Muro de Cisjordania
La Barrera israelí de Cisjordania es una barrera, aún no finalizada, construida por el Gobierno de Israel que se extiende aproximadamente en un 20% a lo largo de la Línea Verde y el 80% restante en territorio Cisjordania, adentrándose en el mismo hasta 22 kilómetros en algunos lugares, con el fin de incluir asentamientos israelíes densamente poblados como, entre otros, Ariel, Gush Etzion, Emmanuel, Karnei Shomron, Guiv’at Ze’ev, Oranit y Maale Adumim. Cuando esté terminada, aproximadamente el 10% del territorio cisjordano quedará en el lado israelí de la barrera y será aislado del resto de Cisjordania. Su proyecto final estima su longitud total en 721 kilómetros (junio de 2006).
La barrera israelí de Cisjordania es un proyecto muy polémico que ha generado importantes críticas contra el Gobierno israelí por parte de distintos organismos como Naciones Unidas y organizaciones pro derechos humanos, así como una resolución no vinculante emitida en 2004 por la Corte Internacional de Justicia que declaraba su ilegalidad e instaba a su total desmantelamiento. En agosto de 2008 el 58% de los 721 kilómetros totales del proyecto de la barrera se encontraban ya construidos; el 9% se encontraba en construcción y el 33% restante se mantenía como proyectado aunque no se había comenzado su construcción.
La construcción de la barrera fue aprobada por el gobierno israelí el 23 de junio de 2002. Consiste en un sistema de vallas y alambradas a lo largo de aproximadamente el 90% de su trazado, y en el 10% restante adopta la forma de un muro de hormigón prefabricado de hasta siete metros de altura, creado con módulos individuales dispuestos uno al lado del otro, e intercalados cada cierto intervalo con torretas para el control militar. Las partes de hormigón fueron erigidas para impedir ataques desde los edificios del lado palestino contra los vehículos que circulan en el lado israelí. Una vez que el proyecto en su conjunto se haya completado, la parte del hormigón será de un 6%, unos 30 km. El complejo de la barrera consiste de los componentes principales siguientes: una valla con sensores electrónicos diseñados para alertar a las fuerzas militares israelíes de los intentos de infiltración; una zanja (de hasta 4 metros de profundidad); una carretera asfaltada de dos carriles para patrullas; una pista de rastreo (un camino de arena allanada para detectar huellas) que discurre en paralelo a la valla; seis rollos de alambre de espino apilados marcando el perímetro del complejo. Todo el montaje tiene un ancho de entre 50 y 70 metros como media, aunque puede llegar a medir hasta 100 metros en algunos lugares. Un elemento complementario previsto son las “barreras de profundidad”, que son barreras secundarias que se bifurcan de la barrera principal hacia el este. Hay dos barreras de profundidad que forman parte del trazado previsto en el centro de Cisjordania. El número de puertas abiertas a los palestinos con los permisos apropiados es de 45 (de un total de 84).
La barrera es un proyecto muy controvertido. Sus partidarios afirman que la barrera es una herramienta necesaria para proteger a los civiles israelíes (árabes y judíos) contra el terrorismo palestino, especialmente de los atentados suicidas. Sobre la cuestión legal, el gobierno de Israel argumenta que le ampara el derecho a la autodefensa reconocido en el derecho internacional y que su único propósito al construir la barrera es impedir la entrada a núcleos de población de los terroristas, ante el incremento de los atentados tras la Intifada de Al-Aqsa (más de 1000 personas asesinadas desde septiembre de 2000) y por tanto no trazada con fines políticos ni anexionistas. Israel alega también que la barrera se erigió solo después de probar otras opciones que no lograron evitar los ataques mortales terroristas y una vez comprobado que la Autoridad Nacional Palestina no cumplía sus compromisos en materia de lucha contra el terrorismo. Sobre por qué no siempre sigue el trazado de la línea de armisticio anterior a 1967 (la llamada «Línea Verde»), que es la principal objeción que recibe la barrera, Israel aduce que se construye donde puede tener mayor efectividad y se ha mantenido en el interior del trazado de la Línea Verde cuando las necesidades de seguridad pueden asegurarse. Los defensores de la barrera sostienen finalmente que su eficiencia se constata por la drástica disminución del número de atentados terroristas suicidas y aducen que no se diferencia de las de otros países (como España o Estados Unidos) que construyen vallas para defender su territorio.
Sus detractores, entre los que se encuentran las organizaciones pacifistas y pro-derechos humanos israelíes Peace Now y B’Tselem, y múltiples organizaciones internacionales como Amnistía Internacional, Intermón-Oxfam, Human Rights Watch y UNICEF, afirman que la construcción de la barrera sobre lo que consideran territorio palestino ocupado, junto con otras medidas llevadas a cabo por el Gobierno israelí (como la construcción de nuevos asentamientos y carreteras que atraviesan el territorio cisjordano, o el aumento de los checkpoints en la entrada y salida de las ciudades y aldeas) crea una realidad de facto que impediría un Estado árabe palestino viable, estableciendo serias dudas sobre su continuidad territorial y degradando notoriamente el nivel de vida de las poblaciones palestinas adyacentes al mismo, tanto por la destrucción y anexión de terrenos agrícolas fundamentales para la supervivencia de los poblados como por el aislamiento en el que se ha dejado a poblaciones enteras del resto del territorio palestino. Afirman que el derecho de Israel a defenderse debe ser compatible con el derecho a una vida digna de la población palestina, que hay otras medidas que pueden lograr el mismo objetivo y que, en caso de construir una barrera, ésta debería transcurrir en el interior de Israel y no en Cisjordania.
La alambrada a la altura de Meitar., en la carretera entre Beerseba y Hebrón, en la Judea meridional, sur de Cisjordania.
La denominación de la construcción es controvertida y está políticamente marcada. El nombre oficial que el Gobierno de Israel puso a la construcción es el de «Valla de seguridad» (security fence en inglés), y por ello los israelíes suelen denominarla «Valla de separación», «Cerca de seguridad» (en hebreo גדר ההפרדה, gader ha’hafrada) o también «Cerca antiterrorista». En los Territorios Palestinos suele denominarse en árabe como «Muro de la segregación racial» ( جذار الفصل العنصوري yidar al-fasl al-‘unsuri), «Nuevo Muro de la Vergüenza» o «Muro del Apartheid» (Apartheid Wall), en referencia al antiguo régimen racista sudafricano, pese a que en Israel viven más de un millón de árabes, el 19% del total de todos los israelíes. Esta denominación también es utilizada por algunos detractores de la barrera y de Israel en general. La denominación «Muro de Cisjordania», o simplemente «Muro», es utilizada por algunas organizaciones pro-derechos humanos, entre las que se encuentran UNICEF y Amnistía Internacional. En los medios de comunicación internacionales suele utilizarse el término inglés barrier («barrera»), y en España, los medios de comunicación y la clase política acostumbran a denominarlo «Muro de Cisjordania». La diplomacia israelí ha deplorado esta práctica que considera “descalificadora” por parte de los medios de comunicación españoles.
En resumen, sus detractores ponen el énfasis en la parte que tiene de «muro» (un 10% del trazado, aproximadamente) y sus defensores en lo que tiene de «cerca» o «valla» (el 90% restante), mientras que «barrera» es la denominación que escogen quienes buscan expresarse de forma más neutral, aunque a veces se utilizan ambos términos de forma indistinta, fundamentalmente desde los medios de comunicación.
Son 723 kilómetros de barrera de hormigón y valla metálica, sensores electrónicos, alambre de púas, zanjas, miradores y 66 puestos de control que separan Israel de los territorios palestinos de Cisjordania. Condenada por la ONU y la Corte de la Haya, la construcción que separa a los campesinos de sus tierras y a las familias de sus lugares de trabajo, centros educativos y de salud cumple 10 años.
El 16 de junio de 2002, el entonces primer ministro israelí Ariel Sharon tomó una decisión que despertó cuestionamientos en casi todo el mundo: levantar un muro para separarse de Cisjordania, con la excusa de defenderse de los ataques procedentes de los territorios palestinos . Corrían los sangrientos días de la segunda Intifada (levantamiento palestino) contra la ocupación israelí.
Sólo en la primera mitad de ese año murieron unos 200 israelíes en atentados suicidas de extremistas palestinos .Dos días después de que se empezara a construir la valla defensiva, 19 escolares murieron cuando se inmoló un palestino en Jerusalén.
En este violento contexto, una amplia mayoría de los israelíes apoyó la construcción del muro que invade territorio palestino, es decir al Este de la Línea Verde establecida tras la primera guerra árabe-israelí en 1948, conocida por los israelíes como Guerra de la Independencia. En algunas partes, las placas de cemento alcanzan los ocho metros de altura para protegerse de los francotiradores.
Desde entonces, son “casi 500.000 los palestinos que se ven afectados por la construcción” ubicada en un 80 por ciento en territorio palestino, explicó Daniela Gordon, de la organización de derechos humanos israelí Machsom Watch.
Todos los campesinos palestinos cuyas tierras se encuentran entre la Línea Verde y el muro deben atravesar las llamadas “puertas de la agricultura” para llegar a sus campos e invernaderos. Tres veces al día, soldados israelíes fuertemente armados abren esos accesos durante cerca de media hora. Sólo quienes tengan un permiso especial pueden acceder a sus campos. Por la noche, regresan bajo la mirada de desconfianza de los soldados.
“Por supuesto que espero que este muro desaparezca un día”, dijo a al agencia DPA uno de los militares que vigilan las puertas, al que no le está permitido dar su nombre. “Presto servicio aquí desde hace tres años, y no es nada divertido”, afirmó mientras controlaba desganado un tractor. “Pero por desgracia, agregó, el muro sigue siendo irrenunciable para mantener la seguridad de Israel”.
fotos PINTADAS. Los bloques de cemento se convirtieron en lugares de expresión.
Según el diseño de su trazado, el objetivo es rodear los más de 50 asentamientos israelíes donde viven un 80% de colonos, incluyendo extensas áreas de tierra alrededor de ellos, lo que permitiría crear una continuidad de los asentamientos con Israel y separar la zona del resto de Cisjordania.
Hoy en día, el conflicto entre israelíes y palestinos permanece estancado y la lógica idea de dos Estados no avanza. El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas, presentó en septiembre pasado una solicitud de membresía de la ONU para un estado palestino en Cisjordania y la Franja de Gaza, con Jerusalén este como su capital, pese a la fuerte oposición de Israel y Estados Unidos que sostienen que la paz en la región sólo puede llegar de la mano de negociaciones palestino-israelíes.
Sin embargo, uno de los mayores obstáculos de las negociaciones tiene que ver con los asentamientos en Cisjordania, territorio ocupado en el que Israel se niega a dejar de construir viviendas, una condición inamovible por parte de los palestinos para retomar el diálogo.
A diez años del inicio del levantamiento de este muro, los atentados en Israel disminuyeron, aunque no está claro si es producto del muro o por el fin de la Segunda Intifada, que comenzó el 28 de septiembre de 2000 y concluyó oficialmente el 24 de febrero de 2005.
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