Objetos de cristal
Que nuestros antepasados conocían y utilizaban técnicas altamente sofisticadas para la construcción de templos, palacios, tumbas, etc, no es nada nuevo. Sin embargo, cada vez aparecen más pruebas de que ésta misma desconcertante “ciencia”, ha sido utilizada para la elaboración de diferentes utensilios y elementos (decorativos, prácticos, rituales, etc), que demuestran que hace miles de años se creó y desarrolló una increíble sabiduría, olvidada y rechazada por generaciones venideras.
Éstas evidencias “malditas” las podemos hallar en muchos lugares del planeta. Un claro ejemplo de su existencia, la hallamos en el Museo Arqueológico de Cádiz. Fue una buena amiga en común, la investigadora Rosa María Paraíso, quien nos puso tras la pista de un apasionante enigma arqueológico. Un misterio que delata, sin lugar a dudas, la presencia de una alta tecnología en nuestro remoto pasado…
Frente a la fría mirada de piedra del emperador Trajano, en una vitrina rectangular se agrupan un espectacular conjunto de tallas de cristal de roca perfectamente acabadas, y que no presentan huellas, ni marcas externas que evidencien el tipo de herramienta utilizada para su intachable elaboración. Aunque, eso si, algunas piezas presentan unos arañazos circulares en su interior, perfectamente paralelos que podrían señalar algún tipo de instrumento desconocido.
Según pudimos averiguar, en compañía del estudioso gaditano Antonio González, la asombrosa colección artística, un tesoro incalculable, pertenecía al ajuar funerario de una niña romana del Siglo I, D. C., encontrada hace varios años en la capital gaditana.
Los diversos estudios realizados, indican que la fallecida pertenecía a una familia muy poderosa e influyente dentro del vasto Imperio Romano, hija o nieta de un rico patricio o comerciante, puesto que todos los enseres hallados en la tumba eran de gran valor. Sobre todo las figuras de cristal de roca, de las cuales, solo existen unas 30 o 50 piezas en todo el mundo, Lorenzo Médicis poseía una de estas impresionantes colecciones. Actualmente solo museos de Italia, Francia y Gran Bretaña exhiben muestras, más escasas en número, de este enigmático arte sobre este tipo de mineral.
En la época de los césares, las piezas de cristal de roca, nos se sabe muy bien por qué, poseían un valor inimaginable. Tanto, que un emperador romano, Marco Aurelio, poseedor de un conjunto de tallas costeo los gastos de una importante batalla, según documentos de la época, vendiendo, por 150 mil sestercios (900 monedas de oro), una jarrita de solo 35 cm de dicho material.
La cámara mortuoria, fue descubierta en los años 90 por el arqueólogo Francisco José Blanco durante el estudio de un emplazamiento romano en la ciudad de Cádiz, en la calle Escalzo. La tumba, única en las excavaciones realizadas hasta ahora en la Tacita de Plata, la conformaba una estructura de carácter monumental, protegida por una gran pieza maciza realizada con sillares y sillarejos unidos por mortero de hormigón muy resistente.
Las tallas de roca se escondieron hábilmente alrededor de la tumba para evitar los saqueos, y de hecho gracias a esta cautela, resistieron el paso del tiempo y de los saqueadores. La joven había perecido a los 14 años, y junto a ella, se hallaron la tumba de varios sirvientes que fueron “asesinados”, en un ritual, para que acompañara a la adolescente a tan trágico y fatal destino.
Los prodigiosos artistas que tallaron el cristal de roca, representaron, con exquisita factura, desde diferentes almejas e insectos, hasta caracoles, además de varias jarritas laboriosamente adornadas. Las tallas poseen tal perfección, que las conchas de los moluscos, en este caso almejas monoval y vivalba parecen autenticas lentes de cristal.
Junto a las mencionadas piezas, que sumaban 14 (se creé que le regalaron una por cada año de vida), se hallaron objetos de enorme belleza y valor, como por ejemplo una urna fenicia de alabastro del Siglo VIII A. C., anforitas, hidrias, balsamarios, peines, etc., incluido tallas en ámbar un material raro y apreciado en la época.
Pero volviendo a las tallas, para los expertos el procedimiento para elaborar estas figuras es todo un enigma. Aunque en un principio, se cree como la hipótesis mas plausible, la utilización de herramientas con punta de diamante (único material capaz de trabajar sobre la dureza extrema del cristal de roca, 7 en la escala de Mohs), para lograr cincelar las piezas de esa forma. Así mismo, los artesanos debieron utilizar polvo del mismo preciado mineral para lograr los minuciosos vaciados de las jarras y anforitas. Ubicando el tallado de las piezas en exclusivos talleres de arte de Alejandría o Albania, siendo la procedencia de la materia prima la India. Otra teoría apuntaría al empleo de hornos de fundición que, a más de 2000 grados centígrados, conseguirían moldear el cristal de roca, aunque los arqueólogos dudan seriamente que en aquella época utilizaran este sistema.
Otros investigadores más heterodoxos, como Jesús Borrego, gran conocedor de la arqueología gaditana, opinaba que, quizás, dichas piezas, pudieran tener relación con la fascinante y misteriosa civilización tartésica.
Al margen de estas especulaciones, las tallas siguen ahí, desafiando el paso de los siglos, y elevando interrogantes sobre el amplio y elevado conocimiento científico de nuestros antepasados, que desgraciadamente, pocas veces valoramos…
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