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OSO
OSO
Observatorio Solar en Órbita
El Programa del Observatorio Solar en Órbita (abreviado OSO) era el nombre de una serie de telescopios espaciales estadounidenses destinados principalmente a estudiar el Sol, aunque también incluían importantes experimentos no solares. Ocho fueron lanzados con éxito a la órbita terrestre baja por la NASA entre 1962 y 1975 utilizando cohetes Delta . Su misión principal era observar un ciclo de manchas solares de 11 años en espectros de rayos X y UV. Los siete iniciales (OSO 1–7) fueron construidos por Ball Aerospace, entonces conocida como Ball Brothers Research Corporation (BBRC), en Boulder, Colorado.[1] OSO 8 fue construido por Hughes Space and Communications Company, en Culver City, California.
OSO 4
Diagrama del observatorio solar en órbita
Un cohete Delta lanzando OSO 8 el 21 de junio de 1975, en Cabo Cañaveral, Florida
Historia
El diseño básico de toda la serie presentaba una sección giratoria, la “Rueda”, para proporcionar estabilidad giroscópica. Una segunda sección, la “Vela”, fue impulsada eléctricamente contra la rotación de la Rueda y estabilizada para apuntar al Sol. El Sail llevaba instrumentos solares puntiagudos y también el conjunto de células solares fotovoltaicas que alimentaban la nave espacial. El cojinete crítico entre la rueda y la vela fue una característica importante del diseño, ya que tenía que funcionar sin problemas durante meses en el duro vacío del espacio sin la lubricación normal. También transportaba la energía de la Vela y los datos de los instrumentos solares puntiagudos a la Rueda, donde se ubicaban la mayoría de las funciones de la nave espacial. Los instrumentos científicos adicionales también podrían ubicarse en la Rueda,
OSO B sufrió un incidente durante las actividades de integración y verificación el 14 de abril de 1964. El satélite estaba dentro de la instalación de prueba de giro en Cabo Cañaveral conectado a la tercera etapa de su impulsor Delta C cuando un técnico encendió accidentalmente el impulsor a través de electricidad estática. El motor de la tercera etapa se activó, se lanzó a sí mismo y al satélite hacia el techo y rebotó en un rincón de la instalación hasta que se quemó. Tres técnicos murieron calcinados. El satélite, aunque dañado, pudo repararse utilizando una combinación de piezas prototipo, repuestos de vuelo y componentes nuevos. Fue lanzado diez meses después, el 3 de febrero de 1965, y fue designado OSO 2 en órbita.[2]
OSO C nunca llegó a la órbita. El despegue tuvo lugar el 25 de agosto de 1965 y todo salió bien durante la quema de la segunda etapa. Durante la fase de inercia previa a la separación de la tercera etapa, su motor cohete se encendió prematuramente. Esto se registró en las lecturas en tierra como una perturbación de actitud seguida de la pérdida de la telemetría de la segunda etapa, y aunque la tercera etapa logró separarse, sufrió una caída del 18% en el empuje. La nave espacial OSO no pudo alcanzar la velocidad orbital y, en cambio, volvió a caer a la atmósfera y se quemó. Se sospechó que la falla fue causada por una modificación en el mecanismo de encendido en la tercera etapa después de algunas dificultades técnicas menores experimentadas en el lanzamiento anterior de Delta C (TIROS 10 el 2 de julio).[3]
Designacion | Fecha de lanzamiento | fecha de reingreso | Resultados notables |
OSO 1 (OSO A) | 7 de marzo de 1962 | 7 de octubre de 1981 [4] | |
OSO 2 (OSO B2) | 3 de febrero de 1965 | 8 de agosto de 1989 [5] | |
OSO 3 (OSO E1) | 8 de marzo de 1967 | 4 de abril de 1982 [6] | Se observaron llamaradas solares del Sol, así como una llamarada de Scorpius X-1 [7] [8] |
OSO 4 (OSO D) | 18 de octubre de 1967 | 14 de junio de 1982 [9] | |
OSO 5 (OSO F) | 22 de enero de 1969 | 2 de abril de 1984 [10] | Radiación difusa de rayos X de fondo medida de 14 a 200 keV [11] [12] |
OSO 6 (OSO G) | 9 de agosto de 1969 | 7 de marzo de 1981 [13] | Observó tres instancias de coincidencias de rayos X duros con estallidos de rayos gamma. [14] |
OSO 7 (OSO H) | 29 de septiembre de 1971 | 8 de julio de 1974 [15] | Erupciones solares observadas en el espectro de rayos gamma. Los datos recopilados permitieron la identificación de Vela X-1 como un binario de rayos X de alta masa. [16] [17] |
OSO 8 (OSO I) | 21 de junio de 1975 | 8 de julio de 1986 [18] | Encontró una línea de emisión de hierro en el espectro de rayos X de un cúmulo de galaxias. [19] |
El programa del Observatorio Solar en Órbita Avanzada (AOSO) se desarrolló a mediados de la década de 1960 como una versión más avanzada de la serie OSO. Concebida como un sistema de satélites en órbita polar, esta nave espacial monitorearía continuamente el Sol y el entorno circundante con detectores e imágenes electrónicas que van desde rayos X hasta luz visual. Debido a restricciones presupuestarias, el programa AOSO se canceló en 1965. En cambio, fue reemplazado por los satélites OSO-I, OSO-J y OSO-K. Solo se lanzó OSO-I, que se convirtió en OSO 8.[20]
Se desarrolló y lanzó otro satélite que utiliza la plataforma Orbiting Solar Observatory: el satélite Solwind. Fue lanzado el 24 de febrero de 1979. Fue operado por el Programa de prueba espacial del Departamento de Defensa. Fue destruido el 13 de septiembre de 1985 en una prueba de misiles ASAT.
OSO 1
Descripción general de la misión
El primero de una serie de 8 observatorios solares en órbita lanzados con éxito (OSO 1) se lanzó el 7 de marzo de 1962. La nave espacial de 200 kg tenía una sección de rueda giratoria de 9 lados de 1,2 m de diámetro unida a una sección de vela en forma de abanico. Se puso en una órbita aproximadamente circular a ~ 575 km de altitud, 32,8 grados de inclinación. Los principales objetivos de su misión eran medir la radiación electromagnética solar en las regiones de rayos ultravioleta, rayos X y rayos gamma. En segundo lugar, fue para investigar las partículas de polvo en el espacio. La transmisión de datos finalizó el 6 de agosto de 1963. El satélite volvió a entrar en la atmósfera terrestre el 8 de octubre de 1981.
Instrumentación
Hubo una serie de experimentos de rayos X y rayos gamma a bordo de OSO 1 para realizar observaciones solares. Sin embargo, un instrumento, el Experimento de rayos gamma de la Universidad de Minnesota, fue diseñado para proporcionar mediciones preliminares de la intensidad y las propiedades direccionales de los rayos gamma de baja energía en el espacio. El detector operó en el rango de 50 keV – 3 MeV. Para el rango de 50-150 keV, un cristal de centelleo de NaI(Tl) monitoreaba la radiación a través de un escudo de plomo. El detector que opera en las regiones de energía de 0,3-1,0 MeV y 1,0-3,0 MeV utilizó dos centelleadores conectados como un telescopio de coincidencia Compton.
Ciencias
El experimento de rayos gamma de la Universidad de Minnesota en OSO 1 produjo una medida del flujo de rayos gamma extraterrestres entre 0,5 y 3,0 MeV y una indicación de su origen en la esfera celeste. Igualmente importante, este experimento comenzó a definir los problemas de fondo encontrados en la astronomía de rayos gamma.
Saber más:
Kuhikugu
Kuhikugu
Kuhikugu es un sitio arqueológico ubicado en Brasil, en la cabecera del río Xingu, en la selva amazónica. El área alrededor de Kuhikugu se encuentra hoy en parte del Parque Nacional Xingu. Kuhikugu fue descubierto por primera vez por el antropólogo Michael Heckenberger, que trabajó junto con el pueblo local Kuikuro, que son probablemente descendientes de los habitantes originales de Kuhikugu.[1]
Complejo arqueológico e historia.
En sentido amplio, el nombre se refiere a un complejo arqueológico que incluye veinte ciudades y pueblos, repartidos en un área de alrededor de 7.700 millas cuadradas (20.000 km2), donde alguna vez vivieron cerca de 50.000 personas. Kuhikugu probablemente estuvo habitado desde hace unos 1.500 años hasta hace tan solo 400 años, cuando las personas que vivían allí probablemente murieron a causa de enfermedades traídas por los europeos. Aunque es probable que los europeos no la transmitieran directamente a los habitantes de Kuhikugu, sí transmitieron enfermedades directamente a socios comerciales de otras áreas. Cuando los europeos llegaron a esta zona, la civilización ya se estaba desmoronando.[2] Los primeros conquistadores que exploraron esta área probablemente vieron los últimos momentos de estas ciudades, y sus registros brindan una idea de cómo habrían sido estos lugares. Y cuando los europeos regresaron algún tiempo después, las ciudades y pueblos ya estaban consumidos por la selva tropical. Los indígenas ahora vivían en tribus alejadas de las ruinas, y la memoria de esa civilización se recordaba a través de la tradición oral.
Lo que distingue a las personas que habrían habitado Kuhikugu de otras civilizaciones sudamericanas son sus monumentos horizontales. A diferencia de los pueblos aztecas y mayas que construyeron pirámides, estos pueblos construyeron largos monumentos en el suelo para sus dioses. Presumiblemente, esto se debe a que sería imposible mantener una pirámide grande en una selva tropical y quedaría eclipsada por los árboles circundantes. La ingeniería era lo suficientemente sofisticada para puentes que cruzaban grandes secciones de río y fosos con fines defensivos. Además, la tierra negra que rodea la zona indica actividad agrícola a gran escala[1] [3]
Asentamiento X11
Estrictamente hablando, Kuhikugu es el asentamiento X11 de este complejo, ubicado cerca de Porto dos Meinacos en la orilla oriental del lago Kuhikugu (ahora Lagoa Dourada) a 12°33′30″S 53°6′40″W. Allí, así como en otros antiguos asentamientos del complejo Kuhikugu, las imágenes de satélite revelan que aún hoy el bosque difiere de las áreas prístinas circundantes, y la exploración terrestre revela que esto es un efecto del antrosol (cf. terra preta), conocido al Kuikuro como egepe. Directamente al norte del sitio X11 hay una aldea Kuikuro, cuyo pequeño tamaño proporciona una comparación interesante con la gran área de egepe que indica el asentamiento prehistórico.[4]
Se construyeron grandes zanjas defensivas y empalizadas alrededor de algunas de las comunidades de Kuhikugu.[1] [4] También existen grandes plazas en algunas de las ciudades de la región, algunas de alrededor de 490 pies (150 m) de ancho.[1] [4] Muchas de las comunidades en Kuhikugu estaban conectadas, con caminos que unían algunos ríos a lo largo de sus caminos y con canales para canoas que corrían a lo largo de algunos de los caminos. Los sitios X35 y X34 son comunidades importantes conectadas por dos de estos caminos. El sitio X11 tiene un total de 4 suburbios que se conectan a través de un río o una carretera, y todos parecen tener una relación constante entre sí.[4]
Es posible que existieran campos de mandioca (yuca) alrededor de las comunidades de Kuhikugu, lo que sugiere que la gente allí eran agricultores.[4] [5] Las presas y estanques que parecen haber sido construidos en el área también sugieren que los habitantes de Kuhikugu pueden haber estado involucrados en la piscicultura, que todavía practican algunos de sus descendientes Kuikuro de hoy en día.
La ciudad perdida de Z
Existe la posibilidad de que las leyendas sobre Kuhikugu hayan convencido al explorador británico, el teniente coronel Percy Fawcett, de emprender su expedición a la “Ciudad Z“. Fawcett afirmó haber descubierto una gran cantidad de fragmentos de cerámica en el Amazonas mientras realizaba trabajo de campo, y los sitios de Kuhikugu podrían haber tenido potencialmente una gran cantidad de cerámica en la superficie. Hay más de 20 sitios que abarca Kuhikugu, cada uno de los cuales podría haber albergado a más de 5.000 personas, y la planificación urbana sofisticada y las estructuras restantes podrían haber sido lo que Fawcett estaba buscando. Todos los sitios siguen un diseño similar, lo que significa que cualquiera de los sitios podría haber influido en Fawcett para buscar la Ciudad Perdida de ‘Z’.[3]
source : http://www.sciences-faits-histoires.com/blog/archeologie/bresil-kuhikugu-ou-site-x11-la-cite-z.html
Kuhikugu, ciudad perdida de Amazonia
Actualmente se acepta que el Amazonas ha sido el hogar de civilizaciones urbanas comparables en tamaño a las ciudades medianas de Europa Occidental. En los años 90, Hecklenberger revivió el mito de las ciudades perdidas de la Amazonia al estudiar los sitios arqueológicos del Alto Xingu, Brasil, entre ellos el famoso X11: Kuhikugu (M. Hecklenberger, pour la science n°388, 2010).
Sin embargo, el Amazonas ha transmitido durante mucho tiempo en la imaginación occidental moderna el Eros de la naturaleza original, virgen e inocente, luchando contra los thanatos de la modernidad destructiva. Las tribus, a diferencia de otras civilizaciones del sur o de Mesoamérica, no dejaron ninguna construcción duradera allí. Durante mucho tiempo se redujeron a los primitivos pueblos cazadores-recolectores que vivían en la Edad de Piedra y se conformaban con lo que la naturaleza estaba dispuesta a darles. En 1982, Pierre Gourou, en su obra seminal «Tierras de Buena Esperanza», contrastó las altas densidades del Delta del Mekong con las muy bajas densidades de la cuenca del Orinoco. Justificó esto por la ausencia o el dominio de las «técnicas de enmarcado». ¿Cómo podemos entonces concebir civilizaciones amazónicas pasadas que sean diferentes de las actuales? Esta visión cambiará gradualmente a partir de la década de 1970. Los investigadores redescubrieron entonces los escritos de los primeros exploradores. Michael Heckenberger cita los relatos de Gaspar de Carvajal, quien escribió en 1542 que «más de 200 piraguas, cada una de las cuales transportaba de 20 a 30 indios y unos 40, surgieron de las islas amazónicas que él pensaba que estaban deshabitadas». Casi dos siglos más tarde, el brasileño Antonio Pires de Campos se aventura cerca del Río Tapajos, al oeste de Xingu, y también evoca muchos pueblos bien conectados entre sí por amplios caminos. Estas observaciones serán corroboradas por R. Carneiro y especialmente por M. Heckenberger, «El alto Xingu es la única zona de la Amazonia brasileña que muestra claramente la continuidad de la ocupación indígena desde la prehistoria hasta la actualidad». Hacia el 1400 d.C., si no antes, las aldeas prehistóricas habían alcanzado proporciones impresionantes (20 a 50 hectáreas). Esto los hace entre los más grandes en cualquier área de tierras bajas de América del Sur en tiempos prehistóricos. Comprendían una variedad de estructuras, incluyendo calzadas lineales a lo largo de los márgenes de los caminos principales, patios centrales y zanjas profundas. Sin duda, esto habría ido acompañado de estructuras sobre el terreno como empalizadas, puentes y puertas de entrada. Se estima que tales aldeas podrían albergar alrededor de mil personas y que más de diez mil indios probablemente vivían al oeste del río Culuene en la región del alto Xingu. (povos indigenas brasil). Heckenberger cartografiará con la precisión de un agrimensor zanjas amplias y profundas y caminos anchos como las actuales autopistas, empalizadas que protegen pueblos, territorios explotados más o menos intensamente, numerosos pueblos unidos entre sí por una red de caminos muy sofisticada. Luego toma conciencia de un alto grado de integración regional. Los espacios ocupados se organizaron sobre cerca de 250 km², incluyendo 50 km² para conjuntos urbanos en el sentido estricto del término. Más recientemente, las excavaciones llevadas a cabo por el equipo anglo-brasileño de Jonas Gregorio de Souza revelarán un continuo de ciudades interconectadas de la civilización arahuaca en más de 400.000 km².
«Al mismo tiempo, regiones como la del sudoeste de la Amazonia albergaban una de las mayores diversidades de familias lingüísticas de la Amazonia, y la naturaleza multiétnica/multilingüística de los sistemas regionales queda ejemplificada por el Alto Xingu34». Se ha formulado la hipótesis de que el cinturón de arahuacos y otros grupos a lo largo del SRA constituye un sistema formativo suprarregional que estuvo presente desde finales de la época precolombina. De ser cierto, esta conexión sugeriría una distribución ininterrumpida de los movimientos de tierra a lo largo de 1800 Km. de este a oeste en el SRA y un impacto humano precolombino más intenso en los bosques de esta región que el anteriormente postulado «Los constructores de tierra precolombinos se asentaron a lo largo de todo el borde sur del Amazonas».
Se trata de una visión que demuestra la imposibilidad para las civilizaciones amazónicas de desarrollar intercambios complejos entre ellas y de cultivar intensamente un terruño amazónico latinoamericano y estable que se encuentra en estado puro. Lo que se considera en el mejor de los casos como «bons sauvages» es un modelo para la salvaguarda del planeta, ¿lo sigue siendo?
Hecklenberger compara en efecto las ciudades del Alto Xingu con las ciudades-jardín que podrían ser el modelo más conciliador de urbanización duradera y de protección de la biodiversidad. Pero las reservas indias parecen ser muy frágiles en cuanto a la deforestación amazónica, la soja OGM y las tierras extensas.
(Este texto está ampliamente basado en el artículo de M. Hecklenberger en la revista Pour la science n°388, 2010)
La civilización Kuhikugu
En 2008, la prestigiosa revista científica Scientific American publicó un artículo redactado por David Biello (editor asociado) bajo el título Antigua amazonía realmente altamente Urbanizada, en la cual resumía las investigaciones del antropólogo Michael Heckenberger —publicadas, a su vez, en Science— en donde exponía las conclusiones de años de investigación que demostraban que en el estado brasileño de Mato Grosso, especialmente en proximidades del Alto Xingú , se habrían descubierto 28 «ciudades», pueblos y aldeas que habrían sostenido una población de unas 50.000 personas.
No se trataba de «Z», ni de templos y viviendas de piedra, sino de espacios urbanos donde lógicamente se había aprovechado al máximo los recursos naturales del lugar: árboles y tierra.
Lo hallado fueron evidencias de zanjas, circulares en la mayoría de los casos, cuadrangulares en otros, de unos tres metros que supieron tener de profundidad y diez de ancho, redescubiertas porque la lamentable deforestación habría dejado al descubierto, observable en ocasiones desde aeronaves y en otras desde tierra, de las evidencias de esas construcciones. Estamos ante grandes conglomerados sedentarios, construidos entre el año 400 y 1.400 de nuestra era, rodeados por esas zanjas y empalizadas de madera.
A su vez, estos pueblos estaban comunicados entre sí por canales navegables, rectilíneos, donde canoas llevaban y traían mercaderías (volveremos enseguida sobre este detalle), y caminos que cortaban la selva también de manera rectilínea. De estos «caminos» supe ver evidencias en lo profundo del Paraguay hace ya años, y me comentaban los lugareños que «los antiguos» procedían de la siguiente forma: talaban la selva en sentido y ancho de donde querían establecer la vía de comunicación. Dado que la vegetación, en esas latitudes, tarda pocas semanas en hacer desaparecer todo vestigio de haber sido destazada en algún momento, lo que hacía era sembrar, en esos espacios despejados, un tipo de pastizal llamado «paja brava», que crece hasta unos 50 o 60 centímetros de altura. Grueso, áspero, literalmente mata todo brote, toda extensión de la vegetación selvática que tratara de ganar el espacio anterior, con lo cual décadas y hasta siglos después era posible seguir observando evidencias de donde pasaban estas «carreteras en la selva».
La «cultura Kuhikugu» (nombre que se ha dado a este todavía tan poco conocido horizonte cultural tomando el nombre de los relatos orales de los «kuikuros», etnia local que ya merecerá toda nuestra atención, y que se consideran herederos de esos ancestrales pobladores) compartía la particularidad que todas las aldeas y ciudadelas tenían una carretera principal que corría de noreste a suroeste a lo largo del eje del Solsticio de Verano y se disponían a un promedio de cinco kilómetros unas de otras. Y, finalmente, se supone que desaparecieron sus habitantes exterminados por las enfermedades que se extendieron por el subcontinente más rápidamente que los feroces y salvajes conquistadores, al punto que luego la selva recuperó sus espacios naturales.
Estos espacios descritos quizás no serán suficientes, a ojos del lector crítico, para justificar el sueño de Fawcett; sin embargo, es apenas la parte emergente de una trama muy cerrada y extensa de historias civilizatorias sobre las que apenas —acudo a la metáfora blavatskyana— estamos levantando un extremo de velo.
Porque si nos dirigimos un poco más al oeste, más precisamente en buena parte del estado de Beni en Bolivia y algo de Rondónia en Brasil, encontramos los llamados «Llanos de Mojos». Los «Moxos» (o los «Musus», como los encontramos denominados en escritos ya del siglo XVI) son asiento de otro misterio ya conocido de más antaño pero hasta ahora desconsiderado: las «lomas». ¿Qué son las mismas? Pues montículos absolutamente artificiales. Muchos, de tierra acarreada y apisonada; otros muchos, de ladrillos y bloques de adobe cubiertos de tierra. ¿Dimensiones?: algunos, los más grandes, llegan a los 20 metros de altura, por cien o ciento cincuenta metros de lado. Más aún: sobre esas plataformas en muchos casos se levantan terrazas, muros, empalizadas y verdaderas pirámides truncadas. ¿Ubicación?: unos 20 cerca de la ciudad de Trinidad; unos 380 alrededor de la población llamada Casarabe (llamada así porque entre fines del siglo XVIII y principios del XIX comenzaron a radicarse muchos inmigrantes de origen libanés y sirio, con lo cual se le llamaba coloquialmente la «casa árabe», que devino en el toponímico de referencia), y en toda la región mencionada… ¡se estiman unos 20.000!
En un interesantísimo estudio disponible en Internet, bajo el título A la sombra de los Andes. Arquitectura monumental en los Llanos de Mojos, los arqueólogos Carla Jaimes Betancourt y Heiko Prümers desarrollan un completo estudio sobre estos «montículos», señalando, muy acertadamente, que si estuvieran en Perú serían reconocidos como «huacas» o «pirámides truncadas» (esto, para contrarrestar la tendencia descalificadora con que la mirada de los lugareños —y también las autoridades zonales— contemplan estas ruinas). Pero además de su revalorización, estos profesionales ilustran sobre aspectos apasionantes. En efecto, aquí también tenemos Caminos Elevados, terraplenados, que comunican entre sí los montículos.
Ahora bien; en temporada de lluvias, toda esta enorme extensión —que cubriría dos veces la superficie de Suiza— se inunda. Los montículos, entonces, emergen como «islas» en el mar, siempre comunicados por los caminos elevados. Esa concepción visual, de sitios culturales unidos por caminos artificiales en medio de un enorme lago poco profundo, ¿a dónde nos remite?
A la Huey Tenochtitlán, con sus «chinampas» o islas artificiales, y los pueblos aledaños (hoy, absorbidos por el crecimiento de la urbe) como Xochimilco o Tlatelolco.
Los Llanos de los Mojos quedaban en el camino, desde tiempos ancestrales, del «Gran Paititi», el reinado extraño que ya los conquistadores supieron buscar por esas latitudes. En Santa Cruz encontramos Samaipata, a la que algunos estudios le adjudican autoría a los poco conocidos Mojocoyas, y que yo creo la avanzada occidental de la civilización de Kuhikugu. Que, por cierto, no es la Kuhikugu decadente de las aldeas con empalizadas descritas párrafos antes: la «civilización de los Mojos» surge alrededor del 500 a.C, extendiéndose, según algunos autores, hasta el 1.000 d.C.
Interesante fenómeno: tomando ambos horizontes señalados, cuanto más atrás vamos en el tiempo más avanzada es la cultura.
De modo que tenemos esta cultura, que tanta sintonía tiene con ciertas particularidades mexicas, por remota que esta última parezca. Es más; se ha descubierto que junto a los caminos terraplenados y elevados discurrían canales por donde, en tiempos de sequía, sin duda grandes canoas continuaban llevando y trayendo mercaderías (además de servir de administrador de sistemas de riesgo). Insisto: esta descripción visual es absolutamente coincidente con lo que los «nahuas» habrían hecho en esos mismos tiempos en el Ánahuac, el México prehispánico.
Y aquí comienza a asomar un «secreto tolteca» anticipado en el título: en Rondónia y Mato Grosso —y esto ya lo señala Fawcett— existía una etnia (literalmente exterminada, aunque algunos descendientes se hayan mestizado completamente) que se llamaban a sí mismo «nahuas».
Recordemos que los «nahuas» han sido la etnia troncal de donde salen distintos «horizontes culturales» o pueblos, que conocemos como zapotecas, olmecas, totonacas, mixtecas, otomíes, etc y etc., en el Ánahuac prehispánico. Ánahuac que, justamente, significa «tierra de nahuas».
Que una «tribu» en el Amazonas se identifique con el mismo nombre, cuando menos, llama poderosamente la atención. Pero aún debemos señalar que todos estos pueblos amazónicos tenían dialectos y lenguas de origen Arawak. Es Fawcett quien, por esta correspondencia lingüística, supone que los «arawaks» (que hemos conocido como «caribes», los «araucas», los «araucanos» del sur de Chile y los «antis» de Perú (de donde surge el toponímico «Andes») pertenecen a la misma raza original.
Hoy sabemos que los «caribes» se extendieron por Sudamérica, dando origen a ramas como los Tupíes, los Tapuyas y los Carijós. De hecho, los Tupíes originan los guaraníes, de presencia dominante en el escenario sudamericano precolombino.
Fuertes en el NE brasileño, se supone que cierta rama de los caribes es responsable de lo que hoy conocemos como «Stonehenge del Solsticio de Verano»: una extraña construcción megalítica en cercanías de Rego Grande, en el estado de Amapá, donde un conjunto de moles de granito de autores desconocidos y formas extrañas que remiten a reminiscencias lovecraftianas desconcierta a propios y extraños. Se le llama de esa particular forma porque en una de las rocas existe un orificio por donde, en el solsticio de verano, atraviesa el sol a mediodía creando un círculo sobre otra piedra a alguna distancia.
Por ciertos restos hallados al pie de estos monolitos (fuegos, quizás rituales, encendidos en los puntos donde fueron instalados) se estima su erección aproximadamente en el 3.000 a.C. Sin duda no tiene relación con la cultura Kuhikugu por su antigüedad, pero demuestra que a lo largo y a lo ancho de lo que hoy llamamos Brasil hubo numerosos pueblos, aún desconocidos, en un período temporal dilatadísimo.
En la desembocadura del Amazonas sobre el Atlántico se encuentra (ya la mencionamos) la Isla de Marajó. En la misma se han encontrado «montículos» en un todo afines a los de los Llanos de los Mojos, aunque si se mira un mapa llama la atención la enorme distancia entre un área y otra. Empero, la identidad de construcciones da a suponer que de alguna manera —quizás ocupando el río Amazonas como vía de comunicación— grupos que se influyeron mutuamente migraron por ese conducto.
Del río Amazonas, mientras tanto, hay un par de cosas que debemos comentar. Por ejemplo, que su nombre autóctono original no era, obviamente, el de Amazonas, sino «Solimoes», y es aquí donde Fawcett se pregunta si en ese nombre no vemos la presencia del nombre de Salomón, y lo vincula con las famosas «minas» de donde fluía el oro y la plasta que este rey hebreo, especulando si, quizás, no habrían navegado en tiempos remotos a través del Atlántico y, por este río, llegado a casi sus fuentes en territorio peruano donde el oro y la plata —especialmente la segunda— abunda.
Sabemos que se le llamó «amazonas» por las historias de mujeres guerreras que vivirían en sus márgenes. Pues bien, sépase que las mismas efectivamente existieron y no se trata de un fábula de los conquistadores. Estas mujeres eran llamadas «Aikembenanas» por los otros pueblos y ya es una certeza etnográfica su existencia.
El secreto tolteca
Si bien Fawcett no había dedicado años a explorar las culturas antiguas del México prehispánico, es un hecho —sencillo de demostrar— que cuando menos, en teoría, lo había estudiado profundamente. No solamente se trata aquí de esa hilación de conocidos y amigos que pudieron hacerle llegar hallazgos de Maler y otros, voy a citar algunas referencias no menores.
Por ejemplo, en su libro ya citado, al hablar de los Toltecas los llama «sabios artistas». Puede parecer un detalle menor, y no lo es: aún hoy, son (somos) un número reducido los que conocemos algo del idioma náhuatl original donde la palabra tolteca se traduce, efectivamente, como «sabio artista»; mucho menos común hubiera sido ese conocimiento a fines del siglo XIX o principios del XX salvo que se esté profundamente empapado de estudios sobre el particular.
Fawcett con
struye su propia teoría. Según la misma, en tiempos remotísimos lo que hoy llamamos Brasil era apenas una de varias islas que ocupaban el Hemisferio Sur. Grandes cataclismos hicieron que el océano se hundiera en ciertos puntos y se elevara en otros (no podemos obviar aquí ver la influencia teosófica, con la presencia intensa de Mu y Lemuria). Tierras que emergieron se habrían fusionado con esa «isla» y formó lo que hoy conocemos como Sudamérica. Al mismo tiempo, otra isla se hundía en el Atlántico. Atlántida. De la misma escapa una casta de sabios artistas, sacerdotes y educadores, los primitivos toltecas —Fawcett mismo dice que emplea ese término a falta de uno mejor— quienes luego de permanecer durante siglos en México extendieron su influencia hacia el Sur. Aislados los grupos (si por guerras, hambrunas, cataclismos; vaya a saberse) un grupo de toltecas «degenerados» se transforma en los «caribes» que conocemos como tales.
Permítaseme hacer aquí una digresión: hace años señalé que hubo una corriente civilizatoria que se inició en la Atlántida y, cruzado a través de décadas hacia Occidente y Oriente, cruzó el Atlántico y llegó a América, siguiendo a un líder (o las enseñanzas y directivas de ese líder) que habría pasado a la historia y la leyenda con el nombre de «Kar», «K’ar» o «K’a’r’» (según las pronunciaciones). Señalé en su momento el «rastro toponímico» que dejaba su nombre a través de la geográfica, y en esa ocasión algunos críticos me atacaron diciendo que se trataba de una tontería pues, según ese razonamiento, una «car-nicería» indicaría el paso de Kar por allí. Sin embargo, no necesito discutir mucho: todos ustedes saben que muchísimos toponímicos se crean usando como raíz adjetivos calificativos del lugar y nombres propios. El pensamiento de Fawcett, entonces, ratifica ésta mi teoría.
Bien, sigamos. El explorador señala en su libro esa presencia «nahua» ya mencionada en proximidades del Alto Xingú. Cerca, también, se encuentra otro grupo cultural, los «Maxubis», con quienes conviviera un tiempo, llamándole poderosamente la atención el ritual de, todos los amaneceres, formar toda la aldea mirando al naciente Sol, elevar sus manos en esa dirección y cantar al unísono un himno de salutación al mismo (costumbre que se encontraba hasta épocas muy recientes entre los mexicas). Estos «toltecas», incluso y siempre según la mirada de Fawcett, habrían llegado a ser los fundadores de Tiwanaku.
Podría decirse que era una teoría demasiado simplista ese «difusionismo excesivo» que proponía el inglés. Por cierto, llega a señalar que veía como posible que una rama de los Tupíes hubiera migrado a través del Pacífico hasta la Polinesia, ocupando en el camino Rapa Nui (Isla de Pascua).
Puede parecer excesivamente simplista este «difusionismo», pero en puridad no podría negarse puntualmente el extraordinario parecido que tienen las tallas en madera de los «fueguinos» (en puridad, los selk’nam, onas y yámanas) con los moais de la Isla de Pascua. Puede verse como exagerado ese difusionismo. Pero quien, como un servidor, ha tenido la oportunidad de estar frente a los moais y contemplar directamente las tallas onas conservadas en museos, no puede negar su extraordinario parecido.
Permitan ustedes que yo agregue, a las ideas de Fawcett, un elemento menor pero sugestivo. He hablado ya de los «kuikuros», el grupo tribal (hoy, de unos 500 individuos) que en los Altos del Xingú son los herederos (dicen serlo) de la cultura Kuhgikugu. Muchos de ellos ya están integrados a la civilización occidental, y de los que permanecen viviendo en sus aldeas originales supongo lo hacen por la interesante conveniencia del turismo. Con un altísimo cociente intelectual uniformemente distribuido entre ellos (es hasta simpático verles totalmente inmersos en su ambiente folklórico… pero sin dejar de revisar —algunos, claro— periódicamente sus celulares, aceptando sin ambagues que cuidar sus raíces no va en detrimento de estar enterados de lo que pasa en el mundo vía redes sociales), una de sus costumbres es conservar vestimentas rituales que emplean en ceremonias ancestrales. En ese ajuar se ocupan sólo cuatro colores: negro, rojo, amarillo y blanco. Los cuatro colores, precisamente, que identifican desde siempre a los «cuatro rumbos» del pensamiento mexica, a las nahui mitl, las «cuatro flechas» simbólicas. Son los colores de los «rezos» que se cuelgan ceremonialmente en el «Árbol de Rezos», los colores de las «cuatro puertas» de la ceremonia del Temazcal Guerrero…
Planisferio de Sylvanus
Planisferio de Sylvanus
Planisferio de Sylvanus
El planisferio de Sylvanus o Mapamundi ptolemaico es el primer planisferio impreso a dos tintas. Fue dibujado por el cartógrafo italiano Bernardo Sylvanus para la edición de 1511 de la Geographia de Ptolomeo realizada por Jacob Pentium.
Descripción
El planisferio, impreso en colores negro y rojo, mide 56,5 × 41,5 centímetros. Utiliza una proyección cordiforme que permite conservar mejor las proporciones, tratando de agregar la información proporcionada por los planisferios de Cantino y Caverio y las noticias proporcionadas por los navegantes, principalmente portugueses, al esquema ptolemaico general, sin sentir la necesidad de alterarlo.
Las tierras recientemente descubiertas se localizan en dos bloques, siguiendo el esquema de Cantino en su disposición general excepto en las costas de América del Norte que desaparecen. En su lugar, al norte y en la misma latitud que ocupa la península ibérica, se representan dos grandes islas y otras menores denominadas «Terra Cube» y «ispaniar insu». Labrador («terra laboratorus») es una isla situada más al este, próxima a Irlanda. Al sur, una gran masa de tierra continental cortada por el margen a la izquierda, recibe el nombre de «Terra Sanctae Crucis», dado por los portugueses a Brasil. Colocadas entre Europa y Asia, nada indica, sin embargo, que se conciban como un continente nuevo, no existiendo apenas distancia entre Cuba y Cipango, localizada en el extremo este, sin tierra que las separe.
Globus Jagellonicus
Globus Jagellonicus
Globus Jagellonicus. Tadeusz Estreicher delineavit. Núm. de ilustración 3, publicado en Tadeusz Estreicher, Globus Biblioteki Jagiellońskiej z początku wieku XVI, w Krakowie, Nakładem Akademii Umięjetności, 1900.
El mapa del Jagiellonian Globe de Tadeusz Estreicher, 1900
El Globus Jagellonicus o globo jagielloniano, probablemente construido en el norte de Italia o en el sur de Francia y datado alrededor de 1510. Se atribuye a Jean Coudray, un relojero francés activo en Francia. Es considerado por algunos autores como el globo terráqueo conocido más antiguo en el que figura América.12
La Universidad Jagellónica institución de educación superior más antigua de Polonia. Fue fundada en 1364 por el rey Casimiro el Grande (1310-1370) a instancias del Papa Urbano V (1362-70). De los 36 objetos de la lista de unos 50 instrumentos del legado de Joannes Broscius (1585-1652), solo se conservan tres en la actualidad. Uno de ellos es la esfera armilar mecánica, conocida desde 1900 como el Globo Jagiellonian.
Historia
Hasta el descubrimiento del globo terráqueo da Vinci en 2012, el globo terráqueo de cobre dorado se consideraba el primer globo terráqueo existente que indicaba cualquier parte del Nuevo Mundo y el primero en delimitar el continente sudamericano.
Posee un parecido llamativo con el Globo de Hunt-Lenox, también posiblemente datado en 1510, considerado el segundo o tercer globo terrestre más antiguo, después del Erdapfel de Martin Behaim, realizado en Núremberg en 1492 antes de que trascendiese en marzo de 1493 la noticia del descubrimiento efectuado por Colón, y por lo tanto, sin representar el nuevo continente.3 El globo fabricado por Martin Waldseemüller en 1507, del que solo se conservan copias, ya mostraba América.
Perteneció a la Academia de Cracovia, rebautizada en 1817 como Universidad Jaguelónica; actualmente se exhibe en el Museo del Collegium Maius. Fue redescubierto a principios de la década de 1870 y descrito como Globus Jagellonicus en 1900 por el profesor4 Tadeusz Estreicher en las Transacciones de la Academia de Ciencias de Cracovia de aquel año.56 En aquella época, cuando durante un siglo no existió ningún estado polaco, Estreicher señala que este globo que indica descubrimientos geográficos entonces recientes, propiedad de la Academia de Cracovia desde 1510, demuestra el especial interés por la cosmografía de los estudiosos polacos de aquel tiempo.
El globo de cobre dorado está considerado como el más antiguo conservado en el que aparece parte del Nuevo Mundo y el primero en delinear las costas de América del Sur. Es también el globo más antiguo en el que el continente americano es una entidad distinta que Asia. Sin embargo, utiliza el nombre de “América” (introducido en 1507 por Martin Waldseemüller en su Universalis Cosmographia) para un continente localizado al sur de la India.7 Una reproducción del globo se exhibe en la Sala de la Nacionalidad Polaca de la Universidad de Pittsburgh.8
Características cartográficas
Robert J. King ha señalado que América es mostrada en el Globo Jagielloniano en dos ubicaciones distintas: en el Océano Atlántico, bajo los nombres de MUNDUS NOVUS, TERRA SANCTAE CRUCIS y TERRA DE BRAZIL; y en el océano Índico, bajo el nombre de AMERICA NOVITER REPERTA (América nuevamente descubierta). La frase “america noviter reperta” fue utilizada por primera vez en el cuaderno Globus Mundi: Declaratio sive descriptio mundi et totius orbis terrarum, publicado en Estrasburgo por J. Grüninger en 1509.9
Esta bilocación de América en los hemisferios oriental y occidental resultó de las dos diferentes escalas de longitud empleadas para estimar las distancias. Una de ellas estaba basada en los cálculos de Claudio Ptolomeo, que dejó 180 grados entre el punto más occidental de Europa, el Cabo de San Vincente en Portugal, y el punto más oriental de Asia, Cattigara; y la otra estaba basada en las estimaciones de Cristóbal Colón, que dejó 225 grados para la misma distancia. Según el cálculo de Colón, por tanto, el Nuevo Mundo estaba más cercano a Europa, con su parte más occidental separada no más de 135 grados al oeste de Portugal, mientras que según el cálculo ptolemaico, estaría más hacia el oeste, al sur de la India, tal como se representa en el Globo Jagielloniano .
Esta era una solución al problema de plasmar el mundo conocido, de modo que tanto el mapa ptolemaico como el colombino pudieran ser representados a la vez, con una disposición similar a la ideada por Martin Waldseemüller para su mapa mundial de 1507. La aceptación de la pretensión de Colón de haber alcanzado las Indias (Asia oriental) implicó un rechazo del valor de las longitudes y los valores angulares calculados por Ptolomeo, que muchos cartógrafos no estaban dispuestos a aceptar. Como resultado, se produjo un conflicto entre las escuelas geográficas colombina y ptolemaica. Era imposible indicar satisfactoriamente que Colón había alcanzado Asia oriental si el cartógrafo conservaba las longitudes argumentadas por Ptolomeo e intentaba a la vez representar los 360 grados de la circunferencia de la Tierra.10 El mapa de Waldseemüller era una reconciliación de las longitudes colombinas y las ptolemáicas, como se muestra en el globo de Martin Behaim. En el lado derecho de su mapa mundial, Waldseemüller adoptaba la concepción de Ptolomeo/Behaim, incluyendo la isla de Zipango (Japón) dentro de los 270 grados de longitud hacia el este desde el meridiano de las Islas Canarias. El mapa de Waldseemüller así mismo representa en su lado derecho la concepción de Behaim de la Tierra más allá de la longitud 270ºE, y lo finaliza en el este con un mar abierto. El océano al este de Asia es nombrado como el Occeanus Orientalis Indicus.11
En el lado izquierdo del mapa de Waldseemüller aparecen los 90 grados necesarios para completar los 360. Aquí incluye la concepción colombina, duplicando la misma Asia oriental, una vez como la costa oeste del Occeanus Occidentalis, y otra vez como la costa oeste del Occeanus Orientalis Indicus. Más allá del Occeanus Occidentalis los descubrimientos españoles están mostrados como dos islas estrechas y largas, PARIAS y AMERICA, correspondiendo a América del Norte y del Sur, pero separadas por un estrecho situado en la región del actual canal de Panamá (en el mapa en miniatura insertado en la sección central superior del mapa de Waldseemüller, existe un istmo que une las dos masas de Tierra, demostrando otra vez su disposición a representar soluciones alternativas a una cuestión por entonces sin respuesta). El lado oeste de las dos grandes islas está marcado con las leyendas terra ultra incognita (“tierra más allá desconocida”) en el sur, y en el norte terra ulterius incognita (“tierra más allá allende desconocida”). Incluye un mar conjeturado al oeste de las islas.
En el globo de Waldseemüller de 1507, el mar al oeste de la pretendida costa oeste americana es nombrado como el Occeanus Occidentalis, esto es, el Océano Occidental o Atlántico, y el punto donde se fusiona con el Occeanus Orientalis (el Océano Oriental, u Océano Índico) está tapado por una anotación de latitud. La isla de Zipangri (Japón) y la isla de Hispaniola, que Colón consideraba la misma, difieren solo 45 grados entre sus costas occidentales: esta es sustancialmente la diferencia entre las longitudes defendidas por Colón y por Behaim.12 El cabo de Florida aparece casi en la misma latitud que la región asiática de Zaitun representada por Behaim, y ambas difieren en una longitud de 55 grados.13 En el lado izquierdo, en los 90 grados restantes, sí se representa el concepto colombino. La tierra representada tanto en el lado derecho como en el izquierdo de su mapa son las Indias (Asia oriental).14 Así, las dos concepciones alternativas eran mostradas en el mismo mapa. El mapa mundi de Waldseemüller duplica tanto Asia oriental como Cipangu, denominándolas América e Hispaniola, ideando una distribución del mapa donde el lector pueda hacer su elección entre el concepto colombino y el de Ptolomeo-Behaim. Así, la elección queda abierta. Como George E. Nunn observó, “Esta era una manera muy verosímil de presentar un problema en aquel tiempo insoluble”.15
Así mismo, en el Globo Jagielloniano, las diferentes escalas de la longitud arrastradas hacia el este y hacia el oeste, producen una muy obvia bilocación de América en el hemisferio oriental y en el occidental: en el hemisferio occidental se localiza al oeste de África, según el criterio de longitudes de Ptolomeo-Behaim, que equivale a que la Tierra tenga 33,296 kilómetros de circunferencia; y en el hemisferio oriental según el criterio de longitudes colombino aparece al este de África, equivalente a una Tierra con 30,191 kilómetros de circunferencia.16 Como en el mapa de Waldseemüller, ZIPANGRI y SPAN[iola] están separados por cuarenta y cinco grados de longitud. El mapa de Waldseemüller y el globo Jagielloniano muestran su acuerdo con la pretensión de Colón de que eran uno y el mismo, mediante una bilocación en el caso de América.
Investigaciones recientes del Prof. St. Missinne ofrecieron evidencia de que existe una razón para el uso de AMERICA NOVITER REPERTA en una gran isla deshabitada en el Océano Índico Sur. Esto se basa en el hecho de que el relojero que construyó la Esfera Armilar de Jagiellonian usó el Lenox como modelo para su globo terrestre de escala reducida.[17]
No es raro que en el caso de nuevos descubrimientos haya cierta incertidumbre, incluso confusión. Por lo tanto, parece probable que el relojero francés parece haber estado confundido acerca de la ubicación precisa en la región de las antípodas del mundo recién descubierto. Como resultado, grabó “AMERICA NOVITER REPERTA” en el lugar equivocado, es decir, en una gran isla cartográfica sin nombre en el Océano Índico que no tenía nombre en el Lenox Globe. Esta isla tiene una cadena montañosa que está alineada en gran parte de su longitud a lo largo de un meridiano. Varios ríos fluyen hacia el este desde esta cadena montañosa hacia el Océano Índico sin nombre. No se puede descartar que el relojero Jean Coudray haya tenido acceso a la Cosmographiae Introductio de Martin Waldseemüller. Pero no hay evidencia de tal justificación ya sea cartográfica, bibliográfica, ortográfica o toponímica.
Dado que el nombre “América” falta en da Vinci y el Lenox Globe, aunque ya hay tres topónimos en la masa continental latinoamericana de los Lenox, el relojero francés puede haber elegido un espacio vacío sobrante que es aún más occidental para él. .
Debido a la falta de espacio en el pequeño globo terráqueo, esta gran isla desconocida, anónima y “vacía” parece haberle venido bien durante el continuo trabajo de producción mental que actualizó y agregó la frase en latín “América recién descubierta”. Jean Coudray estaba al tanto del nombramiento de América pero no de su ubicación cartográfica precisa, que no estaba disponible en la fuente contemporánea, la xilografía impresa del “Globus Mundi”: Declaratio sive descriptio mundi et totius orbis” de Johannes Adelphus que data de 1509.
En un puente terrestre ptolemaico entre África y Asia, impreso en un mapamundi de Gregor Reisch en la publicación Woodcut que data de 1503 en Basilea con el título Margaretha Filosophica dice en latín traducido aquí al inglés: “Aquí no hay tierra sino mar, en que hay islas de notable tamaño desconocidas para Ptolomeo.” La ubicación específica de esta frase y su contenido “islas de tamaño notable” se encuentran en el Océano Índico Sur, donde el relojero puso “AMERICA NOVITER REPERTA”.[18]
The Jagiellonian Globe, principios del siglo XVI, foto Jerzy Zygier
El Globo, una esfera armilar mecánica
Es una esfera armilar mecánica (diám. 13 cm), fabricada en Francia antes de 1510. La esfera está formada por anillos que representan los sistemas de coordenadas: eclíptica, ecuatorial y horizontal. Está hecho de latón y lámina de cobre martillado; todo el objeto está dorado. Es un instrumento astronómico que se puede utilizar como reloj universal (que indica la hora solar local y la hora sideral) y como calendario juliano. Su mecanismo de reloj está contenido dentro de la esfera central de latón en cuya superficie está grabado un mapa de la Tierra.
Esfera armilar mecánica montada sobre una base de tres patas del siglo XVIII, foto de Grzegorz Zygier
Fragmento de mapa del Jagiellonian Globe, 1510-11, foto de Grzegorz Zygier
Globo de Hunt-Lenox
Globo de Hunt-Lenox
El Globo de Hunt-Lenox, por B.F. De Costa
El Globo Lenox. Ilustración de la Encyclopædia Britannica, 9a ed. Vol. X, 1874.
El Globo de Hunt-Lenox o Globo de Lenox, data de ca. 1510,12 es el segundo o tercer globo terráqueo más antiguo que se conoce, después del Erdapfel de 1492. Está albergado en la Rare Book Division de la Biblioteca Pública de Nueva York.
Como notoriedad, es la única instancia de un mapa histórico que contiene literalmente la mítica frase HC SVNT DRACONES (en latín: hic sunt dracones, que significa «Aquí hay dragones»), que se puede hallar en la península de Indochina.
Descripción
El Globo de Lenox es un globo de cobre hueco que mide 112 mm de diámetro y 345 mm de circunferencia. Se compone de dos partes unidas por el ecuador, conectadas por una varilla vertical que atraviesa sendos agujeros situados en ambos polos.3
Su aspecto es semejante al del Globus Jagellonicus, también datado en torno a 1510.
La oración HC SVNT DRACONES aparece en la costa oriental de Asia, al este de la península de Indochina.2
Contexto
Su origen es enigmático. Fue comprado en Paris en 1855 por el arquitecto Richard Morris Hunt, que se lo dio al bibliófilo James Lenox, cuya colección formó parte de la Biblioteca Pública de Nueva York, donde se conserva el globo.
En sus anotaciones, Henry Stevens comenta haber visto el globo mientras cenaba con Hunt en 1870.
Entre los geógrafos, el Hunt-Lenox es especialmente conocido como la representación más antigua conocida de las Américas. América del Sur y partes de América Central están grabadas en el mundo, aunque la masa de tierra se corta en el lugar donde se encuentra la actual Panamá. También se representan las islas de la actual Cuba y La Española.
Algunos detalles más pequeños en el mundo incluyen carabelas un estilo de barco contemporáneo con la exploración de Colón del Nuevo Mundo y monstruos marinos que se cree que fueron soñados por el artista desconocido. Sin embargo, quizás el detalle más memorable es la frase en latín “HC SVNT DRACONES”, ubicado en la región del sudeste asiático actual. Traducido al inglés, la frase significa “aquí yacen dragones” o “aquí hay dragones”. Inman dice que muchos mapas o globos posteriores que fueron diseñados para aparecer como si eran de este período a menudo incluyen esta frase en latín, que se deriva únicamente del Globo Hunt-Lenox. Este objeto es único porque “habla del conocimiento del mundo de los europeos poco después de la época del viaje inicial de Colón”, dice Inman.
Dicha frase se hizo tan famoso que terminó convirtiéndose en sinónimo cartográfico para lo desconocido, continuando con una tradición ya existente en el Medievo que pervive hoy en algunas manifestaciones de la cultura popular. Unidas a las representaciones de monstruos marinos fantásticos y leyendas como “Aquí hay dragones”, los artesanos pretendían alertar a los navegantes de lo desconocido a la vez que mostrar a los incultos ciudadanos de Europa las maravillas y los misterios que había en el mundo. Maravillas que unos pocos privilegiados como Marco Polo o Cristóbal Colón pudieron ver en sus viajes.
La primera investigación que existe de la enigmática frase la realizó el historiador B. F. de Costa para la Revista de Historia Americana en su edición de Septiembre de 1879. En ella, alude a que la descripción “Aquí hay dragones”, hace relación a la frase pronunciada por Marco Polo durante sus viajes a India en dónde dijo: “Aquí viven los Dagroians” o Dragonianos, habitantes del reino de Dagroian. Sin embargo, el pueblo que describe Marco Polo en sus libros esta cercano a Java menor o Sumatra, bastante alejado por tanto del lugar dónde está la inscripción.
De tal manera, que el motivo real de la frase aún es un misterio, pero ha conseguido perpetuar en la historia llegando a describir con esa frase lo desconocido, lo perdido y lo fantástico. ¿Os apetece ver Dragones?
Álvaro Sánchez Lamadrid.
El pequeño tamaño, el color oscuro y la armadura del Hunt-Lenox Globe (el soporte sobre el que se asienta) conspiran para ocultar los detalles de su superficie. Las masas de tierra grabadas en él incluyen dos áreas que representan el Nuevo Mundo: una en la ubicación de América del Sur y la otra, una isla grande y misteriosa en el sur del Océano Índico.
También hay elementos artísticos difíciles de detectar: monstruos marinos, barcos, naufragios y, justo debajo del ecuador, la advertencia “Hic Sunt Dracones” o “Here Be Dragons”. Los espectadores no pudieron ver tales detalles incluso cuando la Biblioteca Pública de Nueva York colocó el globo en exhibición. Dado el valor del globo, el acceso para los académicos también ha sido limitado.
“Fue una tormenta perfecta de circunstancias que hizo que el objeto fuera totalmente inaccesible, incluso cuando estaba justo frente a ti”, dice Chet Van Duzer, un historiador cartográfico.
Pero aún así su importancia es mucha, ya que indica, de alguna manera, que ahí fuera hay cosas desconocidas y peligrosas y eso despertó la imaginación de cientos de personas a lo largo de la historia.
Lo que originó multitud de mitos e historias que llegan hasta el día de hoy, donde no es muy difícil encontrar alguna novela sobre viajes o cartografía que no haga referencia a esta frase.
Como anécdota final decir que en la época romana los cartógrafos también se usaba una frase parecida: “Hic sunt leones”, Aquí hay Leones, un animal, que aunque conocido por ellos, les resultaba extremadamente exótico (y peligroso).
Un primer plano del globo muestra el dibujo de un dragón. (Crédito: Proyecto Lázaro/Laboratorio de Becas Digitales)
Distintas representaciones de criaturas marinas, común en distintos mapas de la época.
Desastre aéreo de Tenerife
Desastre aéreo de Tenerife
Coordenadas: 28°28′54″N 16°20′18″O
Suceso: Accidente aéreo
Fecha: 27 de marzo de 1977
Causa: Colisión en pista por niebla intensa y errores humanos
Lugar: Aeropuerto de Los Rodeos, San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, Canarias
Resultado: Colisión de dos Boeing 747
Fallecidos: 583
Heridos: 61
Primer implicado
Tipo: Boeing 747-206B
Operador: KLM
Registro: PH-BUF
Nombre: Rijn (Río Rin)
Pasajeros: 234
Tripulación: 14
Supervivientes: 0
Segundo implicado
Tipo: Boeing 747-121
Operador: Pan Am
Registro: N736PA
Nombre: Clipper Victor (Antes, Clipper Young-America)
Pasajeros: 380
Tripulación: 16
Supervivientes: 61
El desastre aéreo de Tenerife (también conocido como accidente de Los Rodeos) hace referencia a una colisión entre dos aviones Boeing 747 que se produjo el 27 de marzo de 1977 en el aeropuerto de Los Rodeos (actual Tenerife-Norte), en el municipio de San Cristóbal de La Laguna, al norte de la isla española de Tenerife. Un total de quinientas ochenta y tres personas perdieron la vida.1
Fue el accidente aéreo más grave de 1977, el más catastrófico en una colisión aérea en tierra y el más mortífero en España. Para la Pan Am fue el peor siniestro aéreo que involucró una aeronave estadounidense, mucho más que el Vuelo 191 de American Airlines ocurrido dos años después. Para la KLM fue el siniestro más mortífero de una aeronave neerlandesa superando el siniestro del Vuelo 138 de Martinair acaecido tres años antes. Asimismo, es el peor accidente aéreo a nivel mundial en la historia de la aviación.123
Los aviones siniestrados fueron el vuelo 4805, un vuelo chárter de la línea aérea neerlandesa KLM, que volaba desde el aeropuerto de Schiphol en Ámsterdam (Países Bajos), en dirección al aeropuerto de Gran Canaria (España), y el vuelo 1736, vuelo regular de Pan Am, que volaba desde el aeropuerto Internacional John F. Kennedy en Nueva York, procedente del aeropuerto Internacional de Los Ángeles (Estados Unidos), hacia el aeropuerto de Gran Canaria.
Un aviso de bomba en el aeropuerto de Gran Canaria, llevado a cabo por independentistas del Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC), provocó que muchos vuelos fueran desviados a Los Rodeos, incluidos los dos aviones involucrados en el accidente. El aeropuerto rápidamente se congestionó de aviones estacionados que bloqueaban la única calle de rodaje y forzaban a los aviones que salían a rodar por la pista. Parches de niebla espesa se desplazaban por el aeródromo, de modo que no había visibilidad entre las aeronaves y la torre de control.45
La colisión ocurrió cuando el avión de KLM inició su carrera de despegue mientras el avión de Pan Am, envuelto en la niebla, todavía estaba en la pista y a punto de salir a la calle de rodaje. Al percatarse de su presencia en la pista de despegue, el avión de KLM intentó elevarse para sobrevolar al avión de Pan Am y casi lo consiguió, pero acabó embistiéndolo. Del choque resultante pereció todo el pasaje a bordo del KLM 4805 y la gran mayoría del Pan Am 1736, del que solo sobrevivirían sesenta y un personas que iban sentadas en la parte delantera de la aeronave.
La investigación realizada posteriormente por las autoridades españolas concluyó que la causa principal del accidente fue la decisión del capitán de KLM de despegar, creyendo, erróneamente, que se había emitido una autorización de despegue del control de tráfico aéreo (ATC).6 Los investigadores neerlandeses pusieron mayor énfasis en el malentendido mutuo en las comunicaciones de radio entre el equipo de KLM y el ATC, pero en última instancia KLM admitió que su equipo fue responsable del accidente y la aerolínea finalmente acordó compensar económicamente a los familiares de todas las víctimas.7
El siniestro tuvo una repercusión duradera en la industria aeronáutica, en la que se destacó sobre todo la importancia vital del uso de la fraseología estandarizada en las comunicaciones de radio. Los procedimientos de cabina también se revisaron, lo que contribuyó al establecimiento de la gestión de los recursos de la tripulación como parte fundamental de la capacitación de los pilotos de las aerolíneas.
Antecedentes
El Boeing 747-121 de Pan Am, llamado Clipper Victor, fotografiado en el aeropuerto de Londres-Heathrow en abril de 1972. Curiosamente, esta unidad había sido el primer 747 en realizar un vuelo comercial y también fue el primer 747 en sufrir un secuestro, ambos eventos ocurridos en 1970.
El avión Boeing 747-206B PH-BUF de KLM involucrado en el accidente, fotografiado meses antes de su pérdida.
Mientras los aviones se dirigían a Gran Canaria, una bomba en la terminal de pasajeros del aeropuerto de Gran Canaria hizo explosión a las 13:15 hora local (14:15 en Madrid) el mismo día del accidente. Más tarde hubo una segunda amenaza de bomba, por lo que las autoridades locales cerraron cautelarmente el aeropuerto por unas horas. El explosivo había sido supuestamente colocado por militantes del Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC), si bien el responsable de dicha organización clandestina lo niega, acusando en cambio a la Guardia Civil de haber fraguado el atentado para desacreditarlos.8
Los vuelos KLM 4805 y PAA 1736, al igual que muchos otros, fueron desviados al aeropuerto de Los Rodeos en la vecina isla de Tenerife. En aquel entonces, Los Rodeos era aún demasiado pequeño para absorber con desahogo una congestión semejante. Sus instalaciones eran muy limitadas, una sola pista de despegue y sus controladores no estaban acostumbrados a tantos aviones, mucho menos Jumbos, y encima era domingo, por lo que solo había dos de turno. No poseían radar de tierra y las luces de la pista se encontraban fuera de servicio. Además, el aeropuerto de Tenerife Sur, que se había previsto para descongestionar el vetusto aeropuerto tinerfeño, estaba aún en fase de construcción y no abriría hasta noviembre de 1978.
Cuando el aeropuerto de Gran Canaria fue reabierto, el personal de vuelo del Pan Am 1736 procedió a pedir permiso para el despegue y volar hacia allí, pero se vio forzado a esperar debido a que el KLM 4805 había pedido permiso para repostar y bloqueaba la salida a la pista de aterrizaje. Justo al finalizar la carga, se recibió notificación de que la policía había vuelto a cerrar el aeropuerto de Gran Canaria. Los dos aviones 747 fueron obligados a esperar otras dos horas. El avión neerlandés había llenado sus tanques con 55 000 litros de combustible, una cantidad excesiva para la situación, pero que le permitiría no tener que repostar nuevamente en Gran Canaria, ya que su destino final era Ámsterdam.
A las 16:56, el piloto neerlandés del vuelo de KLM, Jacob Veldhuyzen van Zanten, recibió permiso para iniciar sus motores y desplazarse por la pista principal, salir por la tercera salida (C1 y C2 tenían aviones en ellas) y alcanzar el final. Más tarde el controlador, para dar más agilidad a la maniobra y tras repetir la orden al KLM, optó por corregir y ordenar que continuase por la pista principal sin desviarse, y que al final de ella hiciera un giro de 180° (backtrack) y esperara a la confirmación del despegue de la ruta. Tres minutos después, el PAA 1736 recibió instrucciones para desplazarse por la pista de despegue, abandonarla al llegar a la tercera salida a su izquierda y confirmar su salida una vez completada la maniobra. Pero el PAA 1736 se pasó de la tercera salida (se supone que no la vio debido a la densa niebla o que la maniobra necesaria era en sí muy compleja para un Jumbo, sumado a la ausencia de luces en la citada pista) y continuó hacia la cuarta. Además, su velocidad era anormalmente reducida a causa de la niebla reinante.
Ya completado el giro de su aeronave, van Zanten subió motores (se registra un aumento de gases en la caja negra) y su copiloto le advirtió que aún no tenían autorización para despegar. Van Zanten, en los últimos tiempos instructor y acostumbrado a enseñar a nuevos pilotos a darse sus propias autorizaciones por cuanto no hay torre de control, le pide que hable con la torre de Los Rodeos y en la comunicación se indica que están en la cabecera de la pista 30 esperando para despegar. Los Rodeos les da la ruta a seguir, un Air Traffic Control Clearance (ATCC), y el copiloto lo repite terminando con un poco ortodoxo «estamos en (posición de) despegue». Literalmente: «Roger sir, we are cleared to the Papa beacon flight level nine zero, right turn out zero four zero until intercepting the three two five» (De acuerdo, señor, estamos autorizados al nivel de vuelo de la baliza Papa nueve cero, desvío a la derecha cero cuatro cero hasta interceptar el tres dos cinco),(VOR de Gran Canaria). «We are now at take-off.» (Ahora estamos en el despegue), sobre todo esta última frase no tiene ningún sentido sin la autorización de torre. Cuando los equipos investigadores de España, Estados Unidos y Países Bajos escucharon conjuntamente y por primera vez la grabación de la torre de control, nadie o casi nadie entendió que con esta transmisión quisiera decir que estaba despegando.
En ese momento, y mientras su copiloto completaba la colación, es decir, la repetición de las instrucciones recibidas por la torre de control con el controlador de la misma, Van Zanten, sin un permiso de despegue o take off clearance, inició el rodaje soltando frenos, según registró la caja negra. Cuando su copiloto terminó la colación, y ya con el avión en marcha, matizó: «We’re going». El controlador contestó el recibido de la repetición de su mensaje de autorización de ATC en la siguiente forma: «Okay». Y 1,89 segundos más tarde añadió: «Espere para despegar, le llamaré».
La torre de control pidió entonces a PAA 1736 que le comunicase tan pronto como hubiera despejado la pista: «Papa Alfa uno siete tres seis reporte pista libre». Esto se oyó en la cabina del KLM. Un segundo después, PAA contestó: «Okay, notificaremos cuando la dejemos libre», contestación que se oyó en la cabina de KLM. La torre de control contestó: «Gracias». Justo después de esto, al ingeniero de vuelo y al copiloto neerlandeses les asaltó la duda de que la pista estuviese realmente despejada, a lo que el capitán Jacob Veldhuyzen van Zanten respondió con un enfático: «Oh, ya», y quizás, creyendo difícil que un piloto experto como él cometiese un error de semejante magnitud, ni el copiloto ni el ingeniero de vuelo pusieron más objeciones. Trece segundos más tarde, ocurrió la nefasta colisión.
La torre de control atendió las llamadas de los IB-185 y BX-387 y esperó la comunicación del PANAM 1736 informando de «pista libre», recibió información procedente de dos aviones situados en el aparcamiento de que había fuego en un lugar no determinado del campo, hizo sonar la alarma, informó a los servicios contra incendios y sanidad, y difundió la noticia de situación de emergencia; a continuación llamó a los dos aviones que tenía en pista, de los que no recibió contestación alguna.
Esquema del recorrido de los dos aviones, que muestra la colisión cuando el vuelo de PanAm ha pasado la salida 3.
Maniobra que tomarían los aviones poco antes de colisionar.
El impacto se produjo unos trece segundos después, exactamente a las 17:06:50 UTC, tras lo cual los controladores aéreos no pudieron volver a comunicarse con ninguno de los dos aviones. Debido a la intensa niebla, los pilotos del avión de KLM no pudieron ver el avión de Pan Am que rodaba hacia ellos. El vuelo KLM 4805 fue visible desde PAA 1736 aproximadamente 8 s y medio antes de la colisión, y su piloto intentó acelerar para salir de la pista, pero a esa altura el choque era ya inevitable.
El KLM ya estaba completamente en el aire cuando ocurrió el impacto, a unos 320 km/h, pero obviamente no llegó a alcanzar suficiente altitud como para evitar el desastre- los expertos estiman que 25 pies más (7,62 metros) hubieran sido suficientes. Su parte frontal golpeó la parte superior del otro Boeing, arrancando el techo de la cabina y la cubierta superior de pasajeros, tras lo cual los dos motores golpearon al avión de Pan Am, matando en el acto a la mayoría del pasaje sentado en la parte trasera.
El avión neerlandés continuó en vuelo tras la colisión, estrellándose contra el suelo a unos 150 m del lugar del choque, y deslizándose por la pista unos 300 m adicionales. De inmediato se desató un violento incendio (recordemos que el KLM había repostado minutos antes) y a pesar de que los impactos contra el Pan Am y el suelo no fueron extremadamente violentos, las 248 personas a bordo del KLM murieron en el incendio, así como 335 de las 396 personas a bordo del Pan Am, incluyendo a nueve que fallecieron más tarde por causa de las heridas. La holandesa Robina van Lanschot, pasajera del avión neerlandés KLM, se salvó debido a que residía en Tenerife: cuando todos los pasajeros descendieron del avión para tomar aire antes de proseguir para Gran Canaria, ella se negó a continuar viaje, pese a que iba contra las normas.9
Las condiciones atmosféricas hicieron imposible que el accidente fuera visto desde la torre de control, desde donde solamente se oyó una explosión seguida de otra, sin quedar claras su situación o causas.
Traducción de la transcripción de las comunicaciones y de los comentarios de los tripulantes en las cabinas de ambos aviones
Representación del momento en el que el avión de KLM intenta elevarse para evitar chocar contra el avión de Pan Am.
Momentos después de la colisión, un avión situado en la plataforma de estacionamiento avisó a la torre de control de que había visto fuego. La torre hizo sonar la alarma de incendios inmediatamente y, aún sin saber la situación del fuego informaron a los bomberos. Estos se dirigieron a la zona a la mayor velocidad posible, lo que debido a la intensa niebla seguía siendo demasiado lenta, aún sin poder ver el fuego, hasta que pudieron ver la luz de las llamas y sentir la fuerte radiación de calor. Al despejarse un poco la niebla, pudieron ver por primera vez que había un avión completamente envuelto en llamas. Tras comenzar a extinguir el fuego, la niebla siguió despejándose y pudieron ver otra luz, que pensaron sería parte del mismo avión en llamas que se había desprendido. Dividieron los camiones y al acercarse a lo que pensaban era un segundo foco del mismo fuego, descubrieron un segundo avión en llamas. Inmediatamente concentraron sus esfuerzos en este segundo avión, ya que en el primero era completamente imposible hacer algo.
Como resultado, y a pesar del gran alcance de las llamas en el segundo avión, pudieron salvar la parte izquierda, de donde más tarde se extrajeron entre quince y veinte mil kilos de combustible. Mientras tanto, la torre de control, aún cubierta por una densa niebla, seguía sin poder averiguar la situación exacta del fuego y si se trataba de uno o dos aviones los implicados en el accidente.
Según los supervivientes del vuelo de Pan Am, entre ellos su capitán Victor Grubbs, el impacto no fue terriblemente violento, lo que hizo creer a algunos pasajeros que se había tratado de una explosión. Unos pocos situados en la parte frontal saltaron a la pista por aberturas en el costado izquierdo mientras se producían diversas explosiones. La evacuación, sin embargo, se produjo con rapidez y los heridos fueron trasladados. Muchos tuvieron que saltar directamente a ciegas y gran parte de los supervivientes tuvieron fracturas y torceduras por la altura del Jumbo.
Restos en la pista tras el accidente.
Se tuvo que hacer uso de camiones de bomberos de las ciudades vecinas de La Laguna y Santa Cruz y el fuego no fue completamente extinguido hasta las 03:30 del 28 de marzo. En el accidente, murieron el exadministrador de la ciudad californiana de San José, A. P. Hamann, junto a su esposa Frances Hamann y la exesposa de Russ Meyer, Eve Meyer.
Cuenta Robert Bragg, copiloto del Pan Am 1736, que «taxis y vehículos particulares evacuaron a la mayoría de los lesionados por quemaduras, trasladándolos a centros hospitalarios cercanos». También emisoras de radio y televisión, así como estaciones de radioaficionados alertaron al personal sanitario para que acudiese a prestar ayuda al lugar del accidente. El Cabildo de Tenerife y el Ayuntamiento de La Laguna facilitaron en aquellos tristes momentos todos los medios disponibles para afrontar las situaciones personales de los familiares de los fallecidos, así como la atención a los supervivientes. Estas dos corporaciones han colaborado estrechamente treinta años después con la Fundación Holandesa de Familiares de las Víctimas para materializar un proyecto de escultura en memoria de quienes aquel fatídico día perdieron la vida.
Una serie de factores contribuyeron al accidente. El principal fue la amenaza de bomba que provocó la sobrecarga del aeropuerto. El cansancio tras largas horas de espera y la tensión creciente de la situación agregaron factores de riesgo – el capitán del KLM, debido a la rigidez de las reglas neerlandesas sobre las limitaciones de tiempo de servicio, solo disponía de tres horas para despegar desde el aeropuerto de Gran Canaria de vuelta al aeropuerto de Ámsterdam o tendría que suspender el vuelo, con la consecuente cadena de retrasos que eso conllevaría. Además, las condiciones atmosféricas del aeropuerto estaban empeorando rápidamente, lo que podría provocar que el vuelo fuese retrasado aún más. El llamado «síndrome de la prisa» pudo afectar al piloto neerlandés, que inició su recorrido por la pista sin tener autorización para el despegue: tan solo tenía confirmación de la ruta a seguir una vez que despegara. Esta es la causa directa del accidente y, a pesar de las reticencias neerlandesas, es la versión aceptada y corroborada por las cajas negras de ambos aparatos.
Otro factor contribuyente fueron las transmisiones de la torre indicando al KLM que aguardase y la del Pan Am informando que aún se encontraba rodando por la pista de despegue, que no fueron recibidas en la cabina del KLM con claridad; ambas comunicaciones se realizaron a la vez, por azar, por lo que se produjo una interferencia. El lenguaje técnico empleado en la comunicación entre las tres partes tampoco fue adecuado. Por ejemplo, el copiloto neerlandés no utilizó el lenguaje adecuado para indicar que se disponían a despegar y el controlador aéreo añadió un OK justo antes de pedir al vuelo de KLM que aguardase la autorización para el despegue.
El Pan Am tampoco abandonó la pista en la tercera intersección, como se le había indicado. De hecho, viendo como era la entrada a la tercera intersección era fácil abandonar la pista para un Fokker F-27, con los que operaban habitualmente Iberia y Aviaco el tráfico interinsular en aquel entonces, pero no para un Jumbo. Los pilotos de Pan Am pensaron que las grandes dimensiones hacían imposible la maniobra de entrada a la tercera intersección. El avión habría debido, de hecho, consultar con la torre, pero esto no pudo haber sido una causa directa del accidente, ya que nunca notificó que la pista estuviese despejada e informó dos veces que se encontraba rodando por ella. La excesiva congestión del tráfico aéreo también influyó, obligando a la torre a tomar medidas que, aunque reglamentarias, en otras ocasiones pueden ser consideradas como potencialmente peligrosas, tal como tener aviones rodando por la pista de despegue uno detrás de otro sin suficiente distancia de seguridad.
Pista del aeropuerto en 2005.
También hay que tener en cuenta que el vuelo de Tenerife a Gran Canaria es solamente de 25 minutos de duración, por lo que el repostar 55 500 litros de combustible hizo que el fuego producido más tarde fuese aún mayor, y hace suponer que el capitán del vuelo KLM 4805 se proponía ahorrarse más demoras en Gran Canaria por los problemas de tráfico aéreo. Al ser un vuelo chárter debería despegar desde el aeropuerto de Gran Canaria con destino a Ámsterdam y con esta cantidad de combustible tendría suficiente. El avión de KLM estuvo repostando aproximadamente 35 minutos, tiempo durante el cual el vuelo de la Pan Am podría haber dado la vuelta y despegar, pero el avión neerlandés le bloqueaba el acceso a la pista. Si el avión de KLM hubiera cargado solo el combustible necesario para ir a Las Palmas (no en exceso), en el momento en que tenía que levantar vuelo para esquivar al avión de Pan Am, quizá, habría logrado evitar el siniestro al tener menor peso en despegue. El avión de Pan Am, gracias a que el copiloto vio que el KLM se dirigía directo a ellos, colaboró intentando sacar el avión de la pista segundos antes del choque, aunque debido a la espesa niebla, el copiloto de Pan Am advirtió la situación aproximadamente entre 8 y 9 segundos antes del impacto, justo el momento en que también el KLM avista al avión de Pan Am. El capitán del KLM también hizo lo que había que hacer: motores a plena potencia con el fin de conseguir un despegue rápido, hasta el punto en que la cola del avión llega a raspar sobre la pista. El esfuerzo por despegar fue en vano. Los motores del KLM impactaron en el techo del Pan Am, causando la caída del mismo a varios metros de distancia.
En la investigación llevada a cabo por inspectores de los tres países principalmente implicados (España, Países Bajos y Estados Unidos) hubo unanimidad en las siguientes conclusiones principales:
- El capitán de KLM despegó sin tener la imprescindible autorización desde la torre de control.
- El capitán de KLM no interrumpió la maniobra de despegue, aunque desde el avión de Pan Am se informó que seguían en la pista.
- El capitán de KLM contestó con un rotundo «sí» a su ingeniero cuando este le preguntaba (casi afirmando) si el avión de Pan Am había dejado ya la pista.
- El capitán de KLM parecía no tener clara la situación. Una vez terminada la maniobra de backtracking (giro de 180°) para situarse en posición de despegue, metió gases sin tener la autorización de ATC. El copiloto le dijo: «Espera, aún no tenemos la autorización ATC». Seguidamente, el comandante paró el avión y le dijo: «Sí, ya lo sé; pídela».
- El avión de Pan Am siguió rodando hasta la salida C4 en lugar de tomar la C3, como se le había indicado desde la torre de control.
Consecuencias
Debido al accidente, y tras la apertura del aeropuerto de Tenerife Sur en 1978 (que ya se encontraba en construcción en el momento del accidente), se prohibió inmediatamente a todos los vuelos internacionales desde o hacia la isla de Tenerife seguir operando en Los Rodeos. El peligroso aeropuerto fue siendo clausurado progresivamente para los vuelos domésticos interregionales. Así, a partir del 7 de noviembre de 1980, solo se permitieron en Los Rodeos vuelos con origen o destino en algún punto del archipiélago canario. El número de pasajeros en Tenerife Norte decayó claramente en los años siguientes hasta la entrada en servicio de Binter Canarias y otras compañías regionales (Islas Airways) que la siguieron. Tras numerosas y costosas ampliaciones y mejoras, el aeropuerto fue reabierto para vuelos domésticos interregionales e internacionales el 14 de febrero de 2003. Sin embargo, Los Rodeos nunca recuperará el número de vuelos y pasajeros anterior a 1978 por motivos de seguridad aérea, y ha quedado relegado como segundo aeropuerto de la isla, ya que actualmente la inmensa mayoría de conexiones aéreas con la isla se realiza a través de Tenerife Sur.
Como consecuencia del accidente, se produjo una serie de cambios en cuanto a las regulaciones internacionales. Desde entonces, todas las torres de control y pilotos deben usar frases comunes en inglés y se comenzaron a instalar en los aviones sistemas de navegación automáticos para niebla. También se cambiaron los procedimientos de cabina, haciendo hincapié en a la toma de decisiones conjuntas entre los miembros de la tripulación. En concreto, está terminantemente prohibido decir «despegue» («take-off») en frases que no sean precisamente las del despegue. En su lugar se deberá hablar de «salida» («departure»).
Los radares de tierra, inexistentes en pistas que no fueran de grandes ciudades como Londres, Nueva York o París, también empezaron a ser incluidos en la mayoría de aeropuertos, aunque hasta la primera mitad de la década de los 80 no serían mayoritarios; su ausencia algunos años después en otros aeródromos sería factor contribuyente en otros desastres aéreos.
Fueron creadas varias organizaciones, tales como la Stichting Nabestaanden Slachtoffers Tenerife (Fundación de familiares de las víctimas del accidente de Tenerife), que fue creada a principios de 2002. Esta organización sin ánimo de lucro se dedica plenamente a su objetivo central: contribuir de forma substancial al recuerdo y superación del accidente aéreo del 27 de marzo de 1977 en Tenerife; expresamente, no se ocupa de las cuestiones de culpabilidad fácticas y jurídicas, por lo que no concentra su atención en la imputabilidad y la responsabilidad.
Filmografía
Se han hecho programas especiales sobre el accidente:
- La edición del programa de televisión español Informe Semanal de La 1 de TVE cuando se cumplieron 20 años del accidente.
- Se le dedicó el episodio 12 de la primera temporada en la serie estadounidense-británica Segundos catastróficos de National Geographic Channel, titulado “Collision on the Runway” (en español “Colisión en la pista” o “Tragedia en el aeropuerto de Tenerife”).14
- El episodio 3 de la temporada 16 de la serie canadiense Mayday: catástrofes aéreas de National Geographic Channel, titulado “Desastre en Tenerife” (Hispanoamérica) o “Accidente en Los Rodeos” (España) retrata el accidente y todo el proceso de investigación.
- Este accidente también se representa en un especial de 90 minutos que no se considera como parte de la serie, titulado “Crash of the Century”, estrenado en 2005. Escenas del especial se usaron en algunos episodios posteriores cada vez que se menciona el accidente. Cabe mencionar que no está disponible en países hispanohablantes.
- Breve mención del accidente en el capítulo 1 de la tercera temporada de la serie estadounidense Breaking Bad.
- Breve mención del accidente en el episodio 6 de la primera temporada de la serie estadounidense Justified.
- Breve mención del accidente en el episodio 2269 (Temporada 10) de la serie española Amar es para siempre en Antena 3 TV.
Literatura
Existen diversos libros que mencionan o se centran en este accidente aéreo:
- Los Rodeos 1977, de Rolan Galeas;
- Catástrofe 77, el viaje interrumpido, de Juanca Romero Hasmen;
- GCXO. 27 de marzo de 1977. Los hechos, de Moisés Sánchez Arrocha;
- Terror At Tenerife (Terror en Tenerife), publicado por Omega Publications en 1977 y escrito por dos supervivientes, Norman Williams y George Otis;
- Tragedia en Tenerife, de Ene Reijnoudt y Niek Fuerte;
- Algo espantoso está a punto de ocurrir, de Pedro Carvalho;
- Aviation English, a lingua franca for pilots and air traffic controllers, de Dominique Estival, Candace Farris y Brett Molesworth.
Monumentos conmemorativos
Memorial por las víctimas en el cementerio de Westgaarde (Ámsterdam).
Monumento Conmemorativo Internacional 27 de marzo de 1977 en Tenerife.
Tras la catástrofe se erigieron diferentes monumentos conmemorativos en memoria de las víctimas.
En 2002 se creó la Fundación de Parientes de las Víctimas del Accidente Aéreo de Los Rodeos. El 27 de marzo de 2007, treinta años después del accidente, se organizó por iniciativa de la fundación un acto de conmemoración en el Auditorio de Tenerife de Santa Cruz de Tenerife. El mismo día se inauguró en la Mesa Mota el Monumento Conmemorativo Internacional 27 de marzo de 1977. Se trata de una estructura de 18 metros de altura que tiene forma de una escalera caracol que asciende hacia el cielo. Fue diseñado por el artista holandés Rudi van de Wint.
Otros accidentes en Los Rodeos
A pesar de que el accidente del 27 de marzo de 1977 es el más conocido, en el aeropuerto de Los Rodeos se han registrado otros dos accidentes aéreos en los que perdieron la vida un considerable número de personas:
- Accidente de Los Rodeos de 1972: 155 fallecidos.
- Accidente de Los Rodeos de 1980: 146 fallecidos.
Planisferio de Ruysch
Planisferio de Ruysch
El planisferio de Ruysch dibujado hacia 1507 en Roma por el cartógrafo flamenco Johann Ruysch, es uno de los primeros en poner al día el mapa de Ptolomeo y el que mayor impacto iba a tener sobre las percepciones geográficas de los europeos al difundirse en miles de copias acompañando una edición actualizada de la Geographia de Ptolomeo.
Descripción
Se trata de una estampa calcográfica impresa en pliego de 40,5 × 53,5 centímetros. El título completo aparece indicado en una banderola: Universalior Cogniti Orbis Tabula, Ex recentibus confecta observationibus (Carta de todo el orbe conocido, realizada a partir de descubrimientos recientes).
Como el planisferio de Contarini, del que podría derivar, utiliza una proyección cónica, donde los paralelos son círculos concéntricos y los meridianos líneas originadas en el polo Norte. El meridiano cero divide las dos hojas y atraviesa las islas Canarias.
Los topónimos portugueses sugieren que Ruysch habría utilizado fuentes de ese origen,1 lo que se ve reforzado por otros detalles, como la presencia de Taprobana (Sumatra) y Madagascar o los numerosos detalles que figuran en la India con otras tierras exploradas por marinos portugueses.
América del Norte y Antillas
Detalle del planisferio con Groenlandia, Terranova, «Antilia» y Cuba.
América del Norte aparece localizada en el extremo este de Asia, continente al que también pertenecen Groenlandia (Gruenlant) y Terranova (Terra Nova). Cerca de Terranova, In. Baccalauras es actualmente conocida como isla Baccalieu, siendo el más primitivo topónimo de Canadá. Al sur, C. de Portogesi atestigua las expediciones portuguesas (especialmente las de Gaspar y Miguel Corte Real) junto a la presencia de una importante flota de pesca portuguesa faenando en aguas de Terranova desde comienzos del siglo XV. R. Grado o Baia de Rockas podría ser el estrecho de Belle Isle.
Al suroeste de la «península» de Groenlandia, dos islas en forma de creciente lunar llevan una inscripción en la que se advierte: «se dice que quienes llegan en barco a estas islas buscando peces y otros alimentos, son engañados por los demonios para que no puedan desembarcar sin peligro». Muchos mapas posteriores recogen también una isla de los demonios. Al oeste de Groenlandia se encuentra el país de Gog y Magog.
Al sureste de Groenlandia se encuentra la isla de Antilia con una leyenda que dice: «Esta isla de Antilia ha sido descubierta por los portugueses. Sin embargo, cuando se la busca es imposible de encontrar. En esta isla viven hombres que hablan español, y que en tiempos del reinado del rey Rodrigo tuvieron que huir de los bárbaros que asolaban España. Aquí tienen su sede un arzobispo y seis obispos, cada uno de ellos al frente de su propia ciudad. En consecuencia suele ser llamada “las Siete Ciudades”. Los habitantes viven piadosamente y disfrutan de todas las riquezas de este siglo». Muchas expediciones trataron de hallar en las Antillas las Siete Ciudades, y su leyenda se trasladó enseguida a la América del Sur.
En una nota situada al oeste de Spagnola (La Española), Ruysch indica que se trata probablemente del Sipango (Cipango), descrito por Marco Polo: «M Polo dice que a 1500 millas al este del puerto de Zaiton se encuentra una gran isla llamada Sipango. Los habitantes son idólatras y tienen su propio rey, sin ser tributarios de nadie. Poseen oro en gran abundancia y piedras preciosas. Pero como las islas descubiertas por los españoles ocupan el mismo lugar, no osamos situar aquí esta isla, ya que no dudamos que aquello que los españoles llaman Spagnola es en efecto Cipango, pues las cosas descritas como formando parte de Cipango se encuentran también en la Spagnola, además de ser idólatras».
Al oeste de La Española se encuentra probablemente Cuba;2 la único que de ella se dibuja es la mitad oriental, en forma exageradamente triangular, con una banderola que indica: «los barcos de Fernando han llegado hasta este límite». Está rodeada de agua, incluyendo la parte que se dice no explorada, sugiriendo la posibilidad de un paso directo hacia China desde las Antillas. Según Donald Mc Guirk, la plancha habría sido retocada en este punto, suprimiendo una isla más cercana a la forma conocida de Cuba situada bajo el tramo de tierra triangular. La representación de Cuba como una península corresponde en cambio a la percepción de Cristóbal Colón, quien estaba convencido de haber desembarcado en el continente asiático. Al sur de Antilia, se distinguen Moferrato (verosímilmente Puerto Rico), Le XI Mil Virgine (las Islas Vírgenes), Matinina y La Dominica (llamada Canibali en las primeras impresiones del mapa).
América del Sur
América del Sur es un continente distinto, con una cartela que interrumpe su contorno al oeste. La inscripción que figura en ella dice: « los marinos españoles han llegado hasta aquí, y en razón de su tamaño lo llaman nuevo mundo, pues no han podido verlo en su totalidad ni explorarlo más allá de este límite hasta hoy. Por consecuencia, este mapa se queda incompleto por el momento, pues no sabemos en qué dirección se extiende». Otras dos anotaciones dicen Terra sancte crucis (primer nombre dado por los portugueses a Brasil) y Sive Mundus Novus, que es la segunda mención al Nuevo Mundo en un mapa impreso, tras el planisferio de Contarini. No existe evidencia de que sea conocido el cuarto de los viajes de Colón, entre 1502 y 1503, pero numerosos topónimos proceden de Américo Vespucio y con frecuencia habían sido recogidos ya en el planisferio de Cantino de 1502. Al sur del mapa se indica que los portugueses han navegado hasta los 50 grados sur sin encontrar el extremo del continente.
Asia
India y Prilam (Ceilán) se representan con contornos muy precisos, lo que testimonia un avez más la influencia de los cartógrafos portugueses sobre Ruysch. Más allá se basa fundamentalmente en los viajes de Marco Polo y las descripciones de Ptolomeo, con resultados confusos. Así, además del Ceilán auténtico, junto a la India, Ruysch dibuja una isla de Taprobana alias Zoilon más al este, recuperando el nombre dado por Ptolomeo a Ceilán para atribuírselo probablemente a Sumatra. Y todavía más al este se encuentra una tercera isla de Ceilán, con la inscripción Seylan Insulae.
Polo Norte
Ruysch sitúa numerosas islas alrededor del polo Norte, conforme al relato Inventio fortunat, de Nicolás de Linna en 1355. Junto a una de ellas escribe: «Se dice en el libro Inventio fortunat que en el polo ártico se encuentra una enorme piedra magnética, de treinta y tres millas germánicas de circunferencia. En torno a la roca hay un mar embravecido, como si las aguas brotasen por la embocadura de un vaso. Alrededor se encuentran numerosas islas, dos de las cuales están habitadas.
Historia
Es posible que Johann Ruysch acompañase a Juan Cabot en 1497 o que participase en alguna expedición de los marinos de Bristol a Terranova en torno a 1500.3
El mapa se encuentra en algunas reimpresiones de la edición llamada «de Roma» de la Geographia de Ptolomeo de 1507 y en todos los ejemplares de la edición de 1508, lo que sugiere que se dibujó en el mismo año 1507. El atlas iba acompañado de un opúsculo, Orbis nova descriptio, de Marcus Beneventanus. De este hubo ediciones precedentes en 1478 y 1490.
Contrariamente a lo que sucede con los planisferios de Contarini y Waldseemüller, de los que únicamente se conserva un ejemplar, del planisferio de Ruysch existen numerosos ejemplares de la tirada original. Donald McGuirk estima su número total en un centenar de copias. Bradford Swan y Douglas McGuirk han demostrado que se imprimieron numerosas versiones sucesivas, retocando las placas de cobre. Se han podido identificar de este modo tres versiones distintas de cada hoja, con variaciones en las leyendas, así CANIBALI aparece en la primera versión en lugar de LA DOMINICA que se lee en la segunda.
Johann Ruysch
Johann Ruysch o Johannes Ruysch (c. 1460-1533) fue un cartógrafo de origen flamenco activo en Roma en 1507, donde publicó uno de los más importantes planisferios de comienzos del siglo XVI, el segundo mapa impreso en el que se recogía información del Nuevo Mundo.
Biografía
Apenas se dispone de datos ciertos de su vida. Se piensa que pudiera ser originario de Utrecht,1 aunque también se ha presumido que pudiera haber nacido en Amberes, mientras otras fuentes lo hacen alemán. Es probable que acompañase a alguna de las expediciones inglesas a Terranova, apuntándose como más probable la realizada por Juan Cabot en 1497.2 Dado el elevado número de topónimos portugueses que emplea en su planisferio, hubo de tener contacto también con marinos de esa nación, posiblemente en el puerto de Bristol.
Hacia 1505 ingresó, al parecer, en el monasterio benedictino de San Martín en Colonia como sacerdote secular. Poco más tarde se ele encuentra en Roma, donde el papa Julio II le hizo dispensa de sus funciones sacerdotales. La aparición en Roma de su célebre planisferio en 1507 ha llevado a identificarlo con el flamenco de nombre Johann citado entre los pintores que participan en 1508 y 1509 en las decoraciones de la Stanza della Segnatura.3
De Roma pasó a la corte de Portugal, donde trabajó como cartógrafo y astrónomo al servicio de Manuel I.
En fecha indeterminada retornó al monasterio de San Martín, enfermo de tuberculosis, pero con fuerzas para pintar al fresco en una de sus bóvedas los meses, las fases de la luna y las constelaciones, en un mural actualmente perdido. Allí murió de edad avanzada, hacia 1533, en una pequeña celda situada junto a la biblioteca del monasterio.
Carta de Martin Waldseemüller
Carta de Martin Waldseemüller
Mapa de Waldseemuller mostrando la costa este de Norteamérica, la Florida, el golfo de México, Yucatán y Honduras, todo ello desconocido aún para los europeos. 1507
El cartógrafo alemán diseñó este mapa de acuerdo a un boceto enviado por Américo Vespucio, como demuestra el título de su obra: “Universalis cosmographia secundum Ptolemaei traditionem et Americi Vespuccii aliorumque lustrationes”.
Al parecer, Vespucio envió una copia abocetada del prototipo, sin geografía interior, posiblemente porque esta información superficial fue todo cuanto pudo obtener en Lisboa. Tal vez Vespucio, como extranjero, no tenía acceso a información sobre la geografía interior de tierras pertenecientes a España. Lo que vio fue suficiente, sin embargo, para comprender que el Nuevo Mundo era un continente independiente, separado de Asia por un océano.
Esta revelación, hábilmente omitida en los mapas de Caverio y “Cantino”, fue difundida por Vespucio en sus cartas, viéndose reflejada en el planisferio de Waldseemüller.
Poco a poco el prototipo va emergiendo, pero hasta ahora han sido mostrados solamente contornos externos; la geografía interior permanece oculta, esperando a que alguien la ilumine en un mapa de Indias que permanece en tinieblas.
Un planisferio anónimo publicado por los cartógrafos reales de España en 1527, actualmente en la Biblioteca Ducal de Weimar, muestra los principales ríos del continente americano, incluyendo el Paraná, el Paraguay y el Bermejo, así como el Amazonas completo con sus principales afluentes: Madeira, Branco, Madre de Dios, Mamoré y Purús, años antes de que ellos fuesen explorados por los españoles. Los primeros informes de Gaboto sobre el Paraná llegaron a España en octubre de 1528, y los demás ríos fueron navegados mucho después.
Martin Waldseemüller
Nacimiento: 1470
Wolfenweiler, Sacro Imperio Romano Germánico: (actual Alemania)
Fallecimiento: 16 de marzo 1520
Saint-Dié-des-Vosges, Sacro Imperio Romano Germánico (actual Francia)
Nacionalidad: Alemana
Religión: Iglesia católica
Educado en: Universidad de Friburgo
Alumno de: Gregor Reisch
Ocupación: Cartógrafo, cosmógrafo, teólogo y geógrafo
Área: Cartografía
Movimiento: Renacimiento
Universalis Cosmographia, 1507, primero en presentar las tierras nuevamente descubiertas con el nombre de América y separadas de Asia.
Martin Waldseemüller, latinizado Martinus Ilacominus o Hylacomilus (Wolfenweiler, cerca de Friburgo de Brisgovia, Alemania, c. 1470 – Saint-Dié-des-Vosges, c. 16 de marzo de 1520)1 fue un geógrafo y cartógrafo alemán, el primero con Mathias Ringmann en emplear el nombre de América, en honor de Américo Vespucio, en un mapa publicado en 1507, Universalis Cosmographia, en el que también se presentaba por primera vez América separada de Asia.
Biografía
Nacido en Wolfenweiler, se trasladó con su familia a Friburgo de Brisgovia (su madre era de Radolfzell, donde se pensó que había nacido Martin). En 1490 aparece inscrito en la Universidad de Friburgo, si bien no hay constancia de los estudios que cursó. Con todo, debió de estudiar geografía y matemáticas, a la vez que cosmografía. Allí entró en contacto con Mathias Ringmann, con quien se trasladó a la colegiata de Saint-Dié-des-Vosges, en pleno corazón de los Vosgos, en el Ducado de Lorena. El monasterio era un centro del movimiento humanista, en cuyo Gymnasium (escuela de nivel secundario) trabajó como profesor y cartógrafo. Canónigo en Saint-Dié, allí falleció hacia 1520.1
Obra
Universalis Cosmographia
Detalle de la Universalis Cosmographia con el nombre de «AMERICA».
Su trabajo más importante es la Universalis cosmographia secundum Ptholomaei traditionem et Americi Vespucii aliorumque lustrationes que publicó en 1507 junto a un pequeño globo terráqueo impreso en husos con los cuales se podía construir la esfera, acompañados de un tratado geográfico llamado Cosmographiae Introductio, cuya redacción suele atribuirse a Ringmann. Utilizando mapas anteriores, especialmente el planisferio de Caverio y un planisferio de Henricus Martellus no conservado, el mapa constaba de 12 paneles grabados en madera para formar un mural y de él se hizo una importante tirada, distribuyéndose más de mil ejemplares. Por primera vez América aparecía inequívocamente separada de Asia y rodeada de agua. Un estrecho dividía el continente en su parte central; sin embargo, en la parte superior del mapa, en una segunda representación a menor escala de la Tierra dividida en dos hemisferios, junto a los retratos de Ptolomeo y Vespucio, el estrecho desaparecía haciendo de América un continente unido. El tratado contenía además los Cuatro viajes de Américo Vespuccio (Americi Vespucii navigationes Quattuor), aparentemente un relato de los viajes del navegante italiano Américo Vespucio, aunque su autenticidad se ha puesto en duda, y en las tres obras aparecía por primera vez el nombre de América aplicado a las tierras que se acababan de explorar, considerando a Américo Vespucio como su descubridor. Perdido durante mucho tiempo, en 1901 el estudioso de la cartografía Joseph Fischer encontró el único ejemplar subsistente en el castillo de Wolfegg, en la Alta Suabia, que fue adquirido en 2001 por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos por 10 millones de dólares.
Globo
Globo terráqueo de la Ludwig-Maximilians-Universität de Múnich.
El globo terráqueo publicado posiblemente junto con el propio tratado, pues alude a él en su introducción, constaba de una hoja con un planisferio recortable en forma de husos o gajos a fin de componer con ellos una pequeña esfera. En él figura también el nombre de América como denominación del nuevo continente, pero la disposición del «occeanus occidental» al oeste de América hace que su localización resulte confusa.
Se conservan de él cinco copias, todas ellas íntegras. La primera de estas hojas en ser descubierta, en 1871, se encuentra actualmente en la biblioteca James Ford Bell de la Universidad de Minnesota.2 Otra, hallada dentro de un atlas de Ptolomeo, se encuentra en Múnich en la biblioteca nacional de Baviera. Un tercer ejemplar fue descubierto en 1992, encuadernado en una edición de las obras de Aristóteles en la biblioteca pública de Offenburg. El cuarto ejemplar conservado salió a la luz en 2003 después de que su propietario leyese en el periódico un artículo sobre el mapa de Waldseemüller. Fue subastado en Charles Frodsham & Co. por 1.002.267 dólares, el precio más alto pagado por un mapa de una hoja.3 El último en aparecer, con ligeras variantes respecto de los anteriormente conocidos, fue presentado en julio de 2012. Fue localizado en la biblioteca de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich, que ha publicado una versión digital.45
Terre Nove
De 1507 a 1513 trabajó en la preparación una nueva edición latina de la Geographia de Ptolomeo. En tanto que Mathias Ringmann se encargaba de las enmiendas al texto, él se ocupó de dibujar veinte nuevos mapas para formar con ellos un verdadero atlas, en uno de los cuales, titulado Tabule Terre Nove, rectificaba la atribución del descubrimiento a Américo Vespucio. Waldseemüller no utilizaba ya el nombre de «América», sino que lo había sustituido por el de «Terra Incognita», y en una nota aclaratoria añadía que «esta tierra y las islas adyacentes fueron descubiertas por el genovés Colón, por mandato del rey de Castilla». Como en el mapa pequeño de 1507, el continente se presentaba unido e independiente de Asia, pero hacía algunas correcciones en las líneas de los trópicos.
Orbis Typus Univeralis, 1513.
Orbis Typus Universalis
Adjunto al atlas de Ptolomeo editado en Estrasburgo en 1513, Waldseemüller publicó un nuevo planisferio con el estilo de las cartas náuticas o portulanas, que surgieron en Europa en el siglo XIII: Orbis typus universalis iuxta hydrographorum traditionem, con notables diferencias respecto del publicado en 1507, lo que hace pensar que pudiera haber sido dibujado con anterioridad, hacia 1505-1506. La introducción al atlas indica que la información para las nuevas tierras procede del almirante, en alusión probablemente a Cristóbal Colón. Se trata también de la primera carta náutica impresa, precediendo en 3 años a su Carta Marina Navigatoria de 1516.
Groenlandia es aquí una península de Europa, las Antillas únicamente se representan por tres islas: Isabella (Cuba), Spagnola (La Española) y una tercera sin leyenda, y de América del Sur solo se muestra la costa nordeste, hasta Alta pago de S. Paulo. Sin embargo, al sur de Asia, India y Sri Lanka se representan de forma más moderna que en el planisferio de 1507, conservando mejor sus proporciones.
Carta Marina de 1516
La Carta Marina de 1516 supone un notable cambio respecto a sus anteriores concepciones. Rompe con la tradición ptolemaica y pasa a tomar como modelo el planisferio de Caverio.6 Asigna el Descubrimiento de América a Cristóbal Colón en vez de a Vespucio, elimina el nombre de América para el Nuevo Mundo y, siguiendo las tesis colombinas, parece dudar de que se trate realmente de un continente diferenciado,7 colocando en América del Norte una inscripción que dice «Terra de Cuba-Asie Partis», retornando al tiempo a la concepción peninsular de la isla de Cuba y a la división del continente por un paso interoceánico, influido quizá por la mayor ortodoxia ptolemaica de los cartógrafos italianos o por faltarle nuevos informes de los marinos portugueses.8
Carta Marina Navigatoria
Martin Waldseemüller1516 (edición facsímil 1960)
Este mapa, llamado Carta Marina Navigatoria, fue realizado por el cartógrafo alemán Martín Waldseemüller en el año 1516. Se imprimió en 12 hojas sueltas para ser ensambladas mostrando el mundo en un mapa mural. Tal y como explica su título, escrito en latín y ubicado en el margen superior del mapa, el autor pretendía representar la forma del mundo entero conocido, sus regiones y sus límites tal y como habían sido determinados en su época basándose en cartas náuticas trazadas por navegantes portugueses en sus viajes oceánicos de exploración. Además pretendía mostrar cómo estas regiones diferían de la tradición de los antiguos representando también áreas no conocidas por ellos.
Detalles
- Título: Carta Marina Navigatoria
- Creador: Martín Waldseemüller
- Fecha: 1516 (edición facsímil 1960)
- Tipo: Mapa
- Fuente original: Biblioteca del Instituto Geográfico Nacional
- Derechos: Biblioteca del Instituto Geográfico Nacional, CC BY 4.0 ign.es
- Técnica artística: Papel
Mapas de Alessandro Zorzi
Mapas de Alessandro Zorzi
Mapa de las Indias occidentales o del Nuevo Mundo según el Códice Zorzi de la Biblioteca Nacional Central de Florencia.
Los mapas de Alessandro Zorzi son un conjunto de tres bocetos cartográficos dibujados en los márgenes de un libro de Alessandro Zorzi. Algunos historiadores atribuyeron el origen de los dibujos a un mapa proporcionado por Bartolomé Colón, hermano de Cristóbal Colón. Sin embargo, a raíz del estudio realizado por Roberto Almagià, en la actualidad se consideran obra genuina del propio Zorzi.1
Descripción
Son tres mapas: el primero representa las Indias occidentales, el segundo África y el tercero Asia. El que ha atraído históricamente más atención de los estudiosos, por contener información original, es el primero.
El mapa de las Indias
En el mapa de las Indias se representan España, llamada en el mapa Spagnia, el oeste de África, las Antillas y la costa norte de América del Sur, llamada Mondo Novo, unida a Asia. El ecuador y el trópico de Cáncer se representan mediante líneas horizontales, la primera de ellas graduada.
El mapa resume admirablemente los errores de percepción de los hermanos Colón: subestimando groseramente las distancias, pensaban haber alcanzado las costas orientales de Asia. América del Sur, al norte de la cual se encuentran las Antillas, aparece de este modo unida a Asia. Al suroeste del mapa, en el punto de unión de los dos continentes, se encuentra Catigara, aparentemente la Kattigara de Ptolomeo, quien la localizaba en su Geographia 180º grados al este de Europa occidental, distancia curiosamente respetada en el mapa aun cuando Colón pensase que la distancia real entre la costa oeste de Europa y el este de Asia era de tan sólo 135º. Para Colón se trataba del estrecho entre la Península Malaya e Indonesia por el que se comunican los mares de China e Índico.2
Las Antillas se sitúan en el mapa muy al norte de su auténtica ubicación, por delante de Cuba, e independientes del continente asiático al que Colón creía haber llegado.
Historia
Bartolomé Colón acompañó a Cristóbal Colón en su cuarto viaje, en 1502-1504. Tras el naufragio en Jamaica, Cristóbal escribió una carta al rey Fernando donde le informaba de sus exploraciones en Veragua (Nicaragua y Panamá). A su regreso a España Bartolomé trató de obtener la aprobación del rey para colonizar y cristianizar las tierras descubiertas en la costa de América Central. En 1506 viajó a Roma con objeto de obtener cartas de recomendación del papa Julio II, sin éxito. En Roma conoció a Alessandro Zorzi, un cartógrafo veneciano que coleccionaba los relatos de los exploradores, y le mostró la carta de Colón. Zorzi le ayudó en la traducción de la carta. Según historiadores como Franz von Wieser, Zorzi dibujó entonces en sus márgenes los bocetos de los tres mapas, conforme a las explicaciones proporcionadas por Bartolomé.3 Según otras fuentes, sin embargo, Bartolomé no habría llegado a encontrarse con Zorzi, pero le dejó un mapa y su descripción a un canónigo de Santa María de Letrán, quien se los habría hecho llegar a Zorzi. El investigador Roberto Almagià puso de manifiesto que el mapa que Zorzi afirma haber recibido de Bartolomé Colón era un dibujo de las costas del Caribe, probablemente bastante detallado, mientras que los bocetos del códice representan de manera muy esquemática todo el orbe conocido. También identificó diferencias entre los topónimos que aparecen en los bocetos y los acuñados por Colón. Por todo ello concluyó que los bocetos no se inspiraron en un mapa colombino sino que fueron una obra genuina de Zorzi, ávido coleccionista de todas las noticias que llegaban del Nuevo Mundo.1
Los mapas se encuentran en la actualidad en el llamado Códice Zorzi, en la Biblioteca Nazionale Centrale di Firenze, en Florencia.
Asia. A lo largo de la costa del extremo Oriente se leen topónimos acuñados por Colón.
Para sabaer más:
Mapa esquemático de África y de «Santa Croce» (hoy Brazil).
África y Arabia con el sur arriba, a la manera árabe. La isla de Madagascar lleva su nombre portugués de S. Lorenzo. Un detalle curioso es que los meridianos graduados dan un valor bastante exacto para la longitud de África en el ecuador (entre 32 y 37 grados en este mapa, frente a 33 grados en la realidad).
Un mapa de la isla Española («Insula Spagnola») en una página de texto impreso que narra la expedición de Cristóbal Colón al sur de la isla en busca de oro.
En realidad, las claras imágenes presentadas aquí arriba no son fieles a la realidad. Zorzi dibujó los mapas en los márgenes de un texto escrito por él mismo. Una imagen más exacta del aspecto de estos mapas se muestra aquí abajo. Los esquemas se entrelazan con el texto, en este caso una carta escrita por Cristóbal Colón desde Jamaica. Los mapas le ayudaban a Zorzi a hacerse una idea más clara del relato colombino. Los primeros estudiosos de los mapas de Zorzi no conocían este contexto, lo que llevó a varios malentendidos. Por ejemplo, ahora se descarta casi con toda seguridad que estos tres esquemas fueran copiados del mencionado mapa de Bartolomé Colón.
Pero hay más. Estos tres mapas no son ni mucho menos una excepción en la producción de Zorzi. Este erudito escribió mucho, rellenando cientos de páginas de varios códices que hoy se conservan en bibliotecas italianas. Muchas de esas páginas contienen esquemas geográficos, similares en su estilo a los mostrados aquí. ¿Por qué nunca los has visto? Porque han sido publicados muy pocas veces, que yo sepa solo tres.
La primera fue en 1930, cuando Sebastiano Crino editó una monografía de 73 páginas sobre uno de los códices de Zorzi; monografía que ahora solo puede encontrarse en unas pocas bibliotecas selectas. La segunda vez consistió en la reproducción de solo unas páginas por Gaetano Ferro, The Genoese Cartographic Tradition and Christopher Columbus (Libreria dello Stato, he consultado la traducción al inglés de 1996). Gracias a un bibliófilo belga que llamó mi atención sobre este libro, ahora puedo compartir aquí imágenes de dos de estos mapas prácticamente desconocidos de Alessandro Zorzi:
Los mapas de África y Asia en el códice de Zorzi (Biblioteca Nacional Central de Florencia, BR 234, ff 56v-57r).
Por último, y por suerte, hace muy poco, en 2014, se ha publicado una versión digital de los principales códices de Alessandro Zorzi, como complemento a las actas de una conferencia titulada Vespucci, Firenze e le Americhe. El eminente historiador italiano Luciano Formisano estuvo a cargo de editarlo en forma de CD-ROM.
Planisferio de Contarini
Planisferio de Contarini
Planisferio de proyección cónica de Giovanni Matteo Contarini y Francesco Rosselli, 1506
El planisferio de Contarini o Contarini-Rosselli, es un mapamundi de proyección cónica dibujado por Giovanni Matteo Contarini y grabado en cobre por Francesco Rosselli en 1506, siendo el primer mapa impreso en recoger el Nuevo Mundo. Impreso en hoja suelta y de pequeño tamaño, únicamente se conoce de él un ejemplar descubierto en 1922, guardado en la Biblioteca Británica.
Giovanni Matteo Contarini (fallecido en 1507), fue un cartógrafo italiano, miembro de una distinguida familia de la República de Venecia. El pequeño mapamundi va firmado en una cartela dibujada junto al Cabo de Buena Esperanza: «diligentia ioanni Matteo Contareni – Arte et ingenio francisci Roselli florentini 1506 notum».
Descripción
El planisferio de Contarini es un mapa de proyección cónica en el que los paralelos forman círculos concéntricos y los meridianos son líneas convergentes en el Polo Norte.
Sus fuentes para representar las tierras recién descubiertas pueden ser los mapas de Juan de la Cosa, Cantino y Caverio, acomodándolos a su propia visión y desconociendo tanto el cuarto viaje de Colón como las afirmaciones de Américo Vespucio acerca de la continuidad del continente americano.1
Respetando el modelo ptolemaico da entrada a los descubrimientos de españoles y portugueses en el Nuevo Mundo descubierto por Cristóbal Colón, unido todavía en su parte septentrional al continente asiático conforme a la creencia colombina. Groenlandia y Terranova están conectadas al nordeste de Asia. A su lado, una leyenda informa de que estas tierras fueron descubiertas por navegantes al servicio del rey de Portugal, en alusión probablemente a Gaspar y Miguel Corte Real, pues no se encuentran referencias a Juan Cabot. Al oeste y hacia el centro se localizan los descubrimientos españoles, representándose Boriquén, «Insula Hispaniola» y «Terra de Cuba». Al sur se dibuja una masa continental separada e ilimitada en el borde izquierdo del mapa que recibe el nombre de «Terra Santi Crucis» dado por los portugueses a Brasil.2
Cuba, representada ya como isla, se encuentra próxima a Cipango junto a una cartela que dice:
Cristóbal Colón, Virrey de España, navegando hacia Poniente arribó después de grandes esfuerzos y correr muchos peligros, a las islas Hispanas, desde donde levó anclas y navegó hacia la provincia llamada Ciamba. Después tocó tierra en otro lugar que tanto Colón como los conocedores de las cosas marítimas aseguran que contiene oro en gran cantidad.3
A continuación se encuentra Catay con otra leyenda que habla también de la abundancia de oro que hay en ella y de las dificultades para hacerse con él, pues son idólatras, siguiendo el relato de Marco Polo.
El mapa recoge también los descubrimientos portugueses en África, con la ruta hacia Asia por el Cabo de Buena Esperanza. Pero el continente asiático mantiene las ideas de Ptolomeo, así como su topografía.4
El pequeño mapamundi va firmado en una cartela dibujada junto al Cabo de Buena Esperanza: «diligentia ioanni Matteo Contareni – Arte et ingenio francisci Roselli florentini 1506 notum».5
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