Antigüedad
Los esqueletos de Guadalupe
Estos esqueletos son restos humanos encontrados en una isla de las Antillas, pero con la peculiaridad de que fueron hallados en un estrato con una datación geológica de al menos 28 millones de años, es decir de la época del Mioceno, mucho antes de que los seres humanos modernos aparecieran en la isla. Para muchos investigadores la datación no es correcta, pero el debate sigue abierto.
Uno de los esqueletos incrustado en la losa de piedra
Una de las muestras extraídas de las costas de Guadalupe, cerca de la aldea de Moule, fue una losa de piedra de unas dos toneladas de peso que fu enviada al Museo Británico en 1812, donde fue expuesta al público, pero con la llegada de la teoría de Darwin, la losa quedó relegada al sótano. Una de las cosas a favor es que estos restos han sido estudiados de forma científica y pueden seguir observándose hoy en el Museo Británico. El problema es que estos esqueletos no encajan con la teoría de la evolución, pues es imposible encontrar seres humanos modernos hace 28 millones de años. Sólo el estudio geológico o arqueológico podrá demostrar si realmente el estrato donde se encontraron los esqueletos pudiera no ser del Mioceno, cosa que no se ha logrado hasta ahora.
Mapa de Piri Reis
Fragmento del mapa de Piri Reis.
El mapa de Piri Reis es un fragmento de un mapa elaborado por el almirante y cartógrafo otomano Piri Reis en 1513. Piri Reis nació en Galípoli hacia 1470. Sobrino de un célebre corsario, Kemal Re’is, desde muy joven acompañó a su tío en sus correrías marinas, participando en las campañas navales contra Venecia y en la conquista de la isla de Rodas en 1523. Dos años antes de esta fecha había publicado el Libro de las Materias Marinas, cuya exhaustiva información hacía referencia exclusivamente al Mediterráneo. Una nueva versión ampliada, dedicada al sultán Suleiman, concluyó en 1526, con una dedicatoria en verso en la que contaba la historia de un astrónomo que se llamaba Kolón…, que salió en busca de Antyle… y la descubrió. Hoy la ruta es muy conocida y su mapa llegó hasta nosotros.
En ella se refería también al mapa que él mismo había dibujado años atrás y del que había hecho obsequio a Selim I en El Cairo. En los márgenes detalla sus fuentes: un mapa de Cristóbal Colón, encontrado en un barco español apresado en 1501, y cuatro mapas portugueses más recientes. Además contó con los informes de un marino que había participado en los primeros viajes colombinos, posteriormente capturado por su tío, que lo había hecho su esclavo.
Por contener aparentes representaciones de tierras entonces desconocidas y a raíz de los propios escritos de Reis indicando que otras de sus fuentes habían sido “los antiguos reyes del mar”, ha suscitado gran interés como «enigma». Es, por otro lado, el mejor testimonio de los mapas que dibujó Colón de las tierras por él descubiertas, de los que tan sólo se ha conservado un pequeño boceto del norte de La Española. El original se conserva en el Museo Topkapi Sarayi de Estambul donde se localizó en 1929, pero no suele estar expuesto al público.
Descripción
El mapa está pintado en cuero de gacela, con un entramado de líneas que atraviesan el océano Atlántico. Llamadas líneas de rumbo son típicas de las cartas de los marinos medievales tardíos y no indican latitud y longitud, sino que se usan como ayuda para establecer direcciones (hoy en día, se usan también en aviación). En el bahriye (comentario marginal) anotó: “Un mapa de esta clase no lo posee nadie hoy en día”. El mapa incluye bellísimos dibujos, acompañados de inscripciones que indican descubrimientos importantes. Uno de ellos se corresponde, casi con total certeza, con la expedición de Pedro Álvares Cabral de 1500. Se cree que Cabral “descubrió” Brasil cuando los vientos lo sacaron de su ruta, en un viaje a las indias orientales.
La península Ibérica y la costa de África occidental están dibujadas con mucho cuidado, casi como en las cartas portulanas. Es frecuente que reciba el nombre de “portulano”, a pesar de que no lo sea stricto sensu. Muchos de los nombres de estas regiones se dan en turco, sin transliterar del castellano o el portugués. En lo alto del mapa hay un barco anclado junto a un pez, con dos personas sobre su lomo: una clara referencia a la leyenda medieval de San Brandán de Irlanda. Como está copiado cuidadosamente de uno de sus mapas fuente, evidencia que al menos uno de los mapamundis mencionados por Piri Reis era una producción europea medieval y no un mapa de “los antiguos reyes del mar”.
Descubrimiento
En 1929 el Palacio de Topkapi, en Estambul, Turquía, estaba en proceso de ser convertido en museo. Un grupo de eruditos que trabajaban clasificando material en la sección de archivos del Imperio otomano hizo un descubrimiento notable: una sección de un mapa de principios del siglo XVI basada, en apariencia, en cartas dibujadas por Cristóbal Colón en su viaje al Nuevo Mundo.
El hallazgo fue presentado a la comunidad científica dos años después por el orientalista alemán Paul Kahle en el 18º congreso de la especialidad, y causó una profunda impresión. El portulano presentaba una inscripción particularmente relevante:
Las costas e islas de este mapa fueron obtenidas del mapa de Colón.
De acuerdo a la investigación subsecuente, la historia del mapa comenzó en 1501, nueve años después del descubrimiento de Colón, cuando Kemal Reis, capitán de la flota otomana, capturó siete naves cerca de las costas de España, y descubrió mediante interrogatorio a las tripulaciones que uno de ellos, que había viajado con el Almirante hacia el Nuevo Mundo, poseía un mapa dibujado por Colón en persona. Kemal envió al marino a su sobrino Piri, también capitán naval y cartógrafo.
En 1511 Piri Reis comenzó a diseñar un nuevo mapa que contendría todos los recientes descubrimientos ibéricos. Usó unas veinte fuentes cartográficas, de las cuales se conoce la procedencia de catorce: cuatro (por entonces novedosas) cartas portuguesas, ocho ptolemaicas, una árabe y la colombina entregada por el marino español capturado. La carta arábiga describía La India; las portuguesas, América, el Océano Índico y China; la de Colón, el Caribe. No se ha determinado a que cartas ptolemaicas se refería.
En 1517 presentó su mapa al sultán Solimán el Magnífico, que, impresionado, lo retribuyó ascendiéndolo a almirante. En 1521 produjo otra contribución a la cartografía mundial: una cartilla de guía a las costas e islas del Mar Mediterráneo, publicada bajo el nombre de “Kitab-i Bahriye” (“El libro del marinero”). Incluía un recuento del descubrimiento del Nuevo Mundo por Colón, virtualmente idéntico a una extensa descripción en el lado izquierdo del portulano. Esta obra fue de suma ayuda para los peritos que intentaban determinar la autenticidad del mapa de Reis, que llegaron a una conclusión positiva.
Mapa de Bartolomé Colón de las Indias Occidentales (1506) según el boceto de Alessandro Zorzi.
Piri se retiró a Galípoli, y trabajó durante los siguientes tres años, reduciendo los mapas fuente a una misma escala, lo que era una labor muy dificultosa. Al terminarla, agregó esta inscripción:
El autor de esto es el humilde Piri ibn Hajji Muhammad, conocido como el sobrino de Kemal Reis, en la ciudad de Galípoli en el Sagrado Mes de Muharram del año 919 [1513].
Hasta el descubrimiento del mapa de Piri Reis, había únicamente dos fuentes cartográficas —ambas indirectas— para comprender cuál era la visión de Cristóbal Colón sobre sus propios descubrimientos. Una de éstas era un boceto recogido en un códice de 1522 por Alessandro Zorzi, cartógrafo de Venecia, que dijo que se basaba en un mapa traído por Bartolomé Colón (hermano del descubridor) en 1506. Pero el mapa de Zorzi contenía información que en ese año era desconocida y por lo tanto no puede usarse para deducir cómo eran los conceptos geográficos del Almirante, aunque muestre al Nuevo Mundo como una parte de Asia.
Mapamundi de Juan de la Cosa (1500). Cuba ya aparece como una isla.
El único otro mapa superviviente de la época es el dibujado por Juan de la Cosa, miembro de la primera expedición colombina de 1492, que posteriormente navegaría también con Américo Vespucio. Pero este mapa —datado en 1500— muestra correctamente Cuba como una isla, mientras que Colón no sólo creía que Cuba era una península asiática sino que se lo hizo jurar a sus tripulantes por miedo a las consecuencias que el hecho de haber arribado a una isla y no a un continente podría causar en su reputación (la expedición había zarpado de España con el propósito de hallar una ruta a las Indias a través del Atlántico).
El mapa y sus relatos debieron haber sido muy útiles al gobierno otomano: demostraban que las nuevas rutas descubiertas por los exploradores hispanos y lusitanos suponían una amenaza para el dominio turco de los mares del Océano Índico y el Golfo Pérsico. Muchos años después, en 1551, el mismo Reis fue puesto al mando de una flota con la misión de ahuyentar a las fuerzas portuguesas que frecuentaban el Golfo.
Es por estos motivos que la conferencia de Paul Kahle en 1931 sobre el mapa sorprendió tanto a su audiencia y tuvo una repercusión tan grande. Parecía casi milagroso que el único registro cartográfico directo del mayor descubrimiento de todos los tiempos se hubiera preservado en una biblioteca de Estambul, y que debamos su conservación a un pirata de la marina otomana. Sin embargo, a pesar de la dimensión del hallazgo documental, su atracción se disipó rápidamente. Pocos investigadores desde la época de Kahle han examinado con detalle los componentes colombinos del mapa de Reis, y la cuestión de hasta qué punto representa las ideas del descubridor no está resuelta en absoluto. Imago Mundi, por ejemplo, una de las más importantes revistas sobre la historia de la cartografía, jamás dedicó un artículo propio al mapa de Piri Reis.
Hipótesis que intenta correlacionar el contorno inferior del mapa de Piri Reis con el de la costa patagónica argentina y las Islas Malvinas.
Otra hipótesis, menos aceptada, que intenta correlacionar el contorno americano del mapa de Piri Reis con el de la costa venezolana y brasileña.
Porción meridional de América
La mayoría de los eruditos considera que las alegadas similitudes del perfil meridional del mapa de Reis con el de la costa antártica son en extremo tenues y coincidentales. Durante siglos, antes del descubrimiento del continente blanco en el siglo XIX, los cartógrafos habían dibujado una gran masa austral de tierra (la Terra Australis Incognita) basados en la presunción de simetría exigida por Aristóteles y Eratóstenes, entre otros naturalistas griegos; la masa meridional del mapa de Reis podría ser una continuación de esta tradición. En un principio se creía que el extremo sur de Sudamérica y el de, una vez descubierta, Australia, debían estar unidos a esta gran tierra polar, de la que se pensaba que era mucho mayor de lo que es el verdadero continente blanco.
Se ha sugerido que la supuesta Antártida que figura en la parte meridional del mapa no es otro perfil que el de la costa patagónica oriental, girada en sentido antihorario unos noventa grados debido a falencias en los mapas portugueses en los que Reis se basó (entre los navegantes de la península ibérica era común el modificar substancialmente la longitud posicional de los territorios para situarlos a un lado u otro del límite asignado por el Tratado de Tordesillas), o por limitaciones de espacio en la piel de gacela que sirve de sustrato al dibujo. En efecto, pudo darse el caso de que Piri Reis, o el escriba que copió su obra, reparase en que al llegar al Río de la Plata, se estaba acabando la valiosa piel de gacela. En este momento podría haber girado la línea costera hacia el este y haber descrito un semicírculo que le cupiera en el cuero. Este tipo de prácticas eran muy habituales en la época.
Una examen minucioso del borde costero apoya esta visión, revelando representaciones de las bocas y angosturas del Estrecho de Magallanes y zonas aledañas, los principales golfos y bahías, y las Islas Malvinas (el archipiélago cuya isla principal es llamada por Reis “isla de Sare“); la zona de la gran bahía o golfo intermedio correspondería al Río de la Plata, y el punto más oriental de la costa, al extremo meridional de Argentina, en Tierra del Fuego. Además, las anotaciones del mapa, que indican que el área es calurosa y habitada por serpientes, no encajan en la suposición de que se trata de la Antártida, pero sí en la hipótesis patagónica. Al mismo tiempo, una nota sobre las alegadas Malvinas dice que allí la primavera “llega antes”, lo cual no es cierto para los territorios insulares al sur de la Convergencia Antártica.
Gregory McIntosh
Gregory McIntosh, un historiador de la ciencia cartográfica, examinó el mapa en detalle y publicó sus resultados en The Piri Reis Map de 1513 (Atenas y Londres: University of Georgia Press, 2000). Allí sostiene que la fuente colombina que Reis menciona fue usada para dibujar el Caribe: esta zona es, en efecto, de excepcional importancia. En su extremo noroeste se halla una gran isla llamada La Española (hoy Haití y la República Dominicana), descubierta por Colón en su primer viaje y donde había establecido una colonia, indicada en el mapa con tres torres. Inmediatamente al sur de La Española se ve Puerto Rico, y al noreste un conjunto de islas que llama “Úndizi Vérgine” (“Las Once Vírgenes”). Dado que este nombre es claramente italiano, no portugués ni español, evidencia el origen colombino de este sector. En efecto, muchos de los nombres de puertos y accidentes geográficos usados por Reis se encuentran también en textos colombinos. Por lo tanto tampoco esta zona se basaría en mapas de la Antigüedad remota.
Es evidente que Colón deformó La Española en sus mapas, haciéndola quedar completamente desproporcionada con respecto a Brasil y orientada de norte a sur en vez de este a oeste. De esa manera quedaba sorprendentemente parecida a las representaciones convencionales del Cipango (Japón) de Marco Polo que se ven en los mapas de Martin Behaim o Paolo Toscanelli, que Colón utilizó. El Almirante, al menos en su primer viaje, estaba convencido de haber hallado aquel territorio fabuloso, y habría dibujado su Española con esta forma para apoyar su tesis.
Un elemento aún más importante para reafirmar el origen colombino de esta zona del mapa frente a su supuesto origen arcaico es que la verdadera isla de Cuba no aparece, tal y como es lógico en un mapa colombino, pues Colón pensaba al principio que el territorio continental americano era una parte de Asia, y lo dibujó como tal. En el mapa de Piri Reis, la proyección continental que se halla frente a La Hispaniola es, con toda seguridad, Cuba; y aparece de norte a sur tal y como Colón creía, influenciado por las descripciones de Marco Polo sobre Catay. Dado que Colón pensaba que había hallado la costa asiática, lógicamente dibujó el continente de esta manera, según la representación convencional. De hecho, todo sector continental en el extremo noroeste está etiquetado con topónimos que en los viajes colombinos fueron asignados a lugares cubanos.
McIntosh afirma que el mapa muestra dos grupos de Islas Vírgenes porque Piri Reis las tomó de dos mapas distintos sin advertir que representaban lo mismo.
La delineación de la costa brasileña en la carta de Piri Reis es mucho más precisa que la caribeña. La relación y distancia entre Sudamérica y la costa africana occidental, por ejemplo, es mucho más correcta que en la mayoría de mapas europeos de su época. Los nombres que aparecen en esa zona, claramente transliterados del italiano y el castellano, quedan nítidamente asociados a los informes de viaje de Américo Vespucio y otros.
Charles Hapgood
El área caribeña del mapa es tremendamente imprecisa. El estadounidense Charles Hapgood intentó hacerla encajar postulando una proyección equidistante desde un punto de origen próximo a El Cairo, diciendo que la isla que aparece claramente identificada como la Hispaniola es en realidad Cuba y reorientando todas las regiones caribeñas del mapa. Esta tesis ha sido recibida con escepticismo por la comunidad científica, y se le ha acusado de deformar la realidad para adaptarla a la teoría.
Uno de los detalles topográficos más sorprendentes, y de los que han causado más discusiones, es la presencia de una cadena montañosa a lo largo de Sudamérica, que Hapgood identificó como los Andes. Los ríos que parten de ella, lógicamente, se consideran el Amazonas, el Orinoco y el Río de la Plata; y el animal con dos cuernos que se halla junto a las montañas, según Hapgood, es una llama.
Sin embargo, el mapa de Piri Reis no es el primero en mostrar montañas en el interior de Sudamérica. El Planisferio de Caverio (Biblioteca Nacional de París) y la carta de Martin Waldseemüller de 1507 dibujan la costa este de Sudamérica —aunque esquemáticamente— y una cadena montañosa adornada con árboles.
Mapa de Nicolaus Caverio (1504-05). Se aprecia una cordillera en aproximada concordancia con la de los Andes, pero no aparece la mítica Tierra del Sur.
El mapa de Caverio se dibujó entre 1504 y 1505, mucho antes de que se explorara esa zona del interior. Existe una similitud extraordinaria entre este mapa y el de Piri Reis, por lo que cabe suponer que el uno se basa en el otro. Piri Reis podría haber tenido acceso también a los mapas de Waldseemuller (1507), Clareanus (1510) y Johannes de Stobnicza (1512).
Todos están relacionados entre sí y, casi sin duda, se derivan del mapa de Caverio. En particular, el mapa de Johannes de Stobnicza pudo haber sido accesible para Piri Reis, pues fue impreso en Cracovia —una edición de Claudio Ptolomeo— en 1512, un año antes del dibujo del pirata turco. Este podría ser uno de los mapas que llamó “dibujados en la época de Alejandro el Grande” (356–323 a. C.) a que hace referencia el propio Reis, cayendo en la confusión que existía entre los dos Ptolomeos (siendo el más antiguo Claudio Tolomeo, astrónomo, matemático y geógrafo griego, del siglo II a. C.).
Mapamundi de Abraham Ortelius (1570), en el que figura la inmensa tierra austral fundida a la Isla Grande de Tierra del Fuego.
La zona de la Antártida y la costa de tendencia hacia el este, situadas en el extremo inferior fue crucial para las hipótesis de Hapgood. Pero, aunque ninguno de los mapas derivados del de Nicolo Caverio muestre un continente antártico, otros grupos de mapas antiguos sí lo hacen. A partir del siglo XV los cartógrafos frecuentemente incluyeron una gran masa meridional que unía África con Asia, haciendo del Océano Índico un mar interior: esta noción geográfica se deriva de interpretaciones ptolemaicas de la Terra Australis. Cuando el portugués Hernando de Magallanes pasó entre Sudamérica y la isla de Tierra del Fuego (a través del estrecho que lleva su nombre), creyó que la Isla se trataba del extremo norte del mítico territorio del que hablaban los griegos antiguos. No fue sino hasta el viaje de Francis Drake de 1578 cuando esta idea se corrigió.
La búsqueda de la Terra Australis duró siglos, produciendo el descubrimiento de la gran isla que ahora lleva el nombre que tanto fascinó a los cartógrafos renacentistas: Australia. Pero la Antártida no se quiso manifestar a los grandes descubridores. Existen indicios de que fue avistada antes de su descubrimiento oficial en 1820, por ejemplo el relato de Américo Vespucio —desplazado 500 millas (unos 900 km) de su ruta por los vientos— donde habla de una Tierra Vista: quizás las Islas Malvinas o tal vez la propia Antártida. Algunos de los textos que dan soporte a esta hipótesis son presumiblemente apócrifos, pero la evidencia cartográfica inmediatamente posterior tiende a apoyarla.
Dándose cuenta de las inconsistencias Hapgood se fijó en la Tierra de la Reina Maud, que está desplazada 10º hacia el este. Es aquí donde entró en juego Harold Ohlmeyer: para encajar el mapa con el de la expedición sismológica de 1949 (que cartografió algo más de 600 km) tuvo que levantar el nivel del mar la friolera de 200 metros (se calcula que si se fundieran todos los hielos continentales el nivel del mar no ascendería ni 100 metros). No obstante, el error más grave de Hapgood y Ohlmeyer fue presuponer que el perfil de una Antártida sin hielo era similar al que tiene con 30 millones de kilómetros cúbicos de hielo encima: si desapareciera un peso tan tremendo se estima que el continente ascendería un promedio de 600 metros, mostrando un perfil totalmente distinto. Y, por supuesto, la última vez que la Antártida estuvo libre de hielo no fue hace 12 000 años, sino 13 millones de años.
En 1514, el año posterior a la finalización del mapa de Piri Reis, dos barcos portugueses y otros dos holandeses informaron cosas parecidas. Si esta llamada PressillgtLandt era o no la Antártida es tema de discusión, pero no lo es el hecho de que un buque del siglo XVI bien construido y pilotado pudiera llegar muy al sur.
Planisferio de Rumold Mercator (1587). Sigue apareciendo una Terra Australis Incognita.
Hapgood admite que hay unas 900 millas de la costa sudamericana que no aparecen en el mapa otomano.
A la fecha no existen evidencias históricas que sustenten que la carta de Reis procede de “antiguas civilizaciones” o de culturas desconocidas. El mapa de Piri Reis se considera actualmente una extraordinaria y bella compilación de todo el conocimiento geográfico de la Europa medieval tardía.
Gavin Menzies
El ex capitán de las Fuerzas navales británicas, y experto cartógrafo Gavin Menzies en su libro 1421: The Year China Discovered The World presenta la teoría de que la masa terrestre meridional del mapa de Reis es realmente la Antártida y que está basada en cartas chinas anteriores. El almirante Hong Bao habría cartografiado esta costa a las órdenes del legendario almirante Zheng He unos setenta años antes de que Colón descubriera América. La expedición habría tenido como objetivo colocar a todo el planeta bajo el control tributario del emperador chino. La teoría de Menzies ha sido desacreditada por la historiografía científica.
Recordemos que la primera expedición de estudio a la Antártica fue dirigida por el Capitán Ritscher entre los años 1.938 y 1.939. Existen otros mapas de la misma época:
- Mapa de Zeno (1.380) donde aparece Groenlandia sin hielos.
- Mapa de Yehudi Ibn Ben Zara (1.487) con una Groenlandia surcada de ríos, valles y montañas, que no pudieron ser confirmados hasta el año 1.947 mediante los sondeos de una expedición francesa capitaneada por Paul Emile Victor.
- Mapa Caneiro, del siglo XV, donde aparece la costa Oriental de África con toda precisión.
- Mapa de Andreu Benincasa, con todo tipo de detalles de la costa Norte de Europa.
- Mapa de Jorge Reinel (1.510) con excelentes representaciones del Océano Indico y parte de Australia.
- Mapa de Orenteus Finaeus (1.531) donde aparecen ríos y montañas en la Antártica.
- Mapa de Adji Ahmed (1.559), donde aparece el continente americano al completo.
http://cnho.wordpress.com/2010/01/06/un-mapa-magufo-el-mapa-de-piri-reis-1513/
De: https://universidadalma.wordpress.com/2015/10/23/mapas-imposibles/
Este mapa es imposible por numerosos motivos:
La isla de Marajo en la desembocadura del río Amazonas sólo fue descubierta en el año 1543.
Las islas Malvinas fueron descubiertas en el año 1592.
Los Andes están representados, a pesar de que todavía no se les conoce.
La llama, mamífero típico de América del Sur, está pintado sobre los Andes, y fue en 1598 cuando los españoles lo identificaron.
Las grandes islas por encima del ecuador, desconocidas, corresponden a las altiplanicies submarinas de los islotes Sn Pedro y Sn Pablo, sobre la Gran Dorsal Atlántica (cuya existencia nadie sospechaba).
En él se ven las costas del Antártico que se descubrirá sólo en 1818, es decir 300 años más tarde.
América del Sur está unida con el Antártico por un istmo que desapareció hace 10.000 años.
El elemento más sorprendente, el que más plantea problemas:
Las orillas del Antártico que se pueden ver son las de la Tierra de la Reina Maud ¡sin ningún hielo! Este trazado fue confirmado en 1949 con los apuntes sísmicos de una expedición anglosueca.
Aún si quedan algunos científicos para seguir pretendiendo que el casquete entero data de varios millones de años, otros aceptan la posibilidad que esta parte del Antártico pudiera emerger de los hielos durante aproximadamente 9.000 años, hace por lo menos ¡ 6.000 años !
El Mecanismo de Anticitera
El mecanismo de Anticitera es una calculadora mecánica antigua diseñada para el cálculo de la posición del Sol, la luna, y algunos planetas, permitiendo predecir eclipses. Fue descubierto en los restos de un naufragio cerca de la isla griega de Anticitera, entre Citera y Creta, y se cree que data del 87 a. C.
Imagen original del mecanismo de Anticitera.
Investigaciones
Estructura del mecanismo de Anticitera.
Es uno de los primeros mecanismos de engranajes conocido, y se diseñó para seguir el movimiento de los cuerpos celestes. De acuerdo con las reconstrucciones realizadas, se trata de un mecanismo que usa engranajes diferenciales, lo cual es sorprendente dado que los primeros casos conocidos hasta su descubrimiento datan del siglo XVI.
De acuerdo con los estudios iniciales llevados a cabo por el historiador Derek J. de Solla Price (1922-1983), el dispositivo era una computadora astronómica capaz de predecir las posiciones del Sol y de la Luna en el zodíaco, aunque estudios posteriores sugieren que el dispositivo era bastante más “inteligente”.
Empleando técnicas de tomografía lineal, Michael Wright, especialista en ingeniería mecánica del Museo de Ciencia de Londres, ha realizado un nuevo estudio del artefacto. Wright ha encontrado pruebas de que el mecanismo de Anticitera podía reproducir los movimientos del Sol y la Luna con exactitud, empleando un modelo epicíclico ideado por Hiparco, y de planetas como Mercurio y Venus, empleando un modelo también epicíclico derivado de Apolonio de Perga.
No obstante, se sospecha que parte del mecanismo podría haberse perdido, y que estos engranajes adicionales podrían haber representado los movimientos de los otros tres planetas conocidos en la época: Marte, Júpiter y Saturno. Es decir, que habría predicho, con un grado más que respetable de certeza, las posiciones de todos los cuerpos celestes conocidos en la época.
Proyecto de investigación Antikythera
Reconstrucción del mecanismo de Anticitera en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas (fabricado por Robert J. Deroski basándose en el modelo de De Solla Price).
El proyecto de investigación Antikythera, un equipo internacional de científicos con miembros de la Universidad de Cardiff (M. Edmunds, T. Freeth), Universidad de Atenas (X. Moussas. I. Bitsakis) y la Universidad de Tesalónica (J. S. Seiradakis), en colaboración con el Museo Arqueológico de Atenas (E. Magkou, M. Zafeiropoulou) y la Institución Cultural del Banco de Grecia (A. Tselikas), usando técnicas desarrolladas por HP (T. Malzbender) y X-tex (R. Hudland) para el estudio del mecanismo de Antikythera, desarrolló una fotografía 3D basándose en tomografía computarizada de alta resolución.
El resultado fue que se trata de una calculadora astronómica que predice la posición del sol y la luna en el cielo. El artefacto muestra las fases de la luna en cada mes utilizando el modelo de Hiparco. Tiene dos escalas en espiral que cubren el ciclo Calípico (cuatro ciclos Metónicos, 4 × 19 años) y el ciclo de Exeligmos (3 ciclos de Saros, 3 × 18 años), prediciendo los eclipses de sol y luna. El mecanismo es aún más sofisticado de lo que se creía, con un enorme nivel científico en su diseño.
Gracias a las técnicas actuales, se habría podido entender el funcionamiento del aparato. Basándose en la forma de las letras que pueden leerse en el mecanismo (H. Kritzas) se estableció su año de construcción, entre el 150 y el 100 a. C., más antiguo de lo que se estimaba.
Como Hiparco fue el más importante astrónomo de la época, es posible que ese científico sea quien pensó el complicado mecanismo del instrumento.
Fijación de la fecha de los Juegos olímpicos
En el año 2008, Tony Freeth, Alexander Jones, John Steele y Yanis Bitsakis, publicaron en la revista Nature que el mecanismo servía para fijar con exactitud la celebración de los Juegos Olímpicos en la antigüedad. El interior del artefacto contiene una inscripción que indica Nemea (en referencia a uno de los juegos que fueron más importantes), y Olimpia. Con dichos diales se fijaba con precisión la última luna llena más próxima al solsticio de verano cada cuatro años, fecha en la que se iniciaban los juegos.
Nuevas investigaciones
Recientemente, en el año 2010, el grupo de Tacoma-Quilmes, integrado por James Evans y Alan Thorndike de la Universidad de Puget Sound (Tacoma, Estados Unidos) y Christián C. Carman de la Universidad Nacional de Quilmes ha hecho importantes contribuciones. En primer lugar, ha descifrado cómo el mecanismo reflejaba la anomalía solar. Y, en segundo, propusieron una novedosa forma en que se mostrarían los movimientos planetarios. Según ellos, el mecanismo no mostraría su posición en el zodíaco, sino ciertos eventos importantes para los astrónomos (como el comienzo o fin de una retrogradación, la ocultación, etc). Sus contribuciones invitan a proponer la hipótesis según la cual el sistema de epiciclos y deferentes no surgió como respuesta a una exigencia platónica de circularidad de los astros, basada en su divinidad, sino por una razón mucho más terrestre: simplemente como una solución mecánica a la problemática de reflejar con engranajes las regularidades planetarias conocidas por los babilonios.
Inscripciones halladas en un misterioso dispositivo de relojería de dos mil años de antigüedad sugieren que el artefacto se había inspirado en dispositivos anteriores construídos por el gran matemático griego Arquímedes.
El mecanismo pudo haber sido usado por los filósofos para mostrar el funcionamiento del cielo —esto es, enseñar astronomía—, tal como lo señaló Cicerón, que escribió, en el primer siglo antes de nuestra era, acerca de dispositivos de bronce que modelaban erróneamente los movimientos del Sol, la Luna y los planetas alrededor de la Tierra.
El origen del mecanismo de Anticitera seguía siendo un misterio hasta que recientemente se logró descifrar algunas inscripciones que muestran que su calendario usaba nombres regionales para los meses. Los nombres de los meses concuerdan con los usados en las colonias griegas fundadas por la ciudad de Corinto y el primer candidato es Siracusa, en Sicilia.
Moneda de Illinois
Pleistoceno medio (Entre 400.000 y 200.000 años). Cuasi-moneda. Illinois, Estado Unidos. En 1871, William E. Dubois, del Instituto Smithsoniano, informó del hallazgo de varios objetos manufacturados localizados en niveles muy profundos en Illinois. El primer objeto era una especie de moneda de cobre encontrada en Lawn Ridge, condado de Marhall, Illinois. En una carta a la mencionada institución J. W. Moffit, operador de la perforadora, decía que descubrió la moneda a 40 metros de profundidad incrustada en depósitos arcillosos con una antigüedad de entre 400.00 y 200.000 años.
El Profesor A. Winchell estudió el objeto compuesto de una aleación de cobre desconocida en aquella época. A pesar de la corrosión, la pieza redonda tenía aristas muy netas y uniformes en su espesor. El dibujo representaba una cara femenina coronada y parecía grabado con ácido. En la otra cara, un animal de orejas largas y puntiagudas con una larga cola deshilachada, venía acompañado de otro, parecido a un caballo. En el contorno de las dos caras se divisaban unas letras de escritura desconocida.
La presunta moneda tenia la forma poligonal y estaba grabada por ambas caras. En opinión del investigador W.E. Dubois, la uniformidad del espesor de la moneda se debía a que probablemente fue confeccionada en un taller. El contorno había sido cortado con una cizalla y los cortantes fueron posteriormente limados. Esta moneda parece indicar que en América del Norte se desarrolló una civilización hace unos 200.000 años.
Monolito de Pokotia
El Monolito de Pokotia es una estatua de carácter Tihuanacoide que se encontró en 1960 cerca a Pokotia a 2 km de Tiwanaku, Bolivia.
Ubicación
Actualmente el monolito esta ubicado en el Museo de metales preciosos en la calle Jaén, en La Paz.
Estudios efectuados
Los investigadores Bernardo Biados y Freddy Arce han estudiado las inscripciones que se encuentran en la parte frontal y en la parte dorsal del monolito. Las inscripciones fueron interpretadas por el epigrafista estadounidense Clide Winters como escritura pictográfica proto-sumeriana.
Interpretaciones
Las declaraciones de Clide Winters han causado varias polémicas en el mundo arqueológico. En particular algunos arqueólogos tradicionales han declarado que fue imposible por los Sumerios viajar hasta la actual Bolivia.
El monolito de Pokotia es una estatua de piedra antropomorfa, de unos 170 cm de altura, que fue descubierta alrededor de 1960 en el sitio de Pokotia, a 2 kilómetros aproximadamente de la ciudad de piedra de Tiahuanaco.
En el 2002, los investigadores Bernardo Biados, Freddy Arce, Javier Escalante, César Calisaya, Leocadio Ticlla, Alberto Vásquez, Álvaro Fernholz, Omar Sadud, Paulo Batuani y Rodrigo Velasco, analizaron el monolito, el cual se encontraba en el Museo de metales preciosos de La Paz, y se dieron cuenta de que contiene inscripciones no sólo en la parte frontal, sino también en la dorsal.
Lamentablemente, no fue posible regresar al lugar exacto donde el monolito fue encontrado, ya que eso habría permitido efectuar un serio estudio estratigráfico. En todo caso, del análisis de la estatua se puede afirmar que ésta pertenece a un período anterior a la civilización Tiwanaku clásica. En mi opinión, el monolito de Pokotia pudo haber sido tallado en una época antecedente al florecimiento de la civilización Pukara.
Según la lingüística oficial, el término Pukara viene del quechua y significa fortaleza o lugar estratégico de donde se puede supervisar un valle o la confluencia de dos ríos.
La civilización Pukara tenía su centro en la ciudadela fortificada que se encuentra a 61 kilómetros al norte de Juliaca, en el departamento de Puno. Sin embargo, el término Pukara es tan común en los valles al norte del lago Titicaca (el sitio de Poquera y también los petroglifos de Pusharo, situados mucho más lejos, en el río Palotoa, en el Madre de Dios), que lleva, en mi opinión, a descubrir el origen de la civilización Pukara en la Amazonía.
Probablemente, algunos indígenas de origen arawak se dirigieron hacia la sierra alrededor del VI milenio antes de Cristo, con el fin de intercambiar sus productos. Algunos de ellos se detuvieron en el altiplano y, mezclándose con los nativos de origen Colla, dieron inicio a las culturas Chiripa y Qaluyo (lo prueban también los petroglifos de Quiaca, muy similares a los de Pusharo), y sucesivamente a la civilización Pukara.
El lugar donde fue hallado el monolito de Pokotia fue reconocido por algunos investigadores como un lugar sagrado o un oráculo.
Según el estudioso Clyde A. Winters, en el monolito de Pokotia hay varias inscripciones (de origen proto-sumerio), pero las más importantes están debajo de las manos (que están apoyadas en los muslos) y en la parte dorsal (en la espalda de la estatua). Esta es la traducción de las inscripciones que se encuentran en la parte frontal, según Clyde A. Winters:
Divulguen a toda la humanidad la apertura del oráculo de Putaki. Se proclama que la estirpe de Putaki será estimada en el tiempo. Actúa justamente, de modo que el oráculo pueda divulgar la sabiduría. Aprecia el culto. Todos deben dar testimonio de la voluntad divina. El adivino interpretará la guía del oráculo, con el fin de anunciar las reglas que regirán a la humanidad. Los ciudadanos darán testimonio a favor del ser humano, que difundirá sabiduría y será ejemplo de carácter fuerte.
En la parte frontal izquierda de la estatua hay otra inscripción que se interpreta así:
El chamán proclama la inmensa importancia de este lugar, el poder de la divinidad, con el fin de entregar la sabiduría al hombre.
Luego hay dos incisiones adicionales en la misma parte frontal:
Oh, gran Putaki, hombre sabio y progenitor de muchas gentes.
Jura dar testimonio de carácter y sabiduría. Da testimonio del poder de la divinidad, con el fin de reforzar tu carácter.
En la mano del monolito estaría escrito, todavía según Winters:
El oráculo de Putaki conduce al hombre a la verdad. Este oráculo precioso hará germinar la estima, ahora testimonia su fuga.
En lo que respecta a la parte dorsal del monolito, hay varias interpretaciones. Según Clyde A. Winters, esta sería la traducción:
La norma ideal es el oráculo. Este oráculo lleva al conocimiento de la voluntad divina. Distribuye a toda la humanidad la voluntad divina. Entiende el sentido de la voz perfecta. El oráculo esparcirá serenidad. Escuchen el oráculo, llamen al adivino. El adivino habla sabiamente. La voluntad divina será visible y destellante, saliendo de la boca del oráculo. Escuchen al adivino, escuchen el oráculo para poder adquirir sabiduría y carácter. Escuchen el oráculo para difundir la voluntad divina, siguiendo el Bien legítimo y justo. Invoca el alimento puro para el oráculo. Oh, oráculo, eres el testimonio de la pureza. Difundirás serenidad y sabiduría. El oráculo de Putaki es padre de la sabiduría y beneficio para todos. Se volverá un testimonio visible de la sabiduría y de la voluntad divina. Difundirás la voluntad divina y serás testimonio de su poder.
Según Winters, por tanto, el monolito de Pokotia era un oráculo de nombre Putaki.
Las inscripciones que hay allí grabadas estarían en proto-sumerio pictográfico, aunque no cuneiforme como en la Fuente Magna. Los autores de las inscripciones del monolito de Pokotia serían entonces los mismos que hicieron las incisiones de la Fuente Magna, en un período comprendido entre el 3000 y el 2000 a.C. Winter también sugiere que el proto-sumerio derivaría, junto al proto-dravídico y al proto-mandé, de pueblos que vivieron en el Sahara antes del diluvio.
Hay también otra traducción de las inscripciones dorsales del monolito de Pokotia. Es una interpretación del quellca pictográfico, el antiguo idioma del altiplano andino, hablado quizás por un restringido círculo de sacerdotes en la cultura Pukara o en la Tiahuanaco clásica.
Según esta interpretación, que se basa incluso en cálculos arqueo-astronómicos, las inscripciones situadas en el dorso del monolito significarían:
En el tiempo en que Manco Capac y Mama Ocllo salieron de las aguas del lago Titicaca, apareció en el cielo una nueva estrella justo al lado de la Cruz del Sur. Sucesivamente, la estrella se hizo más pequeña y luego desapareció del cielo. Se veía sobre los montes en el horizonte entre dos montañas y comenzó a brillar el tercer día del cuarto mes.
Según esta interpretación, por lo tanto, la parte dorsal del monolito relataría la explosión de una supernova, justo cuando la célebre leyenda de Manco Capac y Mama Ocllo contaba que ellos salieron, o bien, “nacieron” del lago Titicaca. Después de haber analizado tanto la Fuente Magna como el monolito de Pokotia, estoy cierto afirmar que los dos hallazgos son auténticos y que ambos contienen inscripciones proto-sumerias y quellcas. Como ya señalé en mi artículo sobre la Fuente Magna, concuerdo totalmente con la tesis de Bernardo Biados, según la cual los sumerios circunnavegaron África ya a partir del 3000 a.C. El hecho de que, una vez que llegaran a Cabo Verde, se enfrentaran a vientos contrarios, hizo que se dirigieran y se adentraran en el océano en busca de vientos favorables (la misma ruta fue recorrida siglos más tarde por los fenicios, los cartagineses y los portugueses).
Fue así como, accidentalmente, los navegantes sumerios se encontraron en las costas de Brasil, probablemente en los actuales estados del Piauí o Marañao. Como estaban en busca de metales, se dirigieron al interior del continente y, navegando a lo largo del río Madeira y del Beni, llegaron al altiplano andino, lugar que, además de ser rico en metales, es considerado sagrado desde tiempos arcaicos, por la existencia misma del lago Titicaca, el más alto del mundo.
Algunos sumerios permanecieron en el altiplano andino y se mezclaron con las etnias Colla y Arawak, mientras que otros regresaron a su patria.
Es interesante ver las similitudes, sobre todo en las consonantes, de los siguientes términos:
Pusharo (PSR), Pukara (PKR), Pokotia (PKT), Putaki (PTK). Por consiguiente, es posible que el origen de la civilización Pukara y, sucesivamente, del sitio de Pokotia (con el oráculo de Putaki), sea la selva amazónica, con los enigmáticos petroglifos de Pusharo, que, en mi opinión, indican un lugar estratégico utilizado por pueblos de la selva durante su largo recorrido hacia la sierra.
Si se aprueban ulteriores excavaciones en Tiwanaku y en Pokotia, con el propósito de escudriñar qué hay en una profundidad de unos 30 metros, podrían descubrirse importantes yacimientos proto-Pukara y quizás también otros antiguos rastros de la presencia de los sumerios en el Nuevo Mundo.
Mortero de Table Mountain
El 2 de agosto de 1890, J.H. Neale firmó la siguiente declaración acerca de los descubrimientos realizados por él: “En 1877 Sr JH Neale fue superintendente de la Empresa Montezuma túnel, y opero en el túnel Montezuma en el que perforaron la grava de lava de Table Mountain, en el Condado de Tuolumne … A una distancia de entre 1400 y 1500 pies de la boca del túnel, o de entre 200 y 300 pies más allá del borde de la lava sólida, Sr Neale vio varias puntas de lanza, algunas de roca oscura y casi un pie de longitud. El estudio de estos nuevos hallazgos, arrojo que él mismo encontró también un pequeño mortero de tres o cuatro pulgadas de diámetro y de forma irregular. Este fue descubierto a un pie o dos de distancia de los de la lanza. A continuación, encontró también una gran punta de lanza-“. Neale continua su declaración jurada: “Todas estas reliquias se encontraron… Cerca de la base, tal vez a un pie de la misma.
El Sr Neale declara que es absolutamente imposible que estas reliquias pudieran haber llegado hasta el lugar donde se encontraron, si no es considerando la posibilidad de que fueran depositadas en la grava en el momento en que fue escavado el túnel, y justo antes de que la perforadora llegara al tope de lava formada donde fueron halladas. Pero… jamás se ha encontrado el más mínimo rastro de cualquier tipo de manipulación o alteración del material o de la existencia de cualquier fisura natural por él que alguien pudiera tener acceso y entrar hasta a la localización del hallazgo para depositarlas allí. “(Sinclair 1908, pp. 117-118)
Todo indica que la situación de los artefactos en de grava cerca de la base en Tuolumne Table Mountain tiene una antigüedad de 33-55 millones de años. En 1891, George F. Becker dijo a la Sociedad Geológica de América que en la primavera de 1869, geólogo Clarence Rey encontró un mortero de piedra firmemente incrustado en un depósito de oro con grava que se extiende bajo la capa de basalto, o latite. Sólo muy recientemente el depósito de grava quedo expuesto a la erosión. Y Becker declaró: “El señor King esta totalmente seguro de que este deposito es una prolongación del lugar y forma parte original del deposito de gravilla en la que se encontró el mortero. Prácticamente es difícil imaginar una prueba más satisfactoria que la aparición de prolongaciones de la capa aurífera, del periodo pre-glacial, y en concreto en sub-gravas basálticas. “Incluso William H. Holmes, de la Smithsonian Institution tuvo que admitir rotundamente que la autenticidad del mortero de King, que fue colocado en la colección del Smithsonian,” no podrá ser rebatido con imputaciones o frivolidades”. Para estar seguros y despejar todo tipo de dudas al respecto, se investigó la posibilidad de que este mortero pudiera haber sido incorporado en el lecho mucho más recientemente, “… pero definitiva no se llegó a un resultado”. (Holmes 1899, p. 454) Por lo tanto, esta evidencia, no importa cuán inexplicable pueda ser, ya que de acuerdo con nuestras actuales teorías, porque está bien documentada.
En 1877, mientras se excavaba un túnel a través de grava en Table Mountain (California) una serie de objetos empezaron a aparecer entre los escombros a una profundidad de 450 metros de la boca del túnel. La descripción de estos objetos de piedra asemeja a manos de mortero y cuencos esféricos. Algunos años antes, asociado a materiales sedimentarios similares, se encontraron huesos humanos y de mastodonte. Los estratos de grava corresponden a una antigüedad de 33 a 55 millones de años.
Aquí se proponen dos soluciones realistas. La primera es que estos objetos son simulacra, objetos naturales que parecen manufacturados (hay muchos ejemplos de esto, sin ir más lejos el smiley marciano). Pero, dada la presencia de huesos de dos animales mucho más modernos, es más plausible pensar que los sedimentos habían sido perturbados siglos atrás -tal vez por un enterramiento?- y todos ellos tienen un origen mucho más reciente que el terreno que los rodea. En estratigrafía arqueológica, es muy importante determinar esto antes de datar cualquier objeto.
La nave de Toprakkale (Turquía)
El objeto cuya ilustración se observa abajo aparecía en un pequeño artículo escrito por el ingeniero esloveno Igor Likar en el número 2 del volumen 23 (mayo-junio 1.996) de la publicación Ancient Skies de la Ancient Astronaut Society, donde el autor hacía mención a una noticia anterior aparecida el 29 de Noviembre de 1.995 en el Slovene News Magazine, en el que se hablaba sobre la existencia de una pieza arqueológica de unos 3.000 años de antigüedad depositada en el Museo Arqueológico de Estambul en Turquía. La figura, de unos 23 centímetros de largo, 9`5 de alto y 8 de ancho no daba lugar a ninguna clase de dudas sobre lo que representaba, ni excusas a posibles interpretaciones que no fuesen lo que los ojos de su observador apreciaban en un primer momento. La clara e inconfundible figura de un cohete con el extremo delantero en forma de cono, dotado de toberas de expulsión de gases en la parte posterior, y por si fuera poco con una cabina en la parte central en la que se emplazaba la figura de un tripulante o piloto al que sólo le faltaba la cabeza, probablemente perdida por algún golpe al ser la parte que más sobresalía de todo el conjunto. El piloto vestía un traje de una sola pieza con formas acanaladas y permanecía con las piernas dobladas sobre el pecho, apre
ciándose incluso que va equipado con botas.
Cabecera de la portada del número 2 del volumen 23 (mayo-junio 1.996) de la publicación Ancient Skies de la Ancient Astronaut Society, donde tuve por primera vez noticias sobre la existencia de la Nave de Toprakkale.
Poco más se ha vuelto a saber sobre la Nave de Toprakkale desde la incursión de Zecharia Sitchin por tierras otomanas.
El Obelisco inacabado de Asuán
El Obelisco inacabado de Asuán, en Egipto, que pesa 1150 toneladas. Cerca de la isla de Sehel, en las cercanías de Assuán, se encuentran las famosas canteras de granito rojo cuyos restos dan cuenta de la industria pétrea que se desarrolló en aquella época. Todos los faraones admiraron la dureza y elegancia de este material que, entre otras cosas, dio origen al sarcófago, las paredes y los techos de la Cámara del Rey, en la Gran Pirámide: también a las columnas del templo de lsis, delante de la Esfinge, y a los grandes obeliscos del templo de Karnac. Innumerables toneladas de piedra fueron arrancadas de la tierra y transportadas por los egipcios desde aquellas canteras hasta los múltiples templos esparcidos a lo largo del Nilo. Pero también dejaron algo, algo tan grande que no pudieron mover. O quizá el famoso Obelisco Inacabado no fue realizado con tal tamaño para ser transportado, sino para dejar constancia de la desconcertante técnica con que fue diseñado.
No se ha hallado nada en él que indique el uso de cinceles o martillos, pues no quedaron restos de escoriaciones. Si se observa de cerca, se aprecian anchos surcos verticales producidos por algo parecido a una pala que modeló sus proporciones. La única explicación posible es que, cuando atacaron la cantera, la piedra estaba blanda.
Tanto en las caras laterales como en la parte superior de este Obelisco Inacabado se aprecian canales, paralelos, de igual tamaño. Se trata de huellas que han permanecido allí desde hace miles de años, pues no se sabe su antigüedad. Se dice que el monolito fue abandonado porque en él apareció una fisura, pero en los últimos exámenes que se han llevado a cabo se ha podido comprobar que tal fisura no existe, sino que en algún momento de la historia alguien quiso cortar la piedra para hacer un obelisco más pequeño. De hecho, se nota la acanaladura dejada por un cincel que se introduce en la piedra regularmente a una profundidad fija de 3 centímetros. Todo parece indicar que los autores se arrepintieron después y dejaron la mole de piedra tal cual.
A pocos metros del monolito, los químicos se entretuvieron en perforar la piedra circularmente, dejando así unos pozos de ignorado significado. En ellos cabe un hombre. Sus paredes, sin restos de golpes, no son rectas, de lo que se deduce que fueron ahuecadas de manera irregular, sin aparente esfuerzo y sin que en la operación interviniera máquina alguna.
Objetos de cristal
Que nuestros antepasados conocían y utilizaban técnicas altamente sofisticadas para la construcción de templos, palacios, tumbas, etc, no es nada nuevo. Sin embargo, cada vez aparecen más pruebas de que ésta misma desconcertante “ciencia”, ha sido utilizada para la elaboración de diferentes utensilios y elementos (decorativos, prácticos, rituales, etc), que demuestran que hace miles de años se creó y desarrolló una increíble sabiduría, olvidada y rechazada por generaciones venideras.
Éstas evidencias “malditas” las podemos hallar en muchos lugares del planeta. Un claro ejemplo de su existencia, la hallamos en el Museo Arqueológico de Cádiz. Fue una buena amiga en común, la investigadora Rosa María Paraíso, quien nos puso tras la pista de un apasionante enigma arqueológico. Un misterio que delata, sin lugar a dudas, la presencia de una alta tecnología en nuestro remoto pasado…
Frente a la fría mirada de piedra del emperador Trajano, en una vitrina rectangular se agrupan un espectacular conjunto de tallas de cristal de roca perfectamente acabadas, y que no presentan huellas, ni marcas externas que evidencien el tipo de herramienta utilizada para su intachable elaboración. Aunque, eso si, algunas piezas presentan unos arañazos circulares en su interior, perfectamente paralelos que podrían señalar algún tipo de instrumento desconocido.
Según pudimos averiguar, en compañía del estudioso gaditano Antonio González, la asombrosa colección artística, un tesoro incalculable, pertenecía al ajuar funerario de una niña romana del Siglo I, D. C., encontrada hace varios años en la capital gaditana.
Los diversos estudios realizados, indican que la fallecida pertenecía a una familia muy poderosa e influyente dentro del vasto Imperio Romano, hija o nieta de un rico patricio o comerciante, puesto que todos los enseres hallados en la tumba eran de gran valor. Sobre todo las figuras de cristal de roca, de las cuales, solo existen unas 30 o 50 piezas en todo el mundo, Lorenzo Médicis poseía una de estas impresionantes colecciones. Actualmente solo museos de Italia, Francia y Gran Bretaña exhiben muestras, más escasas en número, de este enigmático arte sobre este tipo de mineral.
En la época de los césares, las piezas de cristal de roca, nos se sabe muy bien por qué, poseían un valor inimaginable. Tanto, que un emperador romano, Marco Aurelio, poseedor de un conjunto de tallas costeo los gastos de una importante batalla, según documentos de la época, vendiendo, por 150 mil sestercios (900 monedas de oro), una jarrita de solo 35 cm de dicho material.
La cámara mortuoria, fue descubierta en los años 90 por el arqueólogo Francisco José Blanco durante el estudio de un emplazamiento romano en la ciudad de Cádiz, en la calle Escalzo. La tumba, única en las excavaciones realizadas hasta ahora en la Tacita de Plata, la conformaba una estructura de carácter monumental, protegida por una gran pieza maciza realizada con sillares y sillarejos unidos por mortero de hormigón muy resistente.
Las tallas de roca se escondieron hábilmente alrededor de la tumba para evitar los saqueos, y de hecho gracias a esta cautela, resistieron el paso del tiempo y de los saqueadores. La joven había perecido a los 14 años, y junto a ella, se hallaron la tumba de varios sirvientes que fueron “asesinados”, en un ritual, para que acompañara a la adolescente a tan trágico y fatal destino.
Los prodigiosos artistas que tallaron el cristal de roca, representaron, con exquisita factura, desde diferentes almejas e insectos, hasta caracoles, además de varias jarritas laboriosamente adornadas. Las tallas poseen tal perfección, que las conchas de los moluscos, en este caso almejas monoval y vivalba parecen autenticas lentes de cristal.
Junto a las mencionadas piezas, que sumaban 14 (se creé que le regalaron una por cada año de vida), se hallaron objetos de enorme belleza y valor, como por ejemplo una urna fenicia de alabastro del Siglo VIII A. C., anforitas, hidrias, balsamarios, peines, etc., incluido tallas en ámbar un material raro y apreciado en la época.
Pero volviendo a las tallas, para los expertos el procedimiento para elaborar estas figuras es todo un enigma. Aunque en un principio, se cree como la hipótesis mas plausible, la utilización de herramientas con punta de diamante (único material capaz de trabajar sobre la dureza extrema del cristal de roca, 7 en la escala de Mohs), para lograr cincelar las piezas de esa forma. Así mismo, los artesanos debieron utilizar polvo del mismo preciado mineral para lograr los minuciosos vaciados de las jarras y anforitas. Ubicando el tallado de las piezas en exclusivos talleres de arte de Alejandría o Albania, siendo la procedencia de la materia prima la India. Otra teoría apuntaría al empleo de hornos de fundición que, a más de 2000 grados centígrados, conseguirían moldear el cristal de roca, aunque los arqueólogos dudan seriamente que en aquella época utilizaran este sistema.
Otros investigadores más heterodoxos, como Jesús Borrego, gran conocedor de la arqueología gaditana, opinaba que, quizás, dichas piezas, pudieran tener relación con la fascinante y misteriosa civilización tartésica.
Al margen de estas especulaciones, las tallas siguen ahí, desafiando el paso de los siglos, y elevando interrogantes sobre el amplio y elevado conocimiento científico de nuestros antepasados, que desgraciadamente, pocas veces valoramos…
Pagoda Negra – Templo de Suria (Konark)
Localización de Konark en la India. Se encuentra a 36 km de la ciudad sagrada de Puri.
El templo de Suria (también llamado la Pagoda negra o Templo del Sol) es un templo hindú situado en la localidad de Konark, en el estado de Orisa (India oriental). Dedicado a Suria, dios del Sol, es uno de los edificios más importantes del país por su arquitectura y los bajorrelieves que decoran sus muros, de temática fundamentalmente erótica. Fue construido a mediados del siglo XIII en el llamado estilo Orisa, y abandonado a partir del siglo XVI. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1984.
Historia
La localidad donde se encuentra el templo (Konārk) recibe su nombre de kona, que significa ‘lugar’, y arka, una denominación del Sol.
Los navegadores europeos dieron el nombre de Pagoda negra a este templo, y el de Pagoda blanca al templo de Jagannātha (en Puri). Eran entonces unas orientaciones muy útiles para la navegación en el golfo de Bengala. El templo de Konārak, entonces abandonado, había acumulado sobre la superficie de la piedra una suciedad que la oscurecía (retirada actualmente por la restauración), mientras que el templo de Puri estaba recubierto de un estuco blanco (que le fue quitado también posteriormente).
Konark parece haber estado dedicado al culto del Sol desde la Antigüedad. El Brahma Purāna indica que Konāditya, el nombre antiguo de Konark (siendo Aditya un nombre genérico del Sol, como uno de los hermanos dioses Adityas, hijos de Áditi), era uno de los lugares más sagrados de este culto en la tierra de Utkala, es decir en Orisa.
El templo se encontraba originalmente en la línea de la costa, aunque las deposiciones de arena lo han ido alejando considerablemente.
La leyenda
Según la leyenda, el príncipe Samba —hijo de Krishná y de Jambavati— había ridiculizado al sabio volador Nārada, un santo bastante feo. Este último se vengó indicando a Samba un lugar en el río donde numerosísimas mujeres se bañaban, tras haberse despojado de sus saris (túnicas hindúes). Mientras el joven varón disfrutaba del espectáculo, Krishná, advertido por Nārada, llegó y descubrió cómo su hijo miraba a sus madres (las 16.108 esposas de Krishna) mientras se bañaban.
Furioso, el dios castigó a su hijo inoculándole la lepra. Más tarde, Samba le demostró que Nárada le había manipulado, pero ya Krishná no podía retirar su maldición. Entonces el joven se dirigió hacia Suria, el dios que cura todos los males —particularmente aquellos de la piel—, fue hasta la costa y descubrió al norte de Puri una imagen del dios del sol sentado sobre una flor de loto. Se instaló en el lugar e hizo una penitencia de doce años, al cabo de la cual fue curado. En agradecimiento, erigió un templo, el primero que se construía sobre el sitio de Konark.
Parece que esta leyenda sea la transposición local de otra leyenda que decía que estos hechos legendarios habrían sucedido donde se encuentra también un templo de Suria, en la antigua Mula Samburu (el actual Multán, en Pakistán), a orillas del río Chandra Bhaga (hoy llamado Chenab, afluente del río Indo, en el Panyab).
Cuando el sitio de Konark de Oriss
a se convirtió en un centro importante de veneración de Suria, la leyenda fue relocalizada aquí para legitimar el lugar.
Las etapas de la constru
cción
Según el Mandala Apnaji —una crónica medieval—, el primer templo construido habría sido obra del rey Purandarakesari.
El templo principal (llamado Templo 1) fue construido por el rey Narasimha Deva I, de la dinastía de los Ganga del Este, durante su reinado que se extendió desde 1238 a 1264. Se han conservado los nombres de un cierto número de arquitectos que participaron en su realización: Shadashiva, Samantaraja, Gadhadhara Mahapatra, Ganga Mahapatra, Narayana Mahapatra, Vishvanatha Mahapatra (mahapatra significa gran arquitecto).
Las razones de la erección del edificio por Narasimha no son conocidas con exactitud, quizá para agradecer a Suria de haberle curado de una enfermedad (como hizo Samba en la leyenda) o bien en agradecimiento por el nacimiento con buena salud de un hijo varón, su sucesor. Su hijo Bhanu (que es otro nombre de Suria) será además el primero de la dinastía en tener un nombre solar. Se ha propuesto también como razón de esta construcción la conmemoración de una victoria de los Ganga contra los musulmanes que invadieron la región en el siglo XIII y que saquearon además un gran número de templos.
El cronista y secretario personal de Akbar, Abu’l Fadl, escribió al visitar el templo: «Incluso aquellos que tienen un juicio crítico y son difíciles de satisfacer quedan asombrados al verlo». Afirmó también que la construcción del templo absorbió doce años de impuestos de la provincia.
Las razones del hundimiento del skhara (cúlmine o cúpula) del templo principal no se conocen con seguridad. Se ha propuesto unas cimentaciones inadecuadas, la acción de una tormenta o un terremoto en 1630, e incluso algunos han sugerido que el edificio nunca se llegó a terminar. Sin embargo, la hipótesis de una degradación gradual después de que el edificio fuese abandonado es la que prevalece generalmente.
En efecto, en el siglo XVI los musulmanes de Bengala tomaron tras un asalto la dhvaja (la bandera), y tras esto el templo perdió su carácter sagrado y dejo de estar en funcionamiento. Por otro lado, no se sabe lo que sucedió con la efigie de Suria, quizá un ídolo de madera —por tanto perecedero, como el de Jgannātha de Puri— o quizá un disco solar metálico.
El especialista en arquitectura india James Fergusson visitó el templo en 1837, realizó varios dibujos y estimó la altura de los restos del sikhara en unos 45 metros. Más tarde, en 1868 y tras un terremoto, el arqueólogo Rajendralala Mitra no vio del edificio más que un montón de piedras de donde surgían algunas plantas.
Fergusson anotó también que algunas esculturas fueron arrancadas por el mhārāsh Kurdah para decorar el templo que se hizo construir en su fuerte. Los mrathas también sustrajeron un pilar que representaba a Auná (el amanecer, cochero del carro del sol), que instalaron en el templo de Jagannatha Puri.
La Pagoda Negra tiene 75 metros de altura, es decir, como un edificio actual de 25 pisos, pero lo que no tiene explicación ninguna es que su techo está coronado por un único bloque de piedra maciza de nada menos que 2.000 toneladas. Los técnicos y arquitectos actuales aseguran que, a día de hoy, no existe grúa en el mundo capaz de izar un peso como ese y menos aún a esa altura. Según la tradición parece ser que lo único que pudo usarse fue un Vìmana para cerrar la construcción, nótese además que Narada era “un sabio volador´´.
Las esculturas
Decoración sobre los muros de la plataforma.
El templo 1 está completamente cubierto de estatuas talladas sobre el muro, sin que esta explosión barroca moleste al efecto del conjunto. Las esculturas se pueden clasificar en varias categorías:
- las divinidades, en particular las tres estatuas de Suria,
- las tradicionales apsaras o ninfas celestes,
- escenas de la vida cotidiana en la corte, como las alasakanya (figuras clásicas de mujeres viéndose en el espejo), músicos, bailarines, escenas de la vida del rsh, dentro y fuera del palacio y en un gran número de circunstancias diferentes, escenas de procesión, de guerra;
- escenas eróticas, generalmente muy explícitas, que muestran diversas prácticas sexuales, desde el sexo oral hasta la zoofilia, pasando por tríos sexuales, escenas de penetración y diversos juegos sexuales. Estos bajorrelieves son los más abundantes en el templo y muestran que la sociedad india de la Edad Media (antes de la invasión inglesa, que duró siglos) era mucho más liberal en temas sexuales de lo que es actualmente.
- animales, ampliamente utilizados por su valor decorativo en las estatuas indias, siendo los más corrientes los elefantes, los leones y los caballos. Las relaciones con los animales retratados indican relaciones de afección y de herencia con el periodo budista. Se encuentran también camellos, ciervos, monos, tigres, búfalos, corderos e incluso una jirafa, parece ser signo de una relación con reinos africanos (seguramente por mar). El templo, que tiene forma de carro, es tirado por caballos de gran tamaño.
- motivos decorativos a menudo extraídos de la flora, o bien geométricos.
El estudio cuidadoso de las esculturas muestra una variación en su calidad que implica que, entre los centenares de artistas que trabajaron aquí, hubo alumnos, aprendices que se ocupaban de las piezas menores, y maestros que se reservaban las piezas más importantes, tanto por la talla como por su posición dentro del complejo.
El complejo del templo
Una de las 24 ruedas del templo.
Parte de la decoración de la plataforma principal, en el que se muestra la escena con la jirafa.
Los edificios del templo están orientados en el sentido este-oeste, el sentido de la trayectoria solar. El templo principal figura ser un carro tirado por caballos y montado sobre 24 ruedas.
Los trabajos de restauración
La primera sugerencia de restauración del templo tuvo lugar en 1806 por el Ministerio de Marina, con una finalidad puramente utilitaria, pues el templo servía de punto de referencia para los marineros. En 1838, la Asiatic Society of Bengal pidió responsabilidades al gobierno inglés para reclamar unas reparaciones tras las degradaciones cometidas por el vecino rsh de Khurda.
Posteriormente, y hasta finales del siglo XIX, las administraciones se contentaron de despejar la jungla que había invadido el templo y de levantar los caballos colosales, los elefantes y los gajavidala, estatuas tradicionales de un elefante subyugando un león, aunque posicionándolas de manera errónea dentro del complejo.
Las cosas se tomaron realmente en serio tras la visita de John Woodburn, el lugarteniente de Bengala, en diciembre de 1900, quien tomó consciencia del mal estado de los edificios y de la urgencia de los trabajos a efectuar. Concibió una campaña de restauración para salvarlo costase lo que costase. Se quitaron entonces los escombros y arena que se encontraban a los pies del edificio y se descubrió la plataforma con esculturas que la soportaba. Se comprendió posteriormente que no se trataba solamente de un edificio, sino de todo un complejo.
Para que la cúpula no se derrumbase, Woodburn decidió que el jagamohan (la parte del templo dedicada a la adoración del dios) se rellenara de piedras y se sellara. La medida fue efectiva y muy económica, aunque desde entonces impide penetrar en su interior. Se plantaron árboles para bloquear la arena y proteger el templo del viento marino.
En 1909 se descubrió el pequeño templo de Maya Devi, y al año siguiente se dieron por concluidos los trabajos de conservación que permitieron afianzar la estructura.
De hecho, los trabajos sobre el conjunto nunca se han detenido completamente desde entonces, habiéndose habilitado jardines en el complejo, y tratándose químicamente la piedra de tiempo en tiempo para garantizar su durabilidad.
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