Murallas de Benin
Murallas de Benin
Las murallas de Benin City se formaron por combinación de muros y fosos para defender la ciudad, hoy situada en el Edo (estado) (Nigeria). En el pasado fueron consideradas la segunda estructura más larga hecha por el hombre tras la muralla china, y la más larga construida en tierra. Los estudios de Patrick Darling indicaron que es la estructura más larga del mundo, ya que encierran 6500 kilómetros cuadrados con una longitud de unos 16 000 kilómetros.12 Se cree que las obras comenzaron en torno al año 800 y fueron continuadas a mediados del siglo XV.
En general, la cifra de 16.000 km., es estimada y muy dificil de comprobar y de que sea real.
Para edificar las murallas se cavaron zanjas para formar un foso, de manera que la tierra que se extrajo sirvió para construir los muros.
Destrucción
Las murallas fueron devastadas por los británicos en 1897, quedando hoy solo restos dispersos que son utilizados por la población local; hoy en día siguen derribándose las partes que quedan en pie con este fin.3
La estructura más larga construida por el hombre, con 16.000 kilómetros de longitud
Foto British Museum
El antiguo Imperio de Benin fue uno de los estados que existían en el África occidental subsahariana antes de la llegada de los colonizadores europeos.
Su establecimiento se retrotrae hasta el siglo XI o XII, y su existencia se extendería unos 700 años, hasta que fue anexado por el Imperio Británico en 1897. No hay que confundirlo con el actual país del mismo nombre. El Imperio de Benin, al que sus propios habitantes denominaban Igodomigodo, se encontraba al sur de la actual Nigeria, en torno a su capital Edo (renombrada Ciudad de Benin por los portugueses a su llegada en 1485). Constituía no solo uno de los estados más antiguos del continente, sino también uno de los más desarrollados.
El período álgido del poder del imperio se inició en el siglo XV con Oba Ewuare, quien mandó rodear su palacio con un muro de 11 kilómetros de largo y un foso de 6 metros de profundidad. Las excavaciones llevadas a cabo por Graham Connah en la década de 1960 encontraron también un sistema de muros exteriores que se extendía hasta los 16.000 kilómetros de largo, y que, según sus estimaciones, habría requerido de cientos de años en ser levantado. Ciertamente su construcción había comenzado a principios del siglo IX y se extendió varios siglos hasta mediados del XV.
Benin en el siglo XVII / foto Dominio Público en Wikimedia
Las murallas de Benin fueron destruídas en parte por la Expedición Punitiva de los británicos en 1897, que arrasó la ciudad, acabó con el imperio y engrosó las colecciones de los museos ingleses con numerosas piezas de arte local. Hoy en día quedan en pie lienzos dispersos de lo que fue uno de los mayores fenómenos arqueológicos del planeta, y muchas de sus partes han sido reutilizadas por la población local.
Hoy se considera a estas murallas como la estructura más larga jamás construída por el hombre (algunos añaden sin medios mecánicos), englobando un territorio de unos 6.500 kilómetros cuadrados. Según Fred Pearce en New Scientist, los muros conectaban más de 500 asentamientos del imperio, eran cuatro veces más largos que la Gran Muralla de China (8.500 kilómetros es la medición clásica de la muralla china, aunque hace unos años un nuevo estudio dio la cifra de 21.000 kilómetros, todavía no comprobada), y para levantarlos se empleó cien veces más material que para construir la Piramide de Keops. Su altura variaba según las zonas, llegando a alcanzar los 20 metros alrededor de la propia ciudad, a la que se accedía por medio de nueve puertas. Todos los muros eran patrullados por guardias armados.
Cuando los portugueses descubrieron esta ciudad en 1485 quedaron asombrados por la inmensidad de un reino compuesto de cientos de ciudades y villas interconectadas por murallas en medio de la jungla, con anchas calles e incluso iluminación pública. Y es que la Ciudad de Benin poseía un sistema de alumbrado, sobre todo en las calles cercanas al palacio, con lámparas metálicas alimentadas por aceite de palma.
Mapa de las murallas / foto Kingdom of Benin
En 1691 el capitán Lourenco Pinto escribió que la Gran Ciudad de Benin es más grande que Lisboa, todas las calles son rectas y largas hasta donde la vista alcanza. Las casas son grandes, especialmente la del rey, que está decorada con ricas y finas columnas. La ciudad es tan rica e industriosa y está tan bien gobernada que no existen los robos, y sus habitantes se sienten tan seguros que no tienen puertas en sus casas.
Restos de los muros / foto Kingdom of Benin
Según el matemático Ron Eglash tanto la ciudad como las villas que la rodeaban habían sido planeadas utilizando un patrón matemático y formando fractales perfectos.
Ruinas de los muros del palacio / foto Adam Jones en Wikimedia
Por Julio Morejón
Un país de África occidental muy rico en historias y en patrimonio cultural es Benín -hasta 1975 conocido como Dahomey- y con cuyo nombre se identificó un importante imperio.
El auge del reino de Benín como tal se vincula por su tradición con la comunidad yoruba y su fundador fue Eweka, príncipe relacionado con la ciudad sagrada de Ife, que investigaciones ubican unos 500 años antes de nuestra era y hoy la sitúan en el estado nigeriano de Osun.
Desde el siglo XII, cuando en el territorio del reino aún habitaban dispersos pueblos de lengua edo divididos en decenas de minúsculas jefaturas que luchaban por el mando, hasta el XVII, cuando se registra el gran apogeo, el imperio aumentó su fuerza y se extendió territorialmente.
La historia recoge una sucesión de jefes de esa monarquía, los llamados obas, quienes fomentaron con el empleo de la fuerza la sujeción al reino de pueblos situados en su periferia, menos sólidos y organizados.
Entre esos jefes sobresale el caso de Evaré el Grande, quien gobernó a mediados del siglo XV.
Ese regente trató de reformar el sistema tradicional de designación de las autoridades, para restar influencia política al cuerpo de jefes que elegían al oba e instituyó el carácter hereditario del rey al traspaso del mando a su hijo primogénito.
Unido a eso Evaré el Grande estableció una división de funciones respecto a los responsables palaciegos y los del pueblo, cargos designados por él, algo que evidentemente condujo a un control bastante fuerte de los subordinados y de toda la estructura del poder.
Además de esas acciones políticas y organizativas, entre sus prioridades estaba engrandecer al reino con territorios y diversas edificaciones como los fosos y atalayas, ambos como útiles para la defensa.
El imperio se destacó en todo el continente por su arte estatuario en bronce, pero también por su papel en el comercio de marfil, la pimienta y el aceite de palma, aunque quizás uno de los mayores ingresos los recibía de la venta de esclavos a los traficantes europeos que los embarcaban para el Nuevo Mundo.
Es precisamente en el período de 500-600 años cuando se construye la Gran Muralla de Benin, ubicada en el límite sur del ahora desaparecido reino, el cual era uno de los Estados más antiguos y más desarrollados de África Occidental y donde además de la citada obra arquitectónica sobresalía el desarrollo escultórico.
En 1484, Ozolua, el decimoquinto oba, recibe al portugués Joao Affonso d’Aveiro, quien le entrega las primeras armas de fuego y semillas de coco, acto con el que comenzó un continuo comercio con los mercaderes europeos, el cual se fusionaría con la trata esclava.
Se dice que por aquel entonces también llegaron al gobierno beninés los primeros misioneros cristianos.
El imperio de Benin perduró hasta que fue anexado por el Reino Unido en 1897, pero se conoce que a lo largo de sus 700 años de existencia llegó a ser una de las estructuras estatales más complejas y armónicas de África, pese a su dependencia de la trata esclava, y en su máximo esplendor llegó a influir sobre un área de más de 90 mil kilómetros cuadrados.
Muestra de su avance cultural fueron los muros diseminados en su área y que en conjunto se reconocen como ‘una de las estructuras terrestres más grandes del mundo hechas por el hombre’, opina la articulista ghanesa Mildred Europa Taylor, luego de reconocer que el primer lugar de ese tipo de edificación lo tiene la Gran Muralla China.
Según la documentación histórica compilada de fuentes holandesas relativas al siglo XVII, el reino por aquel entonces limitaba al este con el río Níger, al sur con el Atlántico, al norte con la sabana y al occidente con las comarcas de reyes yorubas y podía movilizar de 20 mil a 100 mil hombres armados con lanzas.
Desde mucho antes, al parecer, se tomaron muy en serio las medidas de defensa del espacio geográfico imperial y eso induce a pensar que los sucesivos monarcas del siglo XII al XVII favorecieron en sus tácticas y estrategias la construcción de los muros, que llegaron a proteger físicamente más de seis mil 500 kilómetros cuadrados de territorio.
Esa área representa aproximadamente el 37 por ciento de la masa terrestre del estado contemporáneo nigeriano de Edo, históricamente muy engarzado con el Benín actual.
El pueblo edo es una comunidad diseminada por el suroeste de Nigeria, principalmente en el estado de Edo.
Evaluaciones de especialistas plantean que en la construcción de la muralla se necesitaron aproximadamente 150 millones de horas de excavación por parte de los pobladores para asentar y erigir sus piezas.
Además, los expertos califican a esa estructura ahora en ruinas como el mayor fenómeno arqueológico en la tierra.
Hoy el área que ocupó el viejo imperio es parte del estado nigeriano de Edo y su capital está en la ciudad de Benín, que no tiene relación con el nombre del país homónimo.
Se precisa que ‘Edo es un reino y su monarca es el oba de Benín, un rey muy querido y respetado por el pueblo, y una voz muy autorizada en el país’, detalló una explicación del articulista catalán Josué Ferrer, y eso se mantiene pese a Nigeria ser República Federal.
MUROS Y FOSOS
Durante más de cinco centurias que existieron las paredes de las murallas, estas protegieron a los habitantes del reino, en particular a sus tradiciones y el patrimonio en general del pueblo, hasta que los británicos la destruyeron en 1897.
Conforme con cálculos de los historiadores ese objeto de obra comenzó a construirse en el año 800 y lo concluyeron en 1400, es decir décadas antes de llegada de los europeos al continente africano.
Las paredes, cuatro veces más largas que las de la Gran Muralla de China, se levantaron con una combinación de materiales fuertes, con los cuales se edificaron murallas y fosos, que sorprenden por su avance en comparación con el empleo de los actuales equipos y tecnología para los movimientos de tierras.
Menos de 500 años después de la finalización de las murallas, los británicos las devastaron en lo que se conoce como la Expedición Punitiva.
‘Se dijo que esta expedición había destruido más de mil años de la historia de Benín y una de las primeras pruebas de la civilización africana’, recuerda una reseña de Taylor.
Aún en Edo hay piezas dispersas del muro, aunque muchos residentes usaron materiales de esa obra para construir viviendas y algunas paredes se derribaron para fines inmobiliarios.
En 1995 la muralla fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Organización de Naciones Unidas para la Educación la Ciencias y la Cultura (Unesco).
Según consideró la Unesco, la existencia de esas ruinas evoca recuerdos de los reinos antes ricos, poderosos e industriosos que integraron gran parte de la trayectoria histórica del continente africano.
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