Antigüedad
Monolito de Pokotia
El Monolito de Pokotia es una estatua de carácter Tihuanacoide que se encontró en 1960 cerca a Pokotia a 2 km de Tiwanaku, Bolivia.
Ubicación
Actualmente el monolito esta ubicado en el Museo de metales preciosos en la calle Jaén, en La Paz.
Estudios efectuados
Los investigadores Bernardo Biados y Freddy Arce han estudiado las inscripciones que se encuentran en la parte frontal y en la parte dorsal del monolito. Las inscripciones fueron interpretadas por el epigrafista estadounidense Clide Winters como escritura pictográfica proto-sumeriana.
Interpretaciones
Las declaraciones de Clide Winters han causado varias polémicas en el mundo arqueológico. En particular algunos arqueólogos tradicionales han declarado que fue imposible por los Sumerios viajar hasta la actual Bolivia.
El monolito de Pokotia es una estatua de piedra antropomorfa, de unos 170 cm de altura, que fue descubierta alrededor de 1960 en el sitio de Pokotia, a 2 kilómetros aproximadamente de la ciudad de piedra de Tiahuanaco.
En el 2002, los investigadores Bernardo Biados, Freddy Arce, Javier Escalante, César Calisaya, Leocadio Ticlla, Alberto Vásquez, Álvaro Fernholz, Omar Sadud, Paulo Batuani y Rodrigo Velasco, analizaron el monolito, el cual se encontraba en el Museo de metales preciosos de La Paz, y se dieron cuenta de que contiene inscripciones no sólo en la parte frontal, sino también en la dorsal.
Lamentablemente, no fue posible regresar al lugar exacto donde el monolito fue encontrado, ya que eso habría permitido efectuar un serio estudio estratigráfico. En todo caso, del análisis de la estatua se puede afirmar que ésta pertenece a un período anterior a la civilización Tiwanaku clásica. En mi opinión, el monolito de Pokotia pudo haber sido tallado en una época antecedente al florecimiento de la civilización Pukara.
Según la lingüística oficial, el término Pukara viene del quechua y significa fortaleza o lugar estratégico de donde se puede supervisar un valle o la confluencia de dos ríos.
La civilización Pukara tenía su centro en la ciudadela fortificada que se encuentra a 61 kilómetros al norte de Juliaca, en el departamento de Puno. Sin embargo, el término Pukara es tan común en los valles al norte del lago Titicaca (el sitio de Poquera y también los petroglifos de Pusharo, situados mucho más lejos, en el río Palotoa, en el Madre de Dios), que lleva, en mi opinión, a descubrir el origen de la civilización Pukara en la Amazonía.
Probablemente, algunos indígenas de origen arawak se dirigieron hacia la sierra alrededor del VI milenio antes de Cristo, con el fin de intercambiar sus productos. Algunos de ellos se detuvieron en el altiplano y, mezclándose con los nativos de origen Colla, dieron inicio a las culturas Chiripa y Qaluyo (lo prueban también los petroglifos de Quiaca, muy similares a los de Pusharo), y sucesivamente a la civilización Pukara.
El lugar donde fue hallado el monolito de Pokotia fue reconocido por algunos investigadores como un lugar sagrado o un oráculo.
Según el estudioso Clyde A. Winters, en el monolito de Pokotia hay varias inscripciones (de origen proto-sumerio), pero las más importantes están debajo de las manos (que están apoyadas en los muslos) y en la parte dorsal (en la espalda de la estatua). Esta es la traducción de las inscripciones que se encuentran en la parte frontal, según Clyde A. Winters:
Divulguen a toda la humanidad la apertura del oráculo de Putaki. Se proclama que la estirpe de Putaki será estimada en el tiempo. Actúa justamente, de modo que el oráculo pueda divulgar la sabiduría. Aprecia el culto. Todos deben dar testimonio de la voluntad divina. El adivino interpretará la guía del oráculo, con el fin de anunciar las reglas que regirán a la humanidad. Los ciudadanos darán testimonio a favor del ser humano, que difundirá sabiduría y será ejemplo de carácter fuerte.
En la parte frontal izquierda de la estatua hay otra inscripción que se interpreta así:
El chamán proclama la inmensa importancia de este lugar, el poder de la divinidad, con el fin de entregar la sabiduría al hombre.
Luego hay dos incisiones adicionales en la misma parte frontal:
Oh, gran Putaki, hombre sabio y progenitor de muchas gentes.
Jura dar testimonio de carácter y sabiduría. Da testimonio del poder de la divinidad, con el fin de reforzar tu carácter.
En la mano del monolito estaría escrito, todavía según Winters:
El oráculo de Putaki conduce al hombre a la verdad. Este oráculo precioso hará germinar la estima, ahora testimonia su fuga.
En lo que respecta a la parte dorsal del monolito, hay varias interpretaciones. Según Clyde A. Winters, esta sería la traducción:
La norma ideal es el oráculo. Este oráculo lleva al conocimiento de la voluntad divina. Distribuye a toda la humanidad la voluntad divina. Entiende el sentido de la voz perfecta. El oráculo esparcirá serenidad. Escuchen el oráculo, llamen al adivino. El adivino habla sabiamente. La voluntad divina será visible y destellante, saliendo de la boca del oráculo. Escuchen al adivino, escuchen el oráculo para poder adquirir sabiduría y carácter. Escuchen el oráculo para difundir la voluntad divina, siguiendo el Bien legítimo y justo. Invoca el alimento puro para el oráculo. Oh, oráculo, eres el testimonio de la pureza. Difundirás serenidad y sabiduría. El oráculo de Putaki es padre de la sabiduría y beneficio para todos. Se volverá un testimonio visible de la sabiduría y de la voluntad divina. Difundirás la voluntad divina y serás testimonio de su poder.
Según Winters, por tanto, el monolito de Pokotia era un oráculo de nombre Putaki.
Las inscripciones que hay allí grabadas estarían en proto-sumerio pictográfico, aunque no cuneiforme como en la Fuente Magna. Los autores de las inscripciones del monolito de Pokotia serían entonces los mismos que hicieron las incisiones de la Fuente Magna, en un período comprendido entre el 3000 y el 2000 a.C. Winter también sugiere que el proto-sumerio derivaría, junto al proto-dravídico y al proto-mandé, de pueblos que vivieron en el Sahara antes del diluvio.
Hay también otra traducción de las inscripciones dorsales del monolito de Pokotia. Es una interpretación del quellca pictográfico, el antiguo idioma del altiplano andino, hablado quizás por un restringido círculo de sacerdotes en la cultura Pukara o en la Tiahuanaco clásica.
Según esta interpretación, que se basa incluso en cálculos arqueo-astronómicos, las inscripciones situadas en el dorso del monolito significarían:
En el tiempo en que Manco Capac y Mama Ocllo salieron de las aguas del lago Titicaca, apareció en el cielo una nueva estrella justo al lado de la Cruz del Sur. Sucesivamente, la estrella se hizo más pequeña y luego desapareció del cielo. Se veía sobre los montes en el horizonte entre dos montañas y comenzó a brillar el tercer día del cuarto mes.
Según esta interpretación, por lo tanto, la parte dorsal del monolito relataría la explosión de una supernova, justo cuando la célebre leyenda de Manco Capac y Mama Ocllo contaba que ellos salieron, o bien, “nacieron” del lago Titicaca. Después de haber analizado tanto la Fuente Magna como el monolito de Pokotia, estoy cierto afirmar que los dos hallazgos son auténticos y que ambos contienen inscripciones proto-sumerias y quellcas. Como ya señalé en mi artículo sobre la Fuente Magna, concuerdo totalmente con la tesis de Bernardo Biados, según la cual los sumerios circunnavegaron África ya a partir del 3000 a.C. El hecho de que, una vez que llegaran a Cabo Verde, se enfrentaran a vientos contrarios, hizo que se dirigieran y se adentraran en el océano en busca de vientos favorables (la misma ruta fue recorrida siglos más tarde por los fenicios, los cartagineses y los portugueses).
Fue así como, accidentalmente, los navegantes sumerios se encontraron en las costas de Brasil, probablemente en los actuales estados del Piauí o Marañao. Como estaban en busca de metales, se dirigieron al interior del continente y, navegando a lo largo del río Madeira y del Beni, llegaron al altiplano andino, lugar que, además de ser rico en metales, es considerado sagrado desde tiempos arcaicos, por la existencia misma del lago Titicaca, el más alto del mundo.
Algunos sumerios permanecieron en el altiplano andino y se mezclaron con las etnias Colla y Arawak, mientras que otros regresaron a su patria.
Es interesante ver las similitudes, sobre todo en las consonantes, de los siguientes términos:
Pusharo (PSR), Pukara (PKR), Pokotia (PKT), Putaki (PTK). Por consiguiente, es posible que el origen de la civilización Pukara y, sucesivamente, del sitio de Pokotia (con el oráculo de Putaki), sea la selva amazónica, con los enigmáticos petroglifos de Pusharo, que, en mi opinión, indican un lugar estratégico utilizado por pueblos de la selva durante su largo recorrido hacia la sierra.
Si se aprueban ulteriores excavaciones en Tiwanaku y en Pokotia, con el propósito de escudriñar qué hay en una profundidad de unos 30 metros, podrían descubrirse importantes yacimientos proto-Pukara y quizás también otros antiguos rastros de la presencia de los sumerios en el Nuevo Mundo.
Mortero de Table Mountain
El 2 de agosto de 1890, J.H. Neale firmó la siguiente declaración acerca de los descubrimientos realizados por él: “En 1877 Sr JH Neale fue superintendente de la Empresa Montezuma túnel, y opero en el túnel Montezuma en el que perforaron la grava de lava de Table Mountain, en el Condado de Tuolumne … A una distancia de entre 1400 y 1500 pies de la boca del túnel, o de entre 200 y 300 pies más allá del borde de la lava sólida, Sr Neale vio varias puntas de lanza, algunas de roca oscura y casi un pie de longitud. El estudio de estos nuevos hallazgos, arrojo que él mismo encontró también un pequeño mortero de tres o cuatro pulgadas de diámetro y de forma irregular. Este fue descubierto a un pie o dos de distancia de los de la lanza. A continuación, encontró también una gran punta de lanza-“. Neale continua su declaración jurada: “Todas estas reliquias se encontraron… Cerca de la base, tal vez a un pie de la misma.
El Sr Neale declara que es absolutamente imposible que estas reliquias pudieran haber llegado hasta el lugar donde se encontraron, si no es considerando la posibilidad de que fueran depositadas en la grava en el momento en que fue escavado el túnel, y justo antes de que la perforadora llegara al tope de lava formada donde fueron halladas. Pero… jamás se ha encontrado el más mínimo rastro de cualquier tipo de manipulación o alteración del material o de la existencia de cualquier fisura natural por él que alguien pudiera tener acceso y entrar hasta a la localización del hallazgo para depositarlas allí. “(Sinclair 1908, pp. 117-118)
Todo indica que la situación de los artefactos en de grava cerca de la base en Tuolumne Table Mountain tiene una antigüedad de 33-55 millones de años. En 1891, George F. Becker dijo a la Sociedad Geológica de América que en la primavera de 1869, geólogo Clarence Rey encontró un mortero de piedra firmemente incrustado en un depósito de oro con grava que se extiende bajo la capa de basalto, o latite. Sólo muy recientemente el depósito de grava quedo expuesto a la erosión. Y Becker declaró: “El señor King esta totalmente seguro de que este deposito es una prolongación del lugar y forma parte original del deposito de gravilla en la que se encontró el mortero. Prácticamente es difícil imaginar una prueba más satisfactoria que la aparición de prolongaciones de la capa aurífera, del periodo pre-glacial, y en concreto en sub-gravas basálticas. “Incluso William H. Holmes, de la Smithsonian Institution tuvo que admitir rotundamente que la autenticidad del mortero de King, que fue colocado en la colección del Smithsonian,” no podrá ser rebatido con imputaciones o frivolidades”. Para estar seguros y despejar todo tipo de dudas al respecto, se investigó la posibilidad de que este mortero pudiera haber sido incorporado en el lecho mucho más recientemente, “… pero definitiva no se llegó a un resultado”. (Holmes 1899, p. 454) Por lo tanto, esta evidencia, no importa cuán inexplicable pueda ser, ya que de acuerdo con nuestras actuales teorías, porque está bien documentada.
En 1877, mientras se excavaba un túnel a través de grava en Table Mountain (California) una serie de objetos empezaron a aparecer entre los escombros a una profundidad de 450 metros de la boca del túnel. La descripción de estos objetos de piedra asemeja a manos de mortero y cuencos esféricos. Algunos años antes, asociado a materiales sedimentarios similares, se encontraron huesos humanos y de mastodonte. Los estratos de grava corresponden a una antigüedad de 33 a 55 millones de años.
Aquí se proponen dos soluciones realistas. La primera es que estos objetos son simulacra, objetos naturales que parecen manufacturados (hay muchos ejemplos de esto, sin ir más lejos el smiley marciano). Pero, dada la presencia de huesos de dos animales mucho más modernos, es más plausible pensar que los sedimentos habían sido perturbados siglos atrás -tal vez por un enterramiento?- y todos ellos tienen un origen mucho más reciente que el terreno que los rodea. En estratigrafía arqueológica, es muy importante determinar esto antes de datar cualquier objeto.
La nave de Toprakkale (Turquía)
El objeto cuya ilustración se observa abajo aparecía en un pequeño artículo escrito por el ingeniero esloveno Igor Likar en el número 2 del volumen 23 (mayo-junio 1.996) de la publicación Ancient Skies de la Ancient Astronaut Society, donde el autor hacía mención a una noticia anterior aparecida el 29 de Noviembre de 1.995 en el Slovene News Magazine, en el que se hablaba sobre la existencia de una pieza arqueológica de unos 3.000 años de antigüedad depositada en el Museo Arqueológico de Estambul en Turquía. La figura, de unos 23 centímetros de largo, 9`5 de alto y 8 de ancho no daba lugar a ninguna clase de dudas sobre lo que representaba, ni excusas a posibles interpretaciones que no fuesen lo que los ojos de su observador apreciaban en un primer momento. La clara e inconfundible figura de un cohete con el extremo delantero en forma de cono, dotado de toberas de expulsión de gases en la parte posterior, y por si fuera poco con una cabina en la parte central en la que se emplazaba la figura de un tripulante o piloto al que sólo le faltaba la cabeza, probablemente perdida por algún golpe al ser la parte que más sobresalía de todo el conjunto. El piloto vestía un traje de una sola pieza con formas acanaladas y permanecía con las piernas dobladas sobre el pecho, apreciándose incluso que va equipado con botas.
Cabecera de la portada del número 2 del volumen 23 (mayo-junio 1.996) de la publicación Ancient Skies de la Ancient Astronaut Society, donde tuve por primera vez noticias sobre la existencia de la Nave de Toprakkale.
Poco más se ha vuelto a saber sobre la Nave de Toprakkale desde la incursión de Zecharia Sitchin por tierras otomanas.
El Obelisco inacabado de Asuán
El Obelisco inacabado de Asuán, en Egipto, que pesa 1150 toneladas. Cerca de la isla de Sehel, en las cercanías de Assuán, se encuentran las famosas canteras de granito rojo cuyos restos dan cuenta de la industria pétrea que se desarrolló en aquella época. Todos los faraones admiraron la dureza y elegancia de este material que, entre otras cosas, dio origen al sarcófago, las paredes y los techos de la Cámara del Rey, en la Gran Pirámide: también a las columnas del templo de lsis, delante de la Esfinge, y a los grandes obeliscos del templo de Karnac. Innumerables toneladas de piedra fueron arrancadas de la tierra y transportadas por los egipcios desde aquellas canteras hasta los múltiples templos esparcidos a lo largo del Nilo. Pero también dejaron algo, algo tan grande que no pudieron mover. O quizá el famoso Obelisco Inacabado no fue realizado con tal tamaño para ser transportado, sino para dejar constancia de la desconcertante técnica con que fue diseñado.
No se ha hallado nada en él que indique el uso de cinceles o martillos, pues no quedaron restos de escoriaciones. Si se observa de cerca, se aprecian anchos surcos verticales producidos por algo parecido a una pala que modeló sus proporciones. La única explicación posible es que, cuando atacaron la cantera, la piedra estaba blanda.
Tanto en las caras laterales como en la parte superior de este Obelisco Inacabado se aprecian canales, paralelos, de igual tamaño. Se trata de huellas que han permanecido allí desde hace miles de años, pues no se sabe su antigüedad. Se dice que el monolito fue abandonado porque en él apareció una fisura, pero en los últimos exámenes que se han llevado a cabo se ha podido comprobar que tal fisura no existe, sino que en algún momento de la historia alguien quiso cortar la piedra para hacer un obelisco más pequeño. De hecho, se nota la acanaladura dejada por un cincel que se introduce en la piedra regularmente a una profundidad fija de 3 centímetros. Todo parece indicar que los autores se arrepintieron después y dejaron la mole de piedra tal cual.
A pocos metros del monolito, los químicos se entretuvieron en perforar la piedra circularmente, dejando así unos pozos de ignorado significado. En ellos cabe un hombre. Sus paredes, sin restos de golpes, no son rectas, de lo que se deduce que fueron ahuecadas de manera irregular, sin aparente esfuerzo y sin que en la operación interviniera máquina alguna.
Objetos de cristal
Que nuestros antepasados conocían y utilizaban técnicas altamente sofisticadas para la construcción de templos, palacios, tumbas, etc, no es nada nuevo. Sin embargo, cada vez aparecen más pruebas de que ésta misma desconcertante “ciencia”, ha sido utilizada para la elaboración de diferentes utensilios y elementos (decorativos, prácticos, rituales, etc), que demuestran que hace miles de años se creó y desarrolló una increíble sabiduría, olvidada y rechazada por generaciones venideras.
Éstas evidencias “malditas” las podemos hallar en muchos lugares del planeta. Un claro ejemplo de su existencia, la hallamos en el Museo Arqueológico de Cádiz. Fue una buena amiga en común, la investigadora Rosa María Paraíso, quien nos puso tras la pista de un apasionante enigma arqueológico. Un misterio que delata, sin lugar a dudas, la presencia de una alta tecnología en nuestro remoto pasado…
Frente a la fría mirada de piedra del emperador Trajano, en una vitrina rectangular se agrupan un espectacular conjunto de tallas de cristal de roca perfectamente acabadas, y que no presentan huellas, ni marcas externas que evidencien el tipo de herramienta utilizada para su intachable elaboración. Aunque, eso si, algunas piezas presentan unos arañazos circulares en su interior, perfectamente paralelos que podrían señalar algún tipo de instrumento desconocido.
Según pudimos averiguar, en compañía del estudioso gaditano Antonio González, la asombrosa colección artística, un tesoro incalculable, pertenecía al ajuar funerario de una niña romana del Siglo I, D. C., encontrada hace varios años en la capital gaditana.
Los diversos estudios realizados, indican que la fallecida pertenecía a una familia muy poderosa e influyente dentro del vasto Imperio Romano, hija o nieta de un rico patricio o comerciante, puesto que todos los enseres hallados en la tumba eran de gran valor. Sobre todo las figuras de cristal de roca, de las cuales, solo existen unas 30 o 50 piezas en todo el mundo, Lorenzo Médicis poseía una de estas impresionantes colecciones. Actualmente solo museos de Italia, Francia y Gran Bretaña exhiben muestras, más escasas en número, de este enigmático arte sobre este tipo de mineral.
En la época de los césares, las piezas de cristal de roca, nos se sabe muy bien por qué, poseían un valor inimaginable. Tanto, que un emperador romano, Marco Aurelio, poseedor de un conjunto de tallas costeo los gastos de una importante batalla, según documentos de la época, vendiendo, por 150 mil sestercios (900 monedas de oro), una jarrita de solo 35 cm de dicho material.
La cámara mortuoria, fue descubierta en los años 90 por el arqueólogo Francisco José Blanco durante el estudio de un emplazamiento romano en la ciudad de Cádiz, en la calle Escalzo. La tumba, única en las excavaciones realizadas hasta ahora en la Tacita de Plata, la conformaba una estructura de carácter monumental, protegida por una gran pieza maciza realizada con sillares y sillarejos unidos por mortero de hormigón muy resistente.
Las tallas de roca se escondieron hábilmente alrededor de la tumba para evitar los saqueos, y de hecho gracias a esta cautela, resistieron el paso del tiempo y de los saqueadores. La joven había perecido a los 14 años, y junto a ella, se hallaron la tumba de varios sirvientes que fueron “asesinados”, en un ritual, para que acompañara a la adolescente a tan trágico y fatal destino.
Los prodigiosos artistas que tallaron el cristal de roca, representaron, con exquisita factura, desde diferentes almejas e insectos, hasta caracoles, además de varias jarritas laboriosamente adornadas. Las tallas poseen tal perfección, que las conchas de los moluscos, en este caso almejas monoval y vivalba parecen autenticas lentes de cristal.
Junto a las mencionadas piezas, que sumaban 14 (se creé que le regalaron una por cada año de vida), se hallaron objetos de enorme belleza y valor, como por ejemplo una urna fenicia de alabastro del Siglo VIII A. C., anforitas, hidrias, balsamarios, peines, etc., incluido tallas en ámbar un material raro y apreciado en la época.
Pero volviendo a las tallas, para los expertos el procedimiento para elaborar estas figuras es todo un enigma. Aunque en un principio, se cree como la hipótesis mas plausible, la utilización de herramientas con punta de diamante (único material capaz de trabajar sobre la dureza extrema del cristal de roca, 7 en la escala de Mohs), para lograr cincelar las piezas de esa forma. Así mismo, los artesanos debieron utilizar polvo del mismo preciado mineral para lograr los minuciosos vaciados de las jarras y anforitas. Ubicando el tallado de las piezas en exclusivos talleres de arte de Alejandría o Albania, siendo la procedencia de la materia prima la India. Otra teoría apuntaría al empleo de hornos de fundición que, a más de 2000 grados centígrados, conseguirían moldear el cristal de roca, aunque los arqueólogos dudan seriamente que en aquella época utilizaran este sistema.
Otros investigadores más heterodoxos, como Jesús Borrego, gran conocedor de la arqueología gaditana, opinaba que, quizás, dichas piezas, pudieran tener relación con la fascinante y misteriosa civilización tartésica.
Al margen de estas especulaciones, las tallas siguen ahí, desafiando el paso de los siglos, y elevando interrogantes sobre el amplio y elevado conocimiento científico de nuestros antepasados, que desgraciadamente, pocas veces valoramos…
Pagoda Negra – Templo de Suria (Konark)
Localización de Konark en la India. Se encuentra a 36 km de la ciudad sagrada de Puri.
El templo de Suria (también llamado la Pagoda negra o Templo del Sol) es un templo hindú situado en la localidad de Konark, en el estado de Orisa (India oriental). Dedicado a Suria, dios del Sol, es uno de los edificios más importantes del país por su arquitectura y los bajorrelieves que decoran sus muros, de temática fundamentalmente erótica. Fue construido a mediados del siglo XIII en el llamado estilo Orisa, y abandonado a partir del siglo XVI. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1984.
Historia
La localidad donde se encuentra el templo (Konārk) recibe su nombre de kona, que significa ‘lugar’, y arka, una denominación del Sol.
Los navegadores europeos dieron el nombre de Pagoda negra a este templo, y el de Pagoda blanca al templo de Jagannātha (en Puri). Eran entonces unas orientaciones muy útiles para la navegación en el golfo de Bengala. El templo de Konārak, entonces abandonado, había acumulado sobre la superficie de la piedra una suciedad que la oscurecía (retirada actualmente por la restauración), mientras que el templo de Puri estaba recubierto de un estuco blanco (que le fue quitado también posteriormente).
Konark parece haber estado dedicado al culto del Sol desde la Antigüedad. El Brahma Purāna indica que Konāditya, el nombre antiguo de Konark (siendo Aditya un nombre genérico del Sol, como uno de los hermanos dioses Adityas, hijos de Áditi), era uno de los lugares más sagrados de este culto en la tierra de Utkala, es decir en Orisa.
El templo se encontraba originalmente en la línea de la costa, aunque las deposiciones de arena lo han ido alejando considerablemente.
La leyenda
Según la leyenda, el príncipe Samba —hijo de Krishná y de Jambavati— había ridiculizado al sabio volador Nārada, un santo bastante feo. Este último se vengó indicando a Samba un lugar en el río donde numerosísimas mujeres se bañaban, tras haberse despojado de sus saris (túnicas hindúes). Mientras el joven varón disfrutaba del espectáculo, Krishná, advertido por Nārada, llegó y descubrió cómo su hijo miraba a sus madres (las 16.108 esposas de Krishna) mientras se bañaban.
Furioso, el dios castigó a su hijo inoculándole la lepra. Más tarde, Samba le demostró que Nárada le había manipulado, pero ya Krishná no podía retirar su maldición. Entonces el joven se dirigió hacia Suria, el dios que cura todos los males —particularmente aquellos de la piel—, fue hasta la costa y descubrió al norte de Puri una imagen del dios del sol sentado sobre una flor de loto. Se instaló en el lugar e hizo una penitencia de doce años, al cabo de la cual fue curado. En agradecimiento, erigió un templo, el primero que se construía sobre el sitio de Konark.
Parece que esta leyenda sea la transposición local de otra leyenda que decía que estos hechos legendarios habrían sucedido donde se encuentra también un templo de Suria, en la antigua Mula Samburu (el actual Multán, en Pakistán), a orillas del río Chandra Bhaga (hoy llamado Chenab, afluente del río Indo, en el Panyab).
Cuando el sitio de Konark de Oriss
a se convirtió en un centro importante de veneración de Suria, la leyenda fue relocalizada aquí para legitimar el lugar.
Las etapas de la constru
cción
Según el Mandala Apnaji —una crónica medieval—, el primer templo construido habría sido obra del rey Purandarakesari.
El templo principal (llamado Templo 1) fue construido por el rey Narasimha Deva I, de la dinastía de los Ganga del Este, durante su reinado que se extendió desde 1238 a 1264. Se han conservado los nombres de un cierto número de arquitectos que participaron en su realización: Shadashiva, Samantaraja, Gadhadhara Mahapatra, Ganga Mahapatra, Narayana Mahapatra, Vishvanatha Mahapatra (mahapatra significa gran arquitecto).
Las razones de la erección del edificio por Narasimha no son conocidas con exactitud, quizá para agradecer a Suria de haberle curado de una enfermedad (como hizo Samba en la leyenda) o bien en agradecimiento por el nacimiento con buena salud de un hijo varón, su sucesor. Su hijo Bhanu (que es otro nombre de Suria) será además el primero de la dinastía en tener un nombre solar. Se ha propuesto también como razón de esta construcción la conmemoración de una victoria de los Ganga contra los musulmanes que invadieron la región en el siglo XIII y que saquearon además un gran número de templos.
El cronista y secretario personal de Akbar, Abu’l Fadl, escribió al visitar el templo: «Incluso aquellos que tienen un juicio crítico y son difíciles de satisfacer quedan asombrados al verlo». Afirmó también que la construcción del templo absorbió doce años de impuestos de la provincia.
Las razones del hundimiento del skhara (cúlmine o cúpula) del templo principal no se conocen con seguridad. Se ha propuesto unas cimentaciones inadecuadas, la acción de una tormenta o un terremoto en 1630, e incluso algunos han sugerido que el edificio nunca se llegó a terminar. Sin embargo, la hipótesis de una degradación gradual después de que el edificio fuese abandonado es la que prevalece generalmente.
En efecto, en el siglo XVI los musulmanes de Bengala tomaron tras un asalto la dhvaja (la bandera), y tras esto el templo perdió su carácter sagrado y dejo de estar en funcionamiento. Por otro lado, no se sabe lo que sucedió con la efigie de Suria, quizá un ídolo de madera —por tanto perecedero, como el de Jgannātha de Puri— o quizá un disco solar metálico.
El especialista en arquitectura india James Fergusson visitó el templo en 1837, realizó varios dibujos y estimó la altura de los restos del sikhara en unos 45 metros. Más tarde, en 1868 y tras un terremoto, el arqueólogo Rajendralala Mitra no vio del edificio más que un montón de piedras de donde surgían algunas plantas.
Fergusson anotó también que algunas esculturas fueron arrancadas por el mhārāsh Kurdah para decorar el templo que se hizo construir en su fuerte. Los mrathas también sustrajeron un pilar que representaba a Auná (el amanecer, cochero del carro del sol), que instalaron en el templo de Jagannatha Puri.
La Pagoda Negra tiene 75 metros de altura, es decir, como un edificio actual de 25 pisos, pero lo que no tiene explicación ninguna es que su techo está coronado por un único bloque de piedra maciza de nada menos que 2.000 toneladas. Los técnicos y arquitectos actuales aseguran que, a día de hoy, no existe grúa en el mundo capaz de izar un peso como ese y menos aún a esa altura. Según la tradición parece ser que lo único que pudo usarse fue un Vìmana para cerrar la construcción, nótese además que Narada era “un sabio volador´´.
Las esculturas
Decoración sobre los muros de la plataforma.
El templo 1 está completamente cubierto de estatuas talladas sobre el muro, sin que esta explosión barroca moleste al efecto del conjunto. Las esculturas se pueden clasificar en varias categorías:
- las divinidades, en particular las tres estatuas de Suria,
- las tradicionales apsaras o ninfas celestes,
- escenas de la vida cotidiana en la corte, como las alasakanya (figuras clásicas de mujeres viéndose en el espejo), músicos, bailarines, escenas de la vida del rsh, dentro y fuera del palacio y en un gran número de circunstancias diferentes, escenas de procesión, de guerra;
- escenas eróticas, generalmente muy explícitas, que muestran diversas prácticas sexuales, desde el sexo oral hasta la zoofilia, pasando por tríos sexuales, escenas de penetración y diversos juegos sexuales. Estos bajorrelieves son los más abundantes en el templo y muestran que la sociedad india de la Edad Media (antes de la invasión inglesa, que duró siglos) era mucho más liberal en temas sexuales de lo que es actualmente.
- animales, ampliamente utilizados por su valor decorativo en las estatuas indias, siendo los más corrientes los elefantes, los leones y los caballos. Las relaciones con los animales retratados indican relaciones de afección y de herencia con el periodo budista. Se encuentran también camellos, ciervos, monos, tigres, búfalos, corderos e incluso una jirafa, parece ser signo de una relación con reinos africanos (seguramente por mar). El templo, que tiene forma de carro, es tirado por caballos de gran tamaño.
- motivos decorativos a menudo extraídos de la flora, o bien geométricos.
El estudio cuidadoso de las esculturas muestra una variación en su calidad que implica que, entre los centenares de artistas que trabajaron aquí, hubo alumnos, aprendices que se ocupaban de las piezas menores, y maestros que se reservaban las piezas más importantes, tanto por la talla como por su posición dentro del complejo.
El complejo del templo
Una de las 24 ruedas del templo.
Parte de la decoración de la plataforma principal, en el que se muestra la escena con la jirafa.
Los edificios del templo están orientados en el sentido este-oeste, el sentido de la trayectoria solar. El templo principal figura ser un carro tirado por caballos y montado sobre 24 ruedas.
Los trabajos de restauración
La primera sugerencia de restauración del templo tuvo lugar en 1806 por el Ministerio de Marina, con una finalidad puramente utilitaria, pues el templo servía de punto de referencia para los marineros. En 1838, la Asiatic Society of Bengal pidió responsabilidades al gobierno inglés para reclamar unas reparaciones tras las degradaciones cometidas por el vecino rsh de Khurda.
Posteriormente, y hasta finales del siglo XIX, las administraciones se contentaron de despejar la jungla que había invadido el templo y de levantar los caballos colosales, los elefantes y los gajavidala, estatuas tradicionales de un elefante subyugando un león, aunque posicionándolas de manera errónea dentro del complejo.
Las cosas se tomaron realmente en serio tras la visita de John Woodburn, el lugarteniente de Bengala, en diciembre de 1900, quien tomó consciencia del mal estado de los edificios y de la urgencia de los trabajos a efectuar. Concibió una campaña de restauración para salvarlo costase lo que costase. Se quitaron entonces los escombros y arena que se encontraban a los pies del edificio y se descubrió la plataforma con esculturas que la soportaba. Se comprendió posteriormente que no se trataba solamente de un edificio, sino de todo un complejo.
Para que la cúpula no se derrumbase, Woodburn decidió que el jagamohan (la parte del templo dedicada a la adoración del dios) se rellenara de piedras y se sellara. La medida fue efectiva y muy económica, aunque desde entonces impide penetrar en su interior. Se plantaron árboles para bloquear la arena y proteger el templo del viento marino.
En 1909 se descubrió el pequeño templo de Maya Devi, y al año siguiente se dieron por concluidos los trabajos de conservación que permitieron afianzar la estructura.
De hecho, los trabajos sobre el conjunto nunca se han detenido completamente desde entonces, habiéndose habilitado jardines en el complejo, y tratándose químicamente la piedra de tiempo en tiempo para garantizar su durabilidad.
El caballo de Uffington
El caballo de Uffington. En la región de Oxfordshire, mide 111 metros de la cabeza a la cola. Está en posición de carrera y diseñado en forma estilizada, como podrían haberlo hecho dibujantes de la actualidad; como que hasta tienen semejanza con dibujos de Picasso. ¿Cómo los hicieron? ¿Quiénes los hicieron?
La primera pregunta es de fácil respuesta. Sin duda raspando el pasto (de poco espesor) que cubre la piedra caliza (por lo tanto bien blanca), que cubre la colina. Ascendiendo por una senda lateral, pudimos situarnos en uno de sus lados y comprobar que el pasto sobre la piedra no tiene más de 10 centímetros de espesor. Por supuesto que para mantenerse tan perfectos durante tantos siglos han tenido que conservarlos evitando que las hierbas invadan al dibujo, pensamos que tijeras en mano.
Misterio añadido: dado que el que recortaba estaba subido a la colina le sería imposible tener la imagen completa de lo que estaba creando ¿cómo lo lograba para darle tal perfección? Imaginamos que previamente demarcaría los bordes y luego se dedicaría a vaciar el interior, pero… ¿no precisaba de otro que desde abajo lo fuera guiando? ¿A los gritos?
Y ¿con qué propósito?
No nos pregunten porque ni los ingleses lo saben.
La segunda pregunta: ¿Quiénes fueron los autores?
Otro enigma insondable. Lo cierto es que se cree que fueran anteriores ¡a los celtas!, es decir, más de 100 años antes de Cristo, ya que esas tribus antiguas que llegaron a las islas (como los pictos, los anglos, los normandos, etc.) ya los conocían y los veneraban como imágenes de origen divino.
El Candelabro de Paracas
Candelabro de los Andes, La cruz de Paracas, El tridente de Paracas
La cruz de Paracas, el candelabro de los Andes.
El Candelabro, en la bahía de Paracas, es un geoglifo famoso, ubicado en Paracas, Ica. Sus grandes dimensiones y su diseño sobre la arena permiten distinguir una relación con las líneas y geoglifos de Nazca y de Pampas de Jumana. Su origen es aún un misterio.
En una suave colina de arena, en la Bahía de Paracas; se encierra un misterio de nuestra historia, un “Candelabro” inmenso, dibujado sobre la cambiante superficie de arena, sin que jamás se haya borrado.
Esta figura se encuentra dibujada en una superficie de arena endurecida de color blanquecino, como sí se tratara de un lienzo que cayera verticalmente desde el cielo hasta tocar las olas, que con violencia se estrellan contra la base oscura de roca estratificada, donde la playa no existe. De manera que tal lugar jamás fue un desembarcadero, ni punto de llegada para nadie. El poste principal mide aproximadamente 200 m de altura, en tanto que la figura toda abarca una amplitud de 60 mts. Los postes laterales alcanzan una longitud de 60 m desde su origen hasta la cumbre y los surcos que los hacen visible tienen una profundidad que varía de 1,2 m con 3,20 en el fondo.
Si navegamos por la costa de Perú podremos ver en una suave colina de arena, en la Bahía de Paracas, uno de los más grandes misterios de nuestra historia, un “Candelabro” inmenso, dibujado sobre la cambiante superficie de arena, sin que jamás se haya borrado.
Si hay algo que no pasa inadvertido para nadie es que, tanto su estratégica situación como sus enormes proporciones indican una clara intención por parte de sus realizadores para que fuese visto desde grandes distancias (con tiempo despejado es perfectamente visible a 20 km. de la costa).
Destacando, especialmente, su contemplación desde el mar pero sobre todo desde el aire.
En toda el área de Paracas, se han registrado al menos 106 emplazamientos arqueológicos, la mayoría dentro de la Reserva Nacional, que correspondes a diferentes etapas de antiguos pueblos prehispánicos que se remontan aproximadamente a unos 9.000 años.
Mucho se ha dicho a través de la historia acerca de esta enigmática figura: los conquistadores españoles, que al verlo creyeron que el Candelabro representaba a la Santísima Trinidad, interpretándolo como un buen presagio al descubrirlo. También se dice que los conquistadores descubrieron en él, una cuerda en el interior del Candelabro e indicios de que existieron otros cables y cuerdas, que conectaban a los otros dos brazos exteriores de la imagen,… pero no pudieron dar explicaciones acerca de la función de tales cuerdas; Von Däniken especuló que eran parte de un sistema de poleas. El investigador Robert Charroux sugirió que esta imagen pudo haber sido “un gigantesco sismógrafo y precisa, capaz de registrar las ondas telúrica y sacudidas sísmicas procedentes no sólo de Perú, sino de todo el planeta… “
También se ha sugerido (por Frank Joseph), que se asemeja una planta, de la familia de la belladona utilizada a veces como una droga alucinógena, sugiriendo que los habitantes prehistóricos de la región de Paracas viajaron al norte a California a recoger la planta (esta es la zona más cercana donde crece) y que utilizaban el geoglifo para ayudar a navegar a casa (!). Algunas historias del folklore local, aseguraban que fue hecha por marineros o piratas. Por parte de los arqueólogos, se considera que el Candelabro es una representación simbólica en honor al dios Viracocha, la imagen del cactus Sanpedro o la constelación de la Cruz del Sur. Se tiene la creencia de que el candelabro apunta hacia el Cuzco, lo cual es falso: apunta hacia la cercana Isla Blanca, lugar donde se han hallado importantes yacimientos arqueológicos y sacrificios.
Todavía hoy se utiliza como un hito, por los cruceros que frecuentan la península. Lamentablemente, hace algunos años fue víctima de un execrable ataque vandálico por un grupo de jóvenes evangélicos, azuzados por sus pastores en la delirante idea de “…deber destruir aquel símbolo satánico”.
El Candelabro es, sin duda, todo un enigma: si verdadera función aún es desconocida; solo se tiene la certeza de que fue hecho para verse desde muy lejos,… y desde el aire, pero ¿por quién?. Una clara muestra lo poco que sabemos de nuestro pasado y de todo lo desconocido que nos rodea en nuestro mundo.
Se tejen creencias de que esta figura señalaría la existencia de algún tesoro escondido por los temibles piratas que asolaron las Costas Americanas en busca del apreciado oro que los Conquistadores embarcaban a Europa, contrarios a esta teoría sostienen que los piratas eran seres burdos, que no harían semejante maravilla.
Otros estudiosos aseguran que tales líneas, imborrables al paso de los siglos, serian obras de seres de otros mundos, pues el Candelabro apunta directamente a las famosas líneas de Nazca, las que igualmente solo pueden apreciarse desde el aire y que sería señales de un gigantesco galaxpuerto para naves extraterrestres.
Versiones de leyendas afirman que los antiguos Peruanos que recorrían el mar, dibujaron este Candelabro con la finalidad de orientarse en sus travesías de pesca o de conquista, pues visto desde tierra no puede ser apreciado, lo que si ocurre desde el límpido mar Paraqueño. Como siempre, abundan las explicaciones que no explican nada.
¡Ah! Un detalle, el extraño geoglifo está, exactamente, en el punto donde se estabiliza el ecuador magnético de la Tierra. Pero, entonces ¿Cómo sabían hace siglos que la tierra tenía un campo magnético? Nosotros no lo hemos sabido hasta el siglo XX., y ¿Cómo conocían las características de dicho campo magnético?
Candelabro de Paracas.
Una teoría señala que fue realizado por José de San Martín (1778-1850), interpretando que se trata de un símbolo de la masonería y otra que es una señal para los navegantes.
Posiblemente fueron hombres astrónomos de la Cultura Nazca quienes construyeron este geoglifo, que no fue puesto allí para que los viajeros pasaran delante de él sin reparar en su presencia. Se asocia el geoglifo a la Constelación de la Cruz del Sur, conocida también como la Cruz de los navegantes, por indicar a los marinos del hemisferio Sur la ubicación del Polo Austral por medio de su eje principal que les servirá de guía y orientación en sus viajes. De cada uno de los brazos laterales, arranca su correspondiente poste, paralelo al eje principal, del que equivaldría al eje de la cruz del Sur, Guillermo Illescas en las meditadas investigaciones acerca de este geoglifo, lo ha identificado plenamente con la Cruz del Sur y algunas estrellas de la constelación Centauro que serían las que le dan su peculiar forma de Candelabro. “Volviendo los ojos al cielo podríamos comprobar -dice- que un poco más a la izquierda (al oriente) de la estrella Beta Cruz y un poco más arriba de ella (al norte) se encuentra la estrella Pi Centauro, la misma que al unirse con la estrella correspondiente de dicha constelación mediante una proyección generada entre las estrellas que se indican, serviría para determinar el poste lateral de ese lado resultando de ese modo, paralelo al eje principal.
El primero en mencionar el gigantesco dibujo, en 1926, fue el francés Victor Forbin, quien declaró que era un tridente dibujado por los atlantes.
Caral
En la zona de Chupacigarro en la ciudad sagrada de Caral, se encuentra un gigantesco Geoglifo de Caral (3.000 a.C.), el más antiguo del mundo que sólo puede ser vista desde el cielo, desde allí podemos ver como empieza la típica tradición de los antiguos peruanos por querer alcanzar los cielos, haciendo figuras gigantescas sobre el desierto para que pudiera ser apreciado por sus antiguos y misteriosos dioses voladores de la costa peruana.
En esta época la construcción de geoglifos llega a su máximo esplendor, contando con más de 10,000 líneas dibujadas a lo largo de más de 750 Km2 sobre las que se pude apreciar los gigantescos geoglifos de Nazca y Paracas, la línea recta más larga tiene 35 Km de longitud y cruza un valle y un río, sube un cerro sin siquiera desviarse, pues hasta pareciera que hubiera sido dibujado por un láser.
Geoglifo Tipo Sechin en Supe
El geoglifo se encuentra asociado al establecimiento denominado Chupacigarro. Puede apreciarse la cabeza del estilo Sechín sobre una duna estabilizada, detrás del establecimiento. Sus dimensiones son de 40 m de largo por 24 m de ancho. La figura consiste en una cabeza de perfil, orientada hacia el Este, con el ojo cerrado y la boca simple. El cabello, batido por el aire, o la sangre, que fluiría de la cabeza, da movimiento y dinamismo a la representación. Fue construida sobre la pendiente de una duna que muestra una inclinación de Este a oeste y de sur a norte. Tiene la parte más elevada hacia el sur y Este. Esta morfología le confiere una característica singular al geoglifo, pues sólo puede ser visto en toda su magnitud y detalle desde las colinas rocosas del noroeste. En cambio, como se puede notar en el levantamiento topográfico de la figura, ésta resulta distorsionada cuando se trata de apreciarla desde otras direcciones. El material constructivo empleado consiste en piedras angulares, de tamaño mediano y grande, colocadas directamente sobre la superficie de la duna, sin argamasa.
En la actualidad un trabajo serio desarrollado por algunos científicos norteamericanos y británicos como el astronauta Jim Woodman y el piloto inglés Julian Nott, determinaron después de varios experimentos que los antiguos peruanos si pudieron volar con métodos tradicionales, probando para esto unas enormes cestas de totora, atadas a unos gigantescos mantos de fibra de algodón, como se sabe, los mantos paracas poseían el récord mundial de 400 hilos por pulgada cuadrada, algunos tenían 20 metros de largo y fácilmente se podían elevar si se les ponía debajo del fuego. Este modelo se hizo a raíz de la observación de unos huacos y cerámicos encontrados en Nazca.
Unos extraños dibujos sobre cerámicas también se encontrarían sobre las piezas Moche y también sobre sus textiles, sumado a estas las antiguas leyendas de los indios voladores como la leyenda de Antarqui, sin embargo y a pesar de que siguiendo los métodos tradicionales y supuestamente míticos, los investigadores norteamericanos pudieron volar sin contratiempos y de manera segura, pero la comunidad científica pide encontrar una prueba física de un aparato así que haya sobrevivido hasta la actualidad, ya que no se pueden basar en simples dibujos milenarios a pesar de haber tenido éxito siguiendo los antiguos métodos tradicionales.
Uno de los gestores e investigadores más experimentados sobre este tema fue William F. Spohrer, quien investigaba mucho sobre las antiguas leyendas Nazcas, en donde una de ellas hablaba sobre como los jefes Nazcas después de morir, eran momificados y puestos sobre los canastos de totora para ser elevados con los globos hasta los aires, se dice que se elevaban tanto que se perdían en el cielo para reencontrarse con sus antiguos dioses. Otra leyenda también hace referencia sobre como los dioses castigaron a los antiguos peruanos por aprender a volar, pero claro, sólo son antiguas leyendas de la costa peruana.
Figuras antropomorfas en Ocucaje
Dos grandes geoglifos de estilo antropomórfico y 2 mil 700 años de antigüedad fueron descubiertos en el desierto de Ocucaje, al sur de Lima, publicó hoy el diario local El Comercio. Las figuras fueron descubiertas hace unos días por Eduardo Gómez de la Torre, un peruano que realiza recorridos turísticos desde el aire en la región de Ica, famosa por sus grandes y numerosos geoglifos conocidos como “las líneas de Nazca”.
Una de las gigantescas figuras antropomorfas descubiertas
Tras divisar las nuevas formas en el desierto, Gómez de la Torre se contactó con especialistas que confirmaron, gracias a las fotografías tomadas por el peruano, que las dos nuevas figuras pertenecen al periodo cultural Paracas-Cavernas, que se desarrolló en el año 200 antes de nuestra era.
Las figuras representan varios personajes antropomórficos que muestran sobre sus cabezas diferentes penachos, y hacen referencia, según las primeras investigaciones, a rituales practicados por los antiguos hombres paracas.
“Estos nuevos dibujos se pueden observar luego de las lloviznas y vientos que se presentan en el desierto y que, en algunos casos, ocultan las figuras y, en otros, las ponen al descubierto”, explicó Gómez de la Torre a El Comercio. Un caso similar ocurrió hace dos años, cuando otro grupo de geoglifos se encontró luego de que las fuertes ráfagas del desierto los destapara.
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