara, Khiva y Samarcanda) o las situadas en el inhóspito desierto de Takla-Makan, cuyos oasis eran bien conocidos por los conductores de las caravanas; especialmente los de las ciudades de Tashkurgán, Kashgar, Yarkand y Jotán en las que, por imperativos del clima, estaban obligadas a detenerse durante un período de tiempo siempre incierto hasta alcanzar el límite oeste de la verdadera China de entonces: la Puerta de Loulan.

Kashgar (la actual Kashi, en China), punto de encuentro de las caravanas procedentes de la India, Afganistán, Tayikistán y Kirguisistán, era el otro extremo de la Ruta de la Seda en el territorio chino y, por tanto, el primer encuentro directo para las mercancías, las ideas y las religiones entre China, Occidente y el sur de Asia. La ciudad de Yarkand, visitada por Marco Polo en dos ocasiones (en 1271 y en 1275), sigue siendo uno de los enclaves comerciales más importantes de la región autónoma de Xinjiang y uno de los centros musulmanes de mayor importancia en la República Popular China.

Un rinoceronte chino de bronce con incrustaciones de oro y plata de la Dinastía Han Occidental (202 a. C. – 9 d. C.)

Por la Ruta de la Seda no circulaban solamente mercaderes con bienes de todos los reinos, sino también asaltadores, ladrones y pilluelos, por lo que los caminos no eran totalmente seguros. Así, lo peor que les podía pasar, era que por aquellos desfiladeros y glaciares se despeñara un camello, perdieran al animal y a su preciada carga, y además su estiércol, que utilizaban como combustible. Y aún era peor si el camello perdido transportaba comestibles. Casi en el 80 % de la Ruta no hay árboles; solo hielo, nieve y glaciares. Algunas caravanas no llegaron nunca a su destino. Unas eran asaltadas por bandas feroces de asesinos, que para hacerse con las mercancías no dudaban en matar, y otras veces, morían los caravaneros víctimas de accidentes o enfermedades. En cada localidad que paraban para descansar, debían proveerse de comida para un mes, por lo menos. No es de extrañar, que Plinio el Viejo dijese que la seda china era muy cara (“gastos inmensos”).

Jade chino y placas esteatitas, en estilo escita del arte animal de las estepas, siglos IV-III a. C. British Museum.

La Ruta de la Seda también fue una vía por la que el budismo se extendió por toda Asia. Misioneros budistas de la India llevaron las enseñanzas del Buda desde la India a Taxila, de Taxila al Tíbet, del Tíbet a Dunhuang, donde penetró en China. Los conocimientos más avanzados de la época, propios de las Universidades Budistas de Nalanda, Vikramasila, Odantapuri, Vilabhi y Ratnagiri, entre otras, circularon asimismo de un país a otro junto con los peregrinos, monjes, maestros y discípulos que viajaban en busca de conocimientos o a llevar sabiduría a los monasterios del Tíbet, de Dunghuang o al complejo de monasterios en las Grutas de Mogao, en China. Igualmente, monjes de todos los países iban de peregrinaje a la India en misiones para encontrar manuscritos y textos budistas originales para traducirlos a las lenguas vernáculas de sus propias regiones y traer conocimientos nuevos en los campos de la filosofía budista, la medicina o la astronomía.

Paralelamente a los monjes budistas, también recorrieron esta ruta hacia el siglo V los monjes y misioneros cristianos nestorianos, quienes fundaron varias misiones en el trayecto logrando un especial éxito entre los mongoles Khitan, e incluso una misión en la capital occidental de la China, la ya citada Xi’an (estela de Singanfu), y los misioneros maniqueos que convirtieron a los turcos uigures de Turfán.

Más tarde, con el apogeo del Islam bajo la Dinastía Omeya (661-750), que quería controlar las más importantes líneas comerciales a China, tomó la mitad occidental de la Ruta de la Seda, y esta se vio interrumpida, ahogando el comercio de otras naciones con precios elevados y altas tasas. Este fue el principio del fin.

El aspecto más importante del entramado comercial de esta ruta es el papel de intermediarios que ejercían los comerciantes islámicos. Éstos, conscientes de los beneficios económicos que dejaba este trasiego comercial, no permitieron la entrada de comerciantes europeos o asiáticos en la ruta, convirtiéndose en los elementos que hacían funcionar el sistema. Las caravanas procedentes de Siria y Mesopotamia cruzaban todo el continente asiático para adquirir -a bajo precio- los productos que después venderían -a precios desorbitados- a los comerciantes o intermediarios europeos. Para ello, las caravanas hacían uso de una red de albergues llamados caravansarays para pernoctar, protegerse y proveerse.

Para el mundo islámico, la Ruta supuso una excelente fuente de ingresos que se convirtió en la base de su economía. Para Europa, una sangría económica irrenunciable (los productos eran insustituibles). Como respuesta a este hecho, Europa se lanzó a buscar nuevas rutas marítimas, originando la era de los descubrimientos.

Decadencia

Una nueva situación política en China (protagonizada por las dinastías Tang, Song y Yuan desde el siglo VII hasta mediados del siglo XIV) y una nueva realidad económica y cultural en Occidente hicieron posible el restablecimiento de nuevas relaciones entre los dos mundos gracias a que, junto a las mercancías, empezaron a intercambiarse también las ideas, los conocimientos artísticos, los idiomas y las religiones. Desde entonces, las Rutas de la Seda dejaron de ser caminos exclusivos de los comerciantes y de los militares, y empezaron a ser transitados cada vez con más frecuencia por intelectuales y por monjes de las principales religiones del mundo, que supieron también, como si fueran ávidos comerciantes del espíritu, intercambiarse entre ellos las enseñanzas de Buda, Confucio, Jesucristo y Mahoma.

Oriente y Occidente comenzaban así a necesitarse el uno al otro, a pesar de que el enemigo acechaba siempre desde el norte; en esta ocasión, desde Mongolia. Y aunque la intensidad del comercio aumentaba incesantemente desde el siglo VIII, también crecían en igual o mayor proporción los asaltos, los saqueos, las confiscaciones y los asesinatos masivos perpetrados por las hordas nómadas del norte; tribus que, después de ser unificadas por Genghis Khan a principios del siglo XIII, demostraron que eran invencibles.

Hacia el siglo XV, con el auge de la navegación y las nuevas rutas marítimas comerciales, así como el apogeo de los Imperios árabe, Imperio mongol y turco (selyúcidas y otomanos, ambos por igual en períodos distintos de tiempo) fue languideciendo lentamente la importancia de la Ruta de la Seda como principal arteria comercial entre Oriente y Occidente, y algunas de las más florecientes e imponentes ciudades a lo largo de su recorrido fueron perdiendo importancia e influencia y, olvidados por el mundo exterior, se convirtieron en una vaga sombra de lo que fueron.

Al igual que la idea de los bienes religiosos o culturales, por la Ruta de la Seda se podía pasar la enfermedad y la infección. Los viajeros ayudaron a agentes patógenos se propagaran en poblaciones que no hayan heredado o adquirido inmunidad a ciertas enfermedades. Por lo que una epidemia podría tener consecuencias dramáticas. El caso más famoso es el de un brote de peste en el siglo XIV, la plaga estalló en China hacia el año 1330, esta usaba como vectores a los roedores y de los roedores a las pulgas y de las mismas a los seres humanos, siendo altamente contagiosa y (antes los conocimientos médicos de esa época) altamente letal. Durante mucho tiempo, la plaga apareció sólo en la provincia sureña china de Yunnan. A principios del siglo XIV las tropas mongolas dispersaron las pulgas infectadas, a continuación la peste se propagó rápidamente y los barcos comerciales (principalmente venecianos) complementarios a la Ruta de la Seda que partían de Kaffe (asediada por los mongoles) en la península de Crimea transportaron en el año 1348 la peste a la Europa mediterránea y luego tal terrible peste llegó al centro de Europa. Esta propagación rápida de la plaga que, como ya se ha indicado, recibe el nombre de la peste negra fue ayudada en particular por el comercio pieles que portaban pulgas.

En esa época se destacan los viajes de los europeos Giovanni da Pian del Carpine y Marco Polo.

Marco Polo

Marco Polo no fue el primer europeo en recorrer la ruta, pues al menos Mateo Polo y Nicoló Polo (tío y padre de Marco, respectivamente) habían realizado un viaje similar antes de invitar a Marco Polo a tomar parte en la segunda expedición al khanato de China. La celebridad de este viajero no se debe a su novedad, sino a la descripción del viaje y las maravillas narradas en su libro “Il Milione” (El millón), más conocido en español como Los viajes de Marco Polo o Libro de las maravillas.

Mapa de los viajes de Marco Polo en 1271–1295.

Varios misioneros viajaron con anterioridad a Marco Polo. En 1245, Giovanni de Pian Carpine, acompañado por Esteban de Bohemia, viajaron hasta el Volga y llegaron a entrevistarse con Genghis Khan. Cuando llegaron a Karakorum presentaron al nuevo Khan la carta que les había dado el papa para que se convirtieran al cristianismo e hicieran frente común ante el Islam. También, en 1254, Rubruquis junto con Bartolomé de Cremona fueron al centro de Asia por orden del rey de Francia, san Luis IX, con la misión de convertir a los mongoles. Llegaron hasta Karakorum en 1254.

Durante el Renacimiento, otros europeos viajaron con posterioridad a Marco Polo al Imperio chino, a la corte del Hijo del Cielo: Jorge Pire, Fernão Pires y los jesuitas. Jorge Pires llegó en 1513 a las islas Lintín y Ferno Pires (mercader) hizo la primera factoría comercial europea en el estuario de Zhujiang. La Compañía de Jesús, en cambio, fue para evangelizar y ganarse el favor del monarca y las clases privilegiadas; el primer enviado fue el célebre Mateo Ricci en 1583.

Máximas extensiones de la Ruta de la Seda (rojo) y la de la Ruta de las Especias (azul). El Cercano Oriente era la última escala antes de entrar a Europa. En cuanto a la Ruta de las Especias, la misma desde aproximadamente el siglo VIII se extendió marítimamente más al sur con el nombre de Corredor Zwahili, tocando Zanzibar y aproximadamente las costas ubicadas entre los actuales límites de Mozambique y Sudáfrica. Tal corredor Zwahili transportaba oro, diamantes, marfil, pieles y esclavos.

Detalle de los pasajes Norte y Sur alrededor del desierto de Taklamakan.

 

Comerciantes en la ruta.

 

Rutas de las caravanas

Rutas de las caravanas

No se puede hablar de la ruta de las caravanas, como una sola, ya que ha habido muchas, desde prácticamente tiempos prehistóricos, y a lo largo de diversos países y  culturas, según sus necesidades. También se utilizaron diversos medios y animales de transporte, que dependía de los lugares de salida y llegada, y de la mercancía a transportar.

Aquí nos limitaremos a algunos comentarios y datos, de algunas de las más importantes y/o conocidas.

Caravana es la comitiva de personas que, montando en cabalgaduras o a bordo de vehículos, viajan unos tras otros.[1] Históricamente son el medio de desplazarse de los pueblos nómadas o de las grandes migraciones de pueblos; y el medio de realizar el comercio a larga distancia y toda clase de expediciones terrestres.

Caravana en el Sahara argelino, 1990.

Las caravanas eran conocidas ya en tiempo de los fenicios y ellas eran las que llevaban a los puertos de Levante los productos de la India y de la China. La religión mahometana, imponiendo como precepto la obligación de visitar La Meca, aumentó su número; de modo que desde la Edad de Oro islámica “caravana” (de la palabra persa kārvān)[1] designa a la reunión de mercaderes y peregrinos que se asocian para viajar juntos a fin de cruzar con seguridad ciertas regiones de Asia y África. Cada caravana nombra su jefe ó agá (de la palabra turca aǧa -oficial del ejército-[2] ).[3]

Caravana en el entorno de Jerusalén, 1913.

El animal de monta y carga más utilizado era el camello, que además de su proverbial adaptación a la travesía del desierto está capacitado para transportar una carga útil de unos trescientos kilos. Las principales caravanas llegaban a reunir miles de camellos, hasta diez mil según el testimonio de Ibn Battuta (siglo XIV); una caravana modesta, como las que siguen existiendo en la actualidad, reúne de veinte a cincuenta, en grupos de unos cinco camellos, cada uno de los cuales está cargo de un camellero.[4] Una caravana de cinco o seis mil camellos bien organizada transportaba una carga equivalente a la de los veleros más capaces, también organizados en flotas, coordinándose en un sofisticado sistema de comercio a larga distancia dirigido por grandes comerciantes árabes y de otras nacionalidades y religiones, incluyendo a judíos y cristianos (especialmente los de los puertos mediterráneos: venecianos, genoveses, barceloneses, etc.),[5] en distintas formas de asociación comercial y con fórmulas de pago y crédito muy desarrolladas. Las caravanas estaban sometidas a una rígida organización y reglamentación, que incluía las etapas fijas en los oasis donde se reponía el agua y se creaban establecimientos específicos (los caravasares). Los productos intercambiados eran seda de la China, pimienta y otras especias provenientes de las islas de la actual Indonesia y que pasaban por la India, esclavos, oro y marfil de África central hacia el Mediterráneo, coral de África del Norte que se llevaba a Asia,[6] ámbar y estaño procedentes del Norte de Europa, sal, madera, caballos y todo tipo de productos manufacturados de múltiples procedencias (armas, tejidos, cuero, cerámica, papel, libros, etc.)[7]

El comercio transahariano se refiere al tráfico de mercancías a través del Sahara hasta alcanzar África Subsahariana desde la costa del Norte de África, Europa o el Levante. Si bien ha existido desde tiempos prehistóricos, el apogeo de esta ruta comercial se produjo entre los siglos VIII hasta el XVI.

Djenné, fundada en 800, era un centro comercial importante, ahora Patrimonio de la Humanidad.

El Sahara tuvo una vez un medio ambiente muy diferente. En las actuales Libia y Argelia, desde al menos el 7.000 A de C, ya existía pastoreo, cuidado de ovejas y cabras, e importantes asentamientos donde se trabajaba la cerámica. El ganado fue introducido en el Sahara Central (Ahaggar) entre los años 4000 y 3500 A de C. Pinturas rupestres significativas (fechadas entre el 3500 y el 2500 A de C), en lugares actualmente extremadamente secos, muestran vegetación y presencia animal en lugares donde no se esperaría en la actualidad.1

Como desierto, el Sahara es hoy una extensión hostil que separa la economía del Mediterráneo de la economía de la Cuenca del Níger. Como indica Fernand Braudel, cruzar esta zona (especialmente sin transporte mecanizado) vale la pena solo cuando unas circunstancias excepcionales aseguran la expectativa de lograr una ganancia extraordinaria que compense el coste y el peligro de tal travesía.2 El Sahara siempre ha sido hogar de pueblos que practicaban el comercio, pero en un entorno local.[cita requerida]

Un edificio en Oualata, en el sureste de Mauritania.

El comercio en la época pre colonial fue liderado por las caravanas de camellos. Estos camellos eran engordados durante varios meses en las planicies del Magreb o del Sahel, antes de unirse a una caravana. De acuerdo a Ibn Battuta, explorador que acompañó una de estas caravanas, el tamaño medio por caravana era de 1.000 camellos. Algunas caravanas podían llegar a una extensión de hasta 12.000 camellos.3 4 La caravana era guiada por un bereber muy bien pagado, quien conocía el desierto y podía asegurar una travesía segura a través de su bien conocido desierto. La supervivencia de una caravana era precaria y dependía de una muy cuidada coordinación. Se enviaban “corredores” adelantados hasta los oasis, de modo que el agua pudiera ser enviada a la caravana cuando esta estaba todavía a varios días de llegar al manantial, dado que las caravanas no podían transportar suficiente agua para toda la travesía.[cita requerida]

Inicios del comercio transahariano

Oasis de Bilma, en el noreste de Níger, con el macizo del Kaouar al fondo.

El comercio prehistórico se expansión en la esquina noreste del Sahara en la era Naqada. Los egipcios del período predinástico del período Naqada I comerciaron con Nubia en el sur de su territorio, con los oasis del desierto occidental hacia el oeste y con las culturas del Mediterráneo oriental hacia el oeste.5 También importaban obsidiana de Etiopía para dar forma a cuchillas y otros objetos.6

La ruta a través del Uadi Hammamat desde el Nilo hasta el Mar Rojo fue conocida en períodos tan tempranos como la era predinástica.7 Existen pinturas describiendo barcos de mimbre egipcios siguiendo esta ruta con fechas anteriores al 4.000 A de C.8 Antiguas ciudades de la Dinastía I de Egipto surgieron en las desembocaduras tanto del Nilo como del Mar Rojo,7 atestiguando la popularidad de esta antigua ruta. Pronto se convirtió en una ruta principal desde Tebas hasta el puerto del Mar Rojo de Elim, desde donde los viajeros se dirigían o bien hacia Asia, o Arabia, o hacia el Cuerno de África.7 Existen registros documentando el conocimiento de esta ruta por parte de Sesostris I, Seti, Ramsés IV y también, posteriormente, el Imperio Romano, especialmente para productos derivados de la minería.9

La ruta comercial de Darb el-Arbain, pasando por Kharga en el sur y Asiut en el norte, comenzó a ser utilizada en épocas tan tempranas como el Imperio Antiguo de Egipto para el transporte y comercio de oro, marfil, especias, trigo, animales y plantas.10 Posteriormente, los antiguos romanos protegerían esta ruta rodeándola de varios fuertes y pequeños puestos, algunos de los cuales protegían importantes asentamientos y zonas de cultivos. Descrita por Herodoto como una carretera “que se atraviesa… en cuarenta días”, se convirtió en su tiempo en una importante ruta terrestre de comercio entre Nubia y Egipto,11 pasando a conocerse posteriormente como la Carretera de los Cuarenta Días. Desde Kobbei, 25 millas al norte de al-Fashir, la ruta pasaba a través del desierto por Bir Natrum, otro oasis y mina de sal, hasta Wadi Howar, antes de entrar en Egipto.12 La ruta de Darb el-Arbain era la más oriental de todas las rutas centrales.

La más occidental de las tres rutas centrales era la Carretera de Ghadames, que discurría desde el Río Níger en Gao hacia el norte hasta Ghat y Ghadames antes de alcanzar Trípoli. Próxima a esta estaba las más accesible de las tres rutas, conocida como Carretera de Garamanteana, denominada así por los antiguos gobernantes de la tierra por la que discurría y también llamada la Travesía de Bilma. Esta ruta transcurría hacia el sur por el desierto cercano a Murzuk antes de girar hacia el norte para pasar entre las montañas de Alhaggar y Tibesti, alcanzando finalmente el oasis de Kawar. Desde Kawar, las caravanas pasaban por las grandes dunas de arena de Bilma, donde sal de roca se extraía en grandes cantidades de diferentes minas para su comercio. Finalmente, se alcanzaba la sabana norte del Lago Chad. Esta era la ruta más meridional, y su principal objeto de comercio eran esclavos y marfil del sur a cambio de sal.

Las rutas occidentales eran la Carretera de Walata, a partir del Río Senegal, y la Travesía de Taghaza, a partir del Río Malí, que tenían su terminación norte en el importante centro comercial de Sijilmasa, ubicado en Marruecos, justo en la frontera norte del desierto.12 El crecimiento de la ciudad de Aoudaghost, fundada en el siglo V A de C, fue incentivado por su posición en el extremo sur de la ruta transahariana.[cita requerida]

Hacia el este, las tres antiguas rutas conectaban el sur con el Mediterráneo. Los pastores del Fezzan de Libia, conocidos como los Garamantes, controlaban estas rutas en fechas tan remotas como el 1.500 A de C. Desde su capital de Germa en el Wadi Ajal, el Imperio Garamanteano se adentraba hacia el norte hastsa el mar y hacia el sur hasta el Sahel Hacia el siglo IV A de C, las ciudades estado independientes de Fenicia habían expandido su control hasta el territorio y rutas controladas en su días por los Garamantes.12 Shillington afirma que los contactos con el Mediterráneo se incrementaron gracias a la apertura de la ciudad portuaria de Cartago. Fundada hacia el año 800 A de C, Cartago se convirtió en un nudo central para el comercio de África Occidental de oro, marfil y esclavos. África Occidental recibía a cambio sal, telas, mobiliario y objetos de metal. Shillington identifica esta ruta comercial como la fuente del hierro fundido de África Occidental.13 El comercio continuó en los tiempos de Roma. Aunque existen referencias clásicas al comercio directo entre el Mediterráneo con África Occidental (Daniels, p.22), la mayor parte de este comercio fue llevado a cabo por intermediarios que habitaban la zona y conocían las rutas de paso a través de las zonas secas.14 La Legión III Augusta posteriormente aseguró estas rutas en beneficio del Imperio Romano hacia el siglo I D de C, protegiendo la frontera sur del imperio durante los siguientes dos siglos y medio.12

Introducción del camello

Caravana en tiempos modernos de camellos cerca de Ahaggar en el Sahara central, en 2006.

Herodoto mencionó como los Garamantes cazaban a los trogloditas etíopes con sus carros. Este relato se asocia con descripciones de caballos tirando carros de guerra en pintura rupestre contemporáneo en el sur de Marruecos y en el Fezán, dando origen a la teoría de que los garamantes, u otro pueblo del Sahara, habría creado rutas de carros para proveer a Roma y Cartago con oro y marfil. No obstante, se ha argumentado en contra de esta tesis que no se han hallado esqueletos de caballos datando de esta época, y que los carros habrían sido vehículos poco apropiados para comerciar dada su pequeña capacidad y tamaño.15

La evidencia más temprana de camellos domesticados en la región se remonta al siglo III. Utilizados por los bereberes, permitían un contacto regular a través de todo el Sahara, si bien las rutas comerciales regulares no se desarrollaron hasta el comienzo de las conversiones al Islam en África Occidental en los siglos VII y VIII.15 Se desarrollaron principalmente dos rutas comerciales. La primera discurría por el desierto occidental desde el actual Marruecos hasta el Río Níger, mientras que la segunda iba desde el área ocupada por el Túnez actual hasta el área del Lago Chad. Estas travesías eran relativamente cortas y contaban con la existencia de una red esencial de oasis ocasionales que fijaban la ruta como inexorables puntos en un mapa. Más hacia el este de Fezán, Libia era intraspasable como consecuencia de su falta de oasis y las duras tormentas de arena.16 Una ruta desde el Níger hasta Egipto fue abandonada en el siglo X como consecuencia de los peligros que implicaban.[cita requerida]

Comercio transahariano en la Edad Media

El ascenso del Imperio de Ghana, ubicado en lo que el área que actualmente ocupan Malí, Senegal y el sur de Mauritania, fue a la par del crecimiento del comercio transahariano. Las economías mediterráneas tenían escasez de oro pero podían ofrecer sal, que se extraía de lugares como la mina de sal africana de Taghaza, mientras que estados de África Occidental como Wangara disponían de importantes reservas de oro pero carecían de sal. El comercio transahariano de esclavos también fue importante, al existir un importante tráfico de africanos hacia el norte, donde solían servir como sirvientes o concubinas esclavas.17 Los estados de África Occidental importaban a cambio soldados esclavos con elevada formación. Se estima que entre los siglos X y XIX se transportaron entre 6.000 y 7.000 esclavos hacia el norte cada año.18 Se calcula, de modo aproximado, que un número de unos 9 millones de esclavos fueron exportados a través de la ruta de caravanas transahariana norte.19 Se establecieron varias rutas comerciales, de las cuales quizá las más importantes eran las que terminaban en Sijilmasa e Ifriqiya, en lo que es actualmente Marruecos, hacia el norte. En estos puntos, así como en otras ciudades del norte de África, los bereberes habían aumentado su contacto con el Islam, lo que hizo que estos se fueran convirtiendo progresivamente. Hacia el siglo VIII, multitud de musulmanes viajaban ya hacia Ghana, lo que supuso que también en Ghana muchos se convirtieran al Islam. Es posible que este Imperio recibiera privilegios por esta conversión. Alrededor del año 1050, Ghana capturó Aoudaghost, si bien nuevas minas de oro alrededor de Bure redujeron el comercio a través de esta ciudad, beneficiando de esta manera a Sosso, que posteriormente formaría el Imperio de Malí.

Rutas comerciales del Sahara hacia el año 1400, con el moderno territorio de Níger señalado.

A diferencia de Ghana, Malí fue un reino musulmán, y bajo este, el comercio de oro y sal continuó. Otros artículos de comercio menos importantes fueron los esclavos, las nueces de kola del sur, y los abalorios de esclavo y conchas de caurí del norte (utilizadas como moneda). Fue bajo el Imperio de Malí que las grandes ciudades en torno al margen del Río Níger, como Gao y Djenné, prosperaron, alcanzando Tombuctú un elevado conocimiento en toda Europa por su gran riqueza. Se desarrollaron importantes centros comerciales en el sur de África Occidental, en una zona de transición entre el bosque y la sabana. Entre los ejemplos más significativos destacan Begho y Bono Manso (en la actual Ghana) así como Bondoukou (en la actual Costa de Marfil). Las rutas de comercio occidentales siguieron siendo importantes, siendo los principales centros comerciales Ouadane, Oualata y Chinguetti, localidades ubicadas todas ellas en la actual Mauritania, mientras que las ciudades tuareg de Assodé y posteriormente Agadez crecieron en torno a la ruta oriental en lo que es actualmente Níger.

El desarrollo de la ruta transahariana del este condujo al ascenso del Imperio Kanem-Bornu, ubicado en el área del Lago Chad. Esta ruta comercial era de algún modo menos eficiente, y solo alcanzó un uso intensivo cuando se produjeron disturbios y agitación en el oeste durante las conquistas almohades.

El establecimiento de una nueva clase social superior en la zona de NígerSenegal hizo aumentar la demanda de bienes de lujo. Además el comercio se vio favorecido por la protección estatal ofrecida por Ghana. Un factor adicional era la apertura de las minas de sal en Taghaza e Idschil en la actual Argelia, ya que la sal era un bien muy cotizado en el oeste de África. El punto final de la ruta de comercio era hasta el siglo XI la ciudad de Sidschilmasa.

Con el establecimiento del Imperio songhai a partir de 1400, Tombuctú, en las orillas del río Níger, se convirtió en el centro comercial más importante de la zona de Sahel. La desintegración del imperio tras una invasión marroquí alteró sustancialmente el comercio con el Sahara central ya que faltaba el gobierno central que podía proteger las rutas de las caravanas. Por esto a partir del siglo XVII la principal ruta del comercio transahariano se traslada al camino entre el lago Chad y Trípoli (“ruta del bornus”).

Este traslado ocasionó el auge económico de los reinos Hausa y del Imperio de Bornú en la zona del Chad. Ya que la importancia del comercio de oro a través del Sahara había decaído debido a las rutas mercantiles por mar establecidas por los europeos, se incrementó la importancia del comercio de esclavos con el mundo islámico sobre la ruta entre el Chad y Trípoli.

Aunque la ruta principal del comercio se trasladó repetidas veces a lo largo de la historia se seguía utilizando y se establecían nuevas rutas secundarias. Tan sólo con la colonización francesa en el siglo XIX, el comercio empezó a dirigirse a las regiones costeras del océano Atlántico.

La Unión Africana y el Banco Africano de Desarrollo apoyan la Carretera Transahariana que va desde Alger hasta Lagos vía Tamanrasset y que tiene por objetivo estimula el comercio transahariano. La ruta está asfaltada excepto 200km en el norte de Níger. No obstante, las restricciones aduaneras y fronterizas dificultan el tráfico. Solo unos pocos camiones realizan el comercio transahariano, fundamentalmente de carburante y sal. Se han propuesto otras tres autopistas a través del Sahara.

Rutas caravaneras

Caravanas de La Meca

Representación de una caravana de peregrinos en Maqamat al-Hariri Schefer,[8] una colección de maqamas ilustrada por Al Wasiti,[9] 1213.

Las dos grandes caravanas de la Meca, partían una de El Cairo y otra de Damasco. La primera se componía de peregrinos procedentes de Egipto, costas africanas del Mediterráneo, Marruecos y algunos estados del Atlántico. Iban cargados de agua, comestibles y mercaderías. En este viaje se empleaban cien días de ida y vuelta y como había que cruzar desiertos y países de escasos recursos el camino era muy molesto. La caravana llegaba a la Meca a fines de junio y el mercado quedaba abierto durante doce días. Los mismos peregrinos para disminuir los gastos del viaje, llevaban algunos productos de su país.

La caravana de Damasco, compuesta de peregrinos de todas las provincias del imperio turco, no era menos numerosa que la de El Cairo, siendo al mismo tiempo de gran importancia comercial. Esta caravana iba dirigida por el bajá de Damasco o un delegado suyo que daba la señal de partida y de llegada disparando un tiro. Marchaban a vanguardia y retaguardia unos cuantos jinetes armados, al paso que otros tenían el encargo de recoger los rezagados. Los peregrinos iban por orden de provincias o ciudades.

En cada estación donde había agua se construía un pequeño fuerte y un depósito para abrevadero de camellos. El fuerte estaba defendido todo el año por una pequeña guarnición encargada al mismo tiempo de custodiar un almacén de víveres. La caravana pagaba cierto derecho en cada una de las estaciones, las cuales solían distar entre sí de diez a doce leguas.[3]

Otras caravanas africanas

Había además caravanas que sólo tenían un fin comercial y salían de Fez, Túnez y Trípoli hacia el interior de África. Algunas empleaban cincuenta días en el camino. Como la época de su paso era conocida las poblaciones acudían a su encuentro para verificar cambios de productos.

Tres caravanas salían desde el África Central a El Cairo: una de Murzuk por el desierto de Libia, otra de Sennar, y la tercera de Darfur. No llegaban en épocas fijas porque tenían muchos tropiezos en el camino; llevaban esclavos, marfil, polvos de oro y otros géneros.[3]

Extremo Oriente

Caravana de la ruta de la seda representada en el Atlas catalán, ca. 1375.

En las caravanas de Asia se usaban elefantes y muchos caballos. Había también caravanas desde el Tíbet, Samarcanda y China, hasta Rusia y Siberia. La seda, el , el algodón y el arroz de China se cambiaban por las pieles, tejidos, paños y vidriados de Rusia.[3]

Caravana de yaks en Nepal.

Caravanas americanas

Véanse también: Colonización de Estados Unidos, Viejo Oeste, Camino de Santa Fe y Rutas históricas en Estados Unidos.

Véanse también: Chuckwagon, Conestoga wagon y Prairie Schooner.

De 1883 a 1889 estos equipos de veinte mulas[14] transportaron bórax del Valle de la Muerte por el Desierto de Mojave.

Jean Léon Pallière, Tropa de carretas (representación de una caravana argentina), 1858.

En la zona andina, el papel equivalente a los camelleros del Viejo Mundo lo cumplieron, desde época precolombina, los llameros, conduciendo caravanas de llamas.[15]

Caravanas en el arte y la cultura

El orientalismo en literatura y pintura tuvo en las caravanas uno de sus temas, idóneo por su ambientación exótica. La pieza En un mercado persa, de Ketèlbey (1920), incluye una descripción musical de la llegada de los caravaneros.

Rutas caravaneras de África Occidental entre 1000-1500.

Rutas caravaneras en el norte de África en la Edad Media

Rutas comerciales de los nabateos.

Rutas comerciales del Próximo Oriente Antiguo.

Rutas caravaneras en el Asia Central durante la Edad Media.

Ruta comercial de la obsidiana en el IV milenio a.C.

Oblast de Sir Daria, cruce para las caravanas Bujara.

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Ruta de las especias

Ruta de las especias

Con seguridad, en la Historia, sólo en dos ocasiones se han visto trastocados los conocimientos que de la realidad circundante tenían los humanos, en el último tercio del presente siglo y en el Renacimiento.

En el siglo XV, la Serenísima República de Venecia crea la diplomacia, ciencia que ha de hacerse indispensable en la vida de las naciones. El derecho de gentes, regula coaliciones, ligas, alianzas que compensen con la unión la debilidad de los Estados. Los árabes traen de China la pólvora y la brújula; la aguja imantada, que el comerciante de Amalfi Flavio Gioja, en el s. XIV, difunde por toda Europa; introducida en una cajita, dispuesta sobre un pivote, flotando en un recipiente con agua, inserta en un cuadrante, queda así convertida en un instrumento de precisión.

Pero el invento más trascendental de la historia de la cultura moderna es la imprenta, al que favoreció oportunamente el descubrimiento del papel vegetal, de algodón, y, sobre todo, el de trapo, que sustituirá al pergamino ventajosamente. Johann Gensfleisch de Gutemberg, natural de Maguncia sustituyó las lentas y pesadas planchas xilográficas por caracteres movibles, creando la tipografía. Primero, los tipos se hicieron de madera, que se gastaban pronto; después de hierro, que rasgaba el papel. Fue el propio Gutemberg quien descubrió la aleación de plomo, estaño y antimonio, que sirvió en adelante para fundir los caracteres de imprenta.

Como consecuencia de la propagación de dichos inventos en Europa, y la nueva cosmovisión, se multiplican los viajes y los descubrimientos. Existía, entre los comerciantes europeos el vivo deseo de encontrar un camino rápido para ir a las Indias, de donde venía la seda y telas preciosas, los perfumes, el marfil y sobre todo especias -clavo, canela pimienta, moscada, cúrcuma, etc.-, que constituían elementos indispensables para la vida cotidiana.

Todos estos productos eran traídos a Europa por los árabes, por vía terrestre, hasta el mar Negro, donde las compraban marinos genoveses; o por el océano Índico y mar Rojo hasta Alejandría, donde eran adquiridas por los venecianos. Lo que encarecía las mercancías y acrecentaba la necesidad de encontrar un nuevo camino de las Indias.

Varias causas agudizaron este deseo latente: la toma de Constantinopla por los turcos, que cortó las rutas comerciales a genoveses y venecianos; el espíritu caballeresco medieval de buscar en la aventura, en lejanas tierras, una compensación a sus afanes de gloria y de riquezas. Por último, la leyenda áurea de las tierras de oriente, avivada por los relatos de Marco Polo, la difusión del Libro de las maravillas, donde las riquezas se encontraban al alcance de la mano de quien llegase.

Los primeros en buscar una solución fueron los portugueses. En 1415 conquistan Ceuta, y a partir de esta fecha, descubren, exploran, y conquistan la costa atlántica africana, tratando de encontrar una nueva ruta para la Especiería, tarea nada fácil, ya que el instrumento náutico utilizado por las naves lusitanas era el astrolabio, que con gran precisión señalaba la posición de la estrella polar, pero que a partir del ecuador ya no se podía manejar, por lo que la navegación desde la línea equinoccial hacia el sur era azarosa. Para solucionar este problema técnico, el rey Juan II llama a Lisboa al geógrafo de más renombre de Europa, a Martín Bechaim, o de Bohemia, quien ideó navegar más al sur de la línea equinoccial, valiéndose de la posición del Sol. La empresa decisiva la protagoniza Bartolomé Díaz, en 1487, al doblar el cabo de las Tormentas o Tormentoso, que a partir de este momento se llamará cabo de Buena Esperanza. Con ello, quedaba abierta la ruta hacia Asia. Su información servirá a Vasco de Gama en su gran expansión hacia la India, donde Portugal instala varias factorías, llegando así al punto neurálgico del comercio de las especias, y adueñándose de sus rutas marítimas por el Atlántico y el Índico.

A la Corona española no le queda más remedio que llegar a la Especiería por occidente, para evitar enfrentamientos con los portugueses.

Lo que pretendía Colón, en 1492, fue encontrar nuevos caminos hacia las Indias, las llamadas islas Malucas, Molucas o el Noluco; donde esperaba llegar por occidente, contando con la idea recelosa de que la Tierra era redonda. Colón estaba absolutamente convencido de la lógica de su proyecto. Había calculado que entre el Mediterráneo y Cipango -Japón- había 1.200 leguas marinas y desde la Gomera, 1.000 leguas -una legua marítima equivale a 5,555 km-, lo que podría recorrerse en tres semanas. Es decir, Colón calculaba que la longitud del círculo máximo de la Tierra medía la mitad de lo que en realidad mide. Cinco semanas fueron las que tardó en alcanzar la isla de Guanahaní; con lo que se afianzó más en la idea de que había llegado a Cipango y había descubierto la nueva ruta de la Especiería. Todo un cúmulo de afortunados errores y despropósitos que le llevarían a protagonizar la gesta más gloriosa de la Historia: descubrir, por equivocación, el Nuevo Mundo.

Paradójicamente, el descubrimiento de América retrasaría unos años el objetivo primordial de la Corona y del viaje de Colón: llegar por la ruta de occidente a las islas de las especias, tan cotizadas en Europa para la conservación de alimentos.

Es evidente que los Reyes Católicos, al regreso de Colón, tienen conciencia de la importancia del Descubrimiento, y toman medidas legales para protegerlo y afianzarlo, sobre todo frente a Portugal. Solicitan al Papa la consagración de los nuevos territorios a favor de Castilla y León, como únicos reinos con derechos sobre las tierras recién descubiertas; lo que el Sumo Pontífice, Alejandro VI, concederá a los Reyes Católicos en tres bulas. Ante la temida reacción de Portugal, el 7 de junio de 1492, ambos reinos firman en Tordesillas un tratado, en el que de común acuerdo, se ratificaba la línea de demarcación establecida por el Sumo Pontífice en la segunda bula: fija el meridiano de partición a 370 leguas de Cabo Verde. El hemisferio occidental queda para Castilla y León el oriental para Portugal. Dicha línea o meridiano tiene una longitud exacta de 44º 58′ 7” al oeste, y, por tanto, la del meridiano opuesto tiene una longitud de 135º 1′ 53” al este de Greenwich.

En los círculos científicos y culturales europeos volaban las noticias, se rectifican las teorías cosmográficas, las cartas náuticas, las nociones geográficas y astronómicas. Las imprentas difunden las noticias del Descubrimiento del Nuevo Mundo vertiginosamente. Es en este momento en el que aparece una figura fascinante y sutil: Américo Vespucio, un florentino con sed de aventuras y conocimientos, que navegaba al servicio de Portugal y que recorrió la costa sudamericana hasta el sur del recién descubierto Brasil; con ello se convenció de que las tierras recién descubiertas formaban parte de un nuevo continente. De acuerdo con su relación, el cosmógrafo alemán Waldsermüller dio el nombre de América a esta parte del Orbe en su Cosmographiae introductio, en 1507. La relación hecha por Américo Vespucio en la carta a Soderini entusiasmó de tal maneara a Martín Waldsemüller que decide publicarla. Las noticias contenidas en la relación de Vespucio trastrocaban por completo las concepciones geográficas. Las cartas de Colón, igualmente difundidas, no conmovieron tanto como las relaciones vespucianas debido a que las descripciones del genovés se aferraban a la idea de que lo que ha hallado es Asia, mientras que Vespucio asevera que lo encontrado es la cuarta parte del mundo, el cuarto continente.

El 1º de septiembre de 1513, partía de La Antigua Vasco Nuñez de Balboa con 190 españoles y 800 indios; iba a buscar la mar del Sur, según los informes de Panquiano. La hueste llega a Puerto Careta, atraviesa el Darién, y, el 29 de octubre, en las playas del golfo de San Miguel “con el pendón real de Sus Altezas en una mano y la espada en la otra, entró en el agua de la mar salada hasta que le dio en las rodillas e comenzó a pasear diciendo: ¡Vivan los muy altos y poderosos reyes don Fernando y doña Johana!”.

Una vez descubierta la mar del Sur -el Pacífico- no quedaba duda del descubrimiento de un nuevo continente.

La importancia económica de la Ruta de la Seda (en rojo) y las rutas de comercio de especias (en azul) bloqueadas por el Imperio otomano en 1453 con la caída del Imperio bizantino, estimularon la exploración de una ruta marítima alrededor de África y la activación de la era de los descubrimientos.

Rutas comerciales.

El comercio de especias es una actividad comercial de origen antiguo que consiste en la comercialización de especias, inciensos, cáñamos, drogas, y opio hierbas. Las civilizaciones de Asia estaban involucradas en el comercio de especias desde los antiguos tiempos, y el mundo grecorromano; pronto se sumó a este comercio haciendo uso de la ruta del incienso,1 y las rutas romanas-indias. Las vías romanas-índicas eran dependientes de las técnicas desarrolladas por el poder del comercio marítimo, el Reino de Aksum, que fue pionero de la vía del mar Rojo antes del siglo primero. A mediados del siglo XVI, el surgimiento del Islam cerró las rutas de caravanas por tierra a lo largo de Egipto y Suez, y redujo la comunidad comercial europea de Aksume y la India.

Los comerciantes árabes finalmente se hicieron cargo del transporte de mercancías de los comerciantes del levante mediterráneo y de la República de Venecia a Europa hasta la llegada de los turcos otomanos en 1453. Inicialmente las rutas terrestres ayudaron el comercio de especias, pero luego las rutas marítimas llevaron a un enorme crecimiento en las actividades comerciales. Durante la época medieval, los comerciantes musulmanes dominaron las rutas marítimas de especias a lo largo del océano Índico, aprovechando las regiones de origen en el Lejano Oriente y enviando especias desde emporios comerciales en la India hacia el oeste al golfo Pérsico y el mar Rojo.

El comercio se transformó durante la era de los descubrimientos europeos, durante la cual el comercio de especias, particularmente la pimienta negra, se transformó en una actividad muy lucrativa e importante para los comerciantes europeos. La ruta de Europa al océano Índico a través del cabo de Buena Esperanza fue explorada por primera vez por el navegante portugués Vasco da Gama en 1498, dando lugar a nuevas rutas marítimas para el comercio.

Este comercio – que promovió el desarrollo de la economía mundial desde finales de la Edad Media hasta los tiempos modernos – marcó el comienzo de una dominación europea en el Este. Las rutas y puertos de despacho y tránsito tales como la bahía de Bengala, sirvieron como puentes para intercambios culturales y comerciales entre las diversas culturas y naciones que luchaban por ganar el control del comercio y las rutas de las especias. La dominación europea fue lenta en su desarrollo. Las rutas comerciales portuguesas se limitaban al uso de rutas antiguas, puertos, y naciones que eran difíciles de dominar. Los holandeses fueron capaces de evitar muchos de estos problemas al ser pioneros una ruta directa por el océano desde el cabo de Buena Esperanza al estrecho de la Sonda en Indonesia.

Algunas especias también se utilizaban ampliamente para la destilación de aceites esenciales usados en colonias y perfumes como eran: áloe, ruibarbo, ámbar, almizcle, sándalo y alcanfor. Había creencias en sus virtudes curativas, hasta en las epidemias.

Como resultado de las Cruzadas, los europeos desde el siglo XI reclamaban ciertos productos a los que se habían acostumbrado de su contacto con Oriente. Entre ellos, las especias, utilizadas para condimentar los alimentos, también algunas plantas de uso medicinal.

 El afán por encontrar una ruta para llegar directamente a las especias fue uno de los móviles económicos de los viajes de exploración y de la expansión europea (como lo fue el problema del oro). Los marinos europeos –los venecianos especialmente- iban a buscarlas a los puertos del Levante mediterráneo (Alejandría, Antioquia, Esmirna). Allí llegaban a través de una de las grandes rutas asiáticas (ruta caravanera del Turkestán o de la llanura de Irán, rutas meridionales del Golfo Pérsico o del Mar Rojo). La consolidación en el siglo XV del poder territorial del Imperio Otomano impulsó a buscar un contacto más fácil con las Indias para obtener sobre todo las especias (aunque también telas preciosas, perfumes…). A lo que, además, habría que sumar el deseo de muchos comerciantes de romper la situación de ventaja y casi de monopolio de la que venían beneficiándose los venecianos.

El Mediterráneo conservó en esa primera época su papel de intermediario entre Oriente y Occidente y en su tráfico, las especias llegadas de Oriente –la pimiento la principal de ellas- siguieron siendo un producto importante (acompañado por coral, telas preciosas, etc. y cruzándose con telas, armas, sal, madera…). Es un comercio deficitario para Europa y le costará una salida adicional de los escasos metales preciosos, incrementando la sed de oro.

En su regreso del viaje que llevó a las portugueses hasta las costas de la India por vez primera (Calcuta, 1498), las dos naves que volvieron con Vasco de Gama llevan ya un cargamento de especias. Los portugueses consiguieron abrir la ruta y en diez años más construyeron su dominio marítimo y constituyeron su monopolio, transportando las especias por el Índico como habían hecho los mercaderes árabes desde los centros de Malaca y Calcuta hasta Ormuz o Suez.

El negocio no radicaba sólo en la importación a Europa más o menos monopolizada, sino en su redistribución por el Viejo Continente, que enriqueció a muchos hombres de negocios. Todavía a fines del siglo XVI, las firmas de Augsburgo dominaban el mercado de especias. Los beneficios obtenidos sobre los productos coloniales incitaron a los países marítimos a intentar acceder directamente a las Indias Occidentales y Orientales.

Se calcula que durante más de un siglo las llegadas de especias a Europa alcanzarían un máximo de 150.000 toneladas, apenas algo más de 1000 toneladas al año. Un volumen relativamente escaso.

Todo empezaba en las Indias Orientales, en Ceilán, Sumatra o Java, donde se recolectaba clavo, pimienta o nuez moscada y se transportaban hasta la bahía de Bengala. La ruta atravesaba India o la bordeaba hasta el oeste, nutriéndose de nuevos ingredientes, hasta las costas de Kerala, donde mercaderes árabes iniciaban la ruta hacia occidente.

El camino desde aquí se realizaba al principio en barcos que atravesaban el Océano Índico. Antes de llegar a los puertos del Mediterráneo la ruta seguía dos caminos: uno que llegaba Damasco o Constantinopla, a través del Golfo Pérsico; y otra cruzando el Mar Rojo para llegar a Egipto cruzando el Nilo. Y después en barco, hasta los puertos romanos primero y hasta Venecia o Génova después.

Sin embargo, tras la invasión musulmana del Indostán y la unificación de toda la zona con la llegada del Imperio Mogol, se desarrollaron rutas de caravanas que sustituyeron en parte estas rutas marítimas y podían viajar por tierra con más seguridad, lo que desplazó la ruta por otros centros de interés en Rajastán.

Una vez establecida la ruta, ya no fueron solo especias sino todo tipo de mercancías las que circulaban por los mismos caminos, más desarrollados, vigilados y seguros. Es fascinante imaginar estos caminos, compartidos por mercaderes de muchos países y procedencias…

La Ruta de las Especias marcó el desarrollo de toda la región durante la Edad Media. Fue determinante para la prosperidad de ciudades y la conversión de pequeños emplazamientos en grandes urbes, y también condicionó la ubicación de determinados puntos estratégicos y bastiones que defendieran el comercio de guerras, piratas y bandidos o enfrentamientos regionales.

Es posible ver los vestigios de estas transacciones en el sur: Cochín, Munnar, Periyar, Thekkady, Madurai, Tanjore, Chennai… Y en el norte: Jaisalmer, Jodhpur, Udaipur, Jaipur, Srinagar. Todos ellos, verdaderos museos vivos.

Su propio nombre, del latín “species”, significa “básico” o “esencial”. No sólo condimentan y transforman los sabores en la cocina, también sirven para la conservación de alimentos, para elaborar aromas y perfumes o para su aplicación en la medicina tradicional. Y todo ello sin olvidar sus usos afrodisíacos, místicos o sagrados. No en vano las especias eran llamadas “el oro de India”.

No es de extrañar entonces que el comercio de especias fuera el motor de grandes acontecimientos de la historia.

La “Ruta de las Especias” pasaba por Madagascar, India y China, donde el producto más frecuente eran la pimienta y el jengibre respectivamente, para después pasar por Egipto, Europa central, Roma y finalmente Portugal, país que tiempo después sería el principal exportador e importador de especias. Todo esto gracias a una ruta descubierta, que facilitaba el trayecto a Las Indias, sin intermediarios y monopolizando el mercado de especias. Para el siglo XVIII serían los holandeses los que conseguirían el poder sobre la venta de éstas abaratando los precios y diversificando las rutas marítimas.

Durante mucho tiempo los mercaderes de especias italianos y españoles, tuvieron que pagar impuestos en el momento en que viajaban con mercancía por los países musulmanes. Lo anterior sucedía al no tener otra ruta para el transporte de especias, solamente se conocía el trayecto que obligaba a pasar por los países del mediterráneo;  por lo mismo, no existían grandes ganancias. Fue hasta el siglo XV que Enrique “El Navegante” descubrió nuevas rutas y Vasco da Gama con la invasión a los países musulmanes, evitaron la paga de impuestos. Se dice que este último se hizo pasar por musulmán para entrar a estos territorios.

Las especias que generalmente se cargaban en esta ruta eran el Laurel -originario de Eurasia- Pimienta y Azafrán, que provenían de Asia; Sal traída de China; Pimentón, que se producía en Centro y Sudamérica; Canela, en la India; de las Islas Molucas se comerciaba Nuez Moscada y Clavo; Cardamomo, en Indonesia; Vainilla, en Centroamérica;  y Mostaza, en la zona mediterránea.

Pero, como todo poder que se precie, las especias también conocieron una época de decadencia. Podría decirse que, durante los siglos XVIII y XIX, las especias murieron de éxito. Su cultivo en otros países tropicales provocó un aumento enorme de la oferta y la consiguiente disminución de los precios y consideración social. La alta gastronomía parecía dar de lado sus peculiares aromas, en la búsqueda de sabores puros y sin adulterar. Sin embargo, las especias han sabido renovarse, volviendo a ser protagonistas en el proceso de globalización culinaria al que asistimos en las últimas décadas. Esto explica, por ejemplo, que en EE.UU. se haya triplicado el consumo de especias entre 1965 y 2000, con una ingesta media de cuatro gramos por persona y día, gracias fundamentalmente a la creciente afición a las comidas asiáticas y latinoamericanas. Otra prueba de ello es la presencia en la gastronomía de todo el planeta de combinaciones de especias que, hasta hace poco, formaban parte de tradiciones locales. Las finas hierbas (estragón, perifollo y cebollino); el ras el hannout, que incluye más de 20 especias, entre ellas, cardamomo, clavo o pétalos de rosas; el garam masala indio (comino, cilantro, cardamomo, pimienta negra, clavo, macis y canela) o el recado rojo mexicano (achiote, orégano, comino, clavo, canela, pimienta negra, pimienta inglesa, ajo y sal) ponen sabor, color y profundidad a platos de todas las latitudes.

Ruta del ámbar

Ruta del ámbar

Entre el Neolítico y la Edad del Bronce hay una auge del uso de los metales. Su búsqueda conducirá a la formación de rutas dedicadas al descubrimiento de nuevos yacimientos o a su intercambio; estos movimientos estarán ligados en un primer momento con el uso del bronce y luego con el del hierro.

Existen dos yacimientos principales en Europa de donde se extrae el ámbar: el del Báltico y el del mar del Norte (de menor productividad). La zona de mayor actividad extractiva era los alrededores de Kaliningrado). Existían dos rutas del ámbar des de sus yacimientos de extracción. La ruta del oeste que viajaba a través de los territorios de Elba y del Rin hasta dirigirse al puerto griego de Marsella y otra ruta oriental que seguía el curso del Vístula e allí se dividía en otras dos rutas, una en dirección a la ciudad comercial griega del Olbia, en el Mar Negro y otra que se dirigía a la ciudad de Aquilea en el mar Adriático, atravesando parte de la actual Austria y Republica Checa.

El ámbar fue fuertemente demandado por la sociedad romana, entre los siglos I y III d.C. principalmente, tras la conquista de la Pannonia, y el contacto con las tribus celtas que lo utilizaban tanto para la medicina – contiene ácido sucínico, que es un bioestimulante único- como para la religión –figuras votivas- o la joyería -como ajuar personal-. Las referencias clásicas en relación con el ámbar, “el Oro del Norte”, las tenemos de la mano de Plinio el Viejo (23-79 d.C.) o Tácito (55-120 d.C.). El primero, en su Historia Natural, nos indica que proviene de las costas del Mar Báltico, a 600 millas romanas de Carnuntum (889 km.) y que era transportado hasta la provincia romana de Pannonia por las gentes de Barbaricum, más allá del Limes romano del Danubio. Tácito, va más allá, y en su obra Germania, nos indica que es la tribu de los Esti, habitantes de la península de Sambia, los únicos que obtienen el ámbar y que posteriormente lo venden en su estado natural a los mercaderes, alcanzando precios astronómicos: entre la alta sociedad romana un pedazo de ámbar llegaba a valer más que un esclavo de complexión atlética. Su importancia llegó a ser tal que, según el escritor griego Pausanias (115-180 d.C.), en Olimpia, el más importante de los santuarios de la Antigua Grecia, existía un retrato de ámbar del divinizado Augusto.

Ha sido encontrado Ámbar en la tumba de Tutankhamon en Egipto y en el Templo de Apolo de Delfos en Grecia.

Amuleto de gladiador. Londres

Tras la conquista de Pannonia, las legiones de Tiberio construyeron una vía de comunicación entre Carnuntum (Austria), en el Danubio, y Aquileia (Italia), en el Norte de la península itálica, la cual es conocida como la “Ruta del Ámbar”. Gracias a esta calzada tuvieron un gran desarrollo poblaciones como Scarbantia (Sopron-Hungría), Savaria (Szombathely-Hungría), Poetovium (Ptuj-Eslovenia), Celeia (Celje-Eslovenia), y Emona (Ljubljana-Eslovenia). Tras dejar Emona, la vía ascendía los Alpes julianos por el Paso de Piro (Hrusica, a 867m. sobre el nivel del mar) y desde allí descendía hasta Aquileia, en la costa norte del mar Adriático.

   
            Carnuntum  (foto: risotto al caviale)   Aquileia. Puerto (foto: risotto al caviale)

Parte de la antigua calzada romana del Ámbar se puede ver en la provincia austríaca de Burgenland y en el museo provincial de Eisenstadt donde se guardan preciosas piezas romanas de ámbar.

La Ruta del ámbar es una antigua ruta comercial que conectaba el Mar del Norte y el Mar Báltico con Italia, Grecia, el Mar Negro y Egipto desde antes del nacimiento de Cristo y durante un vasto período posterior. Un componente vital para la elaboración de objetos ornamentales, el ámbar, era transportado por esta ruta. Los principales trayectos fluviales eran realizados por los ríos Vístula y Dniéper.

El ámbar era negociado por esta ruta comercial ya desde la Prehistoria. Con la expansión del Imperio romano hasta el Danubio, probablemente hacia inicios del siglo I bajo los gobiernos de César Augusto y Tiberio, la ruta se convirtió en una calzada romana dentro del área perteneciente al Imperio. El trayecto romano de la ruta del ámbar puede ser encontrado en los registros de la Tabula Peutingeriana (un mapa que muestra la red de caminos del Imperio romano, creado en el siglo IV). La calzada que ofrecía mayor seguridad en períodos invernales, uniendo Carnuntum en el Danubio, con Aquilea en Italia, era conocida como ruta romana del ámbar. Plinio el Viejo (2379), describió cómo era hecho el transporte del ámbar desde las costas bálticas hasta Aquileia por esa ruta y desde entonces ésta recibió el nombre con el que se le conocería.

La ruta principal seguía en dirección sur partiendo en las costas del Báltico, en Prusia a través de las tierras de Boii (actual Bohemia) hasta llegar al Mar Adriático. Fue encontrado ámbar báltico en la tumba del faraón egipcio Tutankhamón, así como se envió desde el Mar del Norte ámbar para el Templo de Apolo en Delfos como ofrenda. A partir del Mar Negro, el comercio podía seguir en dirección al Cáucaso, y el resto de Asia, a lo largo de la Ruta de la seda, otra antigua ruta de comercio.

En Escandinavia la ruta del ámbar llevó las influencias del Mar Mediterráneo a los países más al norte de Europa, probablemente haciendo surgir la prolífica cultura de la Edad de Bronce Nórdico.

Tramos conocidos por país

Europa Central

Baúl recubierto con ámbar.

Las más cortas (y probablemente las más antiguas) calzadas evitaban las áreas alpinas e iban de las costas del Mar Báltico (Estland) a través de Polonia, pasando por la región de Moravia en República Checa, siguiendo el curso del río March en Eslovaquia hasta la Baja Austria, cruzando el Danubio en Carnuntum, aproximadamente 50 km al este de Viena. Evitando los pasos montañosos de los Alpes, la ruta continuaba por Scarbantia (Sopron, Hungría), Savaria (Szombathely, Hungría), Poetovio (Ptuj, Eslovenia), Emona (Liubliana, Eslovenia) hasta llegar a Aquilea en la costa del Mar Adriático. Entre Sopron y Szombathely, la ruta del ámbar pasa por la región central de Burgenland, (distrito de Oberpullendorf), una área de extracción de hierro celta muy importante para la industria bélica romana. Este tramo de la ruta es considerado actualmente Patrimonio Mundial. En los siglos III y IV, la ruta perdió su función de conexión entre Italia y Carnuntum. Desde que la ruta romana del ámbar desapareció en medio de la construcción de modernas carreteras, algunos trayectos de la antigua ruta aún pueden ser reconocidos en fotografías aéreas en campos de cereales recientemente arados.

Alemania

Varias calzadas unían el Mar del Norte (Nordsee) y el Mar Báltico (Ostsee), especialmente desde la ciudad de Ambur (actual Hamburgo) por el Paso del Brennero (Brennerpass), siguiendo en dirección sur hacia Brindisi (Brundisium) en Italia y Ambracia (Grecia).

Suiza

La región de Suiza posee un número de calzadas alpinas, concentradas alrededor de la ciudad de Berna (Bernstein es la palabra del idioma alemán para ámbar) y probablemente originada en los márgenes de los ríos Ródano y Rin.

Países Bajos

Una pequeña parte, incluyendo Baarn, Barneveld, Amersfoort y Amerongen, conectaba el Mar del Norte con el Bajo Rin francés.

Bélgica

Una pequeña parte sigue en dirección sur de Amberes y Brujas hacia las ciudades de Braine-l’Alleud y Braine-le-Comte, ambas cuyos nombres originales eran “Brennia-Brenna” (en latín: “Burner”). La ruta continuaba hasta el río Mosa pasando por Berna en Suiza.

Francia

Tres calzadas pueden ser identificadas partiendo desde la región conocida como Brenne hasta la desembocadura del Loira pasando por Bresse y Berna, cruzando los Alpes en dirección a Suiza e Italia. Fragmentos de calzadas se encuentran en Amberes (próximo a Burdeos), siguiendo en dirección a Béarn y utilizando los Pirineos como una ruta de comercio.

Ruta del ámbar hoy

En Polonia la autopista A1 es también conocida como Autopista del ámbar (Ruta del ámbar).1

La ruta del ámbar en Lituania

El ámbar encontrado en el Mar Báltico ha sido desde siempre muy apreciado y deseado. Mercantes marinos recogían este material, también conocido como “el oro de Lituania”, a lo largo de la Ruta del Ámbar hasta los países más lejanos de Europa y Asia, incluso llegando a Egipto. Hoy en día a lo largo de la Ruta del Ámbar, la cual llegó hasta la costa del Adriático, se encuentra una ruta turística extendida a lo largo de la costa báltica desde Kaliningrado hasta Letonia.

Secciones de la Ruta del Ámbar en Lituania

Los importantes 98 km de la Ruta del Ámbar se extienden a lo largo de la costa de Lituania. Realice un viaje por esta ruta y visite las principales atracciones turísticas; familiarícese con la historia del ámbar, su producción, su procesado y su joyería. Cuando viaje, asegúrese de ver:

  • La Galería- Museo Mizgiris en Nida. Este museo situado en una acogedora localidad costera, exhibe una gran colección de arte de ámbar, aquí se pueden comprar joyas de ámbar únicas realizadas in situ por artistas locales. El museo atrae por su brillante colección de ámbar contando además, con una muy amplia paleta de colores y con el mayor trozo de ámbar, el cual pesa alrededor de 2 kilogramos.
  • La Bahía del Ámbar en Juodkrante.  En el siglo XIX, se halló en este lugar el mayor yacimiento arqueológico del mundo del ámbar y una exclusiva pieza de ámbar del Neolítico (la cual data del siglo III antes de Cristo). Estos hallazgos están ahora en la colección del Profesor R. Klebs, y se conoce como el tesoro de Juodkrantė. Se compone de más de 400 piezas de joyería en ámbar, y particularmente, valiosas figuras de ámbar con formas humanas y animales. La colección se exhibe en diversas exposiciones y pueden verse réplicas en el museo del Ámbar de Palanga.
  • El Museo de Historia de la Lituania Menor. Exhibe el ámbar encontrado entre los siglos V y VI, aquí se puede aprender la historia del ámbar, ver collares antiguos de ámbar, los cuales en otro tiempo se utilizaban no solo como joyas, sino también como moneda de cambio.
  • Colección de ámbar en Karklė. Los científicos dicen que es en este lugar, en el pueblo de Karklė, donde hoy en día se encuentra ámbar de manera más abundante en Lituania. Así que no se sorprenderá al encontrarse con unos 30 buscadores de ámbar arrastrando los pies lentamente a lo largo de la playa y en busca de esta preciada resina que llega a la orilla empujada por las olas del mar. De un paseo por allí y quién sabe, tal vez tenga la suerte de encontrar una gota del oro de Lituania.   Museo del Ámbar en Palanga. El museo fue fundado en la amplia casa señorial de Tiškevičiai, rodeada por 100 hectáreas de hermoso jardín. Las quince salas del museo, exhiben las más increíbles piezas de ámbar encontradas cerca del mar Báltico, habiendo piezas de ámbar que le contarán la historia de este material, viéndose su tradicional procesamiento y también, acogiendo diversas exposiciones. Una de las exposiciones más interesantes y más grandes del museo es la de las inclusiones en ámbar, como las de insectos, tablillas de madera y esporas atrapadas en el ámbar para siempre.
  • Taller de ámbar abierto en Palanga. Aquí, puede ver a artesanos profesionales del ámbar realizando todo el proceso de fabricación de joyas de este material, desde la materia prima, a una pieza de arte terminada, pudiéndose comprar las piezas de ámbar aquí creadas.
  • Samogitian Alka en Šventoji. Se cree que Samogitian Alka, en las dunas de la costa, es la única “iglesia” pagana restaurada en Lituania. El interés turístico aquí, se basa en los ritos y rituales realizados con polvo de ámbar en sacrificios.

¿Qué es el ámbar?

El ámbar es una sustancia que se forma como resultado de la fosilización de la resina de los árboles, generalmente coníferas, a través de unos procesos químicos denominados polimerización. Es una sustancia poco habitual en la Naturaleza, dado que para su formación es necesario primero que el árbol expulse resina y que posteriormente atrape a algún insecto que haga que la resina se endurezca. Por último se debe de dar el enterramiento de la resina, por arenas o arcillas, para que se produzca el proceso de fosilización y el consiguiente paso de resina a ámbar.

El ámbar del Báltico fue comercializado desde al menos el siglo VIII a.C. hasta la época romana a través de los grandes ríos de Europa y los Alpes. Data del Eoceno (Cenozoico) y tiene entre 22 y 50 millones de años. Procede de la fosilización  de la resina de una planta conocida como Pinus succinifiera. Los yacimientos de esta resina fósil  son muy grandes, con una producción de varias toneladas al año.

Utilidades del ámbar

Aunque el ámbar no tiene quilates, ha sido siempre muy valorado y apreciado y también es conocido como el “oro de Lituania”. Todo el mundo está fascinado por las joyas únicas y las inusuales obras de arte realizadas en ámbar. Pero se sabe también que sirve para estimular y contiene ciertas propiedades para la salud. Así, el ámbar ha sido utilizado no sólo como adorno, sino también para el tratamiento de enfermedades o dolores. Los antepasados ​​lituanos utilizaban ámbar en amuletos para protegerse contra los poderes del mal, a los niños se les daban piezas de ámbar para que las masticasen que así, sus dientes creciesen más rápido y más fuertes.

Recientemente, la terapia de ámbar se ha reavivado de nuevo mediante infusiones, preparados de ácido succínico, aceite o polvo, o té de ámbar con propósito curativo o de fortalecimiento. Por sus características, esta bebida es equivalente al famoso té chino.

La Ruta del Galeón de Manila

La Ruta del Galeón de Manila

Grabado de un galeón español.

El Galeón de Manila, también llamado Nao de China, era el nombre con el que se conocían las naves españolas que cruzaban el océano Pacífico una o dos veces por año entre Manila (Filipinas) y los puertos de Nueva España (hoy México), principalmente Acapulco, La Bahía de Banderas (Nayarit), San Blas (Nayarit), Cabo San Lucas (Baja California). El nombre del galeón variaba según la ciudad de destino.1

El servicio fue inaugurado en 1565 por el marinero y fraile español Andrés de Urdaneta, tras descubrir el Tornaviaje o ruta de regreso a México a través del océano Pacífico, gracias a la corriente de Kuro-Siwo de dirección este. El sentido contrario de navegación, de América a Filipinas, ya era conocido desde los tiempos de Magallanes y Elcano en 1521. El trayecto entre Acapulco hasta las Filipinas, incluida la escala en Guam, solía durar unos tres meses. El tornaviaje entre Manila y Acapulco podía durar entre 4 y 5 meses debido al rodeo que hacían los galeones hacia el norte, con el fin de seguir la citada corriente de Kuro-Siwo. La línea Manila-Acapulco-Manila fue una de las rutas comerciales más larga de la historia, y funcionó durante 2 siglos y medio. El último barco zarpó de Acapulco en 1815 cuando la Guerra de Independencia de México interrumpió el servicio. La otra gran ruta comercial española fue la de las Flotas de Indias que surcaban el océano Atlántico entre Veracruz, Cartagena de Indias, Portobelo, La Habana y Sevilla o Cádiz. Parte de las mercancías orientales del Galeón de Manila desembarcadas en Acapulco eran a su vez transportadas por tierra hasta Veracruz, donde se embarcaban en las Flotas de Indias rumbo a España. Por ello, los barcos que zarpaban de Veracruz iban cargados de mercancías de Oriente procedentes de los centros comerciales de las Filipinas, más los metales preciosos y recursos naturales de México, Centroamérica y el Caribe.

Andrés de Urdaneta

Casi 50 años después de la muerte de Cristóbal Colón, los galeones de Manila finalmente cumplieron su sueño de navegar rumbo al oeste para llegar a Asia a fin de beneficiarse del rico comercio con el océano Índico.

En la época virreinal de 1521, el navegante Fernando de Magallanes al servicio de España llegó al archipiélago filipino y tomó posesión jurídica de las islas, bajo el trono español, pero sin dejar un solo soldado o español cualquiera en las islas que valiera la colonización de España. Además se quería arrebatar la jurisdicción de las islas del poder de Portugal. Hernán Cortés envió tres barcos rumbo a Asia, que zarparon de Zihuatanejo en 1527. En el camino dos de ellos naufragaron, y el tercero llegó, pero no regresó por no haber encontrado la corriente del retorno. Después en 1541, López de Villalobos fue enviado por el virrey Antonio de Mendoza para encabezar una expedición hacia las Indias Orientales en busca de nuevas rutas comerciales. Su expedición partió de Puerto de Navidad en 1542 a bordo de cuatro carabelas.

Fernando de Magallanes

En 1543 la flota tocó la costa sur de la isla de Mindanao, donde exploraron la costa e hicieron contacto con los indígenas malayos. De allí partieron más al oriente hasta alcanzar la isla de Leyte y las nombraron “Las Islas Filipinas” en honor al príncipe Felipe II. Conquistaron una isla a la que bautizaron como Antonia en honor al virrey. Pero, a causa del hambre y la falta de refuerzos se contrataron con los señoríos locales como mercenarios y al cabo de pocos meses los traicionaron para pasarse al bando lusitano. Los expedicionarios tuvieron que retirarse a buscar refugio en las Molucas, dominio portugués. Villalobos murió en 1544 en la isla de Amboyna. El resto de la tripulación consiguió escapar y regresar a Nueva España, donde contaron las historias al virrey, y así se consideró parte de la Nueva España la Capitanía General de las Filipinas.

El intento de colonización de Filipinas no terminó ahí. El virrey Luis de Velasco encargó a Miguel López de Legazpi hacerse a la mar en una nueva expedición. Zarpó de Puerto de Navidad, Nueva Galicia (actualmente Jalisco), el 21 de noviembre de 1564 y en el viaje conquistó Guam, las Islas de Saavedra (Islas Marshall) y las islas Marianas (escalando ahí), y tocó Samar el 27 de abril de 1565. Hábilmente, López de Legazpi evitó hostilizar a los moradores de las islas, que se decía que «enseñaban ni más por más las vergüenzas al aire».

Por la escasez de productos, Legazpi se vio forzado a trasladarse de isla en isla merodeando y buscando sitios donde abastecerse y expandir los dominios. El movimiento se vio favorecido, ya que al igual que en México, los habitantes estaban enfrentados y Legazpi logró establecer fácilmente lazos, levantando al poco los primeros asentamientos españoles: la Villa del Santísimo Nombre de Jesús y Villa de San Miguel.

Nao Victoria, réplica de 1991 realizada en Isla Cristina con la que Magallanes llegó a las Filipinas.

Pero se encontraba en pleno océano pacífico y muy lejos del resto de posesiones hispanas y de sus rutas en el Caribe, lo que hacía muy difícil su explotación comercial. Esta ruta tan extraordinaria permitió crear una ruta marítima entre Manila y el puerto de Acapulco de ‘Nueva España’. Desde este puerto de la actual México, y tras un pequeño viaje por tierra, las mercancías procedentes de Filipinas se unían a la ‘Flota de las Indias’, que unían el ‘Nuevo Mundo’ con los puertos de Cádiz o Sevilla, completando de esta forma un extraordinario viaje de más de 24.000 kilómetros.

Ruta de Legazpi en el archipiélago filipino.

El galeón de Manila-Acapulco comenzó cuando Andrés de Urdaneta, navegando en un convoy comandado por Miguel López de Legazpi, descubrió una ruta de regreso desde la ciudad de Cebú a México en 1565. Intentando regresar a la flota, algunos se dividieron en dirección sur. Urdaneta que tenía noticia en la Nueva España y en sus experiencia había sido aleccionado por el piloto Macías del Poyo, que fue el encargado de los intentos de Álvaro de Saavedra Cerón, en que el tornaviaje se lograría navegando más hacia el norte antes de dirigirse al este; así aprovecharía los vientos del oeste que lo llevarían de vuelta a la costa oeste de América del Norte. Aunque se embarcó a 38 grados Norte antes de virar hacia el este, su corazonada dio sus frutos, y alcanzó la costa cerca del cabo Mendocino, en la actual California, y luego siguió la costa sur, hasta San Blas y luego a Acapulco.2 La mayor parte de su tripulación murió en el primer viaje largo, ya que no llevaban provisiones suficientes.

En el siglo XVIII se comprendió que una ruta menos al norte era también suficiente, pero los navegantes del galeón tenían bien clara la prohibición de navegar por la accidentada costa de California si quedaban inmovilizados por la niebla. Según el historiador William Lytle Schurz:

Por lo general, se dirigian a tierra cuando caía la costa, en algún lugar entre punta Concepción y el cabo San Lucas… Después de todo, eran fundamentalmente barcos mercantes, y el negocio de la exploración caía fuera de su campo, aunque las oportunidades de descubrimientos fueran bienvenidas. They generally made their landfall well down the coast, somewhere between Point Conception and Cape San Lucas… After all, these were preeminently merchant ships, and the business of exploration lay outside their field, though chance discoveries were welcomed.

William Lytle Schurz:3

La primera motivación para la exploración de la Alta California fue encontrar posibles escalas para los galeones de Manila desgastados por el mar en la última etapa de su viaje. Las primeras propuestas llegaron al poco, pero a finales del siglo XVIII varios de los galeones de Manila hacían escala en Monterrey.

Los viajes eran largos y duros y mucha gente moría en ellos, víctimas del escorbuto o del hambre. Había ocasiones en las que se pagaban enormes sumas de dinero por la carne fresca de las ratas que pululaban en las bodegas. A esto había que sumarle el peligro de las incursiones de piratas, aunque, teniendo en cuenta que en los más de 250 años que duró esta ruta comercial sólo fueron capturados cuatro galeones, se puede decir que el problema de la piratería era bastante secundario. Otros problemas eran los temporales y la calma chicha, ya que al no haber viento era imposible que los galeones avanzaran.

Ruta del tornaviaje de Filipinas a Acapulco, México

El comercio sirvió como fuente fundamental de ingresos en los negocios de los colonos españoles que vivían en las islas Filipinas. Un total de 110 galeones de Manila se hicieron al mar en los 250 años del galeón de Manila-Acapulco (1565 a 1815). Hasta 1593, tres o más barcos zarpaban al año de cada puerto. El comercio de Manila se llegó a convertir en algo tan lucrativo que los comerciantes de Sevilla elevaron al rey Felipe II de España una queja sobre sus pérdidas, y consiguieron que, en 1593, una ley estableciese un límite de sólo dos barcos navegando cada año partiendo de cualquiera de los puertos, con uno quedando en reserva en Acapulco y otro en Manila. Una «armada», una escolta armada, también se admitía.

La ruta comercial Manila-Acapulco se inició en 1568 (blanco) y la ruta comercial rival portuguesa del este (azul) desde 1479-1640.

Con tales limitaciones era fundamental construir el galeón lo más grande posible, llegando a ser la clase de barcos conocidos construidos más grande en cualquier lugar hasta ese momento.4 En el siglo XVI, tenían de media de 1700 a 2000 toneladas, y eran construidos con maderas de Filipinas y podían llevar a un millar de pasajeros. La Concepción, que naufragó en 1638, tenía una eslora de 43 a 49 m y desplazaba unas 2000 toneladas. El Santísima Trinidad tenía 51,5 m de largo. La mayoría de los barcos fueron construidos en las Filipinas y sólo ocho en México. El galeón de Manila-Acapulco terminó cuando México consiguió su independencia de España en 1821, después de que la corona española tomara el control directo de las Filipinas. (Esto fue posible a mediados de los años 1800 con la invención de los barcos a vapor y la apertura del canal de Suez, que redujo el tiempo de viaje de España a las Filipinas a 40 días.)

Los galeones llevaban especias (pimienta, clavo y canela), porcelana, marfil, laca y elaboradas telas (tafetanes, sedas, terciopelo, raso), recogidas tanto de las islas de las Especias como de la costa asiática del Pacífico, mercancías que se vendían en los mercados europeos. También llevaban artesanía china, biombos japoneses, abanicos, espadas japonesas, alfombras persas, jarrones de la dinastía Ming y un sinfín de productos más. Asia oriental comerciaba principalmente con un estándar de plata, y los bienes eran comprados principalmente con la plata mexicana. Los cargamentos fueron transportados por tierra a través de México hasta el puerto de Veracruz, en el golfo de México, donde fueron reembarcados en la flota de Indias con destino a España. Esta ruta fue la alternativa de viaje hacia el oeste por el océano Índico, y alrededor del cabo de Buena Esperanza, que estaba reservada a Portugal de acuerdo con el tratado de Tordesillas. También evitaba la escala en los puertos controlados por los poderes de la competencia, como Portugal y los Países Bajos. Desde los primeros días de la exploración, los españoles sabían que el continente americano era mucho más estrecho a través del istmo de Panamá que a través de México. Se trató de establecer un cruce regular por tierra allí, pero la espesa selva, y la malaria lo hicieron imposible.

Tomaba cuatro meses cruzar el océano Pacífico entre Manila y Acapulco y los galeones eran el principal vínculo entre las Filipinas y la capital del virreinato en la Ciudad de México y desde allí con la misma España. Muchos de los llamados «kastilas» o españoles en Filipinas eran en realidad de origen mexicano, y la cultura hispana de Filipinas está bastante cercana a la cultura mexicana.5 Así que cuando México finalmente obtuvo su independencia los dos países continuaron el comercio, a excepción de un breve período de calma durante la guerra hispano-estadounidense. Los galeones de Manila navegaron en el Pacífico durante casi tres siglos, proporcionando a España sus cargamentos de artículos de lujo, beneficios económicos e intercambio cultural.

Los naufragios de los galeones de Manila son leyendas seguidas solamente por los naufragios de los galeones en el Caribe. En 1568, el propio barco de Miguel López de Legazpi, la San Pablo (300 toneladas), fue el primer galeón de Manila en ser destruido en el camino a México.

Durante 200 años, cientos de galeones de Manila viajaron desde el actual México a las Filipinas, con su ruta discurriendo al sur de las islas hawaianas. Y, sin embargo no hay registros históricos sobre algún contacto entre ambas culturas. Aunque Henry Kamen sostiene que los españoles no tenían la capacidad de explorar el océano Pacífico,6 los galeones españoles dominaron el comercio transpacífico durante dos siglos y medio, y fueron expediciones españolas las que descubrieron la ruta entre Asia y América (del Galeón de Manila). Fueron navegantes españoles los que descubrieron las Marianas, las Carolinas y las Filipinas en el Pacífico Norte, así como las Tuvalu, las Marquesas, las Salomón y Nueva Guinea en el Pacífico Sur. Expediciones españolas en busca de Terra Australis también descubrieron las Islas Pitcairn y las Nuevas Hébridas (hoy Vanuatu) en el siglo XVII. Todavía hoy la isla principal del archipiélago de las Vanuatu se llama Espíritu Santo, bautizada así por Pedro Fernández de Quirós en 1606.

El océano Pacífico con el Mauna Kea destacado.

Existen posibilidades de que exploradores españoles llegaran a las islas de Hawái dos siglos antes de la primera visita del capitán James Cook en 1778. Ruy López de Villalobos comandó una flota de seis barcos que partió de Acapulco en 1542 con un marino español llamado Juan Gaetano a bordo como piloto. Dependiendo de la interpretación, los informes de Gaetano parecen describir el descubrimiento de Hawái o de las islas Marshall en 1555.7 Si se tratase de Hawái, Gaetano habría sido uno de los primeros europeos que llegaron a las islas. Algunos estudiosos han rechazado estos argumentos.8 9

A partir de 1565, la ruta descubierta por Andrés de Urdaneta permitió a los galeones de Manila navegar regularmente entre México y Filipinas estableciendo un comercio transpacífico que duraría dos siglos y medio. El derrotero exacto de estas rutas se mantuvo en secreto para proteger los barcos españoles de la competencia de otras potencias europeas, y de los piratas ingleses y neerlandeses. Debido a esta política de secretismo, es posible que navegantes españoles descubrieran Hawái pero no dieran a conocer dicho descubrimiento debido a esa política de discreción. Por tanto, habría permanecido desconocido para la historia. Del relato de Gaetano se entiende que las islas Hawái no tenían recursos minerales como oro o plata, y por tanto no habría habido interés en colonizarlas.7 Los archivos españoles contienen una carta marina que muestra unas islas en la misma latitud de Hawái, pero con una longitud de diez grados al este del archipiélago. En ese manuscrito, la isla de Maui aparece con el nombre de «La Desgraciada», y lo que parece ser la isla de Hawái aparece como «La Mesa». Islas parecidas a Kahoolawe, Lanai y Molokai aparecen como «Los Monjes».10

William Ellis, un escritor y misionero en el siglo XIX de Hawái, registró varios cuentos populares sobre extranjeros que habrían visitado Hawái antes del primer contacto con Cook. Según el escritor hawaiano Herb Kawainui Kane, una de estas historias:

(…) afectaba a siete extranjeros que desembarcaron ocho generaciones anteriores en la bahía Kealakekua en un barco pintado con un toldo o dosel sobre la popa. Iban vestidos con prendas de vestir de blanco y amarillo, y uno llevaba una espada a un lado y una pluma en el sombrero. Al desembarcar, se arrodilló en oración. Los hawaianos, más obsequiosos con los más indefensos, los recibieron amablemente. Los extranjeros en última instancia se casaron con las familias de los jefes, pero sus nombres no pudieron ser incluidos en las genealogías (…) concerned seven foreigners who landed eight generations earlier at Kealakekua Bay in a painted boat with an awning or canopy over the stern. They were dressed in clothing of white and yellow, and one wore a sword at his side and a feather in his hat. On landing, they kneeled down in prayer. The Hawaiians, most helpful to those who were most helpless, received them kindly. The strangers ultimately married into the families of chiefs, but their names could not be included in genealogies.

Herb Kawainui Kane7

Continúa el debate sobre si las islas Hawái fueron realmente visitadas por los españoles en el siglo XVI,11 con algunos investigadores, como Richard W. Rogers, en busca de evidencias de restos de naufragios españoles.12 13

La mercancía introducida en América por el Galeón de Manila terminó con la producción mexicana de seda y estuvo a punto de dislocar el circuito comercial del Pacífico. La refinadísima sociedad peruana demandó pronto las sedas, perfumes y porcelanas chinas, ofreciendo comprarlas con plata potosina y los comerciantes limeños decidieron librar una batalla para hacerse con el negocio. A partir de 1581 enviaron directamente buques hacia Filipinas. Se alarmaron entonces los comerciantes sevillanos, que temieron una fuga de plata peruana al Oriente y en 1587 la Corona prohibió esta relación comercial directa con Asia. Quedó entonces el recurso de hacerla a través de Acapulco, pero también esto se frustró, pues los negociantes sevillanos lograron en 1591 que la Corona prohibiera el comercio entre ambos virreinatos.

Naturalmente los circuitos comerciales no se destruyen a base de prohibiciones y el negocio siguió, pero por vía ilícita. A fines del siglo XVI México y Perú intercambiaban casi tres millones de pesos anuales y a principios de la centuria siguiente el Cabildo de la capital mexicana calculaba que salían de Acapulco para Filipinas casi cinco millones de pesos, parte de los cuales venía del Perú. Esto volvió a poner en guardia a los defensores del monopolio sevillano, que lograron imponer restricciones al comercio con Filipinas. A partir de entonces se estipuló que las importaciones chinas no excediesen los 250.000 pesos anuales y los pagos en plata efectuados en Manila fuesen inferiores a medio millón de pesos por año. Todo esto fueron incentivos para el contrabando, que siguió aumentando. En 1631 y 1634 la monarquía reiteró la prohibición de 1591 de traficar entre México y Perú, cosa que por lo visto habían olvidado todos. Hubo entonces que recurrir a utilizar los puertos intermedios del litoral pacífico, como los centroamericanos de Acajutia y Realejo, desde donde se surtía cacao de Soconusco a Acapulco, de brea al Perú y de mulas (de la Cholulteca hondureña), zarzaparrilla, añil, vainilla y tintes a Panamá, lo que encubría en realidad el tráfico ilegal entre los dos virreinatos.

Galeón y Galeaza del siglo XVI

Lima y el puerto fortificado de El Callao (detalle de una carta de marear)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Ruta del incienso

Ruta del incienso

Una de las primeras rutas comerciales, fue la conocida como ruta del incienso, esta ruta iba desde Egipto e India a través de Arabia, y una vez ahí las mercancías se trasladaban a Europa desde el mar Mediterráneo, esta ruta nace en el siglo tres antes de Cristo, y desapareció en el siglo segundo después de Cristo.

La distancia total de la ruta del incienso, era de 2.400 kilómetros, por lo que lo hacían un viaje de seis mese con 56 postas en las que descansan y reponían víveres. En un entorno tan inhóspito como el desierto, se crearon asentamientos humanos, fortificaciones y campos cultivados con sistemas de irrigación extremadamente perfeccionados alrededor del comercio de las especias y, sobretodo del incienso.

Las ciudades del desierto en Negev estaban enlazadas con el mar Mediterráneo por las rutas antiguas del incienso y la ruta de las especias.

La ruta del incienso o el camino del incienso es el nombre con el que se conoce a una serie de antiguas rutas comerciales de gran importancia que iban a lo largo de Egipto e India a través de Arabia. El comercio de incienso se trasladaba de Arabia meridional al mar Mediterráneo y floreció entre el siglo III a. C. y el siglo II d. C.1 La ruta del incienso servía como un canal para el comercio de bienes tales como el olíbano y mirra arábiga;1 especias indias, ébano, seda y textiles finos;2 y lanas raras, plumas, pieles de animales y oro de África Oriental.2

Historia temprana

El comercio de incienso, que conectaba a Egipto con las tierras productoras de incienso, dependía fuertemente de la navegación a lo largo del mar Rojo.3

Los egipcios habían comerciado en el mar Rojo, importando especias de Punt y Arabia.4 Los productos indios eran traídos en embarcaciones árabes a Adén.4 Las “naves de Tarshish”, una flota de Tiro equipada en Ezion Geber, realizaban varios viajes al este para traer oro, plata, marfil y piedras preciosas.4 Estos productos eran enviados al puerto de Ofir.4

Según Himanshu Prabha Ray (2003):5

En la Antigüedad, parecería que Arabia del Sur y el Cuerno de África eran los mayores proveedores de incienso, mientras que en tiempos modernos el centro comercial para el comercio ha sido Adén y Omán. Textos rituales tempranos de Egipto muestran que el incienso estaba siendo traído del Alto Nilo por comerciantes, pero quizás la evidencia más espectacular de este comercio la proveen los frescos fechados en torno a 1500 a. C. en las paredes del templo de Tebas, los cuales conmemoraban la travesía de una flota que la Reina de Egipto había enviado al territorio de Punt. Cinco navíos son representados en estos relieves, amontonados con tesoros y uno de ellos mostrando treinta y un pequeños árboles de incienso en tubos que eran traídos a bordo… El Periplo por la Mar Eritrea y otros textos griegos se refieren a varios sitios costeros en el Cuerno de África, Arabia del Sur e India involucrados con el comercio de olíbano, mirra, cassia, bdellium y una serie de resinas gomeros denominadas “duaka” y “kankamon” y “mok rotu”.

Rutas terrestres

La economía del reino de Qataban (celeste) estaba basada en el cultivo y comercio de especias y plantas aromáticas, incluyendo el olíbano y la mirra. Estos eran exportados al Mediterráneo, India y Abisinia, donde eran muchas preciadas por muchas culturas, usando camellos en rutas a través de Arabia y por mar a la India.

Entre los puntos importantes de comercio de la ruta del incienso estaba Gerrha que el historiador Estrabón informa haber sido encontrada por exiliados de Babilonia como una colonia caldea.6 Gerrha ejerció influencia sobre las rutas comerciales del incienso de Arabia al Mediterráneo y controlaba el comercio de aromáticos a Babilonia en el siglo I a. C.6 Gerrha fue uno de los puertos de entrada importantes para productos enviados desde la India.6

Debido a su posición prominente en el comercio de incienso, Yemen atrajo a pobladores del Creciente Fértil.7 Los árboles de francoincienso y mirra fueron cruciales para la economía de Yemen y eran vistos como una fuente de riqueza por sus gobernantes.7

Los documentos asirios indican que Tiglatpileser III avanzó de Fenicia a Gaza.8 Con el tiempo, Gaza fue saqueada y el gobernante de Gaza escapó a Egipto, pero más tarde continuó actuando como un administrador vasallo.8 El motivo detrás del ataque era ganar el control del comercio de incienso de Arabia del Sur que había prosperado a lo largo de la región.8

  1. E. S. Edwards vincula la guerra siro-efraínica con el deseo de los israelitas y los arameos de controlar el extremo norte de la ruta del incienso, que corría desde Arabia del Sur y podía ser intervenida al apoderarse de Transjordania.9 Las inscripciones arqueológicas también hablan del botín cobrado por el territorio de los mu-u-na-a-a, posiblemente los “meunitas” mencionados en el Antiguo Testamento.8 Algunos académicos identifican este grupo como los minaeanos de Arabia del Sur que estuvieron involucrados con el comercio de incienso y ocuparon los puestos comerciales de avanzada en el norte de la ruta del incienso.8

Las plantas aromáticas de Dhofar y productos de lujo de India otorgaban riqueza a los reyes de Arabia.10 Desde Dhofar, se enviaban aromáticas desde el puerto natural de Khor Rori hacia la costa occidental inhóspita de Arabia del Sur.11 Las caravanas cargaban sus productos al norte de Shabwah y desde ahí se dirigían hacia los reinos de Qataban, Saba, Ma’in, Palestina hasta Gaza.12 Los peajes recaudados por los propietarios de los pozos y de otras instalaciones se añadían al costo global de estos bienes de lujo.12

Grecia y Roma evitan las rutas terrestres

Las rutas comerciales marítimas de Roma con India, según el Periplo por la Mar Eritrea del siglo I. Los romanos evitaron la ruta terrestre en favor de la ruta marítima más rápida y segura.

Los nabateos tomaron Petra que quedaba a mitad de camino entre la entrada al golfo de Aqaba y el mar Muerto en un momento en que la ruta del incienso de Arabia a Damasco era cruzada por la ruta terrestre de India a Egipto.13 Esta posición dio a los nabateos el control sobre el comercio a lo largo de la ruta del incienso.13 Para liberar la ruta del incienso del control nabateo, se emprendieron expediciones militares sin éxito, por Antígono I Monóftalmos, emperador de Siria y Palestina.13 El control nabateo sobre el comercio se incrementó y diseminó en muchas direcciones.13 El reemplazo de Grecia por el Imperio romano como administrador del Mediterráneo llevó a la reanudación del comercio directo con el este y a la eliminación de los impuestos extraídos previamente por los intermediarios del sur.14 Según Milo Kearney (2003), «en protesta, los árabes del sur llevaron a cabo ataques piratas sobre las naves romanas en el golfo de Adén. En respuesta a ello, los romanos destruyeron Adén y favorecieron la costa oeste de Abisinia del mar Rojo».15 El monopolio de los intermediarios se debilitó con el desarrollo del comercio, forzando a los intermediarios partos y árabes a ajustar sus precios para poder competir en el mercado romano con los productos que eran llevados por una ruta marítima directa desde la India.14 Las naves indias navegaban a Egipto dado que las rutas marítimas del sur de Asia no estaba bajo el control de una única potencia.14

Según The Cambridge History of Africa (1975):16

Áreas alrededor de la península arábiga, según el Periplo por la Mar Eritrea.

El comercio con Arabia e India de incienso y especias se volvió crecientemente importante y los griegos por primera vez empezaron a comerciar directamente con India. El descubrimiento, o redescubrimiento, de la ruta marítima a India es atribuida a cierto Eudoxo de Cícico, quien fue enviado para cumplir este propósito hacia finales del reinado de Ptolomeo VIII (fallecido en 115 a. C.). Eudoxos realizó dos viajes a la India y, habiéndose peleado con sus empleadores ptolemaicos, pereció en un intento infructuoso por abrir una ruta marítima alternativa a India, libre del control ptolemaico, navegando alrededor de África. El establecimiento de contactos directos entre Egipto e India fue posible probablemente por el debilitamiento del poder árabe en este periodo, por el colapso del reino sabaeo del suroeste de Arabia y su reemplazo por el reino Himyarita alrededor de 115 a. C.. Las importaciones a Egipto de canela y otras especias orientales, tales como la pimienta, se incrementaron sustancialmente, aunque el comercio en el océano Índico permaneció por el momento en una escala bastante pequeña, no más de veinte naves egipcias se aventuran fuera del mar Rojo cada año.

El comercio romano con India fue incrementándose y, según Estrabón (II.5.12.):17

Cuando Cornelius Gallus fue prefecto de Egipto, lo acompañé y ascendimos el Nilo tan lejos como hasta Asuán y las fronteras del Reino de Aksum, y aprendí que tantos como ciento y veinte naves estaban navegando de Myos Hormos a India, mientras que bajo los ptolemaicos solo unos pocos se aventuraban a emprender el viaje y cargar mercadería india.

Declive

Según Young (2001):18

El siglo tercero parecería ser un momento significativo en la historia del comercio de incienso en Arabia. Durante la crisis política y económica de ese siglo, la naturaleza del comercio cambió dramáticamente; antes de esta época la ruta del incienso de Arabia del Sur parecía haber continuado en funcionamiento. Mucho de este tráfico parecía haber sido detenido por las pobres condiciones económicas del siglo tercero; sin embargo, cuando la situación económica mejoró nuevamente bajo la Tetrarquía, muchas cosas habían cambiado. Para esta época, las dos rutas principales en uso parecían haber sido el Wadi Sirhan, ahora comerciando con lo que anteriormente habría pasado por Palmira y Aila, recibiendo productos de India y Arabia que antes se habían ido a los puertos egipcios del mar Rojo.

Verde: Imperio sasánida de 602 a 629, Golpes: Bajo control militar sasánida.

El declive del intenso comercio hizo que Yemen tomara la exportación del café vía el puerto del mar Rojo de al-Mocha.19

Egipto bajo el mandato de los Califas bien guiados.      (oscuro) Profeta Mahoma, 622-632      (medio) Califato patriarcal, 632-661      (claro) Califato Umayyad, 661-750

Después de las Guerras Romano-Sasánidas, las áreas bajo el Imperio bizantino romano fueron capturadas por Cosroes I de la dinastía persa sasánida.20 Los árabes, comandados por Amr ibn al-As cruzaron hacia Egipto a fines de 639 o principios de 640 d. C.21 Este avance marcó el principio de la conquista musulmana de Egipto,21 así como la caída de puertos como Alejandría,22 usados para asegurar el comercio con India por el mundo grecorromano desde la dinastía Ptolemaica.23 Finalmente, los turcos otomanos conquistaron Constantinopla en el siglo XV, marcando el inicio del control turco sobre las rutas comerciales más directas entre Europa y Asia.24

Estatus actual

La reunión del Comité del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco del 27 de noviembre de 2000 en Cairns, Australia otorgó el estatus de Patrimonio de la Humanidad a la Tierra del incienso en Omán.25 Asimismo, el Comité del Patrimonio de la Humanidad, encabezado por Themba Wakashe, registró en la lista de Patrimonio de la Humanidad a las ciudades del desierto del Néguev en la ruta del incienso el 15 de julio de 2005.26

Producción de incienso en Mysore, India © mazzzur / Getty Images / iStockphoto

Camino del oro de Alaska

Camino del oro de Alaska

Es evidente que el descubrimiento de yacimientos de oro, de cualquier tipo, ha dado lugar en todas las ocasiones a la denominada “fiebre del oro”, con las consiguientes “Rutas o Caminos”, para llegar  a esos lugares y proceder a su extracción, y el posible enriquecimiento de sus buscadores. Esto ha dado lugar a múltiples de esas rutas, aquí comentaremos ligeramente sólo una de estas, por la gran difusión que tuvo en su momento.

Fiebre del oro de Klondike

Buscadores de oro ascendiendo el paso Chilkoot.

 

Fecha: 1896-99 (estampida en 1897-98)

Centro: Dawson City en la confluencia de los ríos Klondike y Yukon en Canadá

Descubrimiento: 16 de agosto de 1896 (arroyo Bonanza)

Descubridores: George Carmack y Skookum Jim

Buscadores: 100.000, de los cuales llegaron 30.000 y encontraron oro 4.000

Rutas a Klondike.

La fiebre del oro de Klondike, algunas veces denominada la fiebre del oro del Yukón o la fiebre del oro de Alaska, fue un frenesí de inmigración por fiebre del oro en pos de prospecciones auríferas a lo largo del río Klondike, cerca de Dawson City, Yukón, Canadá. Se inició después que fuera descubierto oro a finales del siglo XIX. En total, se extrajeron alrededor de 12,5 millones de onzas de oro (alrededor de 20,12 m3) del área de Klondike.1 Esta fiebre del oro duró en realidad apenas tres años en los que la ciudad más cercana al lugar, Dawson City, vió como su población pasó de 500 habitantes a más de 30.000.

Keish (Skookum Jim Mason).

En agosto de 1896, tres personas lideradas por Keish (Skookum Jim Mason), un miembro de los tagish, una de las Naciones Originarias de Canadá, se dirigió al norte bajando el curso del río Yukón desde el área de Carcross, en busca de su hermana Felisa y su esposo George Carmack. El grupo incluía a Skookum Jim, su primo, conocido como Dawson Charlie (o algunas veces Tagish Charlie) y su sobrino, Patsy Henderson. Tras reunirse con George y Kate, quienes estaban pescando salmones en la desembocadura del río Klondike, se dirigieron a Nueva Escocia. Robert Henderson, quien había estado extrayendo oro en el río indio, al sur del Klondike, le había contado a George Carmack el lugar donde estaba extrayéndolo y que no quería ningún “Siwashes” (esto es, indio) cerca de él.

El 16 de agosto de 18962 3 el grupo descubrió depósitos aluvionales de oro en el arroyo Bonanza (Rabbit), en Yukón. Si bien se desconoce quién fue verdaderamente el descubridor, Geogre Carmack recibió oficialmente el crédito por el descubrimiento aurífero debido a que el denuncio figura a su nombre.

Empieza la fiebre

Mineros esperan para registrar sus denuncios.

Las noticias se difundieron a otros campamentos mineros en el valle del río Yukón. El oro fue descubierto en el arroyo Rabbit que fue más tarde renombrado Bonanza debido a que muchas personas fueron en busca de oro. Eldorado y Hunker fueron rápidamente reclamados por los mineros que habían estado trabajando previamente en los arroyos y bancos de los ríos Fortymile y Stewart. Y allí muchos mineros dejaron a sus familias y se fueron a buscar oro.

Las noticias llegaron a los Estados Unidos en julio de 1897, en la cumbre de una serie significativa de recesiones financieras y quiebras bancarias en la década de 1890. La economía estadounidense había sido fuertemente golpeada por el Pánico de 1893 y por el Pánico de 1896 que causaron amplio desempleo. Muchos que fueron adversamente impactados por la crisis financiera estuvieron motivados a probar suerte en las reservas auríferas. Los primeros prospectistas exitosos llegaron a San Francisco (California) el 15 de julio y a Seattle el 17 de julio, estableciéndose como estampida en Klondike. En 1898, la población de Klondike había llegado a cerca de 40.000 habitantes, lo que amenazaba con causar una hambruna.

Hombres de todo tipo se dirigieron al Yukón desde lugares tan lejanos como Nueva York, el Reino Unido y Australia. Sorpresivamente, una gran proporción estaba compuesta por profesionales, tales como profesores y doctores, quienes habían renunciado a sus respetables carreras para hacer el viaje. La mayoría estaba perfectamente al tanto que la posibilidad de encontrar cantidades significativas de oro era escasa o nula, pero aun así se fueron a la aventura. Tantos como la mitad de aquellos que llegaron a Dawson City no se dispusieron a hacer ninguna prospección. Al llegar grandes cantidades de aventureros emprendedores a la región, la fiebre del oro contribuyó significativamente al desarrollo económico del Oeste de Canadá, Alaska y el Pacífico Noroeste.

Las tribus indígenas del norte de América ya conocían la existencia de oro en la región, cuando los primeros aventureros y buscadores de oro americanos llegaron a Alaska comenzaron a extenderse a lo largo de la ruta del río Yukón estableciendo acuerdos con las tribus nativas que se dedicaban principalmente a la caza y la pesca.

En 1883 el conocido experto en prospecciones Ed Schieffelin encontró varios depósitos de oro en el río Yukón, poco después, en 1886, una expedición por el río Fortymile, otro afluente del Yukón, encontró un cantidad importante de oro en el lugar y fundó Fortymile City. Se extrajeron importantes cantidades de oro y la ciudad recién creada pasó a tener más de 1.200 habitantes con teatros, escuelas y salones, sin embargo su éxito duró poco, en ese mismo año se descubrieron pequeñas cantidades de oro cerca del lugar, en el río Klondike, lo que esta vez sí desató una auténtica fiebre del oro, convirtiendo la recién creada Fortymile City en una ciudad casi fantasma en muy poco tiempo.

El 16 de agosto de 1896 el buscador de oro norteamericano George Carmack encontró pepitas de oro en un brazo del río Klondike conocido como Rabbit Creek, situado en territorio canadiense, en el límite de la frontera con Alaska y que pasó a denominarse Bonanza Creek. Rápidamente reclamó oficialmente varios tramos del río para poder extraer el oro, extendiéndose las noticias del hallazgo a otros campamentos mineros establecidos en el valle del río Yukón.

En pocos días, todo el tramo de Bonanza Creek había sido ya reclamados por los buscadores de oro, algunos empezaron a buscar en otros tramos del río encontrándose nuevas fuentes de oro más ricas que las de Bonanza Creek (que ya se conocía en esos momentos como Eldorado Creek), otros mineros vendían sus derechos de explotación de algunos tramos a nuevos aventureros que iban llegando al lugar en busca de fortuna. Las noticias de los hallazgos sin embargo no habían llegado aún a otros lugares, cuando a principios de 1897 salieron los primeros barcos con parte del oro allí encontrado, la historia de los descubrimientos se extendió y se desató la llamada Fiebre del oro de Alaska.

Entre julio de 1897 y el verano de 1898 se produjo una auténtica estampida en la que cerca de 100.000 personas intentaron llegar a a los yacimientos de oro de Klondike, lo consiguieron entre 30.000 y 40.000, entre los que se encontraban también escritores, fotógrafos y periodistas que denominaron a esta migración masiva como la Fiebre del oro de Klondike.

La difícil situación económica de Estados Unidos en la época tuvo también una influencia decisiva en este éxodo masivo en busca de oro, además los periódicos promovían este espíritu de aventura con titulares y noticias que inspiraron a muchos buscadores de oro y aventureros.

Muchos de los buscadores eran vendedores o empleados sin experiencia en la minería pero que no dudaron en dejar sus trabajos para unirse a la fiebre del oro, entre ellos destaca el caso de William D. Wood, alcalde de Seattle, que dimitió de su cargo para fundar una empresa de buscadores, o de gran parte de los conductores de tranvías también de la ciudad de Seattle que dejaron sus puestos para ir a Klondike.

Una típica operación minera aurífera en el arroyo Bonanza.

En los medios se empezó a usar el término “Klondicitis” debido a la cantidad de productos y marcas que surgieron en poco tiempo con el nombre de Klondike, también se publicaron numerosas guías sobre consejos, rutas y el equipo necesario para buscar oro en Alaska.

Llegar hasta Klondike entrañaba no pocas dificultades, se trata de una región montañosa con ríos sinuosos y muchos tramos intransitables además de unas temperaturas en invierno (de octubre a junio) que podía alcanzar los -30 °. Cuando comenzó esta migración masiva, el gobierno canadiense estableció ciertas reglas para cualquier persona que entrara en el territorio del Yukón, entre ellas, debía llevar consigo provisiones para sobrevivir un año, lo que provocó que cada viajero tuviera que cargar con cerca de una tonelada entre alimentos y herramientas, disparándose el alquiler y venta de animales de carga y de tiro.

Se establecieron varias rutas principales para llegar al lugar. Rutas por agua, partiendo desde Seattle o San Francisco viajaban por mar hasta los puertos de Alaska y desde ahí navegando el río Yukón hasta Klondike y Dawson City, era la ruta más larga con 7.600 kilómetros pero también la más cómoda para los viajeros, se la conoció como la ruta del hombre rico debido a los elevados precios de los pasajes.

Las Rutas por tierra partían en su mayoría de Dyea y Skagwa, en el sur de Alaska, desde donde los viajeros tenían que recorrer cerca de 50 kilómetros por las cadenas montañosas del Yukón en Canadá para seguir posteriormente la red fluvial hasta Klondike.

Eran rutas especialmente duras, con lagos helados, el constante peligro de avalanchas e inclinadas pendientes que tenían que sortear con el peso añadido de los suministros que llevaban. Cuando conseguían llegar al lago Bennett, la mayoría construyeron botes y balsas para recorrer río abajo los 800 kilómetros que les faltaba hasta Dawson City. Aunque no se conocen cifras exactas, se calcula que varios cientos de aventureros murieron en estas rutas terrestres. Existieron además otras rutas alternativas como la denominada ruta canadiense para los ciudadanos de Canadá que partieron desde diversos puntos del país hasta Klondike.

De entre las 30.000 y 40.000 personas que llegaron a Dawson City durante la fiebre del oro, se calcula que la mitad se convirtieron finalmente en buscadores de oro, de los cuales 4.000 acabaron encontrando oro y solo unos pocos cientos de ellos se hicieron ricos. La región contaba con numerosas vetas de oro, además de pepitas de oro en el río y el conocido como polvo de oro de los yacimientos, los buscadores encontraron también oro en diversos lugares haciendo excavaciones cada vez más alejadas del sitio original ya que en 1898 se habían registrado más de 10.000 reclamaciones de explotación.

Las excavaciones tampoco eran sencillas, mientras que cualquiera podía reclamar su terreno y ponerse a excavar, una operación minera más elaborada requería de una fuerte inversión ya que se necesitaba una gran cantidad de madera para quemar y fundir el hielo además de otros elementos como construir zanjas, presas etc… En algunos casos el esfuerzo merecía la pena, los arroyos del Klondike eran extremadamente ricos y en algunos lugares como Eldorado Creek se extrajeron cerca de 18 millones de dólares (de la época) en oro en apenas dos años.

Registrar una demanda de terreno para reclamar los derechos mineros costaba 15 dólares de la época (cerca de 400$ actuales) que daba derecho a explotar ese lugar durante un año, anualmente debían de pagar además una cuota de 100$ para mantener su derecho. Si el lugar de explotación era abandonado más de 3 días otra persona podía presentar una reclamación por el terreno. También se hizo negocio con la compra y venta de estos derechos, su valor variaba en función de si se podía demostrar que se había encontrado oro o no en ese lugar concreto. Eldorado Creek fue vendido por 350.000$ de la época, más de 280 millones de dólares actuales.

Aunque numerosas personas hicieron fortuna y las noticias atrajeron a más gente, no todos los buscadores encontraron oro en Alaska y la mayoría de ellos acabaron casi en la indigencia, vendiendo su equipo y regresando al sur a sus lugares de origen o entrando a trabajar en las explotaciones de otros.

Esta fiebre del oro de Alaska supuso un enorme crecimiento de las ciudades, asentamientos y puertos que se encontraban en las rutas a los yacimientos de oro, especialmente la ciudad de Dawson City, el centro neurálgico donde se establecieron la mayoría de buscadores. Los puertos de Dyea y Skagway se ampliaron construyéndose muelles, almacenes, salones y oficinas. Skagway pasó a tener en el verano de 1898 más de 20.000 habitantes convirtiéndose en la ciudad más grande de Alaska y también la más peligrosa ya que abundaba la bebida, las armas y la prostitución. Conocidos gángsters como Soapy Smithse se trasladaron a Skagway donde organizaron sus actividades mafiosas. Este “boom” afectó también a otras ciudades como Edmonton en Canadá que pasó de 1.200 habitantes a más de 4.000 en apenas un año o a ciudades más alejadas como San Francisco, Seattle, Portland o Vancouver. El mayor crecimiento sin duda lo experimentó Dawson City. La ciudad fue construida al principio de la fiebre del oro cuando dos hombres compraron 75 hectáreas de terreno en la confluencia de los ríos Yukón y Klondike para establecer allí una ciudad. En el invierno de 1896, poco meses después de encontrar por primera vez oro en el lugar la ciudad ya contaba con 500 habitantes. En la primavera de 1898 la población de Dawson City aumentó hasta más 30.000 personas mientras iban llegando más viajeros.

Debido a lo rápido que se tuvo que construir la ciudad, no contaba con agua corriente ni alcantarillado y muchas de las calles estaban sin pavimentar. Además, la mayoría de las casas eran de madera calentándose con estufas y con una iluminación a base de velas y lámparas de aceite lo que provocó numerosos incendios que se propagaban en muy poco tiempo. Los precios de las parcelas para construirse una casa eran muy altos, incluso los alquileres de pequeñas cabañas podían rondar los 100$ al mes (2.700 dólares). Unos precios que en realidad estaban acordes con el alto coste de la vida en Dawson City, un lugar alejado y de difícil acceso donde hacer llegar los suministros era caro y lento. Esto hizo que el precio de casi cualquier cosa se disparara, especialmente de los alimentos frescos, pudiendo en algunos momentos llegar a pagar sus habitantes hasta 3$ (81$ actuales) por un huevo o un dólar (27$ actuales) por una manzana. Diversas enfermedades como el escorbuto, la disentería o el tifus encontraron su caldo de cultivo perfecto en estas condiciones y la ciudad sufrió varias epidemias.

A pesar de todo ello, Dawson City era una ciudad en auge y donde los buscadores que habían encontrado oro querían disfrutar de su fortuna, la mayoría de ellos hombres ya que solo el 12% de sus habitantes eran mujeres y apenas había niños por la peligrosidad del viaje.

La ciudad contaba con salones que estaban abiertos las 24 horas donde se podía apostar, jugar, beber whisky o bailar, muchos de los pagos se realizaban en bolsitas de polvo de oro. A diferencia de las ciudades estadounidenses a las que afectó esta fiebre del oro, la ciudad canadiense de Dawson City apenas tuvo altercados importantes y los índices de delincuencia fueron relativamente bajos.

Como la mayoría de las fiebres del oro en la historia, la migración se produjo de forma apresurada y masiva, durando la búsqueda de oro pocos años. Ya en el verano de 1898 muchos de los buscadores de Dawson City se vieron incapaces de ganarse la vida y se volvieron a sus casas, poco a poco la fiebre del oro de Klondike dejó de aparecer en los titulares y se fue apagando. La puntilla para la ciudad fue cuando se empezó a encontrar oro poco después en otros lugares de Alaska y Canadá. En la primera semana de agosto de 1899, más de 8.000 personas dejaron Dawson City para dirigirse a probar suerte en otra parte. La fiebre del oro de Klondike se había terminado y con ella también la de Alaska que duraría poco tiempo más.

De las decenas de miles de personas que fueron en busca de oro a Klondike solo unas pocas se hicieron ricos. Se estima que cada uno de ellos se gastó un promedio de 1.000$ para llegar a la región, una cantidad total que es superior al oro extraído entre 1897 y 1901. La mayoría de los que hicieron fortuna la perdieron a los pocos años, algunos de ellos intentando probar suerte en otros yacimientos de oro. Su descubridor, George Carmack, se separó de su esposa, se volvió a casar y vivió el resto de su vida de forma próspera gracias al oro extraído esos años.

Otros de los grandes damnificados fueron los indios nativos, quienes prosperaron esos años gracias a su trabajo como guías o comerciantes pero que sufrieron el enorme impacto ambiental de la minería en los ríos y en los bosques. Su población se redujo drásticamente al terminar la fiebre del oro y fueron trasladados a una pequeña reserva.

Dawson City fue declinando lentamente, sin embargo la extracción de oro se mantiene hasta hoy en día. La ciudad pasó de los más de 30.000 habitantes en pleno apogeo de la fiebre del oro a poco más de 2.000 en 1912, actualmente cuenta con algo más de 1.300 habitantes. En el año 2005 se anunció que se habían extraído hasta la fecha 570 toneladas de oro. El puerto de Skagway también se redujo notablemente y el puerto de Dyea quedó abandonado siendo actualmente una ciudad fantasma.

Hoy en día, la fiebre del oro de Klondike forma parte fundamental de la historia y cultura de Alaska. Muchos de los lugares que fueron testigos de esta “estampida” son hoy conocidos lugares turísticos que en muchos casos han servido de inspiración para numerosas películas y novelas. A pesar de su impacto ecológico, la construcción de ferrocarriles, nuevas carreteras y ampliación de las ciudades contribuyeron notablemente al desarrollo económico de toda la región.

Fiebre del oro de California

Fiebre del oro de California

Es evidente que el descubrimiento de yacimientos de oro, de cualquier tipo, ha dado lugar en todas las ocasiones a la denominada “fiebre del oro”, con las consiguientes “Rutas o Caminos”, para llegar  a esos lugares y proceder a su extracción, y el posible enriquecimiento de sus buscadores. Esto ha dado lugar a múltiples de esas rutas, aquí comentaremos ligeramente sólo una de estas, por la gran difusión que tuvo en su momento.

«Un nuevo y magnífico clíper para San Francisco». Publicidad de viajes a California publicada en Nueva York en la década de 1850.

La fiebre del oro de California (en inglés: California gold rush) fue un fenómeno social ocurrido en Estados Unidos entre 1848 y 1855, caracterizado por la gran cantidad de inmigrantes que llegaron a las cercanías de San Francisco (California) en busca de dicho metal. Este fenómeno comenzó cerca del pueblo de Coloma, cuando se descubrió oro en Sutter’s Mill. Cuando la noticia del descubrimiento se esparció, alrededor de trescientas mil personas emigraron a California desde el resto de los Estados Unidos y de otros países.

Los primeros buscadores de oro, llamados «forty-niners»,1 viajaron a California por barco por la ruta de Cabo de Hornos o en caravanas atravesando el continente, enfrentando un viaje muy duro la mayoría de las veces. La mayoría de los inmigrantes eran estadounidenses, pero la fiebre del oro también atrajo decenas de miles de personas desde América Latina, Europa, Australia y Asia. Al principio, los buscadores de oro recogían el oro en los arroyos y lechos de los ríos usando técnicas simples como el cribado, pero más tarde desarrollaron métodos más sofisticados para la extracción del oro que fueron adoptados en todo el mundo. Algunos de estos buscadores de fortuna se hicieron millonarios, pero la mayoría se quedó con poco más de los bienes que tenía cuando la fiebre comenzó.

Los efectos de esta migración repentina fueron espectaculares. Antes de la fiebre del oro, San Francisco era una aldea diminuta, y con la fiebre la aldea llegó a ser una ciudad. Se construyeron escuelas, caminos e iglesias, y se fundaron otros pueblos. Se creó un sistema legal y de gobierno, lo cual llevó a la admisión de California como estado de la Unión en 1850. Los nuevos medios de transporte, como el barco de vapor, entraron en servicio en el estado, y se tendieron líneas de ferrocarril. También se inició el negocio de la agricultura, el segundo rubro de mayor crecimiento en California.

La fiebre del oro también tuvo otros efectos: los aborígenes de la región fueron atacados y expulsados de sus tierras tradicionales. Importante fue también el impacto ambiental que la minería produjo.

Inicios y generalidades

Campos de extracción en la Sierra Nevada, en California, y en el norte del estado.

El 24 de enero de 1848, en Sutter’s Mill, el rancho del general John Sutter, en Coloma, en las cercanías del Río Americano,2 el capataz James Marshall y sus hombres construían un molino de harina cuando encontraron pepitas de oro.3 Al saber del descubrimiento, Sutter quiso mantener la noticia en secreto, pues temía que sus planes de crear un imperio agrícola se vinieran abajo si había una inmigración en masa en busca del oro.4 Sin embargo, los rumores se esparcieron rápidamente, y el 15 de marzo siguiente el periódico The Californian publicó la noticia. El periodista que la firmaba, Samuel Brannan, inmediatamente puso una tienda de suministros para los cazafortunas que llegarían.5 Brannan corrió por las calles de San Francisco, con un frasco lleno de oro y gritando «¡….oro, oro! ¡Oro en el río Americano!».6

El 19 de agosto de 1848, el diario New York Herald fue el primer periódico en la Costa Este que anunció que se había descubierto oro en California. El 5 de diciembre de ese año, el presidente James Polk confirmó el descubrimiento en un discurso ante el Congreso de los Estados Unidos.7

Muy pronto, la «Tierra dorada de California» se vio invadida por oleadas de inmigrantes de todo el mundo, llamados posteriormente forty-niners. Tal y como Sutter temió, se encontró pronto en la ruina, pues sus trabajadores lo dejaron en pos del oro mientras sus tierras eran invadidas por ocupantes ilegales que robaron sus cosechas y ganado.8

Antes de la fiebre, San Francisco era un asentamiento diminuto. Cuando los residentes supieron del descubrimiento, se dieron prisa en dedicarse a la búsqueda de oro y San Francisco se convirtió en un pueblo fantasma,9 aunque luego resurgió con nuevos bríos. Su población creció vertiginosamente, pasando de menos de mil habitantes en 1848,10 a 25 000 dos años después.11 Como otras poblaciones similares, la infraestructura de San Francisco y de otros pueblos aledaños pronto se vio saturada por la repentina afluencia de gente. Los recién llegados tuvieron que alojarse en tiendas, precarias cabañas, o cobertizos recogidos de barcos abandonados.12

Bahía de San Francisco, en abril de 1850.

Pronto se puso de manifiesto que el sistema de transportes que llevo a toda esa gente hasta la nueva Tierra Prometida que no era precisamente el mejor. Unas veces se hacía todo el viaje en barco, sufriendo una interminable travesía de más de 30.000 kilómetros; otras se llegaba a la costa oeste mediante canoas, caballo o mulas antes de embarcarse en una nave que llevara a los aventureros hasta San Francisco. La ruta más habitual era cruzando los Estados Unidos por tierra en carretas tiradas por bueyes. Esto era así porque, en caso de surgir la necesidad de comerse al animal, el buey siempre cundía más que cualquier otro animal de tiro.

Miles de norteamericanos provenientes del este, llamados “fortyniners” (49’erns) así como inmigrantes que tenían acceso a través del mar, desde países como Hawaii, Chile, Perú, México y hasta China se volcaron hacia las minas. Muchos se convirtieron en mineros de la noche a la mañana.

Los mineros provenientes del este venían en carretas de caballos en viajes que duraban desde abril o mayo hasta septiembre, solos o en caravanas, que costaban unos $200, en momentos en que un trabajador promedio ganaba menos de $1 diario.

Otros llegaban en barcos que navegaban bordeando el Cabo de Hornos en Sudamérica hasta alcanzar el Océano Pacífico, viaje que podía durar hasta ocho meses.

Otros atravesaban el istmo centroamericano a través de Panamá u otras rutas a través de Nicaragua tratando de evadir las enfermedades tropicales que eran el peor enemigo de los viajeros por ese trayecto de aventureros, 80 por ciento de ellos provenientes del este de Estados Unidos, llegaron por tierra o en embarcaciones que eran abandonadas en la boca del río cuando los mineros iniciaban la marcha hacia las montañas para explotar las minas.

En la que fue llamada la «primera fiebre del oro de clase mundial»,13 no había un modo fácil de llegar a California. Los forty-niners se enfrentaron a condiciones muy adversas, que en ocasiones los llevaron a la muerte. Al principio, los llamados «argonautas», viajaron en barco. Un viaje marítimo desde la costa Este de los Estados Unidos llevaba de cinco a ocho meses, pues era necesario recorrer 33 000 kilómetros para rodear por el sur al continente americano.14 Una ruta alternativa consistía en atravesar el Istmo de Panamá con mulas y canoas, lo cual llevaba una semana, y, una vez en el Océano Pacífico, embarcarse en una nave que se dirigiera hacia San Francisco.15 Una tercera ruta, que era más barata y llevaba menos tiempo de recorrido, era abordar un barco en Nueva York, o cualquier otro puerto de Estados Unidos, rumbo a Veracruz o Tampico, en México, viajar por tierra hasta Guadalajara, Tepic o San Blas; y de ahí cabalgar hasta Mazatlán. Ahí los futuros gambusinos abordaban barcos que al cabo de cuatro a cinco semanas los llevaban hasta San Francisco. Al final, la mayoría de los viajeros acabaron tomando la ruta terrestre que atravesaba los Estados Unidos; en particular por la ruta de California,16 puesto que, más al sur, los territorios de Arizona y Nuevo México, incluido el río Gila, eran un obstáculo casi imposible de franquear. Cada una de estas diferentes rutas tenía sus propios riesgos mortales, desde naufragios hasta fiebres tifoideas, pasando por el cólera.17

La ciudad de San Francisco y su puerto en una fotografía de 1851.

Para satisfacer las necesidades de los recién llegados, barcos cargados con mercancías de todo el mundo llegaron en masa a la bahía de San Francisco. Llegó a haber barcos cargados de harina y trigo de Chile,18 porcelana y seda de China, y cerveza de Escocia.19

Los capitanes de las embarcaciones tenían problemas con sus tripulaciones, pues al llegar a San Francisco, los marineros desertaban para ir a los campos de oro. Esto transformó a los muelles del puerto en junglas de mástiles, por los cientos de barcos abandonados. Personas emprendedoras tomaron algunos de estos barcos abandonados, transformándolos en bodegas, tiendas, tabernas y hoteles. Hubo uno que fue transformado en cárcel.20 Muchos de estos barcos fueron posteriormente destruidos y utilizados como relleno para agrandar el área edificable en el boyante pueblo.

En pocos años, se desarrolló una importante, aunque poco conocida, comunidad de gambusinos hacia el norte de California, llegando hasta los condados de Siskiyou, Shasta y Trinity.21 Cuando se descubrieron pepitas de oro en Yreka en 1851, miles de buscadores de oro viajaron hacia el norte, por la ruta llamada Siskiyou Trail,22 a través de los condados norteños de California.23

Varios asentamientos aparecieron y desaparecieron rápidamente, como Portuguese Flat. En otro de ellos, el pueblo de Weaverville, aún funciona el templo taoísta más antiguo en California, legado de los inmigrantes chinos. No quedan muchos pueblos fantasma de la época, pero el pueblo de Shasta está bien conservado, e integra la lista de Parques Históricos del Estado de California.24

Combate entre mineros y amerindios.

También se descubrió oro en el sur de California, pero en una escala mucho menor. El primer descubrimiento fue en las montañas al norte de Los Ángeles, en 1842, cuando California era parte de México.25 Sin embargo, estos yacimientos no atrajeron mucha atención, y económicamente tuvieron consecuencias limitadas.25

La mayor parte del oro fácil de recoger ya había sido obtenida para 1850, por lo que la atención se desvió hacia la extracción del mineral en localidades más problemáticas. Los estadounidenses comenzaron a rechazar a los extranjeros, para quedarse con el poco oro que aún era fácilmente obtenible. La legislatura del estado aprobó un impuesto especial para los mineros extranjeros, de veinte dólares al mes. Además, los mineros estadounidenses comenzaron a organizarse para atacar a los extranjeros, especialmente latinoamericanos y chinos.26

Adicionalmente, las multitudes de inmigrantes estaban obligando a los aborígenes a salir de sus áreas tradicionales de caza y pesca. Para proteger sus hogares y su forma de vida, éstos comenzaron a atacar a los mineros, lo cual originó una serie de contraataques sobre los pueblos indígenas. La inferioridad en el armamento de los indígenas provocó que éstos fueran masacrados.27 Aquellos indios que escaparon a las masacres encontraron la muerte al no tener acceso a caza, pesca o recolección. El novelista y poeta Joaquin Miller refleja uno de estos ataques en su trabajo semiautobiográfico La vida con los modocs.28

Los Forty-Niners

Gambusino cribando en el río Mokelumne, California.

Los primeros que acudieron a buscar oro, ya desde la primavera de 1848, fueron los propios residentes de California: europeos, estadounidenses, «californios»29 y amerindios.30 Al principio, las noticias sobre la fiebre del oro se difundieron lentamente. Los primeros buscadores de oro que llegaron en 1848 vivían cerca de California o se habían enterado de las noticias gracias a los barcos que estaban en las rutas más rápidas que salían de California. Varios miles de ciudadanos de Oregón formaban el primer grupo de estadounidenses que llegó a California, a través de la ruta de Siskiyou.31 A continuación, llegó gente de las islas Hawái, y miles de latinoamericanos, entre los cuales había inmigrantes de Chile, México y Perú,32 tanto por tierra como por mar.33 Para finales de 1848, más de 6000 argonautas habían llegado a California.33 Solo unos pocos de ellos habían llegado por tierra.33 Algunos de estos forty-eighters34 pudieron recoger grandes cantidades de oro de forma muy rápida, a veces miles de dólares en el mismo día35 36

Hasta los gambusinos ordinarios conseguían obtener en oro de diez a quince veces el salario diario que obtendría un obrero en la Costa Este. Una persona podía trabajar durante seis meses en los campos de oro, y obtener el equivalente de seis años de salario.37

Para el inicio de 1849, la noticia de la fiebre del oro ya se había esparcido por todo el mundo, y una cantidad abrumadora de buscadores de oro y mercaderes comenzó a llegar desde, habitualmente, todos los continentes. El mayor grupo, en 1849, era de decenas de miles de estadounidenses, quienes llegaron por tierra y en algunos navíos.38 Los australianos.39 y neozelandeses se enteraron gracias a los barcos que llevaban periódicos hawaianos, y se embarcaron por miles hacia California40 Hubo forty-niners que llegaron desde América Latina, especialmente de las regiones mineras de Sonora,40 y Sinaloa, en México. Los buscadores de oro procedentes de Asia, especialmente de China41 comenzaron a llegar en 1849, al principio en pequeño número. En chino, California era llamada “Montaña de oro”. Los primeros inmigrantes provenientes de Europa, comenzaron a llegar hasta fines de 1849, principalmente desde Francia,42 acompañados de algunos alemanes, británicos e italianos.38

Se calcula que en 1849 llegaron a California alrededor de 90.000 personas, aproximadamente la mitad de ellas por mar, y la otra mitad por tierra.43 Esta cifra incluye aproximadamente entre treinta y cuarenta mil extranjeros.38 Para 1855, los buscadores de oro, comerciantes y otros inmigrantes sumaban aproximadamente 300 000 personas.44 El mayor grupo de inmigrantes seguía siendo estadounidense, pero había miles de chinos, franceses, mexicanos y otros latinoamericanos,45 seguidos de pequeños grupos de españoles y filipinos.46 También había unos cuantos mineros de origen africano, tal vez menos de cuatro mil,47 que llegaron desde el Caribe, Brasil y el sur de los Estados Unidos.48

Derechos legales

Cuando comenzó la fiebre del oro, California era, en la práctica, un lugar sin ley. El día del descubrimiento en Sutter’s Mill, California técnicamente era aún parte de México, aunque bajo ocupación militar estadounidense, como resultado de la guerra México-Estados Unidos de 1846. El Tratado de Guadalupe Hidalgo, con que finalizó la guerra el 2 de febrero de 1848, había transferido el dominio de California a los Estados Unidos. California no era un territorio formalmente organizado, y su incorporación a los Estados Unidos no fue inmediata. Temporalmente, California fue un territorio bajo control militar, sin que hubiera poderes legislativo, ejecutivo o judicial para la región.49 Los residentes actuaban sujetos a una confusa mezcla de reglas mexicanas y estadounidenses, y su juicio personal.

Los mineros excavan el lecho de un río, tras haber desviado la corriente hacia un canal preparado para ello.

El Tratado obligaba a los Estados Unidos a respetar las concesiones territoriales que habían sido hechas por el gobierno mexicano,50 pero las zonas mineras se encontraban lejos de dichas concesiones, por lo que la fiebre del oro no se vio afectada por los términos del tratado. Los campos de explotación eran técnicamente propiedad del gobierno de los Estados Unidos,51 pero en la práctica eran terrenos sin una legislación definida, y sin mecanismos para hacer valer cualquier ley sobre ellos.52

Para los forty-niners, esto fue una ventaja, porque el oro estaba «libre para ser tomado». No había propiedad privada, ni impuestos que pagar por el mismo.53 Los forty-niners elaboraron sus propios códigos, y sus propias formas de ponerlos en vigor. Se sobreentendía que cualquier gambusino podía «reclamar» tierras, pero esa reclamación solo tendría efecto en tanto que esas tierras fueran efectivamente explotadas.54 Los mineros solían reclamar las tierras, y comenzaban a explotarlas solo lo suficiente para determinar su potencial. Si la tierra se consideraba de bajo valor, como ocurrió en la mayoría de los casos, los mineros la abandonaban y proseguían la búsqueda de su fortuna. Otros mineros entonces podían llegar a reclamar para sí la tierra que ya había sido trabajada y abandonada. Esta práctica se conocía como claim-jumping.54 Las disputas eran manejadas personalmente y a veces de forma violenta; en muchas de ellas los propios gambusinos se asociaban para actuar como árbitros.51 54

Desarrollo de técnicas para la extracción de oro

La alta concentración de oro en la arena de California, ayudó a que inicialmente se necesitara una simple operación manual de muestreo y cribado en los ríos y corrientes de agua55 Sin embargo, no es posible hacer esta operación en gran escala, por lo que los mineros comenzaron a diseñar máquinas que les auxiliaran.56 a procesar grandes volúmenes de grava57

Mineros explotando un yacimiento aurífero con chorro de agua en Dutch Flat, California (c. 1857—1870).

En las operaciones más complejas, los mineros desviaban ríos enteros hacia canales construidos a lo largo del río, para después excavar en el lecho del río, ahora expuesto.58 Los cálculos de la Inspección Geológica de Estados Unidos, dicen que fueron extraídas 12 millones de onzas de oro,59 equivalentes a 370 toneladas, durante los primeros cinco años de la fiebre del oro. Esta cantidad de metal equivalía a 7,2 miles de millones de dólares, a precios de noviembre de 2006.60

En la etapa siguiente, hacia 1853, tuvieron lugar las primeras operaciones de minería hidráulica. Esta técnica se utilizó en lechos de grava que yacían en las colinas de los campos de oro.61 dirigiendo una corriente de agua de alta presión hacia los yacimientos de oro, soltando la grava que es recuperada en canales, donde el oro se sedimenta. Se estima que para mediados de la década de 1880, esta técnica sirvió para recuperar once millones de onzas de oro, equivalentes a 6,6 miles de millones de dólares, a precios de noviembre de 2006.60 Un subproducto indeseado de esta técnica, eran las grandes cantidades de grava suelta, metales y otros contaminantes, que fueron depositadas en los ríos62 Algunas áreas aún presentan las cicatrices dejadas por la minería hidráulica, ya que la vida vegetal no se desarrolla en los depósitos de grava y de tierra expuesta.63

En el molino de cuarzo en Grass Valley, se trituraba la piedra de cuarzo antes del lavado del oro.

Después de que la avalancha de inmigrantes por la fiebre del oro cesara, las operaciones para la recuperación del metal continuaron. En la etapa final para recuperar el oro suelto, se le buscaba en los lechos de los ríos y en los estuarios del Valle Central y otras áreas, como Scott Valley, en Siskiyou. A finales del siglo XIX, la tecnología del dragado era bastante económica, y se comenzó a usar para la explotación minera en California.64 resultando en la extracción de más de 20 millones de onzas, equivalentes a 12 miles de millones de dólares.60

Durante la fiebre del oro y en las décadas que la siguieron, los buscadores de oro también se dedicaron a la minería tradicional, extrayendo el oro directamente de la roca que lo contenía, típicamente cuarzo. Operaban normalmente excavando y dinamitando la roca, para seguir las vetas de cuarzo y recuperarlas.65 Una vez que estas rocas eran transportadas a la superficie, eran trituradas, y el oro se separaba usando agua corriente, o con ayuda de arsénico o mercurio.66 A la postre, la minería tradicional terminó por ser la única actividad de extracción de oro en la región.60

Ganancias

Unas de las creencias populares es que los comerciantes sacaron más ganancias de la fiebre del oro que los propios buscadores de oro. Sin embargo, la realidad es más compleja. Efectivamente, las ganancias de algunos comerciantes fueron notables. El hombre más rico en California durante los primeros años de la fiebre del oro fue Samuel Brannan, el anunciador del descubrimiento en Sutter’s Mill.67 Brannan abrió las primeras tiendas en Sacramento, Coloma y otros lugares cercanos a los campos de oro. Al comienzo de la fiebre de oro, Brannan compró todos los suministros de minería disponibles en San Francisco y los revendió con considerables ganancias.67 Pero los buscadores de oro también obtuvieron importantes beneficios. Por ejemplo, un grupo pequeño de gambusinos que trabajaba en el Río de las Plumas en 1848 en unos cuantos meses consiguió más de millón y medio de dólares en oro.68

Como promedio, los buscadores de oro tuvieron modestas ganancias, una vez deducidos los gastos. Los que llegaron más tarde ganaron muy poco, o incluso llegaron a perder dinero.69 70 De manera similar, muchos comerciantes desafortunados se habían establecido en asentamientos que desaparecieron o fueron víctimas de alguno de los muchos incendios que arrasaban los pueblos.71

Un hombre inclinándose sobre la esclusa de un canal de madera sujetado por rocas.

Otros hombres de negocios cosecharon grandes ganancias en reventas, embarques, entretenimiento, hospedaje72 y transporte73

Para 1855 las circunstancias económicas habían cambiado radicalmente. El oro ya no era tan fácil de obtener, y la única forma rentable de conseguirlo era con grandes equipos de trabajadores, ya fueran empleados o socios.74 A mediados de esa década, los dueños de las compañías mineras eran los que se enriquecían. Además, la población de California había crecido tanto, y tan rápido, que la base económica se había diversificado mucho y ya era posible obtener ganancias en los negocios convencionales.75

El destino del oro

Una vez que el oro era recuperado, el metal podía tomar varios caminos. El más inmediato era ser utilizado como moneda de trueque para comprar provisiones y pagar por el hospedaje de los mineros. Con frecuencia, el oro usado en estas transacciones acababa de ser encontrado, y había sido cuidadosamente pesado y valorado.76

A su vez, los comerciantes y vendedores utilizaban el oro para comprar provisiones a los capitanes de los barcos que llevaban mercancías a California.77 El oro dejaba California a bordo de barcos o en mulas. Un segundo destino era que los propios argonautas lo llevaran consigo al partir, cuando decidían que habían obtenido lo suficiente como para volver a casa. Se estima que unos 80 millones de dólares en oro fueron llevados a Francia de esta manera.78 Con el avance y la consolidación de la fiebre del oro, los bancos locales comenzaron a emitir notas de crédito o billetes, a cambio de oro,79 y algunas casas de moneda privadas crearon monedas de oro.80 Con la construcción de la Casa de Moneda de San Francisco en 1854, el oro se transformó en monedas oficiales de los Estados Unidos, para circulación.81 El oro también fue enviado a bancos nacionales en California, a cambio de papel moneda corriente,82

Efectos de la fiebre del oro

Efectos inmediatos

Antes de la fiebre del oro, California tenía cerca de 15 000 habitantes, sin contar a los nativos83 y la llegada de cientos de miles de inmigrantes en tan poco tiempo, tuvo consecuencias dramáticas.84

Un cartel durante la fiebre del oro en California.

Los costos humanos y ambientales del fenómeno fueron considerables. Las personas nativas de la región fueron víctimas de enfermedades, hambruna y ataques genocidas.85 La población nativa, estimada en 150 mil habitantes en 1845, disminuyó abruptamente a menos de 30 mil personas para 1870.86 Se promulgaron leyes explícitamente xenófobas, buscando alejar a los inmigrantes de China y de América Latina.87 La cuota mortal entre los inmigrantes estadounidenses también fue severa, ya que uno entre cada doce forty-niners pereció; los índices de criminalidad durante la fiebre del oro fueron extremadamente altos.88 El medio ambiente sufrió un deterioro considerable, gracias a que la grava, tierra suelta y los químicos tóxicos empleados en la minería mataron animales y deterioraron hábitats.62 63

Sin embargo, la fiebre del oro catapultó a California hacia el centro de la imaginación global, convirtiéndola en el destino de cientos de miles de personas, los cuales frecuentemente mostraron una inventiva, una autonomía y una civilidad notables. En este periodo, se fundaron pueblos y ciudades; también se convocó a una asamblea constituyente, que redactó la Constitución del estado. Se celebraron elecciones, y los representantes fueron a Washington para negociar la admisión de California como estado de la Unión.89

La agricultura en gran escala (también llamada «la segunda fiebre del oro de California»)90 comenzó también durante esta época.91 Gracias a este vertiginoso desarrollo, rápidamente florecieron iglesias, escuelas, caminos92 y organizaciones civiles.89 La población también demandaba una eficiente red de comunicaciones y conexiones políticas con el resto del país. El 9 de septiembre de 1850, California consiguió su reconocimiento como estado, convirtiéndose en el estado número 31 de la Unión.

Fuera del estado, las comunicaciones también mejoraron como consecuencia del fenómeno. El primer ferrocarril transcontinental del mundo fue inaugurado en el Istmo de Panamá en 185593 Entre Panamá y San Francisco comenzaron a navegar nuevas líneas de barcos de vapor, incluyendo los barcos de la Pacific Mail Steamship Company, desde los que los pasajeros y la carga enlazaban con el ferrocarril transcontinental. Desde Panamá zarpaban regularmente los barcos hacia la Costa Este de los Estados Unidos. En uno de estos viajes, el barco S.S. Central America se hundió frente a la costa de las Carolinas en 1857, víctima de un huracán. Se calcula que tres toneladas de oro se hundieron con el navío.94 95

El primer ferrocarril transcontinental de Estados Unidos se inauguró en 1869, pero seis años antes se abrió el tramo occidental en Sacramento. La construcción de esta línea fue financiada en parte con el oro de California.96 La línea unió al estado con el resto del país de una manera más efectiva, reduciendo el viaje que tradicionalmente llevaba varias semanas o hasta meses, a unos cuantos días.97

La fiebre del oro también estimuló varias economías en todo el mundo. Los granjeros en Chile,18 Australia y Hawái encontraron un gran mercado donde colocar sus productos, los bienes manufacturados británicos tenían gran demanda, y desde China llegó ropa e incluso casas prefabricadas.98 Los precios se elevaron rápidamente, y el oro de California estimuló la inversión y creación de empleos en otros países.99 El buscador de oro australiano Edward Hargraves percibió cierta similitud entre los terrenos californiano y australiano, y dedujo que era posible que en Australia existiera oro, en cantidades y depósitos similares. Cuando Hargraves volvió a Australia, efectivamente descubrió oro, y detonó la fiebre del oro de Australia.100

Efectos a largo plazo

Tres pepitas de oro encontradas en Tuolumne County, California. La más grande de ellas posee unas dimensiones de 2,7×0,6×0,5 centímetros.

El nombre de California quedó relacionado permanentemente al de la Fiebre del oro, y, como resultado, también se relacionó a lo que fue conocido como el “sueño californiano”. California se percibía como un lugar de nuevos comienzos y grandes oportunidades, donde el duro trabajo y un poco de suerte podían ser recompensados con enormes riquezas. El historiador H. W. Brands hizo notar que, en los años posteriores a la fiebre del oro, el sueño californiano se difundió por el resto del país, y formó parte integral del nuevo sueño americano.

El viejo sueño americano….era el sueño de los puritanos, del almanaque de Benjamin Franklin….de hombres y mujeres satisfechos con acumular una modesta riqueza poco a poco, año tras año. El nuevo sueño era un sueño de riqueza instantánea, ganada en un abrir y cerrar de ojos, gracias a la audacia y la buena suerte. [Este] sueño dorado….se convirtió en una parte prominente de la psique estadounidense sólo después [de Sutter’s Mill].101

El sueño californiano atrajo a generaciones completas de familias. Tras la fiebre del oro, las actividades de las mismas se diversificaron y convirtieron a California en un centro de liderazgo constante en diversos ramos industriales. Al principio, los granjeros eran mayoría,102 y luego lo fueron los perforadores de petróleo, los cineastas, constructores de aviones,103 y compañías punto.com, que se sucedieron en el próspero ámbito industrial de California en las décadas siguientes a la fiebre del oro.

Entre los legados de la fiebre del oro de California se encuentra el lema del estado: Eureka, que en griego significa “lo encontré”, además de que el escudo del estado consiste en una imagen alegórica de la fiebre del oro. El sobrenombre del estado es The Golden State, o “El estado dorado”.

El equipo de fútbol americano de la NFL de San Francisco, los San Francisco 49ers, y los equipos homónimos de atletismo de la Universidad Estatal de California en Long Beach, tomaron su nombre del apodo de los buscadores de oro del siglo XIX. La fiebre del oro se ha visto reflejada en la literatura, en las obras de Mark Twain, Bret Harte, Joaquin Miller y otros.

La Ruta Estatal 49 de California corre por las laderas de la Sierra Nevada, conectando varios pueblos nacidos durante la fiebre del oro.104 Esta autopista pasa cerca del Parque Histórico Estatal de Columbia, que ha conservado varios edificios de la época de la fiebre del oro con fines turísticos.

Geología

Se piensa que la alta concentración de oro en California fue el resultado de fuerzas que actuaron durante cientos de millones de años. Hace aproximadamente 400 millones de años, California yacía en el fondo del mar. Volcanes submarinos depositaron lava y minerales, incluyendo oro, en el lecho marino. Hace 200 millones de años, las placas tectónicas empujaron el lecho marino por debajo de la masa continental norteamericana.105 Conforme descendía, el lecho marino se iba fundiendo, y el magma resultante subió hacia la superficie, enfriándose mientras iba subiendo.106 Cuando este magma se solidificaba, se formaron algunas menas de oro rodeadas de cuarzo.106 107 Los minerales y rocas solidificadas resultantes emergieron en la Sierra Nevada.108 y se erosionaron, exponiendo parte del oro en la superficie. Las corrientes de agua se encargaron entonces de llevar el oro cuesta abajo, y depositarlo en lechos de grava en los arroyos109 Los forty-niners se concentraron al principio en estos depósitos.110

 

 Carretas tiradas por bueyes

   

 

 

 

 

Mineros chinos y blancos durante la Fiebre del oro de California (1852)

 

 

Operaciones de búsqueda en los ríos. En el dibujo se aprecia cómo eran los diques de contención que se hacían para desviar el agua y dejar el lecho del río al descubierto para poder excavar con más comodidad. California Harper’s Weekly Magazine

 

Ruta del Té

Ruta del Té

Antigua Ruta del Té y Caballos

Introducción a La Antigua Ruta del Té y Caballos

La Ruta del Té y del Caballo es un trayecto legendario que durante miles de años permitió el intercambio del té de Yunnan y Sichuan por los caballos del Tíbet. China es el país natal del té y dio origen a todos los métodos de cultivo, elaboración y degustación.

La ruta del té y los caballos fue una ruta comercial entre Lhasa en el Tíbet y la zona productora de té en Sichuan en China.14 Esta ruta que cruza la meseta del Tíbet, supera, en algunos pasos alturas de 5000 metros sobre el nivel del mar. La ruta, transportando té hacia Lasha y caballos en el sentido contrario, estuvo activa hasta mediados del siglo XX. El primer tramo de la ruta entre Yaan y Kangding en China, donde el té era transportado por porteadores demoraba unos 20 días. Las cargas transportadas superaban frecuentemente el peso del mismo porteador, hombres y mujeres llevaban hasta 135 kilogramos. Ancestralmente cada Kilogramo de té transportado era recompensado con un kilogramo de arroz.

En Kangding, a unos 2550 metros sobre el nivel del mar, el té era cocido y envuelto en paquetes impermeables, protegidos con piel de yak, cargados en caravanas que demoraban 3 meses en llegar a Lhasa.

Según antiguas tradiciones, la afición de los tibetanos por el té se remonta al siglo VII de nuestra era, introducido por la esposa china del monarca tibetano. El té utilizado en el Tíbet es la variedad más rústica de la planta del té. En efecto los bloques de té enviados se preparan, hasta nuestros días, con los tallos, las ramas y las hojas más grandes, lo que lo hace más amargo.

A partir del siglo XVIII los ladrillos de té se convirtieron en moneda de cambio, en el siglo XII el comercio alcanzaba anualmente millones de kilos para cambiarlos por unos 25.000 caballos para el ejército chino.

Discurre a través de las peligrosas colinas y ríos de la cordillera de Hengduan, en las tierras salvajes y los bosques a través de “el techo del mundo”. Se trata de uno de los caminos más peligrosos en este planeta. Durante miles de años, numerosas caravanas han estado viajando silenciosamente por ella. En el camino, todavía se pueden ver claramente los orificios de 70 cm de profundidad en las placas de piedra marcadas con los cascos de los caballos. Y parece que tienen muchas historias para contar. Los altares de Mhanee que se encuentran en la carretera están grabados con diferentes tipos de escrituras religiosas y lemas. Esta, la antigua ruta del té y caballos, es una de las carreteras más altas, más escarpadas y más antiguas del mundo.

Representación escultórica de la Ruta del Té y del Caballo en la ciudad de Kunming a modo de homenaje a esa antigua vía comercial.

El comercio entre el té y el caballo

El comercio del té y de los caballos ha sido desde antiguo un rasgo común entre los chinos han y los tibetanos, el cual comenzó aproximadamente durante la dinastía Han (206 a.C.-220 d.C.), cuando el famoso navegante y diplomático Zhang Qian (张骞) viajó a Asia Occidental y vio en el país de Daxia (actual Irán) cañas de bambú y telas chinas que habían llegado no a través de la Ruta de la Seda, sino a través de la Ruta del Té y del Caballo. Este itinerario alcanzó su apogeo durante la dinastía Tang y se consolidó durante la dinastía Song (960-1279), momento en el cual se estableció una organización especial para tramitar este comercio. En la dinastía Ming (1368-1644) se continuó con la gestión de la dinastía Song y se estableció el llamado Departamento del té y del caballo. La razón por la que todas las dinastías prestaron tanta atención a dicho comercio radica en el deseo de mantener la prosperidad y la estabilidad en la zona fronteriza del sudoeste chino.

La antigua ruta del té y caballos es un pasaje formado por el comercio de té y caballos en la antigua China entre la tierra interior y remotas zonas de nómadas. El comercio de Te y caballos era una actividad de intercambiar el “té” de la zona central con los “caballos” de la zona de las minorías. Como un medio importante para el intercambio económico entre las regiones de Han y regiones de las minorías, jugó un papel importante para la comunicación entre los diferentes grupos étnicos, tanto económico como cultural. “La antigua ruta de té y caballos ” es un camino posterior formado por el comercio del té y caballos en el pasado entre el noroeste de Yunnan y sureste de Tíbet. A lo largo de este viejo camino, se encuentran los mejores paisajes naturales y lugares culturales de China. El desarrollo adecuado hará que el camino se convierta en una de las mejores zonas del mundo para viajar. El desarrollo turístico de la antigua ruta de té y caballos ha sido incluido en un proyecto de China “el plan de quince años para el turismo” como parte de las estrategias regionales asociadas.

En los viejos tiempos, el pequeño pasillo entre el Tíbet y el mundo exterior estuvo sellado por largo tiempo.

En el siglo séptimo, Tubo surgió en la meseta Qinghai-Tíbet. Ellos construyeron un puente de hierro en el río Jinsha entre Yunnan y Tíbet para comunicar directamente con China y Myanmar.

En el siglo séptimo, Tubo surgió en la meseta Qinghai-Tíbet. Ellos construyeron un puente de hierro en el río Jinsha entre Yunnan y Tíbet para comunicar directamente con China y Myanmar.

En la dinastía Song, debido a que el gobierno había perdido todas las fronteras y era imposible de comerciar, el mercado principal para el comercio del té y caballo se trasladó al suroeste de China.

En la dinastía Yuan, el gobierno pedirá la construcción de carreteras, postas y puestos de correos.

En la dinastía Ming, el gobierno continuó con la construcción de carreteras.

En la dinastía Qing, en la organización posterior del Tíbet fue renombrado como “Tang”. La gestión de estaciones fue mejorada y completada.

Al final de la dinastía Qing y el comienzo del nuevo régimen de la República, muchos comerciantes de té escaparon de este lugar.

Hasta el final de la 2 a Guerra Mundial, la antigua ruta de té y caballos se había convertido en la principal ruta comercial internacional del área suroeste.

La antigua ruta del té y caballos cuenta con tres rutas principales: la meseta Qinghai-Tíbet (Carretera antigua Tangzhu), Yunnan-Tíbet, el Tíbet y Sichuan.

La ruta de Yunnan-Tíbet se construyó durante la dinastía Tang. Es lo que usamos principalmente en hoy día: a partir de Xishuangbanner en su borde extremo sur, todo el camino hacia el norte a través de Pu’er, Dalí Shaxi en Jianchuan, Lijiang, y luego a Nyingchi, finalmente llegó a Lhasa.

Después de 1957, el gobierno chino construyó el camino Yunnan-Tíbet y Zhong-Xiang de forma motorizada. Muchos materiales y materias primas fueron transportados al Tíbet. Eso terminó con las formas obsoletas de llevar las cargas por el hombre y los caballos en la antigua ruta de té y caballos.

La ruta de Sichuan-Tíbet comenzó en Ya’an, atravesaron Luding y Kangding en la región de Chamdo en el Tíbet y, a continuación, Lhasa…

Cultura de la Antigua Ruta del Té y Caballos

La antigua ruta del té y caballos es un importante camino para el turismo natural y cultural. Maravillas de la naturaleza, patrimonios de la civilización, las antiguas costumbres de las étnicas y un sinfín de historias románticas que se extienden a lo largo del camino. Se trata de un sedimento de la historia que abarca las actividades y la vida de la gente de este lugar durante miles de años.

La antigua ruta del té y caballos cruza Sichuan, Yunnan, Gansu, Qinghai y el Tíbet. En esta zona viven muchos grupos étnicos, es un lugar lleno de historias, comedias y tragedias. Es un tesoro cultural de siglos de antigüedad.

El desarrollo turístico de la antigua ruta de té y caballos es muy rápido. Principalmente se enfoca en la construcción de infraestructura, tales como instalaciones de transporte, hoteles, alimentación y alojamiento, electricidad y suministro de agua, y finalmente la seguridad. Mientras tanto, también supone muchos esfuerzos externos en el desarrollo de productos turísticos con el fin de impulsar el crecimiento de otras industrias y para activar la economía de Chamdo.

Atracciones en La Antigua Ruta del Té y Caballos

La antigua ruta del té y caballos se ubica en la vasta zona del oeste de China, a lo largo de esta ruta, hay diversos recursos turísticos, que incluyen la variedad de estilos de vida, la cultura de los grupos étnicos, los espléndidos monumentos imperiales y las huellas religiosas. Siguiendo un orden desde el sur al norte se encuentran:

Xishuangbanna |Tengchong| Dali | Lijiang | Shangrila(Diqing)

En la encrucijada del suroeste de China donde se unen las provincias de Yunnan y Sichuan y la Región Autónoma del Tíbet se encuentran numerosas montañas y valles con una abundante vegetación. Allí era donde serpenteaba un misterioso sendero, el de mayor nivel sobre el mar y conocido como la Ruta del Té y del Caballo (茶马古道). Se originó a partir del comercio de té y caballos con los países fronterizos, además de otros productos variados. Este recorrido puede competir en importancia con la Ruta de la Seda (丝绸之路), sólo que no se hizo tan famosa como ella.

Ambas rutas supusieron eslabones y puentes decisivos en la permuta comercial y de todo tipo entre China, el Sudeste Asiático, Asia Meridional, Asia Occidental y Europa. Además, y sin quererlo expresamente, sirvieron también para el intercambio cultural y para difundir la amistad entre los diversos pueblos.

Itinerario de la antigua ruta

La antigua Ruta del Té y del Caballo cuenta con dos principales itinerarios de acuerdo con los distintos lugares de partida: uno es el trayecto Yunnan-Tíbet, mientras que el otro es el de Sichuan-Tíbet —además existía otro itinerario desde Shanghái hasta el Tíbet durante la dinastía Tang (618-907)—. El primero parte de la ciudad de Xishuangbanna, lugar de origen del té Pu’er, hacia el norte y pasa por Simao, Honghe y Kunming para luego girar hacia el oeste, atravesando lugares como Chuxiong, Dali, Lijiang, Shangri-la y Chengdu, ya en la provincia de Sichuan. Mientras, el segundo parte de la ciudad de Ya’an, hacia el oeste pasando por lugares como Batang y finalizando también en Chengdu, siendo este el punto de encuentro de los dos itinerarios. La antigua ruta continúa desde aquí hacia el oeste para dirigirse directamente a Lhasa, la capital de Tíbet, desde ahí atraviesa diversas fronteras y llega a Nepal, India, Myanmar y Tailandia, para dispersarse a países del Asia Occidental y Europa. El itinerario Yunnan-Tíbet tiene una longitud superior a los 3.800 kilómetros, mientras que el de Sichuan-Tíbet recorre unos 3.100 kilómetros.

Los porteadores se encargaban de transportar en sus espaldas las hojas de té en fardos de bambú hasta los confines de China.

Estas dos principales rutas están repletas de otros senderos, grandes o pequeños, que se unen estrechamente en la encrucijada de Yunnan, Tíbet y Sichuan, de manera que es difícil de fijar el punto exacto de partida y el final, es decir, es imposible encontrar las ubicaciones exactas de ambos extremos de la ruta. Se inicia en una zona indeterminada de bastante tamaño y termina en otro sitio todavía más grande e incierto.

Durante los primeros años de la dinastía Song, se compraron caballos con monedas de cobre, pero los pastores las fundieron para hacer armas, lo cual provocó una gran inquietud en la corte. Posteriormente, se prohibió comprar caballos con monedas, por lo que fueron sustituidas por telas, té, hierbas medicales, etc. Debido al entorno geográfico y a la costumbre de ingerir alimentos con alto contenido calórico, como el zanba (1), y productos lácteos procedentes de yak, carne de ternera y cordero, y a la falta de verduras, los tibetanos necesitaban el té para descomponer las grasas, desintoxicarse y mejorar la digestión. Por eso, los tibetanos inventaron y desarrollaron el hábito de beber el té con mantequilla salada de yak. Sin embargo, en las aéreas tibetanas no se producía té y se veían obligados a transportarlo desde las llanuras centrales de China, donde en la antigüedad usaban los caballos importados de Yunnan, Tíbet y Sichuan. Por eso, a la vez que se desarrolló el intercambio de té, floreció también el comercio de caballos entre esas zonas y el interior del país.

Caravana legendaria

Cuando hablamos de caravanas nos referimos a las recuas que transportaban mercancías en la antigua Ruta del Té y del Caballo. Utilizando un símil, si decimos que la ruta es un disco de vinilo con los surcos en la tierra suroeste de China, las huellas incesantes de los caballos y las caravanas serían la aguja del tocadiscos que reproduce esa canción embriagadora.

La caravana, como vehículo, es un tipo de transporte muy utilizado en el suroeste de China, sobre todo en la antigua Ruta del Té y del Caballo. Frente al dificultoso y peligroso entorno natural y a su forma de existencia, la caravana se fue forjando gradualmente su propia cultura y costumbres. Entre las empresas comerciales y las caravanas de diversa procedencia, así como entre los propios miembros de una misma caravana se establecieron y formaron relaciones de cooperación y asistencia mutua.

La primordial forma organizativa de una caravana era la familia y el nexo de unión con otras caravanas era el mismo itinerario y el tipo de mercancía que se transportaba. Cada caravana recibía el nombre de (把) y un solo capataz podía hacerse cargo de un máximo de doce caballos, lo que le hacía parecer como un ejército bien entrenado y organizado. El líder de la caravana y sus ayudantes tenían cada uno su propio trabajo que se estipulaba al amanecer antes de cada salida.

Generalmente, desde Xishuangbanna hasta Lhasa se necesitaban unos 180 días, pero si se viajaba a la India el trayecto podía llevarles hasta un año solo la ida. Día tras día, año tras año, caravana tras caravana, generación tras generación, la ruta se llenaba de comerciantes cuya existencia dependía de ella misma. Como los vaqueros del lejano Oeste americano, eran héroes montados a caballo, exploradores de nuevas rutas, aventureros, comerciantes y agremiados individuales o en grupo. A la vez que protagonizaban leyendas personales, forjaban el desarrollo del suroeste chino. Aunque lo que transportaban era principalmente té y caballos, lo que difundían era cultura y sentimientos espirituales.

Hoy en día, en la antigua Ruta del Té y del Caballo, ya no se ven las caravanas ni se escucha las melodiosas campanillas de los caballos, sin embargo, las huellas de los antepasados, junto con las interminables leyendas e historias que generó, permanecen todavía vivas en la memoria de la gente.

El té de Yunnan es recolectado directamente de los arbustos por las mujeres de las diversas minorías étnicas.

La cuna del té

China es el país natal del té y la provincia de Yunnan es el lugar de origen de esa infusión con carácter ya internacional.

Esta provincia se ha visto, desde siempre, favorecida por su exuberante naturaleza al estar encarada hacia el trópico de Cáncer, al contrario de otras zonas del globo situadas en la misma latitud que son desérticas, pues goza de selvas tropicales. El arbusto de té más antiguo del mundo crece en esta tierra mágica, mientras que todos los métodos y costumbres de cultivo, la elaboración y la degustación del té son originarios de China. Ya en la dinastía Tang, el poeta Lu Yu (陆羽, 733-804) escribió el manual Chájīng (茶经, La Obra Clásica del Té). Fue la primera vez que se registró detalladamente su origen, plantación, elaboración y la forma de beberlo.

Alrededor de los siglos XVI-XVII, el té de la provincia de Yunnan llegó hasta Guangzhou llevado por las caravanas, desde donde los barcos de La Compañía Británica de las Indias Orientales lo difundieron por toda Asia, Europa y Norteamérica. En aquel entonces, los ingleses pagaron a los comerciantes chinos con plata y China siempre mantuvo una balanza comercial favorable entre China y el Reino Unido. Más tarde, a La Compañía Británica de las Indias Orientales se le ocurrió cambiar el té chino por opio, lo que acabó causando el estallido de las dos Guerras del Opio (鸦片战争, 1839-1842 y 1856-1860). En ese momento, la India era colonia del Reino Unido, por lo que en la década de los años 30 del siglo XIX los británicos aprovecharon las características orográficas de ese país para cultivar té ahí. Para ello, visitaron las plantaciones de China y aprendieron las técnicas de cultivo y elaboración, introduciendo las semillas de las variedades que más se aclimataron a las características de la India.

Saqueo de la residencia Yuanmingyuan (antiguo Palacio de Verano de Beijing) por las fuerzas anglo-francesas en 1860 durante la Segunda Guerra del Opio (1856-1860).

De hecho, el té chino influyó también en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos (1775-1783), pues el que bebían los norteamericanos era importado por la Compañía Británica de las Indias Orientales desde China. En 1773, los ingleses anunciaron la subida de los impuestos al té que se exportaba a Estados Unidos, lo que provocó la ira de los colonos americanos. En Boston, la gente subió a los barcos de dicha compañía y vertió 324 cajas de té al mar. Este acto fue conocido como el famoso Motín del té (Boston Tea Party) que provocó dos años más tarde la Guerra de Independencia de los Estados Unidos que duró hasta 1783, finalizando con la rendición de los británicos en la batalla de Yorktown y la firma del Tratado de País, alumbrando una nueva nación: los Estados Unidos de América.

En protesta del Acta del Té, que gravaba la importación del té chino, los colonos americanos lanzaron al mar todo un cargamento en Boston. Era el 26 de diciembre de 1773 y se convirtió en el precedente de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos (1775-1783).

Los antiguos residentes de Yunnan cultivaban el té para saciar la sed tras utilizar sus hojas como infusión, lo que hizo separar por primera vez la comida de la bebida, un gran paso en la dieta de los seres humanos. Quizá por esta razón, el famoso erudito y sinólogo británico Joseph Needham (1900-1995) dijo en una ocasión que el té “es la quinta contribución china al mundo después de la pólvora, el papel, la imprenta y la brújula”. Hoy en día, hay más de 50 países en todo el mundo que cultivan los arbustos de té y cerca de cien países que importan el té desde China. Así, el té ocupa en la actualidad un puesto muy importante entre las tres bebidas más saludables del mundo.

En China, tanto la gente de clase alta como los emperadores, eruditos o de clase baja como los plebeyos o los pescadores, todos consideran que tomar el té es un gran placer. Existe un refrán que dice: “los siete productos más importantes en una familia son la leña, el arroz, el aceite, la sal, la salsa de soja, el vinagre y el té”. Podemos ver, pues, que el té juega un papel muy importante en la vida cotidiana de los chinos. Señalar que el té que se transportaba por la antigua Ruta del Té y del Caballo era el pŭ’ěr (普洱茶), cultivado en la provincia de Yunnan, cuyas propiedades sobre la salud humana son bien conocidas.

Nota: (1). El zānba (糌粑) es harina de la cebada qingke (青稞) tostada, alimento básico de la nacionalidad china zang o tibetana.

Porteadores

Cuando el té valía más que la porcelana o la seda, porteadores y bestias de carga se deslomaban para salvar el puerto tibetano de Zar Gama, a 4.600 metros, a lo largo de la Ruta del Té y los Caballos. Hoy los viajeros la recorren en coche o camioneta.

En 1946 los porteadores seguían acarreando 135 kilos de fardos de té con destino al Tibet. Parando cada pocos metros para apoyar la carga en la muleta, tardaban tres semanas en cubrir los 225 kilómetros que separan Yaan de Kangding. Más tarde se usarían animales de carga.

El té viaja a la antigua usanza, a pie, con este nómada que carga con dos grandes fardos, comprados en la ciudad mercado de Ganze, en Sichuan, hasta su campamento. Cada paquete contiene cuatro «ladrillos», más de nueve kilos de té. Dado el elevado consumo de té por parte de los tibetanos, hasta 40 tazas al día, este cargamento llega para apenas un mes.

 

Monasterio de Ganze,

En el monasterio de Ganze, cada mañana se preparan y sirven 370 tazas de té.

El paso de Tro

La carretera entre Sichuan y el Tibet, siguiendo el trazado de la antigua Ruta del Té y los Caballos, asciende por el paso de Tro, alcanzando una altitud de casi 5.400 metros.

 

Historia del té

Camellia sinensis

El té es la segunda bebida más consumida en el mundo después del agua. En la actualidad se cultiva en más de 40 países pero procede originariamente de China. La planta Camellia Sinensis se da en zonas húmedas y cálidas y se obtienen calidades aceptables en diferentes altitudes, lo que cambia las características y propiedades dando la gran variedad de tés existente hoy en día.

 Plantación de té

La planta puede llegar a medir de 10 a 15 metros de altura, pero en las plantaciones se deja crecer sólo hasta 1,2 metros para mayor comodidad en la recolección. Tarda 3 años en madurar y pueden durar hasta 40 años las más longevas. Tienen una floración anual (primavera) y la flor se usa para aromatizar.

Shen-Nung

La bebida es originaria de China en torno a 3000 aC. Por entonces se utilizaba como remedio medicinal. La leyenda cuenta que el emperador Shen-Nung alentaba a sus gentes a hervir el agua como medida de prevención ante enfermedades. Estando en el campo cobijado bajo un árbol de té, unas hojas del árbol cayeron sobre su agua caliente y empezaron a colorear el agua en un tono cobrizo. Dícese que después de beberlo se sintió reconfortado por lo que pronto hizo crear plantaciones para consumir la fantástica bebida. Existen otras historias, pero lo importante es saber que hace 5000 años se empezó a cosechar y consumir esta bebida. Se puede decir que el té es el medicamento más extendido del mundo. “Mejor tres días sin comida que uno sin té” dice un proverbio chino.

Pero no fue hasta el sigo VI aC cuando empezó a distribuirse por toda la región de china en las famosas rutas de té. Entre ellas, la más conocida, la ruta del té y caballos. Fue una ruta comercial entre Lhasa en el Tíbet y la zona productora de té, Sichuan, en China. Esta ruta que cruza la meseta del Tíbet transportaba té hacia Lhasa y volvían caballos a Sichaun que introducían en el ejercito Chino. Durante el camino, el té se procesaba (era cocido y envuelto en paquetes impermeables) para que aguantara la larga ruta que podía durar más de tres meses.

Ruta del té y caballos

En el siglo IX, un monje budista llevó el té a Japón y allí también le aplicaron propiedades curativas. Posteriormente su consumo se asociaba a la cultura y era común preparar y beber té en diferentes actos y ceremonias.

A principios del siglo XVII, durante la dinastía Ming, China era una civilización próspera y avanzada tecnológica y culturalmente. Cuando llegaron los europeos (portugueses y holandeses) empezó a crearse comercio entre ambas partes del mundo. Los chinos sólo querían oro y plata de los europeos, y a cambio, uno de los productos estrella que ofrecieron fue el té. Fue por entonces cuando se empezó a oxidar las hojas de té con el fin de conservarlo mejor en el tiempo. Este fue el nacimiento de lo que hoy conocemos como té negro. Anteriormente, en la región de Yunnan existía el té Pu Erh (ruta del té y caballos), que consiste en otra elaboración para conservar el té en el tiempo. Se humedece después de secar y se prensa en forma de  tortas circulares, nidos o ladrillos. Posteriormente se envuelve en papel de arroz. La característica de este té es que mejora la calidad con el tiempo y se pueden tener tés de cosechas de hace 50 años. Es el único té con denominación de origen.

Al principio no tuvo mucho éxito, pero cuando en holanda empieza a consumirse de forma más generalizada se exporta a países como Francia. Muestra de ello las cartas escritas por Madame Sévigné donde cuenta cómo está enamorada de esta bebida. Por otro lado, también se introdujo el té en Rusia por un regalo al zar Alexis de los mongoles. Los rusos aumaron el té en las largas caravanas por las que se transportaba en las rutas siberianas, variedad aún vendida y conocida como Russian Caravan.

Catalina de Braganza

En Inglaterra la primera aparición documentada del té ocurrió en 1658. Pero fue 1662 el año clave para su reconocimiento cuando el rey Carlos II de Inglaterra tomó por esposa a la portuguesa Catalina de Braganza. La nueva reina era consumidora habitual de té y trajo en su dote una caja de té de China el cual utilizaba para recibir a sus invitados en los eventos de la corte, lo que hizo que su consumo se extendiera entre las clases altas del país. Pocos años después su consumo era tan extendido que empezó a competir con la cerveza y la ginebra como bebida más consumida entre los habitantes.

 Cutty Shark

El principio del siglo 18 fueron los años donde se extendió de manera general por el resto de Europa. Más tarde en el siglo 19 se empieza a plantar té en la India y Ceylan para cubrir la demanda de té en Europa. Hasta entonces la planta no crecía fuera de China salvo en la región de Assam. Fueron los ingleses quienes sacaron la planta a la India y se aplicaron técnicas para abaratar el precio. A su vez se utilizaron barcos del estilo Clipper americano, como el Cutty Shark, veleros rápidos que hacían llegar el té antes a Europa desde Asia.

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