Misticismo
El Árbol egipcio
Los antiguos egipcios describieron el cielo como un inmenso árbol que sombreaba la tierra, las estrellas eran sus frutos y hojas y los dioses, como estrellas, se balanceaban en sus ramas. Estos frutos guardan en eterna juventud a los dioses y a las almas de los muertos elegidos.
En la mitología egipcia, en la Enéada de Heliópolis, la primera pareja, aparte de Shu y Tefnut (humedad y sequedad) y Geb y Nut (cielo y tierra), son Isis y Osiris. Se dice que surgieron de la acacia de Saosis, que los egipcios consideraban el “árbol de la vida”, refiriéndose a él como “el árbol en el que se encerraba la vida y la muerte”. Un mito muy posterior, cuenta cómo Seth mató a Osiris, colocándolo en un ataúd, y arrojándolo al Nilo. El ataúd llegó a ser embebido en la base de un tamarisco.
El Sagrado Sicomoro de los egipcios también estaba en el umbral de la vida y la muerte, conectando los dos mundos.
El Árbol del Conocimiento
Un mármol bajorrelieve por Lorenzo Maitani en la Catedral de Orvieto, en Italia, retratando a Eva y el Árbol
El árbol del conocimiento del bien y del mal, también llamado árbol de la ciencia del bien y del mal, es presentado como el instrumento de la caída de Adán.2 A diferencia del árbol de la vida (ver más adelante) que se presenta como unidad, el árbol del conocimiento del bien y del mal presenta una dualidad.
El conocimiento del Árbol
El mayor conocimiento adquirido fue la capacidad moral: los seres humanos comenzaron a juzgar si los hechos eran buenos o malos (como la desnudez natural) y se dieron cuenta de las consecuencias de sus actos (se sintieron avergonzados). El acto de desobediencia abrió los ojos de Adán y Eva al mal.
El origen del nombre
Gordon y Rendsburg5 han sugerido que la frase “טוֹב וָרָע”, traducida como bien y mal, es un merismo, una figura retórica en la cual un par de opuestos son usados juntos para crear una idea de totalidad (como en la frase “soy Alfa y Omega”, que significa que lo es todo). Ellos conjeturan a partir de esto que árbol del conocimiento del Bien y el Mal significa Árbol del Conocimiento Total. Este significado puede también verse en traducciones alternativas como Árbol del conocimiento, tanto del bien como del mal.
Ambos árboles en el libro de Enoc
En el libro de Enoc, Enoc hace una descripción del paraíso, con numerosos árboles, entre ellos menciona al “árbol del conocimiento del bien y el mal” con el nombre del “árbol de la sabiduría”. El árbol estaba ubicado al lado del Paraíso de Justicia, en un lugar con árboles numerosos en exceso y grandes, diferentes unos de otros, en donde destaca un árbol distinto de todos los demás, muy grande, bello y magnífico, el árbol de la sabiduría. El árbol es descrito tan alto como un abeto, sus hojas se parecen a las del algarrobo y su fruto es como un racimo de uvas, muy bonito; y con una fragancia que penetra hasta muy lejos, Igualmente se menciona que los que comen de su fruto aprenden gran sabiduría. En esta descripción, Remiel le menciona igualmente a Enoc que:
Es el árbol de la sabiduría, del cual comieron tu primer padre y tu primera madre y aprendieron la sabiduría y sus ojos se abrieron y comprendieron que estaban desnudos y fueron expulsados del jardín del Edén.
El Árbol de la Vida
EL Árbol de la vida representado en la Cábala, conteniendo al Sephiroth.
La historia de este árbol también está relatada en el Génesis, entre los capítulos 2 y 4. El segundo de los árboles ofrecía la vida eterna a quien lo comiese. Luego del “pecado original”, Dios expulsa a Adán y Eva del Paraíso para evitar que comiesen de él. Los Árboles de la vida son símbolos presentes en muchas mitologías.
El árbol de la vida en el Apocalipsis
Se hace una descripción explícita sobre el árbol de la Vida en el libro del Apocalipsis, en el Nuevo Testamento, donde se dice que al vencedor se le dará de comer del árbol de la vida que “está en medio del paraíso de Dios” (Apocalipsis 2:7). Igualmente se menciona que está ubicado en medio de la calle de la ciudad, en la cual a uno y otro lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones (Apocalipsis 22:2).
Ambos árboles en el libro de Enoc
En el libro de Enoc, Enoc hace una descripción del paraíso, con numerosos árboles, entre ellos menciona al “árbol del conocimiento del bien y el mal” con el nombre del “árbol de la sabiduría”.
Igualmente se menciona detalladamente en el paraíso un árbol que proporciona vida, siendo lo más posible la descripción del “árbol de la Vida”. Enoc lo describe como un árbol rodeado por árboles aromáticos, el cual supera a los demás árboles en altura a la manera de un trono. Ese árbol presentaría un perfume que exhala una fragancia superior a cualquiera y sus hojas, flores y madera no se secan nunca, y presenta un fruto hermoso que se parece a los dátiles de las palmas. En esta descripción, Miguel, que estaba encargado de esos árboles, le menciona igualmente a Enoc que:
Esta montaña alta que has visto y cuya cima es como el trono de Dios, es su trono, donde se sentará el Gran Santo, el Señor de Gloria, el Rey Eterno, cuando descienda a visitar la tierra con bondad. No se permite que ningún ser de carne toque este árbol aromático, hasta el gran juicio cuando Él se vengará de todo y llevará todas las cosas a su consumación para siempre, pero entonces será dado a los justos y a los humildes. Su fruto servirá como alimento a los elegidos y será trasplantado al lugar santo, al templo del Señor, el Rey Eterno. Entonces ellos se regocijarán y estarán alegres; entrarán en el lugar santo y la fragancia penetrará sus huesos; y ellos vivirán una larga vida, tal y como la que sus antepasados vivieron. En sus días no los tocará ningún sufrimiento ni plaga ni tormento ni calamidad.
Enoc 25:2-6
El gran Yggdrasil Escandinavo
Yggdrasil es un fresno, no es cualquier árbol de fresno, él es el mayor y mejor de todos los árboles: sus ramas se extienden por todos los mundos y llegan más allá del cielo. Tiene tres grandes raíces, una llega donde viven los Ases (o Aesires, una de las razas de los dioses, la otra es Vanir), otra raíz llega donde viven los gigantes del hielo, el lugar donde estaba el Ginnungagap (el espacio cósmico lleno de fuerza mágica), y la tercera raíz está sobre el Niflheim, y bajo esta raíz está Hvergelmir; Nídhögg (el monstruo que vive en Hel) mordisquea las raíces. Bajo la raíz que va donde están los gigantes de hielo está la fuente de Mímir, allí está oculta la sabiduría y el conocimiento.
Un águila se sienta sobre las ramas del fresno, y es muy sabia; entre sus ojos se sienta un halcón que se llama Vedrfölnir. Una ardilla, que se llama Ratastok (diente roedor) corre por todo el árbol y les cuenta habladurías al águila y a Nidhögg. Hay cuatro ciervos que corren por sus ramas y las roen , ellos se llaman asi: Dáinn, Dvalinn, Duneyr, Durathrór.
En Hvergelmir hay tantas serpientes que no se pueden contar
…. 31 Tres las raíces que en tres direcciones
del fresno Yggdrasil arrancan:
la primera a Hel, la segunda a los ogros,
la tercera a los hombres cobija.
En las ramas del fresno un águila está;
sabedora de mucho es ella;
hay un azor _Vedrfólnir se llama_
que está entre sus ojos puesto.
32 Ratastok se llama la ardilla que corre
por el fresno Yggdrasil:
a Nídhogg abajo llevarle debe
las palabras del águila arriba.
33 Cuatro los ciervos que vueltos de cuello,
en lo alto del árbol muerden:
Dain y Dvalin, Dúneyr y Dúratror.
34 Más serpientes anidan bajo el fresno Yggdrasil
que mico ignorante piensa:
Goin y Moin _de Grafvítnir hijos_,
Grábak, Grafvóllud,
Ófnir y Sváfnir siempre del árbol
las ramas royendo están.
35 El fresno Yggdrasil penas soporta
más que los hombres creen:
muerde el ciervo arriba, sus lados se pudren,
abajo lo masca Nídhogg…..
“El canto de grímnir” Edda Mayor
En la “visión de la adivina” o Völuspá también encontramos en los versos 19 y 20 a Yggrdrasil:
Yo sé que se riega un fresno sagrado,
el alto Yggdrasil, con blanco limo;
eso es el rocío que baja del valle;
junto al pozo de Urd siempre verde se yergue.
Vienen de allá muy sabias mujeres,
tres, de las aguas que están bajo el árbol;
una Urd se llamaba, la otra Verdandi,
_su tabla escribían_ Skuld la tercera;
los destinos regían, les daban sus vidas
a los seres humanos, su suerte a los hombres…
En estos versos, la adivina está contando como estas tres gigantas, llamadas Nornas riegan el árbol, y también nos dice sobre el pozo de Urd que es fuente de sabiduría, ellas toman esa agua y el lodo que hay en torno a la fuente y rocían el fresno para que no se seque o se pudran sus ramas. El agua de Urd es tan sagrada que todo aquello que llega a la fuente se vuelve blanco.
El rocío que cae de él sobre la tierra los hombres lo llaman rocío de miel, y de él se alimentan las abejas. Dos cisnes se alimentan de la fuente de Urd y de estas nace la especie de los cisnes.
También el Padre de todo Odín cuenta en Hávamál que colgado de Yggdrasil en sacrificio recibió el conocimiento además de las runas. Fue un sacrificio si lo pensamos, chamánico donde Odín atraviesa los 9 mundos hasta Hel (las tinieblas, la muerte) recibe el conocimiento de las sabias runas que quedan grabadas en su ser como un código encriptado.
Sé que pendí nueve noches enteras
del árbol que mece el viento;
herido de lanza y a Odín ofrecido
_yo mismo ofrecido a mí mismo_
del árbol colgué del que nadie sabe
de cuáles raíces arranca.
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Yggdrasil
De Wikipedia, la enciclopedia libre.
En la mitología escandinava, fresno perenne cuyas raíces y ramas mantienen unidos los diferentes mundos: el Asgard, el Midgard, el Utgard y Hel. De su raíz mana la fuente que llena el pozo del conocimiento, custodiado por Mimir.
A los pies del árbol se encuentra el dios Heimdall que es el encargado de protegerlo de los ataques del dragón Hvergelmir y de una multitud de gusanos que trataban de corroer sus raíces y derrocar a los dioses a los que este representaba. Pero también contaba con la ayuda de las hadas que lo cuidaban regándolo con las aguas de la fuente de Urdar, la de Asgard. Un puente unía el Yggdrasil con la morada de los dioses, el Bifröst, el arco iris, todos los dioses cruzaban por el para entrar en el Midgard.
Yggdrasil rezuma miel y cobija a un águila que entre sus ojos tiene un halcón que se llama Vedrfölnir, a una ardilla llamada Ratatösk y a cuatro ciervos. Cerca de sus raíces habitan las nornas.
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Etimología
Su etimología es incierta pero se cree que Yggdrasil puede significar en escandinavo antiguo el caballo de Odín, siendo uggr, temible, uno de los apelativos del dios y drasill caballo.
El poeta y escritor sueco Alf Henrikson (1905-1995) publicó en 1981 una hermosa narración basada en los relatos fantásticos de la antigua mitología nórdica. Puso en el centro de su historia al mítico árbol Yggdrasil, un inmenso fresno que, según las viejas leyendas escandinavas, fue el árbol del mundo, es decir, fue el mundo mismo antes de que la tierra se volviera redonda y comenzara a girar alrededor del sol.
En las tres raíces de ese árbol cósmico estaban las fuentes del destino, el tiempo y la muerte. En su gigantesco follaje vivían y luchaban los seres prodigiosos que dieron origen y sentido a los pueblos nórdicos: dioses y gigantes, seres humanos y animales fantásticos, hadas, gnomos, dragones, en un torbellino de luchas y encuentros en que lo real y lo mágico se confundían sin que a nadie le importara un comino saber qué era lo real y qué era lo mágico. El árbol Yggdrasil era el Padre-Madre original, el escenario majestuoso de la vida, el tronco primordial, el eje de la existencia. Sus ramas, que abarcaban los confines del universo, fueron la morada de los dioses, los animales y los seres humanos. A la sombra de sus hojas innumerables nacieron el día y la noche, fue creado el calendario y los humanos aprendieron el rito mágico de la escritura. El árbol Yggdrasil fue, pues, el centro y el origen de la historia.
Al escribir su relato, Alf Henrikson escogió el camino del creador. No repitió punto por punto las antiguas leyendas ni se ajustó, como lo haría un etnógrafo, a la exactitud de la reproducción del mito. Pensando en los lectores modernos, elaboró de nuevo las figuras, los tiempos y las situaciones para ofrecer una narración de aventuras, magia, ironía y humor. No se detuvo en discusiones académicas en torno a las múltiples interpretaciones que hoy se ofrecen sobre el símbolo del árbol Yggdrasil. Tampoco intentó alimentar el sentimiento heroico con la apología de dioses y guerreros más o menos brutales y casi siempre estúpidos, como ha sido la costumbre de los facistoles en todo tiempo y lugar. No hizo de su relato una expresión de culto a la fuerza, al coraje o a la capacidad de combate. Se limitó a contar hechos, luchas, conflictos, grandezas y pequeñeces de dioses, humanos y animales. El resultado fue una obra admirable.
Ahora, gracias a los traductores Ramón Latorre y Víctor Rojas, podemos disfrutar el relato de Alf Henrikson en español. La versión que nos ofrecen Latorre y Rojas es algo más que una traducción correcta: es una obra de indudable valor literario, en la cual se ha logrado transferir la maestría narrativa de Henrikson a un español bien cuidado, de gran exactitud y transparencia expresiva. La edición (Simon Editor, Jonköping, 2003), tiene además el mérito de respetar el formato del original, e incluye los dibujos excelentes de Edward Lindahl (1907-1986) que ilustraron la edición sueca y dieron vida a las situaciones descritas en el texto.
Particularmente bien descritas son las aventuras de Odín, el dios escandinavo que se construyó una fortaleza en la copa del árbol Yggdrasil. La llamó Valhalla y tenía quinientas cuarenta puertas, y cada puerta era tan grande que ochocientas personas podían entrar o salir al mismo tiempo por ella. Después de construir su casita, Odín decidió que necesitaba una mujer. Echó una ojeada hacia las ramas de abajo, donde vivían los gigantes con sus mujeres e hijos, y cuando vio a la mujer que le pareció apropiada, lanzó un silbido, y la muchacha entendió de inmediato de qué se trataba. Ella subió volando hasta donde estaba Odín y se unió a él. Se llamaba Frigg y fue muy feliz con Odín, dándole muchos hijos con el correr de los años. Aunque no les voy a contar toda la historia, no puedo resistir la tentación de mencionar a las criadas de Odín, Rista y Mista, al parecer muy bonitas y, además, a los animalitos que Odín tenía en su casita: los cuervos Hugin y Munin, los lobos Geri y Freki, y el caballito Sléipnir, que solamente tenía ocho patas.
Otras leyendas dicen que
Una de las primeras razas que habitaron Escandinavia fueron los denominados los ases, dicen que son de origen divino. Fueron formados por su dios Odín, de dos deformes troncos de árbol, el uno de un fresno, y de un olmo el otro. Al del fresno lo convirtió en hom¬bre, y al del olmo en mujer; de ellos proviene la actual huma¬nidad, que tuvo en primer lugar el alma y la vida; en segundo, la inteligencia y el movimiento; en tercero, la palabra, el oído y la vista; dándoles Odín al hombre y a la mujer un sitio ex¬cepcional como morada (una especie de paraíso.
Una parte de sus leyendas dicen:
…………Ningún hombre otorgará el perdón a otro, hasta que el mundo sea destruido. Con él jugarán entonces las olas del mar, que quedarán libres, porque la gran serpiente que rodea a toda la tierra sentirá la furia de los gi¬gantes, y las empujará. El árbol del mundo (1) quedará abra¬sado por el fuego del gran dios Surtur, que aparecerá enton¬ces. Las águilas, con su torvo pico, cebaránse en los cadáveres; la barca en que son transportados los muertos será puesta a flote.» (¿Y no piensa ahora el lector en la barca de Aqueronte, entre los griegos?) «Surtur, el dios supremo, el oscuro, el para todos velado, que destruye y renueva el mundo, viene del Mediodía, echando llamas su mortífera espada; las rocas se quiebran; los gigantes reaparecen y andan errantes; ábrese el cielo; los genios de la naturaleza, como son los ases y los elfos, tiemblan impotentes; el sol y las estrellas se obscurecen; el Universo está ardiendo….. Pero de pronto surge del mar una nueva tierra, cubierta de verdor; precipítanse como antes las cascadas; ciérnense en los aires las águilas, aunque su caza serán sólo los peces, al revés de ahora; el mundo se renueva; será una edad de oro en que las mieses crecerán y madurarán sin necesidad de ser sembradas; y en medio de la universal armonía, porque los poderes del mal habrán sido destruidos, Odín, desde su nuevo palacio celeste, presidirá la perpetua felicidad……..
(1) El inmenso, famoso fresno sobre el que descansa, dotado de maravilloso poder.
El Azvhata indio
El “AZVHATA”, árbol sagrado en la India, símbolo del conocimiento y del Ser Supremo y que luego se convertiría en al árbol “BO” de los antiguos budistas.
Desde la más remota antigüedad, los árboles estuvieron relacionados con los dioses y las fuerzas físicas de la naturaleza, cada nación ha tenido un árbol sagrado con sus peculiares características y atributos basados en propiedades naturales, y también a veces en propiedades ocultas como se exponen en las enseñanzas exotéricas, así el Peepul o Azvattha indio, mansión de Pritris elementales, en realidad de un orden inferior, vino a ser un árbol Bo o Ficus religioso de los budistas en todo el mundo desde que Gautama Buda alcanzó el supremo conocimiento y el nirvana bajo dicho árbol.
El Asvattha: (Ashvattha) (Árbol del Edén) (Árbol del Conocimiento) es el Árbol del Conocimiento, o Árbol del Edén, ha sido confundido con el Árbol de la Vida, manifestación energética y fenoménica de los más altos arquetipos celestes, que fue traído a este planeta como fuente de regeneración y de vida. El Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, es el propio árbol microcósmico humano.
En la India, el árbol salió del océano primitivo, de un mar de leche agitado por los dioses creadores y que se yergue a través de los cielos; los sabios (vasishthas) se remontan de piso en piso en el árbol misterioso que tiene mil ramas; en lo más profundo del abismo, Ahir-Budhnya y Danu, enormes serpientes, abrazan y rodean la raíz del árbol del mundo.
El Árbol maya de la vida
En un principio sólo había cielo y mar, pero Hunab Ku, el creador, decidió dar vida al ser humano. Tuvo que hacer varios intentos antes de poner fin a su obra; primero lo creó de barro, pero carecía de utilidad y fue eliminado; después de madera, pero no sabía adorar a los dioses, así que desapareció tras un diluvio. Entonces ideó el actual, fruto del maíz, alimento vital.
El universo maya se concibe como un bloque cúbico con trece cielos superiores y nueve regiones inferiores. Entre el firmamento y el submundo está la Tierra, donde viven los humanos. Este complejo cósmico se sostiene gracias a una Ceiba, el Yaxche, árbol sagrado de la vida que atraviesa todos los espacios uniéndolos entre sí. En las esquinas de este cubo del mundo están los Bacabes, que sujetan el cielo sobre la Tierra, y los Pauauhtunes, que aguantan la Tierra sobre el inframundo. Los Oxlahuntikú guardan los cielos y los Bolontikú, las regiones inferiores. En lo más profundo está el Mitnal, infierno maya, donde mora Ah Puch, que recibe a las almas en pena. El sol, Quetzalcoatl, es la máxima divinidad y está representada por una serpiente emplumada.
Tal visión del cosmos ha llegado a nuestros días a través de la interpretación de los códices y grifos de esta cultura milenaria. Y sobre todo, del Popol Vuh o libro de la comunidad, del año 1550; el Chilar Balam de la época colonial, y del libro Relación de las cosas de Yucatán del siglo XVI.
La región maya abarca los actuales territorios de Chilapas, la Península del Yucatán, Belice, Guatemala, el norte de Honduras y el Salvador.
1 – La Ceiba, que representa el recorrido del sol, es el árbol sagrado que sostiene el universo maya, una cultura que nació hace más de 4.000 años y de la que apenas quedan 6 millones de descendientes.
2 – Cuatro gigante sostienen el cielo, cada uno de ellos aguanta una esquina del mundo. Son conocidos como los bacab y se relevan para representar el año en curso.
3 – El mundo subterráneo se asocia a diversos animales, los más frecuentes son el cocodrilo, la serpiente, la iguana, la tortuga y el sapo.
4 – La pirámide invertida, motivo recurrente en los bajorrelieves mayas, constituye una vía de acceso al mundo subterráneo.
5 – El inframundo es a la vez el lugar a donde va el alma cuando el cuerpo se muere y la fuente misteriosa desde donde brota la vida. Está repartido en nueve estratos, en el noveno se encuentra la región de Xibalbá.
6 – Las raíces del árbol sagrado de la vida afloran en los estratos inferiores.
Se entiende que los mayas no solos observaban las posiciones extremas del Sol en los Solsticios, sino también los equinoccios. Además del Paso Cenital mencionado antes, observaciones de eclípticas y más.
Los mayas tenían un componente lunar en sus inscripciones calendaricas.
En el Arte Maya esta representada la Eclíptica como una Serpiente de Dos Cabezas. La eclíptica es el camino del sol en el cielo, que esta marcado por las constelaciones de estrellas fijas. Aquí la luna y los planetas se pueden hallar porque se limitan, como la Tierra, a la orbe del sol.
A esto se le llama también el zodíaco y son las constelaciones visibles en la eclíptica.
La Vía Láctea se veneró mucho. Ellos la llamaron el Árbol del Mundo, que se representó por un alto y majestuoso árbol florece árbol, la Ceiba.
La Vía Láctea era también llamó el Wakah Chan. Wak significa “Seis”, “Ascender” o “Derecho”; Chan o K’an significa “Cuatro”, “Serpiente” o “Cielo.” Así podríamos interpretarlo como “La Regla del Cielo” o “La Serpiente Ascendente”.
El Árbol del Mundo estaba erecto cuando Sagitario era bien encima del horizonte. En este momento la Vía Láctea subió arriba del horizonte y subió sobre la cabeza en el Norte. Las estrellas y nebulosas le dan forma al ojo humano de un “árbol de la vida”: la Vía Láctea de donde toda vida proviene. Sagitario es la constelación más cercano, al centro de nuestra galaxia, desde la perspectiva de la Tierra.
El fenómeno en el que la constelación de Sagitario es más resplandeciente durante las primeras horas del atardecer es durante el 25 de Julio, día que los Europeos conocen como la Fiesta del Camino de Santiago, pues es cuando la Vía Láctea (el Camino de Santiago) es más notorio de oriente a occidente tras del atardecer en Francia, España y Portugal.
Un elemento mayor del Árbol del Mundo incluye al Mounstro Kawak (la Tormenta que arrasa todo) representado por una cabeza del gigante con un kin en su frente. Este monstruo estaba a la vez una montaña o monstruo un monstruo de la tierra. Un cuenco sacrificatorio en su cabeza contiene una hoja del pedernal representar sacrificio, y el glifo de Kimi (la muerte). A veces como se representa una barra el eclíptica que cruce el eje mayor del árbol mundo, creando una forma muy similar a la Cruz de cristianismo. Sobre el Árbol Mundo hallamos un pájaro que se ha llamado, la deidad Principal de las Aves, o Itzam Ye; este era un pájaro de fuego y luz inmortal, que renovaba su propia existencia y la del Árbol del Mundo al encenderse un fuego ceremonial. Hay evidencia también ése muestra la aparición del Dios Sol sobre Árbol del Mundo durante Invierno Solsticio.
Durante los meses de invierno, la Vía Láctea domina el cielo, y le se llamaba “los Huesos de la Serpiente Blanca”. Esta parte de la Vía Láctea pasa sobre el Zenit durante las noches la estación de sequía. No está tan brillante por las nubes que domina el cielo al Norte del ecuador como durante los meses de verano, pero los observadores de localidades oscuras vea fácilmente la luz. Aquí la Eclíptica cruza la Vía Láctea de nuevo, cerca de la constelación de Géminis que era la ubicación aproximada del Sol durante Solsticio del Verano. Está era posible que las mandíbulas de la Serpiente Blanca que era representó por la cabeza del monstruo Kawak.
Eres un árbol cósmico que puso sus raíces en el inframundo y que en lo alto tocas la eternidad. Eres un árbol de vida que representa la creación del mundo. Eres un símbolo de geometría para la civilización maya y una puerta sagrada entre el cielo, la tierra y el inframundo. Eres parte del todo y eres divinidad. Tus hojas le señalan el camino al sol y apuntas a los cuatro rumbos; cortas a la esfera celeste en dos puntos. Y por último, dibujas el camino del sol por la escalinata celeste y marcas la pirámide invertida que pasará el sol en el camino de la noche. Eres Ya’axché, la ceiba sagrada, el árbol en donde siempre volverá a nacer el sol.
Según algunas interpretaciones, en la cosmovisión maya el hombre es el eje del universo y tiene en sus manos la existencia y el manejo de todo lo que lo rodea. A su vez, el sol es el elemento supremo que nace y muere todos los días y que en su trayectoria marca la geometría del mundo. El sol marca el inicio y el fin de los ciclos; de las estaciones, las temporalidades, la siembra, entre tantos aspectos de la vida y el ser humano. Es por eso que los mayas se volvieron grandes matemáticos, biólogos y astrónomos, querían estar bien enterados.
Para muchos investigadores, como la brillante mexicana Mercedes De La Garza, los mayas representan al mundo con tres grandes símbolos: el cielo, dividido en 13 niveles y en forma de una pirámide escalonada; la tierra, concebida como una plancha cuadrangular; y el inframundo, dividido en 9 estratos que están representados como una pirámide invertida.
Dicha plancha cuadrangular toca en sus cuatro vértices a los cuatro rumbos, que son puntos inter cardinales y espirituales con diversos significados. Y en cada uno de estos cuatro rumbos, se eleva una ceiba sagrada que sostiene la pirámide celeste y la plancha terrenal. Las cuatro ceibas están acompañadas por un guardián, o Bacabe, que cuida de la existencia y el devenir del hombre y la mujer, y justo en el centro de esta gran plancha terrestre, se yergue la ceiba verde, gran ceiba madre, que es el “axis mundi” del universo.
Esta gran ceiba – o “ya’axché”– es la conexión espiritual que tiene el ser humano con el cielo, la tierra y el inframundo; sus ramas tocan los 13 cielos y de sus raíces cuelgan los 9 estratos del inframundo. La ceiba conecta el mundo material y espiritual, y en geometría, representa el eje que corta la tierra en dos, dibujando dos líneas perpendiculares que se cruzan en el centro y que forman cuatro ángulos de 90 grados. Esa cruz imaginaria, es la cruz que está presente en tantos símbolos mayas.
Así, los 13 cielos forman una pirámide celeste y los 9 estratos del inframundo forman una pirámide invertida. Cada escalón de ambas pirámides simbolizan las 24 horas del día, desde que sale el sol a las 5 de la mañana (primer escalón de la pirámide), el paso del sol por el zenit a las 12 del día, la puesta de sol a las 7 de la tarde, el paso del sol por el inframundo a la media noche, y el nuevo nacimiento del sol a las 5 de la mañana. Así, el tiempo es cíclico y la ceiba sagrada dibuja la escalinata celeste y el camino de la noche y la oscuridad.
Por último, la ceiba verde también simboliza el ombligo del mundo o el punto que conecta al vientre de la madre tierra con todo lo que existe en el exterior. Y justo en ese encuentro, se ubica el hombre y la mujer, capaces de abrir la puerta entre los tres mundos (cielo, tierra e inframundo) y teniendo a la gran ceiba sagrada como conducto y guía.
Es por eso que la ceiba maya es una ceiba divina. Es un árbol que en su anatomía simboliza tres grandes campos del conocimiento maya: el camino del sol como parte del conocimiento astronómico, la geometría de la tierra como parte del conocimiento matemático, y el contacto del hombre con el cielo y el inframundo, como parte de la dualidad del hombre y el conocimiento espiritual. Gran madre ceiba, ceiba verde y ceiba divina; eres Ya’axché, la ceiba sagrada y el árbol en donde siempre volverá a nacer el sol.
Árbol hebreo
El árbol de la vida es uno de los símbolos cabalísticos más importantes del judaísmo. Está compuesto por 10 esferas (sefirot) y 22 senderos, cada uno de los cuales representa un estado (sefirá) que acerca a la comprensión de Dios y a la manera en que él creó el mundo. La Cábala desarrolló este concepto como un modelo realista que representa un «mapa» de la Creación. Se le considera la cosmología de la Cábala.
Algunos creen que este «Árbol de la Vida» de la Cábala corresponde al Árbol de la Vida mencionado en la Biblia (Génesis 2, 9).
Este concepto gnóstico fue adoptado más tarde por algunos cristianos, hermetistas, y aun paganos.
Cuenta una leyenda hebrea que:
Moisés se enamoró de una joven llamada Séphora (hija de Jethró, un gran mago), una vez que la vio se enamoró de ella y la pidió en matrimonio.
Ella le contestó:« no sabéis el peligro que corréis al hacerme esta proposición, puesto que mi padre tiene por costumbre el mandar, a todos los que me pretenden, que vayan, antes de saber su contestación, a arrancar cierto árbol maravilloso, el cual mata a cuantos a él se acercan con aquel propósito.»
«Como Moisés le preguntara entonces, con incredulidad, qué clase de árbol era aquel de tal poder dotado, explicó la joven que sin duda él ignoraba que Dios, en el sexto día de la creación del mundo, creó también una vara que, como bastón o cayado, entregó a Adán; que al morir éste, pasó la vara sucesivamente a manos de Enoc, de Noé, de Sem, de Abraham, de Isaac, de Jacob y de José, y como este último se la llevó a Egipto, la gente del pueblo, al morir él, la dejó en el palacio del Faraón. —«Mi padre —añadió la joven—, que era entonces uno de los principales magos del monarca, adivinó en seguida lo que significaba aquella vara. La llevó a su jardín, la plantó en la tierra y bien pronto echó raíces, llenándose de flores y de frutos. Desde aquel día data la costumbre de mi padre de mandar a los que quieren casarse conmigo que arranquen aquel árbol, y en cuanto a él se acercan quedan muertos.»
»No hizo caso alguno Moisés del consejo de Séphora, y resolvió probar fortuna. Fue a visitar al padre; le pidió a su hija en matrimonio; recibió la acostumbrada respuesta, y, sin inmutarse lo más mínimo, fue al jardín, arrancó el árbol, y llevándolo en la mano, volvió a presentarse a Jethró, quien, quedándose asombrado y lleno de temor, acudió en seguida a sus sortilegios para saber qué significaba la derrota que acababa de sufrir ante aquel extranjero. Lo que sacó en claro fue que tal hombre estaba destinado a causar graves males a Egipto, y así había que acabar con él cuanto antes mejor. Mandó, pues, que le prendieran y le arrojaran a un profundo foso. Allí se hubiera muerto de hambre a no ser por el secreto auxilio de Séphora, que, entre compadecida y enamorada, estuvo manteniéndole nada menos que ¡durante siete años! ………
En las enseñanzas esotéricas de los hebreos, la Cábala, se habla del árbol invertido como descripción del proceso descendente de la Creación. El Árbol Sefirot es una imagen de la creación, un diagrama de los principios que rigen todo el universo. Representa el descenso de las energías divinas en el mundo material y su nuevo ascenso.
En lo más alto del árbol se encuentra la Corona, Kether. Es la unidad de la cual surgen las otras nueve emanaciones de lo Divino, los Sefirot, las Esferas de Dios. Los Sefirot son atributos, fuerzas y posibilidades de lo divino, los cuales nacen de la energía primordial, y escalón tras escalón, descienden en la materia, es decir, encarnan.
El Árbol Sefirot está formado por tres columnas verticales. En la cúspide del que se ubica en el centro se encuentra Kether; en lo más alto del pilar derecho, Chochma, el principio masculino primordial; y en la cúspide del pilar izquierdo se encuentra Binah, el principio femenino primordial. Chochma y Binah representan así la primera dualidad, y los tres primeros Sefirot juntos (Kether-Chochmah-Binah) forman la Tríada Cósmica.
La columna central, en cuya punta se encuentra Kether, termina en Malkuth, el Reino. Malkuth es la corona del árbol invertido, la manifestación realizada y materializada, o sea, el mundo físico que nos rodea.
Árbol de Navidad
Tiene sus orígenes en la antigua creencia germana de que un árbol gigantesco sostenía el mundo y que en sus ramas estaban sostenidas las estrellas, la luna y el sol (lo que explica la costumbre de poner a los árboles luces). Era también símbolo de la vida, por no perder en invierno su verde follaje cuando casi toda la naturaleza parece muerta. En algunas casas en los países nórdicos durante el invierto se cortaban algunas ramas y se le decoraba con pan, fruta y adornos brillantes para alegrar la vida de los habitantes de la casa mientras transcurría el invierno.
El árbol en sí tiene varios significados religiosos ya que ha sido utilizado como símbolo de la unión del cielo y la tierra: ahonda sus raíces en la tierra y se levanta hasta el cielo; por eso en muchas religiones, sobre todo en las orientales, el árbol es un signo de encuentro con lo sagrado, del encuentro del hombre con la divinidad y de la divinidad con el hombre. En Mesoamérica el árbol guarda un significado místico, inclusive tenían el ahuehuete como árbol sagrado. Las tribus nórdicas europeas y americanas algunos grupos como los druidas, tenían árboles sagrados alrededor de los cuales se reunían para ritualmente entrar en comunión con Dios.
Se cuenta que un misionero inglés en Alemania, en el siglo VII, comprendiendo que era imposible arrancar de raíz esta tradición pagana, la adoptó dándole un sentido cristiano, haciendo que el árbol adornado fuera también un símbolo del nacimiento de Cristo. Algunos otros hablan que Martín Lutero fue quien introdujo esta costumbre al adornar con manzanas un árbol para tratar de explicar los dones que los hombres recibieron con el nacimiento de Jesucristo.
Los primeros documentos que nos hablan de la costumbre de colocar en Navidad árboles de abeto o de pino en las casas son del s. XVII y menciona a la región de Alsacia, tierra que se encuentra como Alemania y Francia. En los países nórdicos, en el s XVI, se empiezan a reunir las familias en torno a un árbol de Navidad. El día 24 los niños eran llevados a pasear o de día de campo, mientras los adultos colocaban y decoraban con dulces y juguetes el árbol; a su regreso los niños eran sorprendidos con el árbol y así daba inicio la celebración de la fiesta de Navidad. Esta costumbre cobra fuerza y se extiende como moda cuando la Reina Victoria de Inglaterra para celebrar la Navidad hace colocar un árbol en el palacio decorándolo con velitas que hacen relucir una serie de bellos y finos adornos.
Significado del Árbol de Navidad
Para los hombres los árboles tienen un significado muy especial en todas la culturas encontramos que el árbol tiene cierto significado antropológico, místico y poético. Se le tiene cierta reverencia por los beneficios que aporta al hombre. Para algunas culturas el árbol tiene un significado místico ya que representa el medio la unión del cielo y la tierra: ahonda sus raíces en la tierra y se levanta hasta el cielo; por eso en muchas religiones, sobre todo en las orientales, el árbol es un signo de encuentro con lo sagrado, del encuentro del hombre con la divinidad y de la divinidad con el hombre. Es muy común el que los árboles estén relacionados con la fecundidad, el crecimiento, la sabiduría y la longevidad. En Mesoamérica el ahuehuete es considerado sagrado. Las tribus nórdicas europeas y americanas como los druidas, tenían árboles sagrados alrededor de los cuales se reunían para ritualmente entrar en comunión con Dios.
Dios se ha valido de la forma en que los hombres ven a los árboles para dar a conocer su plan de salvación particularmente cuando se trata del misterio de la encarnación del hijo de Dios para salvar al hombre. En primer lugar se asocia al árbol de Navidad con el árbol de la vida, que lucía en medio en medio del Jardín del Edén y después de la caída desaparece; la fruta y las decoraciones nos recuerdan las gracias y dones que el hombre tenía cuando vivía en el Paraíso en completa amistad Dios. Por el nacimiento de Cristo, los hombres renacen y tienen acceso a la plenitud de la vida. El árbol de Navidad representa el haber recobrado dichos dones gracias al sacrificio de Jesucristo.
Los adornos del árbol y las luces que se encienden representan el nuevo estado paradisíaco que el amor de Cristo nos prepara. En la Biblia, el árbol aparece como un símbolo de la Vida, árbol que Dios coloca en medio del Paraíso como fuente de la inmortalidad (Gen 2, 9,3,22). Pero el árbol puede también simbolizar la falsa sabiduría, la soberbia y la muerte cuando el hombre se aparta de Dios (Gen 2, 16-ss) seducido por la apariencia engañosa de este árbol y comiendo su fruto (gen 3, 2-6).
Pero Cristo vino no únicamente a los hombres, vino como cabeza de una nueva creación, renovando todo lo que estaba caído. La presencia de Cristo responde al anhelo de la creación para ser liberada de la esclavitud y de la destrucción; mientras tanto se queja y sufre, tal como una mujer en sus dolores de parto tal como nos lo describe San Pablo en la epístola a los Romanos. Por eso el árbol de Navidad representa esa naturaleza restaurada y engalanada para recibir a su redentor; el árbol perennemente verde quiere saludar en nombre de la naturaleza renovada a su Señor “Alégrense los cielos y la tierra, retumbe el mar y el mundo submarino. Salten de gozo el campo y cuanto encierra, manifiesten los bosques regocijo” (salmo 5).
El árbol de Navidad también representa ese árbol que nace y que con el tiempo madurará en un gran árbol del cual saldrá la cruz que tal como nos recuerda la liturgia del Viernes Santo: “Cruz amable y redentora, árbol noble y espléndido, ningún árbol fue tan rico ni en frutos ni en flor”. Podemos decir que de alguna manera el árbol de Navidad nos recuerda la redención. Las luces representan la luz de Cristo en nuestra vida. y la estrella que en algunas ocasiones se coloca en la punta representa a la estrella de Belén que anuncia la redención a la humanidad.
El Arbol de Jesé
Árbol de Jesé, representa el árbol genealógico de Cristo. Este tema iconográfico tiene sus raíces en el Antiguo Testamento, en la profecía de Isaías 11:1-2 “Una rama saldrá del tronco de Jesé, una flor surgirá de sus raíces. Sobre el reposará el espíritu de Yave…” Jesé era el padre del Rey David y según las profecías el Mesías procedería de la Casa de David. La genealogía de Cristo nos aparece en la Biblia en Mateo 1:1-17 y en Lucas 3:23-38; en ambas genealogías, los evangelistas tratan de conectar a Jesús con David por la profecía mesiánica, pero en ambos se hace la conexión a través de José, el cual solo era “padre putativo*” pero la ley judía acepta este hecho como de pleno derecho genealógico y conexión a la familia del progenitor adoptivo. Jesús mismo en el Apocalipsis de San Juan dice (Ap 22,16) “Yo soy la raíz y retoño de David” incluyéndose dentro de los descendientes de David. Por otro lado, la tradición con los Padres de la Iglesia y los teólogos medievales, identifican la genealogía de Jesé con la Virgen Maria, y este hecho viene dado por la forma de interpretar la traducción de la Biblia de San Jerónimo; San Jerónimo nos dice “et egredietur virga de radices Jesse, et flos de radice egredietur” (y una vara saldrá de la raíz de Jese, y una flor de la raíz de éste saldrá) Virga puede ser traducido tanto como vara como virgen. Así se identificó la vara-rama como la Virgen y la flor como Jesús.
En las representaciones más primitivas Cristo siempre aparece en majestad rodeado de siete palomas, que representan los siete dones del Espíritu Santo: sabiduría, inteligencia, prudencia, fuerza, piedad, conocimiento y temor de Dios; como podemos verlo en el Arbol de Jesé de St. Denis . A veces aparece Jesús Crucificado coronando el árbol, y esta vertiente iconográfica de este mismo tema procede de una tradición medieval por la cual el árbol muerto de la vida, solo volverá a ser verde otra vez con Cristo atado a el como un injerto que lo revive con su sangre: esto hace una clara referencia a la resurrección de los muertos y a la eucaristía, en donde la carne y sangre de Cristo se convierte en alimento espiritual, pan de vida.
Posteriormente y a medida que se desarrolla el culto mariano la Virgen sustituye a Cristo, primero con la Virgen con el niño en brazos (Virgen=rama, Jesús=flor) y luego con la Virgen sola, convirtiéndose a partir del XVI en un tema mariano, estando estrechamente unido a la doctrina de la Inmaculada Concepción de la Virgen.
Jesé aparece casi siempre acostado, aunque también se le ve sentado o de pie, siendo en estos casos en muchas ocasiones por cuestiones del espacio en donde ha de estar localizada la obra. El tronco suele salir de su costado, del estómago (como este árbol en Vielle-Louron), aunque también puede salir del corazón (mirar este libro de horas francés), de su boca o de la cabeza. Jesé se representa anciano y tocado con el gorro puntiagudo de los hebreos o con corona, aunque esta representación o es anacrónica (porque jamás fue rey) o en vez de representar a Jesé a quien muestra es al Rey David.
El número de antepasados representados suele ser muy variable, aunque lo mas normal es que se represente a doce, y en ellos no solo se representan a los antepasados consanguíneos, sino también a los profetas.
La representación del Árbol de Jesé también derivó en otras representaciones iconográficas; como ya hemos dicho en una representación mariana, y dentro del tema mariano, como genealogía de la Virgen se representa a veces a la Virgen con Santa Ana. Las órdenes religiosas también utilizaron este tema iconográfico en sus representaciones, pero en vez de ser Jesé la raíz del mismo, es el fundador de la orden el que apareciendo tumbado le sale de las entrañas el árbol, y en cada rama aparecen santos de la orden o los miembros mas destacados de la comunidad; como el “Stammbaum” de los dominicos en el Instituto Staedel de Frankfurt por Hans Holbein el viejo, o los árboles de Jesé pintados en los claustros sudamericanos como el de los Franciscanos en Zinacantepec. En la imagen de la izquierda podéis ver el árbol de la reforma de Villacreces; al ser un tema franciscano, tiene coronando al mismo una imagen de la inmaculada, el de Holbein no he podido localizarlo, pero al ser un tema dominico dudo que el árbol esté coronado por una Inmaculada Concepción de Maria, pues estaban en contra del dogma. (Si alguien localiza ese cuadro, me gustaría poder verlo).
El árbol de Jesé también esta relacionado con la celebración del Adviento, por el cual en un árbol de navidad le van poniendo durante esta estación adornos relacionados con la Parusía y se leen pasajes de la Biblia etc.
Esta representación en concreto del árbol de Jesé es un icono griego del XVII, muchos de vosotros lo habéis atribuido a Cimabue, lo cual tiene cierto sentido, y aunque entre la realización de esta obra y el tiempo de Cimabue hay 4 siglos de diferencia, la razón es que la pintura tradicional ortodoxa esta estancada estilísticamente en los modelos iconográficos bizantinos. Estos iconos hoy en día siguen estas pautas estilísticas; es muy difícil identificar el periodo en concreto de los mismos (tantos siglos pintando sin prácticamente evolucionar…), a menos que seas un verdadero experto en la materia. Mas información sobre esta obra en concreto la podéis encontrar aquí, una página parte del magnífico website del Ministerio de Cultura Griego.
También hay que citar:
[…] gran arco central, presidido por Santiago Apóstol, muestra el Árbol de Jesé (genealogía de Cristo), los Evangelistas, justos y ángeles, sobre los que se hayan diestramente […]
De: https://viajecaminodesantiago.com/portico-gloria/Mas representaciones del Árbol de Jesé las podéis encontrar en estas páginas: un pequeño estudio comparativo iconográfico, en inglés; otro estudio The Jesee Tree, también en inglés, una Galería del Árbol de Jesé (inglés), y esta pequeña colección de imágenes en francés.
Detalle del “Árbol de Jesé”, en el Pórtico de La Gloria, en la catedral de Santiago de Compostela (Santiago de Compostela, España). Como casi todas las esculturas antiguas y similares, en su origen estaban policromadas.
Árbol mítico del Japón
Según una antigua leyenda-cuento, en el Paraíso hay un árbol que tiene las raíces de plata, el tronco de oro, y por frutas joyas de piedras preciosas, unos dicen que crece en una isla o jardín llamado Tuba.
La historia de la Princesa Kaguya
Hace mucho tiempo vivía un anciano cuyo delicado sustento dependía de la cantidad de bambú que cortaba en el bosque día tras día. En una ocasión, mientras trabajaba en su labor habitual, encontró un extraño brote que resplandecía milagrosamente y, para su sorpresa, lo que encontró cuando lo cortó de un solo golpe fue el rostro de una bellísima niña de apenas diez centímetros. Asombrado y emocionado, se la llevó de vuelta a casa y se la mostró a su mujer, con la que no había podido tener hijos. Felices de su suerte, decidieron criarla con ellos para que acompañara sus grises días de soledad y la llamaron Kaguya (輝夜 “luz brillante”) en referencia a su belleza. Desde aquel afortunado día, cada vez que el cortador de bambú sesgaba los brotes del bosque encontraba numerosas monedas de oro, lo que le convirtió pronto en un hombre muy rico que pudo facilitar a su hija una educación digna de una princesa.
La pequeña creció extrañamente rápido hasta convertirse en una joven de extraordinaria hermosura que inflamaba los corazones de todos aquellos que la miraban. Pronto, su fama se extendió por todos los rincones del reino y numerosos aspirantes a su amor acudieron a su hogar para suplicar su mano, pero ella rechazaba a todos una y otra vez. Al final, cinco pretendientes de noble cuna fueron los únicos lo suficientemente obstinados como para soportar la espera e insistir continuamente a su anciano padre. Sin embargo, aunque él mismo deseaba un buen partido para su adorada hija, no podía más que explicarles que él nada podía hacer, pues Kaguya era dueña de sus propias decisiones y no aceptaría casarse con nadie cuyo corazón le resultara desconocido. Al final, tras muchas reprimendas e insistencias, ella acordó con su padre que aceptaría a aquél que demostrara poseer un corazón de gran pureza. Para ello, establecería cinco pruebas que cada uno de ellos debería cumplir.
Al primero de los aspirantes le encomendó la búsqueda de un cuenco de piedra que había sido propiedad de Buda y que se hallaba en la India. Al segundo, le encargó una rama de un místico árbol con raíces de plata, tronco de oro y frutos de jade. Al tercero, un abrigo hecho con la legendaria piel del ratón de fuego, mientras que el cuarto tendría que traer la joya irisada que se escondía en la cabeza de un dragón. Finalmente, el quinto debería contentarla con una preciosa concha que las golondrinas atesoraban. Estas misiones resultaban imposibles y peligrosas, por lo que los cinco pretendientes partieron desanimados.
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