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Atlas Vallard

Atlas Vallard

El Atlas Vallard es un atlas mundial que fue creado en el año 1547 en Dieppe (Sena Marítimo), en el norte de Francia. Ha sido atribuido a Nicolas Vallard, aunque se duda de su autoría y se cree que pudo haberse basado en un prototipo portugués previo.

Historia

Se trata de uno de los atlas más famosos del siglo XVI, perteneciente a la llamada Escuela de cartografía de Dieppe.

Se ha puesto en duda la autoría de Nicolas Vallard, de quien se cree que fue solo su primer propietario,1​ mientras su autoría correspondería a un cartógrafo portugués desconocido.

Este atlas muestra por primera vez la costa este de Australia, curiosamente 200 años antes de que fuera descubierta por el capitán James Cook, por lo que este atlas podría demostrar que la atribución del descubrimiento de la costa este australiana a James Cook es errónea.2

El atlas original se encuentra en la actualidad y desde 1924 en la biblioteca The Huntington Library de San Marino (California), en los Estados Unidos.

Descripción

Está compuesto por 68 páginas entre las cuales figuran un calendario, 15 cartas náuticas con ricas ilustraciones así como detallada información marítima.

Contiene ilustraciones sobre las poblaciones indígenas del nuevo mundo y es por tanto un importante testimonio de la época de la colonización.

Una embarcación manca dibujada en las aguas del O. Atlántico. Atlas Vallard

El atlas original se encuadernó en 1805 en piel rojiza con aplicaciones de oro.

La escuela de cartográfica de Dieppe fue el productor de mapas franceses más importante del siglo XVI. Asentada en la ciudad portuaria de Dieppe, se caracterizó por la belleza en la manufactura de sus mapas y globos, objetos de lujo encargados por ricos comerciantes y armadores navales de Portugal y Francia. Entre sus integrantes destacan Pierre Desceliers, Guillaume Le Testu, Nicolas Desliens o Nicholas Vallard.

Los contenidos

Al comienzo de la obra trata el ciclo solar y añade un calendario. La parte cartográfica propiamente dicha se compone de 15 portulanos sobre pergamino, en los que el sur se halla en la parte superior, como ocurre muy frecuentemente con la cartografía medieval, especialmente en la tradición musulmana.

Carta de África oriental.  Está orientado al sur. Atlas Vallard.

Las tres primeras cartas recogen una parte de la costa de Asia y posiblemente de lo que hoy es Oceanía. Las siguientes representan territorios africanos, americanos y europeos.

Por supuesto, en este atlas están cartografiados algunos mares, como el Océano Atlántico, el Adriático o el Mar Egeo.

La Península Ibérica. Originariamente esta imagen aparece girada 180º (orientada al sur), pero la hemos vuelto para que se pueda apreciar mejor. Si se observa detenidamente, las figuras están cabeza abajo por la orientación original

Carta del Océano Atlántico

La nomenclatura aparece en letras minúsculas, con tinta de colores negro y rojo, y en dorado para las áreas geográficas.

Carta de Java. Detalle de la escena. Atlas Vallard.

La autoría

Se suele atribuir al navegante y cartógrafo francés N. Vallard (que lo firmó en 1547). A pesar de que es de la escuela franca, tiene un fuerte componente luso, y ésto puede ser porque su autor se inspiró en cartografía procedente de este reino.

Portada del atlas, en la que aparece el nombre de Nicolás Vallard bajo la esfera armilar

Parte sur del este del continente asiático (Indias orientales y «la Java»). Se puede apreciar en la parte inferior la costa que algunos autores atribuyen a Australia. La carta se ha girado 180º para que se pueda apreciar bien el territorio cartografiado. Atlas Vallard.

También en él encontramos una de las primeras representaciones del territorio canadiense, de sus habitantes, de su fauna y flora.

Variaciones

Las cartas numeradas como 14 (Mar Adriático) y 15 (Mar Egeo) parecen ser obra de otro autor, ya que cambia la técnica cartográfica y estilo artístico. Hay variaciones muy visibles, como en la del Mar Egeo, en la que la orientación no es al sur, sino al este.

Detalle del Mar Egeo. La carta está orientada al este. Atlas Vallard.

Aparte del carácter técnico, lo más destacable son sus escenas de la vida cotidiana de los habitantes de los lugares cartografiados, tanto las que aparecen en las cartas como las que incluye en los márgenes. Sin que sean demasiado realistas, ya que tienen cierto carácter bucólico y fantástico (por ejemplo, la presencia del Preste Juan en África responde a un mito medieval), son de una gran belleza y estética.

Otro aspecto muy visible son las magníficas rosas náuticas (numerosas en cada carta, con las habituales 32 líneas de rumbo en negro, rojo y verde para las direcciones principales), las embarcaciones y los monstruos marinos que aparecen dibujados.

Al igual que el Atlas Miller, una de sus características más destacables son las miniaturas que representan escenas de colonización del siglo XVI, además de innumerables ilustraciones de la vida cotidiana de la población nativa.

El atlas comienza con un texto introductorio sobre la actividad del sol, seguido de un calendario. Un aspecto curioso de este atlas es el hecho de que en casi todos los mapas el Norte está orientado hacia la parte inferior de la página y el Sur hacia la parte superior. Esto era, según todas las apariencias, un hábito de los cartógrafos musulmanes, pero esta práctica era bastante rara en la Europa cristiana. Puede verse, por ejemplo, en las distintas cartas portulanas del atlas dibujado en c. 1321 de Pedro Vesconte (Lyon, Biblioteca Municipal). Contenido: 1. “Terra Java” (¿costa este de Australia?) 2. “La Jave” (¿costa norte de Australia?), Indias Orientales, parte de Asia 3. “Terra Java” (¿costa oeste de Australia?) 4. Mar Arábigo, Mar Rojo y Golfo Pérsico 5. África austral y suroeste del océano Índico 6. Océano Atlántico con costa de África y Brasil 7. África noroccidental 8. Europa y África septentrional 9. América del Norte y Canadá, costa este 10. West Indies, México, Centroamérica, norte de Sudamérica 11. Noreste de América del Sur 12. Sureste de América del Sur, Estrecho de Magallanes 13. Europa occidental y África noroccidental 14. Mar Adriático 15. Mar Egeo Se usa tinta negra y roja para la nomenclatura en una escritura minúscula, con oro para los nombres de las áreas; las masas de tierra están delineadas en color con islas pintadas de azul, rojo u oro; Numerosas rosas de los vientos en cada carta con la habitual red de 32 líneas de rumbo en tinta negra, roja y verde para las direcciones principales.

Atlas Vallard (1547) Costa oriental de Australia

Mapamundi de Sebastián Caboto

Mapamundi de Sebastián Caboto (1544)

Sebastián Caboto

Nombre en italiano: Sebastiano Caboto

Nacimiento: 1476; Venecia (República de Venecia)

Fallecimiento: 1557; Londres (Reino de Inglaterra)

Padres: Mattea y Juan Caboto

Cónyuge: Catalina Medrano

Ocupación: Explorador y cartógrafo

Sebastián Caboto o Sebastián Gaboto, llamado en castellano, o en inglés Sebastian Cabot (Venecia, nació en 1484 y murió en Londres en el año 1557), originalmente Sebastiano Caboto, fue el hijo de Mattea Caboto y Juan Gaboto un marino, cartógrafo y explorador de América que estuvo al servicio de Inglaterra y de España.

Primeros años

Siendo niño, en 1497, Sebastián Gaboto pudo haber viajado hasta Terranova con su padre, Juan Caboto, cuando este estuvo radicado en Brístol y efectuó un viaje bajo bandera inglesa hasta la costa oriental de Norteamérica.

Caboto, Sebastián (1474-1557)

Geógrafo, explorador y cartógrafo italiano nacido en Venecia en 1474 y muerto en Inglaterra en 1557, que sirvió a los reyes de Inglaterra y España. Comisionado por Enrique VII exploró en 1497 con su padre y hermanos la costa de Nueva Escocia. Seguidamente obtuvo el empleo de cartógrafo de Enrique VIII, en 1512 trazó un mapa de Gascuña y Guyena, y poco después entró al servicio de Fernando el Católico. En 1518 Cabot fue nombrado Piloto Mayor de la Casa de Contratación, en 1524 actuó en la Junta de Badajoz convocada para determinar los derechos españoles sobre las Molucas y de 1526 a 1530 realizó exploraciones por la región del Río de la Plata, donde intento establecer colonias sin éxito. Dedicó el resto de su vida principalmente a la cartografía y al comercio. En 1533 Carlos V le encargó un mapa que, por las explicaciones de Cabot, parece haber sido una esfera: “Creo que Su Majestad y los señores del Consejo quedarán satisfechos dello, porque verán cómo se puede navegar por redondo por sus derrotas como se hace por una carta.” Realizó un famoso mapa mundi, impreso en 1544, que se convirtió en el modelo de muchos de tales mapas (como los reproducidos por Richard Hakluyt y otros) hacia el final de la centuria. Su carrera como piloto mayor terminó con una áspera disputa con Pedro de Medina, que le negó el permiso para consultar el Padrón Real, rehusándole la licencia a su mapa debido a las discrepancias de éste con el Padrón. En Espada, Cabot fue considerado al parecer como mal administrador pero buen cartógrafo; esto es lo que se deduce de las palabras de Gonzalo Fernández de Oviedo: “es buena persona e diestro en su oficio de la cosmografía y de hacer una carta universal de todo el orbe, en plano o en un cuerpo esférico; pero otra cosa es mandar y gobernar que apuntar un cuadrante o astrolabio” (Historia general, parte 2, libro 4, capítulo 2). Alonso de Santa Cruz dice, en el Libro de las Longitudes, haber utilizado el método de Cabot para obtener las longitudes en el mar por medio de la declinación del sol. Cabot, en su lecho de muerte, pretendió haber obtenido el conocimiento para hallar longitudes por revelación divina.

De: http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=caboto-sebastian

Mapamundi de Sebastian Caboto

Mapa de Sebastián Caboto, 1544

Mapa extraído de la página: www.henry-davis.com

Caboto se hizo a la mar, pero a la altura de Cabo Verde decidió cambiar el rumbo y dirigirse a América. Caboto que había oído hablar del Río de la Plata y de sus riquezas, prefería sólidos metales apreciados y valiosos por si mismos que las especias, mercancías que al fin y al cabo, debían cambiarse por dinero. Abandonó en una isla a dos de sus hombres que se habían opuesto al cambio de ruta y el 8 de mayo de 1527, penetró en el río Paraná. Remontó este río y exploró el río Paraguay, pues según informaciones que había recogido, aguas arriba hallaría la Sierra de la Plata y las tierras del rey blanco.

Caboto no halló las riquezas que buscaba, ya que la sierra y el reino no eran más que fantásticas noticias, deformadas por la distancia y la imaginación de los primeros descubridores. El navegante, por su desobediencia, fue sometido a juicio y condenado, aunque Carlos V le perdonó en gracia a sus demostrados meritos como piloto y geógrafo.

 

 

Carta náutica del cosmógrafo Sebastian Caboto, año 1544 [material cartográfico] [Santiago]: Taller de la Inspección de Geografía de la Dirección de Obras Públicas, 1921. 1 mapa; 54 x 41 cm, en hoja 75.6 x 54.4 cm.

Mapamundi de Jean Rotz

Mapamundi de Jean Rotz

Nacimiento: 1505

Muerte: 1560

Ciudadanía: Francia

Ocupación: Cartógrafo

John Rose (en inglés), Jean Rotz (en francés) o Johne Rotz (en latín) (nacido el siglo XVI), fue un cartógrafo escocés del Renacimiento. Trabajó en Dieppe, Francia. Poco se sabe de este cartógrafo más que la época en la que vivió y una de sus obras, inscrita en los llamados ” Mapas de Dieppe”.

Biografía

De padre escocés, pudo haber acompañado Jean Parmentier a Sumatra en 1529 y en realidad estuvo en la costa de Brasil en 1539.[1] Su trabajo estuvo muy influenciado por estos primeros viajes al servicio de Francia, lo que lo llevó a crear mapas muy iluminados.[1] [2]

Habiendo fracasado en emplearse con Francisco I de Francia, Rotz fue a Inglaterra en 1542, donde entró al servicio de Enrique VIII de Inglaterra.[3]

Ofreció al rey, en 1542, un planisferio que representa con precisión el continente africano, el Golfo Pérsico, la India y el sudeste asiático.[1]

Mapas conocidos

Carta de Jean Rotz (Boke of Idrography, 1542).

Libro de hidrografía (1542)

Esta carta, ahora en la Biblioteca Británica de Londres, fue entregada por el autor al rey Enrique VIII de Inglaterra. Constituye un mapamundi que muestra las costas de África y Asia, con India y China, y que aparentemente todavía muestra partes de Australia, doscientos años antes de su descubrimiento oficial por parte del capitán británico James Cook.

Mapa de Jean Rotz

Muchos mapas fueron robados de la Casa da India en el siglo XIX. XVI por espías de distinta procedencia. Entre los franceses destacaban los de Dieppe. Los marineros de Dieppe eran intrusos en el Brasil portugués y establecieron la colonia francesa de Guyana en la orilla occidental del Oiapoco. Otros navegantes penetraron en los Grandes Bancos de Bacalao de los portugueses, en Terranova. Jean Jacques Cartier era de Dieppe y sus viajes a St. Lawrence llevaron a la fundación del Canadá francés. Parmentier y otros viajaron a Sumatra.

Mapa de Jean Rotz, Dieppe, conocido como el mapa Dauphin. Fue robado de la Casa da Índia y es una de las pruebas del descubrimiento portugués de Australia.

Y al igual que los portugueses de un siglo antes, vieron que la investigación sistemática, la recopilación y selección de material hidrográfico y cartográfico era esencial. Establecieron un centro de investigación en Dieppe. Allí, Pierre Desceliers, «sacerdote, matemático y cartógrafo», enseñó las artes del mar a los jóvenes marineros más prometedores. De los extranjeros atraídos por la escuela vino el escocés John Rose, o Jean Rotz. Y no tenían remordimiento por robar las ideas de otras personas. La información fue robada en puertos extranjeros, especialmente en Lisboa. Dieppe fue el centro cartográfico mejor organizado del mundo, con el mejor servicio de información de su época. Y cuando la Casa da India fue violada y los dos mapas portugueses más secretos fueron sacados de contrabando del país, no fue una sorpresa descubrir que la hazaña había sido lograda por esta soberbia organización francesa. Una era la Carta anónima portuguesa, ahora en la Biblioteca Wolfenbuttel en Alemania. El otro era un mapa de Australia, insertado en el mapa de Dieppe conocido hoy como el mapa Dauphin.

Por: Matheus L.

El mapamundi de Jean Rotz, hidrógrafo de Enrique VIII de Inglaterra, fue realizado en 1542 y abarca todo el mundo. El problema con este mapa es que presenta una masa continental al sur de Java que algunos autores como Gavin Menzies (el autor de la hipótesis de 1421) asocian con Australia (la verdad es que con bastante poco fundamento, ya que no coincide en perfiles ni en posición en absoluto). Sin embargo parece claro que no se trata de ninguna isla mítica como Antilia o San Borondón, de las que aparecen en algunos mapas, sino que es un territorio de dimensiones gigantescas (por lo que es improbable que se trate de un error de cálculo) y que además aparece cartografiado parcialmente como correspondería a terreno real en proceso de descubrimiento  cartografiado. (Las islas míticas se representan íntegras sin excepción). No se sabe qué fue lo que representó allí Jean Rotz, ni de dónde sacó la información para dibujarlo.

Mito

Muchos consideran este mapa un Oopart, debido a que, según se dice, tiene ilustradas muchas partes las cuales en esa época eran desconocidas.

Refutación

A diferencia de muchos mapas antiguos, este muestra escrupulosamente solo lo que se conoce. Muchas áreas que podrían haberse completado dado el conocimiento de la época no lo son, por ejemplo, el sur de Groenlandia, el norte de Escandinavia y la mayor parte de China.

Archivo: Jean rotza.jpg

Lo que se muestra en este mapa no contiene nada que un europeo no hubiera sabido en 1542. Las áreas bien exploradas, como el Mediterráneo y el oeste de África, son bastante precisas. Las áreas exploradas más recientemente, como el resto de África, India y el sudeste de Asia y el Caribe, son bastante reconocibles pero tienen errores notables. India es demasiado estrecha y el Cuerno de África es demasiado pequeño. El istmo de Panamá se muestra corto pero reconocible por la muy buena razón de que fue cruzado por europeos. La costa del Pacífico de América del Sur es tolerablemente precisa hasta el norte de Perú porque los españoles estaban invadiendo Perú en este momento.

Por otro lado, ¿qué vamos a hacer de que el este de Brasil sea una isla?

Menzies está más cautivado con la gran masa de tierra que corresponde aproximadamente a Australia, aunque las costas reales prácticamente no se parecen a Australia. El extremo oriental con las dos grandes bahías que identifica con Auckland y las islas Campbell. ¿La línea de costa intermedia? Hielo marino. A 50 grados sur. Esto en un momento en que afirma simultáneamente que Groenlandia (que alcanza casi el 84 norte) era circunnavegable y estaba rodeada de aguas libres de hielo.

Hoy en día, el límite del hielo marino antártico es alrededor de 60 grados sur en el invierno austral, retrocediendo en muchos casos a la costa de la Antártida durante el verano. Nunca llega a ninguna parte cerca de Campbell o Auckland Islands y Menzies tampoco ofrece pruebas reales de que lo hizo en 1421. Tampoco explica por qué los hábiles navegantes chinos arriesgarían sus barcos en los mares llenos de hielo durante el invierno austral.

De hecho, puedes hacer un mejor caso que el extremo este del mapa muestra a Nueva Zelanda. La latitud está bajada en diez grados, pero la orientación de la costa, el extremo norte agudo y el canal prominente un tercio del camino hacia abajo son mucho mejores para Nueva Zelanda que el mapa de Kangnido para África.[2]

Olaus Magnus

Olaus Magnus

Nombre de nacimiento: Olof Månsson

Nacimiento: Octubre de 1490; Linköping (Suecia)

Fallecimiento: 1 de agosto de 1557jul.: Roma (Estados Pontificios)

Sepultura: Roma

Nacionalidad: Sueca

Religión: Iglesia católica

Educado en: Universidad de Rostock

Ocupación: Cartógrafo, diplomático, historiador, sacerdote católico y antropólogo

Cargos ocupados

  • Obispo católico
  • Arzobispo católico (desde 1544juliano)

Carta Marina de Olaus Magnus.

Olaus Magnus, o Magni nació en octubre de 1490 en Östergötland y murió el 1 de agosto de 1557 en Roma, Italia. Hijo de Måns Petterson, su nombre verdadero era Olof Månsson (“hijo de Måns”), pero utilizaba el epíteto latino Magnus (“grande”) como apellido familiar. Fue un escritor, cartógrafo y eclesiástico sueco, pionero en trabajos históricos y antropológicos sobre el norte de Europa, hermano del también escritor Juan Magno (Johannes Magnus en latín o Johan Månsson en sueco).

Su obra fundamental fue la Historia de Gentibus Septentrionalibus, editada en 1555, en Roma, en 22 libros, sobre la geografía, costumbres, tradiciones y leyendas de los pueblos escandinavos y de la Europa nórdica.

Biografía

Al igual que su hermano mayor, Johannes Magnus, obtuvo varios ascensos eclesiásticos. Entre ellos una canonjía en Upsala y Linköping, y el de archidiácono de Strängnäs. Además fue empleado en varios servicios diplomáticos, tal como una misión a Roma, a favor de Gustavo I de Suecia (Vasa), para conseguir el nombramiento de Johannes Magnus como arzobispo de Upsala. Sin embargo, con el éxito de la Reforma en Suecia su fidelidad a la Iglesia católica lo forzó a acompañar a su hermano en el exilio.

Asentado en Roma, desde 1527, actuó como secretario de su hermano Johannes Magnus. A la muerte de Johannes en 1544, llegó a ser su sucesor como Arzobispo de Upsala, admitiendo que no era nada más que un título, puesto que él nunca podría volver a Suecia. El Papa Pablo III en 1546, lo envió al concilio de Trento; más tarde llegó a ser el canónigo de San Lamberto en Lieja. El rey Segismundo I de Polonia le ofreció una canonjía en Poznań, pero la mayor parte de su vida, después de la muerte de su hermano, parece haberla pasado en el monasterio de Santa Brígida en Roma, donde subsistía con una pensión que le asignó el Papa.

Olao Magno y los monstruos marinos

Olao Magno tuvo mucha importancia en la creación de los mitos relativos a los monstruos marinos, siendo el responsable de trasladar el hábitat de los mismos del lejano Océano Índico, tal como sucedía en la época clásica, a los mares del Atlántico norte. Ante todo, nos presenta éstos como un mundo lleno de peligros y amenazas. Estos monstruos destacan, normalmente, por su tamaño, su ferocidad, el peligro que representan para los marineros, y su fealdad nacida de su aspecto deforme, a la vez que en muchas ocasiones su presencia es anticipo de futuras calamidades. Es de destacar que Olao presenta a todas estas criaturas como seres reales y tangibles, sin que tengan ningún significado simbólico. El físeter o príster, del género de los cetáceos, tiene un tamaño de doscientos codos, “se alza muy por encima de las antenas de las naves y, extrayendo el oleaje de agua contenido en unas fístulas sobre la cabeza, lo arroja de tal manera, que como una inundación de lluvia hunde muchas veces las naves más resistentes…posee también una boca grande y amplia…tiene en todo el cuerpo una piel espesa y negra, aletas largas en forma de pies anchos, y cola de dos puntas de quince y veinte pies de anchura, con la que estrecha violentamente las partes rodeadas de las naves” (cap. 6, “Del fiseter y su crueldad con los marineros”). Algunos cetáceos, por su parte, “tienen la abertura de la boca con dientes, y muy dilatada, es decir, con una prolongación de doce a catorce pies, y dientes de seis, ocho o doce pies” (cap. 8, “Del múltiple género de los cetáceos”). También nos hablará de la xifia, el rosmaro o morso noruego, el “swamfisck”, el “cahab”, el “cirkos”, y, por supuesto, de la serpiente de mar, “de gigantesca mole, de doscientos y más pies de longitud, y veinte pies de grosor, que habita en rocas y cavernas, merodeando junto a las orllas del mar Bergense, la cual solamente sale de los antros en verano con el tiempo lúcido de la noche…devasta los navíos, irguiéndose hacia lo a modo de una columna atrapa a los hombres y los devora, y esto no suele acontecer sin un portentoso espectáculo referido a alguna alteración del reino” (cap. 27, “Del gran tamaño de la serpiente noruega y de otros”). En bastantes ocasiones, la iconografía de estos monstruos será una copia directa de la Carta marina, tal como se puede observar en los casos del fiseter, el rosmaro, el puerco monstruoso del mar Germánico, la serpiente marina, o la imagen de una ballena echando a pique un navío.

Su obra ejerció una poderosísima influencia: buena muestra de ello son las continuas referencias que encontramos en el Jardín de Flores curiosas (1570) de Antonio de Torquemada, cuyo tratado sexto, “En que se dicen algunas cosas que hay en las tierras septentrionales” se basa en buena medida en la obra del autor escandinavo, de quien copia casi literalmente las referencias aparecidas a monstruos marinos. También podemos encontrar influencias en los cartógrafos y cosmógrafos, comenzando por la obra de Sebastián Munster (1489-1552), que en su Cosmographiae universalis libri VI reconoce su deuda con Olao Magno, al que cita entre las autoridades consultadas, y de la misma nos interesa especialmente su Tabula monstrorum marinorum incluida en el libro IV, tras hablar de la isla de Groenlandia. En dicha tabla nos encontramos criaturas que han sido claramente extraídas de la obra del autor sueco, utilizando incluso sus mismas ilustraciones, tal como sucede con el fiseter, la serpiente marina, o el puerco del océano Germánico. Otro de los grandes cosmógrafos del siglo XVI, Abraham Ortelius (1527-1598), en la edición de Amberes de 1595 de su Theatrum orbis terrarum, incluye un mapa de Islandia poblado de criaturas marinas que parecen haber sido extraídas de Olao Magno.1

La Carta marina del historiador y geógrafo sueco Olaus Magnus es una de las primeras representaciones cartográficas precisas de la península escandinava. Elaborada en Roma en 1539. Originalmente destinada a la historia de gentibus septentrionalibus (Una descripción de los pueblos nórdicos), el mapa fue publicado unos 15 años antes de la aparición de esta obra. Olaus Magnus es generalmente considerado como el primero en proponer la idea de un paso del noreste. Esta es la segunda edición de este mapa, publicado por Antoine Lafréry en 1572.

A pesar de las criaturas dibujadas, la Carta Marina era el mapa más grande, más detallado y más preciso de cualquier parte de Europa hasta ese momento.

Detalle de la Carta Marina de Olaus Magnus, 1527-1539

Las criaturas y monstruos del mar dominan gráficamente el total de la Carta Marina.

Relieve representado por perfiles de montañas abatidos. La costa aparece realzada con trazo azul.

El manuscrito Mathers

El manuscrito Mathers

En 1880 el reverendo Woodford encuentra, en una librería de segunda mano de Londres, unos manuscritos cifrados a los que acompaña una carta, escrita en alemán, según la cual quien descifre el texto podrá entrar en contacto con una sociedad secreta alemana llamada SDA (Sapiens Donabitur Astris). Se supone que esta sociedad custodia arcanos que serían revelados a quien hiciese méritos para ello. Woodford, que es masón, comunica el hallazgo a dos hermanos, el doctor Woodman y el doctor Wynn Westcott, que además de masones son expertos cabalistas.

William Wynn Westcott con un traje ceremonial. Foto: Wikipedia.

El manuscrito está cifrado según un método de Tritemo que ellos conocen, por lo que les resulta fácil ponerlo en claro, descubriendo que los sesenta folios de papel algodón contienen la descripción de cinco rituales iniciáticos. Siguiendo las instrucciones del texto entablan correspondencia con una tal Anna Sprengel de la SDA, la cual les encarga la creación de una rama inglesa de la sociedad secreta alemana Die Goldene Diimmerung, Golden Dawn en inglés, Aurora Dorada en español.

Para ayudarlos en su tarea contactan con otro masón, Samuel Liddell Mathers, que redacta los rituales mágicos fundacionales partiendo del contenido del manuscrito, al que añade material de su cosecha, y lo completa con mensajes recibidos por su señora mediante telepatía. Y así, Woodman, Westcott y Mathers (que ahora se hace llamar MacGregor) fundan en 1887 la sociedad ocultista más influyente en la Europa de finales del siglo XIX y principios del XX, la Orden Hermética Golden Dawn, a la que pertenecerán figuras de las artes y las letras como W.B. Yeats, Arthur Machen, Algernon Blackwood, A.E. Waite, Florence Farr, Maud Gonne o Evelyn Underhill, así como físicos, matemáticos, militares, médicos e intelectuales de diversas ramas. El hombre que desencadenó todo, el reverendo Woodford, había fallecido poco antes.

Más tarde se incorporaría la bestia parda de Aleister Crowley, que colaboraría eficazmente a que los miembros principales de la Golden Dawn se tirasen los trastos a la cabeza y varios de ellos se marcharan a fundar sus propias sociedades secretas. Pero esa es otra historia.

En fechas posteriores la investigación de los textos en alemán de las cartas pondrían en evidencia que están llenos de anglicismos y de formas de redactar extrañas a la lengua alemana, por lo que puede sospecharse con fundamento que fueron escritos por británicos. Y si las cartas son una falsificación, el propio manuscrito podría haber sido inventado por Mathers o Westcott. O escrito por un tercero que engañó a ambos. A favor de la autenticidad del manuscrito está el hecho de que el papel lleva marca de fabricación de 1809 y el texto contiene la transcripción correcta de jeroglíficos egipcios, cuya traducción solo pudo hacerse a partir de la interpretación de la Piedra Rosetta por Champollion en 1822. Pero, claro está, el manuscrito no tuvo por qué escribirse en la fecha de fabricación del papel, sino años más tarde.

Tampoco se ha encontrado rastro de la tal Anna Sprengel ni de su sociedad secreta. Ellic Howe formuló la teoría de que Westcott siguió el modelo de Blavatsky con las Estancias de Dzyan, es decir, inventó un manuscrito otorgado supuestamente por entes desconocidos para legitimar la fundación de la Golden Dawn. Miembros actuales de dicha sociedad han rebatido esta teoría.

Manuscrito cifrado de Mathers, página 13. Foto: Wikipedia.

En definitiva, el origen real del manuscrito cifrado permanece aún en el misterio, pero la sociedad ocultista que se creó a partir de él influyó poderosamente en la cultura de su época.

 

 

 

 

 

Página de la Poligrafía de Tritemo, libro que contenía la clave para descifrar el manuscrito. Foto: Wikipedia.

Alonso de Chaves

Alonso de Chaves

Alonso de Chaves (Trujillo, 1492 o 1493 – Sevilla, 1587)1​ fue un cartógrafo, cosmógrafo y navegante español.2​ Fue piloto mayor de la Casa de Contratación y uno de los navegantes más instruidos de la época.23

Biografía

Participó en la elaboración del Padrón Real encargado en 1526 a Hernando Colón, hijo de Cristóbal Colón, por la Casa de Contratación; en el año 1536 elaboró un mapa para ese proyecto.2​ Desempeñó el cargo de piloto mayor interinamente durante la expedición a las Molucas del piloto mayor, Sebastián Gaboto, realizando posteriormente los exámenes para piloto y recibiendo el nombramiento para el cargo mencionado en 1552.2​ Desempeñó este cargo por treinta y cuatro años, entre 1552 y 1586.24​ Además, fue nombrado cosmógrafo fabricante de cartas marítimas e instrumentos de navegación de la Casa de Contratación en 1528.4​ Alonso de Chaves escribió en Sevilla, cerca de 1540, una obra la cual tituló Espejo de navegantes.5​ Pidió el retiro y una pensión ya en 1575, que no le fue concedida puesto que su criterio le convirtió en un hombre de confianza, imprescindible para la carrera de Indias. Siguió prestando sus servicios hasta 1586, ya nonagenario, muriendo al año siguiente.1

Otros datos

El gobierno de España rebautizó al buque de la Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima “Salvamento Uno” como Alonso de Chaves (BS-12) en su honor.

Hay escasos datos iniciales sobre Chaves. Era hijo de García de Chaves y Beatriz Trujillo y, según se demuestra en el Archivo de Protocolos sevillano, casó (1526) con Juana Ramos, hija de Pedro y Teresa.

Juana declaró que Alonso, al contraer matrimonio, poseía ciertos bienes e “instrumentos de su oficio”, todo lo cual fue evaluado en 400 ducados. Para entonces Chaves tenía suficiente prestigio como para que Hernando Colón solicitara su colaboración cuando (1526) una Real Cédula le ordenó al primero “hacer una carta de navegar, un mapamundi y una sphera en la cual se sitúen todas las yslas y tierra firme y nuevas islas que ya estuvieren descubiertas o que se descubrieren de aquí adelante”. La orden decretaba tajantemente la incorporación de Diego Ribero, “nuestro piloto y maestro de hacer cartas de navegar” y otros expertos; entre ellos se halla Alonso de Chaves. Y hay constancia de que en 1527 un gran mapa o carta salió de Sevilla a petición del Rey; podría ser una de Ribero, también podría ser una de García de Toreno, quizá la autoría correspondiese a Chaves.

Tras este reconocimiento de los expertos, el Consejo nombró oficialmente a Alonso de Chaves (4 de abril de 1528) “piloto y cosmógrafo e maestro de hacer cartas e astrolabios e otras cosas para la navegación” y su carta o el mapa en que él colaboró activamente fue la base de la actividad cartográfica que tras Hernando Colón recayó sobre la Casa de Contratación conforme se había decretado (16 de marzo de 1527): que todos los pilotos y maestros que navegasen a las Indias enviaran una relación detallada del viaje, desde la salida “hasta ser de vuelta en la ciudad de Sevilla”, indicando en ella “el camino que cada día hicieren y a qué rumbos y qué tierras, islas e baxos toparen, y qué tanto corrieron por ellas, y cómo corría la costa, y en qué distancia y altura”, una normativa a la que parece ajustarse, a la letra, la cuarta parte de la obra magna de Chaves.

Por aquellas fechas Alonso de Chaves pidió un extraordinario permiso para impartir enseñanzas, en su casa, a los pilotos y gentes de mar que quisieran aprender el uso del astrolabio, el cuadrante, la carta de marear y el tratado de la esfera. Lo insólito es que le fue concedido (1528) con beneplácito de Carlos V que se tenía “por servido y de su parte vos agradecemos y encargamos la continuéis”, a pesar de que tal competencia era misión del piloto mayor de la Casa, entonces nada menos que Sebastián Caboto. Lo cierto es que se daban unas circunstancias peculiares; Caboto tenía abandonado el cargo (había dirigido una expedición que pretendía hallar el “paso” y alcanzar las Molucas, etc.), y a propuesta de Hernando Colón, Chaves lo ejercía intermitente y temporalmente.

Los trabajos geográficos y cartográficos de la Casa de Contratación fueron progresando al ritmo del proceso explorador; la Emperatriz (1535) reclamó a Colón una copia del “padrón real”. Posiblemente, como respuesta, Alonso de Chaves presentó una “carta universal” (1536) que gozó de gran prestigio y fue encomiada reiteradamente por Fernández de Oviedo, quien la citaba con frecuencia a pesar de su escrupulosidad a la hora de utilizar la toponimia, como dice Pérez de Tudela: “Todo esto segun la carta moderna fecha por el cosmógrafo Alonso de Chaves el año de 1536, después que por el Emperador Nuestro Señor fueron mandados ver y corregir y examinar los padrones y cartas de marear por personas dotas y experimentadas, que para ellos fueron elegidas”. La descripción de este mapa dio lugar a la cuarta parte del Espejo de Navegantes de Alonso de Chaves, verdadera carta o mapa en prosa.

Al morir Hernando Colón (1539), Chaves prosiguió los trabajos iniciados. En 1545, la Corona le pidió un informe sobre la calidad de las cartas e instrumentos de navegación de García Gutiérrez; la respuesta de Chaves fue categórica: el Padrón Real de la Casa de Contratación “está bueno y cierto, conforme a la sciencia y arte de la cosmografía”, en tanto que las de Gutiérrez “estaban erradas y se deben enmendar” ya que a más de su desacuerdo con el padrón utilizaban “dos y tres graduaciones de latitud diferentes” (tema éste que fue objeto de amplio debate para, finalmente, ser atribuido por E. Jos a P. de Medina o a A. de Chaves) y otras razones que mueven a grave error; asimismo juzga equivocados los astrolabios y ballestillas de Gutiérrez; la solución que aporta es que un hombre competente dicte lecciones diarias sobre astrología, cosmografía y cartas de navegar a los pilotos.

Por fin, A. de Chaves (11 de julio de 1552) fue nombrado piloto mayor, sin dejar de ser cosmógrafo, en sustitución de Sebastián Caboto que había pasado al servicio de Inglaterra. Con Chaves, el cargo de piloto mayor adquirió un carácter más científico que antes y los nuevo técnicos cosmógrafos desplazaron a los prácticos marinos en la alta jerarquía de la Casa.

Su notoriedad le hizo objeto de ataques y denuncias. Sancho Gutiérrez por practicar exámenes, contra la normativa, en su propia casa; la defensa de Chaves fue buena, pero los oficiales del Consejo de Indias (5 de septiembre de 1561) acordaron que los exámenes se hicieran en la Casa y en presencia de un tribunal de pilotos y cosmógrafos. Otro pleito que tuvo resonancia fue el mantenido entre los pilotos y maestres con Sancho Gutiérrez por la posesión de una piedra imán que era tan importante para “cebar la aguja”, que aun siendo de propiedad privada debería guardarse en la Casa. Fue un largo y reiterativo pleito que concluyó (1566) haciendo que las agujas se cebaran en el domicilio del dueño de la piedra y se le pagaron los derechos correspondientes.

Ya en 1566, la Casa de Contratación consideraba a Alonso de Chaves “viejo y enfermo” y, sin embargo, él proseguía cumpliendo sus cometidos de forma leal y competente. En 1573 se negó a dar el título de piloto a Juan Díaz porque no sabía leer y escribir, aunque fuera experto en la navegación a Indias, aunque había asistido a clase de cosmografía durante un trimestre y aunque había actuado como piloto en la Casa; en otra ocasión se negó a aprobar unas cartas de Domingo Villarroel, aunque previamente había emitido una opinión favorable (Villarroel, decía Chaves, era “extranjero y tacaño y sobrado de lengua” y podía caer en la tentación de vender las cartas a otros países con grave perjuicio de los intereses de España).

En 1575 Chaves, a pesar de una situación económica angustiosa, solicitó la jubilación después de más de cuarenta años de servicio y veintidós de piloto mayor, “donde ha gastado toda su hacienda, y tiene más de ochenta años” y pide “se haga merced de sus salarios […] para sus sustentación”. No se le concedió y volvió a tramitar su jubilación cuando ya contaba noventa años de edad “con mucha vejez e algunas enfermedades e mucha pobreza”. En 1584, la Universidad de Mareantes informaba que Chaves se hallaba viejo, sordo y sin vista, por lo que debía ser sustituido. Rodrigo Zamorano volvió a atacar a Chaves con acritud y pidió el cargo de piloto mayor. Finalmente se concedió a Chaves su jubilación (21 de abril de 1586) con todos los honores y sueldo íntegro de piloto mayor; al mes siguiente se le reconocían sus muchos años de servicio y se le otorgaban 800 ducados. Falleció al año siguiente (28 de agosto de 1587).

Su obra fundamental es “Quatri partitu en cosmographia pratica i por otro nombre llamado Espejo de Navegantes”, y como sigue diciendo la portada del manuscrito, “obra mui utilíssima i compendiosa en toda la arte de marear i mui neccesaria i de grand provecho en todo el curso de la navegación”. Es un trabajo compilatorio y de elaboración muy apreciada, que fue aprobada por los demás cosmógrafos de la Casa y por los “demás sabios pilotos que navegan y han navegado y han residido en las dichas partes”.

Ciertamente debió de parecer obra utilísima, porque fue prohibida su publicación a mediados del siglo XVI para evitar que los otros competidores europeos pudieran tener en la obra de Chaves una guía náutica para beneficiarse de las Indias; el manuscrito ha permanecido inédito (en la Real Academia de la Historia) hasta 1983, aunque se sabía de su existencia e incluso se habían publicado algunas páginas.

El ejemplar, único, de la RAH está redactado con máxima atención y cuidado a la parte ornamental, como ejemplar destinado al Rey o a su Consejo (carece de proemio y dedicatoria, lo que con algunos rasgos más demuestra que el trabajo no se había dado por concluido). La autenticidad y autoría están fuera de toda discusión, no así la fecha que ha originado algún debate; los años de 1536 y 1537 son mencionados en el texto, 1538 aparece en futuro relativo al comienzo de un nuevo “número áureo” y aun es posible que la obra de Chaves se concluyera en la década de los cuarenta.

El Quatri partitu o Espejo de Navegantes se halla estructurado en cuatro partes: la primera trata del calendario romano, del cálculo de número áureo y de la letra dominical, así como de la regulación de las fiestas; asimismo se expone en ella lo relativo a la fabricación y el uso de la aguja y carta de marear, astrolabio, cuadrante, ballestilla, sonda, ampolleta, escala aritmética con su uso y provecho y, finalmente las medidas geométricas y cosmografía.

El libro segundo explica lo celeste, cosmográfico y el arte de marear: movimiento del Sol, declinación, latitud, reloj, movimiento de la estrella polar, cálculo de la latitud por su elevación y modo de calcular la hora en la noche, la declinación de las estrellas fijas y el conocimiento por ellas de la latitud. Una segunda parte expone las tablas de previsión de conjunciones, oposiciones y cuadraturas del Sol y de la Luna (1539- 1569) y de los eclipses (1532-1569), la proporción entre el grado de longitud de cada paralelo al grado de la equinoccial y un conjunto de señales para conocer la “mudanza de los tiempos” y su efecto sobre la navegación.

El tercer libro describe la práctica de la navegación con los peligros, naturales y humanos, y sus remedios. Chaves hace un tratado de la brújula explicando la declinación magnética y el decaimiento de la aguja de marear, la regla para conocer esas variaciones y cómo afecta al rumbo de la nave, así como para conocer las distancias recorridas. Del mismo modo trata de la Luna y los movimientos naturales de las aguas del mar, mostrando el cálculo de la conjunción de Luna y Sol, mareas y corrientes así como su predicción. Además, se hace un tratado de navegación explicando la nao y sus partes con la terminología marina española, sobre la tripulación, abastecimientos, armas y municiones, la forma de navegar o marear, los peligros que pueden sobrevenir y cómo sobreponerse a ellos, la guerra entre dos naves o la batalla entre flotas.

Finalmente la cuarta parte, la más importante, la “carta en prosa” que se apoyó en el padrón real en la cartografía de la Casa y es contemporánea del “Islario” de Alonso de Santa Cruz (que también y por las mismas razones quedó inédito hasta el siglo XX).

En estas páginas se halla la descripción de la navegación: de España a Indias (“la que todos los pilotos y navegantes acostumbran y tienen por mejor”), en el Caribe con una toponimia hispana que a veces recoge la indígena y resulta definitoria para alguna problemática de los descubrimientos, como supo valorar Pérez de Tudela; en la isla de San Juan y su entorno, en la Española, Jamaica y Cuba y sus anejas, así como en las islas de los Lucayos; inmediatamente son descritas las costas de Tierra Firme, Nombre de Dios, Honduras, Yucatán, Nueva España, Florida, Norte, de los Bacalaos, Perú, Panamá, Nicaragua, Mar del Sur, Paria, Marañón, Brasil, del Plata, del Estrecho y las navegaciones para tornar desde estas partes a España partiendo de La Habana, Matanzas, Puerto Rico, Bermudas, Río de la Plata e islas Azores. Alonso de Chaves señala por derrotas y distancias, por posiciones relativas los diversos puntos que describe, haciendo una verdadera guía náutica de las Indias.

El mapa secreto de América dibujado en plena exploración por Alonso de…

Lo que queda de este temprano mapamundi son solo dos folios de pergamino de lo que debieron ser cuatro, aunque no se sabe si todos se dibujaron. Pero es también el mapa de un momento esencial de la historia de España, de América y del mundo.

Datado en 1533, gracias a los estudios de M. Luisa Martín-Merás, sabemos hoy que su autor es Alonso de Chaves, el gran cosmógrafo de Carlos V y Felipe II, autor del manuscrito secreto «Espejo de Navegantes», que jamás fue publicado por que contenía toda la información sensible sobre las rutas y los medios necesarios para viajar a América. Este mapa se encuentra en la Herzog August Bibliothek de Wolfenbüttel, Alemania.

El mapa da idea de la sistematización que estableció la Corona, desde la Casa de la Contratación de Sevilla, para controlar los barcos que iban y venían en el arriesgado viaje a lo desconocido. Uno tras otro, cada piloto era entrenado, formado, y examinado allí antes de pasar los férreos controles que permitieran dar el salto al otro lado del océano. Y a su vuelta debía sumar los nuevos conocimientos adquiridos en el viaje para completar el mapa común… y cada vez más secreto.

Herzog August Bibliothek Wolfenbüttel: Cod. Guelf. 104a Aug. 2° (fragmento)

Al ser el primer mapa que salió de la Casa de la Contratación de Sevilla tras la venta de las islas Molucas a Portugal, en el Tratado de Zaragoza de 1529, reafirma en rojo la posición española de un territorio prestado y el perfil de las islas que, si estaban en el oeste eran españolas, y si en el este portuguesas. Desde esta época hasta el siglo XVIII la navegación por el Pacífico fue casi exclusivamente hispánica. Las Marianas aparecen como Islas de los Ladrones y China, al norte, con un pájaro.

El folio dedicado a América tiene ocho leyendas geográficas que aportan información de lo que se sabe de cada zona en ese preciso momento. La línea de costa termina donde la exploración no ha llegado. También destaca la preciosa iconografía de la flora y la fauna representativas: avestruces, tigres, monos o papagayos, en las distintas latitudes, que aparecen explicadas con bastante detalle.

No olvida reflejar los litigios territoriales con Portugal y otras naciones, porque tras completar la vuelta al mundo con la expedición de Magallanes y Elcano (1522), se inició un control del paso por el Estrecho de Magallanes. Así, junto al mismo  escribe: «voy a Maluco» o junto a las Antillas: «voy a las Indias».

Si en el Tratado de Tordesillas se delimitaba un meridiano a 370 leguas al oeste de Cabo Verde, aquí aparece en esa demarcación como una línea negra vertical que va desde la Punta de Humos en Brasil a la Boca del Río de la Plata.

Esta carta, meramente informativa que recopilaba lo conocido en todo el mundo, preparaba el Padrón Real, ya mencionado, que era la carta de marear con rumbos y datos de navegación, que permitía a los pilotos encontrar sus destinos.

En ella se muestran los progresos hechos hasta ese momento, lo que hacen único este ejemplar. Desde el punto de vista geográfico, vemos que el Ecuador está perfectamente ubicado corrigiendo anteriores desviaciones de 8 grados. Yucatán seguía considerándose isla, pero aparece ya casi pegada a Tierra Firme. La exploración del Pacífico se limita a Centroamérica y la costa de Perú hasta Chimcha, puesto que no se tiene aún noticia de los descubrimientos de Pizarro hacia el interior en 1531.

En el lado atlántico la costa de Sudamérica está dibujada con precisión, así como las Antillas y el Golfo de la Nueva España (México). En Norteamérica ya se muestra la continuidad de la costa como continente, abandonando la creencia anterior de que era una sucesión de islas.

Mapa de Oronteus Finoeus

Mapa de Oronteus Finoeus

Oronce Finé

Nombre en francés: Oronce Fine

Nacimiento: 20 de diciembre de 1494jul., Briançon (Francia)

Fallecimiento: 8 de agosto de 1555jul., París (Reino de Francia)

Nacionalidad: Francesa

Educado en: Universidad de París

Información profesional

Ocupación: Matemático, astrónomo, cartógrafo, catedrático y arquitecto

Empleador: Collège de France (1530-1555)

Oronce Finé (en latín aparece también como Orontius Finaeus Delphinatus también Orontius Finnaeus e incluso puede encontrarse más corto como Finaeus. Oroncio Fineo en español.) (Región del Delfinado, 20 de diciembre de 1494París 8 de agosto de 1555), se trata de un célebre matemático y cartógrafo de origen francés. Nacido en la ciudad de Briançon, es hijo (François Fine) y nieto (Michel Fine) de famosos physicos (Médicos medievales), se educó en París (Collège de Navarre) y antes de obtener la licenciatura de medicina en 1522, parece que estuvo en prisión, por motivos poco claros. En el año 1531 fue elegido para el cargo de director del Collège Royal (hoy en día Collège de France), fundado por Francisco I, lugar donde se dedicó a enseñar matemáticas y astronomía hasta sus últimos días de vida.

El mapa de Oronte Fine es del año 1.531 y representa a la Antártida con una precisión increíble y también libre de gran parte del hielo. Pero es que además representa en ella ríos, cordilleras interiores y hasta el Polo Sur. Recordar que todo esto se descubrió el siglo pasado, en teoría, ya que es evidente que era muy desconocida hace siglos.

El Dr. Charles Hapgood [autor de Maps of the Ancient Sea Kings (Mapas de los Antiguos Reyes de los Mares), Hapgood (1966, 1979)], hizo un “sorprendente descubrimiento” mientras echaba un vistazo en la sala de mapas de la Biblioteca del Congreso. MOM entonces cita al Dr. Hapgood diciendo:

Cuando mis ojos se posaron sobre el hemisferio sur de un mapa del mundo dibujado por Oronteus Finaeus en 1532, tuve instantáneamente la convicción de que había encontrado un mapa verdaderamente auténtico de la Antártica real.

Desafortunadamente, esta convicción probablemente actuó como prejuicio de sus ideas acerca del mapa de Oronteus Finaeus lo que hizo imposible que lo evaluase de forma objetiva. Una vez que el Dr. Hapgood sabía que tenía un mapa auténtico de la Antártica, procedió a pasar por alto, como más tarde se explica, muchos problemas serios para que este mapa sea un preciso, aunque posiblemente auténtico, mapa de la Antártica.

En otras afirmaciones, ambos Mr. Hancock y el Dr. Hapgood consideran incorrectamente la topografía subglacial de la Antártica como la misma que la topografía libre de hielo de la Antártica. La topografía subglacial real difiere de una hipotética topografía libre de hielo debido a que los 293 778 800 kilómetros cúbicos de hielo o yacen sobre el lecho de roca o se apilan como afloramientos de hielo en islas de roca (Drewry 1982, hoja 4). El peso total de este hielo ha hundido a la Antártica cientos de metros. Si la capa de hielo de la Antártica se fundiese y eliminásemos este peso de la corteza, el rebote isostático elevaría la topografía subglacial unos 950 metros en el interior y 50 metros a lo largo de la costa. Además, al descongelar todo el hielo del mundo, del cual la Antártica posee un 90 por ciento del total, el nivel del mar se elevaría unos 80 metros (Drewry 1983, hoja 6).

Los problemas de arriba y otros muestran claramente que el mapa de Oronteus Finaeus de 1532, así como el mapa de Buache de 1737 fallan estrepitosamente al mostrar una hipotética Antártica deshelada o incluso una especulativa parcialmente helada. La deducción obvia que podemos hacer desde los análisis de ambos mapas es que ninguno de los mapas muestran evidencia de tecnología de seres con tecnología de cartografiado avanzada involucrados en su fabricación. Así pues, no hay en absoluto pruebas de una civilización avanzada en nuestra remota prehistoria al menos en lo que concierne a los mapas de Oronteus Finaeus de 1532 y de Buache de 1737. Mr. Paul Lunde, en un artículo publicado en la revista de enero-febrero de 1980 de Aramco World Magazine, presenta una hipótesis más creíble. Lunde (1980) propone la hipótesis de que el origen del mapa de Oronteus Finaeus podría haber sido un pobre dibujo de la Antártica histórica, posiblemente Australia, hecho por algún marinero portugués desconocido algo antes de 1513. A pesar de los datos de origen, si es que hay alguno, el mapa de Oronteus Finaeus de 1532, falla claramente al retratar con precisión la Antártica ya sea parcial o totalmente deshelada.

Charles Hapgood y su equipo convirtió este mapa a partir de su método de proyección original en un método de proyección moderna. Ver los resultados a continuación.

Esta primera imagen es simplemente el mapa que fue dibujado por Oronteus Finaeus.

A continuación lo convierte en un método de proyección moderna como se muestra a continuación.

Comparar las dos primeras imágenes con un mapa moderno de la Antártida para ver lo cerca que estaban.

A pesar de algunas de las teorías sobre la forma en como un mapa podría existir, el Oronteus Finaeus Mapa sigue siendo un misterio.

El mapa data de 1531 y, en efecto, ahí aparece esa supuesta Antártida de gigantesco tamaño, sin hielos y con gran detalle en sus costas (curioso, mucho más detallado que la costa europea o africana). Un detalle imaginario, claro está, pero intrigante y muy bello. Es en este dibujo del ignoto continente austral donde se ha querido ver la prueba de fuentes documentales que hincarían sus raíces en tiempos prehistóricos. La realidad parece ser más sencilla, sin duda. He ahí, por ejemplo, si miramos en ese mismo mapa hacia el norte, veremos algo que también representó Mercator, las cuatro supuestas islas que rodean el polo norte y, en el centro, un remedo de Rupes Nigra, el fantástico gran imán que hacía, en su imaginario, que la brújula se comporte como lo hace.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ahora bien, el mapa que realmente despertó la imaginación de quienes tienen querencia por antiguos astronautas y civilizaciones míticas es este otro, con una proyección similar al caso anterior, pero desplegado en dos hemisferios.

 

 

 

 

 

Posible fraude, por manipulación posterior a su publicación.

 

 

Lengua Hitita

Descubren una lengua perdida en tablillas hititas

Un texto ritual que nadie puede traducir

Nadie sabe qué dice la curiosa escritura cuneiforme, pero parece ser una lengua perdida hace más de 3.000 años

¿La última gran lengua por descifrar? Descubren un nuevo idioma indoeuropeo relacionado con el hablado en Troya. Redacción EM

Nuestra comprensión de la civilización hitita se basa principalmente en las tablillas descubiertas en Bogazköy (la antigua Hattusas), situada en el centro de Anatolia, junto al río Kizil-irmak, en la actual Turquía. Bajo la supervisión del Instituto Arqueológico Alemán, las excavaciones en la antigua capital del Imperio hitita desde el reinado de Hattusili I han producido aproximadamente 30.000 tablillas de arcilla durante el último siglo. Estas tablillas, inscritas con escritura cuneiforme, ofrecen valiosos testimonios sobre la vida social, política, comercial, militar, religiosa, legislativa y artística del segundo milenio antes de Cristo.

El estudio de estas tablillas, escritas mayoritariamente en lengua hitita-nesita (la lengua indoeuropea más antigua conocida), ha llevado al sorprendente descubrimiento de una lengua indoeuropea previamente desconocida.

El profesor Daniel Schwemer, director de la Cátedra de Estudios del Antiguo Cercano Oriente en la Universidad Julius-Maximilians (JMU) de Würzburg, Alemania, anunció el hallazgo. Mientras descifraba un texto ritual de una de las tablillas, encontró segmentos en un idioma no reconocido. El ritual hitita mencionaba este nuevo idioma como la lengua de la tierra de Kalašma, ubicada en el noroeste del territorio hitita, posiblemente cerca de las actuales Bolu o Gerede.

Los hititas tenían un interés especial en documentar rituales en lenguas extranjeras. Schwemer señaló que no fue del todo inesperado encontrar otra lengua en los archivos de Boğazköy-Hattusha, ya que los hititas solían registrar rituales en diversos idiomas.

Elisabeth Rieken, especialista en lenguas antiguas de Anatolia en la Philipps-Universität Marburg, apoyó la hipótesis de Schwemer, sugiriendo similitudes entre el idioma descubierto y el luvita, hablado en la histórica Troya, no la ciudad griega, sino una ciudad palaciega de la Edad del Bronce.

Comprende asimismo las tablillas del Tratado de Quadesh, firmado entre los hititas y Egipto. Este célebre tratado de paz perpetua garantizaba la paz y la seguridad en toda la zona.

También se encuentran en estas tablillas muchas obras literarias, de carácter principalmente épico y mitológico. Algunas de las más importantes narran las hazañas y las querellas de los dioses, quienes en sus rasgos esenciales se diferencian poco de los de otros pueblos del Oriente Medio.

La civilización de los hititas, emparentada con las de Akkad y Sumer, no estuvo exenta de influencias egipcias y hurritas; por otra parte, parece haber influido a su vez en las artes del Egeo.

Aunque las palabras específicas de este nuevo idioma aún no se han descifrado, el contexto proporcionado por el texto hitita circundante, ya interpretado, ha mejorado la comprensión.

Este descubrimiento no solo implica encontrar un nuevo idioma; también profundiza nuestro entendimiento del paisaje cultural y lingüístico de los hititas. Conocidos por su interés en los idiomas extranjeros y la preservación de rituales de diferentes culturas, las tablillas de arcilla hititas a menudo contienen citas en varios idiomas indoeuropeos, reflejando un rico intercambio cultural y preservación.

Los textos cuneiformes de Boğazköy-Hattusha incluyen pasajes en luvita y palaico, otras dos lenguas indoeuropeas de Anatolia relacionadas con el hitita, así como en hático, una lengua no indoeuropea. Ahora, también se puede agregar el lenguaje de Kalasma a esta lista.

Estos hallazgos sugieren que pueden existir más idiomas esperando ser descubiertos entre los registros hititas. Este potencial hace que las excavaciones en Turquía no solo sean una cuestión de desenterrar el pasado, sino de mapear las complejas redes lingüísticas y culturales que moldearon las civilizaciones antiguas.

En un futuro próximo, es probable que dispongamos de más información gracias a la profesora asociada a la Universidad de Ankara, Özlem Sir Gavaz. Ella pretende descifrar más de 1.954 tablillas hititas utilizando inteligencia artificial (IA) para obtener la mayor cantidad de información posible sobre esta antigua civilización. Las tablillas, procedentes de diversas colecciones turcas como el Museo Çorum, el Museo Arqueológico de Estambul y el Museo de las Civilizaciones de Anatolia de Ankara, ya están siendo escaneadas y digitalizadas para facilitar y acelerar el análisis, gracias a la capacidad de la IA para identificar patrones y procesar datos rápidamente.

En este sitio de excavación al pie de Ambarlikaya en Boğazköy-Hattusha, en Turquía, se descubrió una tablilla cuneiforme con una lengua indoeuropea previamente desconocida. / Crédito: Andreas Schachner / Deutsches Archäologisches Institut.

Las excavaciones en Boğazköy-Hattusha se llevan a cabo desde hace más de 100 años bajo la dirección del Instituto Arqueológico Alemán. Hasta ahora se han encontrado allí casi 30.000 tablillas de arcilla con escritura cuneiforme. Estas tablillas, que fueron incluidas en el Patrimonio Documental Mundial de la UNESCO en 2001, proporcionan una rica información sobre la historia, la sociedad, la economía y las tradiciones religiosas de los hititas y sus vecinos.

En la imagen, una tablilla en hitita hallada en Boğazköy-Hattusha, la antigua capital del imperio, hoy Bogazkoy, en Turquía. NUTCAT (GETTY IMAGES/ISTOCKPHOTO).

Boğazköy-Hattusha, incluida en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1986, ha sido durante siglos un centro muy importante en Anatolia como capital del Imperio hitita.

Se está realizando una clasificación más precisa del nuevo idioma

Al estar escrito en un idioma recién descubierto, el texto kalasmaico es todavía en gran medida incomprensible. La colega del profesor Schwemer, la profesora Elisabeth Rieken (Universidad de Marburg), especialista en lenguas antiguas de Anatolia, ha confirmado que el idioma pertenece a la familia de las lenguas indoeuropeas de Anatolia.

Según Rieken, a pesar de su proximidad geográfica al área donde se hablaba palaico, el texto parece compartir más características con la lengua luvita. La estrecha relación entre la lengua de Kalasma y los otros dialectos luvitas de Anatolia de la Edad del Bronce Final será objeto de más investigaciones.

Fuente: Universidad Julius-Maximilians (JMU) de Würzburg | 21 de septiembre de 2023

Tablillas cuneiformes

Otra tablilla cuneiforme

La Biblioteca de Hattusa

Estado actual del gran templo de Teshub, sede de la biblioteca de Hattusa

Introducción

En el Próximo Oriente antiguo no existían las bibliotecas y los archivos tal y como los entendemos en la actualidad. A día de hoy, las dos funciones, inseparables la una de la otra, que cumple un archivo son las de conservar el patrimonio documental de la cultura en la que se inscribe, y difundir y facilitar su conocimiento a la sociedad que los ha producido. Por el contrario, en el Antiguo Oriente estos archivos se ubicaban en los templos y palacios, y solo tenían acceso a ellos los reyes, los sacerdotes y los escribas.

En la actualidad se calcula que existen distribuidas por los museos y entidades científicas entre 700.000 y 1.000.000 tablillas de arcilla, de las cuales en torno a un 10% son textos literarios. Además, se ha estimado que, solo durante el periodo de tiempo que transcurre entre el 1500 y el 300 a.C., existieron más de 200 archivos y bibliotecas, distribuidos a lo largo de más de 50 ciudades diferentes de todo el Próximo Oriente antiguo.

Mapa de la península de Anatolia que señala la ubicación de Hattusa

Singularidades de la Biblioteca de Hattusa

Las fuentes de conocimiento que tenemos para descubrir la Historia del reino de Hatti son algunas de las más singulares y particulares de todas las civilizaciones próximo orientales. Esto se debe a que todo lo que conocemos sobre la civilización hitita es casi exclusivamente a través de los archivos locales, es decir, que prácticamente no se habla nada de los hititas fuera del propio reino de los hititas.

A pesar de que los dos archivos más importantes son sin duda los ubicados en Büyükkale, la ciudadela de la capital hitita, Hattusas (la actual Bogazköy, al este de Ankara), y en el templo de Nisantepe, al suroeste de la ciudadela, la arqueología también ha revelado la existencia de archivos menores en las ciudades hititas de Tappiga, Sapinuwa y Sarisa. Aunque el arqueólogo francés Ernest Chantre había sido el primero en hacer una pequeña excavación entre 1893 y 1894, no es hasta 1906 cuando empiezan las verdaderas primeras excavaciones arqueológicas de la zona por el Instituto Arqueológico Alemán del que formaban parte el arqueólogo alemán Hugo Winckler y el otomano Theodore Makridi Bey.

Solo durante las dos primeras campañas de excavación, entre 1906 y 1912, se descubrieron en el yacimiento arqueológico cerca de 25.000 fragmentos de tablillas de arcilla que según se ha calculado podrían haber pertenecido a unas 10.000 tablillas completas. Años más tarde, entre 1930 y 1939, el arqueólogo alemán Kurt Bittelsacaría a la luz más de 6.000 nuevas tablillas. En su conjunto, las temáticas predominantes en estos documentos, fechados a lo largo de toda la Historia del Imperio Hitita, son las administrativas, legislativas y literarias, aunque también llaman la atención el conjunto de textos que proponen remedios para tratar incapacidades como la impotencia sexual, los de oraciones para combatir la brujería, o los de mitología.

Estado actual de parte de Hattusa

Aportaciones de la Biblioteca de Hattusa

Uno de los primeros rasgos extraordinarios de este gran archivo real es que las tablillas se han encontrado hasta en ocho lenguas diferentes, que van desde el hitita hasta el acadio, pasando por el luvita, el hurrita o el jeroglífico egipcio. De hecho, uno de los textos más reproducidos en múltiples lenguajes fue el Poema de Gilgamesh, la epopeya sumeria que supone la obra épica más antigua de la Historia.

Sin embargo, la aportación más importante del archivo de Büyükkale al conocimiento del mundo hitita es su literatura histórica, puesto que, a diferencia de la de las otras civilizaciones próximo orientales que no aportan nada de información o la aportan de una forma totalmente exagerada y laudatoria, se caracteriza por su realismo y verosimilitud. En estos textos es el propio rey (hay literatura histórica de tiempos del reinado de Telepinu, Supiluliuma, Mursil II y Hatusil III ) el que cuenta en primera persona los acontecimientos que han pasado durante su reinado, utilizando para ello con frecuencia el estilo directo de narración y el diálogo.

Sin duda, uno de los textos más trascendentales hallados en estos archivos de Hattusa fue la tabla de arcilla de grandes dimensiones que contenía el Tratado de Qadesh, hallado por Hugo Winckler en su primer año de excavación. Este tratado realizado en 1259 a.C. sirvió para sellar la paz entre el imperio egipcio del faraón Ramsés II (1279-1213 a.C.) y el imperio hitita del rey Khattushili III (1267-1237 a.C.), después de la batalla acontecida en las proximidades de la ciudad de Qadesh, a orillas del río Orontes en el año 1274 a.C.

Los singulares rasgos de este tratado de paz, el más antiguo de la Historia conservado en la actualidad, buscaban satisfacer a la vez a ambas potencias, de tal modo que, aunque la batalla hubiera terminado en empate, los dos soberanos pudieran publicitarlo en sus reinos como si de una gran victoria se tratase. Entre estos se encontraba un pacto de no agresión, una alianza defensiva, una amnistía para los refugiados, un acuerdo de extradición, y una cláusula para salvaguardar la sucesión real en ambos imperios.

Mapamundi de Robert Thorne

Mapamundi de Robert Thorne

Primer mapamundi inglés. 

Mapamundi enviado por el mercader inglés Robert Thorne en 1527 desde Sevilla (España) al embajador inglés ante Carlos I de España y V de Alemania. Publicado por vez primera Richard Hakluyt en 1582 en su libro Divers voyages…

Primer mapa universal inglés, Robert Torne, 1527.Enviado a Henry VIII, solicitando explorar las rutas del norte.

En aquellos tiempos de Enrique VIII, “No se hablaba de otra cosa en Inglaterra”, desde que se supo la noticia de la llegada a la India por la vía del poniente, de las tres carabelas capitaneadas por Don Cristóbal Colón.

Bristol, Sebastián Cabot.

Bristol era entonces, el segundo puerto comercial más importante de Inglaterra, zarpaban organizadas expediciones y además de la actividad marinera, imperaba el interés de encontrar un acceso de conexión “fácil” con oriente. Y este interés, si que movía naciones y a sus reinos… Enrique VIII,  llevaba una vida “atareada”, pero era un buen defensor de la fe, y de su reino, cueste lo que cueste.

La razón de abrir paso a oriente  eran  las maravillosas especias, el oro, la plata, las piedras preciosas, los productos aromáticos… y por supuesto ser los primeros en “colonizar” tierras y plantar bandera. Se había abierto paso ya, a esas estrategias  geopolíticas entre países, España y Portugal  poseían aquel permiso dónde el Papa Alejandro VI, les otorgaba el poder de explorar, poseer  y negociar en el Nuevo Mundo. Con lo cual, Inglaterra muchas de sus exploraciones, las mantenía en “secreto”, y no interesaba que se divulgasen  sus descubrimientos, así llegar a “buen puerto”. Por otra parte, los corsarios obtenían del Rey una autorización para “poseer” aquellas embarcaciones con las cuales se cruzara…si “venía  a causa”.

En 1527, se recibieron en Londres noticias alentadoras. Un comerciante inglés establecido en Sevilla, de nombre Robert Thorne, enviaba al Rey por medio del Doctor Ley, embajador de Enrique VIII  y cercano al emperador Carlos I de España, una carta, diciendo que existía una ruta por el norte para llegar a la tierra de las especias. Si…por el norte, parecía lógico, el mismo mar unía y separaba sus tierras. “Una declaración de Indias”, enviando al diplomático Edward Lee, para Henry VIII.

Nos cuenta,  Dora Beale Polk, en su The island of California, a history of the myth, bellísimos datos al respecto. “There is no lande unhabitable, nor  sea  innavigable”.

La declaración se refiere a un plan integral para navegar hacia Asia, por el noreste de Inglaterra  y a tal efecto, incorpora un mapamundi, de su autoría. Se envía de manera secreta, aunque, años más tarde, es reproducido y comentado por Richard Hakluyt en “Divers voyages touching the discoveries of América, 1582”. (Notas escritas al pié del mapa, en latín e inglés). Observaciones interesantes  como: el estrecho de Magallanes se indica “Strictum omnium sanctorum”; en Asia aparece la India con su forma triangular; por primera vez  se denomina China a la región sur cercana al extremo oriente, el cual lleva aún los nombres clásicos de Marco Polo; se señalan las islas Tharsis y Ofir. No se sabe si fue grabado Sevilla o en Londres, pero si, que delinea formas  geográficas de América muy sugestivas…

La familia Thorne, eran marinos mercantes de Bristol que negociaban activamente con España, Portugal, Islandia y otros países. Asociados a Hugh Elliot, también navegante y con quien Robert Thorne, pudo haber  hecho una travesía  en 1494, en búsqueda de “la isla fantasma de Hy Brazil” (la isla de los palos de brazas encendidas), consiguiendo llegar a Terra Nova, la actual Canadá (antes que Jhon Cabot, y a quien posteriormente apoyarían en sus expediciones), porque ya sabían que Terra Nova… ¿no era la tierra de las especias?

Incluye este relato en su proyecto para el Rey, con la intención de conseguir  apoyo para emprender un nuevo y apasionante viaje hacia las indias. Prometedor.

Pero…antes de conseguir respuesta del Rey, Robert Thorne, muere. Lamentablemente. Aunque su petición fue atendida, unos cuántos años mas tarde, ya que curiosamente, también coincidía con otra carta enviada al Rey en 1541, por Roger Barlow, negociante inglés, también establecido en Sevilla, afirmando un paso a oriente por el norte… (no se sabe si adjuntaría un mapa).

Ya los portugueses habían abierto el paso por Cabo de Buena Esperanza, y los españoles por el estrecho de Magallanes. ¿Quizás, Inglaterra lograría el nexo a oriente por el noreste?

Se organizan nuevas expediciones, y fracasan. Aunque, una de ellas, capitaneada por Richard Chancellor, trae buenas nuevas. Logra llegar al Mar Blanco y desde allí consigue avanzar, por tierra, a Moscú.

Resulta que este primer encuentro entre ingleses y rusos, fue trascendente en sus posteriores relaciones diplomáticas y dorados beneficios comerciales. De momento, ambos países calmaron las ambiciones de llegar a las indias y continuaron su búsqueda, con menor tensión. La deseada ruta septentrional, en los negocios con las indias, ven luz entrando en el último tercio del siglo XVI.

Los asuntos de ultramar en el ambiente inglés, cultivan la literatura en Londres y surgen  escritos dignos de destacar, “Books to Build an Empire”, Jhon Parker. Nos lo cuenta  Carlos Sanz, en un artículo del periódico ABC, publicado el 2 de diciembre de 1967. Primer mapa universal inglés, 1527.

Con respecto a nuestro Jhon Cabot, (Juannotto Caboto), de origen genovés, que en España llegó a ser piloto de la Casa de Contratación.  La empresa  italiana Bardi, poseía un libro contable, donde menciona un préstamo de 50 nobili, para “Un trovare il nuovo paese”, para encontrar la nueva tierra, refiriéndose a la isla Terranova en Canadá y no a una nueva tierra.

El banco financiaba a Cabot, para una expedición a un territorio conocido, no a un destino incierto.

Existe una tesis de la británica Alwyn Ruddock, que tras su muerte continúan Evan Jones y Guidi Bruscoli, documentando estos datos y también el escritor Peter Pope en, “Los muchos desembarcos de Caboto”.

Desde fines de 1470, existe evidencia de que los europeos creían que existía aquella isla de Brazil (leyenda muy bonita), siendo una de las fuerzas motrices para la organización de expediciones atlánticas.

Jhon Day, comerciante inglés, envía una carta a Colón en 1498 mencionando un viaje hecho desde Bristol,donde se encuentra dicha isla.

Pedro de Ayala, embajador de los Reyes Católicos en la corte inglesa, en 1498, informaba que desde hacía siete años los ingleses la buscaban.

Jhon Dee, asesor de la corte inglesa, en 1500, elabora un escrito sobre la travesía de Thorne junto a Elliot y su isla descubierta.

David Quinn, historiador inglés, escribe sobre cuatro mercaderes que parten desde Bristol  en 1481, en búsqueda de la “isla fantasma, aquella que aparecía cada siete años”.

Parece ser, que nuestro primer mapamundi ingles allí por 1527, tenía sus fundamentos, y una geografía muy definida, e intenta dar luz, a través de Robert Thorne y su visión del mundo,  a muchas travesías de encontrar un paso comercial a las indias, explorar  la legendaria isla, a despertar el imaginario colectivo…entre los marinos mercantes, su aventura, tesón, convicción de encontrar nuevos destinos…al fin y al cabo, los orígenes de su propia historia.

El mapa languideció como un solo manuscrito (ahora perdido) hasta que Richard Hakluyt publicó una versión grabada en madera en sus Divers voyages (1582) para acompañar la carta de Thorne que abogaba por un enfoque diferente para la exploración de Inglaterra en el esfuerzo de propaganda.

A pesar de las conexiones con la competencia política internacional, el asentamiento de colonos ingleses en las costas de América del Norte y la repentina expansión del comercio mundial, hay otra característica reveladora sobre el mapa: los dos barcos incluidos en el Océano Índico.(3) El barco más grande es un barco estándar con aparejo completo con tres mástiles que llevan velas cuadradas en los palos mayor y trinquete y una vela latina en la mesana. Su popa alta y afilada representa desarrollos de diseño en el siglo XVI. Con todas las velas desplegadas y el talle alto, la representación es similar a los barcos, especialmente a los que surcan el Atlántico, en varios otros mapas, y sugiere el tipo de barco que partió de los puertos ingleses en la década de 1580 en un viaje de larga distancia.(4) El segundo barco tiene un mástil con una vela y una vela adicional que cuelga del estay de proa. Este simple aparejo era altamente eficiente y permitía que un hombre, con poca o ninguna ayuda, manejara el bote él mismo en aguas interiores y costeras. El pequeño bote abierto no era el tipo de embarcación para navegar en mar abierto y ciertamente no se vio en el Océano Índico en el siglo XVI.

Es posible que Thorne haya incluido bocetos de barcos en su mapa original de 1527, pero ya sea que lo haya hecho o no, Hakluyt incluyó los barcos para hacer un punto y no solo para llenar el espacio vacío. No eran tanto barcos que se encontraban en el camino hacia el Lejano Oriente como barcos ingleses que podían llegar a otras partes del mundo. En general en el siglo XV y, más aún, en el XVI, los cartógrafos europeos llegaron a decorar sus mapas con barcos navegando en mar abierto. Los barcos eran una declaración de la nueva capacidad de los barcos, y de los hombres que los navegaban, para dominar los océanos. Los barcos en el mapa de Thorne se ajustan a un patrón de cartografía del siglo XVI. Argumentaron al público y, más aún, a la reina Isabel y sus asesores para que Inglaterra asumiera un papel protagónico en lo que se conocería como la expansión europea.

Planisferio Salviati

Planisferio Salviati

El Planisferio Salviati

El Planisferio Salviati es un mapamundi que muestra el punto de vista español de la superficie de la Tierra en el momento de su creación hacia 1525, e incluye las costas orientales de América del Norte y del Sur y el Estrecho de Magallanes. En lugar de incluir material imaginario en áreas inexploradas, como era habitual, dichas áreas se dejaban en blanco, lo que invitaba a futuras exploraciones.

Se cree que fue dibujado por Nuño García de Torreno, el jefe de la Casa de la Contratación en Sevilla. Toma su nombre del cardenal Giovanni Salviati, nuncio papal en España de 1525 a 1530, a quien le fue entregado el mapa por el emperador Carlos V.12

Actualmente se encuentra en la Biblioteca Laurenciana, en Florencia, Italia.3

Geográficamente reproduce el mundo conocido con una perspectiva típicamente europea, mostrando solo las costas del Norte y del Sur de América.  La novedad de este mapa es que refleja los nombres propuestos por Esteban Gomes en 1525 en su viaje por las costas de Carolina del Norte y la bahía de Cheseapeake en Maryland.

El planisferio Salviati un gran mapa de más de dos metros con caracteres portolanos, con al menos 22 rosas de los vientos y líneas radiales de navegación, contiene trazos en oro y colores, representando ciudades, bajeles y príncipes, conteniendo al menos veintidós rosas de brújula con líneas de navegación radiales, y solo se identificaron asentamientos costeros. También hay dibujos de árboles, montañas, animales (solo en los nuevos descubrimientos), pueblos almenados (en Europa, Medio Oriente, Asia y África) e incluso carpas coloridas para representar asentamientos en África. El mapa es muy colorido, con el mar Rojo mostrado en ese color, y los mares Báltico, Negro y Caspio y el golfo Pérsico se muestran en azul.

Geográficamente muestra el mundo conocido en una perspectiva típica de Europa occidental, mostrando solo las costas orientales de América del Norte y del Sur. No se intenta indicar la extensión occidental de ninguna de las masas terrestres, ni existe una verdadera especulación sobre la proximidad de los nuevos descubrimientos al continente asiático. De hecho, la representación de Asia al este de la India está muy poco desarrollada, sin una costa oriental y sin indicación de las islas de Japón. Se muestra que América del Norte y América del Sur están conectadas desde Labrador en el norte hasta el Estrecho de Magallanes en el sur.