Valla del Dingo
Valla del Dingo
El Cerco del Dingo (Dingo Fence), también conocido como Cerco del Perro (Dog Fence) es la valla más larga del mundo y se encuentra en Australia.
Se construyó como una verja de exclusión de plagas durante la década de 1880, culminándose en 1885. En un principio su objetivo era mantener a las poblaciones de conejos de Australia lejos de las fértiles tierras del Sur, pero al resultar inútil, pensaron que al menos serviría para mantener a raya a las poblaciones de canguros y emús. Sin embargo, en 1914 fue adaptada para ser a prueba de dingos.1
Sirve para mantener al dingo fuera de los lugares relativamente fértiles del Sur-Este del continente (donde fueron en gran parte exterminados) y protege a los rebaños de ovejas del Sur de Queensland. Mide 5614 kilómetros,2 más de la distancia entre Sevilla y Moscú,1 y va desde Jimbour hasta los acantilados de la llanura de Nullarbor.3 por encima de la Gran Bahía Australiana.4
- Fue un éxito parcial, aunque aún pueden encontrarse dingos en algunos estados del Sur. A pesar de que ha ayudado a reducir las pérdidas de ovejas por depredadores, esto se ha contrarrestado por los agujeros que se encontraban en la valla en la década de 1990 por los que ha pasado la descendencia del dingo y por la competencia en el pasto con canguros y conejos. Mayormente es una verja de 1,80 metros de alambre, pero algunos tramos en Australia del Sur son de cerca eléctrica. Algunas partes de la verja se encienden por la noche con lámparas de colores blanco y rojo.5 Existe también
Nada hay más definitorio de la historia de Australia que su relación con la propia isla de Australia. No hay estados extranjeros que hayan causado tantos quebraderos de cabeza a la ex-colonia como la fauna salvaje que los colonos europeos se toparon en el gigante trozo de tierra isleño allá por el siglo XVII.
El dingo: el perro que también odiaba Australia
En concreto, contra el dingo, el icónico perro no-domesticado que, se cree, desciende de sus parientes ya amaestrados en Europa y Asia.
El dingo es el principal predador de la isla de Australia. Pese a su alucinante cantidad de animales mortalmente peligrosos para el ser humano, la vida en Australia no es especialmente terrible para bichos como el koala, cuya existencia peluchil se antoja posible en un entorno carente de grandes felinos sedientos de sangre. Por tanto, los dingos, perros anaranjados de aspecto enclenque, tienen un rol vital en el país anglosajón.
Sin embargo, no desde el punto de vista económico. Presentes a lo largo y ancho de toda la isla, el dingo encontró en el ganado importado de Europa y exógeno a la tradicional fauna australiana un excelente caladero de manjares, dispuestos por obra y gracia del ser humano para su deleite. Fueron las ovejas las que se llevaron la peor parte: timoratas e indefensas, los dingos las cazaban con facilidad, especialmente si tenemos en cuenta la absurda cantidad de ellas que hay en Australia (más de 100 millones, ¡100!).
Al igual que en el caso de los emus, el gobierno australiano se topó a finales del siglo XIX con un montón de granjeros enfadados porque Dios había puesto en aquella isla que ellos habían decidido civilizar a toda costa perros indeseables. Y como sucedería varias décadas más tarde, Australia optó por la solución más tremendista y la más puramente australiana: una verja.
“The dog fence”. (Schutz/Wikipedia)
No hubo guerra como tal, pero sí un cuidadoso plan para apartar al dingo de los estados del sudeste australiano, allí donde se concentra la mayor parte de la población y las gigantescas poblaciones de ganado, una industria capital para el país. Las autoridades elaboraron entonces, a principios de 1880, la “Valla Dingo“, una larguísima concatenación de verjas con alambre de espino que habrían de mantener a la población de dingos lejos de las apetecibles ovejas. Fue terminada en 1885 y sigue ahí desde entonces.
La valla, que delimita la frontera de la Australia salvaje y de la Australia más adaptada al caprichoso ser humano, se extiende por 5.600 kilómetros, haciendo de ella la más larga e impresionante del planeta. No es inmune a los agujeros y a la ocasional invasión de dingos, pero ha mantenido al grueso de los estados poblados del país lejos de los dingos-puros. Hay dingos híbridos (mezclados con perros comunes) campando a sus anchas por la zona, pero en general son pocos y representan una preocupación menor.
El proyecto, que atraviesa Queensland, New South Wales y South Australia, ha tenido sus luces y sus sombras. Por un lado, es altamente disruptivo con la fauna local: compuesta por alambre de espino y con una altura de 180 centímetros, en ocasiones está electrificada y requiere de un continuado mantenimiento y vigilancia por parte de la administración. Por otro, ha permitido proteger al ganado. Sin embargo, ha provocado que los dingos se busquen la vida en otros lugares, comenzando a atacar a más emus y canguros.
¿Cómo de necesaria era? Para los ganaderos, bastante: hubo años, antes de la valla, que más de 11.000 ovejas perecían en las fauces de los dingos. En global son pocas, pero para algunas granjas pueden ser pérdidas definitivas.
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