Las runas de Kensington
Las runas de Kensington. Esta losa de forma rectangular de roca de arenisca gris, cubierta con runas sobre sus dos caras, ha sido motivo de amplias disputas entre la comunidad científica después de que fuera encontrada en 1.898 cerca de Kensington, Minnesota (EE.UU), y en la que todo parece indicar que, exploradores escandinavos alcanzaron Norteamérica en el siglo XIV. Su origen es incierto, y las opiniones son divididas en cuanto a su autenticidad. Si bien el texto deja muy claro cómo un grupo de treinta navegantes procedentes del norte de Europa alcanzó tierras americanas, para algunos especialistas no es más que una simple broma realizada por alguien aficionado a las runas en el pasado siglo XIX. Por el contrario, para los defensores de la presencia europea en tierras americanas mucho antes de la llegada de Cristobal Colón al nuevo continente, es otra de las muchas pruebas existentes que avalarían sus hipótesis.
Un desafiante enigma enfrenta a los historiadores norteamericanos. ¿Hubo un caballero Noruego llamado Paul Knutson que dirigió una desventurada partida de cuarenta soldados-misioneros en armaduras hasta las fuentes del Red River en el centro-oeste de Minesotta, ciento treinta años antes del primer viaje de Colón? Las evidencias acumuladas a lo largo de medio siglo sobre esta expedición son ya tan sustanciales que algunos de los arqueólogos más destacados de este país consideran el caso prácticamente probado. Unos pocos sólidos hechos surgen como peñascos de las montañas de entre las nieblas de la antigüedad del Nuevo Mundo.
El primero de estos hechos: Hacia finales del otoño de 1354 el rey Magnus Erikson, primer gobernante de los reinos combinados de Noruega y Suecia, comisionó a Knutson, un “decidor de leyes” o juez y uno de los hombres más prominentes de su corte, para reclutar una expedición destinada a salvar las almas de una desaparecida colonia noruega en la costa oeste de Groenlandia. Presumiblemente el grupo zarpó a principios de la siguiente primavera. No se volvió a tener noticias de ellos.
El segundo hecho: Cincuenta años atrás [1898] una laja de piedra aferrada por las raíces de un árbol fue hallada por un residente sueco cerca de Kensington, Minnesota. Sobre ella, grabado en letras rúnicas, llevaba lo que pretendía ser un mensaje a la posteridad. Registraba la masacre de un grupo de exploradores por parte de los indios. Suponiendo que la reliquia sea genuina, estos exploradores deben haber sido miembros de la expedición de Knutson. La fecha en la inscripción era 1362.
El tercer hecho: Hace unas pocas semanas la laja fue ubicada en el gran hall del Instituto Smithsoniano, en Washington. El Dr Matthew W. Stirling, Jefe de la Oficina Gubernamental de Etnología Americana (Government’s Bureau of American Ethnology), la llamó “probablemente, el más importante objeto arqueológico encontrado hasta ahora en Norte América.”
Cuando fue descubierta, en primer lugar, en general la piedra fue denunciada como un fraude ingenuo. En el medio siglo que pasó desde su descubrimiento, las mayores objeciones han sido contrarrestadas con evidencia corroborativa. Por más de diez años, descartada y desacreditada por los estudiosos, la reliquia fue usada como losa en el piso del barroso granero de una granja. Las mismas características que una vez hicieron que los expertos la denunciaran como fraude se citan ahora como testimonio de su autenticidad.
El caso completo depende, por supuesto, de la autenticidad de esta laja de piedra gris que el muy conservador Smithsoniano acaba de colocar entre sus más grandes tesoros. Fue en el verano de 1898 que Olof Ohman, joven inmigrante sueco, propietario de tierras cerca del pueblo de Kensington, en el Condado de Douglas, Minnesota, desenterró el tocón de un álamo en la orilla de una ciénaga.
Aprisionado en sus raíces había una pieza plana, en forma de lápida, de roca basáltica gris, una de las duras piedras sedimentarias de origen glaciar comunes en la región. Tenía el tamaño aproximado de una lápida en un cementerio rural sueco. Talladas en una cara y un borde de esta piedra había extrañas letras.
Todo esto tenía poco sentido y poco interés para el granjero Ohman. Era un hombre estólido y poco imaginativo. El carácter de Ohman tiene importancia en el esfuerzo por validar la reliquia. Las circunstancias del descubrimiento de la piedra están registradas en una declaración jurada que Ohman hizo ante el Juzgado de Paz local. Si Ohman hubiese sido un parlanchín o un estudiante de Historia especialmente si él hubiese intentado alguna vez hacer algún dinero con su hallazgo podría haber habido motivos para sospechar. Pero era la clase de hombre que tiene poca inclinación y aún menos capacidad para cometer un fraude.
Le contó a algunos vecinos acerca de la extraña piedra. A sugerencia de ellos la entregó al banco local en su siguiente viaje de aprovisionamiento a la sede del Condado. El banquero tenía un intenso interés en las antigüedades locales y, a su vez, envió la reliquia a la Universidad de Minnesota, en Minneapolis. Allí el Profesor O. J. Breda, uno de los más destacados estudiosos escandinavos en América, pudo descifrar la mayor parte de la inscripción sin gran dificultad. Las letras eran runas nórdicas, el curioso primer alfabeto de los pueblos Germánicos derivado de alguna forma indirecta de las letras de los Griegos y Romanos. Algunos de esos símbolos no significaron nada para Breda. En su traducción, dejó espacios cada vez que no entendía. Se sabe ahora que representaban números.
Esta es la traducción actualmente aceptada:
[Somos] 8 Goths [suecos] y 22 noruegos en [un] viaje de exploración desde Vinland a través (o cruzando) el Oeste. Hemos acampado junto a (un lago con) dos skerries [islas rocosas] a un día de viaje al Norte de esta piedra. Salimos y pescamos un día. Después de que volvimos a casa [nosotros] encontramos 10 [de nuestros] hombre rojos de sangre y muertos. AV[e] M[aría], salva[nos] del mal. [Nosotros] tenemos 10 de (nuestro grupo) junto al mar para cuidar de nuestros barcos(o barco) a 14 días de viaje desde esta isla. Año 1362.
Original:
8 : goter : ok : 22 : norrmen : po : opdagelsefard : fro : vinland : vest : vi : hade : lager : ved : 2 : skjar : en : dags : rise : norr : fro : deno : sten : vi : var : ok : fiske : en : dagh : aptir : vi : kom : hem : fan : 10 : man : rode : af : blod : og : ded : AVM : fraelse : af : illy : har 10 : mans : ve : havet : at : se : aptir : vore : skip : 14 : dagh : rise : from : deno : oh : ahr : 1362 :
En inglés:
[We are] 8 Goths [Swedes] and 22 Norwegians on (an) exploration journey from Vinland through (or across) the West. We had camp by (a lake with) two skerries [rocky islands] one day’s journey north from this stone. We were [out] and fished one day. After we came home [we] found 10 [of our] men red with blood and dead. AV[e] M[aria], save [us] from evil. [We] have 10 of (our party) by the sea to look after our ships (or ship) 14 days’ journey from this island. Year 1362.
El Profesor Breda no se sintió impresionado en absoluto. Era una falsificación tan obvia, dijo, que no merecía más atención de nadie. El lenguaje, en sí mismo, era una total delación. Era una mezcla de Noruego, Sueco y algo que parecía inglés antiguo. En los días de la escritura rúnica Suecos y Noruegos eran feroces enemigos y era increíble que hubiesen sido socios en una expedición. Las tres letras AVM eran Latín, no rúnico. El alfabeto Romano no había sido introducido en Escandinavia hasta la temprana Edad Media.
El erudito especialista en runas había pasado por alto la fecha: 1632. Las cifras que la representaban no estaban en el primitivo alfabeto rúnico. Breda supuso muy naturalmente que cualquier Nórdico que pudiese haber llegado hasta la región central de Minnesota debía haber venido de las colonias de Eric el Rojo en Groenlandia, en algún momento del siglo 12. No había lugar allí para ninguna discusión. La piedra de Kensington no podía haber sido grabada por ninguno de estos groenlandeses. Todo esto era un fraude tonto y tosco perpetrado por alguien con un conocimiento superficial de runas, unido a una gruesa ignorancia de la historia escandinava. El falsificador, quien quiera que fuese, difícilmente podía esperar ser tomado en serio. Afirmaba que la piedra había sido grabada en una isla en un lago. No había ningún lago dentro de las veinte millas de la propiedad de Ohman.
De todas formas, la reliquia fue enviada a la Universidad del Noroeste, en Evanston, Illinois, para ser investigada más a fondo por expertos en runas. Éstos estuvieron de acuerdo con Breda y la laja fue enviada nuevamente al banco rural, que se la devolvió al granjero Ohman.
Lo que es ahora “probablemente, el más importante objeto arqueológico encontrado hasta ahora en Norte América” es muy probable que estuviera todavía en ese granero si no hubiese sido por el interés de un sobresaliente historiador Noruego-Americano, Hjalmar R. Holand de Ephraim, Wisconsin. Durante treinta años dedicó la mayor parte de su tiempo libre a su estudio en todos los aspectos; geológico, arqueológico, geográfico, lingüístico y histórico. La ha llevado a veintitrés Universidades Europeas para consultar con expertos. Una tras otra, las más serias objeciones a su autenticidad han probado ser los puntos más fuertes a favor de la misma. Primero fue el descubrimiento de los símbolos numéricos rúnicos y la determinación de la fecha. Estas runas en particular eran de origen tardío y de uso local en Noruega.
En el siglo catorce el alfabeto latino había sido introducido y sus letras se mezclaban muy frecuentemente con los antiguos símbolos germanos. Eso solucionaba la aparente incongruencia de las letras romanas AVM en vez de AV(e) M(aria). Este era un símbolo bien comprendido, fácil de escribir. Hubiese tomado un montón de espacio ponerla completa en runas.
El mayor avance, sin embargo, sucedió veinte años atrás con la publicación de una copia en una revista arqueológica danesa, encontrada por casualidad en la Biblioteca Real de Copenhagen, de la orden del rey Magnus a Knutson. Fue traducida como sigue:
“Magnus, rey de Noruega, Suecia y Skaane por la gracia de Dios, envía a todos los hombres que vean o lean esta carta buena salud y felicidad.
Deseamos hacer saber que tú [Paul Knutson] has de tomar los hombres que han de ir en el Knorr [el navío mercante real] sean ellos nombrados o nombrados de mi guardia personal y también de las guarniciones de otros hombres que tu puedas desear llevar en el viaje, y que Paul Knutson, que será el comandante sobre el Knorr, tendrá plena autoridad para elegir los hombres que sean más adecuados sea como oficiales o como hombres. Os pedimos que aceptéis éste, nuestro comando, con toda buena voluntad por la causa, en la medida en que lo hacemos en honor de Dios y por el bien de nuestra alma y por nuestros predecesores, que en Groenlandia establecieron la Cristiandad y la han mantenido hasta este tiempo, y no permitiremos que perezca en nuestros días. Conociendo esto por cierto, que quien fuere que desafíe esta, nuestra orden, se encontrará con nuestro serio desagrado y por lo tanto recibirá pleno castigo.
Ejecutado en Bergen, el lunes después del día de Simón y Judah en el seis y XXX año de nuestro reinado (1354). Por Orm Ostenson, nuestro regente, sellado.”
Así quedó establecido que unos pocos años antes de la fecha encontrada en la piedra de Kensington, a un cierto Paul Knutson, uno de los más prominentes ciudadanos del reino de Magnus, le fue ordenado reclutar y dirigir una expedición a través del Atlántico. Ciertamente ningún bromista del siglo diecinueve pudo haber sabido esto. La fecha en la piedra, ocho años después de emitida la orden, sería una muy notable coincidencia con la historia. Ocho años era un razonable tiempo para haber permitido a Knutson llegar desde Bergen hasta las fuentes del Red River.
Difícilmente pueda haber alguna duda de que la cruzada partió de Noruega. Mr. Holand aventura una reconstrucción tentativa de lo que pudo haber sucedido. Presumiblemente Knutson, guiado por las vagas descripciones de las sagas de Islandia, siguió viaje hasta algún punto en la costa de Nueva Inglaterra, estableció un campamento base y emprendió una búsqueda sistemática de la colonia perdida. No habiendo encontrado ningún rastro del asentamiento en Groenlandia, debe haberse dirigido hacia el Norte, con un número considerable de su gente quizás dejando una pequeña retaguardia en lo que hoy es Massachusetts o Rhode Island y finalmente navegó por la Bahía de Hudson, llena de icebergs. Aún así no halló rastros de los hombres que buscaba. Y muy probablemente las instrucciones del rey Magnus habían sido muy perentorias: si no los encuentras, no hace falta que vuelvas.
Llegó hasta la boca del gran Río Nelson, lo siguió hacia el sur hasta el lago Winnipeg y de allí, a través de una serie de lagos y transportes terrestres, hasta la región del Red River, cuyas aguas fluyen hasta el Mississippi y el Golfo de México. Aún hoy en día hay un camino acuático casi continuo desde el mar lleno de hielo hasta la zona del lago Minnesota donde fue encontrada la piedra. Esto, pensó probablemente el explorador, habría sido una ruta natural a seguir desde Groenlandia por los perdidos colonizadores. También, conjetura Mr. Holand, pensó que estaba siguiendo el camino más fácil para volver a su base en Vinland. No pensó en América del Norte como en un continente sino como en un grupo de grandes islas.
Todo esto, por supuesto, es altamente especulativo. Pero un hecho permanece: si la piedra de Kensington es genuina, Paul Knutson y sus caballeros cruzados estuvieron en Minessota en 1362. La evidencia a favor de la autenticidad de la reliquia ha ido aumentando. Si el Granjero Ohman dijo la verdad acerca de las circunstancias del hallazgo de la piedra y este estólido inmigrante, trabajador e iletrado debería haber estado llevando una extraordinaria clase de doble vida si él compaginó la historia la tabla había estado en el lugar donde él la encontró por lo menos por tanto tiempo como el tiempo de crecimiento del álamo. Los arqueólogos tienen un medio razonablemente exacto de fechar arboles y leños, a partir de los anillos en la madera; el examen de árboles similares en las proximidades ha conducido a un cálculo conservador de que el árbol en cuyas raíces se encontró la piedra rúnica tenía por lo menos 40 años en 1898. Esto significa que, si la reliquia había sido “plantada”, el intento de engaño debe haber tenido lugar en 1850. En ese entonces había pocos hombres blancos en esa parte de Minnesota. Estaba habitada por hostiles y salvajes Sioux.
El conglomerado de lenguajes, por si mismo, fue suficiente para convencer al Profesor Breda de que la piedra era una falsificación. Pero él estaba pensando en términos del lenguaje de las sagas en las que se habían relatado las hazañas de Eric el Rojo y Leif el afortunado. Esta piedra había sido inscripta más de tres siglos después. En ese entonces Noruega estaba en contacto con toda Europa. Algunas palabras inglesas habían sido introducidas en el habla vulgar. Tanto suecos como noruegos participaron en la expedición. Magnus era rey de ambos países. Era bastante natural que los “cruzados” hablasen una cierta mezcla de idiomas. Más aún, estos hombres no eran escribas o estudiosos. Muy probablemente sus sacerdotes habían quedado en Vinland. Pero eran hombres jóvenes, razonablemente inteligentes y letrados. Las investigaciones de Mr. Holansd en la literatura popular escandinava del siglo catorce lo convence de que las palabras de esta desesperada nota sobre piedra eran, bastante aproximadamente, las que podían esperarse de hombres como esos, especialmente estando sometidos a estrés emocional. Quien fuera que grabó esas palabras difícilmente puede haber esperado sobrevivir para ver terminada su tarea.
¿Por qué usó runas? En esa época el alfabeto latino era bien conocido en Noruega y era usado en la mayor parte de los documentos. Mr. Sarff explica que fue por la simple razón de que los caracteres rúnicos habían sido especialmente adaptados para labrarlos en lápidas. Se usaban para ese propósito tanto en Islandia como en Noruega mucho después de haber sido abandonados en la escritura corriente. era más fácil tallar en la piedra las líneas rectas de las runas que las letras romanas con líneas curvas. Quien fuere que escribió esas letras estaba apurado por terminar su trabajo. Estaba trabajando en el borde de la eternidad.
El mensaje establece que algunos de la partida habían sido dejados atrás para cuidar de los barcos junto al mar, a “14 días de viaje de esta isla”. Se ha descubierto que la expresión “día de viaje” era un término convencional de la época, que significaba aproximadamente 75 millas, o la distancia que un navío podía recorrer en un día con buen viento. A los hombres de Knutson el viaje les debe haber tomado por lo menos un año.
La inscripción indica que el grupo estaba acampando en una isla en un lago a sesenta y cinco millas de distancia de otro lago conteniendo dos islas rocosas, en la costa del cual sus compañeros habían sido masacrados. Puede asumirse que ellos habían venido hasta allí buscando ponerse temporariamente a salvo de los indígenas. Ohman encontró la piedra en los límites de una ciénaga. Esta zona es ahora tierra seca. Los relevamientos geológicos demuestran que la tierra ligeramente elevada y rocosa de la que el granjero excavó el tocón de álamo era, casi con certeza, una isla en el 1632. Esta zona rural ha ido volviéndose cada vez más seca a lo largo del último siglo.
Justamente a alrededor de setenta y cinco millas de distancia está el único lago con dos “skerries” o islas rocosas. Es el lago Cormoran, en el condado de Becker. En su costa hay grandes peñascos de origen glaciar con agujeros triangulares taladrados en tres de ellos. Este era un mecanismo común para atracar botes a lo largo de los fiordos del siglo catorce en Noruega. Junto a una de estas rocas fue encontrado recientemente un yesquero [firesteel] noruego del siglo catorce. Varias otras rocas-atracadero similares han sido encontradas en esta zona de Minnesota. Esto implicaría que los exploradores continuaron su viaje hacia el este por un tiempo, probablemente buscando una vía acuática de retorno a Vinland.
A lo largo del curso del río Nelson han sido recogidos otros varios utensilios Noruegos en el último medio siglo tres hachas de batalla, un yesquero y una punta de lanza . Éstos pueden indicar la ruta seguida hacia el sur por los hombres de Knutson desde la bahía de Hudson.
Hay sólo una vaga sugerencia de que algunos de los hombres dejados en Vinland, o con los barcos a orillas de la desembocadura del río Nelson, regresaron a Noruega: se dice que, en medio de la gran Plaga, el rey Magnus recibió noticias de que sus colonias en Groenlandia habían desaparecido sin dejar rastro. ¿Quién pudo haber sido el portador de estas malas nuevas? Queda aún una débil posibilidad de que entre los manuscritos, amarillos por los años, de algún archivo europeo pueda ser encontrado un relato completo de la expedición, escrito por alguien que acompañó a Knutson.
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